Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

viernes, 26 de octubre de 2012

Trigésimo domingo durante el año




Lecturas del 28-10-12
– Ciclo B –

“Jesús nos enseña a ver para que podamos seguir por el verdadero camino”

Lectura del libro del profeta Jeremías 31, 7-9
Así habla el Señor:¡Griten jubilosos por Jacob, aclamen a la primera de las naciones!
Háganse oír, alaben y digan: «¡El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel!»
Yo los hago venir del país del Norte y los reúno desde los extremos de la tierra; hay entre ellos ciegos y lisiados, mujeres embarazadas y parturientas: ¡es una gran asamblea la que vuelve aquí!
Habían partido llorando, pero yo los traigo llenos de consuelo; los conduciré a los torrentes de agua por un camino llano, donde ellos no tropezarán. Porque yo soy un padre para Israel y Efraím es mi primogénito.  Palabra de Dios.
Salmo 125 
R. ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros
 y estamos rebosantes de alegría!
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,  nos parecía que soñábamos: nuestra boca se llenó de risas y nuestros labios, de canciones.  R.
Hasta los mismos paganos decían:  «¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!» ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría!  R.
¡Cambia, Señor, nuestra suerte como los torrentes del Négueb! Los que siembran entre lágrimas  cosecharán entre canciones.  R.
El sembrador va llorando  cuando esparce la semilla,  pero vuelve cantando cuando trae las gavillas.  R.
Lectura de la carta a los Hebreos 5, 1-6
Todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y puesto para intervenir en favor de los hombres en todo aquello que se refiere al servicio de Dios, a fin de ofrecer dones y sacrificios por los pecados. El puede mostrarse indulgente con los que pecan por ignorancia y con los descarriados, porque él mismo está sujeto a la debilidad humana. Por eso debe ofrecer sacrificios, no solamente por los pecados del pueblo, sino también por sus propios pecados. Y nadie se arroga esta dignidad, si no es llamado por Dios como lo fue Aarón.     
Por eso, Cristo no se atribuyó a sí mismo la gloria de ser Sumo Sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.  Palabra de Dios.
Ven a mí, Espíritu Santo, agua viva que lanza a la vida eterna: concédeme la gracia de llegar a contemplar el rostro del Padre en la vida y en la alegría sin fin.

Santo Evangelio según san Marcos 10, 46-52
Cuando Jesús salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!» Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten piedad de mí!» Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo.»  Entonces llamaron al ciego y le dijeron: «¡Ánimo, levántate! Él te llama.»  
Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él. Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?»            
Él le respondió: «Maestro, que yo pueda ver.»
Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado.» En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.  Palabra del Señor.  
 
