Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

viernes, 7 de agosto de 2009

Domingo 19 durante el año « El que coma de este pan vivirá eternamente… »

Lecturas del 9/08/09 Ciclo B

Domingo 19° Durante el año


« El que coma de este pan vivirá eternamente… »


Lectura del primer libro de los Reyes 19,1-8

Ajab contó a Jezabel todo lo que había hecho Elías y cómo había pasado a todos los profetas al filo de la espada. Jezabel envió entonces un mensajero a Elías para decirle: “Que los dioses me castiguen si mañana, a la misma hora yo no hago con tu vida lo que tú hiciste con la de ellos”. Él tuvo miedo, y partió en seguida para salvar su vida. Llegó a Berseba de Judá y dejó allí a su sirviente. Luego caminó un día entero por el desierto, y al final se sentó bajo una retama. Entonces se deseó la muerte y exclamó: « ¡Basta ya, Señor! ¡Quítame la vida, porque yo no valgo más que mis padres!» Se acostó y se quedó dormido bajo la retama. Pero un ángel lo tocó y le dijo: « ¡Levántate, come!» El miró y vio que había a su cabecera una galleta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió, bebió y se acostó de nuevo.

Pero el Angel del Señor volvió otra vez, lo tocó y le dijo: « ¡Levántate, come, porque todavía te queda mucho por caminar!»
Elías se levantó, comió y bebió, y fortalecido por ese alimento caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta la montaña de Dios, el Horeb. Palabra de Dios.

SALMO 33

R. ¡Gusten y vean que bueno es el Señor!

Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloría en el Señor: que lo oigan los humildes y se alegren. R

Glorifiquen conmigo al Señor, alabemos su Nombre todos juntos. Busqué al Señor: él me respondió y me libró de todos mis temores. R

Miren hacia él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán. Este pobre hombre invocó al Señor: él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.

El Angel del Señor acampa en torno de sus fieles, y los libra. ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor! ¡Felices los que en él se refugian! R.

Carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 4, 30-5, 2

Hermanos: No entristezcan al Espíritu Santo de Dios, que los ha marcado con un sello para el día de la redención. Eviten la amargura, los arrebatos, la ira, los gritos, los insultos y toda clase de maldad. Por el contrario, sean mutuamente buenos y compasivos, perdonándose los unos a los otros como Dios los ha perdonado en Cristo.

Traten de imitar a Dios, como hijos suyos muy queridos. Practiquen el amor, a ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y sacrificio agradable a Dios.

Palabra de Dios.

Santo Evangelio según san Juan 6, 41-51

Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo.» Y decían: « ¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: "Yo he bajado del cielo?"» Jesús tomó la palabra y les dijo: «No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en el libro de los Profetas: Todos serán instruidos por Dios. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre.
Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna. Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera.
Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo.» Palabra del Señor.

Reflexión:

La liturgia de este domingo nos presenta la tradición cristiana que ha tomado la imagen del pan que da fuerza y vida para seguir andando, como figura de la eucaristía. Jesús mismo, se identifica en el evangelio de hoy con ese Pan que da la Vida.

En la primera lectura del libro de los Reyes, se muestra a Elías que era el único profeta de Dios que se había librado de la muerte a manos de Jezabel, la esposa del rey de Israel, que adoraba a Baal, Dios de los cananeos. Elías debió escapar por las amenazas de muerte, tiene miedo y huye.

La narración del primer libro de los Reyes está sumamente cuidada y llena de detalles que hacen de esta simple huida algo más profundo y simbólico. Para empezar, las alusiones al desierto, a los padres, a los cuarenta días y cuarenta noches de camino, al alimento, al monte de Dios, son demasiado claras y numerosas como para no reconocer en el camino de Elías el camino inverso al que realizó Israel en el éxodo. No se trata sólo de una huida; también hay una búsqueda de las raíces que terminará en un encuentro con Dios. También los grandes héroes como Elías y Moisés (cf. Núm. 11,15) han sentido nuestra debilidad. Elías, desanimado del resultado de su ministerio huye porque «no es mejor que sus padres» en el trabajar por el reino de Dios y es mejor reunirse con ellos en la tumba (v.4). Cuando el hombre reconoce su debilidad, entonces interviene la fuerza de Dios (2Cor 12,5.9). Con el pan y el agua, símbolos del antiguo éxodo, Elías realiza su propio éxodo (símbolo de los cuarenta días, v.8) y llega al encuentro con Dios. Tal como está narrado en este episodio Elías nos habla del camino, de los empeños, de las tareas demasiado grandes para hacerlas con las propias fuerzas y de la necesidad de caminar apoyados en las fuerzas del alimento que nos mantiene.

