Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 22 de febrero de 2014

Séptimo Domingo durante el año (Ciclo A)

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“El Corazón del Padre como modelo que inspira la vida del discípulo”
Lecturas del 23-02-14
 
Lectura del libro del Levítico 19, 1-2. 17-18
El Señor dijo a Moisés: Habla en estos términos a toda la comunidad de Israel: Ustedes serán santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo.
No odiarás a tu hermano en tu corazón; deberás reprenderlo convenientemente, para no cargar con un pecado a causa de él.
No serás vengativo con tus compatriotas ni les guardarás rencor. Amarás a tu prójimo como a ti mismo.  Yo soy el Señor.  Palabra de Dios.
 
Salmo 102
 
R. El Señor es bondadoso y compasivo.
 
Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga a su santo Nombre; bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios.  R.
El perdona todas tus culpas y cura todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura.  R.
 El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; no nos trata según nuestros pecados  ni nos paga conforme a nuestras culpas.  R.
Cuanto dista el oriente del occidente, así aparta de nosotros nuestros pecados. Como un padre cariñoso con sus hijos,  así es cariñoso el Señor con sus fieles.  R.
 
  Primera carta de Pablo a los Corintios 3, 16-23
Hermanos: ¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él. Porque el templo de Dios es sagrado, y ustedes son ese templo. ¡Que nadie se engañe! Si alguno de ustedes se tiene por sabio en este mundo, que se haga insensato para ser realmente sabio. Porque la sabiduría de este mundo es locura delante de Dios.
En efecto, dice la Escritura: El sorprende a los sabios en su propia astucia, y además: El Señor conoce los razonamientos de los sabios y sabe que son vanos.             
En consecuencia, que nadie se gloríe en los hombres, porque todo les pertenece a ustedes: Pablo, Apolo o Cefas, el mundo, la vida, la muerte, el presente o el futuro. Todo es de ustedes, pero ustedes son de Cristo y Cristo es de Dios. Palabra de Dios.
 
Evangelio según san Mateo 5, 38-48
Jesús, dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra.
Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él. Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado. Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.
Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.   Palabra del Señor.
 
Reflexión:
 
Continuamos a la escucha del Maestro en el Sermón de la Montaña, seguimos en la tónica del discipulado, a través de las secuencias de los evangelios del domingo vamos viendo cómo la enseñanza de Jesús explana poco a poco en qué consiste la vida nueva del Reino proclamada en las bienaventuranzas, cómo la semilla del Reino crece en uno y se va haciendo “sal” y “luz” en los ámbitos cotidianos de nuestra existencia.
La justicia del Reino, que genera vida y fraternidad, es la que le da pleno sentido a la “Ley y los Profetas”. Jesús no vino a darle “cumplimiento” exigiendo una observancia más rigurosa sino remontándose hasta la voluntad del discípulo, hasta su corazón.          

Pues bien, en el Evangelio de hoy queda claro que lo fundamental es ser “hijos en el Hijo”, es decir, que el amor cristiano no es más que la manera de ser del Padre Dios reflejado en sus hijos, así como nos lo reveló en su Hijo Jesús. En pocas palabras: “Sean hijos de vuestro Padre del cielo… Sean perfectos como es perfecto vuestro Padre del cielo”.        

El punto es que esta “filiación” y esta “perfección” se deja conocer en la manera como enfrentamos la violencia.
 
La “escuela de valores del Reino”. Como ya vimos, el primer lugar de la vida en el cual se inserta la “justicia” que proviene del Reino es el de las relaciones con los demás. Para ello, Jesús mostró cómo se ejercen las bienaventuranzas, esto es, cómo ellas nos dan criterios para reaccionar frente a dos tipos de situaciones: (1) Cuando la iniciativa de la relación depende de uno (que leímos el domingo pasado) (2) cuando la iniciativa la tiene otra persona (que leemos hoy).     
En el primer tipo de situaciones, se pusieron de relieve tres valores del Reino: la reconciliación, la fidelidad y la credibilidad. Ahora vemos, la otra cara de la moneda: cuando el asunto no depende de uno, es decir, que uno tiene buenas intenciones para restablecer la justicia (reconciliación, fraternidad, paz, etc.) pero la otra persona no.        

Es aquí donde la conflictividad aparece más álgida: ¿Qué hacer frente al agresor? ¿Cuál debe ser la actitud de un seguidor de Jesús, y por tanto hijo en el Hijo de Dios?      
La reacción del discípulo ante las agresiones.
 
