Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

viernes, 22 de agosto de 2008

Domingo 21 Durante el año - Ciclo A -

Lecturas del 24/08/08

Lectura libro del profeta Isaías 22, 19-23

Así habla el Señor a Sebná, el mayordomo de palacio: Yo te derribaré de tu sitial y te destituiré de tu cargo. Y aquel día, llamaré a mi servidor Eliaquím, hijo de Jilquías; lo vestiré con tu túnica, lo ceñiré con tu faja, pondré tus poderes en su mano, y él será un padre para los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá. Pondré sobre sus hombros la llave de la casa de David: lo que él abra, nadie lo cerrará; lo que él cierre, nadie lo abrirá. Lo clavaré como una estaca en un sitio firme, y será un trono de gloria para la casa de su padre. Palabra de Dios.

SALMO 137

R. Tu amor es eterno, Señor, ¡no abandones la obra de tus manos!

Te doy gracias, Señor, de todo corazón, te cantaré en presencia de los ángeles. Me postraré ante tu santo Templo. R.

Daré gracias a tu Nombre por tu amor y tu fidelidad, porque tu promesa ha superado tu renombre. Me respondiste cada vez que te invoqué y aumentaste la fuerza de mi alma. R.

El Señor está en las alturas, pero se fija en el humilde y reconoce al orgulloso desde lejos. Tu amor es eterno, Señor, ¡no abandones la obra de tus manos! R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 11, 33-36

¡Qué profunda y llena de riqueza es la sabiduría y la ciencia de Dios! ¡Qué insondables son sus designios y qué incomprensibles sus caminos! ¿Quién penetró en el pensamiento del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le dio algo, para que tenga derecho a ser retribuido? Porque todo viene de él, ha sido hecho por él, y es para él. ¡A él sea la gloria eternamente! Amén. Palabra de Dios.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-20

Al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?» Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas.» «Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?» Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.» Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías. Palabra del Señor.

