Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 4 de abril de 2009

Lecturas del Domingo de Ramos

Lecturas del 5/04/09 –Ciclo B–
Domingo de Ramos

“Sí, Yo lo Soy”

Libro del profeta Isaías 50, 4-7

El mismo Señor me ha dado una lengua de discípulo, para que yo sepa reconfortar al fatigado con una palabra de aliento. Cada mañana, él despierta mi oído para que yo escuche como un discípulo.
El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás. Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban y mis mejillas, a los que me arrancaban la barba; no retiré mi rostro cuando me ultrajaban y escupían.
Pero el Señor viene en mi ayuda: por eso, no quedé confundido; por eso, endurecí mi rostro como el pedernal, y sé muy bien que no seré defraudado. Palabra de Dios.

Salmo 21
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Los que me ven, se burlan de mí, hacen una mueca y mueven la cabeza, diciendo: «Confió en el Señor, que él lo libre; que lo salve, si lo quiere tanto.» R.

Me rodea una jauría de perros, me asalta una banda de malhechores; taladran mis manos y mis pies. Yo puedo contar todos mis huesos. R.

Se reparten entre sí mi ropa y sortean mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos; tú que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme. R.

Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos, te alabaré en medio de la asamblea: «Alábenlo, los que temen al Señor; glorifíquenlo, descendientes de Jacob; témanlo, descendientes de Israel.» R.

Carta apóstol S. Pablo cristianos de Filipos 2, 6-11

Jesucristo, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz.
Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: «Jesucristo es el Señor.» Palabra de Dios

Día sábado leemos Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Marcos 15, 1–39

Día domingo leemos Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Marcos 14, 1 –-15, 47

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 14, 1--15, 47

C. Faltaban dos días para la fiesta de la Pascua y de los panes Ácimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban la manera de arrestar a Jesús con astucia, para darle muerte. Porque decían:
S. «No lo hagamos durante la fiesta, para que no se produzca un tumulto en el pueblo.»

C. Mientras Jesús estaba en Betania, comiendo en casa de Simón el leproso, llegó una mujer con un frasco lleno de un valioso perfume de nardo puro, y rompiendo el frasco, derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús. Entonces algunos de los que estaban allí se indignaron y comentaban entre sí:
S. «¿Para qué este derroche de perfume? Se hubiera podido vender por más de trescientos denarios para repartir el dinero entre los pobres.»
C. Y la criticaban. Pero Jesús dijo:
X «Déjenla, ¿por qué la molestan? Ha hecho una buena obra conmigo. A los pobres los tendrán siempre con ustedes y podrán hacerles bien cuando quieran, pero a mí no me tendrán siempre. Ella hizo lo que podía; ungió mi cuerpo anticipadamente para la sepultura. Les aseguro que allí donde se proclame la Buena Noticia, en todo el mundo, se contará también en su memoria lo que ella hizo.»

C. Judas Iscariote, uno de los Doce, fue a ver a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírlo, ellos se alegraron y prometieron darle dinero. Y Judas buscaba una ocasión propicia para entregarlo.
C. El primer día de la fiesta de los panes Ácimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús:
S. «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?»
C. El envió a dos de sus discípulos, diciéndoles:
X «Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: "¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?" El les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario.»
C. Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.

C. Al atardecer, Jesús llegó con los Doce. Y mientras estaban comiendo, dijo:
X «Les aseguro que uno de ustedes me entregará, uno que come conmigo.»
C. Ellos se entristecieron y comenzaron a preguntarle, uno tras otro:
S. «¿Seré yo?»
C. El les respondió:
X «Es uno de los Doce, uno que se sirve de la misma fuente que yo. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡Ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!»

C. Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
X «Tomen, esto es mi Cuerpo.»
C. Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo:
X «Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios.»

C. Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos. Y Jesús les dijo:
X «Todos ustedes se van a escandalizar, porque dice la Escritura: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas. Pero después que yo resucite, iré antes que ustedes a Galilea.»
C. Pedro le dijo:
S. «Aunque todos se escandalicen, yo no me escandalizaré.»
C. Jesús le respondió:
X «Te aseguro que hoy, esta misma noche, antes que cante el gallo por segunda vez, me habrás negado tres veces.»
C. Pero él insistía:
S. «Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré.»
C. Y todos decían lo mismo.
C. Llegaron a una propiedad llamada Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos:
X «Quédense aquí, mientras yo voy a orar.»
C. Después llevó con él a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir temor y a angustiarse. Entonces les dijo:
X «Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí velando.»
C. Y adelantándose un poco, se postró en tierra y rogaba que, de ser posible, no tuviera que pasar por esa hora. Y decía:
X «Abba -Padre- todo te es posible: aleja de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.»
C. Después volvió y encontró a sus discípulos dormidos. Y Jesús dijo a Pedro:
X «Simón, ¿duermes? ¿No has podido quedarte despierto ni siquiera una hora? Permanezcan despiertos y oren para no caer en la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.»
C. Luego se alejó nuevamente y oró, repitiendo las mismas palabras. Al regresar, los encontró otra vez dormidos, porque sus ojos se cerraban de sueño, y no sabían qué responderle. Volvió por tercera vez y les dijo:
X «Ahora pueden dormir y descansar. Esto se acabó. Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. Levántense! vamos! Ya se acerca el que me va a entregar.»

C. Jesús estaba hablando todavía, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, enviado por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado esta señal:
S. «Es aquel a quien voy a besar. Deténganlo y llévenlo bien custodiado.»
C. Apenas llegó, se le acercó y le dijo:
«Maestro.»
C. Y lo besó. Los otros se abalanzaron sobre él y lo arrestaron. Uno de los que estaban allí sacó la espada e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja. Jesús les dijo:
X «Como si fuera un bandido, han salido a arrestarme con espadas y palos. Todos los días estaba entre ustedes enseñando en el Templo y no me arrestaron. Pero esto sucede para que se cumplan las Escrituras.»
C. Entonces todos lo abandonaron y huyeron. Lo seguía un joven, envuelto solamente con una sábana, y lo sujetaron; pero él, dejando la sábana, se escapó desnudo.

C. Llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote, y allí se reunieron todos los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas. Pedro lo había seguido de lejos hasta el interior del palacio del Sumo Sacerdote y estaba sentado con los servidores, calentándose junto al fuego. Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un testimonio contra Jesús, para poder condenarlo a muerte, pero no lo encontraban. Porque se presentaron muchos con falsas acusaciones contra él, pero sus testimonios no concordaban. Algunos declaraban falsamente contra Jesús:
S. «Nosotros lo hemos oído decir: "Yo destruiré este Templo hecho por la mano del hombre, y en tres días volveré a construir otro que no será hecho por la mano del hombre."»
C. Pero tampoco en esto concordaban sus declaraciones. El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie ante la asamblea, interrogó a Jesús:
S. «¿No respondes nada a lo que estos atestiguan contra ti?»
C. El permanecía en silencio y no respondía nada. El Sumo Sacerdote lo interrogó nuevamente:
S. «¿Eres el Mesías, el Hijo del Dios bendito?»
C. Jesús respondió:
X «Sí, yo lo soy: y ustedes verán al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir entre las nubes del cielo.»
C. Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó:
S. «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes acaban de oír la blasfemia. ¿Qué les parece?»
C. Y todos sentenciaron que merecía la muerte. Después algunos comenzaron a escupirlo y, tapándole el rostro, lo golpeaban, mientras le decían:
S. «¡Profetiza!»
C. Y también los servidores le daban bofetadas.
C. Mientras Pedro estaba abajo, en el patio, llegó una de las sirvientas del Sumo Sacerdote y, al ver a Pedro junto al fuego, lo miró fijamente y le dijo:
S. «Tú también estabas con Jesús, el Nazareno.»
C. Él lo negó, diciendo:
S. «No sé nada; no entiendo de qué estás hablando.»
C. Luego salió al vestíbulo. La sirvienta, al verlo, volvió a decir a los presentes:
S. «Este es uno de ellos.»
C. Pero él lo negó nuevamente. Un poco más tarde, los que estaban allí dijeron a Pedro:
S. «Seguro que eres uno de ellos, porque tú también eres galileo.»
C. Entonces él se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre del que estaban hablando. En seguida cantó el gallo por segunda vez. Pedro recordó las palabras que Jesús le había dicho: «Antes que cante el gallo por segunda vez, tú me habrás negado tres veces.» Y se puso a llorar.

