Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

viernes, 15 de diciembre de 2017

“Testigos de la Luz”


Tercer domingo de adviento
Lecturas del 17-12-17, Ciclo B
Dios mío: Abre mi espíritu y dame inteligencia, en vano leeré o escucharé tu Palabra si Tú no haces que penetre en mi corazón. Concédeme ardor para buscarla, docilidad para aceptarla y fidelidad para cumplirla. Amén

Libro del profeta Isaías 61, 1-2a. 10-11
El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. El me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros, a proclamar un año de gracia del Señor. Yo desbordo de alegría en el Señor, mi alma se regocija en mi Dios. Porque él me vistió con las vestiduras de la salvación y me envolvió con el manto de la justicia, como un esposo que se ajusta la diadema y como una esposa que se adorna con sus joyas.       
Porque así como la tierra da sus brotes y un jardín hace germinar lo sembrado, así el Señor hará germinar la justicia y la alabanza ante todas las naciones. Palabra de Dios.
Salmo Lc 1, 46-48. 49-50. 53-54

R. Mi alma se regocija en mi Dios.

Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz.  R.
Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen.  R.
Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia.  R.

1° carta de Pablo a los Tesalonicenses 5, 16-24
Hermanos: Estén siempre alegres. Oren sin cesar. Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos ustedes, en Cristo Jesús. No extingan la acción del Espíritu; no desprecien las profecías; examínenlo todo y quédense con lo bueno. Cuídense del mal en todas sus formas.        
Que el Dios de la paz los santifique plenamente, para que ustedes se conserven irreprochables en todo su ser -espíritu, alma y cuerpo- hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo. El que los llama es fiel, y así lo hará. Palabra de Dios.
Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de verdad: concédeme llegar al conocimiento de la verdad en toda su plenitud.

 A ti, Señor, elevo mi alma; Dios mío, yo pongo en ti mi confianza

Evangelio según san Juan 1, 6-8. 19-28
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino el testigo de la luz.           
Este es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle: «¿Quién eres tú?» El confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: «Yo no soy el Mesías.»             
«¿Quién eres, entonces?», le preguntaron: «¿Eres Elías?» Juan dijo: «No.»      
«¿Eres el Profeta?» «Tampoco», respondió. Ellos insistieron: «¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?»
Y él les dijo: «Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.»      
Algunos de los enviados eran fariseos, y volvieron a preguntarle: «¿Por qué bautizas, entonces, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
Juan respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia.»
Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba. Palabra del Señor 

Reflexión  
 
El Evangelio de hoy nos muestra un ambiente de una inmensa expectativa por el Mesías, donde Juan aparece como una figura rodeada de un prestigio extraordinario; prueba de ello es que las autoridades judías mandan a Betania, desde Jerusalén, a sacerdotes y levitas, que eran personajes cualificados, a preguntarle a Juan si él es el Mesías.           

Juan no se envanece por su misión. Niega ser lo que en realidad no es, pero a continuación comienza a dar a conocer lo que es, hablando de Jesucristo, alabándolo entusiastamente, y juzgándose a sí mismo indigno aún de desatar la correa de las sandalias de Jesús.           

Toda la fama de que disfrutaba Juan, la pone al servicio de su misión de Precursor del Mesías y, con olvido total de sí mismo, afirma que “es necesario que Juan disminuya para que Jesús crezca”

Debemos darnos cuenta y aprender de la conducta de Juan. En vez de defenderse, aprovecha la ocasión que se le presenta para dar testimonio de Jesús. Juan siente su responsabilidad de Precursor. Él no tiene otra razón de ser, que dar testimonio del Mesías. No le interesa la opinión que puedan formarse de él los fariseos. No le interesa otra cosa que dar testimonio de Cristo.       

Cuánto tiempo perdemos muchas veces los apóstoles, queriendo defender nuestra posición o nuestro criterio, o queriéndonos defender contra las apreciaciones injustas de los demás. Lo interesante para nosotros no es que los demás tengan un concepto elevado de nuestra misión, o que reconozcan nuestra autoridad: lo importante es dar testimonio de Cristo: ejercer el apostolado.

