Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 26 de mayo de 2018

«…bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo»



Santísima Trinidad
Lecturas del 27-05-18, Ciclo B

Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que abra mis ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guíe y asista al meditar tus enseñanzas, para que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la Verdad completa.  Amén

Deuteronomio 4, 32-34. 39-40      
Moisés habló al pueblo diciendo: «Pregúntale al tiempo pasado, a los días que te han precedido desde que el Señor creó al hombre sobre la tierra, si de un extremo al otro del cielo sucedió alguna vez algo tan admirable o se oyó una cosa semejante. ¿Qué pueblo oyó la voz de Dios que hablaba desde el fuego, como la oíste tú, y pudo sobrevivir? ¿O qué dios intentó venir a tomar para sí una nación de en medio de otra, con milagros, signos y prodigios, combatiendo con mano poderosa y brazo fuerte, y realizando tremendas hazañas, como el Señor, tu Dios, lo hizo por ustedes en Egipto, delante de tus mismos ojos?         
Reconoce hoy y medita en tu corazón que el Señor es Dios -allá arriba, en el cielo, y aquí abajo, en la tierra- y no hay otro. Observa los preceptos y los mandamientos que hoy te prescribo. Así serás feliz, tú y tus hijos después de ti, y vivirás mucho tiempo en la tierra que el Señor, tu Dios, te da para siempre.» Palabra de Dios.                

Salmo 32, R. ¡Feliz el pueblo que el Señor se eligió herencia!
La palabra del Señor es recta y él obra siempre con lealtad; él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su amor. R.          
La palabra del Señor hizo el cielo, y el aliento de su boca, los ejércitos celestiales; porque él lo dijo, y el mundo existió, él dio una orden, y todo subsiste. R.
Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia. R.        
Nuestra alma espera en el Señor: Él es nuestra ayuda y nuestro escudo. Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti. R.            


San Pablo a los cristianos de Roma 8, 14-17             
Hermanos: Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el temor, sino el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios ¡Abba!, es decir, ¡Padre!            
El mismo Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, también somos herederos, herederos de Dios y coherederos de Cristo, porque sufrimos con él para ser glorificados con él. Palabra de Dios.     

Santo Evangelio según san Mateo 28, 16-20            
Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de él; sin embargo, algunos todavía dudaron. Acercándose, Jesús les dijo: «Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo.» Palabra del Señor.                   

Reflexión: «La Unidad y la Trinidad de Dios»

«Dios no es soledad, sino comunión perfecta. Del Dios comunión surge la vocación de toda la humanidad a formar una sola gran familia, en la que las diferentes razas y culturas se encuentran y se enriquecen recíprocamente». (Juan Pablo II, 2003)

El misterio trinitario es un misterio de Dios-Amor.
En la primera lectura Dios-Amor interviene con mano fuerte y brazo poderoso para sacar a su pueblo de Egipto, símbolo de servidumbre y opresión. En la segunda lectura Dios-Amor hace a los hombres sus hijos adoptivos para que puedan clamar con Jesucristo: "Abba", es decir,

"Padre". Y en el evangelio Dios-Amor regala a sus discípulos una misión maravillosa y les asegura su compañía a lo largo de los siglos.          

Mateo termina su evangelio narrando un breve encuentro entre Jesús Resucitado y el grupo de los once que había regresado a Galilea tras recibir el mensaje de las mujeres. Este encuentro ocurre ya lejos de Jerusalén, del lugar en el que habían vivido la experiencia traumática de la pasión de Jesús. Esta distancia física es también existencial. Después de la crisis, del miedo, de la desesperanza que los había paralizado, el maestro los invita a volver a Galilea, a los orígenes, a recorrer de nuevo los caminos, a evocar las experiencias junto a Jesús y que ahora han de releer de forma diferente.

Ya en Galilea, con el corazón preparado por la experiencia del regreso, se encuentran con Jesús, ahora resucitado. El breve relato de la aparición se centra en visibilizar la propuesta de futuro que Jesús les propone en este último encuentro. Esta propuesta tal como la expresa el evangelista se orienta en una doble dirección. Por un lado, les recuerda la necesidad de seguir haciendo posible el Reino, de seguir invitando a más hombres y mujeres a formar parte de la comunidad de seguidores. Por otro define los pilares en los que han de sostener y proclamar su fe: la vida compartida en tantos lugares: el lago, la montaña, la casa, los caminos…y las enseñanzas que se hacían compromiso en los encuentros con los enfermos, con los marginados, con quienes estaban sedientos de esperanza, con los que no tenían un lugar en la historia…Todo eso es lo que han de guardar en su corazón, pero también en su actuar.
De nuevo en Galilea Jesús resucitado les recuerda que la comunidad se construye en la comunión, en el compartir, en los proyectos comunes. Una comunidad que guiada por el Espíritu es capaz de salir de los pequeños espacios de Palestina para abrirse a gente de toda clase y lugar. Una comunidad que no teme arriesgarse, que no se resiste a lo nuevo porque se sabe sostenida en la santa Ruah.

Los años vividos con Jesús recorriendo pueblos y ciudades, escuchándole hablar de un Dios Abba que solo quiere lo mejor para sus hijos, les permite comprender mejor las palabras que el Maestro les dirige. Un Dios que tiene rostro de mujer pobre, que no teme contaminarse abrazando con misericordia y bondad a quien ha errado el camino. Un Dios que no se siente cómodo “alabado y bendecido” en grandes liturgias excluyentes, sino que sueña con sentarse a la mesa de los pobres, acoger en su casa a pecadores y prostitutas. Un Dios, padre y madre que no es celoso de su gloria, sino de su bondad y perdón.

