Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 4 de octubre de 2014

Vigésimo séptimo domingo durante el año, Ciclo A

 

 
« El Reino de Dios es del pueblo que hace producir frutos a la viña» 

Lecturas del 5-10-14

 
Lectura del libro de Isaías 5,1-7.            
Voy a cantar en nombre de mi amigo el canto de mi amado a su viña. Mi amigo tenía una viña en una loma fértil. La cavó, la limpió de piedras y la plantó con cepas escogidas; edificó una torre en medio de ella y también excavó un lagar. El esperaba que diera uvas, pero dio frutos agrios.        
Y ahora, habitantes de Jerusalén y hombres de Judá, sean ustedes los jueces entre mi viña y yo. ¿Qué más se podía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? Si esperaba que diera uvas, ¿por qué dio frutos agrios?    Y ahora les haré conocer lo que haré con mi viña: Quitaré su valla, y será destruida, derribaré su cerco y será pisoteada. La convertiré en una ruina, y no será podada ni escardada. Crecerán los abrojos y los cardos, y mandaré a las nubes que no derramen, lluvia sobre ella.                
Porque la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá son su plantación predilecta. ¡El esperó de ellos equidad, y hay efusión de sangre; esperó justicia, y hay gritos de angustia!    Palabra de Dios.
 
Salmo 79
R. La viña del Señor es la casa de Israel.
 
Tú sacaste de Egipto una vid,  expulsaste a los paganos y la plantaste; extendió sus sarmientos hasta el mar  y sus retoños hasta el Río.  R.
¿Por qué has derribado sus cercos para que puedan saquearla todos los que pasan?     
 Los jabalíes del bosque la devastan  y se la comen los animales del campo.  R.
Vuélvete, Señor de los ejércitos,  observa desde el cielo y mira: ven a visitar tu vid,  la cepa que plantó tu mano,  el retoño que tú hiciste vigoroso.  R.
Nunca nos apartaremos de ti: devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre.  ¡Restáuranos, Señor de los ejércitos, que brille tu rostro y seremos salvados!  R.
 
 Pablo a los cristianos de Filipos 4, 6-9
Hermanos: No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios. Entonces la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús.        
En fin, mis hermanos, todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo lo que es amable y digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y merecedor de alabanza, debe ser el objeto de sus pensamientos. Pongan en práctica lo que han aprendido y recibido, lo que han oído y visto en mí, y el Dios de la paz estará con ustedes. Palabra de Dios.
  
Santo Espíritu de Dios, si tu bella luz mora en mí, la gloria de Jesús irradiaré, mora en mí, mora en mí, soy de ti, soy de ti.
Evangelio según San Mateo 21, 33-46
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: « Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero.              
Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos. Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon. El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera.        
Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: "Respetarán a mi hijo." Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: "Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia." Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?»     
Le respondieron: «Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo.» Jesús agregó: «¿No han leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos? Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos.». Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron que se refería a ellos. Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta.  Palabra del Señor.
 
Reflexión:
 
Los viñadores perversos
 
Leída como una alegoría, cada uno de los elementos de la parábola evangélica tiene su significado.  El dueño de la viña es Dios, que ha puesto en ella amor, mimo, cariño y esperanzas. La viña es Israel, el pueblo. Los criados enviados a recoger los frutos son los profetas.  El hijo es Jesús.  Los labradores o jornaleros que atropellan y matan a los mensajeros son los jefes religiosos y políticos, que buscan únicamente sus intereses y el adueñarse de lo que no es suyo, contraviniendo el plan de Dios.
 
Toda la parábola es una clara ilusión a la historia de Israel.  Pero es sobre todo un desenmascaramiento de sus jefes.  Siendo su misión cuidar y hacer fructificar la viña (al pueblo), se han olvidado de ello y sólo piensan en aprovecharse de la propiedad para su beneficio, aunque para ello haya que apalear, apedrear y matar a criados e hijo.  Obstinados en sí mismos, en su ley, en sus ritos, son incapaces de ver, de acoger, de compartir, de llevar adelante el plan de Dios.
 
A la vez,  la parábola de la viña y de los viñadores es un esbozo de la historia de la humanidad, de la historia de la Iglesia y de cualquier comunidad cristiana que Dios plantó para que diese fruto.  Pero los jefes y los dirigentes, los que no piensan sino en ellos mismos y en arrimar el agua a su molino, lo han acaparado,  se han parcelado la tierra y se han puesto de acuerdo entre ellos con el fin de eliminar, uno tras otro, a todos los profetas que denuncian tal situación de injusticia.
 