Testigo de la Luz (1): La fe cristiana ha nacido del encuentro sorprendente que ha vivido un grupo de hombres y mujeres con Jesús. Todo comienza cuando estos discípulos y discípulas se ponen en contacto con él y experimentan "la cercanía salvadora de Dios". Esa experiencia liberadora, transformadora y humanizadora que viven con Jesús es la que ha desencadenado todo.
 Su fe se despierta en medio de dudas, incertidumbres y malentendidos mientras lo siguen por los caminos de Galilea. Queda herida por la cobardía y la negación cuando es ejecutado en la cruz. Se reafirma y vuelve contagiosa cuando lo experimentan lleno de vida después de su muerte.

Por eso, si a lo largo de los años, no se contagia y se transmite esta experiencia de unas generaciones a otras, se introduce en la historia del cristianismo una ruptura trágica. Los obispos y presbíteros siguen predicando el mensaje cristiano. Los teólogos escriben sus estudios teológicos. Los pastores administran los sacramentos. Pero, si no hay testigos capaces de contagiar algo de lo que se vivió al comienzo con Jesús, falta lo esencial, lo único que puede mantener viva la fe en él.

En nuestras comunidades estamos necesitados de estos testigos de Jesús. La figura del Bautista, abriéndole camino en medio del pueblo judío, nos anima a despertar hoy en la Iglesia esta vocación tan necesaria. En medio de la oscuridad de nuestros tiempos necesitamos «testigos de la luz».
Creyentes que despierten el deseo de Jesús y hagan creíble su mensaje. Cristianos que, con su experiencia personal, su espíritu y su palabra, faciliten el encuentro con él. Seguidores que lo rescaten del olvido y de la relegación para hacerlo más visible entre nosotros.

Testigos humildes que, al estilo del Bautista, no se atribuyan ninguna función que centre la atención en su persona robándole protagonismo a Jesús. Seguidores que no lo suplanten ni lo eclipsen. Cristianos sostenidos y animados por él, que dejan entrever tras sus gestos y sus palabras la presencia inconfundible de Jesús vivo en medio de nosotros.  Los testigos de Jesús no hablan de sí mismos.
Su palabra más importante es siempre la que le dejan decir a Jesús. En realidad, el testigo no tiene la palabra. Es sólo «una voz» que anima a todos a «allanar» el camino que nos puede llevar a él. La fe de nuestras comunidades se sostiene también hoy en la experiencia de esos testigos humildes y sencillos que en medio de tanto desaliento y desconcierto ponen luz pues nos ayudan con su vida a sentir la cercanía de Jesús. (1) José A Pagola
  
Tiempo de Adviento: La alegría

Alégrense siempre en el Señor. Vuelvo a insistir, alégrense, pues el Señor está cerca.

En la liturgia de la Misa, San Pablo nos exhorta a estar siempre alegres y nos dice que esto es lo que Dios quiere de nosotros. El Apóstol en otros pasajes del Evangelio nos da la clave para entender el origen de nuestras tristezas: nuestro alejamiento de Dios, por nuestros pecados o por la tibieza. Cuando para encontrar la felicidad se ensayan otros caminos fuera del que lleva a Dios, al final sólo se halla infelicidad y tristeza.

La experiencia de todos lo que, de una forma u otra, volvieron la cara hacia otro lado (donde no estaba Dios), ha sido siempre la misma: han comprobado que fuera de Dios no hay alegría verdadera. Encontrar a Cristo, y volverlo a encontrar, supone una alegría profunda siempre nueva. La alegría es tener a Jesús, la tristeza es perderle.

