Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 31 de octubre de 2009

Domingo 31° durante el año, «Felices los que tienen….»

Lecturas del 1/11/09 Ciclo B

Domingo 31° Durante el año

«Felices los que tienen….»

Lectura del libro del Apocalipsis 7, 2-4. 9-14

Yo, Juan, vi a otro Angel que subía del Oriente, llevando el sello del Dios vivo. Y comenzó a gritar con voz potente a los cuatro Ángeles que habían recibido el poder de dañar a la tierra y al mar:
«No dañen a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los servidores de nuestro Dios.»
Oí entonces el número de los que habían sido marcados: eran 144.000 pertenecientes a todas las tribus de Israel.

Después de esto, vi una enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas. Estaban de pie ante el trono y delante del Cordero, vestidos con túnicas blancas; llevaban palmas en la mano y exclamaban con voz potente: «¡La salvación viene de nuestro Dios que está sentado en el trono, y del Cordero!»

Y todos los Ángeles que estaban alrededor del trono, de los Ancianos y de los cuatro Seres Vivientes, se postraron con el rostro en tierra delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: «¡Amén! ¡Alabanza, gloria y sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza a nuestro Dios para siempre! ¡Amén!» Y uno de los Ancianos me preguntó: «¿Quiénes son y de dónde vienen los que están revestidos de túnicas blancas?» Yo le respondí: «Tú lo sabes, señor.» Y él me dijo: «Estos son los que vienen de la gran tribulación; ellos han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del Cordero.»

Palabra de Dios.


SALMO 23

R. ¡Benditos los que buscan al Señor!

Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella, el mundo y todos sus habitantes, porque él la fundó sobre los mares, él la afirmó sobre las corrientes del océano. R.

¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor y permanecer en su recinto sagrado? El que tiene las manos limpias y puro el corazón; el que no rinde culto a los ídolos. R.

El recibirá la bendición del Señor, la recompensa de Dios, su Salvador. Así son los que buscan al Señor, los que buscan tu rostro, Dios de Jacob. R.

Primera carta del apóstol san Juan 3, 1-3

Queridos hermanos: ¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a él.

Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Palabra de Dios.

Santo Evangelio según san Mateo 4,25-- 5, 12

Lo seguían grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania. Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: «Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los afligidos, porque serán consolados. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron. Palabra del Señor.

Reflexión

Bienaventurado quiere decir feliz, dichoso. Jesús nos enseña aquí cómo la felicidad no depende de lo que el hombre tiene, sino de lo que es, y que la felicidad no está condicionada a los acontecimientos, - la riqueza, el placer, la salud - ni tampoco a la actitud de los demás hombres hacia nosotros, - si nos quieren o nos ofenden-, sino al modo en cómo reaccionamos frente a ellos. La felicidad profunda que Jesús nos promete tiene en definitiva, su fuente en Dios.

A propósito de la festividad de Todos los Santos se nos sugiere el texto de las Bienaventuranzas, es porque ellas son en verdad el camino de la santidad; en y con las Bienaventuranzas como carta de navegación de nuestra vida es posible alcanzar la meta de nuestra santificación, entendida como la lucha constante por lograr en el cada día el máximo de plenitud de la vida según el querer de Dios.

El libro del Apocalipsis nos habla del tiempo presente como el tiempo del perdón, el tiempo que hay que “imprimir el sello de Dios en la frente de todos sus siervos”, el tiempo de la predicación evangélica, de la misión. En un segundo momento el apóstol contempla el cielo, ve una multitud inmensa que “ha lavado sus vestiduras en la sangre del cordero”, han pasado por la “gran tribulación”. Son los santos que, después de su gesta terrena, adoran eternamente a Dios en el cielo

En la segunda lectura San Juan nos vuelve a hablar de nuestra vocación de ser santos, podemos tener esperanza, a pesar de las apariencias tristes de este mundo, porque el Señor nos ha amado y nos ha llamado a ser sus hijos. Nos ha llamado con una vocación santa para darle gloria y vivir eternamente con Él en el cielo

El Sermón de la Montaña tiene un particular significado en la vida de Jesús porque el Señor se presenta como el nuevo legislador, el nuevo Moisés. Moisés había subido a la montaña a traer los Mandamientos del Antiguo Testamento, y el Señor acá recoge las promesas hechas al pueblo elegido, pero las perfecciona ordenándolas, no solo a la posesión de una tierra, sino al Reino de los Cielos. Las bienaventuranzas son como un resumen de toda la predicación de Jesús, que nos da en ellas una imagen completa del verdadero discípulo, de aquel que refleja la verdadera imagen del Señor.

