Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 8 de abril de 2023

Sábado 8 de abril 2023. Lecturas de la VIGILIA PASCUAL.

   

          “Jesús de Nazaret, el Crucificado ha resucitado

Lectura del libro del Génesis 1, 1-2, 2
Al principio Dios creó el cielo y la tierra. La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios se cernía sobre las aguas. Entonces Dios dijo: «Que exista la luz.» Y la luz existió. Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas; y llamó Día a la luz y Noche a las tinieblas. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el primer día.
Dios dijo: «Que haya un firmamento en medio de las aguas, para que establezca una separación entre ellas.» Y así sucedió. Dios hizo el firmamento, y este separó las aguas que están debajo de él, de las que están encima de él; y Dios llamó Cielo al firmamento. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el segundo día.
Dios dijo: «Que se reúnan en un solo lugar las aguas que están bajo el cielo, y que aparezca el suelo firme.» Y así sucedió. Dios llamó Tierra al suelo firme y Mar al conjunto de las aguas. Y Dios vio que esto era bueno. Entonces dijo: «Que la tierra produzca vegetales, hierbas que den semilla y árboles frutales, que den sobre la tierra frutos de su misma especie con su semilla adentro.» Y así sucedió. La tierra hizo brotar vegetales, hierba que da semilla según su especie y árboles que dan fruto de su misma especie con su semilla adentro. Y Dios vio que esto era bueno. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el tercer día.
Dios dijo: «Que haya astros en el firmamento del cielo para distinguir el día de la noche; que ellos señalen las fiestas, los días y los años, y que estén como lámparas en el firmamento del cielo para iluminar la tierra.» Y así sucedió. Dios hizo los dos grandes astros -el astro mayor para presidir el día y el menor para presidir la noche- y también hizo las estrellas. Y los puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra, para presidir el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y Dios vio que esto era bueno. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el cuarto día.
Dios dijo: «Que las aguas se llenen de una multitud de seres vivientes y que vuelen pájaros sobre la tierra, por el firmamento del cielo.» Dios creó los grandes monstruos marinos, las diversas clases de seres vivientes que llenan las aguas deslizándose en ellas y todas las especies de animales con alas. Y Dios vio que esto era bueno. Entonces los bendijo, diciendo: «Sean fecundos y multiplíquense; llenen las aguas de los mares y que las aves se multipliquen sobre la tierra.» Así hubo una tarde y una mañana: este fue el quinto día.
Dios dijo: «Que la tierra produzca toda clase de seres vivientes: ganado, reptiles y animales salvajes de toda especie.» Y así sucedió. Dios hizo las diversas clases de animales del campo, las diversas clases de ganado y todos los reptiles de la tierra, cualquiera sea su especie. Y Dios vio que esto era bueno.
Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza; y que le estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras de la tierra, y todos los animales que se arrastran por el suelo.» Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer.
Y los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra.» Y continuó diciendo: «Yo les doy todas las plantas que producen semilla sobre la tierra, y todos los árboles que dan frutos con semilla: ellos les servirán de alimento. Y a todas la fieras de la tierra, a todos los pájaros del cielo y a todos los vivientes que se arrastran por el suelo, les doy como alimento el pasto verde.» Y así sucedió. Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el sexto día.
Así fueron terminados el cielo y la tierra, y todos los seres que hay en ellos. El séptimo día, Dios concluyó la obra que había hecho, y cesó de hacer la obra que había emprendido. Palabra de Dios.

Salmo 103 R. Señor, envía tu Espíritu y renueva la superficie de la tierra.

Bendice al Señor, alma mía: ¡Señor, Dios mío, qué grande eres! Estás vestido de esplendor y majestad y te envuelves con un manto de luz. R.
Afirmaste la tierra sobre sus cimientos: ¡no se moverá jamás! El océano la cubría como un manto, las aguas tapaban las montañas. R.
Haces brotar fuentes en los valles, y corren sus aguas por las quebradas. Las aves del cielo habitan junto a ellas y hacen oír su canto entre las ramas. R.
Desde lo alto riegas las montañas, y la tierra se sacia con el fruto de tus obras. Haces brotar la hierba para el ganado y las plantas que el hombre cultiva. R.
¡Qué variadas son tus obras, Señor! ¡Todo lo hiciste con sabiduría, la tierra está llena de tus criaturas! ¡Bendice al Señor, alma mía! R.