C. En cuanto amaneció, los sumos sacerdotes se reunieron en Consejo con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín. Y después de atar a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Este lo interrogó:
S. «¿Tú eres el rey de los judíos?»
C. Jesús le respondió:
X «Tú lo dices.»
C. Los sumos sacerdotes multiplicaban las acusaciones contra él. Pilato lo interrogó nuevamente:
S. «¿No respondes nada? ¡Mira de todo lo que te acusan!»
C. Pero Jesús ya no respondió a nada más, y esto dejó muy admirado a Pilato. En cada Fiesta, Pilato ponía en libertad a un preso, a elección del pueblo. Había en la cárcel uno llamado Barrabás, arrestado con otros revoltosos que habían cometido un homicidio durante la sedición. La multitud subió y comenzó a pedir el indulto acostumbrado. Pilato les dijo:
S. «¿Quieren que les ponga en libertad al rey de los judíos?»
C. El sabía, en efecto, que los sumos sacerdotes lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes incitaron a la multitud a pedir la libertad de Barrabás. Pilato continuó diciendo:
S. «¿Qué debo hacer, entonces, con el que ustedes llaman rey de los judíos?»
C. Ellos gritaron de nuevo:
S. «¡Crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. «¿Qué mal ha hecho?»
C. Pero ellos gritaban cada vez más fuerte:
S. «¡Crucifícalo!»
C. Pilato, para contentar a la multitud, les puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado.
C. Los soldados lo llevaron dentro del palacio, al pretorio, y convocaron a toda la guardia. Lo vistieron con un manto de púrpura, hicieron una corona de espinas y se la colocaron. Y comenzaron a saludarlo:
S. «¡Salud, rey de los judíos!»
C. Y le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando la rodilla, le rendían homenaje. Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto de púrpura y le pusieron de nuevo sus vestiduras. Luego lo hicieron salir para crucificarlo.
C. Como pasaba por allí Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que regresaba del campo, lo obligaron a llevar la cruz de Jesús. Y condujeron a Jesús a un lugar llamado Gólgota, que significa: «lugar del Cráneo.»
Le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero él no lo tomó. Después lo crucificaron. Los soldados se repartieron sus vestiduras, sorteándolas para ver qué le tocaba a cada uno. Ya mediaba la mañana cuando lo crucificaron. La inscripción que indicaba la causa de su condena decía: «El rey de los judíos.» Con él crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda.

C. Los que pasaban lo insultaban, movían la cabeza y decían:
S. «¡Eh, tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, sálvate a ti mismo y baja de la cruz!»
C. De la misma manera, los sumos sacerdotes y los escribas se burlaban y decían entre sí:
S. «¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es el Mesías, el rey de Israel, íque baje ahora de la cruz, para que veamos y creamos!»
C. También lo insultaban los que habían sido crucificados con él.
C. Al mediodía, se oscureció toda la tierra hasta las tres de la tarde; y a esa hora, Jesús exclamó en alta voz:
X «Eloi, Eloi, lamá sabactani.»
C. Que significa:
X «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
C. Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron:
S. «Está llamando a Elías.»
C. Uno corrió a mojar una esponja en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña le dio de beber, diciendo:
S. «Vamos a ver si Elías viene a bajarlo.»
C. Entonces Jesús, dando un gran grito, expiró.
(Aquí todos se arrodillan, y se hace una breve pausa.)
C. El velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo. Al verlo expirar así, el centurión que estaba frente a él, exclamó:
S. «¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!»
C. Había también allí algunas mujeres que miraban de lejos. Entre ellas estaban María Magdalena, María, la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé, que seguían a Jesús y lo habían servido cuando estaba en Galilea; y muchas otras que habían subido con él a Jerusalén.

C. Era día de Preparación, es decir, vísperas de sábado. Por eso, al atardecer, José de Arimatea -miembro notable del Sanedrín, que también esperaba el Reino de Dios- tuvo la audacia de presentarse ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús.
Pilato se asombró de que ya hubiera muerto; hizo llamar al centurión y le preguntó si hacía mucho que había muerto. Informado por el centurión, entregó el cadáver a José. Este compró una sábana, bajó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en ella y lo depositó en un sepulcro cavado en la roca. Después hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.
María Magdalena y María, la madre de José, miraban dónde lo habían puesto.
Palabra del Señor.

Reflexión:

Hoy la Iglesia entera conmemora el Domingo de Ramos. Durante la procesión de este domingo, llevamos en las manos olivos como signo de paz y esperanza, porque en el seguimiento de Cristo, pasando nuestra propia pasión y muerte, viviremos la resurrección definitiva de Dios.
Después llevamos a nuestras casas los ramos bendecidos, como signo de la bendición de Dios, de su protección y ayuda. Según nuestra costumbre, se colocan sobre un crucifijo o junto a un cuadro religioso, y este olivo es un sacramental, es decir, nos recuerda algo sagrado.
El ramo que hoy llevamos a nuestras casas es el signo exterior de que hemos optado por seguir a Jesús en el camino hacia el Padre. La presencia de los ramos en nuestros hogares es un recordatorio de que hemos vitoreado a Jesús, nuestro Rey, y le hemos seguido hasta la cruz, de modo que seamos consecuentes con nuestra fe y sigamos y aclamemos al Salvador durante toda nuestra vida.
Jesús sale una mañana de Betania, allí, desde la tarde anterior se habían congregado muchos discípulos suyos. Llegados en peregrinación desde Galilea para celebrar la pascua. Otros eran habitantes de Jerusalén, convencidos por el reciente milagro de la resurrección de Lázaro. Acompañado de esta numerosa comitiva, a la que se van sumando otros por el camino, Jesús se dirige una vez más de Jericó a Jerusalén.
Las circunstancias se presentaban propicias para un gran recibimiento, pues era costumbre que las gentes saliesen al encuentro de los más importantes grupos de peregrinos para entrar en la ciudad entre cantos y manifestaciones de alegría. Jesús no presenta ninguna oposición a los preparativos de esta entrada jubilosa. Él mismo elige la cabalgadura: un sencillo asno que manda traer de una aldea cercana.
El cortejo se organizó en seguida. Algunos extendieron su manto sobre el animal y le ayudaron a Jesús a subir encima. Otros, adelantándose, tendían sus mantos en el suelo para que el borrico pasase sobre ellos. Y al acercarse a la ciudad, toda la multitud llena de alegría comenzó a alabar a Dios por todos los milagros que habían visto: Bendito el Rey que viene en nombre del Señor! Paz en el Cielo y gloria en las alturas!
Jesús hace su entrada en Jerusalén como Mesías en un borrico, como había sido profetizado muchos siglos antes. Y los cantos de la gente son claramente mesiánicos. Esta gente común, y sobre todo los fariseos, conocían bien estas profecías, y se manifiesta llena de júbilo. Jesús admite el homenaje, y a los fariseos que intentan apagar aquellas manifestaciones de fe y de alegría, el Señor les responde: Les digo que si estos callan, gritarán las piedras. Con todo, el triunfo de Jesús es un triunfo sencillo. Se contenta con un pobre animal por trono.
Nosotros conocemos ahora que aquella entrada triunfal fue, para muchos, muy efímera. Los ramos verdes se marchitaron pronto. El hosanna entusiasta se transformó, cinco días más tarde, en un grito enfurecido: ¡Crucifícalo, crucifícalo! Qué diferentes son los ramos verdes y la cruz. Las flores y las espinas. A quien antes le tendían por alfombra sus propios vestidos, a los pocos días lo desnudan y se los reparten en suerte.
La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén nos pide a cada uno de nosotros coherencia y perseverancia. Ahondar en nuestra fidelidad para que nuestros propósitos no sean luces que brillan momentáneamente y pronto se apagan. Comencemos la Semana Santa con un nuevo ardor y dispongámonos a ponernos al servicio de Jesús. Tratemos de mantenernos con coherencia entre la fe y la vida. Que nuestro grito de júbilo de hoy, no se convierta en el ¨crucifíquenlo¨ del viernes. Que nuestros ramos, que son brotes nuevos de propósitos santos, no se marchiten en las manos y se conviertan en ramas secas.
Caminemos hacia la Pascua con Amor, por eso esta semana, vivamos la Semana Santa, vivir la Semana Santa es acompañar a Jesús desde la entrada a Jerusalén hasta la resurrección.
Vivir la Semana Santa es descubrir qué pecados hay en mi vida y buscar el perdón generoso de Dios en el Sacramento de la Reconciliación.
Vivir la Semana Santa es afirmar que Cristo está presente en la eucaristía y recibirlo en la comunión.
Vivir la Semana Santa es aceptar decididamente que Jesús está presente también en cada ser humano que convive y se cruza con nosotros.
Vivir la Semana Santa es proponerse seguir junto a Jesús todos los días del año, practicando la oración, los sacramentos, la caridad.

Semana Santa, es la gran oportunidad para detenernos un poco. Para pensar en serio. Para preguntarse en qué se está gastando nuestra vida. Para darle un rumbo nuevo al trabajo y a la vida de cada día. Para abrirle el corazón a Dios, que sigue esperando. Para abrirle el corazón a los hermanos, especialmente a los más necesitados.
Semana Santa, es la gran oportunidad para morir con Cristo y resucitar con Cristo, para morir a nuestro egoísmo y resucitar al amor.

Celebrar la Eucaristía

“Debemos aprender a celebrar la Eucaristía, aprender a conocer de cerca a Jesucristo, el Dios con rostro humano; entrar realmente en contacto con él, aprender a escucharlo; aprender a dejarlo entrar en nosotros. Porque la comunión sacramental es precisamente esta inter-penetración entre dos personas. No tomo un pedazo de pan o de carne; tomo o abro mi corazón para que entre el Resucitado en el contexto de mi ser, para que esté dentro de mí y no sólo fuera de mí; para que así hable dentro de mí y transforme mi ser; para que me dé el sentido de la justicia, el dinamismo de la justicia, el celo por el Evangelio.
Esta celebración, en la que Dios no sólo se acerca a nosotros, sino que entra en el tejido de nuestra existencia, es fundamental para poder vivir realmente con Dios y para Dios, y llevar la luz de Dios a este mundo.

No podemos entrar ahora en demasiados detalles.
Pero siempre es importante que la catequesis sacramental sea una catequesis existencial.
Naturalmente, aun aceptando y aprendiendo cada vez más el aspecto mistérico —donde acaban las palabras y los razonamientos—, la catequesis es totalmente realista, porque me lleva a Dios y Dios a mí. Me lleva al otro porque el otro recibe al mismo Cristo, igual que yo. Así pues, si en él y en mí está el mismo Cristo, nosotros dos ya no somos individuos separados. Aquí nace la doctrina del Cuerpo de Cristo, porque todos estamos incorporados si recibimos bien la Eucaristía en el mismo Cristo.
Por tanto, el prójimo es realmente próximo: ya no somos dos "yo" separados, sino que estamos unidos en el "yo" mismo de Cristo. Con otras palabras, la catequesis eucarística y sacramental debe llegar realmente a lo más vivo de mi existencia, me debe llevar precisamente a abrirme a la voz de Dios, a dejarme abrir para que rompa este pecado original del egoísmo y sea una apertura de mi existencia en profundidad, de modo que pueda llegar a ser un hombre justo.
En este sentido, me parece que todos debemos aprender cada vez mejor la liturgia, no como algo exótico, sino como el corazón de nuestro ser cristianos, que no se abre fácilmente a un hombre distante, sino que, por otra parte, es precisamente la apertura al otro, al mundo.
Todos debemos colaborar para celebrar cada vez más profundamente la Eucaristía: no sólo como rito, sino también como proceso existencial que me afecta en lo más íntimo, más que cualquier otra cosa, y me cambia, me transforma. Y, transformándome, también da inicio a la transformación del mundo que el Señor desea y para la cual quiere que seamos sus instrumentos”
(Benedicto XVI, encuentro con los sacerdotes de la diócesis de Roma, 26/2/09).

ORACIÓN ¿Qué le digo?

¡Bendito el Rey que viene en nombre del Señor! Paz en el Cielo y gloria en las alturas!

Lecturas de la semana:

LUNES 6: Isaías 42, 1-7; Salmo 26; Juan 12, 1-11.
MARTES 7: Isaías 49, 1-6; Sal 70; Juan 13, 21-33. 36-38.
MIERCOLES 8: Isaías 50, 4-8ª. 68; Mateo 26, 14-25
JUEVES 9: “De la Cena del Señor” Éxodo 12, 1-8.11-14; Salmo 115; 1º Corinto 11, 23-26; Juan 13, 1-15.
VIERNES 10: “ De la Pasión del Señor” Isaías 52, 13—53, 12; Salmo 30; Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9; Pasión según San Juan 18, 1—19,42.
SABADO 11: “Vigilia Pascual”. Gn. 1, 26-31; Sal 32; Ex 14m 15—15,1; Sal Ex 15; Ez 36m 17-28; Sal 41; Rm 6, 3-11; Sal 117; Marcos 16, 1-7.