En las bienaventuranzas, Jesús no promete la felicidad y la salvación a determinadas clases de personas, sino a los que lo sigan e imiten su vida. Para entrar en el Reino de los Cielos, el Señor anuncia que es necesario un estilo nuevo, una manera distinta de comportarse.

Bienaventurados los pobres de espíritu, dice el Señor, y nos enseña que para seguirlo a Él es necesario tener el alma libre de todo apegamiento: del amor a sí mismo, en primer lugar; de la excesiva preocupación por la salud; del futuro, de las riquezas y los bienes materiales. La pobreza de espíritu que pide el Señor la practicamos cuando ponemos nuestro tesoro en Dios y utilizamos las cosas como simples medios. El gran valor que nos descubre Jesús es que debemos comunicar y compartir los bienes materiales.

Más que una condición social, esta pobreza expresa la actitud personal de indigencia y humildad ante Dios; es pobre el que acude a Dios sin considerar los méritos propios y confía sólo en el Señor para ser salvado. Y esto exige un desprendimiento real de los bienes materiales y una austeridad en el uso de ellos.

Bienaventurados los que lloran porque serán consolados. El Señor promete que los que llevan cruces en la vida - enfermedades, dolores - con Él, no se harán pesadas. La Fe convierte en bien todo lo que podría parecer un mal irremediable.

Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra, nos dice el Señor. Los mansos no son los blandos ni los tibios. La mansedumbre está apoyada sobre una gran fortaleza de espíritu. Ella implica en su ejercicio continuos actos de fortaleza. De manera semejante a como los pobres, según nos enseña Jesús, son los verdaderos ricos, los mansos son los verdaderos fuertes. Mansos son los que sufren con paciencia las persecuciones injustas; los que en las adversidades mantienen el ánimo sereno, humilde y firme, y no se dejan llevar por la ira y el abatimiento. Los mansos poseerán la tierra.... Y primero, se poseerán a sí mismos, porque no serán esclavos de sus nervios, de su mal carácter.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Las Escrituras llaman justo a quien se esfuerza con sinceridad en cumplir la voluntad de Dios. Y Dios colma con su Vida a quien desea esa Vida del Señor y pone los medios para alcanzarla.

Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia. Cada página del Evangelio es una muestra de la misericordia de Dios por los hombres. Pero Jesús nos reclama que también nosotros tengamos un corazón grande para quienes nos rodean.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. El Señor nos enseña que la raíz de la bondad o la malicia están en el corazón, es decir, en el interior del hombre, en el fondo de su espíritu. El hombre entero queda manchado o enriquecido por lo que ocurre en su corazón: malos deseos, envidias, rencores.... o pensamientos indulgentes, compasivos... Nuestra actitud externa es solo reflejo de nuestro interior.

Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios. La verdadera paz llegó al mundo con la encarnación del Hijo de Dios. Jesús repitió muchas veces: La paz sea con vosotros, Mi paz os dejo, mi paz os doy. Y ahora nos dice a nosotros: felices aquellos que reconcilian a los que pelean, aquellos que apagan el odio y unen lo que está separado, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Preguntas para la meditación: ¿qué me dice?

¿Qué es la Santidad, en qué consiste?

¿En estos tiempos que me toco vivir, considero que es posible alcanzar la meta de nuestra santificación a los ojos de Dios? ¿Por qué?

¿Como vivo las Bienaventuranzas que me dejó el Señor?

¿Las Bienaventuranzas son mi carta de navegación en el día a día, en los diferentes ambientes en que vivo?

SANTORAL: Solemnidad de todos los santos

Esta celebración tuvo su origen en Oriente en el siglo IV. La instituyó en Roma, Bonifacio IV, en el siglo VII, en honor de la Virgen y de los mártires, consagrándoles el templo llamado Panteón de Agripa, y que pasó a llamarse de Santa María y de todos los mártires. Gregorio IV, ordenó en el año 835 que la fiesta se celebre en honra de todos los santos del cielo y mandó que se realizase en toda la cristiandad.

