Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

viernes, 22 de agosto de 2014

Vigésimo primer domingo durante el año, Ciclo A


 
 
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo»
Lecturas del 24-08-14
 
 
Libro del profeta Isaías 22, 19-23
Así habla el Señor a Sebná, el mayordomo de palacio: Yo te derribaré de tu sitial y te destituiré de tu cargo. Y aquel día, llamaré a mi servidor Eliaquím, hijo de Jilquías; lo vestiré con tu túnica, lo ceñiré con tu faja, pondré tus poderes en su mano, y él será un padre para los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá.           
Pondré sobre sus hombros la llave de la casa de David: lo que él abra, nadie lo cerrará; lo que él cierre, nadie lo abrirá. Lo clavaré como una estaca en un sitio firme, y será un trono de gloria para la casa de su padre.  Palabra de Dios.
 
Salmo 137
R. Tu amor es eterno, Señor,
 ¡no abandones la obra de tus manos!
Te doy gracias, Señor, de todo corazón, te cantaré en presencia de los ángeles. Me postraré ante tu santo Templo.  R.
 Daré gracias a tu Nombre por tu amor y tu fidelidad,  porque tu promesa ha superado tu renombre. Me respondiste cada vez que te invoqué y aumentaste la fuerza de mi alma.  R.
 El Señor está en las alturas, pero se fija en el humilde  y reconoce al orgulloso desde lejos.         
Tu amor es eterno, Señor,  ¡no abandones la obra de tus manos!  R.

Carta de San Pablo a los Romanos 11, 33-36
¡Qué profunda y llena de riqueza es la sabiduría y la ciencia de Dios! ¡Qué insondables son sus designios y qué incomprensibles sus caminos! ¿Quién penetró en el pensamiento del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le dio algo, para que tenga derecho a ser retribuido?           
Porque todo viene de él, ha sido hecho por él, y es para él. ¡A él sea la gloria eternamente! Amén.
Palabra de Dios.
 
Evangelio según san Mateo 16, 13-20
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?»               
Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas.» «Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?»                 
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»  
Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.» 
Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que Él era el Mesías. Palabra del Señor.
 
Rectángulo redondeado: Dios mío: Abre mi espíritu y dame inteligencia, en vano leeré o escucharé tu Palabra si Tú no haces que penetre en mi corazón. Concédeme ardor
 para buscarla, docilidad para aceptarla y fidelidad para cumplirla. 
Amén
 
Reflexión: 
 
Nuestra imagen de Jesús. (1) La pregunta de Jesús: «¿Quién decís que soy yo?», sigue pidiendo todavía una respuesta a los creyentes de nuestro tiempo. No todos tenemos la misma imagen de Jesús. Y esto no solo por el carácter inagotable de su personalidad, sino, sobre todo, porque cada uno vamos elaborando nuestra imagen de Jesús a partir de nuestros intereses y preocupaciones, condicionados por nuestra psicología personal y el medio social al que pertenecemos, y marcados por la formación religiosa que hemos recibido.              
Y, sin embargo, la imagen de Cristo que podamos tener cada uno tiene importancia decisiva para nuestra vida, pues condiciona nuestra manera de entender y vivir la fe. Una imagen empobrecida, unilateral, parcial o falsa de Jesús nos conducirá a una vivencia empobrecida, unilateral, parcial o falsa de la fe. De ahí la importancia de evitar posibles deformaciones de nuestra visión de Jesús y de purificar nuestra adhesión a él…          
“¿Quién dicen que soy?” (2) Al nacer, los seres humanos somos las criaturas más indefensas de la naturaleza. No podemos nada, no sabemos nada, no somos capaces de valernos por nosotros mismos para sobrevivir ni un solo día. Nuestra dependencia es total. Necesitamos del cuidado de nuestros padres o de otras personas que suplen las limitaciones y carencias que nos acompañan al nacer. Otros escogen lo que debemos vestir, cómo debemos alimentarnos, a dónde podemos ir... Alguien escoge por nosotros la fe en la que iremos creciendo, el colegio en el que aprenderemos las primeras letras, el barrio en el que viviremos... Todo nos llega, en cierto modo, hecho o decidido y el campo de nuestra elección está casi totalmente cerrado. Solamente, poco a poco, y muy lentamente, vamos ganando en autonomía y libertad.
 