Lectura del libro del Génesis 22, 1-18
Dios puso a prueba a Abraham «¡Abraham!», le dijo.
El respondió: «Aquí estoy.» Entonces Dios le siguió diciendo: «Toma a tu hijo único, el que tanto amas, a Isaac; ve a la región de Moria, y ofrécelo en holocausto sobre la montaña que yo te indicaré.»
A la madrugada del día siguiente, Abraham ensilló su asno, tomó consigo a dos de sus servidores y a su hijo Isaac, y después de cortar la leña para el holocausto, se dirigió hacia el lugar que Dios le había indicado. Al tercer día, alzando los ojos, divisó el lugar desde lejos, y dijo a sus servidores: «Quédense aquí con el asno, mientras yo y el muchacho seguimos adelante. Daremos culto a Dios, y después volveremos a reunirnos con ustedes.»
Abraham recogió la leña para el holocausto y la cargó sobre su hijo Isaac; él, por su parte, tomó en sus manos el fuego y el cuchillo, y siguieron caminando los dos juntos.
Isaac rompió el silencio y dijo a su padre Abraham: «¡Padre!»
El respondió: «Sí, hijo mío.» «Tenemos el fuego y la leña, continuó Isaac, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?»
«Dios proveerá el cordero para el holocausto», respondió Abraham. Y siguieron caminando los dos juntos.
Cuando llegaron al lugar que Dios le había indicado, Abraham erigió un altar, dispuso la leña, ató a su hijo Isaac, y lo puso sobre el altar encima de la leña. Luego extendió su mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo. Pero el Ángel del Señor lo llamó desde el cielo: «¡Abraham, Abraham!» «Aquí estoy», respondió él.
Y el Ángel le dijo: «No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño. Ahora sé que temes a Dios, porque no me has negado ni siquiera a tu hijo único.»
Al levantar la vista, Abraham vio un carnero que tenía los cuernos enredados en una zarza. Entonces fue a tomar el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Abraham llamó a ese lugar: «El Señor proveerá», y de allí se origina el siguiente dicho: «En la montaña del Señor se proveerá.»
Luego el Ángel del Señor llamó por segunda vez a Abraham desde el cielo, y le dijo: «Juro por mí mismo -oráculo del Señor- : porque has obrado de esa manera y no me has negado a tu hijo único, yo te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos, y por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, ya que has obedecido mi voz.» Palabra de Dios.

Cantamos Salmo 9 “Prueben que bueno es el Señor”

Salmo 15, 5 y 8. 9-10. 11, R: Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti. 

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. R.

Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa esperanzada. Porque no me abandonarás en la región de los muertos ni dejarás a tu fiel ver la corrupción. R/.

Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. R.

Lectura del libro del Éxodo 14, 15-15, 1
Después el Señor dijo a Moisés: «¿Por qué me invocas con esos gritos? Ordena a los israelitas que reanuden la marcha. Y tú, con el bastón en alto, extiende tu mano sobre el mar y divídelo en dos, para que puedan cruzarlo a pie. Yo voy a endurecer el corazón de los egipcios, y ellos entrarán en el mar detrás de los israelitas. Así me cubriré de gloria a expensas del Faraón y de su ejército, de sus carros y de sus guerreros. Los egipcios sabrán que soy el Señor, cuando yo me cubra de gloria a expensas del Faraón, de sus carros y de sus guerreros.»
El Ángel de Dios, que avanzaba al frente del campamento de Israel, retrocedió hasta colocarse detrás de ellos; y la columna de nube se desplazó también de adelante hacia atrás, interponiéndose entre el campamento egipcio y el de Israel. La nube era tenebrosa para unos, mientras que para los otros iluminaba la noche, de manera que en toda la noche no pudieron acercarse los unos a los otros.
Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo retroceder el mar con un fuerte viento del este, que sopló toda la noche y transformó el mar en tierra seca. Las aguas se abrieron, y los israelitas entraron a pie en el cauce del mar, mientras las aguas formaban una muralla, a derecha e izquierda. Los egipcios los persiguieron, y toda la caballería del Faraón, sus carros y sus guerreros, entraron detrás de ellos en medio del mar.
Cuando estaba por despuntar el alba, el Señor observó las tropas egipcias desde la columna de fuego y de nube, y sembró la confusión entre ellos. Además, frenó las ruedas de sus carros de guerra, haciendo que avanzaran con dificultad.
Los egipcios exclamaron: «Huyamos de Israel, porque el Señor combate en favor de ellos contra Egipto.»
El Señor dijo a Moisés: «Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas se vuelvan contra los egipcios, sus carros y sus guerreros.»
Moisés extendió su mano sobre el mar y, al amanecer, el mar volvió a su cauce. Los egipcios ya habían emprendido la huida, pero se encontraron con las aguas, y el Señor los hundió en el mar. Las aguas envolvieron totalmente a los carros y a los guerreros de todo el ejército del Faraón que habían entrado en medio del mar para perseguir a los israelitas. Ni uno solo se salvó. Los israelitas, en cambio, fueron caminando por el cauce seco del mar, mientras las aguas formaban una muralla, a derecha e izquierda.
Aquel día, el Señor salvó a Israel de las manos de los egipcios. Israel vio los cadáveres de los egipcios que yacían a la orilla del mar, y fue testigo de la hazaña que el Señor realizó contra Egipto. El pueblo temió al Señor, y creyó en él y en Moisés, su servidor.
Entonces Moisés y los israelitas entonaron este canto en honor del Señor.