El “irse al extranjero” no significa que Dios se desentienda de la historia de la humanidad, de nosotros, sino que nos da un tiempo para que crezcamos, tomemos conciencia y asumamos nuestras tareas en el marco de su proyecto, respetando lo que nos es más especifico, la libertad. Las diversas etapas de esta historia de amor están jalonadas por la aparición de los criados, es decir, de personas que se oponen al servicio del Reino, del proyecto de Dios.  La suerte que corren quienes se atreven a denunciar las situaciones de injusticias y la malversación del patrimonio de la humanidad ya la sabemos.  Jesús insistió  con frecuencia en la difícil misión que iban a tener y en las duras dificultades que habría que soportar. 
 
Una vez agotados todos los recursos, el Señor de la viña se arriesga a descubrir la última carta de que dispone.  Opta por recurrir al amor: “Voy a enviar a mi hijo”.  Espera  que reaccionen positivamente ante tal muestra de cariño. “A mi hijo lo respetarán”  La historia ya la sabemos.  Por lo que se ve, esta clase de “ingenuidad” es fruto del amor hacia su obra: “¿Qué más podía hacer por mi viña que no lo haya hecho?”.  Quienes  buscan aprovecharse y hacerse dueños no piensan ni actúan así.  La parábola, sin embargo, no se contenta con la descripción de los intentos frustrados de Dios en su progresiva encarnación en la historia de la humanidad…  Dios a pesar del repetido fracaso, no desiste en su empeño de cuidar la viña que ha plantado, hasta ahora estéril de cara al Reino, para que dé, como fruto, un nutrido grupo de personas que colaboren en su construcción.
 
Dos cosas quedan claras:
El Reino de los cielos pasa a otras manos, a otro pueblo –paganos y pobres-, capaces de dar frutos, de acoger a los hombres y de proclamar el amor por encima de la ley y el templo.
 
La piedra rechazada (Jesús) por los constructores y responsables, porque no se aviene a los planes mezquinos y mediocres de los instalados en el poder, ahora es la piedra angular del nuevo edificio que Dios va construyendo. Contrariamente a otras parábolas, ésta es entendida por los sumos sacerdotes, fariseos y demás dirigentes.  Pero esa comprensión no les lleva a la conversión, sino a un proyecto de violencia contra Jesús y su pretensión.
 
Viñadores homicidas hoy. En la Biblia, la opresión que sufren los pobres es presentada frecuentemente como un homicidio.  No es, pues, extraño que los viñadores reaccionen frente a los enviados del Señor con el mismo desprecio a la vida que manifiestan en su conducta cotidiana.  Son, en consecuencia, homicidas no sólo porque matan a esos mensajeros, o incluso al hijo, sino porque despojan al pobre y violan el derecho.  Son homicidas desde el momento en que no dan los frutos de justicia que pide el Señor, por ello el Reino pasará a otras manos.  Las expresiones son fuertes, pero no menos dura es la situación de la gente que reclaman el derecho más elemental: el derecho a vivir, a comer.
 
Nos lleva a preguntarnos también si en nuestra vida da cada día no hay algún tipo de complicidad con los viñadores homicidas.  Qué papel juega en nosotros el establecimiento de la justicia y el derecho? ¿Cuáles son nuestros frutos?
 
¡El cuidado de la viña es una misión de todos!
 
Santo Espíritu de Dios, si tu bella luz mora en mí, la gloria de Jesús irradiaré, mora en mí, mora en mí, soy de ti, soy de ti.
 
Francisco v
 
Francisco: En el Amor de Dios
un mundo mejor es posible
 
¡Pecadores si, corruptos no!
 
El Papa observó que “no es necesario hablar mucho de los pecadores, porque todos lo somos”. Nos conocemos “desde dentro y sabemos qué cosa es un pecador. Y si algunos de nosotros no se siente pecador, que vaya a ver al médico espiritual”, porque “algo no funciona”. La parábola nos habla de otra figura, de aquellos que quieren “adueñarse de la viña y han perdido la relación con el Dueño de la viña”. Un Dueño que “nos ha llamado con amor, nos custodia, y que también nos da la libertad”. Estas personas “se han sentido fuertes, se han sentido autónomas de Dios”...
Los corruptos! aquellos que eran pecadores como todos nosotros, pero que han dado un paso adelante, como si se hubieran consolidado en el pecado: ¡no tienen necesidad de Dios! Pero esto solo aparentemente, porque en su código genético está impresa esta relación con Dios. Y como no la pueden negar, se hacen un Dios especial: son Dios ellos mismos. Son los corruptos”.
 