El cristiano debe ser un hombre esencialmente alegre. Sin embargo, la nuestra no es una alegría cualquiera, es la alegría de Cristo, que trae la justicia y la paz, y sólo Él puede darla y conservarla, porque el mundo no posee su secreto. El cristiano lleva su gozo en sí mismo, porque encuentra a Dios en su alma en gracia. Esta es la fuente permanente de su alegría. Tener la certeza de que Dios es nuestro Padre y quiere lo mejor para nosotros nos lleva a una confianza serena y alegre, también ante la dureza, en ocasiones, de lo inesperado.


Un alma triste está a merced de muchas tentaciones. La tristeza nace del egoísmo, de pensar en uno mismo con olvido de los demás, de la indolencia en el trabajo, de la falta de mortificación, de la búsqueda de compensaciones, del descuido en el trato con Dios. Para poder conocer a Cristo, poder servirle, y darlo a conocer a los demás, es imprescindible no andar excesivamente preocupados por nosotros mismos. Solamente así, con el corazón puesto en Cristo, podemos recuperar la alegría, si la hubiéramos perdido.

Esta es una de las grandes misiones del cristiano: llevar alegría a un mundo que está triste porque se va alejando de Dios. Preparemos la Navidad junto a María y en nuestro ambiente fomentando un clima de paz cristiana, brindaremos muchas pequeñas alegrías y muestras de afecto a quienes nos rodean.
Los hombres necesitan pruebas de que Cristo ha nacido en Belén, nuestra alegría se las dará.

Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda; la paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene nada le falta: sólo Dios basta

Ven Señor Jesús

 Quédate conmigo, esta noche, Jesús, en la vida con todos los peligros, yo te necesito. Déjame reconocerte como lo hicieron tus discípulos en la partición del pan, para que la Comunión Eucarística sea la luz que dispersa la oscuridad, la fuerza que me sostiene, el único gozo de mi corazón.

Adviento

Adviento, un tiempo para vivir y celebrar, bajo el signo de “encuentro” entre un Dios que viene al encuentro del hombre, y el hombre en busca de Dios.

Recordar el pasado: Celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén…

Vivir el presente: Se trata de vivir en el presente de nuestra vida diaria la "presencia de Jesucristo" en nosotros y, por nosotros, en el mundo…

Preparar el futuro: Se trata de prepararnos para la Parusía o segunda venida de Jesucristo en la "majestad de su gloria"…

Primer domingo de adviento:

“Tengan cuidado y estén prevenidos”

Segundo domingo de Adviento

“Preparen el camino del Señor…”

Tercer domingo de Adviento

“Testigos de la Luz”

Ven Señor Jesús.



Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las lecturas: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y María. P. Fidel Oñoro, y José A Pagola.
Círculo Bíblico San José, Te invita al encuentro con la Palabra de Dios  los sábados 17 hs. en: Parroquia San José: Brandsen 4970
Si querés recibir la hojita por e-mail pedila: miencuentroconjesus@yahoo.com.ar
www.facebook.com/miencuentroconjesussanjose


domingo, 10 de diciembre de 2017

“Preparen el camino del Señor…”



Lecturas del 10-12-17, Ciclo B

Dios mío: Abre mi espíritu y dame inteligencia, en vano leeré o escucharé tu Palabra si Tú no haces que penetre en mi corazón. Concédeme ardor para buscarla, docilidad para aceptarla y fidelidad para cumplirla. Amén

Libro del profeta Isaías 40, 1-5. 9-11
¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios! Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está paga, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados.
Una voz proclama: ¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios! ¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas; ¡que las quebradas se conviertan en llanuras y los terrenos escarpados, en planicies!                 
Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntamente, porque ha hablado la boca del Señor.         
Súbete a una montaña elevada, tú que llevas la buena noticia a Sión; levanta con fuerza tu voz, tú que llevas la buena noticia a Jerusalén. Levántala sin temor, di a las ciudades de Judá: « ¡Aquí está tu Dios!» Ya llega el Señor con poder y su brazo le asegura el dominio: el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede. Como un pastor, él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz. Palabra de Dios
.

