Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 25 de julio de 2020

“¿Cuál es el tesoro más valioso en mi vida?

Décimo séptimo domingo durante el año,
Lecturas 26-7-20, Ciclo A

 ” Ven Espíritu Santo”
Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que me ayude a abrir mis ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guie y asista al meditar tus enseñanzas, para que pueda saborearla y comprenderla, para que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la Verdad completa. Amén

Primer libro de los Reyes 3, 5-6a. 7-12
El Señor se apareció a Salomón en un sueño, durante la noche. Dios le dijo: «Pídeme lo que quieras.»                        
Salomón respondió: Señor, Dios mío, has hecho reinar a tu servidor en lugar de mi padre David, a mí, que soy apenas un muchacho y no sé valerme por mí mismo. Tu servidor está en medio de tu pueblo, el que tú has elegido, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular. Concede entonces a tu servidor un corazón comprensivo, para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién sería capaz de juzgar a un pueblo tan grande como el tuyo?                
Al Señor le agradó que Salomón le hiciera este pedido, y Dios le dijo: «Porque tú has pedido esto, y no has pedido para ti una larga vida, ni riqueza, ni la vida de tus enemigos, sino que has pedido el discernimiento necesario para juzgar con rectitud, yo voy a obrar conforme a lo que dices: Te doy un corazón sabio y prudente, de manera que no ha habido nadie como tú antes de ti, ni habrá nadie como tú después de ti.» Palabra de Dios.


Salmo 118 , R. ¡Cuánto amo tu ley, Señor!
El Señor es mi herencia: yo he decidido cumplir tus palabras. Para mí vale más la ley de tus labios que todo el oro y la plata.  R.
Que tu misericordia me consuele, de acuerdo con la promesa que me hiciste. Que llegue hasta mí tu compasión, y viviré, porque tu ley es toda mi alegría.  R.
Yo amo tus mandamientos y los prefiero al oro más fino. Por eso me guío por tus preceptos y aborrezco todo camino engañoso.  R.
Tus prescripciones son admirables: por eso las observo. La explicación de tu palabra ilumina y da inteligencia al ignorante.  R.

Pablo a los cristianos de Roma 8, 28-30
Hermanos: Sabemos, además, que Dios dispone, todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio. En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el Primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. Palabra de Dios.

 Evangelio según san Mateo 13, 44-52
Jesús dijo a la multitud: «El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo. 
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró. 
El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve. 
Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.                      
¿Comprendieron todo esto? «Sí», le respondieron. Entonces agregó: «Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo.» Palabra del Señor.


Reflexión, “¿Cuál es el tesoro más valioso en mi vida?”
Las parábolas del tesoro escondido y la perla preciosa nos hablan del encuentro con Dios –o con la divinidad que nos habita– a veces fortuito y a veces buscado, que llena de felicidad nuestra vida.
Hoy podemos reflexionar como ha llegado ese encuentro en nuestras vidas.
¡Ha aparecido en la tierra el Reino de Dios! Concretamente, se trata de Jesús, de su venida a la tierra y nos dice: la salvación ha llegado a vos por iniciativa de Dios, tomen la decisión de ser parte, no la dejen escapar. 
Desde la sabiduría del espíritu hoy podemos descubrir cuál es el tesoro de nuestras vidas; cuál es la perla preciosa por la cual estaríamos dispuestos a “venderlo” todo.
Para vivir con acierto, no basta saber cuál es el valor fundamental, sino que es necesario tomar la decisión de “vender” todo para quedarnos con lo que realmente hace vivir. Con lo que realmente da plenitud y felicidad a la vida.
Sería una necedad encontrar el tesoro, tener delante de ti la perla de tu vida, y dejar pasar la oportunidad de adquirirla. 

El tesoro escondido y la perla. La parábola del tesoro escondido y de la perla, en ambas, Jesús compara estos dos bienes valiosos con el Reino de Dios.
Debemos entender que el tesoro es un regalo gratuito de Dios, por eso el texto dice, un tesoro encontrado en el campo, pero que para poder acceder a él nos debemos desprender de todo lo que nos impide hoy vivirlo con plenitud.
Jesús necesita que sus discípulos comprendan que lo más valioso en sus vidas es el regalo de la Palabra que se les ha dado; como ya sabemos a ellos se les ha concedido el conocimiento de los misterios del Reino de los cielos.

