Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 31 de octubre de 2020

"Las Bienaventuranzas, plenitud de la vida según el querer de Dios"

                                      

Solemnidad de Todos los Santos

Lecturas 1-11-20, Ciclo A

 ” Ven Espíritu Santo”

Dios mío: Abre mi espíritu y dame inteligencia, en vano leeré o escucharé tu Palabra si Tú no haces que penetre en mi corazón. Concédeme ardor para buscarla, docilidad para aceptarla y fidelidad para cumplirla. Amén

Apocalipsis 7,2-4.9-14.

Yo, Juan, vi a otro Angel que subía del Oriente, llevando el sello del Dios vivo. Y comenzó a gritar con voz potente a los cuatro Angeles que habían recibido el poder de dañar a la tierra y al mar:
"No dañen a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los servidores de nuestro Dios".          
Oí entonces el número de los que habían sido marcados: eran 144. 000 pertenecientes a todas las tribus de Israel. Después de esto, vi una enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas. Estaban de pie ante el trono y delante del Cordero, vestidos con túnicas blancas; llevaban palmas en la mano y exclamaban con voz potente:
"¡La salvación viene de nuestro Dios que está sentado en el trono, y del Cordero!".
Y todos los Angeles que estaban alrededor del trono, de los Ancianos y de los cuatro Seres Vivientes, se postraron con el rostro en tierra delante del trono, y adoraron a Dios,
diciendo: "¡Amén! ¡Alabanza, gloria y sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza a nuestro Dios para siempre! ¡Amén! Y uno de los Ancianos me preguntó: "¿Quiénes son y de dónde vienen los que están revestidos de túnicas blancas?".
Yo le respondí: "Tú lo sabes, señor". Y él me dijo: "Estos son los que vienen de la gran tribulación; ellos han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del Cordero". 
Palabra de Dios.  

Salmo 23, R. ¡Benditos los que buscan al Señor!

Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella,
el mundo y todos sus habitantes, porque El la fundó sobre los mares, Él la afirmó sobre las corrientes del océano. R      

¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor
y permanecer en su recinto sagrado? El que tiene las manos limpias y puro el corazón; El que no rinde culto a los ídolos ni jura falsamente. R

Él recibirá la bendición del Señor, la recompensa de Dios, su Salvador. Así son los que buscan al Señor,
los que buscan tu rostro, Dios de Jacob. R 
 

Primera carta del ap. San Juan 3,1-3.

Queridos hermanos: ¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios,
y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a Él.
Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía.
Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es.
El que tiene esta esperanza en Él, se purifica, así como Él es puro.  Palabra de Dios. 
 

Evangelio según San Mateo 5,1-12a.

Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él.
Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: "Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.            
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. 
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.          
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron." Palabra del Señor. 
 

Reflexión  

Hoy vamos a reflexionar el evangelio de las bienaventuranzas y nos podemos preguntar qué significa ser Bienaventurado: quiere decir feliz, dichoso.

Jesús nos enseña el camino para que seamos felices y dichosos, es decir bienaventurados y además que esta felicidad no dependa de lo que el hombre tiene materialmente, sino de lo que es, y que no está condicionada a la riqueza, el placer, la salud, ni tampoco a la actitud de los demás hombres hacia nosotros, si nos quieren o nos ofenden, sino al modo del que respondemos frente a ellos. La felicidad profunda que Jesús nos promete tiene, en definitiva, su fuente en Dios. La invitación de Jesús viene a decir así: «No busquen la felicidad en la satisfacción de sus intereses ni en la práctica interesada de su religión. Sean felices trabajando de manera fiel y paciente por un mundo más feliz para todos».  

La fiesta de todos los santos, el 1 de noviembre, nos invita al optimismo. Todos santos. Todo lo que nos rodea está lleno de bondad si tenemos los ojos del alma abiertos para percibirlo. Acostumbrados a poner el foco en lo negativo, es muy necesaria una fiesta así para descubrir ese soplo divino en todos los seres.

En esta festividad de Todos los Santos se nos sugiere el texto de las Bienaventuranzas, es porque ellas son en verdad el camino de la santidad; en y con las Bienaventuranzas como carta de navegación de nuestra vida es posible alcanzar la meta de nuestra santificación, entendida como la lucha constante por lograr en el cada día el máximo de plenitud de la vida según el querer de Dios.  

El Sermón de la Montaña tiene un particular significado en la vida de Jesús porque el Señor se presenta como el nuevo Moisés. Moisés había subido a la montaña a traer los Mandamientos del Antiguo Testamento, y el Señor acá recoge las promesas hechas al pueblo elegido, pero las perfecciona ordenándolas, no solo a la posesión de una tierra, sino al Reino de los Cielos.

Las bienaventuranzas son como un resumen de toda la predicación de Jesús, que nos da en ellas una imagen completa del verdadero discípulo, de aquél que refleja la verdadera imagen del Señor.  