Reflexión

“Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” La confesión de Pedro en el evangelio menciona dos verdades fundamentales: la mesianidad y la divinidad de Jesucristo. Es decir, Él es el Mesías, el que había de venir para salvar al pueblo, el ungido del Señor; y Él es el Hijo de Dios.
Jesús se dirige a sus apóstoles y les pregunta: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Los apóstoles responden, sin demasiado compromiso, lo que la gente pensaba de Jesús: unos decían que era Juan el Bautista, otros que Jeremías o alguno de los profetas. En efecto, Jesús ya había realizado varios milagros y había ofrecido diversas predicaciones, su fama empezaba a extenderse. Sin embargo, Jesús desea saber cuál es el pensamiento de sus hombres; Y ustedes ¿quién dicen que soy?La pregunta toca la esencia misma de la relación entre Jesús y sus discípulos. De esta respuesta depende el significado de sus vidas. De esta respuesta depende el sentido del sacrifico que habían hecho al dejar sus bienes y ponerse en seguimiento del maestro. No era, por tanto, una respuesta que se ofrece a la ligera y de modo superficial. Había que meditar antes de hablar. Ella orienta todas las respuestas que nosotros ofrecemos a la identidad de Jesús. Debemos agradecer, sobre todo, al Padre del cielo que revela a Pedro la identidad de su Hijo; “Tú eres el Mesías el Hijo de Dios vivo”.
Jesús es el Mesías, es decir, aquel que Dios ha ungido con el Espíritu Santo para realizar la misión de la salvación de los hombres y su reconciliación con Dios. Jesús es quien viene a instaurar el Reino de Dios. El esperado por las naciones.
La palabra Mesías significa “ungido”. En Israel eran ungidos en el nombre de Dios, los consagrados para una misión que habían recibido de él. Este era el caso de los reyes (cf. 1 S 9, 16; 1 R 1, 39), de los sacerdotes (cf. Ex 29, 7; Lv 8, 12) y, excepcionalmente, de los profetas (cf. 1 R 19, 16). Éste debía ser el caso por excelencia del Mesías, que Dios enviaría para instaurar definitivamente su Reino (cf. Sal 2, 2; Hch 4, 26-27). El Mesías debía ser ungido por el Espíritu del Señor (cf. Is 11, 2) a la vez como rey y sacerdote (cf. Za 4, 14; 6, 13) pero también como profeta (cf. Is 61, 1; Lc 4, 16-21). Jesús cumplió la esperanza mesiánica de Israel en su triple función de sacerdote, profeta y rey. (Cf. Catecismo de la Iglesia Católica 436). Los ángeles anunciaron a los pastores; Os ha nacido en la ciudad de Belén un salvador, que es Cristo (el Mesías, el ungido) el Señor (Lc 2,11). Jesús es quien el Padre ha santificado y lo ha enviado al mundo. Esta consagración mesiánica manifiesta su misión divina: Jesús ha venido para glorificar al Padre y salvar a los hombres, siguiendo el plan divino.
Jesucristo es el Hijo de Dios vivo: en este caso, la palabra: Hijo de Dios, no tiene sólo un sentido impropio en el que se subraya una filiación adoptiva, sino un sentido propio. Es decir, aquí Pedro reconoce el carácter trascendente de la filiación divina, por eso, Jesús afirma solemnemente: “esto no te lo ha revelado la carne, ni la sangre sino mi Padre que está en el cielo”. No se equivoca Pablo al exponer, después de una larga meditación sobre el misterio de la salvación, que los planes divinos son inefables: qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento de Dios. Efectivamente cuando uno contempla el plan de salvación y comprende, en cuanto esto es posible, que Dios se ha encarnado por amor al hombre, no queda sino prorrumpir en un canto de alabanza y en una disponibilidad total al plan divino.
Hijo de Dios, en el Antiguo Testamento, es un título dado a los ángeles (cf. Dt 32, 8; Jb1, 6), al pueblo elegido (cf. Ex 4, 22;Os 11, 1; Jr 3, 19; Si 36, 11; Sb 18, 13), a los hijos de Israel (cf. Dt 14, 1; Os 2, 1) y a sus reyes. Significa entonces una filiación adoptiva que establece entre Dios y su criatura unas relaciones de una intimidad particular. Cuando el Rey Mesías prometido es llamado "hijo de Dios", no implica necesariamente, según el sentido literal de esos textos, que sea más que humano. Los que designaron así a Jesús en cuanto Mesías de Israel (cf. Mt 27, 54), quizá no quisieron decir nada más.Sin embargo, es distinto el caso que ahora nos ocupa; Pedro pudo reconocer el carácter transcendente de la filiación divina de Jesús Mesías. Los Evangelios narran dos momentos solemnes, el bautismo y la transfiguración de Cristo, en los que la voz del Padre lo designa como su "Hijo amado" (Mt 3, 17; 17, 5). Jesús se designa a sí mismo como "el Hijo Único de Dios" (Jn 3, 16) y afirma mediante este título su preexistencia eterna (cf. Jn 10, 36). Pide la fe en "el Nombre del Hijo Único de Dios" (Jn 3, 18). Esta confesión cristiana aparece ya en la exclamación del centurión delante de Jesús en la cruz: "Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios" (Mc 15, 39), porque solamente en el misterio pascual es donde el creyente puede alcanzar el sentido pleno del título "Hijo de Dios".
La profesión de fe de Pedro
(Audiencia General del 7 de junio de 2006)Fuente: Zenit. Al final de la audiencia, el Papa Benedicto XVI dijo:
“En el Evangelio hemos escuchado cómo Jesús, al preguntar a sus discípulos, Pedro responde en su nombre: «Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo». Ante esta confesión de fe, Jesús define el papel de Pedro: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia... Te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo». Estas tres metáforas, «piedra», «llaves», «atar y desatar», son muy claras y pueden considerarse la expresión de lo que después se llamaría el «primado de jurisdicción». Esto refleja el papel preeminente que Pedro tuvo en la primera comunidad cristiana, como se narra en los Hechos de los Apóstoles.”

Preguntas para la meditación ¿Qué me dice?

- La pregunta de Jesús “y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”, también va dirigida a nosotros, a la Iglesia de hoy, a mi comunidad, a mí.
¿Quién digo yo, que es Jesús? ¿Qué es Jesús para mí?
¿Que significa en mi vida de todos los días creer que Jesús es el hijo del Dios vivo hecho hombre?

Oración: IRRADIANDO A CRISTO

Oh, amado Jesús. Ayúdame a esparcir tu fragancia por donde quiera que vaya. Inunda mi alma con tu Espíritu y Vida.Penetra y posee todo mi ser tan completamente, que mi vida entera sea un resplandor de la Tuya. Brilla a través de mí y permanece tan dentro de mí, que cada alma con que me encuentre pueda sentir Tu presencia en la mía.
¡Permite que no me vean a mí sino solamente a Jesús!
Quédate conmigo y empezaré a resplandecer como Tú, a brillar tanto que pueda ser una luz para los demás.
La luz oh, Jesús, vendrá toda de Ti, nada de ella será mía; serás Tú quien resplandezcasobre los demás a través de mí.Brillando sobre quienes me rodean,permíteme alabarte como mas te gusta.
Permíteme predicarte sin predicar,no con palabras sino a través de mi ejemplo,a través de la fuerza atractiva, de la influencia armoniosa de todo lo que haga,de la inefable plenitud del amorque existe en mi corazón por Ti Amén. Oración que rezan las Misioneras de la Caridad (de la Madre Teresa) después de la misa cada día.


