Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

viernes, 15 de junio de 2012

Décimo primer Domingo durante el año, «El Reino de Dios es como… »


Lecturas del 17-06-12

– Ciclo B –
 
 

 

Lectura de la profecía de Ezequiel 17, 22-24
Así habla el Señor: Yo también tomaré la copa de un gran cedro, cortaré un brote de la más alta de sus ramas, y lo plantaré en una montaña muy elevada:  Lo plantaré en la montaña más alta de Israel. El echará ramas y producirá frutos, y se convertirá en un magnífico cedro. Pájaros de todas clases anidarán en él, habitarán a la sombra de sus ramas.
Y todos los árboles del campo sabrán que yo, el Señor, humillo al árbol elevado y exalto al árbol humillado, hago secar el árbol verde y reverdecer al árbol seco. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré.
Palabra de Dios.

Salmo 91
R. Es bueno darte gracias, Señor.
 
Es bueno dar gracias al Señor, y cantar, Dios Altísimo, a tu Nombre; proclamar tu amor de madrugada, y tu fidelidad en las vigilias de la noche.  R.El justo florecerá como la palmera, crecerá como los cedros del Líbano: trasplantado en la Casa del Señor, florecerá en los atrios de nuestro Dios.  R.
En la vejez seguirá dando frutos, se mantendrá fresco y frondoso, para proclamar qué justo es el Señor, mi Roca, en quien no existe la maldad.  R.
 
2º carta de San Pablo a los Corintios 5, 6-10
Hermanos: Nosotros nos sentimos plenamente seguros, sabiendo que habitar en este cuerpo es vivir en el exilio, lejos del Señor; porque nosotros caminamos en la fe y todavía no vemos claramente.
Sí, nos sentimos plenamente seguros, y por eso, preferimos dejar este cuerpo para estar junto al Señor; en definitiva, sea que vivamos en este cuerpo o fuera de él, nuestro único deseo es agradarlo.
Porque todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba, de acuerdo con sus obras buenas o malas, lo que mereció durante su vida mortal.
Palabra de Dios.
 
Santo Evangelio según san Marcos 4, 26-34
Jesús decía a la multitud: «El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha.» También decía: « ¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra.»
Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.  Palabra del Señor.

Reflexión:
 
En el evangelio de hoy el tema del Reino es el protagonista de las parábolas de Jesús. En realidad sabemos que el tema del Reino fue la pasión, la manía, el estribillo, la obsesión de Jesús. Porque fue también «Su Causa», la Causa por la que vivió y luchó, la causa por la que fue perseguido, capturado, condenado y ejecutado. Para comprender a Jesús, no hay nada más importante que tratar de comprender el Reino y la relación de Jesús con él. Es por eso que nos preguntamos ¿qué es el Reino de Dios?
 
Jesús se presenta con su Mensaje al pueblo (1) Después de treinta años (Lc. 3,22) de vida escondida en Nazaret, Jesús se presenta al pueblo con su mensaje (Lc. 4,18). En Nazaret, Él ha convivido largos años (Lc. 2,51-52) con los campesinos de Galilea, explotados por el sistema de los impuestos heredados de los persas y de los griegos y por el latifundio creado por los romanos.
Él era carpintero (Mc. 6,3). Mientras crecía (Lc. 2,40) en sabiduría, edad y estatura delante de Dios y de los hombres, presenciaba las explosiones de violencia tan numerosas, entonces en Galilea, la progresiva organización de los guerrilleros zelotes, la transferencia de la capital de su región a Tiberíades, las tentativas infructuosas de los romanos para reducir a la obediencia al pueblo rebelde de Galilea.
Veía cómo los escribas y fariseos reunían y organizaban al pueblo en torno a las sinagogas, enseñándoles la tradición de los antiguos Mc. (7,1-5), dándoles fuerza para resistir, preparándolos para la próxima venida del Mesías, aguardada por todos como inminente. Veía también cómo ellos, en lugar de enseñar la ley de Dios y mostrar el rostro verdadero del Padre, los escondían tras una cortina espesa de normas y obligaciones que hacían imposible la observancia de la ley para los pobres (Mc. 7,6-13). Estos se veían condenados por sus líderes como ignorantes (Jn 7,49) y pecadores y que el Reino de Dios no era para ellos.
 
