Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 14 de mayo de 2011

Cuarto Domingo de Pascua, “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas”

Lecturas del 15-05-11– Ciclo A –

Hechos de los Apóstoles 2,14.36-4.
El día de Pentecostés, Pedro poniéndose de pie con los Once, levantó la voz y dijo: "Hombres de Judea y todos los que habitan en Jerusalén, presten atención, porque voy a explicarles lo que ha sucedido.
Por eso, todo el pueblo de Israel debe reconocer que a ese Jesús que ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías".
Al oír estas cosas, todos se conmovieron profundamente, y dijeron a Pedro y a los otros Apóstoles: "Hermanos, ¿qué debemos hacer?".
Pedro les respondió: "Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo para que les sean perdonados los pecados, y así recibirán el don del Espíritu Santo. Porque la promesa ha sido hecha a ustedes y a sus hijos, y a todos aquellos que están lejos: a cuantos el Señor, nuestro Dios, quiera llamar".
Y con muchos otros argumentos les daba testimonio y los exhortaba a que se pusieran a salvo de esta generación perversa.
Los que recibieron su palabra se hicieron bautizar; y ese día se unieron a ellos alrededor de tres mil. Palabra de Dios.

Salmo 23(22)

R. El señor es mi pastor, nada me puede faltar.

El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. El me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas. R
Me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre. Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza. R
Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa. R
Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo. R

Primera carta de San Pedro 2,20-25.
Queridos hermanos: En efecto, ¿qué gloria habría en soportar el castigo por una falta que se ha cometido? Pero si a pesar de hacer el bien, ustedes soportan el sufrimiento, esto sí es una gracia delante de Dios. A esto han sido llamados, porque también Cristo padeció por ustedes, y les dejó un ejemplo a fin de que sigan sus huellas.
El no cometió pecado y nadie pudo encontrar una mentira en su boca. Cuando era insultado, no devolvía el insulto, y mientras padecía no profería amenazas; al contrario, confiaba su causa al que juzga rectamente. El llevó sobre la cruz nuestros pecados, cargándolos en su cuerpo, a fin de que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Gracias a sus llagas, ustedes fueron curados.
Porque antes andaban como ovejas perdidas, pero ahora han vuelto al Pastor y Guardián de ustedes.
Palabra de Dios.

Evangelio según San Juan 10,1-10.
En aquel tiempo, Jesús dijo: "Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y un asaltante. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una por su nombre y las hace salir. Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz". Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir. Entonces Jesús prosiguió: "Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado.
Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento.
El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia”.
Palabra del Señor

Reflexión:

“Les aseguro que yo soy la puerta
de las ovejas”