Varias fueron las razones para realizar esta fiesta: rescatar para la veneración y el recuerdo a aquellos cuyos nombres por falta de documentos se hubiesen omitido y que sólo son conocidos por Dios; alcanzar por su intercesión las gracias que necesitamos y tener siempre presentes estos modelos de conducta para tratar, en lo posible, de imitarlos y lograr de ese modo la bienaventuranza.

El hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, fue creado para la santidad. La multitud de santos, algunos canonizados y otros no, son las personas que más se acercan a esa imagen y semejanza de Dios.

Pero los santos "no nacieron santos". Se santificaron en la lucha diaria, se ha dicho que los santos son el Evangelio en acción, y el Evangelio el libro de texto de la escuela de la santidad.

Los santos tenían carne y huesos como todos nosotros. Estaban sujetos a todos los sentimientos buenos y malos. Hay en cambio un defecto que no tienen los santos, "la tristeza".

Se cuenta que san Francisco de Asís, ordenó a sus frailes que mandaran al diablo la tristeza. "Un santo triste, es un triste santo". Santa Teresa de Ávila, era violenta e impulsiva, pero muy simpática. Ella decía: "Tengo más miedo a una persona triste que a una legión de demonios: Nada nos hace tanto daño como vivir tristes".

San Ignacio de Loyola llegó hasta a decir que donde reina la alegría allí está Dios, pero que donde siempre hay tristeza, por allí debe andar satanás.

San Francisco de Sales enseñaba que "cuando el espíritu del mal no logra que una persona sea mala y viciosa, por lo menos trata de obtener que no sea alegre y que viva triste, porque en el pozo negro de la tristeza se crían todos los malos sentimientos".

Esta fiesta de todos los santos, debe llevarnos a querer imitarlos ya que todos estamos llamados a la santidad. El comienzo del camino, podría ser imitarlos siendo personas que en medio de las dificultades de la vida, conserven la "alegría" característica en un cristiano que vive su fe

Lecturas de la semana:

LUNES 2: Apo. 21, 1-5ª. 6b-7; Sal. 129; Jn. 11, 17-27.

MARTES 3: Rm. 12, 5-16a; Sal. 130; Lc. 14, 1ª. 15-24.

MIÉRCOLES 4: Rm. 13, 8-10; Sal. 111, Lc. 14, 25-33.

JUE VES 5: Rm. 14, 7-12; Sal. 26; Lc. 15, 1-10.

VIERNES 6: .Rm. 15, 14-21; Sal. 97; Lc. 16, 1-8.

SABAD 7: Gal. 4, 4-7; Sal. Jdt. 13, 18.19-20a; Jn. 2, 1-11.

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria, Catholic.net, Servicio Bíblico latinoamericano. “Claves de Lectio Divina” Proyecto Lectionautas CEBIPAL/CELAM.

Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785

Te esperamos los sábados 17:00 h.

Para Compartir la Palabra de Jesús,

en la Parroquia San José: Brandsen 4970

Villa Dominico.

Círculo Bíblico San José

miencuentroconjesus@yahoo.com.ar

http://discipulosmisioneros.blogspot.com/


domingo, 25 de octubre de 2009

Domingo 30° Durante el año, « ¿Qué quieres que haga por ti?»

Lecturas del 25/10/09 Ciclo B

Domingo 30° Durante el año

« ¿Qué quieres que haga

por ti?»

Lectura Libro del profeta Jeremías 31, 7-9

Así habla el Señor: ¡Griten jubilosos por Jacob, aclamen a la primera de las naciones! Háganse oír, alaben y digan: «¡El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel!» Yo los hago venir del país del Norte y los reúno desde los extremos de la tierra; hay entre ellos ciegos y lisiados, mujeres embarazadas y parturientas: ¡es una gran asamblea la que vuelve aquí! Habían partido llorando, pero yo los traigo llenos de consuelo; los conduciré a los torrentes de agua por un camino llano, donde ellos no tropezarán. Porque yo soy un padre para Israel y Efraín es mi primogénito. Palabra de Dios.

SALMO 125

R. ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría!

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía que soñábamos: nuestra boca se llenó de risas y nuestros labios, de canciones. R.

Hasta los mismos paganos decían: «¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!» ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría! R.

¡Cambia, Señor, nuestra suerte como los torrentes del Négueb! Los que siembran entre lágrimas cosecharán entre canciones R

El sembrador va llorando cuando esparce la semilla, pero vuelve cantando cuando trae las gavillas. R.