Salmo 84

R. Muéstranos, Señor, tu misericordia,
 y danos tu salvación.
Voy a proclamar lo que dice el Señor: el Señor promete la paz, la paz para su pueblo y sus amigos. Su salvación está muy cerca de sus fieles, y la Gloria habitará en nuestra tierra.  R
El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán; la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo.  R. 
El mismo Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos. La Justicia irá delante de él, y la Paz, sobre la huella de sus pasos.  R

Segunda carta del apóstol san Pedro 3, 8-14
Queridos hermanos, no deben ignorar que, delante del Señor, un día es como mil años y mil años como un día. El Señor no tarda en cumplir lo que ha prometido, como algunos se imaginan, sino que tiene paciencia con ustedes porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan. Sin embargo, el Día del Señor llegará como un ladrón, y ese día, los cielos desaparecerán estrepitosamente; los elementos serán desintegrados por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será consumida.  Ya que todas las cosas se desintegrarán de esa manera, ¡qué santa y piadosa debe ser la conducta de ustedes, esperando y acelerando la venida del Día del Señor! Entonces se consumirán los cielos y los elementos quedarán fundidos por el fuego. Pero nosotros, de acuerdo con la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde habitará la justicia.                
Por eso, queridos hermanos, mientras esperan esto, procuren vivir de tal manera que él los encuentre en paz, sin mancha ni reproche. Palabra de Dios.

 A ti, Señor, elevo mi alma; Dios mío,
yo pongo en ti mi confianza


Santo Evangelio según san Marcos 1, 1-8
Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios. Como está escrito en el libro del profeta Isaías: Mira, yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino.
Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos, así se presentó Juan el Bautista en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Toda la gente de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él, y se hacían bautizar en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.                          
Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo: «Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo.» Palabra del Señor.


Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de verdad: concédeme llegar al conocimiento de la verdad en toda su plenitud.
Reflexión:

Buena Noticia de Dios. Con Jesús «comienza» algo nuevo. Es lo primero que quiere dejar claro Marcos. Todo lo anterior pertenece al pasado. Jesús es el comienzo de algo nuevo e inconfundible. En el relato, Jesús dirá que “el tiempo se ha cumplido”. Con él llega la Buena Noticia de Dios.
Esto es lo que están experimentando los primeros cristianos. Quien se encuentra vitalmente con Jesús y va penetrando en su misterio, sabe que empieza una vida nueva, algo que nunca había experimentado anteriormente.
Lo que encuentran en Jesús es una “Buena Noticia”, algo nuevo y bueno. La palabra «Evangelio» que emplea Marcos es muy frecuente entre los primeros seguidores de Jesús y expresa lo que sienten al encontrarse con él. Una sensación deliberación, alegría, seguridad y desaparición de miedos. En Jesús se encuentran con “la salvación de Dios”.
Cuando alguien descubre en Jesús al Dios amigo del ser humano, el Padre de todos los pueblos, el defensor de los últimos, la esperanza de los perdidos sabe que no encontrará una noticia mejor. Cuando conoce el proyecto de Jesús de trabajar por un mundo más humano, digno y dichoso, sabe que no podrá dedicarse a nada más grande.

¡Prepararemos la venida del Señor! Después de varios siglos en que se habían silenciado los profetas, de repente en el desierto una voz resuena, anunciando que ya viene aquél que es verdaderamente el Evangelio de Dios, la buena noticia del Padre y que por medio del bautismo en el Espíritu Santo ofrece el don de la comunión con Dios a todos los que saben esperarlo y recibirlo. En Jesús se realiza este encuentro salvífico, ¡el gran acontecimiento de la historia!

