Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 2 de julio de 2016

“Les he dado poder, para vencer todas las fuerzas del enemigo”, Décimo cuarto domingo durante el año


Lecturas del 03 - 07 – 16,  – Ciclo C –

Libro de Isaías 66,10-14.                
¡Alégrense con Jerusalén y regocíjense a causa de ella, todos los que la aman! ¡Compartan su mismo gozo los que estaban de duelo por ella, para ser amamantados y saciarse en sus pechos consoladores, para gustar las delicias de sus senos gloriosos!
Porque así habla el Señor: Yo haré correr hacia ella la prosperidad como un río, y la riqueza de las naciones como un torrente que se desborda.            
Sus niños de pecho serán llevados en brazos y acariciados sobre las rodillas.      
Como un hombre es consolado por su madre, así yo los consolaré a ustedes, y ustedes serán consolados en Jerusalén. Al ver esto, se llenarán de gozo, y sus huesos florecerán como la hierba. La mano del Señor se manifestará a sus servidores, y a sus enemigos, su indignación. Palabra de Dios.          
      
   
Salmo 65
 
R: ¡Aclame al Señor toda la tierra!

¡Aclame al Señor toda la tierra! ¡Canten la gloria de su Nombre! Tribútenle una alabanza gloriosa, digan al Señor: "¡Qué admirables son tus obras!". R
Toda la tierra se postra ante ti, y canta en tu honor, en honor de tu Nombre. Vengan a ver las obras del Señor, las cosas admirables que hizo por los hombres. R        
Él convirtió el Mar en tierra firme, a pie atravesaron el Río. Por eso, alegrémonos en él, que gobierna eternamente con su fuerza; R                  
Los que temen al Señor, vengan a escuchar, yo les contaré lo que hizo por mí. Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración ni apartó de mí su misericordia. R              
           
Carta de San Pablo a los gálatas 6,14-18.              
Hermanos: Yo sólo me gloriaré en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, como yo lo estoy para el mundo. Estar circuncidado o no estarlo, no tiene ninguna importancia: lo que importa es ser una nueva criatura.                 
Que todos los que practican esta norma tengan paz y misericordia, lo mismo que el Israel de Dios. Que nadie me moleste en adelante: yo llevo en mi cuerpo las cicatrices de Jesús.
Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo permanezca con ustedes. Amén. Palabra de Dios.

Evangelio según San Lucas 10,1-12.17-20.            El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.            
¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. 
Al entrar en una casa, digan primero:
'¡Que descienda la paz sobre esta casa!'. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.                
Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.                
En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'.
Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: '¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca'. Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad. Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre". El les dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo". 
Palabra del Señor.           



Dios nuestro, Padre de la luz, envía ahora tu Espíritu sobre nosotros: Que Él nos dé un corazón oyente, nos permita encontrarte en tus Santas Escrituras y engendre tu Verbo en nosotros.  Amén

Reflexión: 
La misión siempre nace del corazón transformado por el amor de Dios.

La caridad que movió al Padre a enviar a su Hijo al mundo, y al Hijo a entregarse por nosotros hasta la muerte de cruz, esa misma caridad ha sido derramada por el Espíritu Santo en el corazón de los creyentes. Cada bautizado, como sarmiento unido a la vid, puede cooperar en la misión de Jesús, que se resume así: llevar a toda persona la buena noticia: «Dios es amor» y, precisamente por este motivo, quiere salvar al mundo.
La misión surge del corazón: cuando uno se detiene a rezar ante el Crucifijo, con la mirada puesta en ese costado traspasado, no se puede dejar de experimentar dentro de uno mismo la alegría de sentir que se es amado y el deseo de amar y de hacerse instrumento de la misericordia y la reconciliación. Es lo que le sucedió, hace precisamente ochocientos años, al joven Francisco de Asís, en la pequeña iglesia de San Damián, que entonces estaba derruida. Desde lo alto del Crucifijo, custodiado ahora en la Basílica de Santa Clara, Francisco escuchó a Jesús que le decía: «Vete, repara mi casa, pues ya ves que está en ruinas». Aquella «casa» era ante todo su misma vida, que había que «reparar» mediante una auténtica conversión; era la Iglesia, no la que está hecha de ladrillos, sino de personas vivas, que siempre necesita purificación; era también toda la humanidad, en la que Dios quiere hacer su morada.

Cada uno de nosotros con sus talentos y particularidades, responsables de actualizar el mensaje de Cristo en el mundo, somos enviados a anunciar la Buena Noticia. Anunciar la Buena Noticia, además de nuestra palabra, necesita en forma imprescindible del testimonio de vida.