Lectura de la carta a los Hebreos 5, 1-6

Todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y puesto para intervenir en favor de los hombres en todo aquello que se refiere al servicio de Dios, a fin de ofrecer dones y sacrificios por los pecados. El puede mostrarse indulgente con los que pecan por ignorancia y con los descarriados, porque él mismo está sujeto a la debilidad humana. Por eso debe ofrecer sacrificios, no solamente por los pecados del pueblo, sino también por sus propios pecados. Y nadie se arroga esta dignidad, si no es llamado por Dios como lo fue Aarón. Por eso, Cristo no se atribuyó a sí mismo la gloria de ser Sumo Sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec. Palabra de Dios.

Santo Evangelio según san Marcos 10, 46-52

Cuando Jesús salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!» Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten piedad de mí!» Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo.» Entonces llamaron al ciego y le dijeron: «¡Animo, levántate! El te llama.»
Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él. Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?»
El le respondió: «Maestro, que yo pueda ver.» Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado.» En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino. Palabra del Señor.

Reflexión

El ciego Bartimeo, y muchos otros

La ceguera era, y es todavía, relativamente frecuente en el Oriente Próximo. El desierto, el polvo, la falta de higiene y el extraordinario resplandor de la luz del sol son causa de la inflamación de los ojos, que pueden llevar a la ceguera.

Jesús conoció a muchos ciegos. Para los Evangelios eran una imagen viva de la miseria, el desamparo y la desesperanza, que la mayoría de ellos no tenían otra salida que la mendicidad.

Nos encontramos al final del capítulo 10 de Mc. es el final de la subida a Jerusalén antes de entrar a la ciudad santa. La curación de Bartimeo es una severa crítica a los discípulos denunciándole su incomprensión y torpeza de ellos que se han opuesto sistemáticamente. Jesús les ha hablado de dar la vida, de compartir, de hacerse los últimos, de arrancarse los ojos para entrar en el Reino, de ser fieles al matrimonio, de hacerse los servidores de todos…

Un hombre al borde del camino, un ciego a las afuera de Jericó, es el relato de una catequesis que nos invita al cambio y nos urge a la conversión. Es un hombre ciego que le falta luz y orientación. Esta sentado, incapaz de dar pasos, al borde del camino desanimado; es mendigo, su vida y su subsistencia depende de los demás. Pero en su interior hay todavía una fe capaz de hacerla reaccionar y de ponerlo de nuevo en el camino, por eso pide a gritos la ayuda de Jesús.

Como a los hijos de Zebedeo, Jesús le pregunta: ¿Qué quieres que haga por ti? La respuesta es distinta a los dos hermanos que piden sentarse junto a Jesús; Bartimeo cansado de estar sentado en el camino pide recobrar la vista para seguir a Jesús.

Bartimeo es símbolo de los discípulos. Aquel ciego, Jesús tuvo que imponerle las manos dos veces. No es fácil dar la vista nítida al discípulo.

El camino es vida del discípulo, es la vida cotidiana, es instruido y está llamado a compartir y construir la comunidad alternativa. El discípulo no ha entendido mucho, pero ha seguido, no ha dejado el camino.

El ciego Bartimeo es una imagen viva del itinerario de conversión y de proceso catecumenal. Es de un convertido que desea ser cristiano y formar parte de una comunidad.

Bartimeo expresa el paso del alejamiento (“al borde del camino”) a la proximidad (“se acercó a Jesús”), de la pasividad (“estaba sentado”) a la acción (“lo siguió por el camino”), de la marginación (“muchos lo reprendían para callarlo”) a la liberación (“recobró la vista”).

La fe de Bartimeo es sencilla y firme, en contraposición a la de quienes creen ver y, sin embargo, son ciegos.

El ciego no solicita una limosna, pide salud, la vida. La demanda es confiada y pronta: “dio un salto y se acercó a Jesús” y con mucho afecto se dirige a Jesús diciéndole “Maestro” Bartimeo es el nuevo discípulo que recobra-descubre su puesto, deja de “estar sentado al borde del camino” y se pone a seguir a Jesús por el camino que lo conducirá a la Cruz y a la Resurrección. Muchos Bartimeos a lo largo de la historia, han dejado estar junto al camino y se han acercado de un salto al Señor, Amigo de la vida.

Padre Daniel Silva.

Pregunta para la meditación: ¿qué me dice?

