Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 10 de noviembre de 2018

“...la necesidad del otro le hizo olvidar la propia...”




Trigésimo segundo domingo durante el año
Lecturas 11-11-18, Ciclo B
Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que abra mis ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guie y asista al meditar tus enseñanzas, para que pueda saborearla y comprenderla, para  que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la Verdad completa.  Amén
  
Primer libro de los Reyes 17, 8-16
La palabra del Señor llegó al profeta Elías en estos términos: “Ve a Sarepta, que pertenece a Sidón, y establécete allí; ahí Yo he ordenado a una viuda que te provea de alimento”. Él partió y se fue a Sarepta. Al llegar a la entrada de la ciudad, vio a una viuda que estaba juntando leña. La llamó y le dijo: «Por favor, tráeme en un jarro un poco de agua para beber.» Mientras ella lo iba a buscar, la llamó y le dijo: «Tráeme también en la mano un pedazo de pan.»Pero ella respondió: «¡Por la vida del Señor, tu Dios! No tengo pan cocido, sino sólo un puñado de harina en el tarro y un poco de aceite en el frasco. Apenas recoja un manojo de leña, entraré a preparar un pan para mí y para mi hijo; lo comeremos, y luego moriremos.»                 
Elías le dijo: «No temas. Ve a hacer lo que has dicho, pero antes prepárame con eso una pequeña galleta y tráemela; para ti y para tu hijo lo harás después.    
Porque así habla el Señor, el Dios de Israel: El tarro de harina no se agotará ni el frasco de aceite se vaciará, hasta el día en que el Señor haga llover sobre la superficie del suelo.»                
Ella se fue e hizo lo que le había dicho Elías, y comieron ella, él y su hijo, durante un tiempo. El tarro de harina no se agotó ni se vació el frasco de aceite, conforme a la palabra que había pronunciado el Señor por medio de Elías. Palabra de Dios.

Salmo 145 
R. ¡Alaba al Señor, alma mía!
El Señor mantiene su fidelidad para siempre, hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos.  R.
El Señor abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados. El Señor ama a los justos y protege a los extranjeros.  R.
Sustenta al huérfano y a la viuda y entorpece el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones.  R.
Lectura de la carta a los hebreos 9, 24-28
Cristo, no entró en un Santuario erigido por manos humanas -simple figura del auténtico Santuario- sino en el cielo, para presentarse delante de Dios en favor nuestro. Y no entró para ofrecerse a sí mismo muchas veces, como lo hace el Sumo Sacerdote que penetra cada año en el Santuario con una sangre que no es la suya. Porque en ese caso, hubiera tenido que padecer muchas veces desde la creación del mundo. En cambio, ahora él se ha manifestado una sola vez, en la consumación de los tiempos, para abolir el pecado por medio de su Sacrificio.      
Y así como el destino de los hombres es morir una sola vez, después de lo cual viene el Juicio, así también Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez para quitar los pecados de la multitud, aparecerá por segunda vez, ya no en relación con el pecado, sino para salvar a los que lo esperan. Palabra de Dios.

Santo Evangelio según san Marcos 12, 38-44
Jesús enseñaba a la multitud: «Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes; que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad.»                  
Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia. Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre. Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: «Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir.» 
Palabra del Señor.


Reflexión 
El texto de Marcos relata la parte final de las actividades de Jesús en Jerusalén. Fueron días muy intensos, llenos de conflictos: expulsión de los mercaderes del Templo, y muchas discusiones con las autoridades, con los fariseos, con los herodianos y saduceos y con los doctores de la ley. El texto de este domingo nos presenta una última palabra crítica de Jesús respecto al mal comportamiento de los doctores de la ley y una palabra de elogio respecto al buen comportamiento de la viuda. Casi al término de su actividad en Jerusalén, sentado delante del tesoro donde se recogía las limosnas del Templo, Jesús llama la atención de los discípulos sobre el gesto de una pobre viuda y les enseña el valor del compartir.

En los primeros cuarenta años de la historia de la Iglesia, desde los años 30 al 70, las comunidades cristianas eran, en su mayoría, formadas por gente pobre. Poco después se les agregaron también otras personas más ricas. Las tensiones sociales, que marcaba el imperio romano, comenzaron también a despuntar en la vida de las comunidades. Estas divisiones, por ejemplo, surgían, cuando las comunidades se reunían para celebrar la cena (1Cor 11,20-22) o cuando había alguna reunión (Sant 2,1-4). Por esto, la enseñanza del gesto de la viuda era para ellos actual. Era como mirarse al espejo, porque Jesús compara el comportamiento de los ricos y el comportamiento de los pobres.

Jesús llama la atención a los discípulos sobre el comportamiento hipócrita y aprovechado de algunos doctores de la ley, que enseñaban a la gente la Ley de Dios, pero enseñaban de palabra, porque el testimonio de sus vidas mostraba lo contrario. A ellos les gustaba deambular por las plazas con largas túnicas, recibir el saludo de la gente, ocupar los primeros puestos en las sinagogas y en los banquetes. Eran personas que querían aparentar ser gente importante. Usaban su ciencia y su profesión como medio para subir la escala social y enriquecerse, y no para servir. A ellos les gustaba entrar en las casas de las viudas y recitar largas oraciones a cambio de dinero. Y Jesús termina diciendo: “¡Esta gente recibirá un juicio severo!”

