Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

viernes, 6 de diciembre de 2013

"Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María"


"Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María"
Lecturas del 8/12/13
-Ciclo A-
Lectura del libro del Génesis 3, 9-15. 20        
Después que Adán comió del árbol, el Señor Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?»   
«Oí tus pasos por el jardín, respondió él, y tuve miedo porque estaba desnudo. Por eso me escondí.»       
El replicó: «¿Y quién te dijo que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol que yo te prohibí?»          
El hombre respondió: «La mujer que pusiste a mi lado me dio el fruto y yo comí de él.» 
El Señor Dios dijo a la mujer: «¿Cómo hiciste semejante cosa?»             
La mujer respondió: «La serpiente me sedujo y comí.»            
Y el Señor Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita seas entre todos los animales domésticos y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. El te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón.»         
El hombre dio a su mujer el nombre de Eva, por ser ella la madre de todos los vivientes. Palabra de Dios.  

Salmo 97               

R. Canten al Señor un canto nuevo,  porque él hizo maravillas.              
Canten al Señor un canto nuevo, porque él hizo maravillas:  su mano derecha y su santo brazo  le obtuvieron la victoria.  R.               
El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones: se acordó de su amor y su fidelidad  en favor del pueblo de Israel.  R.               
Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios.  Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos.  R.                

Carta de San Pablo a los Romanos 15,4-9.   

Hermanos: todo lo que ha sido escrito en el pasado, ha sido escrito para nuestra instrucción, a fin de que por la constancia y el consuelo que dan las Escrituras, mantengamos la esperanza. 
Que el Dios de la constancia y del consuelo les conceda tener los mismos sentimientos unos hacia otros, a ejemplo de Cristo Jesús,  para que con un solo corazón y una sola voz, glorifiquen a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo.                
Sean mutuamente acogedores, como Cristo los acogió a ustedes para la gloria de Dios.   
Porque les aseguro que Cristo se hizo servidor de los judíos para confirmar la fidelidad de Dios, cumpliendo las promesas que él había hecho a nuestros padres, y para que los paganos glorifiquen a Dios por su misericordia. Así lo enseña la Escritura cuando dice: Yo te alabaré en medio de las naciones, Señor, y cantaré en honor de tu Nombre. Palabra de Dios.       

Santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38   

En el sexto mes, el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. 
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo.»            
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.                 
Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin.»  
María dijo al Ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?»        
El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios.»    
María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho.»        
Y el Ángel se alejó. Palabra del Señor.           

Reflexión    

Hoy la Iglesia celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción de Santa María Virgen. Y podemos preguntarnos qué importancia tiene la Inmaculada Concepción de María para nosotros hoy?             María, santa e inmaculada desde su concepción, es una llamada y un modelo de santidad a la cual todos estamos llamados.  Por eso la inmaculada concepción, no es para nosotros los católicos sólo un dogma de fe, es la certeza de que también en nosotros concebidos santos e inmaculados desde el momento del bautismo, puede vivir y crecer Cristo.       En la primera lectura del libro del Génesis, llamada comúnmente Proto-evangelio o primer anuncio de la salvación se muestra la humanidad sometida al pecado y en ese mismo instante,  la palabra de Dios  emerge con el primer evangelio de la esperanza anunciando que la humanidad como linaje de mujer, alcanzará la victoria, aplastando la cabeza del pecado agresor.            
La Iglesia aplica este pasaje a María y a su hijo Jesús. Esta promesa divina se cumple cuando Jesús, descendencia de mujer, vence al pecado en una vida de perfecta santidad.            