Bartimeo, el ciego de Jericó, es un hombre que vive a oscuras. Ya ha oído de Jesús, y de sus curaciones y milagros... Y ese día escucha ruidos desacostumbrados.

Pregunta qué ocurre y se entera que es Jesús de Nazaret que pasa por el camino.

Al oírlo se llenó de fe su corazón. Jesús era la gran oportunidad de su vida. Y comenzó a gritar con todas sus fuerzas: ¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!

En su alma, la fe se hace oración.

Reflexiona San Agustín esta escena diciendo: También nosotros tenemos cerrados los ojos y el corazón y pasa Jesús. Tenemos que gritarle con la oración y con las obras. Pidiéndole ayuda al Señor.

La historia de Bartimeo es nuestra propia historia, pues también nosotros estamos ciegos para muchas cosas, y Jesús está pasando junto a nuestra vida. Quizás ha llegado el momento de dejar el costado del camino y acompañar a Jesús. Debemos imitar la actitud de Bartimeo, su oración perseverante, su fortaleza para no rendirse.

¿En qué situaciones de mi vida experimento que estoy ciego? ¿Cual es mi actitud?

¿Cuáles son mis cegueras espirituales?

¿Qué implica para mí hoy decir a Jesús: ¡ten compasión de mí y ayúdame!?

¿Qué significa para mí hoy “tirar el manto” y “ponerme de pie de una salto” para acercarme a Jesús?

Una vez sanado por Jesús: ¿lo sigo por el camino?

Oración: ¿qué le digo?

Las palabras de Bartimeo: “Señor, que vea”, nos pueden servir como una oración sencilla para repetirla muchas veces cuando en nuestra vida se nos presenten situaciones que no sabemos como resolver, sobretodo en cuestiones relacionadas con la fe y la vocación.

En esos momentos de oscuridad, cuando quizás la oración se hace costosa y la fe parece debilitarse, repitamos con confianza el pedido: “Señor, que vea”.

Qué nosotros también veamos, Señor, cuál es tu voluntad, cuál es el camino que debemos recorrer, que Tu nos señalas para ir a Ti.

Para suscitar la respuesta de la oración rezamos el salmo: 146 (145)

¡Aleluya! ¡Alaba al Señor, alma mía!

Alabaré al Señor toda mi vida; mientras yo exista, cantaré al Señor.

No confíen en los poderosos, en simples mortales, que no pueden salvar:

cuando expiran, vuelven al polvo, y entonces se esfuman sus proyectos.

Feliz el que se apoya en el Dios de Jacob y pone su esperanza en el Señor, su Dios:

él hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos.

Él mantiene su fidelidad para siempre, hace justicia a los oprimidos

y da pan a los hambrientos.

El Señor libera a los cautivos, abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados.

El Señor protege a los extranjeros y sustenta al huérfano y a la viuda;

El Señor ama a los justos y entorpece el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones.

¡Aleluya!

Lecturas de la semana:

LUNES 26: Rm. 8, 12-17; Sal. 67; Lc. 13, 10-17.

MARTES 27: Rm. 8, 18-25; Sal. 125; Lc. 13, 18-21.

MIÉRCOLES 28: Ef. 2, 19-22; Sal. 18, Lc. 6, 12-19.

JUE VES 29: Rm. 8, 31b-39; Sal. 108; Lc. 13, 31-35.

VIERNES 30: .Rm. 9, 1-5; Sal. 147; Lc. 14, 1-6.

SABAD 31: Rm. 8, 1- 111, 1-2ª. 11.12. 25-29; Sal. 93; Lc. 14, 1. 7-11.

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria, Catholic.net, Servicio Bíblico latinoamericano. “Claves de Lectio Divina” Proyecto Lectionautas CEBIPAL/CELAM.

Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785

Te esperamos los sábados 17:00 h.

Para Compartir la Palabra de Jesús,

en la Parroquia San José: Brandsen 4970

Villa Dominico.

Círculo Bíblico San José

miencuentroconjesus@yahoo.com.ar

Domingo 29 durante el año, ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?»

Lecturas del 18/10/09 Ciclo B

Domingo 29° Durante el año

¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?»

Lectura del libro del profeta Isaías 53, 10-11

El Señor quiso aplastarlo con el sufrimiento. Si ofrece su vida en sacrificio de reparación, verá su descendencia, prolongará sus días, y la voluntad del Señor se cumplirá por medio de él. A causa de tantas fatigas, él verá la luz y, al saberlo, quedará saciado. Mi Servidor justo justificará a muchos y cargará sobre sí las faltas de ellos. Palabra de Dios.