En el capítulo 6 del Evangelio según san Juan los versículos del 22 al 59 son denominados como el discurso del Pan de Vida. En estos, Jesús reflexiona sobre su identidad, sobre la fe y sobre la Eucaristía. Lo hace de manera concéntrica en medio de un diálogo y una confrontación con sus interlocutores judíos. Los temas van y vienen. Se abordan los mismos tópicos pero desde diversas perspectivas.

Un “ensayo” de subdivisión temática podría ser este: versículos 24 al 35: Identidad de Jesús y el “nuevo” maná. Lo compartimos el domingo pasado. Versículos 41 al 51: Fe, Eucaristía y “murmuración”. Lo compartiremos este domingo.

Versículos 51 al 59: Carne y Sangre, Vida Eterna y Eucaristía. Lo compartiremos el próximo domingo.

Reflexionamos sobre v. 41 al 51. Es obvio que a los judíos les cuesta aceptar que Jesús viene del cielo, dado que conocen su aparente origen, conocen a su familia aquí en la tierra. Nadie lo vio descender del cielo y su vida es como la de cualquier otro hombre de aquí.

Para poder descubrir a Jesús como el Pan que desciende del Cielo es necesario tener fe. La fe no es “sentir a Dios”, no es solo “rezar mucho”. La fe es aceptar y recibir a Dios, confiar profundamente en Él y recibir todo lo que nos enseña y nos da a conocer. Tener fe es apoyarse en Dios como lo más firme y definitivo de la vida. Los ojos humanos sólo ven al hombre, Jesús de Nazaret; los ojos de la fe ven también en este hombre al mismo Dios y Señor que viene a rescatar a su pueblo.

Aparece en el relato el verbo “murmurar”. Este es un verbo que aparece muchas veces en los primeros libros del Antiguo Testamento para representar la actitud del pueblo de Dios que desconfía de Él en el camino del desierto. Mientras van de camino experimentan hambre y sed, sus necesidades no son satisfechas y comienzan a “murmurar” en contra del Dios que les ha regalado la libertad. El verbo tiene el mismo sentido en nuestro relato, los judíos no confían y murmuran en contra de Jesús que no es ni más ni menos que el Mesías esperado que viene a salvarlos.

En el final de este texto la fe se presenta como alimento y se entrelaza también a Jesús como alimento en perspectiva de Eucaristía, de Pan Vivo bajado del cielo para saciar el hambre más profunda del corazón del hombre.

Los frutos de la Eucaristía. En primer lugar, la Eucaristía acrecienta nuestra unión con Cristo. Recibiendo la comunión, recibimos al mismo Cristo y estrechamos nuestros lazos de amor y de unión con él.

En segundo lugar, la Eucaristía nos separa del pecado, a nosotros que tan fácilmente nos vemos inclinados a él. Cristo Eucaristía borra nuestros pecados veniales, haciéndonos capaces de romper los lazos desordenados con las criaturas. Cristo Eucaristía nos preserva de futuros pecados mortales, porque nos hace experimentar la dulzura de su amistad.

Cristo Eucaristía nos hace Iglesia, es decir, nos da conciencia de estar unidos en la fe de la Iglesia y de ser todos hermanos porque todos nos alimentamos con un mismo Pan.

Cristo Eucaristía nos pide un compromiso en favor de los pobres, para demostrar con la vida nuestra fraternidad y para hacer visible entre los hombres que el amor a Dios y a Jesucristo no sólo no nos exime, sino que nos lleva a amar a los más necesitados.

Cristo Eucaristía es, finalmente, prenda de la gloria futura o, como dice san Ignacio de Antioquía, remedio de inmortalidad.