Año Paulino:


Pablo dirá a propósito de su conversión en el camino de Damasco: "Cuando Aquél que me separó desde el seno de mi madre y me llamó por su Gracia, tuvo a bien revelar en mí a su Hijo para que le anunciase entre los gentiles..." (Ga 1,15-16). "Y en seguida se puso a predicar a Jesús en las sinagogas: que él era el Hijo de Dios" (Hch 9, 20). Este será, desde el principio (cf. 1 Ts 1, 10), el centro de la fe apostólica (cf. Jn 20, 31) profesada en primer lugar por Pedro como cimiento de la Iglesia.

Lecturas de la semana:

LUNES 25: Segunda Tesalónica 1, 1-5.11-12; Salmo 95; Mateo 23, 13-22.
MARTES 26: Segunda Tesalónica 2, 1-3.14-17; Salmo 95; Mateos 23, 23-26.
MIERCOLES 27: Segunda Tesalónica 3, 6-10-16-18; Salmo 127; Mateo 23, 27-32.
JUEVES 28: Primera Corintio 1, 1-9; Salmo 144; Mateo 24, 42-51.
VIERNES 29: Jeremías 1, 17-19; Salmo 70, Marcos 6, 17-29.
SABADO 30: Segunda Corintio 10, 17-11.2.; Salmo 148; Mateo 13, 44-46.

Nota: Basado en Lectio divina del CEBIPAL, centro bíblico pastoral para América latina, El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria y Catholic.net, Servicio Bíblico Latinoamericano.
Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785

Te esperamos los sábados a las 17 h. para leer la Biblia en la Parroquia San José: Brandsen 4970 Villa Dominico
Círculo Bíblico San José

lunes, 18 de agosto de 2008

Lecturas del domingo 20 durante el año - CicloA -

Domingo 17 de agosto de 2008

Lectura libro profeta Isaías 56, 1. 6-7

Así habla el Señor: Observen el derecho y practiquen la justicia, porque muy pronto llegará mi salvación y ya está por revelarse mi justicia.
Y a los hijos de una tierra extranjera que se han unido al Señor para servirlo, para amar el nombre del Señor y para ser sus servidores, a todos los que observen el sábado sin profanarlo y se mantengan firmes en mi alianza, yo los conduciré hasta mi santa Montaña y los colmaré de alegría en mi Casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptados sobre mi altar, porque mi Casa será llamada Casa de oración para todos los pueblos. Palabra de Dios.

Salmo 66

R. ¡Que los pueblos te den gracias, Señor, que todos los pueblos te den gracias!

El Señor tenga piedad y nos bendiga, haga brillar su rostro sobre nosotros, para que en la tierra se reconozca su dominio, y su victoria entre las naciones. R
Que canten de alegría las naciones, porque gobiernas a los pueblos con justicia y guías a las naciones de la tierra. R.

¡Que los pueblos te den gracias, Señor, que todos los pueblos te den gracias!
Que Dios nos bendiga, y lo teman todos los confines de la tierra. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 11, 13-15. 29-32

Hermanos:
A ustedes, que son de origen pagano, les aseguro que en mi condición de Apóstol de los paganos, hago honor a mi ministerio provocando los celos de mis hermanos de raza, con la esperanza de salvar a algunos de ellos. Porque si la exclusión de Israel trajo consigo la reconciliación del mundo, su reintegración, ¿no será un retorno a la vida? Porque los dones y el llamado de Dios son irrevocables.
En efecto, ustedes antes desobedecieron a Dios, pero ahora, a causa de la desobediencia de ellos, han alcanzado misericordia. De la misma manera, ahora que ustedes han alcanzado misericordia, ellos se niegan a obedecer a Dios. Pero esto es para que ellos también alcancen misericordia. Porque Dios sometió a todos a la desobediencia, para tener misericordia de todos. Palabra de Dios.

Lectura S. Evangelio S. Mateo 15, 21-28

Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: «¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio.» Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: «Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos.»
Jesús respondió: «Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.»
Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: « ¡Señor, socórreme!»
Jesús le dijo: «No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros.» Ella respondió: « ¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!»
Entonces Jesús le dijo: «Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!» Y en ese momento su hija quedó curada.
Palabra del Señor.