Nuestro Santo Padre ha escrito un libro titulado Jesús de Nazaret. En la introducción del libro el Papa nos dice qu es una expresión de su búsqueda personal “del rostro del Señor” y por eso el camino interior que lo ha llevado al libro ha sido largo.
En uno de los capítulos habla de las grandes imágenes del Evangelio: el agua, la vid y el vino, el pan y el pastor.
En su análisis de la figura del pastor nos dice que esta imagen ha marcado en forma profunda la piedad del pueblo de Israel, sobre todo en los tiempos de calamidad. El Salmo 23: “El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar” transmiten consuelo y confianza. Ezequiel 34-37 desarrolla aún más la imagen de Dios pastor.
Los evangelios presentan varias parábolas sobre el tema del pastor y las ovejas. En San Juan 10 se escucha la voz directa de Jesús cuando dice: “Yo soy el Buen Pastor.” Benedicto XVI nos dice en su libro que sorprendentemente este discurso no empieza con estas palabras, sino con otra imagen: la imagen de la puerta: “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas” (Juan 10,7). Dice esto después de afirmar: “Les aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas” (10,1.)
La explicación es que para ser buen pastor hay que entrar a través de Jesús, entendido como la puerta. De esta forma, Jesús sigue siendo el pastor, y por tanto el rebaño le pertenece sólo a Él.
El ladrón viene “para robar, matar y hacer estragos” (10,11). Ve las ovejas como algo de su propiedad, que las puede poseer y aprovechar para su uso. El verdadero pastor no quita la vida, sino que la da: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (10,10). El verdadero pastor conoce sus ovejas, él las llama y estas lo siguen porque lo conocen a él. La palabra conocer y pertenecer están entrelazadas, porque en el texto griego, son básicamente lo mismo. El verdadero pastor no “posee” las ovejas como un objeto cualquiera que se usa y se consume; ellas le “pertenecen” precisamente en ese conocerse mutuamente. Este conocimiento lleva a un pertenecer interior mucho más profundo que el poseer de las cosas.
Para entender esto mejor, el Papa nos da un ejemplo tomado de nuestra vida. Los hijos no son “propiedad” de los padres; los esposos no son “propiedad” uno del otro. Pero se “pertenecen” de un modo más profundo. Cada uno es una criatura libre de Dios, no se pertenecen como una posesión, sino en la responsabilidad. Se pertenecen precisamente porque aceptan la libertad del otro y se sostienen el uno al otro en el conocerse y amarse. Para el ladrón, para los dictadores, las personas son cosas que poseen. Para el verdadero pastor, las personas son seres libres, y porque las conoce y las ama, quiere que vivan en la libertad de la verdad.
En Ezequiel 34, 14 se lee la promesa del pastor: “Las apacentaré en pastizales escogidos…” Frente a esta promesa, Benedicto XVI afirma y pregunta: “Ya sabemos de qué viven las ovejas, pero, ¿de qué vive el hombre?” Él nos responde que el hombre vive de la verdad y de ser amado por la Verdad. Es cierto que el hombre necesita alimentar su cuerpo, pero en lo más profundo necesita sobre todo la Palabra, el Amor de Dios. Aquí hace una relación entre el sermón sobre el pan de vida del capítulo 6 de San Juan y el capítulo del pastor. Nos explica que Jesús, como palabra de Dios hecha carne, no es sólo el pastor, sino también el alimento, el verdadero “pasto”; se entrega a sí mismo para darnos la vida.

Finalmente, el pastor sale en busca de la oveja perdida, la carga sobre sus hombros y la trae de vuelta a casa. Se encarna como ser humano para cargar la oveja, la humanidad, sobre sus hombros. En su encarnación y en su cruz conduce a la oveja perdida.
Benedicto XVI termina su reflexión sobre la figura del pastor diciendo:

“El Verbo hecho hombre es el verdadero portador de la oveja, el Pastor que nos sigue por las zarzas y los desiertos de nuestra vida. Llevados en sus hombros llegamos a casa. Ha dado la vida por nosotros. Él mismo es la vida.” (1)

“Yo Soy el Buen Pastor”
P. Raniero Cantalamessa, ofmcap: 13/4/2008

Este es el domingo del Buen Pastor, pero por una vez no es en Él en quien vamos a concentrar la atención, sino más bien en su antagonista.
¿Quién es el personaje definido «ladrón» y «extraño»? Jesús piensa, en primer lugar, en los falsos profetas y en los pseudomesías de su tiempo que se hacían pasar por enviados de Dios y liberadores del pueblo, mientras que en realidad no hacían más que mandar a la gente a morir por ellos. Hoy estos «extraños» que no entran por la puerta, sino que se introducen en el redil a hurtadillas, que «roban» las ovejas y las «matan», son visionarios fanáticos o astutos aprovechados que especulan con la buena fe y la ingenuidad de la gente. Me refiero a fundadores o jefes de sectas religiosas que pululan por el mundo.

Cuando hablamos de sectas, sin embargo, debemos prestar atención para no poner todo en el mismo plano. Los evangélicos y los pentecostales protestantes, por ejemplo, aparte de grupos aislados, no son sectas. La Iglesia católica desde hace años mantiene con ellos un diálogo ecuménico a nivel oficial, cosa que jamás haría con las sectas.

