Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 31 de julio de 2021

“El Pan espiritual que sacia los anhelos más profundos del corazón”

   

Décimo octavo domingo, Lecturas 1-8-21, Ciclo B  

Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que abra mis ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guie y asista al meditar tus enseñanzas, para que pueda saborearla y comprenderla, para que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la Verdad completa. Amén  

Lectura del libro del Éxodo 16, 2-4. 12-15

En el desierto, los israelitas comenzaron a protestar contra Moisés y Aarón. «Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto, les decían, cuando nos sentábamos delante de las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. Porque ustedes nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea.»            
Entonces el Señor dijo a Moisés: «Yo haré caer pan para ustedes desde lo alto del cielo, y el pueblo saldrá cada día a recoger su ración diaria. Así los pondré a prueba, para ver si caminan o no de acuerdo con mi ley. 
Yo escuché las protestas de los israelitas. Por eso, háblales en estos términos: "A la hora del crepúsculo ustedes comerán carne, y por la mañana se hartarán de pan. Así sabrán que yo, el Señor, soy su Dios."» Efectivamente, aquella misma tarde se levantó una bandada de codornices que cubrieron el campamento; y a la mañana siguiente había una capa de rocío alrededor de él. Cuando esta se disipó, apareció sobre la superficie del desierto una cosa tenue y granulada, fina como la escarcha sobre la tierra. Al verla, los israelitas se preguntaron unos a otros: «¿Qué es esto?» Porque no sabían lo que era.  Entonces Moisés les explicó: «Este es el pan que el Señor les ha dado como alimento.» Palabra de Dios.   

Salmo 77, R. El Señor les dio como alimento un trigo celestial.

Lo que hemos oído y aprendido, lo que nos contaron nuestros padres, lo narraremos a la próxima generación: son las glorias del Señor y su poder.  R.

Mandó a las nubes en lo alto y abrió las compuertas del cielo: hizo llover sobre ellos el maná, les dio como alimento un trigo celestial.  R.

Todos comieron un pan de ángeles, les dio comida hasta saciarlos. Los llevó hasta su Tierra santa, hasta la Montaña que adquirió con su mano.  R.

Carta de Pablo a los de Efesios 4, 17. 20-24

Hermanos: Les digo y les recomiendo en nombre del Señor: no procedan como los paganos, que se dejan llevar por la frivolidad de sus pensamientos.
Pero no es eso lo que ustedes aprendieron de Cristo, si es que de veras oyeron predicar de él y fueron enseñados según la verdad que reside en Jesús. De él aprendieron que es preciso renunciar a la vida que llevaban, despojándose del hombre viejo, que se va corrompiendo por la seducción de la concupiscencia, para renovarse en lo más íntimo de su espíritu y revestirse del hombre nuevo, creado a imagen de Dios en la justicia y en la verdadera santidad. Palabra de Dios.  

Santo Evangelio según san Juan 6, 24-35

Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban en el lugar donde el Señor había multiplicado los panes, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús. 
Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo llegaste?» Jesús les respondió: «Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello.» Ellos le preguntaron: «¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?» Jesús les respondió: «La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado.» Y volvieron a preguntarle: «¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo.» Jesús respondió: «Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo.»  Ellos le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan.» Jesús les respondió: «Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.»  Palabra del Señor.

 Reflexión

El evangelio de Juan que leemos este domingo es un llamado de atención para no poner toda nuestra vida solamente en la meta de los bienes materiales, olvidándonos de nuestro camino espiritual, animándonos a buscar el alimento que perdura. Y nos señala que Jesús es ese “pan”, ese alimento que merece la pena.

Creer en él no es algo teórico. Implica vivir como él vivió. Y quien sigue sus pasos, camina hacia la auténtica Vida. A toda persona le llega de vez en cuando su desierto: la situación crítica en la que parece que no se encuentran soluciones de ayuda para sobrevivir a tan crítico momento.