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria, Catholic.net, Homilia.com. “Claves de Lectio Divina” Proyecto Lectionautas CEBIPAL/CELAM – SOCIEDADES BIBLICAS NIDAS Pbro. Lic. Gabriel MESTRE, Hno. Ricardo Grzona, frp.
Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785

Te esperamos los sábados 17:00 h.
para leer la Biblia en la Parroquia San José: Brandsen 4970 Villa Dominico.
Círculo Bíblico San José

domingo, 29 de marzo de 2009

Lecturas del quinto domingo de Cuaresma

Lecturas del 29/03/09 –Ciclo B–
5° domingo de cuaresma

“Cuando Yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia Mí”.

Libro del profeta Jeremías 31, 31-34

Llegarán los días -oráculo del Señor- en que estableceré una nueva Alianza con la casa de Israel y la casa de Judá. No será como la Alianza que establecí con sus padres el día en que los tomé de la mano para hacerlos salir del país de Egipto, mi Alianza que ellos rompieron, aunque yo era su dueño -oráculo del Señor-.
Esta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel, después de aquellos días -oráculo del Señor- : pondré mi Ley dentro de ellos, y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo.
Y ya no tendrán que enseñarse mutuamente, diciéndose el uno al otro: «Conozcan al Señor.»
Porque todos me conocerán, del más pequeño al más grande -oráculo del Señor-. Porque yo habré perdonado su iniquidad y no me acordaré más de su pecado. Palabra del Dios.
Salmo 50

R. Crea en mí, Dios mío, un corazón puro.

¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! R.

Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me arrojes lejos de tu presencia ni retires de mí tu santo espíritu. R.

Devuélveme la alegría de tu salvación, que tu espíritu generoso me sostenga: yo enseñaré tu camino a los impíos y los pecadores volverán a ti. R.

Lectura de la carta a los Hebreos 5, 7-9

Hermanos: Cristo dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión. Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos qué significa obedecer. De este modo, él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen. Palabra de Dios.


Santo Evangelio según san Juan 12, 20-33

Entre los que habían subido para adorar durante la fiesta, había unos griegos que se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le dijeron: «Señor, queremos ver a Jesús.» Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos se lo dijeron a Jesús. El les respondió:
«Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna.
El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre.
Mi alma ahora está turbada. ¿Y qué diré: "Padre, líbrame de esta hora"? ¡Si para eso he llegado a esta hora! ¡Padre, glorifica tu Nombre!» Entonces se oyó una voz del cielo: «Ya lo he glorificado y lo volveré a glorificar.» La multitud que estaba presente y oyó estas palabras, pensaba que era un trueno. Otros decían: «Le ha hablado un ángel.»
Jesús respondió: «Esta voz no se oyó por mí, sino por ustedes. Ahora ha llegado el juicio de este mundo, ahora el Príncipe de este mundo será arrojado afuera; y cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí.» Palabra del Señor.

Reflexión

En el Evangelio de hoy, Jesús próximo a su Pasión y ya en Jerusalén, prepara a sus discípulos y a algunos seguidores, para lo que estaba a punto de suceder días después: su Pasión, Muerte y posterior Resurrección.
Para ello, utiliza la imagen de una semilla que debe morir al ser plantada para dar paso a una vida nueva. Nos habla el Señor de una semilla de trigo, fruto muy utilizado en su tierra, que además se aplicaba muy bien a Él, quien se nos convertiría después, en el mejor fruto de trigo que se podía producir, ya que a partir del Jueves Santo, Jesús sería para nosotros el Pan Eucarístico.
Mientras que para los hombres el orden habitual de los conceptos es vida-muerte, en Jesucristo es al revés: muerte-vida. Es necesario que el grano de trigo muera para que reviva y dé fruto, es necesario perder la vida para vivir eternamente. Jesús, sometiéndose en obediencia filial a la muerte vive ahora como Sumo Sacerdote que intercede por nosotros ante Dios.
¿Cómo se aplican a nosotros esas palabras del Señor: “Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto”? ¿Se aplican esas palabras sólo a Él o también a nosotros? ... Si hemos de seguir el ejemplo y las exigencias de Cristo, ciertamente también se aplican a nosotros.
Y para comprender el significado de esto debemos pasar a las siguientes palabras del Señor: “El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna”.
Todo este capítulo 12 de forma puntual quiere mostrar que la glorificación de Cristo se realiza mediante la muerte.

Para su mejor comprensión podemos distinguir tres partes:
• Versículos 20-22: pregunta para acceder a Cristo.
• Versículos 23-26: el “precio” que se paga para acceder a Cristo.
• Versículos 27-33: posibilidad de acceso a Cristo.

En la primera parte unos griegos querían ver a Jesús y se lo dicen a Felipe. Este episodio da ocasión a Jesús para anunciar su glorificación por su propia muerte, lo importante es tener presente que en Juan “querer ver” es signo de “querer creer”.

En la segunda parte del relato, en esto de captar el “precio” que se paga para acceder al
Señor, se nos presentan tres pequeñas parábolas:
La primera es la del grano de trigo. Queda aquí de manifiesto que la muerte es un fracaso solo en apariencia. El grano realmente desaparece, se pudre, pero da paso a una planta que crece y que da muchos granos más. En sentido estricto el “fracaso” sería que el grano no muriera. Así, es necesario que Cristo, muera para llegar a la gloria, como es necesario que el discípulo de Cristo muera para llegar también a la gloria de Cristo.
La segunda parábola la podríamos retraducir en una pregunta: ¿qué es más importante obedecer a Cristo o cuidar la propia vida?; ¿qué es más importante las razones, los motivos de mi vida o, la propia vida? La respuesta es obvia aunque difícil de vivirla…
La tercera parábola se la puede titular del servidor. Aquí se conjugan dos verbos que expresan muy bien la realidad de un auténtico servidor: servir y seguir a su amo. Para nuestro caso se trata de servir y seguir a Jesucristo para estar donde Él está y, como motivación eterna, tener presente que el Padre de los Cielos nos premiará.

En la tercera parte, el Señor anticipa la agonía del huerto cuando dice: Mi alma ahora está turbada. ¿Y qué diré: "Padre, líbrame de esta hora"? ¡Si para eso he llegado a esta hora! ¡Padre, glorifica tu Nombre!» (equivalente al de los sinópticos). En el original (griego) de NT el verbo tarássein significa “estar turbado” (ya había aparecido en Jn 11,3 en el relato de la muerte y resucitación del amigo Lázaro y aparecerá nuevamente en 13,21 ante el anuncio de la traición de Judas, en quien ya había entrado el Diablo (cfr. Jn 13,21).
Se trata en Jesús de una turbación, Jesús en su naturaleza humana tiene la tentación de apartarse del camino de obediencia al Padre pero no sucumbe.
Acepta su voluntad y le pide al Padre que muestre al mundo su poder a través de Él. Se escucha entonces sorpresivamente la voz confirmatoria del Padre como se había escuchado en el Bautismo (cfr. Mc 1,11) y en la Transfiguración (cfr. Mc 9,7). La voz está en función de los que quieren creer en Jesús. El relato culmina con la certeza de que Jesús atrae a todos hacia sí, de esta manera le arrebata a Satanás su presa y se convierte en el adelantado de nuestra salvación.
El sufrimiento y la glorificación de Jesús llevan a cumplimiento la profecía de Jeremías, que la liturgia nos presenta en la primera lectura. La alianza nueva entre Dios y la humanidad estará sellada con la sangre de Cristo. Las estipulaciones de esa nueva alianza no estarán escritas sobre piedra ni será Moisés quien las comunique a los hombres; Dios mismo las escribirá en el interior del corazón y el Espíritu Santo ‘leerá’ con claridad, de modo inteligible y personal, a todo el que le quiera escuchar, el contenido de la nueva ley, la ley del Espíritu. Por eso nos dice san Juan que todos serán instruidos por Dios, todos: desde el más pequeño hasta el mayor. La pasión-muerte-resurrección de Jesucristo otorga a la humanidad entera la gracia de hacer un pacto de amistad y de comunión con Dios Nuestro Señor, y así llegar a ser hombre nuevo, auténtico, más aún ‘divino’.