Salmo Ex 15 R. Cantaré al Señor, que se ha cubierto de gloria.

«Cantaré al Señor, que se ha cubierto de gloria: él hundió en el mar los caballos y los carros. El Señor es mi fuerza y mi protección, él me salvó. El es mi Dios y yo lo glorifico, es el Dios de mi padre y yo proclamo su grandeza. R.
El Señor es un guerrero, su nombre es "Señor".
El arrojó al mar los carros del Faraón y su ejército, lo mejor de sus soldados se hundió en el Mar Rojo. R.
El abismo los cubrió, cayeron como una piedra en lo profundo del mar. Tu mano, Señor, resplandece por su fuerza, tu mano, Señor, aniquila al enemigo. R.
Tú llevas a tu pueblo, y lo plantas en la montaña de tu herencia, en el lugar que preparaste para tu morada, en el Santuario, Señor, que fundaron tus manos. ¡El Señor reina eternamente!» R.

Lectura de la profecía de Ezequiel 36, 16-28
La palabra del Señor me llegó en estos términos.
Hijo de hombre, cuando el pueblo de Israel habitaba en su propio suelo, lo contaminó con su conducta y sus acciones: su conducta era ante mí como la impureza de una mujer en su menstruación. Entonces derramé mi furor sobre ellos, por la sangre que habían derramado sobre el país y por los ídolos con que lo habían contaminado. Los dispersé entre las naciones y ellos se diseminaron por los países. Los juzgué según su conducta y sus acciones. Y al llegar a las naciones adonde habían ido, profanaron mi santo Nombre, haciendo que se dijera de ellos: «Son el pueblo del Señor, pero han tenido que salir de su país.» Entonces yo tuve compasión de mi santo Nombre, que el pueblo de Israel profanaba entre las naciones adonde había ido.
Por eso, di al pueblo de Israel: Así habla el Señor: Yo no obro por consideración a ustedes, casa de Israel, sino por el honor de mi santo Nombre, que ustedes han profanado entre las naciones adonde han ido. Yo santificaré mi gran Nombre, profanado entre las naciones, profanado por ustedes. Y las naciones sabrán que yo soy el Señor -oráculo del Señor- cuando manifieste mi santidad a la vista de ellas, por medio de ustedes.
Yo los tomaré de entre las naciones, los reuniré de entre todos los países y los llevaré a su propio suelo. Los rociaré con agua pura, y ustedes quedarán purificados. Los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus ídolos.
Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo: les arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne.
Infundiré mi espíritu en ustedes y haré que sigan mis preceptos, y que observen y practiquen mis leyes. Ustedes habitarán en la tierra que yo he dado a sus padres. Ustedes serán mi Pueblo y yo seré su Dios. Palabra de Dios.

Cantamos el Salmo 18

Salmo responsorial Sal 41, 3. 5bcd; 42, 3. 4
R: Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío  

Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? R.

Cómo entraba en el recinto santo, cómo avanzaba hacia la casa de Dios, entre cantos de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta. R.

Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada. R.

Me acercaré al altar de Dios, al Dios de mi alegría; y te daré gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío. R.

Carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 6, 3-11

Hermanos: ¿No saben ustedes que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús, nos hemos sumergido en su muerte? Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva.
Porque si nos hemos identificado con Cristo por una muerte semejante a la suya, también nos identificaremos con él en la resurrección. Comprendámoslo: nuestro hombre viejo ha sido crucificado con él, para que fuera destruido este cuerpo de pecado, y así dejáramos de ser esclavos del pecado. Porque el que está muerto, no debe nada al pecado.
Pero si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él. Sabemos que Cristo, después de resucitar, no muere más, porque la muerte ya no tiene poder sobre él. Al morir, él murió al pecado, una vez por todas; y ahora que vive, vive para Dios. Así también ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús. Palabra de Dios.

Salmo 117 R. Aleluia, aleluia, aleluia.

¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor! R.
La mano del Señor es sublime, la mano del Señor hace proezas. No, no moriré: viviré para publicar lo que hizo el Señor. R.
La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos. R.

