Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 2 de noviembre de 2019

“He venido a salvar lo que estaba perdido”


Trigésimo primero domingo durante el año
Lecturas 3-11-19, Ciclo C

” Ven Espíritu Santo”
Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que abra mis ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guie y asista al meditar tus enseñanzas, para que pueda saborearla y comprenderla, para
que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la Verdad completa. Amén
               
Libro de la Sabiduría 11,22-26.12,1-2.    
Señor, el mundo entero es delante de ti como un grano de polvo que apenas inclina la balanza, como una gota de rocío matinal que cae sobre la tierra. Tú te compadeces de todos, porque todo lo puedes, y apartas los ojos de los pecados de los hombres para que ellos se conviertan. Tú amas todo lo que existe y no aborreces nada de lo que has hecho, porque si hubieras odiado algo, no lo habrías creado. ¿Cómo podría subsistir una cosa si tú no quisieras? ¿Cómo se conservaría si no la hubieras llamado? Pero tú eres indulgente con todos, ya que todo es tuyo, Señor que amas la vida, porque tu espíritu incorruptible está en todas las cosas. Por eso reprendes poco a poco a los que caen, y los amonestas recordándoles sus pecados, para que se aparten del mal y crean en ti, Señor. Palabra de Dios.   

Salmo 144 ,  R: Bendeciré al Señor siempre y en todo lugar.

Te alabaré, Dios mío, a ti, el único Rey, y bendeciré tu Nombre eternamente día tras día te bendeciré, y alabaré tu Nombre sin cesar. R                            
El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas. R                
Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. R          
El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que caen y endereza a los que están encorvados. R 

2º Carta a los Tesalonicenses 1,11-.2,-2              
Hermanos, rogamos constantemente por ustedes a fin de que Dios los haga dignos de su llamado, y lleve a término en ustedes, con su poder, todo buen propósito y toda acción inspirada en la fe. Así el nombre del Señor Jesús será glorificado en ustedes, y ustedes en él, conforme a la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.             
Acerca de la Venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, les rogamos, hermanos, que no se dejen perturbar fácilmente ni se alarmen, sea por anuncios proféticos, o por palabras o cartas atribuidas a nosotros, que hacen creer que el Día del Señor ya ha llegado. Palabra de Dios.  


Evangelio según San Lucas 19,1-10.                    
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. Él quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.                 
Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa". Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.                          
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un pecador".                
Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, yo doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más"                  
Y Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido". 
Palabra del Señor.              

Reflexión:

Llegamos casi al final del viaje de Jesús, a Jerusalén nos aproximamos al momento culminante del ministerio de Jesús, el evangelio ofrecido universalmente a publicanos y pecadores toma cuerpo en la historia de la conversión de Zaqueo. Y no solamente a publicanos y pecadores, el evangelio de la salvación se le ofrece a pobres y a ricos. En el episodio inmediatamente anterior, vemos a Jesús en la entrada de la ciudad de Jericó decirle al mendigo-ciego que está en situación de marginalidad: “Ve, tu fe te ha salvado” (Lc. 18,42). Ahora será salvado quien está en el corazón de la ciudad, quien es presentado desde el principio como una persona de autoridad (“jefe”) y poseedor de bienes (“rico”); para él también le dirá: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa.” Jesús, en su camino hacia Jerusalén se presenta como un pastor buscando celosamente a sus ovejas.

Al atravesar la ciudad, Jesús se encuentra con una escena curiosa. Un hombre de pequeña estatura ha subido a una higuera para poder verlo de cerca. No es un desconocido. Se trata de un rico, poderoso jefe de recaudadores. Para la gente de Jericó, un ser despreciable, un recaudador corrupto y sin escrúpulos. Para los sectores religiosos, «un pecador» sin conversión posible, excluido de toda salvación. Sin embargo, Jesús le hace una propuesta sorprendente: «Zaqueo, baja en seguida porque hoy tengo que alojarme en tu casa». Jesús quiere ser acogido en la casa de un pecador, en el mundo del dinero y del poder de este hombre despreciado por todos. Zaqueo bajó enseguida y lo recibió con alegría. No tiene miedo de dejar entrar en su vida al defensor de los pobres.
Lucas no explica lo que sucedió en aquella casa. Solo dice que el contacto con Jesús transforma radicalmente al rico Zaqueo. Su compromiso es firme. En adelante pensará en los pobres, compartirá con ellos sus bienes. Recordará también a las víctimas de las que ha abusado: les devolverá con creces lo robado. Jesús ha introducido en su vida justicia y amor solidario.

Jesús alerta con frecuencia sobre el riesgo de quedar atrapados por la atracción irresistible del dinero. El deseo insaciable de bienestar material puede echar a perder la vida de una persona. No hace falta ser muy rico. Quien vive esclavo del dinero termina encerrado en sí mismo. Los demás no cuentan. Según Jesús, «donde esté tu tesoro, allí estará tu corazón».
Esta visión del peligro deshumanizador del dinero no es un recurso del Profeta indignado de Galilea. Diferentes estudios analizan el poder del dinero como una fuerza ligada a pulsiones profundas de autoprotección, búsqueda de seguridad y miedo a la caducidad de nuestra existencia.
Para Jesús, la atracción del dinero no es una especie de enfermedad incurable. Es posible liberarse de su esclavitud y empezar una vida más sana. El rico no es «un caso perdido». Es muy esclarecedor el relato de Lucas sobre el encuentro de Jesús con un hombre rico de Jericó.