¿Qué significa entregar nuestra vida y morir a nuestro yo? Significa entregar nuestros modos de ver las cosas, para que sean los modos de Dios y no los nuestros los que rijan nuestra vida. Significa entregar nuestros planes, para pedirle a Dios que nos muestre Sus planes para nuestra vida, y realizar esos planes y no los nuestros. Significa entregar nuestra voluntad a Dios, para que sea Su Voluntad y no la nuestra la que dirija nuestra existencia en la tierra.
Es, entonces, un continuo morir a lo que este mundo nos propone como deseable y hasta conveniente. Y cada vez que optamos por el bando de Dios, por ese “perder la vida de este mundo”, significa un “morir” a nuestro yo, es decir, a nuestras propias inclinaciones, deseos, ideas, criterios, planes, formas de ser y de actuar. De no vivir día a día esa continua renuncia a nosotros mismos, esa continua muerte a nuestro yo, no podremos dar fruto. Seremos “infecundos”. “Si el grano de trigo no muere, queda infecundo”. No dará fruto.


Para tener presente: El Evangelio de Juan se divide en dos grandes partes. Desde el capítulo 1 al 12 se lo llama el “libro de los signos” porque de manera particular se presentan los “signos” de Jesús que revelan que es el Mesías, el Hijo amado del Padre. Desde el capítulo 13 al 21 se lo llama el “libro de la hora” porque de manera particular se insiste en que “la hora” de Jesús ha llegado.



Preguntas para la meditación ¿Qué me dice?

¿Qué implica para mí hoy la frase: “Queremos ver a Jesús”?

¿En qué situaciones de mi vida me siento sufriendo y confundido como hoy se nos presenta al mismo Jesús? ¿Soy capaz de aprender de Jesús a buscar siempre la voluntad del Padre aunque duela y sea difícil?

¿Qué significa entregar nuestra vida y morir a nuestro yo?

Y ¿cuál fue el fruto de Cristo? Lo sabemos bien y nos lo recuerda San Pablo en la Segunda Lectura (Hb. 5, 7-9): “se convirtió en la causa de la salvación eterna para todos los que lo obedecen”.
¿Cuál será nuestro fruto si optamos por ser fecundos, si optamos por morir con Cristo?


ORACIÓN ¿Qué le digo?

Rezamos en la misa de hoy: “Te rogamos, Señor Dios nuestro, que tu gracia nos ayude, para que vivamos siempre de aquel mismo amor, que movió a tu Hijo a entregarse a la muerte por la salvación del mundo”.
Vamos a pedir a Dios, que Cristo desde la Cruz, nos atraiga a Él, para que sin temor muramos con Él al pecado para resucitar con Él a la Vida Eterna.

Lecturas de la semana:

LUNES 30: Daniel 13, 41c-62; Salmo 22; Jn 8, 1-11.
MARTES 31: Números 21, 4-9; Sal 101; Jn 8, 21-30.
MIERCOLES 1: Daniel 3, 14-20. 24-25, 28; Salmo Dn 3, 52.53.54-55.56; Juan 8, 31-42
JUEVES 2: Génesis 17, 3-9; Salmo 104; Jn 8, 51-59.
VIERNES 3: Jeremías 20, 10-13; Sal 17; Jn 10, 31-42.
SABADO 4: Ezequiel 37, 21-28; Salmo Jer. 31, 10.11.12.13; Jn 11, 45-57.

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria, Catholic.net, Homilia.com. “Claves de Lectio Divina” Proyecto Lectionautas CEBIPAL/CELAM – SOCIEDADES BIBLICAS NIDAS Pbro. Lic. Gabriel MESTRE, Hno. Ricardo Grzona, frp.
Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785

Te esperamos los sábados 17:00 h.
para leer la Biblia en la Parroquia San José: Brandsen 4970 Villa Dominico.
Círculo Bíblico San José

Lecturasdel cuarto domingo de Cuaresma

Lecturas del 22/03/09 –Ciclo B–
4° domingo de cuaresma

«Sí, Dios amó tanto al mundo…»

Segundo libro Crónicas 36, 14-16. 19-23

Todos los jefes de Judá, los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, imitando todas las abominaciones de los paganos, y contaminaron el Templo que el Señor se había consagrado en Jerusalén. El Señor, el Dios de sus padres, les llamó la atención constantemente por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión de su pueblo y de su Morada. Pero ellos escarnecían a los mensajeros de Dios, despreciaban sus palabras y ponían en ridículo a sus profetas, hasta que la ira del Señor contra su pueblo subió a tal punto, que ya no hubo más remedio.
Los caldeos quemaron la Casa de Dios, demolieron las murallas de Jerusalén, prendieron fuego a todos sus palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos. Nabucodonosor deportó a Babilonia a los que habían escapado de la espada y estos se convirtieron en esclavos del rey y de sus hijos hasta el advenimiento del reino persa. Así se cumplió la palabra del Señor, pronunciada por Jeremías: «La tierra descansó durante todo el tiempo de la desolación, hasta pagar la deuda de todos sus sábados, hasta que se cumplieron setenta años.»
En el primer año del reinado de Ciro, rey de Persia, para que se cumpliera la palabra del Señor pronunciada por Jeremías, el Señor despertó el espíritu de Ciro, el rey de Persia, y este mandó proclamar de viva voz y por escrito en todo su reino: «Así habla Ciro, rey de Persia: El Señor, el Dios del cielo, me ha dado todos los reinos de la tierra y él me ha encargado que le edifique una Casa en Jerusalén, de Judá. Si alguno de ustedes pertenece a ese pueblo, ¡que el Señor, su Dios, lo acompañe y que suba...!» Palabra de Dios.

Salmo 136
R. Que la lengua se me pegue al paladar
si no me acordara de ti.

Junto a los ríos de Babilonia, nos sentábamos a llorar, acordándonos de Sión. En los sauces de las orillas teníamos colgadas nuestras cítaras. R.

Allí nuestros carceleros nos pedían cantos,
y nuestros opresores, alegría: «¡Canten para nosotros un canto de Sión!» R.

¿Cómo podíamos cantar un canto del Señor en tierra extranjera? Si me olvidara de ti, Jerusalén, que se paralice mi mano derecha. R.

Que la lengua se me pegue al paladar
si no me acordara de ti, si no pusiera a Jerusalén por encima de todas mis alegrías. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 2, 4-10

Hermanos: Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo -¡ustedes han sido salvados gratuitamente!- y con Cristo Jesús nos resucitó y nos hizo reinar con él en el cielo.
Así, Dios ha querido demostrar a los tiempos futuros la inmensa riqueza de su gracia por el amor que nos tiene en Cristo Jesús.
Porque ustedes han sido salvados por su gracia, mediante la fe. Esto no proviene de ustedes, sino que es un don de Dios; y no es el resultado de las obras, para que nadie se gloríe.
Nosotros somos creación suya: fuimos creados en Cristo Jesús, a fin de realizar aquellas buenas obras, que Dios preparó de antemano para que las practicáramos.
Palabra de Dios.