La Eucaristía no da frutos de modo automático, aunque su eficacia provenga no del hombre, sino del sacramento. Como todo don divino fructifica sólo en la tierra de la fe y del amor. Si somos pobres de fe y de amor, pidamos al Señor que acreciente en nosotros las virtudes teologales. Si tenemos dudas sobre los frutos de la Eucaristía, estemos seguros de que nuestra fe y nuestro amor no son todavía lo suficientemente grandes para hacer florecer y fructificar en nosotros el cuerpo y la sangre de Cristo. La eucaristía tiene en sí toda la fuerza de Dios, somos nosotros con nuestra pequeñez, con nuestro orgullo, con nuestra poca fe los que impedimos a la fuerza de Dios que se manifieste en nuestras vidas. Digamos al Señor con toda el alma: "Señor Jesús, creo en la Eucaristía, aumenta mi fe", "Señor Jesús, amo la Eucaristía, aumenta mi amor". Pidamos al Señor una fe y un amor gigantes, para que en nuestra vida se haga verdad la eficacia de la Eucaristía y así ser testimonio vivo de esa eficacia en nuestro ambiente de familia y de trabajo. Es éste también un momento muy propicio para examinar nuestro fervor eucarístico, cómo participamos en la misa, cómo y con qué frecuencia recibimos a Jesucristo en la comunión, qué resonancia tiene la comunión en nuestra conducta diaria.

Preguntas para la meditación: ¿Qué me dice?

Hoy también hay mucha gente, a la que como a Elías le gana el desaliento. No es fácil anunciar la Palabra de Dios y denunciar la injusticia. El hombre se expone, y puede tener miedo, pero nunca debe olvidar que Dios no abandona a sus hijos. La Eucaristía nos da el alimento, la fuerza necesaria para cumplir con nuestra misión.

La experiencia de Elías es nuestra propia experiencia ¿Cuáles son hoy nuestros miedos, cansancios y agobios en nuestro peregrinar cristiano?

¿Busco a Dios Vivo, hambriento de sabiduría? ¿O me entretengo con alimentos que no sacian?

¿Acepto que creer en Jesús es comer el Pan del Cielo para nunca más estar separado de Dios?

La fe, es descubrir el rostro de Dios en medio de los millones de rostros humanos, es descubrir que la historia de la salvación está dentro de la historia humana, de esa historia humana con manifestaciones maravillosas y también con sus aberraciones.

Cuando nos dicen que las misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta, son fundamentalmente contemplativas, nos parece extraño. Pero ellas aclaran que su contemplación, "comienza" en la Eucaristía. Como Cristo se ofrece realmente en el sacrifico de la Misa y está "realmente" presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en la Eucaristía, ellas, pueden tocarlo en los hermanos y hermanas de la humanidad entera. La Madre Teresa descubría el vínculo entre estas dos formas de presencia de Cristo en este mundo, y decía que la primera -la Eucaristía- es la fuente de la segunda -los hermanos-.

Trabajar "con" y "para" los hombres, es adorar a "Aquel" que se hizo hombre para que los hombres puedan compartir la vida divina.

¿Comulgo con la esperanza cierta de que Dios quiere que todas sus criaturas tengan vida y vida en abundancia?

¿Qué estoy haciendo hoy para que las personas que conozco puedan tener y gozar de esta vida que trae Jesús?

ORACIÓN:

Pidamos hoy al Señor que alimentados por el Pan de Vida, podamos encontrarlo también en los hermanos.

Lecturas de la semana:

LUNES 10: 2Cor. 9, 6-10; Sal. 111; Jn. 12, 24-26.

MARTES 11: Deut. 31, 1-8; Sal. Deut. 32, 3-4.7.8.9 y 12; Mt. 18, 1-5, 10. 12-14.

MIERCOLES 12: Deut. 34, 1-12; Sal. 65; Mt. 18, 15-20.

JUEVES 13: Jos. 3, 7-10ª. 11. 13-17.; Sal. 113a; Mt. 18, 21-19, 1.

VIERNES 14: Jos. 24, 1-13; Sal 135; Mt. 19, 3-12.

SABADO 15: Ap. 11, 19ª; 12, 1-6ª. 10ab; Sal 44; 1Cor. 15, 20-27ª; Lc. 1, 39-56.