El Evangelio nos presenta la escena de la Anunciación del ángel y con ello podemos ver que María y Jesús son la expresión del amor misericordioso de Dios que no se olvida de los hombres. 
María está llena de Jesús, no sólo por ser la Madre, sino además porque por la fe incondicional en Dios, lo siguió por el camino de la cruz, cumpliendo su sí a Dios dado en la anunciación y al que consagró su vida.               
En María descubrimos hoy a la Iglesia, que cree en la Palabra de Dios y quiere llenarse de Jesús.                
La santidad  de María, debe impulsarnos a vivir nuestra vocación a la Santidad. Vale la pena poner los ojos en María y hacer nuestro el pensamiento de que:"Dios nos eligió en la persona de Cristo para que fuésemos santos e inmaculados ante Él por el amor."
Todos somos llamados a la más total y perfecta santidad, como María, por eso la fiesta de hoy es un llamamiento y un recuerdo de los frutos del bautismo: una  vida nueva en santidad, porque fuimos concebidos como hijos de Dios, caso contrario el festejo de la Inmaculada Concepción está vacío de contenido.         
Pidámosle a María que podamos a ejemplo suyo ofrecerle a Dios nuestra vida con un sí generoso y decidido.           

La Alegría posible (1)         
La primera palabra de parte de Dios a los hombres, cuando el Salvador se acerca al mundo, es una invitación a la alegría. Es lo que escucha María: Alégrate
J. Moltmann, el gran teólogo de la esperanza, lo ha expresado así: «La palabra última y primera de la gran liberación que viene de Dios no es odio, sino alegría; no condena, sino absolución. Cristo nace de la alegría de Dios y muere y resucita para traer su alegría a este mundo contradictorio y absurdo».                
Sin embargo, la alegría no es fácil. A nadie se le puede obligar a que esté alegre ni se le puede imponer la alegría por la fuerza. La verdadera alegría debe nacer y crecer en lo más profundo de nosotros mismos.
De lo contrario; será risa exterior, carcajada vacía, euforia creada quizás en una «sala de fiestas», pero la alegría se quedará fuera, a la puerta de nuestro corazón.    

La alegría es un don hermoso, pero también muy vulnerable. Un don que hay que saber cultivar con humildad y generosidad en el fondo del alma. H. Hesse explica los rostros atormentados, nerviosos y tristes de tantos hombres, de esta manera tan simple: «Es porque la felicidad sólo puede sentirla el alma, no la razón, ni el vientre, ni la cabeza, ni la bolsa». 
Pero hay algo más. ¿Cómo se puede ser feliz cuando hay tantos sufrimientos sobre la tierra? ¿Cómo se puede reír, cuando aún no están secas todas las lágrimas, sino que brotan diariamente otras nuevas? ¿Cómo gozar cuando dos terceras partes de la humanidad se encuentran hundidas en el hambre, la miseria o la guerra?              
La alegría de María es el gozo de una mujer creyente que se alegra en Dios salvador, el que levanta a los humillados y dispersa a los soberbios, el que colma de bienes a los hambrientos y despide a los ricos vacíos.

La alegría verdadera sólo es posible en el corazón del hombre que anhela y busca justicia; libertad y fraternidad entre los hombres. María se alegra en Dios, porque viene a consumar la esperanza de los abandonados. Sólo se puede ser alegre en comunión con los que sufren y en solidaridad con los que lloran.     
Sólo tiene derecho a la alegría quien lucha por hacerla posible entre los humillados. Sólo puede ser feliz quien se esfuerza por hacer felices a otros. Sólo puede celebrar la Navidad quien busca sinceramente el nacimiento de un hombre nuevo entre nosotros. 
(1) J. A. Pagola.
Salve:
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve.    
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas.             
Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre, ¡oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
V. Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.      
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
  
Ave maría:
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo;  bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.                
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Bendita sea tu pureza:
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza.              
A Ti, celestial Princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón.     
Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.