Santo Evangelio según san Juan 3, 14-21

Jesús dijo a Nicodemo: «De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.
Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas. En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios.» Palabra del Señor.

Reflexión

Las lecturas de este cuarto domingo de Cuaresma son un canto de alegría al mostrarnos que el amor de Dios por nosotros no sólo lo manifestó en palabras, sino en obras, “Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.” Ese amor infinito de Dios ha recorrido un largo camino en la historia de la salvación, antes de llegar a expresarse en forma definitiva y última en Jesucristo. La primera lectura nos muestra en acción el amor de Dios de un modo sorprendente, como ira y castigo, para así suscitar en el pueblo el arrepentimiento y la conversión. La carta a los efesios resalta por una parte nuestra falta de amor que causa la muerte, y el amor de Dios que nos hace retornar a la vida junto con Jesucristo. En todo y por encima de todo, el amor de Dios en Cristo Jesús.

El texto evangélico de este domingo se puede subdividir en tres partes:
• Reflexión en torno al “levantar en alto” (versículos 14-15).
• Designio del amor de Dios por el mundo (versículos 16-17)
• Aceptación o rechazo del designio de amor de Dios por el mundo (versículos 18-21).

Reflexión en torno al “levantar en alto” trae a colación un episodio muy llamativo del Antiguo
Testamento en el Libro de los Números 21,4-9 donde ante la realidad del pecado y de las murmuraciones del pueblo, Dios manda unas serpientes abrasadoras (se alude, posiblemente, al ardor que causan cuando pican), mordían y provocaban la muerte de muchos. Cuando los miembros del pueblo reconocen su pecado y piden perdón, Dios les da como “remedio” que miren una serpiente de bronce colocada en el extremo de un mástil sostenido por Moisés.
Todo el que era mordido al mirar este signo quedaba curado. Así como el “remedio” de la Antigua Alianza fue mirar a la serpiente levantada en alto, en la Nueva Alianza el “remedio” será el Hijo del hombre levantado en alto que trae vida eterna a todo el que cree en Él. Juan recrea y profundiza de manera simbólica el episodio del Antiguo Testamento para referirlo a la crucifixión y glorificación de Cristo. Jesús muerto y resucitado será la “nueva medicina” para sanar la enfermedad del pecado y la muerte espiritual en el corazón de los hombres. Así como la serpiente era un signo de salvación que curaba a los que la miraban, la Cruz será signo de salvación para los que la contemplen.

Designio de amor de Dios por el mundo: nos revelan las verdaderas intenciones de Dios que tienen que ver con el amor. Dios no se queda en “palabras vacías” sino que realiza hechos concretos: Dios ama tanto al mundo que envía a su propio Hijo para que todos tengan vida eterna, para salvar y no para condenar a las personas. Que importante recuperar para nuestra experiencia religiosa este aspecto: Dios quiere que el mundo se salve, Dios no viene a condenar al mundo. Dios es Amor con mayúsculas y éstas y no otras son sus verdaderas intenciones. Recordémoslo siempre: el motivo del envío del Hijo es el amor…

Aceptación o rechazo del designio de amor de Dios por el mundo: No somos capaces, por nosotros mismos, de santificarnos o de salvarnos. Nuestra salvación depende primeramente de Dios. Pero el ser humano tiene su participación, la cual consiste en dar respuesta a todas las gracias que Dios nos ha dado y que sigue dándonos constantemente para ser salvados.
Se presentan las dos posibles respuestas de los hombres del mundo ante el designio y la propuesta de Dios: creer o no creer; la luz o la oscuridad; la verdad o la mentira; los mandamientos y las obras buenas o el pecado… Dios hace al hombre libre y el hombre elige de qué lado está, por qué se juega… De la determinación del hombre depende la salvación o la perdición. La fe y la incredulidad aquí se confrontan violentamente. La razón de la incredulidad son las “malas obras”, “lo malo”; por ello huye el pecador de la Luz. En la respuesta de fe se realiza el juicio mismo de Dios sobre cada uno de los hombres. Es aquí donde la responsabilidad y el buen uso de la libertad se ponen en juego…
Los cristianos estamos llamados a vivir siempre alegres, porque la esencia de nuestra vida está en el hecho de que Dios nos ha amado con un amor individual y personal, particularmente a cada uno de nosotros. Y Jesús no deja de amarnos, ni nos abandona, ni se olvida de cada uno de sus hijos, ni aún en los momentos de mayor ingratitud de nuestra parte ni cuando nos apartamos de sus enseñanzas y recorremos la vida por caminos diametralmente opuestos a los suyos.
Percibimos con claridad que el juicio final no está tan lejos. Tenemos que decidirnos, tenemos que elegir, tenemos que jugarnos en serio.

Preguntas para la meditación ¿Qué me dice?

Quién cree en Jesús, está libre de la condenación y ya nada tiene que temer, pero quien rehúsa creer, no tiene necesidad de ser condenado: ya lo está, y persiste en su condenación si no quiere reconocer al Único Hijo de Dios que sólo podría liberarlo. Y este es el mayor error que podemos cometer en la vida.
¿Qué sucede en el corazón humano para que no pueda descubrir en Jesucristo la sublimidad del amor de Dios?
¿Qué dificultades me impiden descubrir este tesoro: el egoísmo, la comodidad, las cruces que se nos presentan en la vida cotidiana, el odio o la indiferencia a lo que no sea el propio yo?

Para tener presente: en la teología del Evangelio de Juan ser elevado en la Cruz es ser al mismo tiempo Gloria y Exaltación del Hijo del Hombre. En este acontecimiento se revela la gloria del Padre, su entrega y su gran amor. En Juan la realidad histórica de la Cruz del Señor está ya “inundada” de la fuerza de la resurrección. De esta forma se puede entender que Jesús sea glorificado en el momento de la Cruz.

¿Soy capaz de mirar la Cruz del Señor desde la perspectiva de la glorificación y exaltación? ¿Me acerco a Él?

¿Comprendo que Dios realiza “el juicio” en función de mi respuesta? ¿Capto que el Señor no quiere condenarme pero va a respetar mi respuesta porque me hizo libre?

ORACIÓN ¿Qué le digo?

En la misa de este domingo, en la oración después de la Comunión rezamos:
“Oh, Dios, que alumbras a todo hombre que viene a este mundo, ilumina nuestros corazones con la claridad de tu gracia a fin de que nuestros pensamientos te sean gratos y te amemos siempre con sinceridad...”
Dios nos ha dado, por la mediación de su Hijo, la vida divina. Podemos tener el corazón lleno de alegría, porque después de este tiempo de prueba tendremos la alegría sin fin que nos trajo Jesús, no por nuestros méritos, sino porque Él nos amó primero. Para poder gozar de esta dicha, el único requisito es abrir las puertas de nuestro corazón y dejarnos divinizar por Él. Amén

Lecturas de la semana:

LUNES 23: Isaías 65, 17-21; Salmo 29; Jn 4, 43-54.
MARTES 24: Ezequiel 47, 1-9. 12; Salmo 45; Juan 5, 1-3ª. 5-16.
MIERCOLES 25: “La Anunciación del Señor” Isaías 7, 10-14; 8, 10c; Salmo 39; Hebreos 10, 4-10; Lucas 1, 26-38.
JUEVES 26: Éxodo 32, 7-14; Salmo 105; Juan 5, 31-47.
VIERNES 27: Sabiduría 2, 1ª. 12-22; Salmo 33; Juan 7, 1-2. 10. 25-30.
SABADO 28: Jeremías 11, 18-20; Salmo 7; Juan 7, 7, 40-53.