 

Santo Evangelio según san Mateo 28, 1-10

Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro. De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Ángel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos. El Ángel dijo a las mujeres: «No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde estaba, y vayan en seguida a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán”. Esto es lo que tenía que decirles». Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y corrieron a dar la noticia a los discípulos. De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: «Alégrense». Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. Y Jesús les dijo: «No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán». Palabra del Señor

                                                                                                           Círculo Bíblico San José  

El gran final de una historia de amor eterno

   

 El gran final de una historia de amor eterno

No se trata de una novela, sino de una realidad que celebramos y revivimos cada año en la Semana Santa.

De un Dios creador, qué dialogaba con su creatura, se pasó a una creatura que se alejó de Él y también así de sí misma; pero en el tiempo, Dios vuelve a buscarlo; promete su presencia en una Alianza de fidelidad con su pueblo en la persona de Abraham padre en la fe; pero ese pueblo vuelve a ser infiel y ante esa falta de amor, aparecerá la ley y de ella la religiosidad legal que tampoco podía producir desde una piedra exterior, la transformación del corazón del hombre, pues él, no puede justificarse ante Dios por sus propias obras. Así llegamos al Dios que por tercera vez sale al encuentro del hombre, pero en esta oportunidad haciéndose hombre. Ya no se tratará de inspirar a emisarios como los profetas, sino de su propia persona, La Palabra hecha carne, pues en Cristo Jesús que se abaja para que el hombre pueda llegar a él, se reencuentra absolutamente la naturaleza humana y la divina en una sola persona.

Por ello tanto Benedicto XVI como Francisco, insisten en sus encíclicas de presentación, que se comienza a ser cristiano “por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”, - eco de la bella expresión de san Agustín: “Ser cristiano no es ir a la conquista de Cristo, sino en dejarse conquistar por él”.

Ese sentido y esa puerta de reencuentro gratuita de Dios con su creatura, fue posible porque un Jesucristo, que muriendo en la Cruz, nos dio de una vez para siempre, la vida eterna antes perdida. Paradoja evangélica que se sintetiza en la Semana Santa, donde se inicia con un Domingo de Ramos en que reciben al Señor vitoreándolo, para al poco tiempo, arrastrarlo al juicio y a la condena. Jueves sacerdotal de aquella última cena de Jesús con sus amigos, en que nos deja el encuentro Eucarístico junto a su palabra, para ser repetida en cada Misa y en cada instante en todo el mundo, como presencia viva y operante en aquellos que creen; un viernes de silencio en que recordamos a la luz sepultada en la oscuridad de la tumba, para llegar a un sábado de Gloria y Domingo de Resurrección, en que la vida vence a la muerte, como la luz a las tinieblas, por aquel que se autodefinió, no solo como vida y verdad, sino fundamentalmente como camino, ya que el hombre no pudiendo hacerse un camino hacia Dios; Dios se hizo camino para llegar a él y así, poderlo encontrar en nuestro propio interior, como templos de su Espíritu. De la creación, a la recreación definitiva, atravesando el puente de la Cruz, hacia la vida eterna.                                                                                                                                                                    P. Juan José F. Milano

8 abril 2023. Sábado Santo: meditación con María, la Madre del Señor.

  
¡Deja que la Palabra del Señor transforme tu vida! 

viernes, 7 de abril de 2023

Evangelio del día 7 abril 2023. Jn 18, 1-19-42. Viernes Santo.

 
¡Deja que la Palabra del Señor transforme tu vida! 

[Juan 18,1-19,42] En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el que lo iba a entregar, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando una cohorte y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo: «¿A quién buscáis?». Le contestaron: «A Jesús, el Nazareno». Les dijo Jesús: «Yo soy». Estaba también con ellos Judas, el que lo iba a entregar. Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez: «¿A quién buscáis?». Ellos dijeron: «A Jesús, el Nazareno». Jesús contestó: «Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a estos». Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste». Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro: «Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?». La cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo». Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada portera dijo entonces a Pedro: «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?». Él dijo: «No lo soy». Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. Jesús le contestó: «Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído de qué les he hablado. Ellos saben lo que yo he dicho». Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo: «¿Así contestas al sumo sacerdote?». Jesús respondió: «Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?». Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote. Simón Pedro estaba de pie, calentándose, y le dijeron: «¿No eres tú también de sus discípulos?». Él lo negó, diciendo: «No lo soy». Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo: «¿No te he visto yo en el huerto con él?». Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo... Palabra del señor.