«¿Qué debemos hacer…? En el Evangelio según San Juan continuamos leyendo el capítulo 6, tomando la primera parte del llamado discurso Pan de vida: La gente, que quedó sorprendida por la multiplicación de los panes y de los peces, busca febrilmente encontrase con Jesús y logran hallarlo del otro lado del lago. En el momento que se encuentran, las palabras del Maestro revelan con claridad la actitud superficial de los que lo buscan. El Señor les reprocha que lo busquen porque están satisfechos por lo que comieron y no porque hayan comprendido el signo de la multiplicación de los panes y los peces. Les aconseja entonces que no se preocupen tanto por la comida que se acaba sino por la que es duradera y da vida eterna, la “comida” que da Jesús. Pareciera que la gente está interesada en lo que el Señor les dice y por eso le preguntan qué es lo que deben hacer. Jesús les contestará decididamente que lo que Dios quiere es que crean en Él, el Hijo que ha enviado el Padre de los Cielos.

Pero el pueblo le pide un signo que acredite que esto es así… Una vez más queda en evidencia que no han comprendido el sentido de la multiplicación de los panes y los peces. Siguen dialogando y después de algunas idas y vueltas Jesús se terminará revelando como el pan que da vida. El que confía en Él nunca más tendrá hambre ni sed.   

Descubrir un “pan espiritual” que sacie los anhelos más profundos del corazón. La pedagogía del Señor ha llevado a la gente desde la necesidad del pan material de cada día a la capacidad de levantar los ojos y poder descubrir un “pan espiritual” que sacie los anhelos más profundos del corazón.  

Jesús quiere despertar en ellos un hambre diferente*. Les habla de un pan que no sacia solo el hambre de un día, sino el hambre y la sed de vida que hay en el ser humano. No lo hemos de olvidar. En nosotros hay un hambre de justicia para todos, un hambre de libertad, de paz, de verdad. Jesús se presenta como ese Pan que nos viene del Padre, no para hartarnos de comida sino "para dar vida al mundo".  

Este Pan, venido de Dios, "perdura hasta la vida eterna". Los alimentos que comemos cada día nos mantienen vivos durante años, pero llega un momento en que no pueden defendernos de la muerte. Es inútil que sigamos comiendo. No nos
pueden dar vida más allá de la muerte.
Jesús se presenta como ese Pan de vida eterna. Cada uno ha de decidir cómo quiere vivir y cómo quiere morir. Pero, creer en Cristo es alimentar en nosotros una fuerza indestructible, empezar a vivir algo que no terminará con nuestra muerte.
Seguir a Jesús es entrar en el misterio de la muerte sostenidos por su fuerza resucitadora.
Al escuchar sus palabras, aquellas gentes de Cafarnaúm le gritan desde lo hondo de su corazón: "Señor, danos siempre de ese pan". Desde nuestra fe vacilante, nosotros no nos atrevemos a pedir algo semejante. Quizás, sólo nos preocupa la comida de cada día. Y, a veces, sólo la nuestra. 
  

Cómo creer en Jesús*. Según el evangelista Juan, Jesús está conversando con la gente a orillas del lago de Galilea. Jesús les dice que no trabajen por cualquier cosa, que no piensen solo en un «alimento perecedero». Lo importante es trabajar teniendo como horizonte «la vida eterna».

Sin duda es así. Jesús tiene razón. Pero ¿Cuál es el trabajo que quiere Dios? Esta es la pregunta de la gente: ¿Cómo podemos ocuparnos en los trabajos que Dios quiere? La respuesta de Jesús no deja de ser desconcertante. El único trabajo que Dios quiere es este: «Que crean en el que Dios les ha enviado». ¿Qué significa esto?  

«Creer en Jesús» no es una experiencia teórica, un ejercicio mental. No consiste simplemente en una adhesión religiosa. Es un «trabajo» en el que sus seguidores han de ocuparse a lo largo de su vida.  