Acordaos:
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes!, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. ¡Oh Madre de Dios!, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amen                

Segundo Domingo de Adviento

 

 
 
"Tiempo de Adviento"
 
Lecturas del 7/12/13
Segundo Domingo de Adviento
-Ciclo A-
 
Libro de Isaías 11,1-10.     
Saldrá una rama del tronco de Jesé y un retoño brotará de sus raíces. Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor -y lo inspirará el temor del Señor-. El no juzgará según las apariencias ni decidirá por lo que oiga decir: juzgará con justicia a los débiles y decidirá con rectitud para los pobres del país; herirá al violento con la vara de su boca y con el soplo de sus labios hará morir al malvado.           
La justicia ceñirá su cintura y la fidelidad ceñirá sus caderas. El lobo habitará con el cordero y el leopardo se recostará junto al cabrito; el ternero y el cachorro de león pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá; la vaca y la osa vivirán en compañía, sus crías se recostarán juntas, y el león comerá paja lo mismo que el buey. El niño de pecho jugará sobre el agujero de la cobra, y en la cueva de la víbora, meterá la mano el niño apenas destetado. No se hará daño ni estragos en toda mi Montaña santa, porque el conocimiento del Señor llenará la tierra como las aguas cubren el mar. Aquel día, la raíz de Jesé se erigirá como emblema para los pueblos: las naciones la buscarán y la gloria será su morada. Palabra de Dios.               
Salmo 71               
                R: Que en sus días florezca la justicia 
y  abunde la paz eternamente.
Concede, Señor, tu justicia al rey y tu rectitud al descendiente de reyes, para que gobierne a tu pueblo con justicia y a tus pobres con rectitud. R
Que en sus días florezca la justicia y abunde la paz, mientras dure la luna; que domine de un mar hasta el otro, y desde el Río hasta los confines de la tierra. R   
Porque él librará al pobre que suplica y al humilde que está desamparado. Tendrá compasión del débil y del pobre, y salvará la vida de los indigentes. R                 
Que perdure su nombre para siempre y su linaje permanezca como el sol; que él sea la bendición de todos los pueblos y todas las naciones lo proclamen feliz. R  

Carta de San Pablo a los Romanos 15,4-9.   
Hermanos: todo lo que ha sido escrito en el pasado, ha sido escrito para nuestra instrucción, a fin de que por la constancia y el consuelo que dan las Escrituras, mantengamos la esperanza. 
Que el Dios de la constancia y del consuelo les conceda tener los mismos sentimientos unos hacia otros, a ejemplo de Cristo Jesús,  para que con un solo corazón y una sola voz, glorifiquen a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo.               
Sean mutuamente acogedores, como Cristo los acogió a ustedes para la gloria de Dios.   
Porque les aseguro que Cristo se hizo servidor de los judíos para confirmar la fidelidad de Dios, cumpliendo las promesas que él había hecho a nuestros padres, y para que los paganos glorifiquen a Dios por su misericordia. Así lo enseña la Escritura cuando dice: Yo te alabaré en medio de las naciones, Señor, y cantaré en honor de tu Nombre. Palabra de Dios.       
Evangelio según San Mateo 3,1-12.               
En aquel tiempo se presentó Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea:    
"Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca". A él se refería el profeta Isaías cuando dijo: Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos.                
Juan tenía una túnica de pelos de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. La gente de Jerusalén, de toda la Judea y de toda la región del Jordán iba a su encuentro, y se hacía bautizar por él en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.                 
Al ver que muchos fariseos y saduceos se acercaban a recibir su bautismo, Juan les dijo: "Raza de víboras, ¿quién les enseñó a escapar de la ira de Dios que se acerca?            
Produzcan el fruto de una sincera conversión, y no se contenten con decir: 'Tenemos por padre a Abraham'. Porque yo les digo que de estas piedras Dios puede hacer surgir hijos de Abraham.
El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles: el árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego. Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero aquel que viene detrás de mí es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. El los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Tiene en su mano la horquilla y limpiará su era: recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en un fuego inextinguible". Palabra del Señor.   
Reflexión:
                          Juan, el Precursor