Cuando leemos el Evangelio de hoy nos percatamos que la venida del Hijo de Dios al mundo había sido preparada por la historia de la salvación y finalmente por san Juan Bautista.  
El profeta de los nuevos tiempos habla aquí por única vez en todo el Evangelio y sus palabras son precisas y claras. Todas ellas apuntan a una sola pregunta: 

¿Quién es Jesús de Nazaret?
Destaquemos brevemente los tres rasgos que caracterizan a Jesús según la voz del profeta:

“Detrás de mí vendrá...” Jesús es el que viene recorriendo un camino que parte de Dios y que conduce a Dios; Jesús es Dios que viene al encuentro de los hombres y solicita la apertura del corazón para acoger su llegada.

Probablemente la expresión tenga un sentido todavía más profundo si la releemos desde la profecía de Daniel 7,13: “He aquí que en las nubes del cielo venía como un Hijo del Hombre” (profecía que el mismo Jesús citará en la pasión para confesar su identidad: “veréis al Hijo del Hombre... venir...”, Mc 14,62).
La profecía presenta a Jesús como Juez escatológico, aquél con quien todo hombre tendrá que confrontarse porque es Él el modelo, el paradigma del hombre. Pero también la idea es presentarnos a un Jesús siempre en, expresando así la cercanía de Dios al hombre.
En la introducción del Evangelio se presenta solemnemente esta venida:
• La primera vez que Jesús entra en escena se usa el verbo “venir”: “Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea” (Mc 1,9).
• Luego, después de las tentaciones, se insiste en que Jesús es el que “viene”: “Después que Juan fue entregado vino Jesús a Galilea” (Mc 1,14).

“El que es más fuerte que yo”.  Ante el poder del mal que impide la realización del hombre, desdibujando su rostro y arrastrando en contravía el proyecto creador y salvífico de Dios para la humanidad, Jesús es el más fuerte: su poder es capaz de someter al que somete al hombre. Ante todas las fuerzas del mal que experimentamos en la historia ha brotado una esperanza. Para esto ha venido Jesús:

• El primer milagro que Jesús realiza en el Evangelio es un exorcismo (ver Mc 1,21-28).  Donde su primera enseñanza que es que ha venido a destruir el mal: “Un hombre poseído por un espíritu impuro... se puso a gritar: ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos?”. Y Jesús puede más que el mal, tiene autoridad sobre él.  
    
• En la controversia en la cual Jesús es acusado de ser un endemoniado, su respuesta es tan lógica como contundente: “Nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al fuerte” (3,27). Y eso es precisamente lo que Jesús realiza a través de sus numerosos signos en el Evangelio.
Ante la extraordinaria grandeza de Jesús, a Juan no le queda más que declarar su pequeñez:
Y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias.”

“Yo los he bautizado con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo”. Jesús es el que bautiza con el Espíritu Santo. El bautismo de Juan aparece como un bautismo cuya finalidad es sellar y validar ante Dios la actitud de conversión de los pecados de aquellos que abrieron su corazón ante el mensaje.
Ahora, el bautismo de Jesús, que no es un rito sino la experiencia del camino, completa lo que le falta al de Juan: el perdón de los pecados.  Ese es el sentido de la expresión “bautizar” (=sumergir) “con Espíritu Santo” (=en la realidad de Dios mismo), indica que en ella se ha eliminado la barrera que separaba al hombre con Dios y que ambos viven ahora una perfecta comunión. Es en esta unión que el hombre crece y madura para la vida nueva en Dios. Dios desea perdonar todos los pecados y ninguno supera su poder (Él es “el más fuerte”).

El mismo Espíritu que “impulsó a Jesús al desierto”, impulsa también a cada hombre que se hace discípulo por los caminos de Dios trazados por el ministerio terreno de Jesús de Nazaret. 

Hoy: «En el desierto prepárenle un camino al Señor». Es preciso en este Adviento reconocer nuestro desierto, nuestra sequía, nuestra pobreza radical. Y ahí preparar el camino al Señor. No disimular nuestra miseria. No consolarnos haciéndonos creer a nosotros mismos que todo está bien. Es preciso entrar en este nuevo año litúrgico sintiendo necesidad de Dios, con hambre y sed de justicia. Sólo el que así desea al Salvador verá la gloria de Dios, la salvación del Señor. Por eso dijo Jesús: «Los publicanos y las prostitutas les llevan la delantera en el camino del Reino de Dios» (Mt 21,31).

