Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 28 de octubre de 2017

«Testigos vivos del amor al Señor y al prójimo»


Trigésimo domingo durante el año
Ciclo A, Lecturas del 29-10-17
 Dios mío: Abre mi espíritu y dame inteligencia, en vano leeré o escucharé tu Palabra si Tú no haces que penetre en mi corazón. Concédeme ardor para buscarla, docilidad para aceptarla y fidelidad para cumplirla. Amén

Lectura del libro del Éxodo 22, 20-26
No maltratarás al extranjero ni lo oprimirás, porque ustedes fueron extranjeros en Egipto. No harás daño a la viuda ni al huérfano. Si les haces daño y ellos me piden auxilio, yo escucharé su clamor. Entonces arderá mi ira, y yo los mataré a ustedes con la espada; sus mujeres quedarán viudas, y sus hijos huérfanos.Si prestas dinero a un miembro de mi pueblo, al pobre que vive a tu lado, no te comportarás con él como un usurero, no le exigirás  interés. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, devuélveselo antes que se ponga el sol, porque ese es su único abrigo y el vestido de su cuerpo. De lo contrario, ¿con qué dormirá? Y si él me invoca, yo lo escucharé, porque soy compasivo. Palabra de Dios.

Salmo 17
R. Yo te amo, Señor, mi fortaleza.
Yo te amo, Señor, mi fuerza, Señor, mi Roca, mi fortaleza y mi libertador.  R.
Mi Dios, el peñasco en que me refugio, mi escudo, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoqué al Señor, que es digno de alabanza y quedé a salvo de mis enemigos.  R.
¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi Roca!  ¡Glorificado sea el Dios de mi salvación. El concede grandes victorias a su rey y trata con fidelidad a su Ungido.  R.

Pablo a los Tesalonicenses 1, 5c-10
Hermanos: Ya saben cómo procedimos cuando estuvimos allí al servicio de ustedes. Y ustedes, a su vez, imitaron nuestro ejemplo y el del Señor, recibiendo la Palabra en medio de muchas dificultades, con la alegría que da el Espíritu Santo. Así llegaron a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya.
En efecto, de allí partió la Palabra del Señor, que no sólo resonó en Macedonia y Acaya: en todas partes se ha difundido la fe que ustedes tienen en Dios, de manera que no es necesario hablar de esto. Ellos mismos cuentan cómo ustedes me han recibido y cómo se convirtieron a Dios, abandonando los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar a su Hijo, que vendrá desde el cielo: Jesús, a quien él resucitó y que nos libra de la ira venidera. Palabra de Dios.

Evangelio según san Mateo 22, 34-40
Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en ese lugar, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?» Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.» Palabra del Señor.

 Reflexión:

“La necesidad de traducir en gestos de amor
 la Palabra escuchada”

La Palabra del Señor, que se acaba de proclamar en el Evangelio, nos ha recordado que el amor es el compendio de toda la Ley divina. El evangelista San Mateo narra que los fariseos, después de que Jesús respondiera a los saduceos dejándolos sin palabras, se reunieron para ponerlo a prueba. Uno de ellos, un doctor de la ley, le preguntó: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?". La pregunta deja adivinar la preocupación, presente en la antigua tradición judaica, por encontrar un principio unificador de las diversas formulaciones de la voluntad de Dios. No era una pregunta fácil, si tenemos en cuenta que en la Ley de Moisés se contemplan 613 preceptos y prohibiciones. ¿Cómo discernir, entre todos ellos, el mayor? Pero Jesús responde con prontitud: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento".

En su respuesta, Jesús cita el Shemá, la oración que el israelita piadoso reza varias veces al día, sobre todo por la mañana y por la tarde (cf. Dt 6, 4-9; 11, 13-21; Nm 15, 37-41): la proclamación del amor íntegro y total que se debe a Dios, como único Señor. Con la enumeración de las tres facultades que definen al hombre en sus estructuras psicológicas profundas: corazón, alma y mente, se pone el acento en la totalidad de esta entrega a Dios. El término mente, diánoia, contiene el elemento racional. Dios no es solamente objeto del amor, del compromiso, de la voluntad y del sentimiento, sino también del intelecto, que por tanto no debe ser excluido de este ámbito. Más aún, es precisamente nuestro pensamiento el que debe conformarse al pensamiento de Dios.

Sin embargo, Jesús añade luego algo que, en verdad, el doctor de la ley no había pedido: "El segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo". El aspecto sorprendente de la respuesta de Jesús consiste en el hecho de que establece una relación de semejanza entre el primer mandamiento y el segundo, al que define también en esta ocasión con una fórmula bíblica tomada del código levítico de santidad (cf. v 19, 18). De esta forma, en la conclusión del pasaje los dos mandamientos se unen en el papel de principio fundamental en el que se apoya toda la Revelación bíblica: "De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas".