Creer en Jesús es algo que hay que cuidar y trabajar día a día.  

«Creer en Jesús» es configurar la vida desde él, convencidos de que su vida fue verdadera: una vida que conduce a la vida eterna. Su manera de vivir a Dios como Padre, su forma de reaccionar siempre con misericordia, su empeño en despertar esperanza es lo mejor que puede hacer el ser humano.

«Creer en Jesús» es vivir y trabajar por algo último y decisivo: esforzarse por un mundo más humano y justo; hacer más real y más creíble la paternidad de Dios; no olvidar a quienes corren el riesgo de quedar olvidados por todos, incluso por las religiones. Y hacer todo esto sabiendo que nuestro pequeño compromiso, siempre pobre y limitado, es el trabajo más humano que podemos hacer.

Por eso, desentendernos de la vida de los demás, vivirlo todo con indiferencia, encerrarnos solo en nuestros intereses, ignorar el sufrimiento de la gente que encontramos en nuestro camino… son actitudes que indican que no estamos «trabajando» nuestra fe en Jesús. *J A Pagola  

“Yo soy el pan de vida” es una fórmula de fuerza extraordinaria, parecida a aquellas otras que sólo a Jesús se podría atribuir: “Yo soy la luz del mundo”, “Yo soy el buen pastor” ... el que viene a Jesús no tendrá hambre ni sed, no necesita de otras fuentes de gozo para saciar sus anhelos y aspiraciones.

Hoy. En la carta a los efesios se nos pide que nos dejemos renovar por el Espíritu Santo y que revisemos nuestro estilo de vida y marchemos por un camino de vida cristiana. Se nos invita a no dejarnos guiar por esta “vaciedad de criterios del mundo”. A no ser uno más. A no ser lo que quiere la sociedad de consumo, a ser nosotros, únicos como nos creó Dios, llenos de talentos a descubrir y desarrollar. Esto significa romper con el viejo ser humano, preocupado sólo en la comida y lo que me pongo, con las cosas del mundo que nos alejan de Dios, para estar dispuestos a una continua renovación en el Espíritu, a vivir en la justicia y santidad y ser justos y rectos. A descubrir y vivir la verdadera felicidad.  

Antes que nosotros, otros ya experimentaron el poder de la fe y podemos pensar en la obra material y espiritual de Madre Teresa, en el derrumbamiento del muro de Berlín, pero hay otros mil aspectos no tan vistosos, pero sumamente eficaces, que muestran en nuestras vidas el poder de la fe.  

Reflexionemos sencilla y agradecidamente en el poder de la fe en nosotros mismos, en las personas que están a nuestro alrededor y con las que convivimos, en tantísimos cristianos esparcidos por todos los rincones de nuestro planeta. El poder de la fe es la palanca que sostiene y eleva el mundo.

Preguntémonos cada uno qué podemos hacer para que otras personas experimenten en carne propia el poder de la fe.  

“Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.”  

 

Cuerpo y Sangre de Cristo, “Tomen, esto es mi Cuerpo”

 Décimo primer domingo, “El Reino de Dios es como…”

 Décimo segundo domingo, “¿Por qué tienen miedo?”

 Décimo tercer domingo, “Dios, es el Dios de la Vida”

Décimo cuarto domingo, “Dios ” El Mesías, el hijo de Dios, es el carpintero, uno de nosotros”

 Décimo quinto domingo,  “La misión siempre nace del corazón transformado por el amor de Dios”

 Décimo sexto domingo, “Eran como ovejas sin pastor”

Décimo séptimo domingo, “Vivir el reino de Dios, es compartir  nuestro pan”  

Aclaración: Se han consultado para la preparación del siguiente texto: El libro del Pueblo de Dios. Centro Bíblico del CELAM. Donbosco.org.ar. Dominicos.org. José Antonio Pagola. ACIprensa.  

Círculo Bíblico San José  

“Tu palabra es una lámpara a mis pies y una luz en mi camino” Sal 119