Antes. El primer impulso (el visceral) es el de la venganza, el del desquite, el devolver con la misma moneda la ofensa recibida.  Ya el Antiguo Testamento había llegado a admitir esta posibilidad: “Se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente” (5,38; ver Éxodo 21,24); la llamamos “la ley del talión”: a “tal” daño, “tal” respuesta.   

En su momento esta Ley fue un gran avance en la historia de la civilización, ya que su finalidad era evitar la justicia por manos privadas; ya se sabe que cuando esto sucedía las consecuencias eran funestas: la turba enardecida terminaba dando muerte al delincuente. Por eso la norma establecía que, delante de un árbitro (el juez del pueblo) se hacía justicia: si en el litigio un puño había arrancado un diente, ahora el agredido tenía derecho a hacerle lo mismo (un solo diente y no dos). Entonces los dos quedaban en paz.              

El valor del Reino que hay que ejercer. Para Jesús, la venganza no pertenece al proceder característico del Reino de Dios. No es así como se hace justicia; por el contrario, hay que dar un nuevo paso hacia delante. La verdadera justicia no está en los empates sino en la paradójica victoria del derrotado: “No opongáis resistencia al malvado”.              

Este nuevo valor que brota de la justicia del Reino apunta a la eliminación de la violencia mediante dos caminos: primero no prolonga la violencia a través del habitual desquite; y segundo el de trabajar por la conversión del agresor.     
Enseguida Jesús enumera cinco situaciones bien conocidas en el evangelio de este domingo, en las cuales un discípulo se siente agredido en su integridad física, moral y sicológica. En todos esos casos puede verse cómo el agredido no devuelve la ofensa, sino que, por el contrario, se muestra siempre bondadoso. Afronta, por lo tanto, el problema con una actitud diferente: baja la tensión del agresor y desarma de manera no violenta la agresión. No se afronta el mal de manera pasiva sino con una actitud que corresponde al hacerle el bien al enemigo.             

El Corazón del Padre como modelo que inspira la vida del discípuloEl hombre viejo acostumbra a polarizar: “mis amigos y mis enemigos; con los primeros trato y con los otros no”. Pero resulta que Dios Padre no es así: Él “hace salir el sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos”. Es decir, que Dios Padre incluye a todos en su corazón.          
Un amor sin límites y con capacidad de regenerar. La mención explícita del “sol” y de la “lluvia” es una referencia a las bendiciones que Dios le prodiga a los suyos: con ellas Dios mantiene y hace prosperar lo que ha creado. Que Dios ilumine y le conceda prosperidad a una persona “mala” o “injusta”, indica que –así como tampoco lo hacen el sol y la lluvia- el amor del Padre no se circunscribe a aquellos que lo aman sino Él que ofrece su amor gratuitamente y sin distinciones aún a quien no se lo merece.         
De la misma forma se comporta el discípulo con quien lo persigue y le hace daño a Él y a la comunidad. Por eso Jesús cambia la frase “odiar al enemigo” por “amar al enemigo”. La manera concreta de amarlo es incluirlo en su propia vivencia del Dios Padre del Reino: “rueguen por sus perseguidores”, entonces el Dios del Reino lo transformará con sus bendiciones. Se realiza así el segundo paso en la manera de afrontar una enemistad: transformar al enemigo con el poder regenerador del Reino. 

La actitud fundamental de un discípulo de Jesús es el amor que sólo desea el bien, hace el bien, y, desde ahí, hace al otro bueno. Como también dice Pablo: “No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien” (Romanos 12,21). Así se corta el mal por la raíz.
El discípulo es claramente diferente porque el motivo fundamental que inspira su actuar es el amor perfecto, primero y creador del Padre celestial.                

“Sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo “. La última lección que Jesús da en esta escuela de valores que enseña a convivir al estilo del Reino de Dios es, precisamente, que lo que le da plenitud a la Ley es la identificación con los comportamientos y actitudes del Padre celestial: una vida de Hijos de Dios.     
Aquí ya no se habla de un valor específico sino de la fuente de todos los valores: la perfección del Padre. Si bien Dios Padre es perfecto en todo lo que pudiéramos pensar, aquí se está aludiendo a aquello que más lo caracteriza con relación a nosotros: el amor.           