En las bienaventuranzas, Jesús no promete la felicidad y la salvación a determinadas clases de personas, sino a los que lo sigan e imiten su vida. Para entrar en el Reino de los Cielos, el Señor anuncia que es necesario un estilo nuevo, una manera distinta de comportarse.  

Bienaventurados los pobres de espíritu, dice Jesús y nos enseña que para seguirlo a Él es necesario tener el alma libre de todo apegamiento: del amor a sí mismo, en primer lugar; de la excesiva preocupación por la salud; del futuro, de las riquezas y los bienes materiales. La pobreza de espíritu que pide el Señor la practicamos cuando ponemos nuestro tesoro en Dios y utilizamos las cosas como simples medios. El gran valor que nos descubre Jesús es que debemos compartir, inclusive los bienes materiales.

Más que una condición social, esta pobreza expresa la actitud personal de humildad ante Dios; es pobre el que acude a Dios sin considerar los méritos propios y confía sólo en el Señor para ser salvado. Y esto exige un desprendimiento real de los bienes materiales y una austeridad en el uso de ellos.  

Bienaventurados los que lloran porque serán consolados. El Señor promete que los que llevan cruces en la vida - enfermedades, dolores - con Él, no se harán pesadas. La Fe convierte en bien todo lo que podría parecer un mal irremediable.  

Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra, nos dice el Señor. Los mansos no son los blandos ni los tibios. La mansedumbre está apoyada sobre una gran fortaleza de espíritu. Ella implica en su ejercicio continuos actos de fortaleza. De manera semejante como los hacen los pobres, según nos enseña Jesús, son los verdaderos ricos, los mansos son los verdaderos fuertes. Mansos son los que sufren con paciencia las persecuciones injustas; los que en las adversidades mantienen el ánimo sereno, humilde y firme, y no se dejan llevar por la ira y el abatimiento. Los mansos poseerán la tierra.... Y primero, se poseerán a sí mismos, porque no serán esclavos de sus nervios ni de su mal carácter.  

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Las Escrituras llaman justo a quien se esfuerza con sinceridad en cumplir la voluntad de Dios. Y Dios colma con su Vida a quien desea esa Vida del Señor y pone los medios para alcanzarla.  

Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia. Cada página del Evangelio es una muestra de la misericordia de Dios por los hombres. Pero Jesús nos reclama que también nosotros tengamos un corazón grande para quienes nos rodean.  

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. El Señor nos enseña que la raíz de la bondad o la malicia están en el corazón, es decir, en el interior del hombre, en el fondo de su espíritu. El hombre entero queda manchado o enriquecido por lo que ocurre en su corazón: malos deseos, envidias, rencores.... o pensamientos indulgentes, compasivos... Nuestra actitud externa es solo reflejo de nuestro interior.  

Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios. La verdadera paz llegó al mundo con la encarnación del Hijo de Dios. Jesús repitió muchas veces: La paz sea con vosotros, Mi paz les dejo, mi paz les doy. Y ahora nos dice a nosotros: felices aquellos que reconcilian a los que pelean, aquellos que apagan el odio y unen lo que está separado, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 

¡Ven Señor Jesús, te necesito!  

Aclaración: Se han consultado para la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. Hojitas anteriores. Centro Bíblico del CELAM. Amigos de fe adulta. J A Pagola.  

Círculo Bíblico San José  

“Tu palabra es una lámpara a mis pies y una luz en mi camino” Sal 119 

jueves, 29 de octubre de 2020

"El Amor de Dios que sostiene nuestra vida"

                                        San Lucas 13,31-35.

En ese momento se acercaron algunos fariseos que le dijeron: "Aléjate de aquí, porque Herodes quiere matarte".
El les respondió: "Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado.
Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste!
Por eso, a ustedes la casa les quedará vacía. Les aseguro que ya no me verán más, hasta que llegue el día en que digan: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!". Palabra del Señor 

De camino hacia Jerusalén, Jesús recibe una advertencia: Herodes quiere matarle. Los fariseos le invitan a alejarse, lo cual parece lo más prudente. Sin embargo, Jesús contesta a los fariseos en unos términos fuertes y valientes, incluso provocativos. Frente a los consejos de los fariseos de evitar aquello que amenaza su vida, Jesús pone de manifiesto aquello que la sostiene, que le hace fuerte interiormente y que por tanto le permite vivir esa situación amenazante no como algo que le haga temblar y que le paralice,  sino como algo que está ahí y es real, pero que nunca podrá impedirle vivir aquello que es para él lo fundamental, lo importante, incluso más que la propia vida: la fidelidad a la voluntad del Padre que ha hecho suya, que es su alimento y su orientación vital. Por eso Jesús puede afirmar con toda libertad “nadie me quita la vida, yo la doy voluntariamente.” (Juan 10, 18) (Dominicos. org).