Reflexión 
No perder el  contacto – Hay que ver
Esas reuniones en las que “se comparte” el Evangelio con los demás son un buen medio para penetrar en sus riquezas gracias a las diferentes reacciones: “Mira, yo no había pensado en eso”.  Se puede incluso vivir momentos desconcertantes cuando el Espíritu inspira a algunos: “A mí, lo que más me impresiona del texto… A mí, desde que oí esta llamada…”.
La única sombra es que a veces algunos grupos se pierden en discursos o ideas o en descripción de hechos (¡y hasta de anécdotas!) y llegan a olvidar… la cita que se tiene de Jesús.  Lo que hay que recoger en su contacto, su mirada, su voz, sus gestos, todo lo que deja transparentar su ser y lo que nos introduce a través de Él en el sentido profundo de lo que quiere ofrecernos.
En este sentido, Marcos resulta precioso.  ¡Qué reportaje tan vivo esta curación de Bartimeo! Estamos entre la gente, un ciego grita, le dicen que se calle, grita más fuerte todavía y le toca a Jesús en el corazón.  Jesús espera esos gritos, escucha nuestra fe, salta de gozo cuando es firme:“Llámenlo”.  La gente, como siempre, cambia inmediatamente de actitud.  Si antes se quejaba del ciego, ahora lo anima: “¡Ten confianza! ¡Te está llamando!”.
Dios quiere que sepamos decir: “Él te llama”.  Pero que sepamos también escuchar cuando alguien –o un libro, o una voz interior- nos dice:”El te llama”. Bartimeo arroja su manto que le molesta para ir corriendo hacia Jesús.  También aquí la imagen es dinamizante.  Despojarse de todo estorbo, despertarse de la vida cómoda, separarse de todo lo que nos tiene lejos del Señor.
Tener una confianza de hierro.  Como todo el mundo, Bartimeo sabe que Jesús es el carpintero de Nazaret.  Muchos tropiezan en ello.  Pero él grita su fe; es el primero en proclamar bien alto que el nazareno es el hijo de David, el Mesías.  Estando ya en la luz, el ciego dice: “Maestro”.  Pide con tanta fe, que el poder de Jesús puede transformarlo de arriba abajo.  La última palabra de esta Evangelio es la que más nos tiene que movilizar: “Lo siguió por el camino
Lo que significa “tu fe te ha salvado” es la salvación en que uno entra cuando sigue a Jesús.  Bartimeo recobra la vista y mucho más: unos ojos para ver tan bien a Jesús que se convierte en discípulo suyo.
No se había engañado Jesús al escuchar los gritos de esa fe vigorosa.  Sin duda no es aún la fe plena que se desarrollará después de la resurrección, pero ya Bartimeo está seguro de estar ante el Mesías, está seguro de la fuerza misma de Dios lo va a tocar en Jesús y, una vez hecho, no vacila un segundo: si Jesús es la fuerza de Dios, hay que seguirle.
Nosotros que sabemos de Jesús mucho más que Bartimeo, ¿tenemos ojos para mirarlo? ¿Hasta sentir en nosotros ese deseo que ha hecho nacer a los santos: ¿”Quiero seguirte”?
Para que oremos…
La ceguera del espíritu.  En aquel ciego-mendigo, Jesús descubrió a toda esa humanidad por la que había venido al mundo.  Entonces recordó el anuncio del profeta Jeremías que hemos oído en la primera lectura.  Entre esa gente que llora, de la que habla el profeta, también estamos nosotros, como Bartimeo, sentados en el camino de la vida, sin saber por dónde seguir, sin ver un camino claro.  El mundo y la historia se nos presentan como un libro cerrado; sólo tocamos sus tapas, pero no lo leemos.  Escuchamos pasajes del Evangelio domingo a domingo, descubrimos situaciones similares a las nuestras… y seguimos sin ver.
La luz de la fe.  La fe nos salva dándonos la vista.  Cuando fuimos bautizados, todos recibimos por medio de los padrinos un cirio encendido, al antiguo símbolo de la fe, como visión nueva de las cosas.  Detengámonos unos momentos para repensar en qué sentido la fe es luz y qué es eso que nos hace ver como nuevo.
Entre sus muchos aspectos, podemos considerar los siguientes:
La fe ilumina la propia vida dándole un sentido
La fe nos hace ver al prójimo como a un hermano.
La fe nos hace ver la historia como el camino en el que Dios realiza la salvación.
Concluyendo…
Mucho podríamos decir acerca de esta visión que nos produce la fe… Pero quizá lo dicho sea suficiente como para que nos preguntemos si realmente creemos que nuestra fe concreta nos ha iluminado la vida y la historia, nos ha abierto los ojos, o si, en cambio, a pesar de llamarnos cristianos, no estamos en el camino tanteando a oscuras o dejándonos llevar como niños.
La fe fue la salvación de Bartimeo, porque la fe le hizo ver.  Por eso el ex ciego es presentado como prototipo del discípulo de Jesús.
Sea cual fuera nuestra actual situación, veamos poco o mucho, no estará de más que hoy le digamos al Señor:
“Maestro, te ruego que me
devuelvas la vista
Padre Daniel
Año de la Fe:
El Papa Benedicto XVI nos convoca a celebrar el año de la fe que dio Comienzo el 11 de octubre de 2012, en el cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, para ello seguimos reflexionando el contenido de la
                                                                                                                                                                                                                    Carta  Apostólica Pota Fidei
Profesar la fe en la Trinidad –Padre, Hijo y Espíritu Santo –equivale a creer en un solo Dios que es Amor (cf. 1 Jn 4, 8): el Padre, que en la plenitud de los tiempos envió a su Hijo para nuestra salvación; Jesucristo, que en el misterio de su muerte y resurrección redimió al mundo; el Espíritu Santo, que guía a la Iglesia a través de los siglos en la espera del retorno glorioso del Señor.
Sucede hoy con frecuencia que los cristianos se preocupan mucho por las consecuencias sociales, culturales y políticas de su compromiso, al mismo tiempo que siguen considerando la fe como un presupuesto obvio de la vida común. De hecho, este presupuesto no sólo no aparece como tal, sino que incluso con frecuencia es negado.

No podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta (cf. Mt 5, 13-16). Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en él y a extraer el agua viva que mana de su fuente (cf. Jn 4, 14).       
Amor Misericordioso que se conmueve ante las necesidades del hombre.
Queridos hermanos: Como para que no queden dudas de que la Clave del actuar de Dios es EL AMOR, este Domingo la Palabra es un CANTO AMOROSO que comienza mostrando el Amor del Padre hacia su Pueblo exiliado y culmina con la compasión de Jesús al clamor del mendigo ciego.
este Amor no es la respuesta a un ejemplo de buena conducta, es un AMOR MISERICORDIOSO, es el Amor que se conmueve ante la miseria del hombre.
El Pueblo de Israel sufrió el Exilio por haberse apartado del Dios Verdadero para refugiarse en los ídolos paganos, el Pueblo de Israel TAMBIEN ESTABA CIEGO, recordemos que en el contexto bíblico la enfermedad está estrechamente ligada al pecado, la ceguera estaba asociada a una opción equivocada "el ojo es la lámpara del cuerpo" (Mt.6,22).
Así lo vive Bartimeo, el mendigo ciego del Evangelio, alguien que muestra su fe en Jesús llamándolo Hijo de David, por eso "grita cada vez más fuerte, es ese Jesús el que puede sacarlo de su ceguera y NO OTRO. Ante la pregunta de Jesús él responde “Maestro que yo pueda ver", no solo es el Hijo de David, es el Maestro.
Como buen Hijo del Padre, Jesús tiene misericordia de Bartimeo y el ciego "comienza a ver", y, de ahí en más lo siguió.
Vemos que el Señor le dice "tu fe te ha salvado", el ver es más que el buen funcionamiento de los ojos, ES RECONOCER AL DIOS VERDADERO Y SEGUIRLO.
Hoy en día nos parecemos bastante a Bartimeo, aunque nos duela, en cuanto a la ceguera. Nos dejamos deslumbrar por las ofertas de un mundo que NO QUIERE VER, quizás porque VERLO IMPLICA SEGUIRLO.
En este AÑO DE LA FE roguemos al Señor la Fe de Bartimeo, primero para que nadie nos impida llamarlo y segundo para tener la certeza que solo EL SEÑOR puede curarnos, así lo podremos SEGUIR.
Prof.  Martha Pereyra o.c.s.
 Lecturas de la Semana
Lunes  29Ef. 4, 32—5,8; Sal 1 Lc. 13, 10-17.
Martes 30: Ef. 5, 21-33.;  Sal 127; Lc. 13, 18-21.
Miércoles 31: Ef. 6.1-9; Sal 144; Lc. 13, 22-30.
Jueves 1: Apoc. 7, 2-4. 9-14;  Sal 23; 1Jn. 3, 1-3; Mt. 5, 1-12.
Viernes 2:Apoc.21, 1-5.6-7; Sal 26;  1Cor. 15, 20-23; Lc.24, 1-8.
Sábado 3: Flp. 1, 15.18-26; Sal 41; Lc. 14, 1.7-11.
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y María.
Círculo Peregrinoqueremos compartir con vos la Palabra del Señor, por eso podemos ir a tu casa a visitarte a vos o algún familiar enfermo.
Lectio Divina: También podes venir para compartirla  el primer y tercer sábado de cada mes a las 16 hs. en:       
Círculo Bíblico San José
Parroquia San José:
Brandsen 4970 Villa Domínico.
Si  querés recibir la hojita por e-mail pedila a: miencuentroconjesus@yahoo.com.ar