Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 24 de julio de 2021

"La necesidad de compartir, desde lo que tenemos"

  


Hola, les comparto la reflexión de las lecturas del decimo séptimo domingo durante el año, 25 de julio 2021, del padre Juan José Milano. Bendiciones

                                                                                                     

viernes, 23 de julio de 2021

“Vivir el reino de Dios, es compartir nuestro pan”

 
Décimo séptimo domingo, Lecturas 25-7-21, Ciclo B  

Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que abra mis ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guie y asista al meditar tus enseñanzas, para que pueda saborearla y comprenderla, para que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la Verdad completa. Amén  

Segundo libro de los Reyes 4, 42-44

Llegó un hombre de Baal Salisá, trayendo pan de los primeros frutos para el profeta Eliseo, veinte panes de cebada y grano recién cortado, en una alforja.  Eliseo dijo: «Dáselo a la gente para que coman.» Pero su servidor respondió: «¿Cómo voy a servir esto a cien personas?»  «Dáselo a la gente para que coman, replicó él, porque así habla el Señor: Comerán y sobrará.» El servidor se lo sirvió; todos comieron y sobró, conforme a la palabra del Señor. Palabra de Dios.

Salmo 144, R. Abres tu mano, Señor, y nos colmas con tus bienes.

Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder.  R.

Los ojos de todos esperan en ti, y tú les das la comida a su tiempo; abres tu mano y colmas de favores a todos los vivientes.  R.

El Señor es justo en todos sus caminos y bondadoso en todas sus acciones; está cerca de aquellos que lo invocan, de aquellos que lo invocan de verdad.  R.   

Carta de Pablo a los cristianos de Éfeso 4, 1-6

Hermanos: Yo, que estoy preso por el Señor, los exhorto a comportarse de una manera digna de la vocación que han recibido. Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia, sopórtense mutuamente por amor. Traten de conservar la unidad del Espíritu, mediante el vínculo de la paz.         
Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la que ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida. Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, lo penetra todo y está en todos. Palabra de Dios. 
 

Santo Evangelio según san Juan 6, 1-15

Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía sanando a los enfermos. Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.
Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: «¿Dónde compraremos pan para darles de comer?» El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió: «Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan.» 
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: «Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?» Jesús le respondió: «Háganlos sentar.» Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran unos cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: «Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada.» Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: «Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo.» Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña. Palabra del Señor.

 Reflexión


El relato que hoy compartimos es el que llamamos habitualmente como “la multiplicación de los panes y de los peces”. Lo llamativo es que aparece contado 6 veces en el Nuevo Testamento: dos veces en Mateo, dos veces en Marcos, una vez en Lucas y una vez en Juan (la que hoy compartimos).

Jesús se va al otro lado del lago de Galilea y mucha gente lo sigue por los signos que ha realizado fundamentalmente curando y sanando a los enfermos. A veces venían de lejos, y era lógico que lo hicieran preparados para pasar unos días. Acercándose la fiesta de la Pascua, Jesús se va con sus discípulos a un cerro y al percibir la cantidad de gente que hay, aprovecha el momento para seguir con sus enseñanzas, retóricamente le pregunta a Felipe dónde se puede comprar comida para tantas personas. Felipe con sentido calculador responde que es obvio que no hay dinero suficiente para alimentarlos, en ese momento Andrés presenta a un niño que tiene cinco panes y dos pescados, pero claramente sabe que eso es absolutamente insuficiente para poder darles de comer, (es la misma pregunta que el criado le hace a Eliseo). Jesús manda que se sienten en la hierba y tomando los panes y los pescados en sus manos ora en actitud de acción de gracias y los reparte entre toda la gente: ¡unos cinco mil hombres! Lo interesante no es únicamente que todos comieron, sino que además se nos narra que quedaron satisfechos y que sobraron doce canastos llenos.     