Las verdaderas sectas se reconocen por algunas características. Ante todo, en cuanto al contenido de su credo, no comparten puntos esenciales de la fe cristiana, como la divinidad de Cristo y la Trinidad; o bien mezclan con doctrinas cristianas elementos ajenos incompatibles con ellas, como la reencarnación. En cuanto a los métodos, son literalmente «ladrones de ovejas», en el sentido de que intentan por todos los medios arrancar a fieles de su Iglesia de origen para hacer de ellos adeptos de su secta. Habitualmente son agresivos y polémicos. Más que proponer contenidos propios, pasan el tiempo acusando, polemizando contra la Iglesia, la Virgen y en general todo lo que es católico. Estamos, con ello, en las antípodas del Evangelio de Jesús que es amor, dulzura, respeto por la libertad de los demás.
El amor evangélico es el gran ausente de las sectas.
Jesús nos ha dado un criterio seguro de reconocimiento: «Guardaos de los falsos profetas --dijo--, que vienen con vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis» (Mt 7,15). Y los frutos más comunes del paso de las sectas son familias rotas, fanatismo, expectativas apocalípticas del fin del mundo, regularmente desmentido por los hechos.
Hay otro tipo de sectas religiosas, nacidas fuera del mundo cristiano, en general importadas de oriente. A diferencia de las primeras, no son agresivas; más bien se presentan «con disfraz de cordero», predicando el amor por todos, por la naturaleza, la búsqueda del yo profundo. Son formaciones a menudo sincretistas, o sea, que agrupan elementos de diversas procedencias religiosas, como es el caso del New Age.

El inmenso perjuicio espiritual para quien se deja convencer por este nuevo mesías es que pierde a Jesucristo y con Él esa «vida en abundancia» que ha venido a traer. Algunas de estas sectas son peligrosas también en el plano de la salud mental y del orden público. Los recurrentes sucesos de plagio y de suicidios colectivos nos advierten hasta dónde puede llevar el fanatismo de algún jefe sectario.

Cuando se habla de sectas, sin embargo, debemos recitar también un «mea culpa». Con frecuencia las personas acaban en alguna secta por la necesidad de sentir el calor y el apoyo humano de una comunidad que no encontraron en su parroquia.

P. Raniero Cantalamessa, ofmcap


Meditamos con el evangelio:

Jesús, el Cristo, el Buen Pastor continúa guiando nuestras vidas a través de su Palabra proclamada y creída en la Iglesia.
La imagen del Buen Pastor debe evocar en nosotros a esa persona que cuida y protege las ovejas encomendadas a su cuidado.
¿Tengo yo esa sensación de paz, seguridad y confianza que debe darme el sentirme en buenas manos, en las manos de Dios Padre que "pastorea mi alma"?

Jesús resucitado es nuestro Maestro y Pastor, que nos muestra el camino que nos lleva a la Vida. Pero, a pesar de las advertencias de Jesús, luego nos hemos echado encima muchos «pastores», que muchas veces sólo son asalariados, o funcionarios, cuando no ambiciosos y engreídos, que quieren suplanta al único Pastor y que "sólo se predican a sí mismos".
¿Estoy atento escuchando la voz de Jesús, mi único Buen Pastor?
¿Qué otras voces escucho yo normalmente?
¿Por qué me sucede esto?


Avisos Parroquiales


Horario de Misas Parroquia San José:
Sábados a las 18 hs.
Domingo: 10, 11:30 (niños) y 19 hs.


LECTURAS DE LA SEMANA

Lunes 16: Hch. 11, 1-8q; Sal. 41; Jn.10, 11-18.
Martes 17: Hch. 11, 19-26; Sal 86; Jn. 10, 22-30.
Miércoles 18: Hch. 12, 24—13,5; Sal 66; Jn. 12, 44-50.
Jueves 19: Hch. 13, 13-25; Sal. 88; Jn. 13, 16-20.
Viernes 20: Hch. 13, 26-33; Sal. 2; Jn. 14, 1-6.
Sábado 21: Hch. 13, 44-52; Sal. 97; Jn. 14, 7-14.

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las lecturas: El libro del Pueblo de Dios. Lectionautas.com (1) Benedicto XVI explica la imagen del Pastor Autor: http://www.autorescatolicos.org/teresaros


Círculo Bíblico San José
Parroquia San José:
Brandsen 4970 Villa Domínico.
Sábados 16 hs.
miencuentroconjesus@yahoo.com.ar

domingo, 8 de mayo de 2011

Tercer Domingo de Pascua, “¿No ardía acaso nuestro corazón…?”