“Dar testimonio de la Verdad”

Hoy quiero dejarme iluminar por la Resurrección de Cristo, dejarme transformar por su fuerza, para que, también a través de cada uno de nosotros en el mundo, los signos de muerte dejen lugar a los signos de la vida! Ven Señor Jesús, te necesitamos.


jueves, 6 de abril de 2023

Adoración al Santísimo Sacramento, Jueves santo: quinta parte.

 

11) Palabra del señor: Jn 15,9-17: 

Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes.

Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.

Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado.

No hay amor más grande que dar la vida por los amigos.

Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. 

Que nuestro Dios que es fuente de amor, colme nuestro interior con su Paz.

Que Jesucristo, Amor que se entrega haga de nosotros un instrumento de reconciliación.

Que el Espíritu Santo, vínculo y unidad haga de nuestros corazones ardientes impulso de comunión.

Que el Señor nos bendiga y nos guarde y haga de nosotros una bendición para los demás. 

12) Oh, amado Jesús

Ayúdame a esparcir Tu fragancia por donde quiera que vaya. Inunda mi alma con Tu Espíritu y Vida.

Penetra y posee todo mi ser tan completamente, que mi vida entera sea un resplandor de la tuya. Brilla a través de mí y permanece tan dentro de mí, que cada alma con que me encuentre pueda sentir Tu presencia en la mía.  ¡Permite que no me vean a mí, sino solamente a Jesús! 

 Quédate conmigo y empezaré a resplandecer como Tú, a brillar tanto que pueda ser una luz para los demás. 

La luz oh, Jesús, vendrá toda de Ti, nada de ella será mía; serás Tú quien resplandezca sobre los demás a través de mí. Brillando sobre quienes me rodean, permíteme alabarte como más te gusta.

Permíteme predicarte sin predicar, no con palabras sino a través de mi ejemplo, a través de la fuerza atractiva, de la influencia armoniosa de todo lo que haga, de la inefable plenitud del amor que existe en mi corazón por Ti. 

                                                                                              Amén. Madre Teresa de Calcuta

13) Canción: Nadie te ama como yo

Cuanto he esperado este momento. Cuanto he esperado que estuvieras así.

Cuanto he esperado que me hablaras. Cuanto he esperado que vinieras a mí. Yo sé bien lo que has vivido. Yo sé bien lo que has llorado. Yo sé bien lo que has sufrido. Pues de tu lado no me he ido.

Pues nadie te ama como yo, pues nadie te ama como yo. Mira la cruz, esa es mi más

grande prueba. Nadie te ama como yo.

Mira la cruz, fue por Tí, fue porque te amo.

Nadie te ama como yo.

Yo sé bien lo que me dices. Aunque a veces ni me hablas. Yo sé bien lo que en ti sientes. Aunque nunca lo compartas.

Yo a tu lado he caminado. Junto a ti siempre yo he ido. Aunque a veces te he cargado. Yo he sido tu mejor amigo.

14) Terminamos rezando la oración que Jesús nos enseñó:

Padre Nuestro.

Dios te salve María / Dios te salve María / Dios te salve María. 

Adoración al Santísimo sacramento, Jueves Santo: cuarta parte.


 9) Palabra del Señor: Jn 1, 16-18.

De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. El que lo ha revelado es el hijo único, que está en el seno del Padre. 

Reflexión:

Sabemos que la vida diaria nos agobia, sabemos que pagaste un alto precio por nosotros, por eso queremos comprometernos hoy ante vos a vivir nuestra vida guiados por tu Palabra y asistidos por el Espíritu santo que nos has dado.

Sabemos que no estamos solos, sabemos que bajo la fragilidad de la Ostia, con los ojos de la fe, veo ante mí a mi Dios, mí Señor, mi Redentor, al creador del cielo y de la tierra, a mí Todo. Señor haznos semejantes a Ti. 

“Te rogamos, Señor Dios nuestro, que tu gracia nos ayude, para que vivamos siempre de aquel mismo Amor, que movió a tu Hijo a entregarse a la muerte por la salvación del mundo”. 

Vamos a pedirle a Dios, que Cristo desde la Cruz, nos atraiga a Él, para que sin temor muramos con Él al pecado para resucitar con Él a la Vida Eterna.               

10) Palabra del Señor: Jn 1, 14

Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único lleno de gracia y de verdad...

Reflexión:

“Debemos aprender a celebrar la Eucaristía, aprender a conocer de cerca a Jesucristo, el Dios con rostro humano. Entrar realmente en contacto con él, aprender a escucharlo; aprender a dejarlo entrar en nosotros. Porque la comunión sacramental es precisamente esta unión con Jesús. No tomo un pedazo de pan o de carne; tomo y abro mi corazón para que entre el Resucitado en mi ser, para que esté dentro de mí y no sólo fuera de mí; para que así hable dentro de mí y transforme mi ser; para que me dé el sentido de la justicia, el celo por el Evangelio y la fuerza de llevar la luz de Dios a este mundo. 

