Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 22 de mayo de 2021

"Viene Dios bajo la persona del Espíritu Santo, a quedarse para siempre"


Hola les comparto el audio del padre Juan José Milano del domingo de Pentecostés, 23-5-21, Ciclo B


 

“Reciban el Espíritu Santo”

 

Pentecostés

 Lecturas 23-5-21, Ciclo B 

” Ven Espíritu Santo”

Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que abra mis ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guie y asista al meditar tus enseñanzas, para que pueda saborearla y comprenderla, para que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la Verdad completa. Amén  

Hechos de los apóstoles 2, 1-11    
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse.        
Había en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo. Al oírse este ruido, se congregó la multitud y se llenó de asombro, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Con gran admiración y estupor decían: «¿Acaso estos hombres que hablan no son todos galileos? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia lengua? 
Partos, medos y elamitas, los que habitamos en la Mesopotamia o en la misma Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor, en Frigia y Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.»  Palabra de Dios.                

Salmo 103, R. Señor, envía tu Espíritu y renueva la superficie de la tierra.

Bendice al Señor, alma mía: ¡Señor, Dios mío, ¡qué grande eres! ¡Qué variadas son tus obras, Señor! la tierra está llena de tus criaturas! R.

Si les quitas el aliento, expiran y vuelven al polvo. Si envías tu aliento, son creados, y renuevas la superficie de la tierra. R.           
¡Gloria al Señor para siempre, alégrese el Señor por sus obras! que mi canto le sea agradable, y yo me alegraré en el Señor. R.      

1º carta de Pablo a los corintios 12, 3b--13         

Hermanos: Nadie, movido por el Espíritu de Dios, puede decir: «Jesús es el Señor», si no está impulsado por el Espíritu Santo. Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos. En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común. Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo -judíos y griegos, esclavos y hombres libres- y todos hemos bebido de un mismo Espíritu. Palabra de Dios.                               

Secuencia
Ven, Espíritu Santo, y envía desde el cielo un rayo de tu luz.  

Ven, Padre de los pobres, ven a darnos tus dones, ven a darnos tu luz.

Consolador lleno de bondad, dulce huésped del alma suave alivio de los hombres.                  
Tú eres descanso en el trabajo, templanza de las pasiones, alegría en nuestro llanto. 
Penetra con tu santa luz en lo más íntimo del corazón de tus fieles.    

Sin tu ayuda divina no hay nada en el hombre, nada que sea inocente.                 

Lava nuestras manchas, riega nuestra aridez, cura nuestras heridas.  

Suaviza nuestra dureza, elimina con tu calor nuestra frialdad, corrige nuestros desvíos.
Concede a tus fieles, que confían en ti, tus siete dones sagrados.          

Premia nuestra virtud, salva nuestras almas, danos la eterna alegría.    

Evangelio según san Juan 20, 19-23             
Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con ustedes!» Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes.»  Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió «Reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan.» Palabra del Señor.     

 Reflexión: 

*El Domingo de Pentecostés (cincuenta días después de la Pascua) nos muestra que las experiencias de Pascua, de la Resurrección, nos han puesto en el camino de la vida verdadera. Pero esa vida es para llevarla al mundo, para transformar la historia, para fecundar a la humanidad en una nueva experiencia de unidad (no uniformidad) de razas, lenguas, naciones y culturas. Lucas ha querido recoger aquí lo que sintieron los primeros cristianos cuando perdieron el miedo y se atrevieron a salir del «cenáculo» para anunciar el Reino de Dios que se les había encomendado. Todo el capítulo primero de los Hechos de los Apóstoles es una preparación interna de la comunidad para poner de manifiesto lo importante que fueron estas experiencias del Espíritu para cambiar sus vidas, para profundizar en su fe, para tomar conciencia de lo que había pasado en la Pascua, no solamente con Jesús, sino con ellos mismos y para reconstruir el grupo de los Doce, al que se unieron todos los seguidores de Jesús. Por eso, el día de Pentecostés ha sido elegido por Lucas para concretar una experiencia extraordinaria, rompedora, decidida, porque era una fiesta judía que recordaba en algunos círculos judíos el don de la Ley del Sinaí, seña de identidad del pueblo de Israel y del judaísmo. Las pretensiones para que la identidad de la comunidad de Jesús resucitado estuviera en la fuerza y la libertad del Espíritu es algo muy sintomático. El evangelista sabe lo que quiere decir y nosotros también, porque el Espíritu es lo propio de los profetas, de los que no están por una iglesia estática y por una religión sin vida. Por eso es el Espíritu quien marca el itinerario de la comunidad apostólica y quien la configura como comunidad profética y libre. *Fray Miguel de Burgos Núñez  