Tienen que pasar muchos años para que seamos capaces de elegir cómo queremos transitar nuestro camino. Este proceso, que comenzó en la indefensión más absoluta, tiene su término, que a su vez vuelve a ser un nuevo nacimiento, cuando declaramos nuestra independencia frente a nuestros progenitores. Muchas veces este proceso es más demorado o incluso no llega nunca a darse plenamente. Podemos seguir la vida entera queriendo, haciendo, diciendo, actuando y creyendo lo que otros determinan. Este camino hacia la libertad es lo más típicamente humano, tanto en el ámbito personal, como social.
 
Pero no podemos quedarnos allí. No podemos detener nuestro camino en la afirmación de lo que otros dicen. Es indispensable llegar a afrontar, más tarde o más temprano, la pregunta que hace el Señor a los discípulos: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy?”
Aquí ya no valen las respuestas prestadas por nuestros padres, amigos, maestros, compañeros... Cada uno, desde su libertad y autonomía, tiene que responder, directamente, esta pregunta.
 
Pedro tiene la lucidez de decir: “Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios viviente”. Pero cada uno deberá responder, desde su propia experiencia y sin repetir fórmulas vacías, lo que sabe de Jesús. Ya no es un conocimiento adquirido “por medios humanos”, sino la revelación que el Padre que está en el cielo nos regala por su bondad.
 
La pregunta que debe quedar flotando en nuestro interior este domingo es si todavía seguimos repitiendo lo que ‘otros’ dicen de Jesús o, efectivamente, podemos responder a la pregunta del Señor desde nuestra propia experiencia de encuentro con aquél que es la Palabra y el sentido último de nuestra vida.
 
Encontrarnos con Jesús (1). Los cristianos hemos olvidado con demasiada frecuencia que la fe no consiste en creer algo, sino en creer en Alguien. No se trata de adherimos fielmente a un credo, y mucho menos de aceptar ciegamente «un conjunto extraño de doctrinas», sino de encontramos con Alguien vivo que da sentido radical a nuestra existencia.  
Lo verdaderamente decisivo es encontrarse con la persona de Jesucristo y descubrir, por experiencia personal, que es el único que puede responder de manera plena a nuestras preguntas más decisivas, nuestros anhelos más profundos y nuestras necesidades últimas.              

En nuestros tiempos se hace cada vez más difícil creer en algo. Las ideologías más firmes, los sistemas más poderosos, las teorías más brillantes, se han ido tambaleando al mostrar sus limitaciones y profundas deficiencias.
El ser humano de hoy, escarmentado de dogmas e ideologías, quizá está dispuesto todavía a creer en personas que le ayuden a vivir dando un sentido nuevo a su existencia. Por eso ha podido decir el teólogo Karl Lehmann que «el hombre moderno solo será creyente cuando haya hecho una experiencia auténtica de adhesión a la persona de Jesucristo».            
Produce tristeza observar la actitud de sectores católicos cuya única obsesión parece ser «conservar la fe» como «un depósito de doctrinas» que hay que saber defender contra el asalto de nuevas ideologías y corrientes.
Creer es otra cosa. Antes que nada, los creyentes hemos de reavivar nuestra adhesión profunda a la persona de Jesucristo. Solo cuando vivamos «seducidos» por él y trabajados por la fuerza regeneradora de su persona podremos contagiar también hoy su Espíritu y su visión de la vida. De lo contrario proclamaremos con los labios doctrinas sublimes, pero seguiremos viviendo una fe mediocre y poco convincente… 
Qué decimos nosotros (1). También hoy nos dirige Jesús a los cristianos la misma pregunta que hizo un día a sus discípulos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. No nos pregunta solo para que nos pronunciemos sobre su identidad misteriosa, sino también para que revisemos nuestra relación con él. ¿Qué le podemos responder desde nuestras comunidades?             
¿Conocemos cada vez mejor a Jesús, o lo tenemos “encerrado en nuestros viejos esquemas aburridos” de siempre? ¿Somos comunidades vivas, interesadas en poner a Jesús en el centro de nuestra vida y de nuestras actividades, o vivimos estancados en la rutina y la mediocridad?             
¿No sentimos discípulos y discípulas de Jesús? ¿Estamos aprendiendo a vivir con su estilo de vida en medio de la sociedad actual, o nos dejamos arrastrar por cualquier reclamo más apetecible para nuestros intereses? ¿Nos da igual vivir de cualquier manera, o hemos hecho de nuestra comunidad una escuela para aprender a vivir como Jesús?   
¿Estamos aprendiendo a mirar la vida como la miraba Jesús? ¿Miramos desde nuestras comunidades a los necesitados y excluidos con compasión y responsabilidad, o nos encerramos en nuestras celebraciones, indiferentes al sufrimiento de los más desvalidos y olvidados: los que fueron siempre los predilectos de Jesús?            
¿Estamos convencidos de que el modo de seguir a Jesús es vivir cada día haciendo la vida más humana y más dichosa para todos?       
¿Vivimos el domingo cristiano celebrando la resurrección de Jesús, u organizamos nuestro fin de semana vacío de todo sentido cristiano? ¿Hemos aprendido a encontrar a Jesús en el silencio del corazón, o sentimos que nuestra fe se va apagando ahogada por el ruido y el vacío que hay dentro de nosotros?               
¿Creemos en Jesús resucitado que camina con nosotros lleno de vida? ¿Vivimos acogiendo en nuestras comunidades la paz que nos dejó en herencia a sus seguidores? ¿Creemos que Jesús nos ama con un amor que nunca acabará? ¿Creemos en su fuerza renovadora? ¿Sabemos ser testigos del misterio de esperanza que llevamos dentro de nosotros?
¿Quiénes se acercan a nuestras comunidades pueden sentir la fuerza y el atractivo que tiene para nosotros?
 