Las bienaventuranzas llevan a vivir según el Corazón del Padre. Las “buenas obras” que reflejan la luz de la vida nueva de los discípulos son aquellas que hacen notar una vida de “hijos” que llevan en sí la impronta de la personalidad del Padre: “a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo”.  

Reflexionamos y oramos…
 
Exponerse a la Palabra.  La Palabra de Dios nunca nos deja indiferentes.  Es Buena Noticia engendradora de vida.  Orar es exponerse a su Palabra, sólo exponerse, Dios hará lo otro.
 
Aprender a ser hijos y a ser hermanos.  Es el reto de toda persona que escucha y acoge la Buena Noticia.  Reto que nos desinstala siempre.
 
Revisar nuestra escala de valores.  No siempre hemos construido en compañía de Jesús.  Orar es revisar nuestra escala de valores o nuestra mochila, para sentirnos ligeros de equipaje, o con yugo suave…, libres y alegres.
 
Dejarnos amar por Dios, Padre-Madre, que nos cuida, nos guía, nos abraza.  Estar, acoger, aceptar.
Amar como Él.  Saliendo de nosotros mismos y de nuestro entorno.  Pedir a Dios los ritmos de su querer.  Ir más allá de la cordialidad, la ingenuidad y el conformismo.
 
“Te ofrezco, Señor”
 
"Te ofrezco, Señor, mis pensamientos, ayúdame a pensar en ti.
 
Te ofrezco mis palabras, ayúdame a hablar de ti.
Te ofrezco mis obras, ayúdame a cumplir tu voluntad.
 
Te ofrezco mis penas, ayúdame a sufrir por ti.
 
Todo aquello que quieres Tú, Señor, lo quiero yo, precisamente porque lo quieres tú, como tú lo quieras y durante todo el tiempo que lo quieras.
 
Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de amor: haz que mi corazón siempre sea capaz de más caridad.
 

 
Un mundo mejor es posible. Francisco:
 
El arte de amar a los enemigos
 
Amar a nuestros enemigos, a quienes nos persiguen y nos hacen sufrir es difícil…         
¿Cómo es posible perdonar?: También nosotros, todos nosotros, tenemos enemigos, todos. Algunos enemigos débiles, algunos fuertes. También nosotros muchas veces nos convertimos en enemigos de otros; no les queremos. Jesús nos dice que debemos amar a los enemigos.
No se trata de una tarea fácil y generalmente, pensamos que Jesús nos pide demasiado.

¿Cómo se puede amar «a quienes toman la decisión de bombardear o matar a tantas personas? ¿Cómo se puede amar a aquellos que por amor al dinero no permiten que las medicinas lleguen a quien la necesita, a los ancianos, y les dejan morir?». Aún más: « ¿Cómo se puede amar a las personas que buscan sólo su interés, su poder y hacen tanto mal?».               
Pero Jesús nos dice dos cosas: primero, mirar al Padre. Nuestro Padre es Dios: hace salir el sol sobre malos y buenos; hace llover sobre justos e injustos. Nuestro Padre, por la mañana, no dice al sol: "Hoy ilumina a estos y a estos; a estos no, déjales en sombra". Dice: "Ilumina a todos". Su amor es para todos, su amor es un don para todos, bueno y malo. Y Jesús concluye con este consejo: "Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial".
Por lo tanto, la indicación de Jesús consiste en imitar al Padre en la perfección del amor. Él perdona a sus enemigos…
 
¿Cómo se puede hacer? Jesús nos dice: rezad, rezad por vuestros enemigos. La oración hace milagros; y esto vale no sólo cuando tenemos enemigos; sino también cuando percibimos alguna antipatía, «alguna pequeña enemistad». Entonces es necesario rezar, porque «es como si el Señor viniera con el óleo y preparara nuestro corazón para la paz».   
Pero «ahora desearía dejaros una pregunta, a la cual cada uno puede responder en su corazón: ¿rezo por mis enemigos? ¿Rezo por quienes no me quieren? 
Pensemos en nuestros enemigos, en quien no nos quiere. Sería hermoso si ofreciéramos la misa por ellos, si ofreciéramos el sacrificio de Jesús por quienes no nos aman. Y también por nosotros, para que el Señor nos enseñe esta sabiduría: tan difícil pero también tan bella, y que nos hace semejantes a su Hijo, quien al abajarse se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza.
 
(Fragmento Homilía Papa Francisco de la misa celebrada en la capilla de la Domus Sanctae Marthae.)
 