Jesús enseña que la forma de vivir el Reino es que expresemos nuestro amor, compartiendo. Quizás todo el dinero del mundo fuese suficiente para comprar el alimento necesario para los que pasan hambre, pero esto no sucede, es decir no vamos a solucionar el problema por ese camino, lo más buscado en este mundo es precisamente el dinero. Creemos que sin dinero nada se puede hacer y tratamos de convertirlo todo en papel moneda, no sólo los recursos naturales sino también los recursos humanos y los valores: el amor, la amistad, el servicio, la justicia, la fraternidad, la fe, etc. Se nos ha olvidado que la vida acontece por pura gratuidad, por puro don de Dios, y nosotros podemos aportar a la solución, compartiendo.    

Jesús en esta multiplicación de los panes y de los peces parte de lo que la gente tiene en el momento. El milagro no es solamente la multiplicación del alimento, sino lo que ocurre en el interior de sus oyentes: se sintieron interpelados por la palabra de Jesús y, dejando a un lado el egoísmo, cada cual colocó lo poco que aún le quedaba, y se maravillaron después de ver que el alimento se multiplicó y sobró. Comprendieron entonces que, si el pueblo pasaba hambre y necesidad, además de la situación de pobreza, era por el egoísmo de los hombres y mujeres que conformados con lo que tenían, no les importaba que los demás pasaran necesidad.  

El gesto de compartir marca profundamente la vida de las primeras comunidades que siguieron a Jesús. Compartir el pan se convierte en un gesto que prolonga y mantiene la vida, un gesto de Pascua y de Resurrección. Al partir el pan se descubre la presencia nueva del resucitado.
Si somos hijos de un mismo Padre como reconoce Pablo en la lectura que hemos hecho, no se entiende por qué tantos hombres y mujeres viven en extrema pobreza mientras unos cuantos viven en abundancia y no saben qué hacer con lo que tienen. En el mundo actual es mucho el dinero que se invierte en guerra, en viajes extraterrestres, en tratamientos para adelgazar. Con el capital se crean condiciones cada vez más injustas y se pretende hacer más dinero, explotando los recursos que quedan, muchas veces sin preguntarnos si destruyen todo y acaben con las condiciones de vida sobre la tierra. 
 

Ningún ser humano debiera morir de hambre, pues la tierra tiene lo suficiente para todos. Los cristianos no debemos olvidar el compartir: ésta es la clave para hacer realidad la fraternidad, para reconocernos hijos de un mismo Padre. Cuando se comparte con gusto y con alegría el alimento se multiplica y sobra.  

Aunque Jesús pregunta a los discípulos, en concreto a Felipe, cómo se podría dar de comer a la enorme multitud en el desierto, él sabe perfectamente lo que va a hacer. El Señor toma la iniciativa. Sin embargo, quiere servirse de la buena voluntad de aquel muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces. Y lo hace, para enseñarnos a nosotros que cuando compartimos, Él se hace presente multiplicando los panes. 

¿Cuáles son hoy mis cinco panes y dos pescados? ¿Estoy dispuesto a ofrecerles a Jesús?   

El buen pastor que alimenta a su rebaño. El relato del milagro además de ser una muestra de la misericordia divina de Jesús con los necesitados es figura de la Sagrada Eucaristía. Así lo han interpretado muchos Padres de la Iglesia. El mismo gesto del Señor –elevar los ojos al cielo– lo recuerda la Liturgia en el Canon Romano de la Santa Misa.... El milagro de aquella tarde junto al lago manifestó el poder y el amor de Jesús a los hombres.   

Poder y amor que harán posible también que encontremos el Cuerpo de Cristo bajo las especies sacramentales, para alimentar, a todo lo largo de la historia, a las multitudes de los fieles que acuden a Él hambrientas y necesitadas de consuelo. Como expresó Santo Tomás en la secuencia que compuso para la Misa del Corpus Christi: «Lo tome uno o lo tomen mil, lo mismo, tomen este, que aquel, no se agota por tomarlo...».    