Jesús es el perfecto hijo de un Padre así. Toda su vida, sus decisiones, su entrega final encarnaron la urgencia de ese Dios de ser también un padre y una madre para la humanidad. Sus encuentros, sus palabras, su alegría, sus comidas festivas… tenían sentido desde la fidelidad al Abba que lo sostenía en la oración, lo confirmaba en cada signo profético y sanador que podía realizar y lo impulsaba con la fuerza de su Ruah en cada paso que daba.

La primera comunidad cristiana comprendió que tenía que dejarse convencer por ese Dios Abba y continuar abriendo espacios a su Reino. Junto a Jesús resucitado supo que necesitaba escuchar a la Ruah para construir el presente y proyectar el futuro. Por eso cualquier hombre o mujer que se incorporaba al grupo de seguidores y seguidoras de Jesús tenía que abrirse a ese impulso trinitario, por eso era invitados e invitadas a bautizarse en el nombre del Padre (Madre), del Hijo y del Espíritu Santo.

El encuentro de Jesús resucitado en Galilea con el grupo que va a liderar a partir de ahora la comunidad es, para Mateo, una oportunidad para recordar a todos sus destinatarios y destinatarias en qué y en quién han de sostener su fe. Y lo más importante: fortalecer en cada uno la certeza de que el Maestro siempre estará con ellos.
Muchos siglos después seguimos escuchando este relato y quizá nos siga invitando a preguntarnos en quién ponemos nuestra esperanza, y si realmente el Dios en el que creemos es el que sostuvo la misión de Jesús y derramó su santa Ruah para impulsar su acción y compromiso. Los bautizados estamos llamados a encontrarnos también con Jesús resucitado en Galilea y recrear hoy sus palabras en nuestro concreto y a veces precario camino creyente.

Yo estaré siempre con ustedes, hasta el fin del mundo. Al discipulado y el bautismo se agrega un nuevo mandato: enseñarle a obedecer todo lo que Jesús enseñó. Se trata de dar a conocer a los nuevos discípulos el auténtico camino de la salvación.
En las últimas palabras del Evangelio de Mateo, Jesús dice uno de los versículos más esperanzadores y consoladores de todo el Nuevo Testamento: “Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo”.

Nota: 1. Ruah. (Espí­ritu Santo) Palabra hebrea que significa “espí­ritu” (en griego pneuma).
2.  Ruah, la acción de Dios.

              El mejor amigo: En el núcleo de la fe cristiana de un Dios trinitario hay una afirmación esencial, Dios no es un ser tenebroso e impenetrable, encerrado egoístamente en sí mismo, Dios es Amor y sólo Amor.  Los cristianos creemos que, en el misterio último de la realidad, dando sentido y consistencia a todo, no hay sino Amor.

Jesús no ha escrito ningún tratado acerca de Dios… Para Jesús, Dios no es un concepto, una bella teoría, una definición sublime. Dios es el mejor Amigo del ser humano… La gente que escuchaba a Jesús hablar de Dios y le veía actuar en su nombre, experimentaba a Dios como una Buena Noticia. Lo que Jesús dice de Dios les resulta algo nuevo y bueno. La experiencia que comunica y contagia les parece la mejor noticia que pueden escuchar de Dios. ¿Por qué?
Tal vez lo primero que captan es que Dios es de todos… Dios no excluye ni discrimina a nadie. Jesús invita a todos a confiar en él: “Cuando oren digan: ¡Padre!”.
Pero fue, sin duda, la vida de Jesús, dedicado en nombre de Dios a aliviar el sufrimiento de los enfermos, liberar a poseídos por espíritus malignos, rescatar a leprosos de la marginación, ofrecer el perdón a pecadores y prostitutas…, lo que les convenció que Jesús experimentaba a Dios como el mejor Amigo del ser humano, que sólo busca nuestro bien y sólo se opone a lo que nos hace daño. Los seguidores de Jesús nunca pusieron en duda que el Dios encarnado y revelado en Jesús es Amor y sólo Amor hacia todos.

Dios ES un inmenso presente que lo llena todo.
Dios no se identifica con la creación, pero tampoco es nada separado de ella. De la misma manera que no podemos imaginar la Vida como algo separado del ser que está vivo, no podemos imaginar lo divino separado de todo ser creado que, por el mero hecho de existir, está traspasado de Dios.

La forma en que Jesús habla de Dios, como amor-salvación para los hombres, se inspira directamente en su experiencia personal. Naturalmen­te esa vivencia no hubiera sido posible sin hacer suyo el bagaje religioso heredado de la tradición bíblica. En ella se encuentran ya claros chispazos de lo que iba ser la revelación de Jesús. La experiencia básica de Jesús fue la presencia de Dios en su propio ser. Descubrió que Dios lo era todo para él y decidió corresponder siendo él mismo todo para los demás. Tomó concien­cia de la fidelidad de Dios y respondió siendo fiel a sí mismo. Al llamar a Dios "Abba", Jesús abre un horizonte completamente nuevo en las relaciones con el absoluto. 

La forma en que Jesús habla de Dios, como amor-salvación para los hombres, se inspira directamente en su experiencia personal. La experiencia básica de Jesús fue la presencia de Dios en su propio ser. Descubrió que Dios lo era todo para él y decidió corresponder siendo él mismo todo para los demás. Tomó concien­cia de la fidelidad de Dios y respondió siendo fiel a sí mismo.
Solo si llego a descubrir lo que soy, puedo llegar, no a conocer, sino a vivir lo que es Dios.
                          
Ven Espíritu   Santo, ven padre de los pobres, ven fuego divino, ven.
                             
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las lecturas: El libro del Pueblo de Dios. ACIprensa. J A Pagola. Fray  Marcos. Carmen Soto Varela, ssj. 
Los sábados 16 hs. Círculo Bíblico San José
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