La iniciativa salvadora de Dios reclama de nuestra parte una respuesta personal que no debe quedar en meros gestos individuales, externos y aislados. Abarca toda nuestra vida. Provoca una renovación total; un cambio profundo, definitivo, que debe estar presente en los criterios, los juicios, las actitudes, los comportamientos y los compromisos. Es mucho más que la adhesión a un “código de convivencia y buenas costumbres” …. 

Señor, queremos recordar y vivir lo que nos dijiste: 

“Permanezcan en mi amor para que den fruto”.

El fruto consiste en “que se amen unos a otros” (Jn 13,34).

“Que se amen como yo los he amado”. Y “Nadie tiene mayor amor que dar la vida por los amigos”. (Jn.15, 13)

Queremos decirte que cuentes con nosotros, nos sentimos tus amigos: 

"Te ofrezco, Señor, mis pensamientos, 

ayúdame a pensar en ti;

Te ofrezco mis palabras, ayúdame a hablar de ti.

Te ofrezco mis obras, ayúdame a cumplir tu voluntad

Te ofrezco mis penas, ayúdame a sufrir por ti.

Todo aquello que quieres Tú, Señor, lo quiero yo, precisamente porque lo quieres tú, como tú lo quieras y durante todo el tiempo que lo quieras. 

Adoración al Santísimo Sacramento, Jueves Santo: tercera parte.


 7) Palabra del Señor:  Jn 1, 1-5. 9-11

“Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. 

Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.

En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron” ... 

La Palabra era la luz verdadera, que al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.

Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.

Espíritu de Dios ayúdanos a meditar en nuestro interior tus Palabras:  Señor Vos que viniste a rescatarnos, que diste tu vida por nosotros, sabemos que la agonía que vemos en tu rostro fue por el AMOR que nos tenes. En este momento de dolor y entrega tuya Señor brotan desde el alma, algunas cosas que necesitamos meditar:

¿En todo este tiempo que te hiciste presente en nuestras vidas, reconocimos tu palabra como la luz verdadera que ilumina nuestro peregrinar?  

¿Es nuestra guía en cada situación que nos toca vivir?  

¿Qué significa entregar nuestra vida y morir a nuestro yo, para que a igual que vos podamos vivir de acuerdo con la voluntad del Padre?

Te pedimos que nos ayudes a entregar nuestros modos de ver las cosas, para que sean los modos de Dios y no los nuestros los que rijan nuestra vida. 

A entregar nuestros planes, para pedirle a Dios que nos muestre sus planes para nuestra vida. Vos más que nadie ayúdanos a entregar nuestra voluntad a Dios, para que sea Su Voluntad y no la nuestra la que dirija nuestra existencia en la tierra. 

8) Canción: “en m Mí Getsemaní”

Para que mi amor no sea un sentimiento tan solo un deslumbramiento pasajero.

Para no gastar mis palabras más mías ni vaciar de contenido mi te quiero.

Quiero hundir más hondo mi raíz en ti y cimentar en solidez éste, mi afecto pues mi corazón que es inquieto y es frágil sólo acierta si se abraza a tus proyectos

Más allá de mis miedos, más allá de mi inseguridad quiero darte mi respuesta: aquí estoy, para hacer Tu voluntad para que mi amor sea decirte sí hasta el final.

Adoración al Santisimo Sacramento, Jueves Santo: segunda parte.

 
 5) Meditamos:

Getsemaní es la noche triste de Jesús, la hora crítica. Una hora que duró una eternidad. Jesús entró en agonía y su agonía traspasa los siglos.

Getsemaní es noche oscura, es soledad.

Getsemaní es ceguera e ingratitud de los amigos.

Getsemaní es angustia, es silencio.

Getsemaní es tristeza de muerte, es súplica desgarrada.

Getsemaní es lucha con Dios, hasta dejarse vencer, es cercanía de algún ángel bueno.

Getsemaní es victoria del sí, del sí que nos salva. 

En Getsemaní, te vimos con un sudor de sangre, causa de la angustia en que estabas sumido. Se diría que era el alma el que sudaba, sangre de las venas del alma. Los aspectos dolorosos de la pasión nos oprimen, nos conmueven, pero hay también aspectos amorosos donde Dios nos hace saber que su ternura y misericordia son eternas. 

Tu misericordia, Señor, es lo más fuerte.

Tu misericordia, Señor, sostiene al mundo.