Juan Bautista fue un personaje importante, un guía carismático de un movimiento de corte popular. Su mensaje estaba centrado en la urgencia de la conversión. El bautismo, un rito de purificación a través del agua, frecuente en algunos grupos judíos, era el sello de esta conversión. La predicación de Juan Bautista tuvo gran éxito y atrajo a multitud de personas de todos los estratos sociales.       
El comienzo de la vida pública de Jesús estuvo muy relacionado con el movimiento de Juan. Para un paladar moderno resulta indigesto este individuo que practica una dieta a base de saltamontes y miel silvestre. Para hoy no sería un portavoz que tuviera acreditación. Ninguna empresa le confiaría sus relaciones públicas. Ninguna orden o comunidad le encargaría reclutar vocaciones. En muchos ámbitos eclesiásticos crearía, más que otra cosa, situaciones incomodas. Además aparece en el desierto, no en el templo. Y pregona a todos los que acuden la conversión, el cambio de vida. No trata de agradar, lisonjear o desencadenar aplausos.       
Juan, reconociendo la fuerza del que viene detrás de él y su bautizar con el Espíritu y fuego, no hace sino proclamar la condición mesiánica de Jesús. La fortaleza y el don del Espíritu son prerrogativas, tal como lo habían anunciado los antiguos profetas. Mateo es el único que presenta a Juan con rasgos más cristianos. Resume la predicación del Bautista con las mismas palabras que resumiría más adelante la predicación de Jesús: “Conviértanse, porque está cerca el reino de los cielos”; así su presencia inaugura la llegada del reino de Dios y es un signo evidente de ella.            

“Conviértanse”. Algunos textos, en vez de traducir la palabra griega “metánoia” por conversión, lo hacen por arrepentimiento o enmienda. La metánoia se corresponde mejor con la expresión española “cambio de vida”. La conversión/metánoia no puede confundirse con el simple cambio de vida o con un cambio superficial, o con el mero hecho de confesarse o reconocer lo negativo. Es un cambio radical y total, que afecta a todo nuestro ser y a todas las dimensiones de nuestra existencia y que nos lleva a vivir y obrar de cara al Dios justo. Es volverse hacia Dios y, como Él, obrar la verdad, la justicia y el amor.      
“No se hagan ilusiones pensando que Abraham es su padre”. No hay privilegios para nadie. Ni siquiera el ser hijos de Abraham, cosa de la que se gloriaba todo israelita, libra de practicar la justicia y convertirse. No es la raza lo que cuenta, ni la simple pertenencia institucional a esto o lo otro. Extendiendo esta idea, diremos que tampoco da privilegio alguno el ser cristiano, estar bautizado, participar en el culto eclesial, recibir los sacramentos, pertenecer a una comunidad, etc. Lo que Juan predica, lo que el Reino pide, es “den el fruto que corresponde a la conversión”.              
“Den el fruto que corresponde a la conversión”. La verdadera conversión se manifiesta, ante todo, en los frutos. El fruto va más allá de la mera carencia del mal o pecado. El fruto es la expresión de un nuevo estilo de vida. No basta con no hacer mal; es necesario hacer el bien, practicar la justicia, dar frutos de conversión.             
“El juicio de Dios”. Las referencias “al castigo inminente, al hacha, al ser cortado y echado al fuego”, así lo muestran, Juan lo que anuncia y proclama es, sobre todo, la justicia de Dios hecha realidad, el juicio de Dios. En la Biblia, hablar de justicia/juicio de Dios, no es tanto hablar de castigo cuanto la liberación y salvación. Que Dios sea justo, como repiten una y otra vez los profetas, quiere decir que es liberador, que hace justicia a los pobres, que exige se respete el derecho de los pequeños y oprimidos, que es recto y no se deja sobornar por la palabra engañosa o el culto al vacío. Por eso, al juicio/castigo de Dios, hay quien lo teme porque pone al descubierto la vaciedad y falsedad de sus criterios y vida, y hay quien lo anhela, porque Él le libera, le salva y le da dignidad para vivir.           
“Yo los bautizo con agua… Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego”. Para comprender estas palabras hemos de adentrarnos en su simbolismo y en la expectación en que vivía entonces el pueblo de Israel. Existía la creencia generalizada de que pronto Dios enviaría a su Ungido (=Mesías), el cual instauraría el reino de Dios. De ahí, que Juan se presente como el precursor que prepara el camino a uno más fuerte que él: el Mesías, el Señor: el Mesías sumergirá a la humanidad, no en las aguas del Jordán, sino en la profundidad de Dios, simbolizado por el Espíritu (=viento) y el fuego. En la Biblia, la salvación es presentada frecuentemente como un viento o soplo divino (eso es lo que quiere decir “espíritu”) que permite separar lo bueno de lo malo, como el viento permite aventar la parva y separar el grano de la paja. También los profetas compararon a Dios y su justicia con el fuego. El fuego quema la paja, lo que no tiene consistencia, y purifica todo lo demás. El viento y el fuego (dos símbolos que aparecen en Pentecostés cuando el Espíritu desciende sobre los apóstoles; son símbolos de Teofanía o manifestación de Dios al ser humano  . 
Así, el ser humano, ante la irrupción de Dios y su Reino, se queda desnudo. Podrán intentar acallar el silbido del viento o apagar la llama del fuego, pro no lo logrará.          
El Mesías actuará con su poder y justicia. Y su juicio pondrá al descubierto lo que cada uno es.    