Veía también Jesús la piedad confusa y resistente de los pobres, tan bien expresada en el cántico de María (Lc. 1,46-55) y en la esperanza difusa de un nuevo éxodo. Los pobres esperaban que llegase el tiempo de la liberación prometida desde los tiempos antiguos.
Creciendo en medio de esta realidad conflictiva de explotación económica, de explosiones sociales, de desintegración creciente de las instituciones, de explosiones mesiánicas, Jesús, unido al Padre, se convierte en alumno de los acontecimientos, descubre dentro de ellos la llegada de la hora de Dios y anuncia al pueblo: "El plazo se ha vencido. El Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Nueva" (Mc. 1,15).
 
Jesús presenta su programa de predicación del Reino en la sinagoga de Nazaret: "El Espíritu del Señor está sobre mí: el Señor me consagró por su Espíritu. Me envió a traer la Buena Nueva a los pobres, a anunciar a los cautivos su libertad y devolver la luz a los ciegos; a despedir libres a los oprimidos y a proclamar un año de  gracia del Señor" (Lc. 4,18-19).
 
Según el evangelio de Marcos la Buena Nueva del Reino anunciada por Jesús tiene como primer efecto reunir a las personas en torno a Jesús y entre sí, esto es, la formación de comunidades (Mc. 1,16-20). El segundo efecto es hacer nacer conciencia crítica en el pueblo oprimido frente a sus líderes (Mc. 1,21-22). El tercer efecto es combatir el poder del mal, expulsarlo, y así liberar al hombre (Mc. 1,23-28). El cuarto es restaurar y salvar la vida del pueblo para el servicio (Mc. 1,29-34). El quinto efecto es permanecer unido a la raíz que es el Padre, a través de la oración (Mc. 1,35). El sexto es mantener la conciencia de la misión y no encerrarse en los resultados obtenidos (Mc. 1,36-39). El séptimo resultado es liberar y reintegrar en la sociedad a los marginados ((Mc. 1,40-45).
Jesús se presenta como el que viene a realizar las esperanzas del pueblo fomentadas y alimentadas, a lo largo de los siglos, por los profetas. El se presenta como el Mesías-Siervo anunciado por Isaías (Is 42,1-9; 61,1-2). Propone la realización del Año del Jubileo, es decir, "el año de gracia del Señor".
Experimentar la Presencia del Reino. En el evangelio de hoy Jesús, nos cuenta dos pequeñas historias que acontecen todos los días en la vida de la gente de su pueblo,  se sirve de las cosas pequeñas para actuar en el mundo y en las almas de los hombres.
Es precioso ver cómo Jesús busca en la vida y en los acontecimientos de la gente de su entorno, elementos e imágenes que puedan ayudarlos a percibir y experimentar la presencia del Reino. Con el motivo de descubrir las cosas de Dios en la vida diaria, ya que lo extraordinario de Dios se esconde en las cosas ordinarias y comunes de la vida de cada día. La gente entendía las cosas de la vida. En las parábolas recibía la llave para abrirla y encontrar los signos de Dios.
La gran virtud de las parábolas es la de superar los obstáculos más obvios e inmediatos del entendimiento. Una parábola es un arco que se eleva por el aire y cae justo en su objetivo, evadiendo los obstáculos, enfocándose a su meta. Las parábolas de Jesús tienen un efecto similar. Frente a las interpretaciones oscuras y cargadas de sanciones con las que los maestros de la ley solían responder a sus interlocutores, las palabras de Jesús se imponen con una claridad demoledora. Frente a las intrincadas y sofisticadas interpretaciones de los maestros griegos, las enseñanzas de Jesús se presentan con una evidencia incontrovertible. Las palabras de Jesús hablan de la vida cotidiana: el campesino que salva su cosecha; de la persona que al cocinar administra con tino y prudencia la sal.
 