“Los santos, aquellos que obedecen al Señor, aquellos que adoran al Señor, aquellos que no han perdido la memoria de amor, con el cual el Señor ha plantado la viña. Los santos en la Iglesia. Y así como los corruptos hacen tanto daño a la Iglesia, los santos le hacen tanto bien.   (RC-RV)
“Y, por favor, ¡no se dejen robar la esperanza! Esa que nos da Jesús”.
 
¿Qué es la Espiritualidad?
 
Siempre es bueno recordar el origen de las palabras. Spiritualis es una traducción de la palabra griega pneumatikos, que puede traducirse acorde al espíritu, “colmado del espíritu”.
 
Espiritualidad significa, entonces vivir desde el Espíritu, vivir a partir de la fuente del Espíritu Santo.
En el desarrollo de una vida espiritual se refiere siempre a las palabras y hechos de Jesús, a su doctrina y a su accionar redentor  liberador. Ella es un camino para dejarse forjar y transformar cada vez más por el Espíritu de Jesús y a crear el mundo a partir de la convicción de Jesús.
La esencia de la espiritualidad consiste en vivir a partir de la fuente del Espíritu Santo.
 
¿Y cómo lo puedo lograr? ¿Qué caminos tengo? Éstos son la meditación y la oración, el silencio y la celebración de oficios religiosos. Todas estas formas buscan ponerme en contacto con la fuente del Espíritu Santo que fluye en mí, pero de la cual, con  mucha frecuencia, también me encuentro escindido.
 
¿Cómo se que estoy en el camino espiritual?
La espiritualidad debe ser visible en mi cotidianidad, en mi trabajo, en el desarrollo de mi día, en mi  encuentro con las personas y en toda mi irradiación.
En una persona podemos ver a partir de qué fuente vive. Si alguien vive a partir de la fuente de la insatisfacción y la amargura, tendrá una acción negativa. Si se alimenta de la fuente de la propia energía, su trabajo tendrá algo de esforzado. Y con frecuencia tendrá una accionar agresiva.
En el presente, mucha gente está agotada porque se alimenta a partir de la fuente del perfeccionismo, de la fuente de la ambición. Espiritualidad significa vivir a partir de la fuente del Espíritu Santo. Y para nosotros, los cristianos, el Espíritu Santo es a la vez el Espíritu de Jesús. Si vivimos a partir de esa fuente, nuestra vida fluirá, será fructífera. Y percibiremos que este hombre no se siente el centro de todo sino que es permeable a algo superior. El que se alimenta de esta fuente no se agotará tan fácilmente, ya que esta fuente es inagotable porque es divina.
La cuestión es tomar contacto con la fuente del Espíritu Santo y poder alimentarnos de ella en nuestra vida cotidiana. Siguiendo los diversos caminos que  tenemos Cfr. Espiritualidad de Anselm  Grüm
 
Juan Pablo II ha afirmado: "La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad". 
Entonces démonos una oportunidad de encontrarla,  compartiendo la Palabra de Dios, leyendo la Biblia y que nos lleve hacia una vida con sentido, llena de  esperanza.
 
Santo Espíritu de Dios mora en mí
 
Santo Espíritu de Dios mora en mí, mora en mí, quiero ser lleno de tu luz, mora en mí.
Si tu bella luz mora en mí, la gloria de Jesús irradiaré, mora en mí, mora en mí, soy de ti, soy de ti.
Santo Espíritu de Dios  mora en mí, mora en mí, quiero ser lleno de tu luz, mora en mí.
Si quebrantas, Santo Espíritu mi ser, instrumento de tu amor yo quiero ser, mora en mí, mora en mí, soy de ti, soy de ti.
Santo Espíritu de Dios mora en mí, mora en mí, quiero ser lleno de tu luz, mora en mí.
Si me unges con tu fuerza y tu poder al mundo nada tengo que temer, mora en mí, mora en mí, soy de ti, soy de ti, mora en mí, mora en mí, quiero ser lleno de tu luz, mora en mí.
Si tu bella luz mora en mí, la gloria de Jesús irradiaré, mora en mí, mora en mí, soy de ti, soy de ti.
Santo Espíritu de Dios  mora en mí, mora en mí quiero ser lleno de tu luz mora en mí.
Si quebrantas, Santo Espíritu mi ser, instrumento de tu amor, yo quiero ser mora en mí, mora en mí, soy de ti, soy de ti.
Santo Espíritu de Dios mora en mí, mora en mí, quiero ser lleno de tu luz, mora en mí.
 