La afluencia masiva del pueblo hacia el desierto, hacia la voz del profeta que grita algo nuevo al margen de las instituciones, muestra seducción de la Palabra de Dios cuando se proclama al desnudo y en directo. El Evangelio, ayer y hoy, se niega a ser domesticado o manipulado por los “fariseos” (observantes de la Ley y cumplidores rituales de tradiciones) o por los “saduceos” (clase dominante que acapara el dinero y el poder). 
Escuchar las voces que claman en el desierto. Hoy, un grito estridente y doloroso resuena en nuestro mundo. Es el clamor de los pobres, los indefensos, los atropellados por la injusticia, los ancianos, los humillados, los manipulados, los emigrantes, los que carecen de trabajo… Es una voz que nos urge a preparar el camino del Señor, socializando más nuestra vida y cambiando estructuras. Es una voz que nos habla de allanar, enderezar, igualar para que el reino de Dios se acerque, para que todos podamos ver la salvación de Dios. ¿Se puede orar y es escuchar esas voces?         
Escuchar el mensaje de Juan Bautista. No valen las justificaciones, ni el hacerse ilusiones. De poco sirve quedarse en las palabras. Hemos de dar dignos frutos de conversión. Y éstos se notan, manifiestan una realidad personal y social, un cambio visible, un cambio que llama la atención de nosotros mismos y de los demás. Escuchar las palabras de Juan Bautista y dejarse seducir por la Palabra de Dios, y dejarnos interpelar por nuestros propios cambios y frutos, eso es orar.               
Ver cómo voy vestido. Fijarme y tomar conciencia de cómo visto y como, de dónde vivo, de todo lo que tengo de superfluo e innecesario… darme cuenta de mi aspecto externo y también de mi interior. De los lugares y personas que frecuento y también de los que evito. Ver si uso máscaras y disfraces. Y el porqué de ello. Mirarme y dejarme mirar. No engañarme. Orar es entrar dentro de nosotros acompañados por Dios para conocernos y convertirnos.                
Ser profeta. El profeta cristiano siempre habla en nombre de Dios, no en nombre propio. El precursor siempre habla en nombre del que viene. Ver en nombre de quién hablo yo. Ver si hago de precursor o vivo escondido. Ver si mi voz clama ante la injusticia o calla por miedo. Orar es ejercitarse como profeta y precursor, aquí y ahora, en este lugar en el que estoy y vivo. Orar es aprender de Juan Bautista… Empezar a decir las verdades que hieren, las verdades que curan y salvan.                
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                    Pbro. Daniel Silva. (2010)
 
Espíritu Santo, dulce huésped del alma,
ven, ven Señor"
 
Un mundo mejor es posible. Francisco:
 