El Reino de Dios es Dios. (2) En las enseñanzas de Jesús está implícito - como una condición fundamentalmente propia - el anuncio del Dios viviente. La palabra clave del anuncio de Jesús es: Reino de Dios. Sin embargo, Reino de Dios no es una cosa, una estructura social o política, una utopía. El Reino de Dios es Dios. Reino de Dios quiere decir: Dios existe. Dios vive. Dios está presente y actúa en el mundo, en nuestra vida - en mi vida. Dios no es una lejana "causa última", Dios no es el "gran arquitecto" del deísmo que ha construido la máquina del mundo y ahora estaría fuera - por el contrario Dios es la realidad más presente y decisiva en cada acto de mi vida, en cada momento de la historia.-
 
La primera parábola habla de la fuerza interna de la semilla, que opera prácticamente sin que el campesino se percate. Si la semilla encuentra las condiciones favorables, florecerá. La labor del campesino se limita a preparar el terreno para que ofrezca esas condiciones que hacen posible el cultivo; a los cuidados indispensables para que la semilla germine y se fortalezca, y a la acción oportuna para cosechar los frutos. De manera semejante opera la acción del cristiano, favoreciendo la implantación de la semilla del Reino.
 
La siembra de la semilla (3). El Señor ha escogido la figura de una semilla para explicarnos la presencia oculta del reino entre nosotros. Mirando una semilla nos damos cuenta de que ya tenemos la planta o el árbol en nuestras manos, pero no inmediatamente sino después de una espera y una evolución. La semilla contiene ya en ella la planta que deberá ser, pero sólo en germen, con  una potencia que puede desarrollarse hasta llegar a tener una dimensión miles de veces mayor que la que tenía en sus comienzos.
 
Así  es el reino de Dios. Fue implantado por Jesús cuando derramó su Palabra, reunió a los primeros discípulos y entregó su vida para morir y resucitar por nosotros. En la persona de Jesús se hizo presente el reino, y Él es el comienzo de la nueva humanidad. En la pequeña comunidad de los discípulos se comienza a vivir la nueva creación y se ven signos de que el reino ya está viniendo. Entre los cristianos se hace presente el Padre otorgando su perdón y su amor. Jesús congrega en su cuerpo resucitado a todos los creyentes para  que formen una nueva comunidad donde todos sean hijos de Dios y hermanos entre sí. El Espíritu de Dios suscita los carismas y hace producir frutos de santidad. Cada vez que los discípulos se reúnen es para escuchar la palabra de Dios y para participar en el comienzo del banquete del cielo, recibiendo el pan en el que se hace presente el mismo Jesús como alimento de vida eterna. La comunidad debe llevar ya los rasgos de alegría y de libertad que caracteriza a los hijos de Dios, el amor mutuo tiene que ser el aspecto más destacado en la vida de los cristianos.
 
Pero si es verdad que todos esos rasgos indican de alguna manera que el reino se está haciendo presente en medio de los hombres, también es verdad que esos rasgos son muy modestos, y que además se dan con muchos contrastes y limitaciones porque junto  a los ejemplos de santidad se verifican también las sombras del pecado. 
 