"La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha”. La primera indicación práctica que Jesús da es la oración: “Rezar”.
La mirada se coloca –como siempre lo hizo el mismo Jesús- en el Padre, quien es el “dueño de los sembrados”. La fuente de la misión es Dios mismo.            
El misionero debe tener siempre presente que es un “obrero”, que está al servicio de un campo de trabajo que no es suyo, que por él consagrará todas sus energías aún en el momento en que llegue a sentir que la tarea lo supera ("La cosecha es abundante”). El retrato del “obrero” que aquí aparece está muy cerca de la imagen de un campesino que trabaja de sol a sol con sus propias manos, que en cada jornada se juega su vida en la labor.          Un primer desaliento comienza a aparecer: aún los setenta y dos serán insuficientes para la inmensa tarea de la evangelización. Pero la actitud de confianza en Dios y de responsabilidad con el encargo los acompañarán en todo momento: los misioneros orarán con fuerte súplica repitiendo la breve oración que les enseñó Jesús, porque todo proviene de Dios y es para Dios. Entonces: la primera acción apostólica es la oración.
           
Conciencia de la fragilidad pero también de donde proviene la fortaleza. Jesús mismo con su oración responde por el envío a la misión: y enseguida les describe con una sola frase el ambiente de hostilidad que le aguarda a los misioneros: “¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.”. La metáfora de los lobos y los corderos manifiesta la dolorosa desproporción.   

Sin miedo a la novedad. El Papa Francisco está llamando a la Iglesia a salir de sí misma olvidando miedos e intereses propios, para ponerse en contacto con la vida real de las gentes y hacer presente el Evangelio allí donde los hombres y mujeres de hoy sufren y gozan, luchan y trabajan.  
             
Con su lenguaje inconfundible y sus palabras vivas y concretas, nos está abriendo los ojos para advertirnos del riesgo de una Iglesia que se asfixia en una actitud autodefensiva: “cuando la Iglesia se encierra, se enferma”; “prefiero mil veces una  Iglesia accidentada a una que esté enferma por encerrarse en sí misma”.

La consigna de Francisco es clara: “La Iglesia ha de salir de sí misma a la periferia, a dar testimonio del Evangelio y a encontrarse con los demás”. No está pensando en planteamientos teóricos, sino en pasos muy concretos: “Salgamos de  nosotros mismos para encontrarnos con la pobreza”.   
El Papa sabe lo que está diciendo. Quiere arrastrar a la Iglesia actual hacia una renovación evangélica profunda. No es fácil. “La novedad nos da siempre un poco de miedo, porque nos sentimos más seguros, si tenemos todo bajo control, si somos nosotros los que construimos, programamos y planificamos nuestra vida según nuestros esquemas, seguridades y gustos”.

Pero Francisco no tiene miedo a la “novedad de Dios”, ha formulado a toda la Iglesia una pregunta decisiva a la que tendremos que ir respondiendo en los próximos años: “¿Estamos decididos a recorrer caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos atrincheraremos en estructuras caducas que han perdido la capacidad de respuesta?   

El evangelista Lucas nos recuerda sus consignas. “Poneos en camino”.                           
No hay que esperar a nada. No hemos de retener a Jesús dentro de nuestras parroquias. Hay que darlo a conocer en la vida.
“No llevéis bolsas, alforjas ni sandalias de repuesto”. Hay que salir a la vida de manera sencilla y humilde. Sin privilegios ni estructuras de poder. El Evangelio no se impone por la fuerza. Se contagia desde la fe en Jesús y la confianza en el Padre.                     

Cuando entréis en una casa, decid:”Paz a esta casa”. Esto es lo primero. Dejad a un lado las condenas, curad a los enfermos, aliviad los sufrimientos que hay en el mundo. Decid a todos que Dios está cerca y nos quiere ver trabajando por una vida más humana. Esta es la gran noticia del reino de Dios.  


Oración del Papa Francisco para el Jubileo de la Misericordia

Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación.
Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena de buscar la felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido.
Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: ¡Si conocieras el don de Dios!
Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso.
Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios.
Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la vista a los ciegos.
Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.


Un Mundo mejor es posible: Francisco

  «Señor, si quieres, puedes purificarme»

Encomendarnos a la voluntad de Dios significa de hecho abandonarnos en su infinita misericordia. También yo les haré una confesión personal. En la noche, antes de ir a la cama, yo rezo esta breve oración: “Señor, si quieres, puedes purificarme”. Y rezo cinco “Padre Nuestros”, uno por cada llaga de Jesús, porque Jesús nos ha purificado con sus llagas
 Vaticano, 29 junio 2016

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y María. P. Daniel Silva 2010. Misioneros Oblatos .  J. A Pagola. Benedicto XVI.


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