La limosna de la viuda. Jesús y los discípulos, sentados ante el tesoro del Templo, observaban a las personas que colocaban en el tesoro sus limosnas. Los pobres echaban pocos centavos, los ricos arrojaban monedas de gran valor. El tesoro del templo se colmaba de dinero. Todos aportaban algo para el mantenimiento del culto, para sostener a los sacerdotes y para la conservación del Templo mismo. Parte de este dinero era usado para ayudar a los pobres, porque entonces no existía la asistencia social. Los pobres dependían de la caridad pública. Los pobres más necesitados eran los huérfanos y las viudas. Ellos no poseían nada. Dependían del todo de la caridad de los otros. Pero, aunque no tenían nada se esforzaban para compartir con los otros lo poco que tenían. Así pues, una viuda muy pobre deposita su limosna en el tesoro del templo. ¡Sólo unos céntimos!

Jesús muestra dónde se manifiesta la voluntad de Dios. ¿Qué vale más: los dos céntimos de la viuda o las miles de monedas del rico? Para los discípulos, los miles de monedas de los ricos eran mucho más útiles para hacer caridad, que los dos céntimos de la viuda. Ellos pensaban que el problema de la gente se podría resolver con mucho dinero. Cuando la multiplicación de los panes, ellos habían dicho a Jesús: “Señor, ¿qué quieres que compremos con doscientos denarios para dar de comer a tanta gente?”.  En efecto, para aquéllos que piensan así, los dos céntimos de la viuda no servían para nada. Pero Jesús dice: “Esta viuda ha echado en el tesoro más que todos los otros”. Jesús tiene criterios diversos. Llamando la atención de los discípulos sobre el gesto de la viuda, enseña dónde ellos y nosotros debemos buscar la manifestación de la voluntad de Dios, a saber, en el compartir. Si hoy compartiésemos nuestros bienes, que Dios ha puesto en el Universo a disposición de la humanidad, no habría ni pobres, ni hambre. Habría suficiente para todos y sobraría también para muchos otros.
La viuda del Evangelio dio a otro pobre todo lo que le quedaba de su indigencia, la necesidad del otro les hizo olvidar la propia, y sin alardes, así sencillamente.

Conmovido, Jesús llama rápidamente a sus discípulos. No han de olvidar el gesto de esta mujer, pues, aunque está pasando necesidad, «ha echado de lo que necesitaba, todo lo que tenía para vivir». Mientras los maestros viven aprovechándose de la religión, esta mujer se desprende por los demás, confiando totalmente en Dios.
Su gesto nos descubre el corazón de la verdadera religión: confianza grande en Dios, gratuidad sorprendente, generosidad y amor solidario, sencillez y verdad. No conocemos el nombre de esta mujer ni su rostro. Solo sabemos que Jesús vio en ella un modelo para los futuros dirigentes de su Iglesia.
También hoy tantas mujeres y hombres de fe sencilla y corazón generoso son lo mejor que tenemos en la Iglesia. No escriben libros ni pronuncian sermones, pero son los que mantienen vivo entre nosotros el Evangelio de Jesús. De ellos hemos de aprender todos los discípulos de Jesús.

¿Qué es más exigente dar el diezmo o dar de corazón? El corazón de Cristo se dio por entero y nos enseña a hacer nosotros lo mismo.

Hoy vivimos en un mundo con muchas diferencias entre gente que es muy rica económicamente y otros que son muy pobres.  
Por supuesto que esto incide en la forma que vivimos en cada uno de los que formamos esta sociedad, tanto en la salud, educación, como formamos a nuestras familias y especialmente en nuestra capacidad de tomar decisiones, en un mundo con tanta tecnología. Más cuando caemos en la pobreza en todo sentido         

Todos somos testigos de esta situación, a pesar de ello, parece ser que cada vez nos encerrarnos más en una situación de sálvese quien pueda, para seguir viviendo en un mundo cada vez más dividido entre los que pueden y los que no, las consecuencias están a la vista en todo el mundo, reina el “yo primero”  

Jesús nos enseña a descubrirnos como hombres, llenos de talentos, los cuales tenemos que poner en movimiento, solos es difícil pero asistidos por la Palabra del Señor y su Espíritu, y guiados por la idea de que todos somos hermanos, ya que somos hijos de un mismo Padre, trabajando y entregando parte de lo nuestro en servicio al más necesitado, no solamente de dinero, sino de compartir su necesidad, un mundo mejor es posible, con mayores posibilidades.               

¿Qué posición voy a tomar?

Mi respuesta Señor, es que me ayudes a ver estas cosas con tus ojos, no quiero ser cómplice de un mundo dividido e indiferente.

Oración: Dios nuestro, que nos has mostrado tu gusto por la autenticidad, la entrega generosa y la coherencia entre la fe y la vida: robustece nuestra fe, fortalece nuestra sinceridad, y ayúdanos a estar, como Jesús, siempre atentos al amor de los pequeños. Amén.


Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren.

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de esta hoja: El libro del Pueblo de Dios.  La Orden de los Carmelitas - www.ocarm.org. J A Pagola.
Los sábados 17 hs. Círculo Bíblico San José

Parroquia San José: Brandsen 4970, V. Domínico. Si querés recibir la hojita por e-mail pedila:
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