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria, Catholic.net, Homilia.com. “Claves de Lectio Divina” Proyecto Lectionautas CEBIPAL/CELAM – SOCIEDADES BIBLICAS NIDAS Pbro. Lic. Gabriel MESTRE, Hno. Ricardo Grzona. Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785

domingo, 2 de agosto de 2009

Domingo 18 durante el año, « Yo soy el pan de Vida »

Lecturas del 2/08/09 –Ciclo B–
Domingo 18° Durante el año

« Yo soy el pan de Vida »

Lectura del libro del Éxodo 16, 2-4. 12-15

En el desierto, los israelitas comenzaron a protestar contra Moisés y Aarón. «Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto, les decían, cuando nos sentábamos delante de las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. Porque ustedes nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea.» Entonces el Señor dijo a Moisés: «Yo haré caer pan para ustedes desde lo alto del cielo, y el pueblo saldrá cada día a recoger su ración diaria. Así los pondré a prueba, para ver si caminan o no de acuerdo con mi ley.
Yo escuché las protestas de los israelitas. Por eso, háblales en estos términos: "A la hora del crepúsculo ustedes comerán carne, y por la mañana se hartarán de pan. Así sabrán que yo, el Señor, soy su Dios."»
Efectivamente, aquella misma tarde se levantó una bandada de codornices que cubrieron el campamento; y a la mañana siguiente había una capa de rocío alrededor de él. Cuando esta se disipó, apareció sobre la superficie del desierto una cosa tenue y granulada, fina como la escarcha sobre la tierra. Al verla, los israelitas se preguntaron unos a otros: « ¿Qué es esto?» Porque no sabían lo que era. Entonces Moisés les explicó: «Este es el pan que el Señor les ha dado como alimento.» Palabra de Dios.

SALMO 77

R. El Señor les dio como alimento un trigo celestial.

Lo que hemos oído y aprendido, lo que nos contaron nuestros padres, lo narraremos a la próxima generación: son las glorias del Señor y su poder. R.

Mandó a las nubes en lo alto y abrió las compuertas del cielo: hizo llover sobre ellos el maná, les dio como alimento un trigo celestial. R.

Todos comieron un pan de ángeles, les dio comida hasta saciarlos. Los llevó hasta su Tierra santa, hasta la Montaña que adquirió con su mano. R.

Carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 4, 17. 20-24

Hermanos: Les digo y les recomiendo en nombre del Señor: no procedan como los paganos, que se dejan llevar por la frivolidad de sus pensamientos. Pero no es eso lo que ustedes aprendieron de Cristo, si es que de veras oyeron predicar de él y fueron enseñados según la verdad que reside en Jesús. De él aprendieron que es preciso renunciar a la vida que llevaban, despojándose del hombre viejo, que se va corrompiendo por la seducción de la concupiscencia, para renovarse en lo más íntimo de su espíritu y revestirse del hombre nuevo, creado a imagen de Dios en la justicia y en la verdadera santidad. Palabra de Dios.

Santo Evangelio según san Juan 6, 24-35

Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo llegaste?» Jesús les respondió: «Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello.» Ellos le preguntaron: « ¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?» Jesús les respondió: «La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado.»
Y volvieron a preguntarle: « ¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo.»
Jesús respondió: «Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo.»
Ellos le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan.» Jesús les respondió: «Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.»
Palabra del Señor.

Reflexión:

La primera lectura, del Éxodo, nos recuerda cómo el desierto es la carencia de todo. A toda persona le llega de vez en cuando su desierto: la situación crítica en la que parece que no se encuentran soluciones de ayuda para sobrevivir a tan crítico momento. En el desierto el Pueblo de Dios aprende a experimentar la condición de “pobre”, de “necesitado de todo” del auxilio de Dios. Esto le será útil para el crecimiento de su fe y de su esperanza en las ayudas milagrosas. En la península del Sinaí hay un arbusto llamado “tamarisco” que produce una secreción dulce que gotea desde las hojas hasta el suelo. Por el frío de la noche se solidifica y hay que recogerla de madrugada antes de que el sol la derrita. ¿Sería esto lo que Dios le proporcionó a su pueblo, multiplicándolo claro está, de manera prodigiosa? Lo cierto es que los israelitas consideraron siempre la aparición de este alimento como una demostración de la intervención milagrosa a favor de su pueblo. Lo llamaron “maná”, porque los niños al comerlo preguntaban: “¿qué es esto?, “lo que en su idioma se dice: “Man-ah?”. También es llamado por los salmos “pan del cielo” (Sal. 78) y el libro de la Sabiduría dice que, “se transformaba según el deseo de cada uno” (Sab.16,20-21). Jesús dirá que el Verdadero Pan bajado del cielo será su cuerpo y su sangre. O sea que este maná milagroso del desierto era un símbolo y aviso de lo que iba a hacer Dios más tarde con sus elegidos, dándoles como alimento el cuerpo de su propio Hijo divino.
En el Evangelio según San Juan continuamos leyendo el capítulo 6, tomando la primera parte del llamado discurso Pan de vida: La gente, que quedó sorprendida por la multiplicación de los panes y de los peces obrada por el Señor, busca febrilmente encontrase con el Señor y logran hallarlo del otro lado del lago. En el momento que se encuentran, las palabras del Maestro revelan con claridad la actitud superficial de los que lo buscan. El Señor les reprocha que lo busquen porque están satisfechos por lo que comieron y no porque hayan comprendido el signo de la multiplicación de los panes y los peces. Les aconseja entonces que no se preocupen tanto por la comida que se acaba sino por la que es duradera y da vida eterna, la “comida” que da Jesús. Pareciera que la gente está interesada en lo que el Señor les dice y por eso le preguntan qué es lo que deben hacer. Jesús les contestará decididamente que lo que Dios quiere es que crean en Él, el Hijo que ha enviado el Padre de los Cielos.
Pero el pueblo le pide un signo que acredite que esto es así… Una vez más queda en evidencia que no han comprendido el sentido de la multiplicación de los panes y los peces. Siguen dialogando y después de algunas idas y vueltas el Señor se terminará revelando como el pan que da vida. El que confíe en Jesús nunca más tendrá hambre ni sed.
La pedagogía del Señor ha llevado a la gente desde la necesidad del pan material de cada día a la capacidad de levantar los ojos y poder descubrir un “pan espiritual” que sacie los anhelos más profundos del corazón.
Si bien ya se pueden esbozar aspectos eucarísticos, en esta parte del discurso del Pan de Vida, todavía no se encara de lleno como se hará en los próximos versículos. Aquí el acento está puesto en Jesús como Pan para todos los que creen, los que tienen fe en su poder como el Hijo de Dios entre los hombres.

El discurso del pan de vida se desenvuelve en tres afirmaciones lógicamente sucesivas, y la primera que presenta este texto es: el real o verdadero “pan del cielo” no es el maná dado una vez por Moisés, contrariamente a lo que la gente pensaba (v.31), es literalmente el pan que ha bajado del cielo. Dios, no Moisés, es quien da este pan (v.32). Jesús ha realizado signos para revelar el sentido de su persona (domingo anterior), pero la gente sólo lo ha entendido en la línea de sus necesidades materiales (6,26.12).

Jesús ha querido llevarnos a la comprensión de su persona, porque sólo a través de la fe pueden entender quien es Él y sólo así podrá donarse a ellos como comida: pero para hacer esto es necesario trabajar o procurar por un alimento y una vida que no tienen término y que son dones del Hijo del hombre (v.27). Los judíos piensan de inmediato en las obras (v.28; Rm 9,31-32), pero Jesús replica que sólo una obra deben cumplir: creer en él (v.29; Rm 3,28), reconocer que tienen necesidad de Él, como se tiene necesidad del alimento material. Al considerar la exigencia de Jesús, muy grande es por lo que piden una demostración de que afirma, realizando una señal que al menos se compare con aquellas realizadas por Moisés (vv. 30-31), pues aquellas que acaba de realizar (6,2) no se consideran suficientes. Jesús responde afirmando que es más que Moisés, pues en Él (Cristo) se realiza el don de Dios que no perece. Su pan se puede recoger (6,13), el maná se pudrió (Ex 16,20).