Reflexión

El tema de la universalidad de la salvación aparece de modo especial en las lecturas de este domingo.
El tercer Isaías expone la situación de los judíos deportados que, después de haber convivido con pueblos extranjeros en el exilio -desde el 587 hasta el 538-, vuelven a la patria y encuentran otros pueblos que habitan su tierra. En el exilio intentaron mantener su fe permaneciendo unidos en torno a los sacerdotes y los escribas pero, sin la presencia del templo, anhelaban siempre el retorno a la ciudad de David y a la Casa del Señor. Una vez vueltos a su tierra, encuentran pueblos extranjeros que habitan en ella. Advierten que se ha creado un nuevo estado de cosas, que les obliga a reflexionar y a adoptar una nueva actitud hacia aquellos pueblos. El oráculo del libro de Isaías que hoy leemos, trata de dar respuesta a esta circunstancia: “Aquellos extranjeros que se adhieran al Señor, ofrezcan sacrificios, se abstengan de profanar el sábado, serán acogidos en el templo y el Señor escuchará sus plegarias. La Casa del Señor (el templo) se llamará casa de oración para todos los pueblos.
El tema de la universalidad de la salvación se presenta también en la carta a los romanos. El razonamiento de Pablo era sencillo y claro. Todos han desobedecido a Dios, judíos y paganos. Por lo tanto dice san Pablo, la salvación es para todos: judíos y paganos.
En el evangelio vemos a Cristo mismo realizar un milagro en favor de una “cananea”, una mujer pagana. El Señor deja bien sentado que debe ceñirse a su misión “en la casa de Israel”, pero al mismo tiempo muestra que la salvación posee un carácter universal.
Narra San Mateo que Jesús se retiró con sus discípulos a tierras de gentiles, en la región de Tiro y de Sidón. El encuentro con la mujer cananea, doblemente marginada por su condición de mujer y de extranjera, transforma todos los paradigmas con los que Jesús estaba realizando su misión. La mujer extranjera rompe todos los esquemas de cortesía y buen gusto que en las sociedades antiguas tenían un carácter no sólo indicativo sino obligatorio. Existían reglas estrictas para controlar el trato entre una mujer y un varón que no fuera de la propia familia. Los gritos desesperados de la mujer y sus exigencias ponían los pelos de punta no solo a los discípulos sino al evangelista que nos narra este relato. Con todo, la escena nos conmueve porque muestra cómo la auténtica fe salta todos los esquemas y persigue, con vehemencia, lo que se propone.
Los discípulos, desesperados más por la impaciencia que por la compasión, median ante Jesús para ponerle fin a los ruegos de la mujer. El evangelista, entonces, pone en labios de Jesús una respuesta típica de un predicador judío: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel», para explicar cuál debería ser la actitud de Jesús. Por fortuna, la mujer, haciendo a un lado los prejuicios raciales ajenos, corta el camino a Jesús y lo obliga a dialogar. Cuál no sería la sorpresa de Jesús al encontrar en esta mujer, sola y con una hija enferma, una fe que contrastaba con la incredulidad de sus paisanos. Como Elías al comienzo de su misión, Jesús comprende que aunque la misión comienza por casa, no puede excluir a aquellos auténticos creyentes en el Dios de la Solidaridad, la Justicia y el Derecho.
Es importante subrayar que la fe de la que se habla, es una respuesta a la revelación de Dios. Ante un Dios que se revela la respuesta apropiada es la obediencia de la fe. La “cananea” cruzaba de este modo, no sólo la frontera geográfica del pueblo judío, sino se adhería de un modo incipiente, pero profundo, a la revelación en Cristo. Ella se refiere a Jesús con el mismo título que se daba al futuro rey de Israel: Hijo de David y añade otro título con el que los discípulos se dirigían a Jesús: Señor. La grandeza de la fe de la cananea reside en penetrar en el corazón misericordioso de Jesús, para descubrir que Dios quiere que todos los hombres se salven.
San Agustín dice que por la perseverante insistencia de la mujer cananea, y su gran humildad, aquella mujer “fue transformada” y mereció sentarse a la mesa con los hijos, conquistó el corazón de Dios, recibió el don que pretendía y una gran alabanza del Maestro: “¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase como tú quieres”.