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de esta hoja: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y María. Pbro. Daniel Silva
Rectángulo redondeado: Lectio Divina: los Sábados 16 hs. en:          Círculo Bíblico San José Parroquia San José: Brandsen 4970 V. Domínico.  http://miencuentroconjesus1.blogspot.com  Si  querés recibir la hojita por e-mail pedila: miencuentroconjesus@yahoo.com.ar www.facebook.com/miencuentroconjesussanjose
 
 
  

Vigésimo sexto domingo durante el año, Ciclo A

 
 
« ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad del padre? »
 Lecturas del 28-09-14

Lectura  profecía de Ezequiel  18, 24-28
Pero si el justo se aparta de su justicia y comete el mal, imitando todas las abominaciones que comete el malvado, ¿acaso vivirá? Ninguna de las otras obras justas que haya hecho será recordada: a causa de la infidelidad y del pecado que ha cometido, morirá. Ustedes dirán: «El proceder del Señor no es correcto.» Escucha, casa de Israel: ¿Acaso no es el proceder de ustedes, y no el mío, el que no es correcto?              
Cuando el justo se aparta de su justicia, comete el mal y muere, muere por el mal que ha cometido. Y cuando el malvado se aparta del mal que ha cometido, para practicar el derecho y la justicia, él mismo preserva su vida. El ha abierto los ojos y se ha convertido de todas las ofensas que había cometido: por eso, seguramente vivirá, y no morirá.
    Palabra de Dios.
 
Salmo 24
R. Acuérdate, Señor, de tu compasión.
 Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus senderos. Guíame por el camino de tu fidelidad;             
 enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador,  y yo espero en ti todo el día.  R.
Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor, porque son eternos. No recuerdes los pecados ni las rebeldías de mi juventud: por tu bondad, Señor, acuérdate de mí según tu fidelidad.  R.
El Señor es bondadoso y recto: por eso muestra el camino a los extraviados; él guía a los humildes para que obren rectamente y enseña su camino a los pobres.  R.
 
Pablo a los cristianos de Filipos 2, 1-11
Hermanos: Si la exhortación en nombre de Cristo tiene algún valor, si algo vale el consuelo que brota del amor o la comunión en el Espíritu, o la ternura y la compasión, les ruego que hagan perfecta mi alegría, permaneciendo bien unidos.    
Tengan un mismo amor, un mismo corazón, un mismo pensamiento. No hagan nada por espíritu de discordia o de vanidad, y que la humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes mismos. Que cada uno busque no solamente su propio interés, sino también el de los demás. Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús. El, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: «Jesucristo es el Señor.»
   Palabra de Dios.
 
Evangelio según san Mateo 21, 28-32
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: « ¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: "Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña." El respondió: "No quiero." Pero después se arrepintió y fue. Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y este le respondió: "Voy, Señor", pero no fue. ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?»        
«El primero», le respondieron.              
Jesús les dijo: «Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios. En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él.» Palabra del Señor.
   
Reflexión 
 
El contexto. Jesús lleva unos días en Jerusalén moviéndose en los alrededores del templo. No encuentra por las calles la acogida amistosa de las aldeas de Galilea. Los dirigentes religiosos que se cruzan en su camino tratan de desautorizarlo ante la gente sencilla de la capital. No descansarán hasta enviarlo a la cruz.
Jesús cuenta esta parábola a las máximas autoridades judías, quienes vienen al Templo para pedirle que explique la proveniencia de su autoridad: “Se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo diciendo: ¿Con qué autoridad haces esto? ¿Y quién te ha dado tal autoridad?’” (=para la expulsión de los vendedores del templo, para los milagros, para la entrada triunfal; Mt 21,23; ver 21,15).
Jesús no les responde sobre la procedencia de su autoridad, pero por el contrario, les dice abiertamente qué es lo que piensa de Juan Bautista y qué valor le da a su comportamiento: “vino Juan a vosotros por camino de Justicia”.
 
La parábola de los dos hijos. La parábola quiere, en la imagen de dos hijos, personificar el comportamiento de los líderes judíos que se oponen a la predicación de Juan Bautista y de Jesús. El hecho que la parábola se narre en medio de dos preguntas, “¿Qué les parece?... ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?”, implica que lo que se quiere es provocar una reflexión.
 