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria, Catholic.net, Homilia.com. “Claves de Lectio Divina” Proyecto Lectionautas CEBIPAL/CELAM – SOCIEDADES BIBLICAS NIDAS Pbro. Lic. Gabriel MESTRE, Hno. Ricardo Grzona, frp.
Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785

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Lecturas del tercer domingo de Cuaresma

Lecturas del 15/03/09 –Ciclo B–
3° domingo de cuaresma

«… en tres días lo volveré a levantar.»

Lectura del libro del Éxodo 20, 1-17

Dios pronunció estas palabras:
«Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud.
No tendrás otros dioses delante de mí.
No te harás ninguna escultura y ninguna imagen de lo que hay arriba, en el cielo, o abajo, en la tierra, o debajo de la tierra, en las aguas. No te postrarás ante ellas, ni les rendirás culto, porque yo soy el Señor, tu Dios, un Dios celoso, que castigo la maldad de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación, si ellos me aborrecen; y tengo misericordia a lo largo de mil generaciones, si me aman y cumplen mis mandamientos. No pronunciarás en vano el nombre del Señor, tu Dios, porque él no dejará sin castigo al que lo pronuncie en vano. Acuérdate del día sábado para santificarlo. Durante seis días trabajarás y harás todas tus tareas; pero el séptimo es día de descanso en honor del Señor, tu Dios. En él no harán ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni el extranjero que reside en tus ciudades. Porque en seis días el Señor hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, pero el séptimo día descansó. Por eso el Señor bendijo el día sábado y lo declaró santo.
Honra a tu padre y a tu madre, para que tengas una larga vida en la tierra que el Señor, tu Dios, te da. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás falso testimonio contra tu prójimo. No codiciarás la casa de tu prójimo: no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni ninguna otra cosa que le pertenezca.» Palabra de Dios.

Salmo 18
R. Señor, tú tienes palabras de Vida eterna.

La ley del Señor es perfecta,
reconforta el alma; el testimonio del Señor es verdadero, da sabiduría al simple. R.

Los preceptos del Señor son rectos,
alegran el corazón; los mandamientos del Señor son claros, iluminan los ojos. R.

La palabra del Señor es pura, permanece para siempre; los juicios del Señor son la verdad, enteramente justos. R.

Son más atrayentes que el oro, que el oro más fino; más dulces que la miel, más que el jugo del panal. R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 1, 22-25

Hermanos: Mientras los judíos piden milagros y los griegos van en busca de sabiduría, nosotros, en cambio, predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos, pero fuerza y sabiduría de Dios para los que han sido llamados, tanto judíos como griegos. Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres. Palabra de Dios.

Santo Evangelio según san Juan 2, 13-25

Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: «Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio.» Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá.
Entonces los judíos le preguntaron: « ¿Qué signo nos das para obrar así?»
Jesús les respondió: «Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar.»
Los judíos le dijeron: «Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él se refería al templo de su cuerpo.
Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.
Mientras estaba en Jerusalén, durante la fiesta de Pascua, muchos creyeron en su Nombre al ver los signos que realizaba. Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba que lo informaran acerca de nadie: él sabía lo que hay en el interior del hombre. Palabra del Señor.

Reflexión: ¿Qué dice el texto?

“Nosotros predicamos a Cristo crucificado, que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios” (segunda lectura). En esta frase podemos encontrar resumido el mensaje central de los textos litúrgicos de este domingo tercero de cuaresma. Fuerza y sabiduría de Dios que superan y perfeccionan la fuerza y sabiduría del Decálogo (primera lectura). Fuerza y sabiduría de Dios que instauran un nuevo templo y un nuevo culto, situado no ya en un lugar, cuanto en una persona.
Jesús dirá que no ha venido a abolir la ley sino a perfeccionarla, por eso no basta el decálogo con su amor a Dios y al hombre, es necesario añadir que se trata de amar a Dios en su misterio trinitario revelado por Jesucristo, y de amar al prójimo, incluso si es nuestro enemigo. Jesús, como nuevo templo, interioriza el culto cristiano, fundado no en sacrificios ni ritos externos, sino en la acción del Espíritu de súplica, alabanza y adoración. Se trata de una sabiduría que mana del Espíritu de Dios, no obra del hombre ni de sus capacidades superiores.

Las grandes religiones de hoy y de todos los tiempos poseen “templos” para rendir culto a su Dios. Nuestros padres en la fe llaman “Sinagoga” a sus actuales templos, los hermanos islámicos llaman “Mezquita” a sus lugares sagrados y los cristianos en general le damos el título de “Iglesia”. ¿Qué es en definitiva un “templo”? Para las grandes religiones es siempre un espacio sagrado donde el hombre se encuentra con su Dios.
En un primer nivel el texto evangélico de este domingo puede sorprendernos un poco al detectar en Jesús una actitud tan firme y decidida en la expulsión de los que vendían animales y cambiaban monedas en las puertas del Templo. A simple vista corremos el riesgo de “malinterpretar” el relato pensando que se trata de un simple problema de no mezclar lo económico con el culto. En realidad el sentido del texto es mucho más profundo.
El Templo era el centro de la fe y de la espiritualidad del Pueblo de la Antigua Alianza. Por eso la piedad del israelita está profundamente marcada por la devoción y el amor al Templo. Reflejan esta realidad las hermosas reflexiones que hacen los Salmos, las peregrinaciones, la orientación hacia el Santuario de Jerusalén de las Sinagogas y de los orantes, en cualquier parte del mundo.
Jesús valora el Templo hasta tal punto que lo llama la “Casa de mi Padre” (cfr. Ver. 16) y lo ama apasionadamente (cfr. Ver. 17). Nunca rechaza el Templo, pero como hace con la misma Ley que no viene a abolirla, busca llevar todo a plenitud.

El evangelista Juan utiliza recursos literarios en la composición de su Evangelio. Uno de estos recursos los estudiosos de la Biblia lo llaman el “malentendido joánico”. ¿En qué consiste? Para reforzar una idea, sobre todo una idea profunda, teológica y espiritual, el evangelista hace que Jesús juegue con algunas palabras que tienen un doble sentido o doble significado.
En el relato de hoy hay un “malentendido” con respecto al Templo. Los judíos hablan del Templo material (ver. 20) y Jesús está hablando del Templo que es su propio cuerpo (ver. 21). El Gran Templo de Jerusalén es “espacio” de encuentro del hombre con Dios pero Jesús se presenta como Nuevo Templo, nuevo “espacio” de encuentro entre el hombre y Dios. Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre es el Templo con mayúscula es el que “purifica”, “limpia” y lleva a plenitud el Templo anterior, el Templo de la Antigua Alianza.
A partir de Jesús muerto y resucitado, Nuevo Templo, adquieren sentido nuestros Templos de piedra, nuestras Iglesias, donde justamente nos reunimos para celebrar la muerte y resurrección del Señor hasta que Él vuelva.
En definitiva en este texto percibimos a un Cristo que viene a purificar el Templo dando paso de un “culto antiguo” que necesitaba de la sangre de los sacrificios y de las monedas ofrecidas, a un “culto nuevo” donde Él mismo es Templo, espacio de encuentro con Dios realizando un único sacrificio de una vez y para siempre. De esta forma el Señor “paga” con su muerte y resurrección el “impuesto” que el judío debía pagar constantemente para rendir culto a Dios.