Tu misericordia, Señor, es infinitamente más grande que el abismo de nuestras miserias. Tu misericordia, Señor, no tiene límite, ni fondo.

Tu misericordia, Señor, es nuestra esperanza.

Tu misericordia, Señor, es lo que nos salva. 

Pero Getsemaní no fue; Getsemaní es, sigue existiendo y en algunos casos está a nuestro lado, aunque no queramos verlo.

Getsemaní está: En todo aquel que sufre dolores en su cuerpo o angustia en su alma.

En aquel que está discriminado y excluido socialmente.

En el que está crucificado en una cama o una silla de ruedas.

En el que fracasa una y otra vez.

En el torturado o injustamente encarcelado.

En el desocupado porque no encuentra trabajo.

En el que vive en la miseria a causa de la injusticia y la corrupción, en los chicos desnutridos y en los ancianos olvidados.

En el que lucha por liberarse de sus dependencias.

En la mujer esclavizada y utilizada.

En el que ha perdido la ilusión y la esperanza.

En el niño prostituido, que ya no ríe, pero también en el ser abortado que ya no vivirá. 

Señor Jesús: sabemos que tocas nuestro corazón en la hora difícil, para que nadie se sienta solo en la noche triste, para que todos encuentren la mano amiga en los momentos de crisis, que tu debilidad nos haga fuertes y tu oscuridad encienda nuestra fe. 

6) Canción: Salmo 18        

Yo te amo, Señor mi fortaleza, mi roca, mi baluarte, mi liberador, la peña en que me amparo, mi escudo y mi fuerza, mi salvador.   

En el templo se escuchó mi voz, clamé por Ti en mi angustia, extendiste tu mano y no caí, no caí. 

Tu poder del enemigo me libró. Las olas de la ... 

Adoración al Santísimo Sacramento, Jueves Santo: primera parte.


Recordamos que estamos en presencia de Dios:

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu santo, amén.

Le vamos a pedir al ES que nos asista y guie en esta adoración al santísimo Sacramento:

1) Oración: 

Ven Espíritu Santo, ven padre de los pobres, ven fuego divino, ven.

Ven a regar lo que está seco en nuestras vidas, ven.

Ven a fortalecer lo que está débil, a sanar lo que está enfermo, ven.

Ven a romper mis cadenas, ven a iluminar mis tinieblas, ven.

Ven porque te necesito, porque todo mi ser te reclama.

Espíritu Santo, dulce huésped del alma, ven, ven Señor” Amén    

                            Compartimos el versículo que más nos llegó.  

2) Oración:

Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de sabiduría: dame mirada y oído interior, para que no me apegue a las cosas materiales, sino que busque siempre las realidades del Espíritu.

Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de Amor: haz que mi corazón siempre sea capaz de más caridad.

Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de Verdad: concédeme llegar al conocimiento de la verdad en toda su plenitud. 

Compartimos el versículo que más nos llegó.

3) Canción:

Ven Espíritu de Dios. Inúndame de amor y ayúdame a seguir.

Ven y dame tu calor quema mi corazón enséñame a servir. 

Ven Espíritu de Dios. Ven a mi ser. Ven a mi vida. Ven Espíritu de Dios, Ven a morar. Maranathá.

Con la vida que me das te invoca mi dolor aclama a mi Señor. 

Ven y cambia mi existir, transforma mi penar en glorias hacia TI.

4) Meditamos: 

Señor como discípulos nos llamaste a velar con vos, a acompañarte con nuestra oración en tu angustia, a repasar en nuestro corazón de amigos todas las enseñanzas y la vida entregada del Hijo de Dios entre nosotros. Es la noche de tus Amigos, de los que te aman, de los que quieren compartirlo todo, lo bueno y lo malo. Una noche profunda de reflexión y de gran unión con vos. 

Señor Jesús te vimos recorriendo las aldeas de Galilea, allí viviste los mejores momentos de tu vida. La gente sencilla se conmovía ante tu mensaje de un Dios bueno y misericordioso. Los pobres se sentían defendidos. Los enfermos y desvalidos agradecían a Dios Padre tu poder de Sanar y aliviar su sufrimiento. Sin embargo, no te quedaste para siempre entre aquellas personas que te querían tanto. 

Nos explicaste tu decisión: «tengo que ir a Jerusalén», era necesario anunciar la Buena Noticia de Dios y su proyecto de un mundo más justo, en el centro mismo de la religión judía. Era peligroso. Sabías que «allí ibas a padecer mucho». Los dirigentes religiosos y las autoridades del templo te iban a ejecutar, pero confiabas en el Padre: que te «resucitaría al tercer día». 