«…Alza con fuerza la voz, álzala, no temas, di a las ciudades de Judá: aquí está vuestro Dios». La mejor señal de que recibimos al Salvador es el deseo de gritar a todos que «¡hemos encontrado al Mesías!» (Jn 1,41). Si de veras acogemos a Cristo y experimentamos la salvación que Él trae, no podemos permanecer callados. Nos convertimos en heraldos, en mensajeros, en profetas, en apóstoles. Y no por una obligación exterior, sino por necesidad interior: «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (He 4,20).
Ven Señor Jesús

Adviento

Es un tiempo litúrgico que nos invita a detenernos en silencio para percibir una presencia.
Adviento, un tiempo para vivir y celebrar, bajo el signo de “encuentro” entre un Dios que viene al encuentro del hombre, y el hombre en busca de Dios.

Recordar el pasado: Celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén. El Señor ya vino y nació en Belén. Esta fue su venida en la carne, lleno de humildad y pobreza. Vino como uno de nosotros, hombre entre los hombres. Esta fue su primera venida.    

Vivir el presente: Se trata de vivir en el presente de nuestra vida diaria la "presencia de Jesucristo" en nosotros y, por nosotros, en el mundo. Vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor, en la justicia y en el amor.          

Preparar el futuro: Se trata de prepararnos para la Parusía o segunda venida de Jesucristo en la "majestad de su gloria". Entonces vendrá como Señor y como Juez de todas las naciones, y premiará con el Cielo a los que han creído en Él; han vivido como hijos fieles del Padre y hermanos buenos de los demás. Esperamos su venida gloriosa que nos traerá la salvación y la vida eterna sin sufrimientos.

Primer domingo de adviento:

“Tengan cuidado y estén prevenidos”

Segundo domingo de Adviento

“Preparen el camino del Señor…”

Ven Señor Jesús.


Tiempo de Adviento

Símbolos y Figuras de la Biblia: El Corazón

En la época actual el corazón es el símbolo que representa el amor, los sentimientos… Pero en la antigüedad las cosas se entendían de otra manera. El hombre antiguo entendió que el corazón era el órgano donde se originaban los pensamientos, las ideas, la voluntad y las decisiones, la conciencia, los valores y desvalores. En este centro que es el corazón se hacían los planes, se pensaba y se juzgaba.

De ahí, que en los textos bíblicos el corazón aparezca como el símbolo que representa esa interioridad del ser humano donde se elaboran los pensamientos y las decisiones.

Amar a Dios “con todo el corazón” (Dt. 6, 5) Significa que todos los pensamientos y decisiones, sin excepción, deben tener como punto de referencia a Dios.

Jesús declaró: “dichosos los que tienen el corazón puro” (Mt. 5, 8) y desarrolló esta enseñanza ante sus discípulos diciendo que las impurezas no vienen desde el exterior del ser humano, sino del interior de su corazón (Mt. 15, 10-20)
                              Mons. Luis Rivas, ediciones AMICO.

Quédate conmigo, esta noche, Jesús, en la vida con todos los peligros, yo te necesito. Déjame reconocerte como lo hicieron tus discípulos en la partición del pan, para que la Comunión Eucarística sea la luz que dispersa la oscuridad, la fuerza que me sostiene, el único gozo de mi corazón.

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las lecturas: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y María. P. Fidel Oñoro, y José A Pagola. https://antoniodiufain.com.
Círculo Bíblico San José, Te invita al encuentro con la Palabra de Dios los sábados 17 hs. en:

Parroquia San José: Brandsen 4970
Si querés recibir la hojita por e-mail pedila: miencuentroconjesus@yahoo.com.ar
www.facebook.com/miencuentroconjesussanjose