SALMO 32

R. Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti.

La palabra del Señor es recta y él obra siempre con lealtad; él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su amor. R.

Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia. R.

Nuestra alma espera en el Señor: él es nuestra ayuda y nuestro escudo. Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti. R.

Lectura de la carta a los Hebreos 4, 14-16

Hermanos: Ya que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un Sumo Sacerdote insigne que penetró en el cielo, permanezcamos firmes en la confesión de nuestra fe. Porque no tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario, él fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado. Vayamos, entonces, confiadamente al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno. Palabra de Dios.

Santo Evangelio según san Marcos 10, 35-45

Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: «Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir.» El les respondió: « ¿Qué quieren que haga por ustedes?» Ellos le dijeron: «Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria.» Jesús le dijo: «No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?» «Podemos», le respondieron. Entonces Jesús agregó: «Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados.» Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud.» Palabra del Señor.

Reflexión

¿Qué razones nos llevan a ser nosotros hoy discípulos de Jesús? ¿Podemos beber el cáliz que Jesús bebió y recibir el bautismo que Él recibió? La expresión de servir para redimir sintetiza el contenido sustancial de la liturgia de hoy.

La primera lectura, tomada de la segunda parte del libro de Isaías, nos habla de la misión del ‘siervo sufriente’, es decir, de aquel redentor del Pueblo de Dios que ofrece su vida para ver el nacimiento de una nueva posibilidad, de una nueva descendencia. Este poema nos habla más de esperanza, de tenacidad y de lucha, que de sufrimiento pasivo o resignación. La misión del siervo del Señor no es ver su cuerpo destrozado, sino servir de puente para las nuevas generaciones de creyentes que se han de inspirar en su particular estilo de vida. Por esta razón la “nueva descendencia” no se refiere, ni en el texto ni en la interpretación cristiana, a los descendientes biológicos, sino a una nueva generación de personas comprometidas con la Causa de Dios en favor de su pueblo, el pueblo pobre, dolorido y oprimido.

El salmo nos sirve de puente entre la primera y la segunda lectura, al recordarnos que la Palabra de Dios se identifica por su capacidad para ayudarnos a reconocer la verdad. Una verdad que no es un asunto metafísico o etéreo, sino la encarnación del proyecto de Dios en la historia por medio de la justicia y el derecho.

El escrito a los Hebreos nos insiste en un tema: la mediación de Jesús para comprender el designio de Dios. Si prescindimos de él, de lo que él hizo y de lo que él significa para nosotros, estaremos vaciando al cristianismo de su esencia.

El evangelio de hoy lo ubicamos inmediatamente después del tercer anuncio de la Pasión que Jesús hace en el Evangelio según San Marcos (10,32-34). Es realmente sorprendente percibir como los discípulos del Señor no entienden nada de lo que está pasando. Jesús habla de su pasión y ellos no captan nada de esto, están en otra sintonía…

Todo comienza con la petición de Santiago y Juan hijos de Zebedeo. Se acercan al Señor y le piden el favor de estar uno a la derecha y otro a la izquierda cuando Jesús esté en su reino poderoso. Los discípulos todavía piensan que Jesús es un “mesías” político o social que viene a realizar una “revolución” política más según los criterios del mundo. No han comprendido que la “revolución” de Jesús es profundamente espiritual. Es por eso que el Señor les responderá: “No saben lo que piden…”.

Sin embargo, inmediatamente, el Señor les hace una pregunta: están dispuestos o no a sufrir lo mismo que le acontecerá a Él. Ellos muy seguros dicen que sí. Jesús les toma la palabra y ratifica que van a sufrir mucho, pero aclara también que es el Padre el que decide quién va a la derecha y a la izquierda en el Reino de Jesús.

Parece que los otros discípulos participaron de la conversación. Se enojan con los hermanos Zebedeo… Pero: ¿por qué se enojan? ¿Por qué la petición de los hermanos no tiene sentido o por qué ellos anhelarían también dicho lugar? El texto no lo aclara pero por la explicación posterior de Jesús hecha a “todos” parecería que los otros diez no estaban muy lejos del planteo de Santiago y Juan.