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. P. Fidel Oñoro, cjm, Centro Bíblico del CELAM. Pbro. Daniel Silva
 
  
 
 

Sexto Domingo durante el año (Ciclo A)

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“Ante los hombres están la vida y la muerte: a cada uno se le dará lo que prefiera”
Lecturas del 16-02-14

Libro de Eclesiástico 15,15-20.        
Si quieres, puedes observar los mandamientos y cumplir fielmente lo que le agrada. El puso ante ti el fuego y el agua: hacia lo que quieras, extenderás tu mano. Ante los hombres están la vida y la muerte: a cada uno se le dará lo que prefiera.
Porque grande es la sabiduría del Señor, él es fuerte y poderoso, y ve todas las cosas.  
Sus ojos están fijos en aquellos que lo temen y él conoce todas las obras del hombre.   
A nadie le ordenó ser impío ni dio a nadie autorización para pecar. Palabra de Dios.      

Salmo 118           
R: Felices los que los que siguen la ley del Señor
Felices los que van por un camino intachable, los que siguen la ley del Señor. Felices los que cumplen sus prescripciones y lo buscan de todo corazón. R   Tú promulgaste tus mandamientos para que se cumplieran íntegramente. ¡Ojalá yo me mantenga firme en la observancia de tus preceptos!  R
Sé bueno con tu servidor, para que yo viva y pueda cumplir tu palabra. Abre mis ojos, para que contemple las maravillas de tu ley.  R
Muéstrame, Señor, el camino de tus preceptos, y yo los cumpliré a la perfección. Instrúyeme, para que observe tu ley y la cumpla de todo corazón. R            