La dinámica de esta parábola se basa en tres verbos: Va, Vende y Compra
“Va”, es decir, salir de donde estamos, implica cambiar de actitud, dejar todas las cosas superficiales que no nos llevan a una felicidad que perdure, buscar un rumbo nuevo.  
 “Vende”, el vender todo lo que se posee es la clave para poder acceder al tesoro del Reino de Dios, esto significa renunciar a las cosas del mundo que nos atan y esclavizan, que no nos hacen libres, ese es el desafío para aquellos que desean gozar de las maravillas del Reino de Dios.
 “Compra”, es decir ya despojado de lo anterior, se adquiere la nueva condición, el verdadero tesoro. Pero para adquirirlo hay que pasar por los otros dos verbos anteriores.
 La elección será la clave para formar parte del reino de los cielos. Descubrir el mensaje que se revela por Jesús y su reinado, abre los horizontes hacia una nueva humanidad. Una vez que se ha descubierto el valor absoluto que tiene el Reino, es necesario tomar una posición, y frente a este descubrimiento ningún precio es demasiado alto, pues el Reino se convierte en el único valor absoluto para quien lo descubre.
 Para el seguidor de Jesús es necesario romper los esquemas de muchas estructuras que deshumanizan. Personas que esperan un cambio sin ponerse en búsqueda, ateniéndose muchas veces a su herencia legalista, que no les permite salir a encontrar nuevas posibilidades para su existencia o para la existencia de los demás, se enfrentan en estas parábolas a las personas que han encontrado un sentido que creían perdido para sus vidas y se arriesgan al cambio y a la novedad, poniéndose en marcha en la construcción de proyectos alternativos que construyan hermandad solidaria entre los seres humanos y se comprometen en afianzar, desde la práctica concreta, los valores de vida y justicia que han encontrado.

La red de pescar. Los símbolos, Jesús compara el Reino de Dios con una Red de pescar, donde los peces son los hombres de toda clase, raza y cultura.

Descubrir el proyecto de Dios* No era fácil creer a Jesús. Algunos se sentían atraídos por sus palabras. En otros, por el contrario, surgían no pocas dudas. ¿Era razonable seguir a Jesús o una locura? Hoy sucede lo mismo: ¿merece la pena comprometerse en su proyecto de humanizar la vida o es más práctico ocuparnos cada uno de nuestro propio bienestar? Mientras tanto se nos puede pasar la vida sin tomar decisión alguna.
Jesús cuenta dos breves parábolas. En ambos relatos, el respectivo protagonista se encuentra con un tesoro enormemente valioso o con una perla de valor incalculable. Los dos reaccionan del mismo modo: venden todo lo que tienen y se hacen con el tesoro o con la perla. Es, sin duda, lo más sensato y razonable.
El reino de Dios está «oculto». Muchos no han descubierto todavía el gran proyecto que tiene Dios de un mundo nuevo. Sin embargo, no es un misterio inaccesible. Está «oculto» en Jesús, en su vida y en su mensaje. Una comunidad cristiana que no ha descubierto el reino de Dios no conoce bien a Jesús, no puede seguir sus pasos.
El descubrimiento del reino de Dios cambia la vida de quien lo descubre. Su «alegría» es inconfundible. Ha encontrado lo esencial, lo mejor de Jesús, lo que puede trasformar su vida. Si los cristianos no descubrimos el proyecto de Jesús, en la Iglesia no habrá alegría.
Los dos protagonistas de las parábolas toman la misma decisión: «venden todo lo que tienen». Nada es más importante que «buscar el reino de Dios y su justicia». Todo lo demás viene después, es relativo y ha de quedar subordinado al proyecto de Dios.
Esta es la decisión más importante que hemos de tomar en la Iglesia y en las comunidades cristianas: liberarnos de tantas cosas accidentales para comprometernos en el reino de Dios. Despojarnos de lo superfluo. Olvidarnos de otros intereses. Saber «perder» para «ganar» en autenticidad. Si lo hacemos, estamos colaborando en la conversión de la Iglesia. * J A Pagola.

                                                                                                                                                         Te Llame a vivir


Te preguntas, hijo mío,
por qué existes, por qué vives,
por qué te encuentras en este mundo.
Más de una vez te he sorprendido pensando
que hubiera sido mejor no haber nacido.
Tus días están teñidos de tristeza.
Nada motiva una esperanza.

Hijo; Quiero decirte claramente
que fui yo quien te llamó a la vida.
Yo te concebí primero
en mi inteligencia.
Vives en mi corazón,
desde el principio.
No viniste por casualidad,
ni eres fruto del azar.