Jesús hará entonces una excelente catequesis sobre el tema del poder y de la autoridad. Los jefes gobiernan con una autoridad absoluta y no dejan permiso para nada, imponen mal su autoridad… Pero entre los discípulos del Señor no debe suceder esto: el que quiera estar en el centro del poder y de la autoridad deberá tener la actitud del servidor… ¿Quién es el ejemplo y modelo de esta actitud? El mismo Señor, el Hijo del Hombre, que no vino a que lo sirvan sino a servir y a rescatar a los hermanos del pecado.

En una comunidad que proclama el Reino de Dios, existe un modo especial de conducción, es el servicio a la comunidad, un servicio que supone una vocación y un carisma del Espíritu.

Poder y servicio. Jesús en el Evangelio parece contraponer dos concepciones de la sociedad y de las relaciones entre los hombres. Una de ellas, centrada en el poder; un poder que resalta la diferencia entre los poderosos y los que no lo tienen, entre los que dominan y los que son dominados, entre los opresores y los oprimidos. A esta concepción Jesucristo opone la suya, la que Él ha venido a traer al mundo con su presencia, que pone de relieve la igualdad entre todos y se centra en el servicio.

Caracteres del servicio cristiano

1) El servicio cristiano, se caracteriza por ser expiatorio y redentor. Es la experiencia histórica de Jesús, que ha venido no a ser servido sino a servir y a dar su vida en redención y rescate de muchos.
2) El servicio cristiano es también participativo. Cristo siervo desea vivir y estar presente en medio de una comunidad de siervos

3) Finalmente, el servicio es eficaz y fecundo. Fue fecundo y eficaz entre los primeros cristianos, que se consideraban, como Pablo, siervos de Cristo en el servicio a los hermanos, y que formaron comunidades fundadas en el amor y en la solidaridad. Fue eficaz y fecundo en Jesús que como sumo sacerdote penetró en los cielos y ahora está sentado en el trono de gracia para bien y beneficio nuestro.


Pregunta para la meditación: ¿qué me dice?

La situación de los apóstoles “no” es diferente de la nuestra. Nosotros muchas veces nos indignamos ante los avances de los demás, simplemente porque no fuimos nosotros los que dimos ese paso. Como ellos también nosotros mantenemos la secreta ilusión de que conseguiremos más fácilmente de Jesús lo que le pidamos, precisamente porque somos de los pocos que le hemos seguido de cerca durante tanto tiempo. Si de alguna forma nos sentimos retratados en la actitud de los primeros discípulos de Jesús, la reacción del Señor y sus palabras pueden significar para nosotros hoy una severa llamada de atención y una buena ocasión para preguntarnos en la intimidad de nuestra conciencia y en presencia de Dios:

¿Qué razones nos llevan a ser nosotros hoy discípulos de Jesús?

En una sociedad en la que se valora ante todo la imagen, el prestigio, el ser una persona "ganadora", "bien colocada", con dinero y con poder…

¿Permanezco firme junto al Evangelio en mi valoración de que el servicio es realmente el valor verdadero, el que da sentido a nuestra vida?

Oración: ¿qué le digo?

No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido; ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor; muéveme el verte clavado en esa cruz y escarnecido; muéveme el ver tu cuerpo tan herido; muéveme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, al fin, tu amor, y en tal manera, que, aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiere, pues, aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera. Amén.

Himno de la Liturgia de las Horas

Lecturas de la semana:

LUNES 19: Rm. 4, 20-25; Sal. Lc. 1,69-70.71-72.73-75; Lc. 12, 1-23.

MARTES 20: Rm. 5, 12. 15b. 17-19. 20b-21; Sal. 39; Lc. 12, 35-38.

MIÉRCOLES 21: Rm. 6, 12-18; Sal. 123, Lc. 12, 39-48.

JUE VES 22: Rm. 6, 19-23; Sal. 1; Lc. 12, 49-53.

VIERNES 23: .Rm. 7, 18-25a; Sal. 118; Lc. 12, 54-59.

SABAD 24: Rm. 8, 1- 11; Sal. 23; Lc. 13, 1-9.

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria, Catholic.net, Servicio Bíblico latinoamericano. “Claves de Lectio Divina” Proyecto Lectionautas CEBIPAL/CELAM .

Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785

Te esperamos los sábados 17:00 h.

para leer la Biblia en la Parroquia San José: Brandsen 4970 Villa Dominico.

Círculo Bíblico San José

miencuentroconjesus@yahoo.com.ar