“Yo soy el pan de vida” es una fórmula de fuerza extraordinaria, parecida a aquellas otras que sólo a Jesús se podría atribuir: “Yo soy la luz del mundo”, “Yo soy el buen pastor”... el que viene a Jesús no tendrá hambre ni sed, no necesita de otras fuentes de gozo para saciar sus anhelos y aspiraciones. Jesús es fuente de equilibrio y de gozo, fuente de sosiego y de paz. Jesús es el lugar y fundamento de la donación de la vida que Dios hace al ser humano. En Jesucristo, Dios está por completo a favor del ser humano, de tal modo que en él se le abre su comunión vital, su salvación y su amor, y en tal grado que Dios quiere estar al lado del ser humano como quien se da y comunica sin reservas. En la comunión con el revelador –Cristo- se calma tanto el hambre como la sed de vida que agitan al ser humano.
Preguntas para la meditación: ¿Qué me dice?

Nuestro corazón busca la felicidad pero ¿dónde solemos hacerlo: en las cosas pasajeras que ofrece el mundo o en el pan de vida eterna?

¿Es capaz nuestra fe de descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos pequeños y grandes de nuestra existencia?

¿Creo y confío en Jesús que hoy a mí se me revela como Pan de vida para que nunca más tenga hambre ni sed?

En la carta a los efesios se pide a los creyentes que nos dejemos renovar por el Espíritu Santo y pide que abandonemos nuestro estilo anterior de vida y marchemos en adelante por un nuevo camino de vida cristiana. Se nos invita a no dejarnos guiar por esta “vaciedad de criterios del mundo”. Esto significa romper con el viejo ser humano, con el pecado del mundo, para estar dispuestos a una continua renovación en el Espíritu, a vivir en la justicia y santidad y ser justos y rectos.
¿Qué cosas ocupan más mi tiempo y mi vida hoy? ¿Cómo me dejo renovar por el Espíritu Santo?

El poder de la fe se puede pensar en la obra material y espiritual de Madre Teresa, en el derrumbamiento del muro de Berlín, pero hay otros mil aspectos no tan vistosos, pero sumamente eficaces, que muestran en nuestras vidas el poder de la fe. Reflexionemos sencilla y agradecidamente en el poder de la fe en nosotros mismos, en las personas que están a nuestro alrededor y con las que convivimos, en tantísimos cristianos esparcidos por todos los rincones de nuestro planeta. ¡Cómo brilla el poder de la fe, por ejemplo, en los santuarios marianos: Lourdes, Fátima, Basílica de Guadalupe! El poder de la fe es la palanca que sostiene y eleva el mundo.
Preguntémonos cada uno qué podemos hacer para que otras personas experimenten en carne propia el poder de la fe.

ORACIÓN:

Vamos a darle gracias a Jesús, por ser el Pan de Vida que nos alimenta en cada Eucaristía para fortalecernos en nuestro peregrinar, y vamos a decirle a nuestro Padre, que nos regale el don de la fe, de una fe incondicional en Cristo, que murió y resucitó para conseguir la Vida Verdadera a cada uno de nosotros.
Acudamos a Santa María, ella nos dará sus mismos sentimientos de adoración y de amor.

Lecturas de la semana:

LUNES 3: Núm. 11, 4b-15; Sal. 80; Mt. 14, 13-21.
MARTES 4: Núm. 12, 1-13; Sal. 50; Mt. 14, 22-36.
MIERCOLES 5: Núm. 13, 1-2.25-14, 1.26-33; Sal. 105; Mt. 15, 21-28.
JUEVES 6: Dn. 7, 9-10. 13-14.; Sal. 96; 2 Ped. 1, 16-19; Mc. 9, 2-10.
VIERNES 7: Deut. 4, 32-40; Sal 76; Mt. 16, 24-28.
SABADO 8: Deut. 6, 4-13; Sal 17; Mt.17, 14-20.

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria, Catholic.net, Homilia.com. “Claves de Lectio Divina” Proyecto Lectionautas CEBIPAL/CELAM – SOCIEDADES BIBLICAS NIDAS Pbro. Lic. Gabriel MESTRE, Hno. Ricardo Grzona. Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785

Te esperamos los sábados 17:00 h.
para leer la Biblia en la Parroquia San José: Brandsen 4970 Villa Dominico.
Círculo Bíblico San José