La página evangélica sobre la que estamos meditando subraya que ser discípulos de Cristo es poner en práctica sus enseñanzas, que se resumen en el primero y mayor de los mandamientos de la Ley divina, el mandamiento del amor.
También la primera Lectura, tomada del libro del Éxodo, insiste en el deber del amor, un amor testimoniado concretamente en las relaciones entre las personas: tienen que ser relaciones de respeto, de colaboración, de ayuda generosa. El prójimo al que debemos amar es también el forastero, el huérfano, la viuda y el indigente, es decir, los ciudadanos que no tienen ningún "defensor". El autor sagrado se detiene en detalles particulares, como en el caso del objeto dado en prenda por uno de estos pobres. En este caso es Dios mismo quien se hace cargo de la situación de este prójimo.

En la segunda lectura San Pablo, escribiendo a los Tesalonicenses, les da a entender que, aunque los conozca desde hace poco, los aprecia y los lleva con cariño en su corazón. Por este motivo los señala como "modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya". Por supuesto, no faltan debilidades y dificultades en aquella comunidad fundada hacía poco tiempo, pero el amor todo lo supera, todo lo renueva, todo lo vence: el amor de quien, consciente de sus propios límites, sigue dócilmente las palabras de Cristo, divino Maestro, transmitidas a través de un fiel discípulo suyo. "ustedes siguieron nuestro ejemplo y el del Señor —escribe San Pablo—, acogiendo la Palabra en medio de grandes pruebas". "Partiendo de ustedes —prosigue el Apóstol—, ha resonado la Palabra del Señor y su fe en Dios se ha difundido no sólo en Macedonia y en Acaya, sino por todas partes".

La lección que sacamos de la experiencia de los Tesalonicenses, experiencia que en verdad se realiza en toda auténtica comunidad cristiana, es que el amor al prójimo nace de la escucha dócil de la Palabra divina.
Es un amor que acepta también pruebas duras por la verdad de la Palabra divina; y precisamente así crece el amor verdadero y la verdad brilla con todo su esplendor. ¡Qué importante es, por tanto, escuchar la Palabra y encarnarla en la existencia personal y comunitaria!
Testigos vivos del amor de Dios. (1) Los evangelios han recogido la respuesta de Jesús a un sector de fariseos que le preguntan cuál es el mandamiento principal de la Ley. Así resume Jesús lo esencial: lo primero es “amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu ser”; lo segundo es “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.  La afirmación de Jesús es clara. El amor es todo. Lo decisivo en la vida es amar. Ahí está el fundamento de todo. Lo primero es vivir ante Dios y ante los demás en una actitud de amor. No hemos de perdernos en cosas accidentales y secundarias, olvidando lo esencial. Del amor arranca todo lo demás. Sin amor todo queda pervertido.                         
Al hablar del amor a Dios, Jesús no está pensando en los sentimientos o emociones que pueden brotar de nuestro corazón; tampoco nos está invitando a multiplicar nuestros rezos y oraciones. Amar al Señor, nuestro Dios, con todo el corazón es reconocer a Dios como fuente última de nuestra existencia, despertar en nosotros una adhesión total a su voluntad, y responder con fe incondicional a su amor universal de Padre de todos.           
Por eso añade Jesús un segundo mandamiento. No es posible amar a Dios y vivir de espaldas a sus hijos e hijas. Una religión que predica el amor a Dios y se olvida de los que sufren es una gran mentira. La única postura realmente humana ante cualquier persona que encontramos en nuestro camino es amarla y buscar su bien como quisiéramos para nosotros mismos.
Todo este lenguaje puede parecer demasiado viejo, demasiado gastado y poco eficaz. Sin embargo, también hoy el primer problema en el mundo es la falta de amor, que va deshumanizando, uno tras otro, los esfuerzos y las luchas por construir una convivencia más humana. El mundo necesita testigos vivos que ayuden a las futuras generaciones a creer en el amor pues no hay un futuro esperanzador para el ser humano si termina por perder la fe en el amor. 



Francisco: En el Amor de Dios un
Mundo mejor es posible

El auténtico amor sufre con los últimos y necesitados, y valora y reconoce a quienes hacen los servicios más humildes y escondidos.