Lecturas del 8-05-11– Ciclo A –

Hechos de los Apóstoles 2, 14. 22-33

El día de Pentecostés, Pedro poniéndose de pie con los Once, levantó la voz y dijo:
«Hombres de Judea y todos los que habitan en Jerusalén, presten atención, porque voy a explicarles lo que ha sucedido. Israelitas, escuchen:
A Jesús de Nazaret, el hombre que Dios acreditó ante ustedes realizando por su intermedio los milagros, prodigios y signos que todos conocen, a ese hombre que había sido entregado conforme al plan y a la previsión de Dios, ustedes lo hicieron morir, clavándolo en la cruz por medio de los infieles. Pero Dios lo resucitó, librándolo de las angustias de la muerte, porque no era posible que ella tuviera dominio sobre él. En efecto, refiriéndose a él, dijo David: Veía sin cesar al Señor delante de mí, porque él está a mi derecha para que yo no vacile. Por eso se alegra mi corazón y mi lengua canta llena de gozo. También mi cuerpo descansará en la esperanza, porque tú no entregarás mi alma al Abismo, ni dejarás que tu servidor sufra la corrupción. Tú me has hecho conocer los caminos de la vida y me llenarás de gozo en tu presencia.
Hermanos, permítanme decirles con toda franqueza que el patriarca David murió y fue sepultado, y su tumba se conserva entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como él era profeta, sabía que Dios le había jurado que un descendiente suyo se sentaría en su trono. Por eso previó y anunció la resurrección del Mesías, cuando dijo que no fue entregado al Abismo ni su cuerpo sufrió la corrupción. A este Jesús, Dios lo resucitó, y todos nosotros somos testigos. Exaltado por el poder de Dios, él recibió del Padre el Espíritu Santo prometido, y lo ha comunicado como ustedes ven y oyen.» Palabra de Dios.

Salmo 15

R. Señor, me harás conocer el camino de la vida.

Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Señor, tú eres mi bien.» El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz, ¡tú decides mi suerte! R.
Bendeciré al Señor que me aconseja, ¡hasta de noche me instruye mi conciencia!
Tengo siempre presente al Señor: él está a mi lado, nunca vacilaré. R.
Por eso mi corazón se alegra, se regocijan mis entrañas y todo mi ser descansa seguro:
porque no me entregarás a la Muerte ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro. R.
Me harás conocer el camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha. R.
Primera carta del apóstol san Pedro 1, 17-21
Queridos hermanos: Ya que ustedes llaman Padre a aquel que, sin hacer acepción de personas, juzga a cada uno según sus obras, vivan en el temor mientras están de paso en este mundo.
Ustedes saben que fueron rescatados de la vana conducta heredada de sus padres, no con bienes corruptibles, como el oro y la plata,
sino con la sangre preciosa de Cristo, el Cordero sin mancha y sin defecto, predestinado antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos para bien de ustedes. Por él, ustedes creen en Dios, que lo ha resucitado y lo ha glorificado, de manera que la fe y la esperanza de ustedes estén puestas en Dios. Palabra de Dios.

Santo Evangelio según san Lucas 24, 13-35

Aquel día, el primero de la semana, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén. En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido.
Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. El les dijo: « ¿Qué comentaban por el camino?»
Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: « ¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!»
«¿Qué cosa?», les preguntó. Ellos respondieron: «Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron.»
Jesús les dijo: «íHombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?» Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él.
Cuando llegaron cerca del pueblo adónde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba.»
El entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se decían: « ¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?»
En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: «Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!» Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Palabra del Señor.