Pero las parábolas de Jesús nos enseñan que a pesar de todas estas sombras, el reino ya está presente y –aunque nos haga esperar- llegará el momento en que se manifestará en su plenitud.
La  semilla de mostaza (3). La segunda parábola de esta lectura trata también sobre una semilla, pero en este caso, no es una semilla de trigo sino de mostaza. Se señala a propósito que es la más pequeña de las semillas que hay en el mundo. En realidad es una semilla muy pequeña, que mide aproximadamente un milímetro, pero que al crecer es un arbusto bastante considerable (en la zona del lago de Galilea llega a tener aproximadamente un metro y medio o dos metros), que contrasta con sus comienzos.
Como la parábola anterior, también ésta termina con una frase de un profeta. En este caso es una expresión del libro de profeta Ezequiel, tomada de la perícopa que se ha proclamado en la primera lectura de este día, en la que se describe el reino futuro como un gran cedro que será plantado en la tierra de Israel, y será tan grande que los pájaros irán a habitar a su sombra.
Esta parábola parece continuar y completar la idea ya anunciada en la precedente. En este caso se quiere mostrar el contraste entre los humildes comienzos y la grandeza del final. Con la parábola se responde a los impacientes que dudan de la venida del reino porque todavía no ven sus signos o ven que lo que se presenta como reino es todavía algo muy pequeño o muy humilde.
A los contemporáneos de Jesús se les decía que el reino ya se hacía presente. Pero solamente veían a Jesús, que aparentemente no era más que un hombre como los demás. Era necesaria la fe para comprender que en Él estaba realmente el mismo Dios.
También a los primeros discípulos de los apóstoles se les enseñaba que la comunidad que había fundado Jesús debía mostrar los primeros signos de la presencia del reino. Vivir en la Iglesia era comenzar a vivir con el espíritu del reino, ya que éste se debía manifestar en el grupo de los seguidores de Jesús. Pero esta comunidad cristiana primitiva era muy modesta, tenía muchas deficiencias y además sufría persecuciones. Muchos impacientes se sentían con derecho a preguntarse si era verdad que el reino se estaba haciendo presente en la comunidad cristiana, ya que los signos eran tan poco promisorios.

 
Hoy. No nos deben desanimar los obstáculos del medio que nos rodea. El Señor cuenta con nosotros para transformar el lugar donde se desenvuelve nuestro vivir cotidiano. No dejemos de llevar a cabo aquello que está en nuestras manos, aunque nos parezca poca cosa -tan poca cosa como unos insignificantes granos de mostaza- porque el Señor mismo hará crecer nuestro empeño, y la oración y el sacrificio que hayamos puesto, darán sus frutos.
El Reino de Dios, incluye en sí mismo un principio de desarrollo, una fuerza interna, que lo llevará hasta su total perfección; pero ese desarrollo del Reino, no es algo que deba realizarse prescindiendo de nosotros, sino que somos nosotros los que debemos poner las condiciones necesarias, para que el Reino llegue a su total desarrollo en nosotros y en los demás.
Habrá muchos fracasos, habrá luchas, pero el crecimiento del reino de Dios, tiene el éxito asegurado.
 
Por eso hoy vamos a pedirle al Señor, que pongamos nuestro esfuerzo, pequeño, insignificante, al servicio de su Reino. Y pidamos a María, Madre de los apóstoles, que nos ayude a perseverar en nuestras tareas apostólicas, para que crezcan como la planta nacida de la semilla de mostaza.
 
Lecturas de la Semana
Lunes 18: 1 Rey  21,1-9; Sal 5;  Mt. 5, 38-42.
Martes 19: 1 Rey. 21, 17-29;  Sal 50; Mt. 5, 43-48.
Miércoles 20: 2Rey. 2, 1. 6-14; Sal 30; Mt. 6, 1-6. 16-18.
Jueves 21: Ecle. 48, 1-14;  Sal 96; Mt. 6, 7-15.
Viernes 22:  2 Rey 11, 1-18. 20; Sal 131; Mt. 6, 19-23.
Sábado 23: 2 Crón. 24, 17-25; Sal 88; Mt. 6, 24-34.
 
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las lecturas: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y María. (1) Carlos Mesters, La practica liberadora de Jesús. (2)Cardenal Joseph Ratzinger. (3) Luis H. Rivas: Jesús habla a su Pueblo
 
 
Círculo Peregrino: queremos compartir con vos la Palabra del Señor, por eso podemos ir a tu casa a visitarte a vos o algún familiar enfermo.
Lectio Divina: También podes venir para compartirla  el primer sábado de cada mes a las 16 hs. en:       
 
Círculo Bíblico San José
Parroquia San José:
Brandsen 4970 Villa Domínico.
 
 
Si  querés recibir la hojita por e-mail pedila a: miencuentroconjesus@yahoo.com.ar