TE LLAME A VIVIR
A ti.  Exclusivamente a ti.
Te hice irrepetible.
Nadie tiene tu misma voz,
ni tus mismos ojos,
ni tus mismos rasgos interiores.
Te di virtudes ...
¿Las ha descubierto?
Te di cualidades ...
¿Las conoces?
Te hice hermoso con mis propias manos.
Te comuniqué mi vida.
Deposité en ti mi propio amor
con abundancia.
Te hice ver el paisaje y el color.
Te di el oído
para que escucharas el canto
de los pájaros y la voz de los hombres.
Te di la palabra
para decir: “PADRE”, “MADRE”,
“AMIGO”, “HERMANO”.
Te di mi amor más profundo.
No sólo te di la vida,
te estoy sosteniendo en ella,
tú eres mi hijo amado.
Te conozco cuando respiras
y te cuido cuando duermes.
No lo dudes,
mis ojos están puestos en tus ojos,
mi mano la tengo colocada sobre tu cabeza.
TE AMO, aunque no me ames,
Ya lo sabes
Podrás ir donde puedas y donde quieras,
hasta allá te seguirá mi amor
Y te sostendrá mi diestra.
O crees que yo, como PADRE,
 ¿puedo olvidar a mi hijo?
¡Ni lo sueñes!
Desde que te hice ya no te puedo dejar solo.
Camino contigo y sonrío contigo.  Vivo en ti.
Te lo escribo de mil maneras y te lo digo al oído.
Y en silencio: ERES MI HIJO. TE AMO
                                                                             DIOS

Señor Jesús, te pido que te hagas presente  en mi vida, y de forma especial en este momento de oración. Ayúdame a escuchar tu Palabra, a interiorizar tu mensaje y a llevar tus enseñanzas en mi forma de vivir, para ser así, un fiel colaborador en la extensión de tu Reino. Amén.

Aclaración: Se han consultado para la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. Centro Bíblico del CELAM. Hojitas anteriores. Fr. Isidoro Crespo Ganuza O.P.

Círculo Bíblico San José,
“Tu palabra es una lámpara a mis pies  y una luz en mi camino” Sal 119

jueves, 23 de julio de 2020

“…dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen”

” Ven Espíritu Santo”
Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que me ayude a abrir mis ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guie y asista al meditar tus enseñanzas, para que pueda saborearla y comprenderla, para que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la Verdad completa. Amén
 Jueves 23 de julio, Mt 13, 10 -17
“A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los cielos; pero a ellos no. Al que tiene se le dará más y nadará en la abundancia; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden”
Señor aquí estoy delante de ti, me pongo en tu presencia con lo que soy. Te doy gracias por cada uno de los beneficios y bendiciones que has derramado hoy sobre mi vida, y te pido la gracia de corresponder con amor a las obras que quieras hacer a través de mí. Te ofrezco todo lo que tengo para que, con mi oración, pueda seguir intercediendo por las necesidades de los demás.
Ven Señor Jesús, te necesito.

miércoles, 22 de julio de 2020

“¿Por qué estás llorando, mujer?”


” Ven Espíritu Santo”
Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que me ayude a abrir mis ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guíe y asista al meditar tus enseñanzas, para que pueda saborearla y comprenderla, para que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la Verdad completa. Amén
  
Miércoles 22 de julio, san Juan 20, 1-2. 11-18

Los ángeles le preguntaron: “¿Por qué estás llorando, mujer?” Ella les contestó: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto”.

En María, muchos de nosotros podríamos exclamar «en mi dolor te busqué y no te encontré, Señor Dios, no sé en dónde te han llevado, no sé en dónde te habrán puesto».

No permitamos que el dolor, la confusión o la aflicción ciegue nuestra fe, nuestra esperanza, nuestro amor del Cristo Resucitado.
María Magdalena, permaneció al pie de la cruz cara al dolor y la muerte. No tenía un espíritu traidor ni un espíritu cobarde. Fue incluso capaz de recorrer el lugar de los muertos para buscar a su Señor.
Tengamos presente que cuando nos hallamos en medio de una gran confusión Él nos llama por nuestro nombre “¡María!” Ella se volvió y exclamó: “¡Rabbuní!”.

Ven Señor Jesús, te necesito.


martes, 21 de julio de 2020

Ser familia entorno al amor de Jesús

” Ven Espíritu Santo”

Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que me ayude a abrir mis ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guie y asista al meditar tus enseñanzas, para que pueda saborearla y comprenderla, para que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la Verdad completa. Amén 

Martes 21 de julio, Mt 12, 46 – 50

“todo el que cumple la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”.

Jesús desafió a toda aquella multitud que lo escuchaba a preguntarse por algo que puede parecer tan obvio como seguro: ¿quiénes son los miembros de nuestra familia, aquellos que nos pertenecen y a quienes pertenecemos? Dejando que la pregunta hiciera eco en ellos de forma clara y novedosa responde: “Todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”.

Jesús ha formado una nueva familia, que ya no se basa en vínculos naturales, sino en la fe en Él, en su amor que nos acoge y nos une entre nosotros, en el Espíritu Santo. Todos aquellos que acogen la palabra de Jesús son hijos de Dios y hermanos entre ellos. Acoger la palabra de Jesús nos hace hermanos entre nosotros y nos hace ser la familia de Jesús. 

Ven Señor Jesús, te necesito.

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