Reflexión:
VER A JESUS

Los relatos pascuales, más que insistir en el carácter prodigioso de las apariciones del resucitado, nos descubren diversos caminos para encontrarnos con Él. El episodio de Emaús, exclusivo de Lucas más que una crónica histórica es una catequesis que nos descubre el camino que tienen que hacer los discípulos y las comunidades de todos los tiempos para reconocer la presencia de Jesús en la historia. Presenta a dos discípulos que han perdido la fe por el escándalo de la cruz.
La situación de ambos está bien descrita desde el comienzo y refleja un estado de ánimo en el que se pueden encontrar los cristianos una y otra vez. Los dos discípulos poseen aparentemente todos los elementos necesarios para creer: conocen los escritos del antiguo Testamento, el mensaje de Jesús, su actuación y su muerte en cruz, han escuchado también el mensaje de la resurrección, y las mujeres les han comunicado su experiencia y les han confesado que “está vivo”. Todo es inútil. Los de Emaús caminan envueltos en tristeza y desaliento. Todas las esperanzas puestas en Jesús se han desvanecido. Ya no hay nada que esperar. Es gente desilusionada, derrotada, sin esperanza, encerrada tercamente en su posición de que aquello no tuvo que suceder.
Se habían hecho de Él una imagen como profeta poderoso en obras y palabras, habían presenciado los acontecimientos más importantes de su vida, se habían ilusionado con un nuevo Reino, esperaban que Él fuera el liberador de Israel, un Mesías político y triunfal… y lo sucedido expresa el fracaso de sus expectativas mesiánicas. La cruz es para ellos el fin de toda esperanza. No pueden ver otra cosa. Están cegados. Por eso, no reconocen a Jesús resucitado, en el camino de la historia de los hombres, cuando se les aparece como uno más, como otro caminante de la misma vida.
Pero cuando Jesús toma la palabra y empieza a explicarle las Escrituras (= el plan de Dios) y ellos comienzan a escucharle, a salir de sí mismos, a dejarse interpelar, “sienten arder el corazón”. Y dan señales de vida: “Quédate con nosotros, que está atardeciendo y el día va ya de caída”. Entonces sucede lo imprevisto: “le ven”, le reconocen. Han acogido al hombre sin saber que era Jesús. Se han hecho prójimos del caminante ofreciéndole techo y comida. Ya no son los mismos que al comienzo. Su actitud es otra. Es ahora cuando el relato nos recuerda la ultima cena: “Y sucedió que estando recostado con ellos a la mesa, tomó el pan, lo partió y se lo ofreció”. A los discípulos se les abren los ojos y le reconocen. Es en la reunión fraterna, en la fracción del pan compartido donde los discípulos descubren una nueva presencia de Jesús en medio de ellos. E inmediatamente Jesús desaparece de su vista. No es necesaria su presencia física. En la comunidad reunida en el amor, en la escucha y acogida de la Palabra de Dios, en la memoria de la última cena, en la entrega y donación, en el pan compartido, en la acogida del peregrino…, ahí está Jesús resucitado. Ahí tiene la comunidad el lugar privilegiado de la presencia de Jesús resucitado.

“Nosotros esperábamos”. Pocas expresiones reflejan tanta tristeza como ésta en boca de los discípulos de Emaús. Nadie como aquel profeta de Nazaret había movilizado tantas ilusiones, tanta esperanza, tanto entusiasmo. Ellos habían creído y esperado hasta su muerte. Incluso más allá de su muerte, habían esperado tres días más por si era verdad lo que no podían creer, desesperados, quisieron poner tierra de por medio y olvidar para siempre aquel triste hermoso episodio de su vida.

Camino de Emaús. El camino de Jerusalén a Emaús es un camino de huida, de abandono. El camino de Emaús es el camino de los que tratan de escapar, de los que creen estar ya de vuelta de todo, de los que se hicieron ilusiones y ahora se sienten desilusionados, de los que esperan hasta cierto punto, de todos los que no se entregan del todo. Es, también, nuestro camino, el de nuestras huidas de la responsabilidad, el de nuestras dudas en la fe, el de nuestra débil esperanza, el de nuestra cerrazón al plan de Dios, el de nuestra terquedad, el de nuestro orgullo herido. Pero es el camino de la vida, el que todos, de una forma u otra, tenemos que recorrer.