Rectángulo redondeado:  Mi profesión de fe:
• Cuando el miedo llegue a la puerta de mi vida quiero decir con todas mis fuerzas: 
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» 
• Cuando me vea tentado de tomar otros caminos distintos a los tuyos, voy a decir: 
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» 
• Cuando me sienta solo y desamparado, gritaré con todas mis fuerzas: 
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
 
Francisco v
 
Francisco: En el Amor de Dios
un mundo mejor es posible
 
Rueda de prensa al Papa Francisco en su viaje de regreso de Corea
 
P: Padre, durante su visita a Corea, se ha dirigido en primer lugar a las familias de las víctimas del ferry Sewol para consolarlas. Le hago dos preguntas. La primera: ¿qué ha sentido cuando estaba con ellas? La segunda: ¿no le importa que su gesto haya podido ser malinterpretado políticamente?
 
(Papa Francisco): Cuando te encuentras ante el dolor humano, tienes que hacer lo que el corazón te pide. Después dirán: “Ha hecho eso porque tiene esta intención política o esa otra…”. Pueden decir de todo. Pero, cuando piensas en esos hombres, en esas mujeres, padres y madres, que han perdido a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, cuando piensas en el dolor tan grande de una catástrofe, no sé, mi corazón…; soy un sacerdote, y siento que debo hacerme presente. Lo siento así; esto es lo primero. Sé que el consuelo que puede dar mi palabra no lo remedia, no devuelve la vida a los que han muerto; pero la cercanía humana en esos momentos nos da fuerza; hay solidaridad… Siendo arzobispo de Buenos Aires, recuerdo haber vivido dos catástrofes de este tipo: una, el incendio de una discoteca, durante un concierto de música pop: perdieron la vida 193 personas. Y luego, en otra ocasión, un accidente de trenes; creo que hubo 120 muertos. En esos momentos, sentí lo mismo: que tenía que hacerme presente. El dolor humano es duro, y si en esos momentos de tristeza nos mostramos cercanos, nos ayudamos mucho. Y me gustaría añadir algo sobre su última pregunta. Me puse esto [un pin a favor las víctimas del ferry Sewol]. Me lo puse por solidaridad con ellos, y después de haberlo llevado durante medio día, se me acercó uno y me dijo: “Es mejor que se lo quite… Usted debería ser neutral”. “Pero, por favor, con el dolor humano no se puede ser neutral”. Así le respondí. Es lo que siento. Gracias por su pregunta. 
                                              ACI, prensa, 21 de agosto
 
“Nunca se dejen vencer por el desánimo. Nuestra alegría no es algo que nace de tener tantas cosas, sino de haber encontrado a una persona, Jesús; que está entre nosotros”.            

Y, por favor, ¡no se dejen robar la esperanza!, ¡no dejen robar la esperanza! Esa, que nos da Jesús”.        
 
Rectángulo redondeado: Sábado 6 de septiembre.
Peregrinación diocesana a Luján
Salida 8.30 hs

Venta de pasajes en la Secretaria Parroquial 
Lunes a viernes de 17:30 a 19 hs. 
Sábados y domingos al término de la misa
Nuestra Señora de Lujan ruega por Nosotros.
Amén
 
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de esta hoja: El libro del Pueblo de Dios. Reflexiones del (2) Centro Ignaciano de Reflexión y Ejercicios (CIRE). (1) J. A. Pagola