«El milagro adquiere así todo su significado, sin perder nada de su realidad. Es grande en sí mismo, pero resulta aún mayor por lo que promete: evoca la imagen del buen pastor que alimenta a su rebaño.  

Se diría que es como un ensayo de un orden nuevo. Multitudes inmensas vendrán a tomar parte del festín eucarístico, en el que serán alimentadas de manera mucho más milagrosa, con un manjar infinitamente superior»

En la Comunión recibimos cada día a Jesús, el Hijo de María, el que realizó aquella tarde este grandioso milagro. «Nosotros poseemos, en la Hostia, al Cristo de todos los misterios de la Redención: al Cristo de la Magdalena, del hijo pródigo y de la samaritana, al Cristo resucitado de entre los muertos, sentado a la derecha del Padre. Esta maravillosa presencia de Cristo en medio de nosotros revoluciona nuestra vida; está aquí con nosotros: en cada ciudad, en cada pueblo». Nos espera y nos extraña cuando no nos encontramos con Él.      

Hoy. Eucaristía y crisis económica* Todos los cristianos lo sabemos. La eucaristía dominical se puede convertir fácilmente en un «refugio religioso» que nos protege de la vida conflictiva en la que nos movemos a lo largo de la semana…

A veces somos sensibles a lo que afecta a la dignidad de la celebración, pero nos preocupa menos olvidarnos de las exigencias que entraña celebrar la cena del Señor. Nos molesta que un sacerdote no se atenga estrictamente a la normativa ritual, pero podemos seguir celebrando rutinariamente la misa sin escuchar las llamadas del evangelio.

El riesgo siempre es el mismo: comulgar con Cristo en lo íntimo del corazón sin preocuparnos de comulgar con los hermanos que sufren. Compartir el pan de la eucaristía e ignorar el hambre de millones de hermanos privados de pan, de justicia y de futuro…  

Necesitamos liberarnos de una cultura individualista que nos ha acostumbrado a vivir pensando solo en nuestros propios intereses, para aprender sencillamente a ser más humanos. Toda la eucaristía está orientada a crear fraternidad.  

No es normal escuchar todos los domingos a lo largo del año el evangelio de Jesús sin reaccionar ante sus llamadas. No podemos pedir al Padre «el pan nuestro de cada día» sin pensar en aquellos que tienen dificultades para obtenerlo. No podemos comulgar con Jesús sin hacernos más generosos y solidarios. No podemos darnos la paz unos a otros sin estar dispuestos a tender una mano a quienes están más solos e indefensos ante la crisis. *J A Pagola.  

Himno del congreso eucarístico. (Corrientes 2004)  

¡Quédate con nosotros, Jesús, que da miedo tanta oscuridad, no es posible morirse de hambre en la Patria bendita del pan! ¡Quédate con nosotros, Señor, que hace falta un nuevo Emaús; la propuesta será compartir como vos y en tu nombre, ¡Jesús! II.  

 

Santísima Trinidad

“…bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”  

Cuerpo y Sangre de Cristo, “Tomen, esto es mi Cuerpo”  

Décimo primer domingo, “El Reino de Dios es como…”  

Décimo segundo domingo, “¿Por qué tienen miedo?”  

Décimo tercer domingo, “Dios, es el Dios de la Vida”  

Décimo cuarto domingo, “Dios ” El Mesías, el hijo de Dios, es el carpintero, uno de nosotros”  

Décimo quinto domingo,  “La misión siempre nace del corazón transformado por el amor de Dios”  

Décimo sexto domingo, “Eran como ovejas sin pastor”  

Aclaración: Se han consultado para la preparación del siguiente texto: El libro del Pueblo de Dios. Centro Bíblico del CELAM. Donbosco.org.ar. Dominicos.org. José Antonio Pagola. ACIprensa.  

Círculo Bíblico San José  

“Tu palabra es una lámpara a mis pies y una luz en mi camino” Sal 119