Pentecostés: era en Israel la fiesta de la recolección.  De agraria se convierte, más tarde, en fiesta histórica: en ella se recordaba la promulgación de la ley sobre el Sinaí.  Recibía también el nombre de “Fiesta de las semanas” (7x7 días después de la Pascua).  En ese día la ciudad de Jerusalén se llenaba de creyentes judíos venidos a la festividad desde diferentes lugares de la diáspora.  

Los cristianos conmemoramos en Pentecostés la donación del Espíritu.  En Hechos 2, 1-21 se nos relata cómo los discípulos de Jesús, estando reunidos, temerosos y sin saber qué hacer, el día de Pentecostés reciben el don del Espíritu que los llevará a proclamar la buena nueva a todos aquellos que se encontraban en la ciudad. La comunidad de los discípulos es presentada como el nuevo pueblo de Dios lleno de Espíritu que da testimonio de Jesús, el Mesías.  De ahí que Pentecostés sea también la fiesta del nacimiento de la Iglesia.  

Los discípulos de Jesús no entendían todavía que significaba que Jesús iba a resucitar.  Lo prueba claramente María Magdalena y Pedro ante el sepulcro vacío y, sobre todo, la actitud de Tomás. La muerte de Jesús había sido un golpe duro para ellos y el enfrentamiento con los jefes del pueblo y las autoridades romanas los aterraba.

En este relato vemos el cumplimiento de las promesas de Jesús: “Volveré a ustedes” “les enviaré el Espíritu Santo y tendrán paz”. Jesús resucitado se hace presente y les desea la paz, el shalom, es decir, integridad de vida, salud, búsqueda de justicia y armonía personal y social. Les manda, además, continuar la misión, que precisamente le había llevado a la muerte que tanto les asusta.  

La misión de la comunidad. Como la de Jesús, es liberar, dar paz, perdonar, amnistiar, dar vida hasta la entrega total. De Él recibe esta misión y el Espíritu para llevarla adelante.  

Cada cristiano es un enviado de Jesús.  La llamada a la fe y a la comunidad es, al mismo tiempo, llamada a la misión.  Hemos sido elegidos por Jesús para realizar el proyecto de Dios con Él. Pero la llamada/envío se remonta más arriba, hasta el mismo Dios: “Como el Padre me envió a mí, así los envió yo a ustedes”.  Es decir, cada cristiano es otro Jesús, que recibe su misma misión de parte de Dios. Somos enviados de Dios, embajadores del Padre, sus mensajeros, en compañía de Jesús, en la construcción de la nueva humanidad.  

Y no hay excusas para la misión.  Los primeros enviados “estaban con las puertas cerradas” por miedo a los judíos y autoridades, carecían de paz.  Humanamente no estaban preparados. Sin embargo, ellos son los elegidos.  Ellos son lo que tienen que proseguir la causa de Jesús.  Ellos son los que tienen que perdonar y dar vida.  

“Reciban el Espíritu Santo”.  Así comprendieron y renacieron a la vida.  Y se fueron por todo el mundo.  Y supieron perdonar. Rompieron las barreras del miedo y las puertas de la pequeña comunidad.  Experimentaron la paz en la misión y en el compromiso.  Y se sintieron llamados a la resurrección.

La misión cristiana no es una orden sino un fuego interior.  El amor misionero del padre y de Jesús, y el nuestro, es el Espíritu Santo.  Quema mucho para purificarnos.  Arde fuerte para darnos vida.  Nos pone en movimiento, para crear más vida.  El Espíritu Santo sabe que la misión es dura, porque no luchamos contra enemigos de carne y hueso sino contra estructuras de opresión y dominación.  Pero Él nos hace capaces de perdonar pecados, de destrozar la injusticia, derribar la mentira, quebrar la oscuridad y dar vida.  Él nos hace descentrarnos de nuestros fallos y descubrir nuestros auténticos pecados.  El Espíritu que se nos da nos hace ser personas resucitadas, llenas de paz, perdón y vida.  