Jesús nos sale al encuentro. En ese camino, mientras avanzan penosamente, casi sin ganas de llegar a ninguna parte, les sale al encuentro Jesús…, pero no lo reconocen. No se lo dejan ver sus preocupaciones y prejuicios, su ideología y cerrazón.
Les resulta extraña la presencia del peregrino y más aún de su ignorancia de lo sucedido. Y así hablan y hablan, salen de sí mismos, se confían, descargan su pena y se van serenando. Por eso encuentran razonable el reproche del desconocido y escuchan con gozo sus explicaciones. Jesús trata de enseñarles a distinguir entre la esperanza y las ilusiones, entre el plan de Dios y los propios planes, entre lo que nos gustaría y lo que ha de suceder.

De vuelta a la realidad. El camino, la conversación y el tiempo fueron serenando el espíritu de los discípulos. Vieron con claridad. Ya no era necesaria la presencia física, porque ya habían recuperado la fe y la esperanza. La primera tarea del discípulo es precisamente ser testigo de lo que han visto y oído, testigo de que Jesús ha resucitado. Así vuelven a Jerusalén para dar testimonio ante los demás discípulos. El encuentro será una fiesta, pues también los otros habían visto al Señor resucitado.

Testigos de vista. Cuando llegaron al cenáculo sólo pudieron decir una cosa: “Hemos visto al Señor”. Es anunciar el Evangelio: dar testimonio de lo que hemos visto y oído, para que los demás, escuchando y viendo, crean.
Pbro. Daniel Silva.

KERIGMA: Del griego, proclamación.

"Kerigma" se refiere a la predicación y proclamación. Se diferencia de enseñar e instruir (didache). La palabra Evangelio, significa “Buena Noticia” y el Kerigma es el anuncio gozoso de esta Buena Noticia. Los elementos del Kerigma, fundamento de la fe cristiana, son:

1. Jesús es el Enviado de Dios y el Hijo de Dios;
2. Jesús padeció y con su muerte nos liberó de nuestros pecados;
3. Jesús Resucitó de la muerte y nos invita también a pasar de la muerte a la vida.
Esto implica una situación donde se anuncia, una presencia activa de Dios en la vida real de las personas, un cambio de situación porque Dios nos transforma.

Meditamos con el evangelio:

“Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran”.

¿En qué situaciones de mi vida, los hechos del mundo no me permiten vivir con fe y esperanza y ver al Jesús peregrino que camina a lado mío?

“Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron...”

¿Dejo que la alegría del Señor resucitado, me invada y transforme mi vida?

¿Me siento yo también testigo de Jesús vivo en mi vida? ¿Cómo lo anuncio?


Avisos Parroquiales


Horario de Misas Parroquia San José:
Sábados a las 18 hs.
Domingo: 10, 11:30 (niños) y 19 hs.


LECTURAS DE LA SEMANA

Lunes 9: Is. 35, 1-6ª. 10; Sal. Lc. 1, 46-55; Ef. 1, 3,14.
Martes 10: Hch. 7, 51—8, 1a.; Sal 30; Jn. 6, 30-35.
Miércoles 11: Hch. 8, 1b-8; Sal 65; Jn. 6, 35-40.
Jueves 12: Hch. 8, 26-40; Sal. 65; Jn. 6, 44-51.
Viernes 13: Hch. 9, 1-20; Sal. 116; Jn. 6, 51-59.
Sábado 14: Hch. 1, 15-17. 20-26; Sal. 112; Jn. 15, 9-17.

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las lecturas: El libro del Pueblo de Dios. Lectionautas.com


Círculo Bíblico San José
Parroquia San José:
Brandsen 4970 Villa Domínico.
Sábados 16 hs.

tercer domingo de cuaresma

lec

segundo domingo de cuaresma

xx

primer domingo cuaresma

x

Segundo Domingo de Pascua, “¡Señor mío y Dios mío!”

Lecturas del 1-05-11– Ciclo A –

Santas Pascuas de Resurrección

Lecturas del 24-04-11– Ciclo A –

Santas Pascuas de Resurrección

Quinto Domingo de Cuaresma (A), «Yo soy la Resurrección y la Vida…

Lecturas del 10-04-11
Quinto Domingo de Cuaresma (A)

«Yo soy la Resurrección y la Vida…
y todo el que vive y cree en mí,
no morirá jamás.”

Segundo domingo de Cuaresma