Ambos hijos son interpelados por el padre de manera cordial y son invitados a ir a trabajar en la viña; no hay coacción: les habla con afecto, como a “hijos” (se podría entender en este tono: “Mi niño (teknon), ve hoy a trabajar en la viña”). Pero la reacción de cada uno frente al cariño del padre es dramática:             
• El primero responde con un elegante y amable “¡Sí, Señor!”, pero no va a la viña, no mueve ni un solo dedo.        
• El segundo responde con un brusco y maleducado “¡No quiero!”, pero luego reconsidera su actitud y va a trabajar en la viña.
 
Ambos hijos se contradicen a sí mismos entre lo que “dicen” y lo que “hacen”, pero también se contraponen entre sí.
El caso más dramático es el segundo, donde el hijo llama a su papá “Señor”. A pesar de darle el título máximo de respeto, su desobediencia es total. Una ironía que nos remite a la enseñanza del Sermón de la Montaña: “No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos”.
 
Un detalle interesante: dada la estrecha simetría que hay entre los dos encuentros con el padre, el hecho que no se mencione el “se arrepintió”, en el caso del segundo hijo, apunta a que éste nunca tuvo la intención de hacer lo que asintió verbalmente: no es que haya cambiado su decisión sino que desde el principio dijo palabras vacías.
 
La lección que se deduce de la parábola de “los dos hijos” es que lo decisivo no son las palabras sino los hechos: sólo quien realiza plenamente el deseo del padre, cumple su voluntad. ¿Es este el caso de los líderes judíos que se jactan de estar en sintonía con Dios, despreciando a los pecadores y desconociendo la predicación que Juan hace en nombre de Dios?
Jesús les propone que den una respuesta que termina auto-inculpándose: “¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?”. Le responden: “El primero”. Tanto Jesús como sus adversarios están de acuerdo en el hecho que la voluntad del Padre solamente se realiza cuando se lleva a cabo lo que él manda hacer. La respuesta, que es obvia, hace pasar a los sumos sacerdotes y ancianos de acusadores a acusados: se juzgan a sí mismos.
 
Una afirmación dolorosa. «Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios». Jesús pasa a la aplicación de la parábola.
La comparación de los que se presentan como autoridad moral y como justos ante el pueblo, con los personajes considerados como típicos pecadores (publicanos y prostitutas, quienes por su modo de vivir, están excluidos por principio del Reino de Dios), duele, es ofensivo. Jesús les está diciendo, con plena autoridad, que ellos no son lo que aparentan ser.          
Ellos son los “profesionales” de la religión: los que han dicho un gran “sí” al Dios del templo, los especialistas del culto, los guardianes de la ley. No sientennecesidad de convertirse. Por eso, cuando ha venido el profeta Juan a preparar los caminos a Dios, le han dicho “no”; cuando ha llegado Jesús invitándolos a entrar en su reino, siguen diciendo “no”. Por el contrario, los publicanos y las prostitutas son los “profesionales del pecado”: los que han dicho un gran “no” al Dios de la religión; los que se han colocado fuera de la ley y del culto santo. Sin embargo, su corazón se ha mantenido abierto a la conversión. Cuando ha venido Juan han creído en él; al llegar Jesús lo han acogido.
 
Para meditar: Para pertenecer al Reino de Dios es importante conocer la voluntad de Dios y ponerla en acciones. Con su palabra y con la discusión con las máximas autoridades judías, Jesús nos hace caer en cuenta del peligro de no poner en práctica la voluntad de Dios. ¡Hay que buscarla atentamente y acogerla con prontitud!
 
Hay una esperanza para el pecador: nadie que haya dicho que no y haya vivido mal se debe desesperanzar. No es decisiva la primera respuesta, lo importante es no permanecer en ella, corregirse con una renovación de vida que se reconozca en un “actuar justo”.
Esto no quiere decir que Jesús apruebe el modo de vida de los publicanos y de las prostitutas, sino que reconoce su actitud positiva ante el mensaje de conversión de Juan y la juzga como cumplimiento de la voluntad de Dios, que es requisito para entrar en el Reino.  
 
                                                  
Francisco v
                 
Francisco: En el Amor de Dios un mundo mejor es posible
 
 "El Evangelio es novedad. La Revelación es novedad. Nuestro Dios es un Dios que siempre hace las cosas nuevas y pide de nosotros docilidad a su novedad…
 
Podemos preguntarnos: ¿soy dócil a la Palabra de Dios o hago siempre aquello que yo creo..? ¿O hago pasar la Palabra de Dios por un alambique y al final es otra cosa con respecto a aquello que Dios quiere hacer?”
 