 
Exhortación apostólica Evangelii Gaudium:
nos invita a una nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría
 
Los libros del Antiguo Testamento habían preanunciado la alegría de la salvación, que se volvería desbordante en los tiempos mesiánicos.
El profeta Isaías se dirige al Mesías esperado saludándolo con regocijo: « Tú multiplicaste la alegría, acrecentaste el gozo » (9,2). Y anima a los habitantes de Sión a recibirlo entre cantos: « ¡Dad gritos de gozo y de júbilo! » (12,6). A quien ya lo ha visto en el horizonte, el profeta lo invita a convertirse en mensajero para los demás: « Súbete a un alto monte, alegre mensajero para Sión; clama con voz poderosa, alegre mensajero para Jerusalén » (40,9). La creación entera participa de esta alegría de la salvación: « ¡Aclamad, cielos, y exulta, tierra! ¡Prorrumpid, montes, en cantos de alegría! Porque el Señor ha consolado a su pueblo, y de sus pobres se ha compadecido » (49,13).
Zacarías, viendo el día del Señor, invita a dar vítores al Rey que llega « pobre y montado en un borrico »:
« ¡Exulta sin freno, Sión, grita de alegría, Jerusalén, que viene a ti tu Rey, justo y victorioso! » (9,9).
Pero quizás la invitación más contagiosa sea la del profeta Sofonías, quien nos muestra al mismo Dios como un centro luminoso de fiesta y de alegría que quiere comunicar a su pueblo ese gozo salvífico. Me llena de vida releer este texto: « Tu Dios está en medio de ti, poderoso salvador. Él exulta de gozo por ti, te renueva con su amor, y baila por ti con gritos de júbilo » (3,17).
Es la alegría que se vive en medio de las pequeñas cosas de la vida cotidiana, como respuesta a la afectuosa invitación de nuestro Padre Dios: « Hijo, en la medida de tus posibilidades trátate bien […] No te prives de pasar un buen día » (Si14,11.14). ¡Cuánta ternura paterna se intuye detrás de estas palabras!
 
5. El Evangelio, donde deslumbra gloriosa la Cruz de Cristo, invita insistentemente a la alegría.
Bastan algunos ejemplos: « Alégrate » es el saludo del ángel a María (Lc. 1,28). La visita de María a Isabel hace que Juan salte de alegría en el seno de su madre (cf. Lc. 1,41). En su canto María proclama: « Mi espíritu se estremece de alegría en Dios, mi salvador » (Lc. 1,47). Cuando Jesús comienza su ministerio, Juan exclama: « Ésta es mi alegría, que ha llegado a su plenitud » (Jn 3,29). Jesús mismo « se llenó de alegría en el Espíritu Santo » (Lc. 10,21). Su mensaje es fuente de gozo: « Os he dicho estas cosas para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría sea plena » (Jn 15,11).
Nuestra alegría cristiana bebe de la fuente de su corazón rebosante. Él promete a los discípulos: « Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría » (Jn 16,20). E insiste: « Volveré a veros y se alegrará vuestro corazón, y nadie os podrá quitar vuestra alegría » (Jn 16,22). Después ellos, al verlo resucitado, « se alegraron » (Jn 20,20). El libro de los Hechos de los Apóstoles cuenta que en la primera comunidad « tomaban el alimento con alegría » (2,46). Por donde los discípulos pasaban, había « una gran alegría » (8,8), y ellos, en medio de la persecución, « se llenaban de gozo » (13,52). Un eunuco, apenas bautizado, « siguió gozoso su camino » (8,39), y el carcelero « se alegró con toda su familia por haber creído en Dios » (16,34). ¿Por qué no entrar también nosotros en ese río de alegría?
 
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. 
 
 
 
 

Cuadro de texto: Círculo Bíblico San José Parroquia San José: Brandsen 4970 Villa Domínico. http://miencuentroconjesus1.blogspot.com  Si  querés recibir la hojita por e-mail pedila: miencuentroconjesus@yahoo.com.ar