Hoy, nos preguntamos en qué sentido y por qué decimos que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo. No se trata simplemente de un modo de hablar, sino de una expresión llena de contenido.
La Iglesia es una obra maestra del Espíritu Santo que, infundiendo en cada uno de nosotros la vida nueva del Señor Resucitado, nos congrega en la unidad, hasta el punto de convertirnos en un solo Cuerpo, edificado sobre la comunión del amor. Es en el Bautismo donde nos unimos realmente a Cristo Cabeza y a los hermanos como miembros del mismo cuerpo.             
La que surge, entonces, es una profunda comunión de amor. En este sentido, es iluminante como Pablo, exhortando a los esposos a “amar a su mujer como a su propio cuerpo”, afirma: “así hace Cristo por la iglesia, por nosotros que somos los miembros de su cuerpo” (Ef 5,28-30). Qué bueno si recordáramos más a menudo lo que somos, lo que ha hecho de nosotros el Señor Jesús: somos su cuerpo, ese cuerpo que nada ni nadie puede arrancar de Él y que Él recubre con toda su pasión y todo su amor, así como un esposo con su esposa. Este pensamiento, sin embargo, debe hacer surgir en nosotros el deseo de corresponder al Señor y de compartir su amor entre nosotros, como miembros vivos de su mismo cuerpo. 
Queridos hermanos, invoquemos nosotros al Espíritu Santo para que su gracia y la abundancia de sus dones nos ayuden a vivir de verdad como Cuerpo de Cristo y como signo visible y hermoso de su amor. 22/10/14, Radio Vaticano

Oración de la Mañana 

Señor, en el silencio de este día que nace,
vengo a pedirte paz, sabiduría y fuerza.
Hoy quiero mirar al mundo con ojos llenos de amor. Ser paciente, comprensivo y humilde.
Ver a mis hermanos detrás de las apariencias,
como los ves tú mismo, para así poder apreciar la bondad de cada uno.
Cierra mis oídos a toda murmuración.
Guarda mi lengua de toda maledicencia.
Que sólo los pensamientos que bendigan permanezcan en mí.
Quiero ser de tal forma que todos los que se acerquen a mi sientan tu presencia.
Revísteme de tu bondad señor
y haz que en este día yo te refleje.
Amén.

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de esta hoja: El libro del Pueblo de Dios.  Centro Bíblico del CELAM. (1) J. A. Pagola

Círculo Bíblico San José, Te invita al encuentro con la Palabra de Dios  los sábados 17 hs. en:

Parroquia San José: Brandsen 4970, Si querés recibir la hojita por e-mail pedila:

«Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios.»

Vigésimo noveno domingo
Ciclo A, Lecturas del 22-10-17

Dios mío: Abre mi espíritu y dame inteligencia, en vano leeré o escucharé tu Palabra si Tú no haces que penetre en mi corazón. Concédeme ardor para buscarla, docilidad para aceptarla y fidelidad para cumplirla. Amén

Lectura libro del profeta Isaías 45, 1. 4-6
Así habla el Señor a su ungido, a Ciro, a quien tomé de la mano derecha, para someter ante él a las naciones y desarmar a los reyes, para abrir ante él las puertas de las ciudades, de manera que no puedan cerrarse.          
Por amor a Jacob, mi servidor, y a Israel, mi elegido, yo te llamé por tu nombre, te di un título insigne, sin que tú me conocieras.      
Yo soy el Señor, y no hay otro, no hay ningún Dios fuera de mí. Yo te hice empuñar las armas, sin que tú me conocieras, para que se conozca, desde el Oriente y el Occidente, que no hay nada fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay otro. 
Palabra de Dios.

 Salmo 95
R. Aclamen la gloria y el poder del Señor.
Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra; anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas entre los pueblos.  R.
Porque el Señor es grande y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses. Los dioses de los pueblos no son más que apariencia, pero el Señor hizo el cielo.  R.
Aclamen al Señor, familias de los pueblos, aclamen la gloria y el poder del Señor; aclamen la gloria del nombre del Señor.  Entren en sus atrios trayendo una ofrenda.  R.
Adoren al Señor al manifestarse su santidad: ¡que toda la tierra tiemble ante él!  Digan entre las naciones: «¡el Señor reina!  El Señor juzgará a los pueblos con rectitud.»  R.

Pablo a los cristianos de Tesalónica 1, 1-5b 
Pablo, Silvano y Timoteo saludan a la Iglesia de Tesalónica, que está unida a Dios Padre y al Señor Jesucristo. Llegue a ustedes la gracia y la paz. Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes, cuando los recordamos en nuestras oraciones, y sin cesar tenemos presente delante de Dios, nuestro Padre, cómo ustedes han manifestado su fe con obras, su amor con fatigas y su esperanza en nuestro Señor Jesucristo con una firme constancia.         
Sabemos, hermanos amados por Dios, que ustedes han sido elegidos. Porque la Buena Noticia que les hemos anunciado llegó hasta ustedes, no solamente con palabras, sino acompañada de poder, de la acción del Espíritu Santo y de toda clase de dones. Palabra de Dios.