Nosotros, sí queremos servir al Señor, hemos de desear y pedirle con insistencia la virtud de la humildad. Para que nos ayude a desearla de verdad, a tener siempre presente que el pecado capital opuesto, la soberbia, es lo más contrario a la vocación que hemos recibido del Señor, lo que más daño hace a la vida familiar, a la amistad, lo que más se opone a la verdadera felicidad.
La palabra humildad tiene su origen en la latina humus, tierra; humilde, en su etimología, significa inclinado hacia la tierra; la virtud de la humildad consiste en inclinarse delante de Dios y de todo lo que hay de Dios en las criaturas. En la práctica, nos lleva a reconocer nuestra pequeñez e indigencia ante Dios.
La mujer cananea no se sintió humillada ante la comparación de Jesús, señalándole la diferencia entre los judíos y los paganos; era humilde y sabía su lugar frene al pueblo elegido; porque fue humilde, no tuvo inconveniente en perseverar a pesar de haber sido aparentemente rechazada, en postrarse ante Jesús... Por su humildad, su audacia y su perseverancia tuvo una gracia tan grande. Nada tiene que ver la humildad con la timidez, la pusilanimidad o con una vida mediocre y sin aspiraciones. La humildad descubre que todo lo bueno que existe en nosotros, tanto en el orden de la naturaleza como en el orden de la gracia, pertenece a Dios, porque de su plenitud hemos recibido todos; y tanto don nos mueve al agradecimiento.
“A la pregunta ‘¿cómo he de llegar a la humildad?’ corresponde la contestación inmediata: “Por la gracia de Dios”. Quien es humilde no necesita demasiadas alabanzas y elogios en su tarea, porque su esperanza está puesta en el Señor; y Él es, de modo real y verdadero, la fuente d e todos sus bienes y su felicidad: es Él quien da sentido a todo lo que hace.

Pidámosle al Espíritu santo que nos guie y asista para que las palabras dichas a Jesús por parte de esta mujer y la respuesta de Jesús a ella, hagan eco en nuestro corazón y nos aumenten en gracia y sabiduría para amar cada vez más la palabra de Dios.

Preguntas para la meditación ¿Qué me dice?

Ante el mal que padecía su hija y el dolor de la situación, la fe de la mujer cananea, su humildad y su perseverancia, la han llevado a obtener el favor de Dios.
· En las situaciones de adversidad, ¿Pido el auxilio de Dios? ¿Tengo tanta fe en el Señor que estoy seguro que el puede sanar todas las enfermedades?
· ¿He sido perseverante en mi oración, o cuando veo que las cosas parecieran no cambiar me desanimo? ¿Deposito realmente mi confianza en Jesús?
· ¿Soy capaz de romper esas barreras que me separan del próximo para ayudar a quien lo necesite?

Oración

Jesús mi maestro, cada vez que me encuentro con tu palabra, descubro una nueva luz para afrontar la vida.
Quiero pedir perdón, porque muchas veces discrimino a los demás, he puesto barreras y me he sentido superior a todos.
Pero he aprendido Señor que tú rompes las barreras y que para ti solo es importante la fe. Quiero ser hoy como esta mujer cananea y reconocerte como el Mesías, el que todo lo puedes, el Hijo de Dios.
Pongo mi entera confianza en ti Jesús, y te pido perdón por las veces que no he perseverado en la oración.
Por las veces que he dejado que la desesperación se apropie de mi corazón y que no he sabido esperar con paciencia tus respuestas Señor.
Te pido Señor que tengas misericordia de mi, que escuches mi súplica y que sanes mi alma,
Que aprenda a ser un discípulo verdadero y que a ejemplo de la mujer cananea, pueda yo tener un poco de su fe y de su humildad. Amén.

Año Paulino: recordamos 1 Corintios 9, 16-17

“Si anuncio el Evangelio, no lo hago para gloriarme: al contrario, es para mí una necesidad imperiosa. ¡Ay de mí si no predicara el Evangelio! Si yo realizara esta tarea por iniciativa propia, merecería ser recompensado, pero si lo hago por necesidad, quiere decir que se me ha confiado una misión”

Lecturas de la semana:

LUNES 18: Ezequiel 24, 15-24; Salmo Deuteronomio 32, 18-21; Mateo 19, 16-22.
MARTES 19: Ezequiel 28, 1-10; Salmo Deuteronomio 32, 26-36; Mateos 19, 23-30.
MIERCOLES 20: Ezequiel 34, 1-11; Salmo 22; Mateo 19, 30-20.16.
JUEVES 21: Ezequiel 36, 23-28; Salmo 50; Mateo 22, 1-14.
VIERNES 22: Ezequiel 37,1-14; Salmo 108, Mateo 22, 34-40.
SABADO 23: Ezequiel 43, 1-7a.; Salmo 84; Mateo 23, 1-12.

Nota: Basado en Lectio divina del CEBIPAL, centro bíblico pastoral para América latina, El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria y Catholic.net, Servicio Bíblico Latinoamericano.

Te esperamos los sábados a las 17 h. para leer la Biblia en la Parroquia San José:
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