Bajo la inspiración del Espíritu Santo los discípulos encuentran el lenguaje apropiado para ese anuncio.  No se trata de emplear un solo idioma, sino de ser capaces de entenderse.  Cada uno comprende en su lengua, desde su mundo cultural.  Por consiguiente, la evangelización no consiste en una uniforme impuesta, sino en la fidelidad al mensaje y el entendimiento en la diversidad.  Eso es la Iglesia, una comunión; en ella cada miembro tiene una función.  Todos cuentan y deben, por lo tanto, ser respetados en sus carismas.  Coraje para decir el Evangelio y verdadero sentido de la comunión eclesial, a eso nos llama la fiesta de Pentecostés.  

Hoy: No hace falta que te digan que estamos en una época difícil, que hoy no es sencillo vivir, que muchas veces a todos nos ataca el desaliento, que nos cuesta querernos, comunicarnos y ayudarnos, que cada uno piensa demasiado en sí mismo, que no reconocemos fácilmente el amor de Dios en nuestra propia vida, que hay viejos rencores y heridas que nos cuesta sanar, que por ahí nos sentimos insatisfechos, que otras veces no sabemos para qué trabajamos, para qué nos estamos esforzando, para qué vivimos en realidad. O quizás en el fondo nos sentimos solos, con una oculta tristeza. Nadie puede negar que algunas de estas cosas aniden en nuestro corazón.

Pero para solucionar este profundo problema, para vivir con intensidad y con armonía, necesitamos algo, hay algo que nos falta. En definitiva, nos falta “espíritu”. A nuestras existencias les falta el fuego, la luz, la vitalidad, la fortaleza, el empuje, la paz del Espíritu Santo. Y en el fondo, todo nuestro ser está sediento de Él, de su presencia, de su río de vida. Vivir sin Espíritu, es vivir sin haber resucitado

Necesitamos que el Señor, el Dios Amor, se haga presente y nos transmita el soplo creador del Espíritu que nos infunda aliento de vida, porque la fe en el Espíritu es fe liberadora.     

Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de amor: haz que mi corazón siempre sea capaz de más caridad.

 Dones

Para que el cristiano pueda cumplir su misión, el Espíritu Santo le regala sus siete dones, que son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu. Estos dones son:  

Don de Ciencia: es el don que nos permite acceder al conocimiento. Es la luz invocada por el cristiano para sostener la fe del bautismo.

Don de consejo: don que nos permite saber decidir con acierto, aconsejar a los otros fácilmente y en el momento necesario conforme a la voluntad de Dios.

Don de Fortaleza: es el don que el Espíritu Santo concede al fiel, ayuda en la perseverancia, es una fuerza sobrenatural.

Don de Inteligencia: don que nos lleva al camino de la contemplación, camino para acercarse y conocer las cosas de Dios.

Don de Piedad: el corazón del cristiano no debe ser ni frío ni indiferente. El calor en la fe y el cumplimiento del bien es el don de la piedad.

Don de Sabiduría: don que nos permite apreciar lo que vemos, lo que presentimos de la obra divina, gustar de las cosas de Dios.

Don de Temor: es el don que nos salva del orgullo, sabiendo que lo debemos todo a la misericordia divina.

 

 

Domingo de Pascua

“Cristo Vive”


Segundo domingo de Pascua

“Señor mío y Dios mío”

 

Tercer domingo de Pascua

“Ustedes son testigos de todo esto”

 

Cuarto domingo de Pascua

“Yo Soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen a mí”

 

Quinto domingo de Pascua

“El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto”

 

Sexto domingo de Pascua

“Ámense los unos a los otros, como yo los he amado”

 

Ascensión

“Vayan por todo el mundo, anuncien la buena Noticia a toda la creación”  

Aclaración: Se han consultado para la preparación del siguiente texto: El libro del Pueblo de Dios. Centro Bíblico del CELAM. Donbosco.org.ar. Dominicos.org. José Antonio Pagola. Fray Marcos.  

Círculo Bíblico San José  

“Tu palabra es una lámpara a mis pies y una luz en mi camino” Sal 119

domingo, 16 de mayo de 2021

Con nuestro corazón lleno de esperanza, anunciamos la buena nueva.

Ascención 

16-5-21, Ciclo B

Hola les comparto el audio de
la reflexión del padre Juan José Milano del domingo de la Ascensión.