Evangelio según san Mateo 22, 15-21
Los fariseos se reunieron entonces para sorprender a Jesús en alguna de sus afirmaciones. Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para decirle: «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque tú no te fijas en la categoría de nadie. Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?»          
Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: «Hipócritas, ¿por qué me tienden una trampa? Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto.»          
Ellos le presentaron un denario. Y él les preguntó: «¿De quién es esta figura y esta inscripción?»              
Le respondieron: «Del César.»  Jesús les dijo: «Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios.»   Palabra del Señor.         

Reflexión:
Mediante las tres parábolas que leímos en los domingos anteriores, las autoridades judías fueron cuestionadas por Jesús por su experiencia religiosa y los llamó a la conversión. Ellos quedan en mala posición, por eso: “los fariseos se fueron y celebraron un consejo sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra”.

En Jerusalén se dan cita todos los poderes. Allí Jesús se mueve en un campo de tensiones fuertes entre el poder de las autoridades judías, el estado de ánimo del pueblo, los intereses del dominador romano y las opiniones de los diversos grupos judíos. Cada uno de estos poderes está dispuesto a usar la violencia, si es necesario, en función de sus intereses.  ¿De qué lado está Jesús?
Los fariseos hacen el complot y abordan a Jesús de forma indirecta: a través de una comisión compuesta por sus discípulos y un grupo de herodianos. Mateo nos describe el ambiente hostil hacia Jesús con un término especial, se dice literalmente que lo quieren “hacer caer en una trampa”

A nadie le gusta mucho tener que pagar impuestos y mucho menos le gustaba al pueblo judío tener que pagarlos a los romanos, como se les exigía desde el año 6 después de Cristo. Ese pueblo, soportaba al invasor y encima tenía que mantenerlo. Y, además, el emperador romano se hacía tratar como un dios. Usaba títulos divinos y exigía actos de culto.
Por eso muchos pensaban que para ser fieles al Único y Verdadero Dios, no se debía aceptar la autoridad del emperador ni se debían pagar los impuestos.
Ante este escenario los fariseos le preguntan a Jesús: “¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?”  Es decir, si al pagar los impuestos se está pecando.

«Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios.»  El tema se centra en la respuesta que da Jesús. La pregunta está planteada de modo que sólo se puede responder “sí” o “no”. En ambos casos, Jesús habría caído en la trampa: un sí lo exponía a la acusación de ir contra el señorío absoluto de Dios; un no, lo expone a ser acusado de subversivo (ver Lucas 23,2). De otra manera, si Jesús se pronuncia a favor del tributo, queda enemistado con el pueblo, y si se pronuncia en contra, les da el pretexto a sus adversarios para que lo acusen ante los romanos y deshacerse de él con su ayuda.

La pregunta, entonces, está muy bien pensada. El narrador del texto nos dice que efectivamente los adversarios de Jesús la habían planeado muy bien. La intención que está por detrás de esta trampa académica es quitarse de encima al maestro itinerante que se ha vuelto incómodo para las autoridades y muy querido por las multitudes.

Vale la pena analizar la manera cómo Jesús afronta a sus adversarios: les pide que le muestren la moneda del tributo y ellos le presentan una.
El gesto es curioso porque por motivos religiosos los fariseos se negaban rotundamente a tocar con sus manos las monedas sacrílegas del tributo.  Pero, de hecho, lo pagaban.  Con razón, ya desde el principio los ha acusado de “hipocresía”.
Pero notemos que, para responder, Jesús no toma como punto de partida una norma abstracta, sino el comportamiento concreto de los que lo interrogan.