"La liberad cristiana y la obediencia cristiana son docilidad a la Palabra de Dios, es tener aquel coraje de convertirse… Este valor de discernir siempre: discernir, digo, no relativizar. Discernir siempre qué cosa hace el Espíritu en mi corazón, qué cosa quiere el Espíritu en mi corazón, a dónde me lleva el Espíritu en mi corazón. Y obedecer. Discernir y obedecer. Pidamos hoy la gracia de la docilidad a la Palabra de Dios, a esta Palabra que es viva y eficaz, que discierne los sentimientos y los pensamientos del corazón”. (Cfr.: Radio Vaticana)
 
“Abramos la puerta al Espíritu, dejemos que Él nos guíe, dejemos que la acción continua de Dios nos haga hombres y mujeres nuevos, animados por el amor de Dios, que el Espíritu Santo nos concede”
“Y, por favor, ¡no se dejen robar la esperanza!, ¡no se dejen robar la esperanza!
Esa que nos da Jesús”.
 
 
 
 
Septiembre mes de la Biblia
Día Bíblico Diocesano
“Vayamos en familia anunciando el
Reino de Dios”
Con la alegría del encuentro en la Palabra de Dios Celebramos el día Bíblico, te esperamos el:
 
Domingo 28 de septiembre, 14.45 hs
Salón de actos colegio Vicente Sauras
Brandsen  esq. Magdalena, Villa Dominico
Misa a las 18 hs, Parroquia San José
 
 
           La palabra sacramento que se oye      

Las palabras-sacramento son las palabras de Dios «sucedidas» una vez para siempre y recogidas en la Biblia, que vuelven a ser «realidad activa» cada vez que la Iglesia las proclama con autoridad y el Espíritu que las ha inspirado vuelve a encenderlas en el corazón de quien las escucha. «Él recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros», dice Jesús del Espíritu Santo (Jn 16,14).
 
Cuando se habla de la Palabra como «sacramento», se toma este término no en el sentido técnico y restringido de los «siete sacramentos», sino en el sentido más amplio por el que se habla de Cristo como el «primordial sacramento del Padre» y de la Iglesia como del «sacramento universal de salvación»]. Teniendo presente la definición que san Agustín da del sacramento como «una palabra que se ve» (verbum visibile), se suele definir, por contraste, la palabra como «un sacramento que se oye» (sacramentum audibile).
 
En cada sacramento se distingue un signo visible y la realidad invisible que es la gracia. La palabra que leemos en la Biblia, en sí misma, no es más que un signo material (como el agua y el pan), un conjunto de sílabas o, como mucho, una palabra del vocabulario humano como las demás; pero cuando interviene la fe y la iluminación del Espíritu Santo, a través de este signo entramos misteriosamente en contacto con la viva verdad y voluntad de Dios y oímos la voz misma de Cristo.
«El cuerpo de Cristo -escribe Bossuet-- no está más realmente presente en el adorable sacramento de cuanto la verdad de Cristo lo está en la predicación evangélica. En el misterio de la Eucaristía las especies que veis son signos, pero lo que en ellas se encierra es el mismo cuerpo de Cristo; en la Escritura, las palabras que oís son signos, pero el pensamiento que os dan es la verdad misma del Hijo de Dios».
La sacramentalidad de la palabra de Dios se revela en el hecho de que a veces aquella actúa manifiestamente más allá de la comprensión de la persona, que puede ser limitada e imperfecta; obra casi por sí misma.
Cuando el profeta Eliseo dijo a Naamán el sirio, quien había ido a verle para que le curara de la lepra, que se lavara siete veces en el Jordán, le respondió indignado. «¿Acaso el Abaná y el Farfar, ríos de Damasco, no son mejores que todas las aguas de Israel? ¿No podría bañarme en ellos para quedar limpio?» (2 R 5, 12). Naamán tenía razón: los ríos de Siria eran, sin duda, mejores y más caudalosos; sin embargo, se curó bañándose en el Jordán y su carne quedó como la de un niño, cosa que jamás habría ocurrido si se hubiera bañado en los grandes ríos de su país.
Así es la palabra de Dios contenida en las Escrituras. 

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de esta hoja: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y María. P. Fidel Oñoro, cjm, Centro Bíblico del CELAM. José A Pagola.