El relato concluye con unas palabras admirables de Jesús: «Hoy ha entrado la salvación en esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido». También los ricos se pueden convertir. Con Jesús todo es posible. No lo tenemos que olvidar. Él ha venido para buscar y a salvar lo que nosotros podemos estar echando a perder. Para Jesús no hay casos perdidos.

Jesús opta por los pobres, mira la vida desde su óptica, se pone al lado de ellos, y comparte su causa. Evidentemente, no excluye a las personas ricas, y ése es el caso de Zaqueo. Pero Jesús no es neutral en el tema de riqueza-pobreza. Su encuentro con Zaqueo no deja a éste indiferente, Jesús lo desafía a pronunciarse, incluso económicamente. Jesús no excluye a Zaqueo, ni a ninguna otra persona rica, pero “sí excluye el modo de vida de los “ricos” basado en la opresión y la injusticia”, exigiéndoles la justicia y el amor. La opción por los pobres no excluye a ninguna persona ¡al contrario, desearía alcanzar y cambiar a todos los que no asumen la causa! 

La atención, como se ve, está en el uso que hay que hacer de las riquezas. Las riquezas son perversas cuando se acaparan, sustrayéndolas a los más débiles y empleándolas para el propio lujo desenfrenado; dejan de ser injustas cuando son fruto del propio trabajo y se ponen al servicio de los demás y de la comunidad. Dios puede hacer el milagro de convertir y salvar a un rico sin, necesariamente, reducirlo al estado de pobreza.            

Hoy. No dudemos que Jesús nos está llamando también a nosotros a la conversión, nos está invitando a que cambiemos radicalmente nuestra vida. El Señor nos propone unirnos a Él, ser sus discípulos y a ejemplo de Zaqueo ser capaces de despojarnos de todo lo que no nos permite vivir auténticamente como cristianos. Aceptemos la mirada de Jesús, dejemos que Él se tropiece con nosotros en el camino e invitémoslo a nuestra casa para que Él pueda sanar nuestras heridas y reconfortar nuestro corazón.
No tengamos miedo, dejémonos seducir por el Señor, por el maestro, para confesar nuestras culpas, arrepentirnos, expresar nuestra necesidad de ser justos, devolver lo que le hemos quitado al otro. El Señor está con nosotros para que experimentemos su amor. Él ya nos ha perdonado, por eso es posible la conversión.     
    
1 de noviembre:
Conmemoración de todos los Santos
Esten alegres, porque vuestra recompensa
será grande en el cielo

El calendario litúrgico recoge un pequeño muestrario de aquellos creyentes que, habiendo testimoniado claramente su fe cristiana, han sido reconocidos oficialmente por la Iglesia: han combatido el buen combate, han concluido su carrera, han guardo la fe y (no nos cabe la menor duda) han recibido la corona de salvación (2 Tm 4,7). Ahora bien, tenemos también la certeza de que es mucho mayor, innumerable, el número de cuantos han escuchado la sentencia final del Hijo

del hombre: vengan, benditos de mi Padre, reciban la herencia del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo (Mt 25,34).
(1). Fray Juan Huarte Osácar

2 de noviembre:
Conmemoración de todos los fieles difuntos
“Dios cumple siempre sus promesas”

En este día de los difuntos, podemos recordar la frase de un buen cristiano: “Dios no cumple siempre nuestros deseos, pero cumple siempre sus promesas”
Porque como nos dice San Pablo: “Dios tiene poder para cumplir lo que ha prometido”. A poco que conozcamos a Dios, nos damos cuenta de que todas sus promesas coinciden con los deseos más profundos de los seres humanos. Recordemos, en este día de los difuntos, nuestros deseos que se ven satisfechos por nuestro Padre Dios y su Hijo Jesús.

Uno de nuestros deseos es que nuestros seres queridos no mueran, permanezcan siempre a nuestro lado. El amor pide presencia, pide la presencia continua a nuestro lado de las personas a las que amamos. Pero este deseo nuestro no se cumple en este primer tiempo de nuestra existencia. De ahí nuestro sentimiento de dolor y sufrimiento ante la muerte-ausencia de los que queremos. Pero Dios, que cumple siempre sus promesas, nos asegura que este deseo nuestro se va a ver cumplido con la promesa fuerte de Jesús de Nazaret, nuestro Maestro y Señor: “Yo soy la resurrección y la vida el que cree en mí no morirá para siempre”. Nosotros y nuestros seres queridos vamos a disfrutar en un segundo tiempo de la vida y para toda la eternidad.
(1). Fray Manuel Santos Sánchez
(1) Diminicos.org
                       
"Ojalá Jesús te vaya marcando el camino para encontrarte con quien necesita más.
Tu corazón, cuando te encuentres con aquél que más necesita, se va a empezar a agrandar, agrandar, agrandar, porque el encuentro multiplica la capacidad del amor, agranda el corazón 





“Dios sale a nuestro encuentro”
 (24° domingo)

 “Levántate y vete, tú fe te ha salvado”
“Oración, signo de esperanza viva”
(29° domingo)
“La experiencia gozosa del
perdón de Dios” (30° domingo)

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. Misioneros Oblatos. J: A: Pagola. R Cantalamessa.

Círculo Bíblico San José
“Tu palabra es una lámpara a mis pies 
y una luz en mi camino”
Sal 119

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