Jesús da un paso más al proponerse él mismo como santuario de Dios. Frente al poder de Herodes (cuarenta y seis años de construcción del templo) emerge el poder del resucitado (tres días). En el Reino de Dios los cuerpos vivos son los santuarios de Dios, en donde brilla su presencia y su amor si viven dignamente. Sobre esta base es posible soñar y construir otra manera de vivir y otra manera de creer.


Para tener presente: la Ley de Moisés exigía que los animales que iban a ser sacrificados no tuvieran ningún defecto. Como muchos judíos venían de lejos debían comprar los animales cerca del Templo.
Todo israelita mayor de 20 años debía pagar el impuesto al Templo con unas monedas especiales (no romanas) que en la época de Jesús ya no se acuñaban. Por eso era necesario que hubiera cambistas en los atrios del Templo.

Preguntas para la meditación ¿Qué me dice?

A partir de Jesús muerto y resucitado, Nuevo Templo, adquieren sentido nuestros Templos de piedra, nuestras Iglesias:
¿Soy consciente de la importancia del “templo material” como el espacio donde se celebra la muerte y la resurrección del Señor?
¿Qué lugar ocupa el “templo” en mi vida? ¿Qué implica para mí ser parte de una Iglesia, una parroquia, una capilla?

En el texto percibimos a un Cristo que viene a purificar el Templo (con un látigo) dando paso de un “culto antiguo” que necesitaba de la sangre de los sacrificios y de las monedas ofrecidas, a un “culto nuevo” donde Él mismo es Templo, espacio de encuentro con Dios realizando un único sacrificio de una vez para siempre.
¿Vivimos la Cuaresma como un tiempo de purificación?
¿Me descubro como “templo de Dios” en Cristo?

ORACIÓN ¿Qué le digo?

Para iluminar nuestra oración rezamos algunos fragmentos de textos tomados de los Salmos:
Sal 5,6-8
6 (7) ¡Tú destruyes a los mentirosos, y rechazas a los tramposos y asesinos!
7 (8) Pero a mí me quieres tanto que me dejas entrar en tu templo, y allí me dejas hacer mis oraciones.
8 (9) Dios mío, ¡enséñame a hacer el bien! ¡Llévame por el buen camino, pues no quiero que mis enemigos triunfen sobre mí!
Sal 27,4-6
4 Dios mío, sólo una cosa te pido, sólo una cosa deseo: déjame vivir en tu templo todos los días de mi vida, para contemplar tu hermosura y buscarte en oración.
5 Cuando vengan tiempos difíciles, tú me darás protección: me esconderás en tu templo, que es el lugar más seguro.
6 Tú me darás la victoria sobre mis enemigos; yo, por mi parte, cantaré himnos en tu honor, y ofreceré en tu templo sacrificios de gratitud.
Sal 65,4
4 (5) ¡Qué bendición reciben los que viven cerca de ti, los que viven en tu mismo templo!
Quedamos satisfechos con el alimento que de ti recibimos.

Lecturas de la semana:

LUNES 16: Segundo libro Reyes 5, 1-15; Salmo 41; Lucas 4, 24-30.
MARTES 17: Daniel 3, 25. 34-43; Salmo 24; Mateo 18, 21-35.
MIERCOLES 18: Deuteronomio 4, 1. 5-9; Salmo 147; Mateo 5, 17-19.
JUEVES 19: “San José” Segundo libro Samuel 7, 4-5ª. 12-14ª. 16; Salmo 88; Romanos 4, 13. 16-18. 22; Mateo 1, 16. 18-21. 24a.
VIERNES 20: Oseas 14, 2-10; Salmo 80; Marcos 12, 28b-34.
SABADO 21: Oseas 6, 1-6; Salmo 50; Lucas 18, 9-14.

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria, Catholic.net, Homilia.com. “Claves de Lectio Divina” Proyecto Lectionautas CEBIPAL/CELAM – SOCIEDADES BIBLICAS NIDAS Pbro. Lic. Gabriel MESTRE, Hno. Ricardo Grzona, frp.
Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785

Te esperamos los sábados 17:30 h.
para leer la Biblia en la Parroquia San José: Brandsen 4970 Villa Dominico.
Círculo Bíblico San José

Lecturas del segundo domingo de Cuaresma

Lecturas del 8/03/09 –Ciclo B–
2° domingo de cuaresma

« Conviértanse y crean en la
Buena Noticia.»

ibro del Génesis 22, 1-2. 9-13. 15-18

Dios puso a prueba a Abraham «¡Abraham!», le dijo.
El respondió: «Aquí estoy.»
Entonces Dios le siguió diciendo: «Toma a tu hijo único, el que tanto amas, a Isaac; ve a la región de Moria, y ofrécelo en holocausto sobre la montaña que yo te indicaré.»
Cuando llegaron al lugar que Dios le había indicado, Abraham erigió un altar, dispuso la leña, ató a su hijo Isaac, y lo puso sobre el altar encima de la leña. Luego extendió su mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo. Pero el Angel del Señor lo llamó desde el cielo: «¡Abraham, Abraham!»
«Aquí estoy», respondió él.
Y el Angel le dijo: «No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño. Ahora sé que temes a Dios, porque no me has negado ni siquiera a tu hijo único.»
Al levantar la vista, Abraham vio un carnero que tenía los cuernos enredados en una zarza. Entonces fue a tomar el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
Luego el Angel del Señor llamó por segunda vez a Abraham desde el cielo, y le dijo: «Juro por mí mismo -oráculo del Señor-: porque has obrado de esa manera y no me has negado a tu hijo único, yo te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos, y por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, ya que has obedecido mi voz.»

Palabra de Dios.


SALMO Sal 115, 10 y 15. 16-17. 18-19 (R.: 114, 9)

R. Caminaré en presencia del Señor,
en la tierra de los vivientes.

Tenía confianza, incluso cuando dije:
«íQué grande es mi desgracia!»
¡Qué penosa es para el Señor
la muerte de sus amigos! R.

Yo, Señor, soy tu servidor,
tu servidor, lo mismo que mi madre:
por eso rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
e invocaré el nombre del Señor. R.

Cumpliré mis votos al Señor,
en presencia de todo su pueblo,
en los atrios de la Casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén. R.


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 8, 31b-34

Hermanos:
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos concederá con él toda clase de favores?
¿Quién podrá acusar a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién se atreverá a condenarlos? ¿Será acaso Jesucristo, el que murió, más aún, el que resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros?

Palabra de Dios.



X Lectura del santo Evangelio según san Marcos 9, 2-10

Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos. Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas. Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Pedro dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor.
Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: «Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo.»
De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos.
Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos cumplieron esta orden, pero se preguntaban qué significaría «resucitar de entre los muertos.»

Palabra del Señor.