Los adversarios vienen a exigirle coherencia entre enseñanza y vida, pero ellos parten de un mal presupuesto: la convicción de que el tributo al César es incompatible con la fidelidad a Dios. 
Jesús, entonces, les aplica su misma lógica: les demuestra que, en la pregunta planteada, ellos no están aplicando el principio de coherencia.  Ellos poseen y adoptan la moneda del tributo, luego afirman que la imagen y la inscripción corresponden a la del emperador, por lo tanto, se están sirviendo de lo que viene de él.  En otras palabras, si tienen en sus manos todos los días el dinero del emperador, ¿por qué no quieren adoptarlo cuando se trata de pagarle el tributo?
La respuesta de Jesús es una denuncia de la incoherencia de sus adversarios: quienes en la vida cotidiana se acogen al señorío del emperador y aprovechan las ventajas que les trae esa situación, no tienen ningún motivo para plantear como un problema de fe el pago del tributo.  Por eso, como se va a decir enseguida, lo que proviene del emperador, tranquilamente se lo pueden restituir.
Con su pregunta, “¿De quién es esta imagen y la inscripción?”, Jesús provoca una segunda toma de posición de sus adversarios: ellos saben qué y quién está gravado en la moneda del impuesto.
La moneda tenía por un lado la efigie del emperador –recordemos que la Ley de Moisés prohibía que se hicieran imágenes humanas- y por el otro lado tenía una frase que no podía dejar de ser consideraba blasfema, o sea, ofensiva contra Dios, decía: “Tiberio César, Augusto, hijo del divino Augusto”. Por lo tanto, el pago del impuesto estaba asociado a un acto de reconocimiento de la divinidad imperial.
Después de mostrarles su incoherencia, Jesús cuestiona la concepción que sus adversarios tienen de la relación entre Dios y el emperador. Jesús aquí no elabora una doctrina sobre cómo deben ser estas relaciones, pero sí deja claro que Dios y el emperador no entran en competencia entre ellos.  De ahí que la fidelidad a Dios no se demuestra con el rechazo del tributo al emperador, por eso: “Lo del César, devolvédselo al César”.
Debe quedar claro que Dios y quien detenta la autoridad terrena no están en el mismo plano. Hay cuestiones que son competencia de la autoridad terrena, el emperador –el estado- tiene derecho a los tributos, pero no a la vida de los ciudadanos: no es Dios ni tiene características divinas.
Dios tiene exigencias que superan las del emperador y el emperador no tiene autoridad para atribuirse competencias que sólo le pertenecen a Dios, porque “lo de Dios es de Dios” y de nadie más. El hombre creado a imagen y semejanza de Dios, sólo a Dios se le debe entregar como tributo.
En última instancia, la cuestión no es lo que hay que darle al César sino lo que hay que darle a Dios.
Esta enseñanza de Jesús está respaldada con su vida. Fue así como se comportó “el Hijo”: Jesús nunca puso en segundo plano los derechos de su Padre, aun cuando esta actitud le costara la vida.


Francisco: En el Amor de Dios un
Mundo mejor es posible
Hoy queremos preguntarnos: al final, ¿qué fin tendrá el pueblo de Dios? ¿Qué será de cada uno de nosotros? ¿Qué debemos esperarnos? El apóstol Pablo consolaba a los cristianos de la comunidad de Tesalónica, que se hacían estas mismas preguntas, y después de su argumentación decían estas palabras que son entre las más bellas de Nuevo Testamento: “Y así estaremos siempre con el Señor” (1Ts 4, 17). Son palabras simples, ¡pero con una densidad de esperanza tan grande! “Y así estaremos siempre con el Señor”. ¿Ustedes creen esto? ¡Me parece que no, eh! ¿Creen?

Francisco dijo que “la esperanza cristiana engloba a toda la persona, pues no es un mero deseo, sino la plena realización del misterio del amor divino, en el que hemos renacido y en el que ya vivimos. Nosotros anhelamos la venida de Nuestro Señor Jesucristo, y Él se hace cada día más cercano a nosotros para llevarnos finalmente a la plenitud de su comunión y su paz”.
“La Iglesia tiene la misión de mantener encendida la lámpara de esa esperanza, como signo seguro de la salvación. Debemos preguntarnos si de verdad somos testigos luminosos y creíbles de esa esperanza, si nuestras comunidades manifiestan la presencia del Señor y la espera ardiente de su venida, si no corremos el riesgo de agotar el aceite de nuestra fe y de nuestra alegría”.
Para concluir pedimos a “María Santísima, Madre de la esperanza, nos enseñe a gustar ya desde ahora del amor de Cristo que un día se nos manifestará en plenitud.”
                                      15/10/14, Radio Vaticano


Nuestro Dios que es fuente de amor colme tu interior con su Paz.          

Jesucristo, Amor que se entrega haga de ti un instrumento de reconciliación.
                                   
El Espíritu Santo, vínculo y unidad haga de tu corazón ardiente impulso de comunión.

¡El Señor te bendiga y te guarde y haga de ti una bendición para los demás!      

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de esta hoja: El libro del Pueblo de Dios.  Centro Bíblico del CELAM.
 Círculo Bíblico San José, Te invita al encuentro con la Palabra de Dios  los sábados 17 hs. en:

Parroquia San José: Brandsen 4970, Si querés recibir la hojita por e-mail pedila:
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