Ven Señor Jesús, te necesito.


miércoles, 28 de octubre de 2020

"Salía de él una fuerza que sanaba a todos"

 

 San Lucas 6,12-19.

Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote,
Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos. Palabra del Señor. 
 

Señor hoy también empiezo este día con una oración al Dios de la Vida, me pongo en marcha hacia ti, necesito escuchar tu Palabra, que ilumina mis pensamientos, yo también quiero tocarte, sáname Señor de todos mis males físico y espirituales, quiero sentir esa fuerza que sale de Ti, acompañame con tu Espíritu para que pueda compartir lo recibido con los demás.  

Ven Señor Jesús, te necesito.


martes, 27 de octubre de 2020

La fuerza transformadora del Reino de Dios

 San Lucas 13,18-21.

Jesús dijo entonces: "¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo?
Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas".
Dijo también: "¿Con qué podré comparar el Reino de Dios?
Se parece a un poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa". Palabra del Señor. 
 

Hoy, no nos deben desanimar los obstáculos del medio que nos rodea. El Señor cuenta con nosotros para transformar el lugar donde se desenvuelve nuestro vivir cotidiano. No dejemos de llevar a cabo aquello que está en nuestras manos, aunque nos parezca poca cosa -tan poca cosa como unos insignificantes granos de mostaza- porque el Señor mismo hará crecer nuestro empeño, y la oración y el sacrificio que hayamos puesto, darán sus frutos.

El Reino de Dios, incluye en sí mismo un principio de desarrollo, una fuerza interna, que lo llevará hasta su total perfección; pero ese desarrollo del Reino no es algo que deba realizarse prescindiendo de nosotros, sino que somos nosotros los que debemos poner las condiciones necesarias, para que el Reino llegue a su total desarrollo en nosotros y en los demás. Habrá muchos fracasos, habrá luchas, pero el crecimiento del reino de Dios tiene el éxito asegurado.

 Ven Señor Jesús, te necesito.

lunes, 26 de octubre de 2020

"Nadie se queda sin el amor de Dios"

                                                    San Lucas 13,10-17.

Un sábado, Jesús enseñaba en una sinagoga. Había allí una mujer poseída de un espíritu, que la tenía enferma desde hacía dieciocho años. Estaba completamente encorvada y no podía enderezarse de ninguna manera. Jesús, al verla, la llamó y le dijo: "Mujer, estás curada de tu enfermedad", y le impuso las manos. Ella se enderezó en seguida y glorificaba a Dios.
Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la multitud: "Los días de trabajo son seis; vengan durante esos días para hacerse curar, y no el sábado".
El Señor le respondió: "¡Hipócritas! Cualquiera de ustedes, aunque sea sábado, ¿no desata del pesebre a su buey o a su asno para llevarlo a beber? Y esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo aprisionada durante dieciocho años, ¿no podía ser librada de sus cadenas el día sábado?".
Al oír estas palabras, todos sus adversarios se llenaron de confusión, pero la multitud se alegraba de las maravillas que él hacía. Palabra del señor 
 

El Evangelio me permite reflexionar: Jesús vio a la mujer, la llamó y la curó. Sí, Jesús tomó la iniciativa, no esperó a que ella le pidiera ser sanada de su enfermedad. Vemos aquí un rasgo de Jesús que no hemos de olvidar nunca, el Señor no es ajeno a nuestro sufrimiento, Él escucha hasta nuestros gritos silenciosos y nos sana de nuestras heridas más profundas.

También llama la atención que la mujer quedó curada en el acto, y enderezándose alababa a Dios. Su cuerpo y su espíritu sanaron simultáneamente. Y alababa a Dios porque al desencorvarse pudo mirar al Cielo y abrir su corazón a Dios. Si miramos a Dios siempre vamos a encontrar motivos para la alabanza.  

Sobre la manera de actuar de Jesús: la de curar un día sábado por más de que en aquel momento estaba prohibido. Él nos viene a mostrar que es más importante una persona que la prohibición de trabajar un sábado.

Esto me hace pensar en la coherencia que tenemos como cristianos entre lo que decimos y hacemos. Muchas veces las obras que hacemos no coinciden con lo que decimos o mostramos a los demás, es en ese momento en que nos pueden llamar hipócritas. Qué importante es decir las cosas, pero más importante es hacer lo que decimos. Eso sería ser coherente. ¿Alguna vez sentiste que tu hacer y decir no coinciden? ¿En qué momentos?

El mensaje que nos muestra Jesús es el mensaje del amor. Nadie se queda sin el amor de Dios. No importa el día que lo necesitemos, ese amor siempre estará. ¿Transmitimos ese amor a los demás? ¿Con qué gestos o actitudes? ¿A quiénes? (donbosco.org.ar, Dominicos. org)  

Ven Señor Jesús, te necesito.