Queremos acompañarte Señor, a lo largo de esta noche, pero no acompañarte un tiempo de reloj, el tiempo como tal ya no importa, sino con el Espíritu que nos enseñaste a vivir cada momento de nuestras vidas. 

Queremos estar cerca de tu entrega, acompañarte Señor es poco, mejor es unirnos a vos, poner nuestro corazón junto al tuyo, no solamente mirarte y aceptarlo, si no sentirlo en lo más profundo de nuestro ser, quedándonos no solamente con el dolor que sentís, si no con el AMOR por él cual hiciste todo. 

Ven Espíritu Santo. Llénanos de tu luz y de tu amor para poder acompañar al Señor en este momento.


Evangelio del día 6 abril 2023. Jn 13, 1-15. Jueves Santo

 
¡Deja que la Palabra del Señor transforme tu vida! 

[Juan 13, 1-15] Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando; ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro y este le dice: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?». Jesús le replicó: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde». Pedro le dice: «No me lavarás los pies jamás». Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo». Simón Pedro le dice: «Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza». Jesús le dice: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos». Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios». Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis. Palabra del Señor.

“Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.»
Hoy la Palabra me lleva a decirle a Jesús, ayúdame a descubrir que el camino pasa por el servicio, por donarme, por no dar vuelta la cara frente a la necesidad de los demás. Ayúdame a mantener abierto mi corazón al amor, al encuentro, a la vida y no guardarla para mí mismo. Con vos Jesús quiero seguirte y brindarme en el servicio que tenga que dar. (ref. donboco.org.ar)

miércoles, 5 de abril de 2023

Evangelio del día 5 abril 2023. Mt 26, 14-25. Miércoles Santo

 ¡Deja que la Palabra del Señor transforme tu vida! 

[Mateo 26, 14-25] En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: «¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?». Ellos se ajustaron con él en treinta monedas de plata. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?». Él contestó: «Id a la ciudad, a casa de quien vosotros sabéis, y decidle: “El Maestro dice: mi hora está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”». Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo: «En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar». Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro: «¿Soy yo acaso, Señor?». Él respondió: «El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, ¡más le valdría a ese hombre no haber nacido!». Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: «¿Soy yo acaso, Maestro?». Él respondió: «Tú lo has dicho». Palabra del señor

«Yo les aseguro que uno de ustedes me entregará» «¿Acaso soy yo?»

Hoy la Palabra me invita a un examen de conciencia. Es una invitación a reflexionar sobre mis acciones, sean buenas o malas; mi dignidad; plantearme qué estoy haciendo en este momento con mi vida; hacia dónde estoy yendo y cómo respondo al llamado de Jesús. (ref. evangeli.net)

Señor ayúdame a vivir mi presente como nuestro presente, a vivir en tu mirada de Amor. Ayúdame a abrirme al futuro, dejándome modelar para la novedad que la vida me ofrezca, viviendo comunitariamente lo que tu Espíritu quiera. (ref. donboco.org.ar)



martes, 4 de abril de 2023

Evangelio del día 4 abril 2023. Jn 13, 21-33. Martes Santo

 
¡Deja que la Palabra del Señor transforme tu vida! 

[Juan 13, 21-33. 36-38] En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo: «En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar». Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: «Señor, ¿quién es?». Le contestó Jesús: «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado». Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto». Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: «Donde yo voy no podéis venir vosotros». Simón Pedro le dijo: «Señor, ¿adónde vas?». Jesús le respondió: «Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde». Pedro replicó: «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti». Jesús le contestó: «¿Conque darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces. Palabra del Señor.

¿Conque darás tu vida por mí?
Ayúdame, Jesús a reclinar mi cabeza en tu pecho ayúdame a estar cerca de tu corazón; a entregarte lo que tengo y lo que soy a unir mis preocupaciones a las tuyas. Gracias por estar a tu lado y poder compartir tu amistad. (ref. donboco.org.ar)


lunes, 3 de abril de 2023

Evangelio del día 3 abril 2023. Jn 12, 1-11. Lunes Santo

 
¡Deja que la Palabra del Señor transforme tu vida! 

[Juan 12, 1-11] Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?». Esto lo dijo no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando. Jesús dijo: «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis». Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron no solo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús. Palabra del Señor.

«Ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos»
Hoy la Palabra me lleva a reflexionar si la experiencia de amor que tengo en cada encuentro con Jesús me hace capaz de donarme más gratuitamente (como Maria) o si ando calculando, vendiendo, en una dinámica de "doy si me das", favoreciendo el camino de estrechez del corazón, hasta terminar traicionando y matando incluso lo que amo (como Judas). Ven Señor Jesús, te necesito. (ref. donboco.org.ar)