Primera Carta de San Pablo a los Corintios 2,6-10.   
Hermanos: Es verdad que anunciamos una sabiduría entre aquellos que son personas espiritualmente maduras, pero no la sabiduría de este mundo ni la que ostentan los dominadores de este mundo, condenados a la destrucción.
Lo que anunciamos es una sabiduría de Dios, misteriosa y secreta, que él preparó para nuestra gloria antes que existiera el mundo; aquella que ninguno de los dominadores de este mundo alcanzó a conocer, porque si la hubieran conocido no habrían crucificado al Señor de la gloria.   
Nosotros anunciamos, como dice la Escritura, lo que nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios preparó para los que lo aman.   
Dios nos reveló todo esto por medio del Espíritu, porque el Espíritu lo penetra todo, hasta lo más íntimo de Dios.  Palabra de Dios.   
Evangelio según San Mateo 5,17-37.             Jesús dijo a sus discípulos: No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.               
Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.      
Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.              
Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal. Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego.
Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
Ustedes han oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho es para ti una ocasión de pecado, arráncalo y arrójalo lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena. Y si tu mano derecha es para ti una ocasión de pecado, córtala y arrójala lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena.
También se dijo: El que se divorcia de su mujer, debe darle una declaración de divorcio.             
Pero yo les digo: El que se divorcia de su mujer, excepto en caso de unión ilegal, la expone a cometer adulterio; y el que se casa con una mujer abandonada por su marido, comete adulterio.              
Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor.
Pero yo les digo que no juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios, ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey. 
No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos. Cuando ustedes digan 'sí', que sea sí, y cuando digan 'no', que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno. Palabra del Señor.
Reflexión:
Las lecturas de este domingo nos revelan la manera en que Dios ayuda al ser humano a superar sus propios límites humanos, a salir del encierro en sí mismo, abriéndose a la experiencia infinita de salvación traída por el mismo Dios. Hoy continuamos leyendo el evangelio de Mateo, en secuencia consecutiva con los versículos proclamados en los domingos anteriores. Es el sermón de la Montaña, que comenzó con las Bienaventuranzas, siguió con la Sal y Luz del mundo y que continúa con la exposición de las exigencias de la Ley de Moisés (Tora), explicadas por Mateo, que está escribiendo para una comunidad de judíos que se han hecho cristianos, sin dejar  sus raíces de ser judíos. Nos vamos adentrando en el Sermón de la montaña, con una monumental catequesis que también se podría titular: “Cómo es el estilo de vida de quien viven según las bienaventuranzas”. Jesús nos ha mostrado que éstas generan una nueva identidad en la vida de los discípulos. Las imágenes de la “sal de la tierra” y la “luz del mundo” invitan a expresar abiertamente esta novedad de vida en acciones identificables e identificadoras en medio de la gente: “Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes
¿Qué es lo que en última instancia los demás descubren en un discípulo de Jesús? “Para que vean vuestras buenas obras y alaben a vuestro Padre que está en los cielos”.
Pues bien, a partir de aquí en el Sermón de la montaña Jesús va a explanar con mucho cuidado cuáles son esas “buenas obras” que distinguen al discípulo. Un aspecto importante de la enseñanza de Jesús es que estas “obras” lo que hacen es mostrar que el discípulo es hijo de este “Padre que está en los cielos”. Las “obras” son el reflejo de la filiación: el estilo de vida de un discípulo que, gracias a las bienaventuranzas, ha entrado en el ámbito de la Paternidad de Dios revelada por Jesús en el acontecer del Reino (“Padre… venga tu Reino”): “Para que seáis hijos de vuestro Padre celestial…”.
Jesús viene a dar “cumplimiento”. Quien hace la experiencia de las “bienaventuranzas” es un hombre nuevo en el Reino de Dios predicado y llevado a cabo por la persona de Jesús, en Él tiene ahora un nuevo corazón. El discípulo comienza a centrarlo todo en Jesús. Pero la vivencia de la radical novedad del Reino puede llevarlo a pensar que la “la Ley y los Profetas” quedan abolidos. Pues bien, esto no es así, por eso dice Jesús: “No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento”
Cuando Jesús dice que vino a “dar cumplimiento” de “la Ley y los profetas”, está afirmando que en Él está visible todo lo que la Ley y los Profetas intentaron decir. Lo que Dios le ha querido revelar a su pueblo tiene su punto culminante en la persona de Jesús. Por eso, digámoslo así, entre el Antiguo y el Nuevo Testamento no hay contradicción sino una línea continua, siempre ascendente.
El discípulo: La Palabra se hace vida. Dios cumple su Palabra, pero los discípulos también tienen que cumplirla, esto es, pasar de la teoría a la práctica.  Todos los mandamientos, incluso los más pequeños, son necesarios, ya que el hombre solamente se hace “justo” en la vivencia del querer de Dios.
El discípulo que pone en práctica la Palabra, ya es de por sí un buen maestro y con la más eficaz de las didácticas: el testimonio.  Pero no hay que olvidar que delante de él va Jesús.
La escuela de valores del Reino. ¿Cómo es que Jesús lleva a “cumplimiento” la Ley de Dios, cuyo espíritu tanto defendían los Profetas?
Jesús, quien como hebreo ha practicado la Ley, y quien nos ha dicho que no se contrapone a ella sino que le da pleno cumplimiento, es también aquel que conoce al legislador y puede proponer enseguida cómo vivir la Ley, no por el apego a la letra sino entrando en lo que la voluntad del Padre buscaba con ella. Por eso el simple conocimiento de las normas es insuficiente.
Si tenemos en cuenta la enseñanza de las bienaventuranzas, comprenderemos que la “nueva justicia” parte de la espiritualidad de las bienaventuranzas, en las cuales se anunciaba la buena noticia de la obra de Dios Padre en el discípulo de Jesús. Se trata de una justicia que parte de un corazón nuevo: la renovación interior resplandecerá y se hará visible en todos los comportamientos del discípulo “brille vuestra luz delante de los hombres”.
Entonces estará “cumpliendo” a cabalidad la Ley cuando se comporte como “hijo de este Padre” revelado por Jesús.
La “escuela de valores”: Qué valores mueven al discípulo cuando las soluciones de los conflictos dependen de él.
Primera lección: La reconciliación pronta y prioritaria, “Ve primero a reconciliarte con tu hermano”, estamos ante un pasaje donde se repite con frecuencia la palabra “hermano”, un discípulo de Jesús tiene en alta estima la “fraternidad”, pero puede ocurrir que amigos o hermanos terminen como enemigos, es decir, que la fraternidad se vea lesionada. Procedemos con la prontitud y la prioridad sobre cualquier otra actividad en el ejercicio de la “reconciliación” con el hermano, ya que sabemos qué es lo que está en la cumbre de nuestra jerarquía de valores.
¡El valor de la reconciliación pronta y prioritaria debe acompañarnos todos los días y el día todo! ¡Qué no se deterioren las relaciones con “tu hermano”! Y si ya se deterioraron: ¿Qué haría una persona que vive la bienaventuranza?  “bienaventurados los que trabajan por la paz”…
Segunda lección: Una fidelidad que amerita sacrificios por el ser amado.       “Sácatelo y arrójalo de ti”
Jesús nos sigue educando en la “justicia mayor” del Reino, reflejando en la vida la luz que proviene de un corazón impregnado por las bienaventuranzas.
El valor que se coloca en primer plano, y que debe inspirar el comportamiento del discípulo para superar la crisis, es la Fidelidad al amor prometido. Por la fidelidad a la persona que se ama, todo lo demás debe pasar a un segundo plano. 
La imagen de discípulo que subyace en estas enseñanzas de Jesús es la de una persona madura, que no se precipita, que discierne serenamente las situaciones, que se mueve por valores sólidos, que respeta la vida de los demás, y con mayor razón la de aquellos que ama.  Una persona así, está reflejando en su vida la praxis del Maestro.
No lo olvidemos: así como lo hizo Jesús, sólo el amor sostiene las opciones. Este amor hay que alimentarlo todos los días.
Tercera lección: Una credibilidad que genera confianza, Cuando ustedes digan 'si', que sea sí, y cuando digan 'no', que sea no”
Todos sabemos por experiencia que no es fácil sostener la palabra dada, particularmente las “promesas” que hacemos dentro de una relación: sea con Dios, sea en la vida conyugal, sea en el ámbito comunitario o social. El valor, decir siempre la verdad.
La transparencia es en primer lugar ante Dios. El hecho de que el hombre no esté en  condiciones –por cuenta propia- de cambiar ni uno solo de sus cabellos, indica
Pero también tiene que ver con todo lo que se le dice a los demás. Así, cuando un discípulo de Jesús hace una promesa, se puede esperar que ella sea cumplida a cabalidad y, en principio, no habría motivos para desconfiar. Un distintivo del discípulo de Jesús, que se desprende de esta enseñanza, es que él se caracteriza por la “credibilidad”.
Plegaria al Cristo Orante
Señor Jesús, Orante y Maestro, henos aquí: somos tu Pueblo, tu rebaño, los herederos de tu plegaria.
Nuestros ojos, nuestro pensamiento, nuestro corazón están vueltos enteramente hacia Ti: queremos verte orar, para imitar, con amorosa atención, tus gestos, tus modos, tus lugares y tus tiempos; tus palabras, tus silencios: ¡tu Oración, Señor!
Sabemos que sólo en Ti está la Fuente viva de la Plegaria.
¿A quién iremos? Sólo Tú tienes palabras de Oración viva. ¡Enséñanos a orar! A hacer de la oración experiencia de Amor.
Tus brazos en alto son el Camino de nuestra súplica.
Tú Corazón, el Árbol frondoso donde anidan nuestros rezos; Tú eres la Vid donde injertamos el tembloroso Abba que gime el Espíritu.
Tus ojos fijos en el Padre que nada te niega y tus manos abiertas en confiada súplica de Niño, son, Jesús, la Escuela de nuestra oración de hijos.
Entre el atrio de nuestras inquietudes más externas, y el altar de nuestro herido corazón: llora Tú, Sacerdote Eterno, dentro de nosotros presente, por los que vivimos lejos del Amor del Padre.
Señor, enséñanos a orar; pero más aún: enséñanos a dejarte orar a Ti en nosotros.
Que tu plegaria fluya por nuestro cauce interior y transforme el estéril arenal de nuestra seca oración en el regado paraíso del trato de amistad.
Tú, Amigo y Señor, Hermano y Dios, Maestro y Modelo, siempre vivo para interceder, que vives y reinas y oras, por los siglos de los siglos.   
Amén
Fraternidad Monástica del Cristo orante, Mendoza
Un mundo mejor es posible. Francisco:
“Si los bienes materiales y el dinero se convierten en el centro de la vida, nos atrapan y nos esclavizan”
"Lo importante no es mirar desde lejos o ayudarlo desde lejos, sino ir al encuentro. Eso es lo cristiano, lo que nos enseña Jesús. Ir al encuentro de los más necesitados. Como Jesús que iba siempre al encuentro de la gente. Él iba a encontrarlos".
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. Lectionautas.Com. Servicio bíblico Latinoamericano. Catholic.Net. P. Fidel Oñoro, cjm, Centro Bíblico del CELAM

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Cuadro de texto: Círculo Bíblico San José
Parroquia San José:
Brandsen 4970 Villa Domínico.
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