Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

viernes, 22 de agosto de 2008

Domingo 21 Durante el año - Ciclo A -

Lecturas del 24/08/08

Lectura libro del profeta Isaías 22, 19-23

Así habla el Señor a Sebná, el mayordomo de palacio: Yo te derribaré de tu sitial y te destituiré de tu cargo. Y aquel día, llamaré a mi servidor Eliaquím, hijo de Jilquías; lo vestiré con tu túnica, lo ceñiré con tu faja, pondré tus poderes en su mano, y él será un padre para los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá. Pondré sobre sus hombros la llave de la casa de David: lo que él abra, nadie lo cerrará; lo que él cierre, nadie lo abrirá. Lo clavaré como una estaca en un sitio firme, y será un trono de gloria para la casa de su padre. Palabra de Dios.

SALMO 137

R. Tu amor es eterno, Señor, ¡no abandones la obra de tus manos!

Te doy gracias, Señor, de todo corazón, te cantaré en presencia de los ángeles. Me postraré ante tu santo Templo. R.

Daré gracias a tu Nombre por tu amor y tu fidelidad, porque tu promesa ha superado tu renombre. Me respondiste cada vez que te invoqué y aumentaste la fuerza de mi alma. R.

El Señor está en las alturas, pero se fija en el humilde y reconoce al orgulloso desde lejos. Tu amor es eterno, Señor, ¡no abandones la obra de tus manos! R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 11, 33-36

¡Qué profunda y llena de riqueza es la sabiduría y la ciencia de Dios! ¡Qué insondables son sus designios y qué incomprensibles sus caminos! ¿Quién penetró en el pensamiento del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le dio algo, para que tenga derecho a ser retribuido? Porque todo viene de él, ha sido hecho por él, y es para él. ¡A él sea la gloria eternamente! Amén. Palabra de Dios.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-20

Al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?» Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas.» «Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?» Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.» Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías. Palabra del Señor.

Reflexión

“Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” La confesión de Pedro en el evangelio menciona dos verdades fundamentales: la mesianidad y la divinidad de Jesucristo. Es decir, Él es el Mesías, el que había de venir para salvar al pueblo, el ungido del Señor; y Él es el Hijo de Dios.
Jesús se dirige a sus apóstoles y les pregunta: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Los apóstoles responden, sin demasiado compromiso, lo que la gente pensaba de Jesús: unos decían que era Juan el Bautista, otros que Jeremías o alguno de los profetas. En efecto, Jesús ya había realizado varios milagros y había ofrecido diversas predicaciones, su fama empezaba a extenderse. Sin embargo, Jesús desea saber cuál es el pensamiento de sus hombres; Y ustedes ¿quién dicen que soy?La pregunta toca la esencia misma de la relación entre Jesús y sus discípulos. De esta respuesta depende el significado de sus vidas. De esta respuesta depende el sentido del sacrifico que habían hecho al dejar sus bienes y ponerse en seguimiento del maestro. No era, por tanto, una respuesta que se ofrece a la ligera y de modo superficial. Había que meditar antes de hablar. Ella orienta todas las respuestas que nosotros ofrecemos a la identidad de Jesús. Debemos agradecer, sobre todo, al Padre del cielo que revela a Pedro la identidad de su Hijo; “Tú eres el Mesías el Hijo de Dios vivo”.
Jesús es el Mesías, es decir, aquel que Dios ha ungido con el Espíritu Santo para realizar la misión de la salvación de los hombres y su reconciliación con Dios. Jesús es quien viene a instaurar el Reino de Dios. El esperado por las naciones.
La palabra Mesías significa “ungido”. En Israel eran ungidos en el nombre de Dios, los consagrados para una misión que habían recibido de él. Este era el caso de los reyes (cf. 1 S 9, 16; 1 R 1, 39), de los sacerdotes (cf. Ex 29, 7; Lv 8, 12) y, excepcionalmente, de los profetas (cf. 1 R 19, 16). Éste debía ser el caso por excelencia del Mesías, que Dios enviaría para instaurar definitivamente su Reino (cf. Sal 2, 2; Hch 4, 26-27). El Mesías debía ser ungido por el Espíritu del Señor (cf. Is 11, 2) a la vez como rey y sacerdote (cf. Za 4, 14; 6, 13) pero también como profeta (cf. Is 61, 1; Lc 4, 16-21). Jesús cumplió la esperanza mesiánica de Israel en su triple función de sacerdote, profeta y rey. (Cf. Catecismo de la Iglesia Católica 436). Los ángeles anunciaron a los pastores; Os ha nacido en la ciudad de Belén un salvador, que es Cristo (el Mesías, el ungido) el Señor (Lc 2,11). Jesús es quien el Padre ha santificado y lo ha enviado al mundo. Esta consagración mesiánica manifiesta su misión divina: Jesús ha venido para glorificar al Padre y salvar a los hombres, siguiendo el plan divino.
Jesucristo es el Hijo de Dios vivo: en este caso, la palabra: Hijo de Dios, no tiene sólo un sentido impropio en el que se subraya una filiación adoptiva, sino un sentido propio. Es decir, aquí Pedro reconoce el carácter trascendente de la filiación divina, por eso, Jesús afirma solemnemente: “esto no te lo ha revelado la carne, ni la sangre sino mi Padre que está en el cielo”. No se equivoca Pablo al exponer, después de una larga meditación sobre el misterio de la salvación, que los planes divinos son inefables: qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento de Dios. Efectivamente cuando uno contempla el plan de salvación y comprende, en cuanto esto es posible, que Dios se ha encarnado por amor al hombre, no queda sino prorrumpir en un canto de alabanza y en una disponibilidad total al plan divino.
Hijo de Dios, en el Antiguo Testamento, es un título dado a los ángeles (cf. Dt 32, 8; Jb1, 6), al pueblo elegido (cf. Ex 4, 22;Os 11, 1; Jr 3, 19; Si 36, 11; Sb 18, 13), a los hijos de Israel (cf. Dt 14, 1; Os 2, 1) y a sus reyes. Significa entonces una filiación adoptiva que establece entre Dios y su criatura unas relaciones de una intimidad particular. Cuando el Rey Mesías prometido es llamado "hijo de Dios", no implica necesariamente, según el sentido literal de esos textos, que sea más que humano. Los que designaron así a Jesús en cuanto Mesías de Israel (cf. Mt 27, 54), quizá no quisieron decir nada más.Sin embargo, es distinto el caso que ahora nos ocupa; Pedro pudo reconocer el carácter transcendente de la filiación divina de Jesús Mesías. Los Evangelios narran dos momentos solemnes, el bautismo y la transfiguración de Cristo, en los que la voz del Padre lo designa como su "Hijo amado" (Mt 3, 17; 17, 5). Jesús se designa a sí mismo como "el Hijo Único de Dios" (Jn 3, 16) y afirma mediante este título su preexistencia eterna (cf. Jn 10, 36). Pide la fe en "el Nombre del Hijo Único de Dios" (Jn 3, 18). Esta confesión cristiana aparece ya en la exclamación del centurión delante de Jesús en la cruz: "Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios" (Mc 15, 39), porque solamente en el misterio pascual es donde el creyente puede alcanzar el sentido pleno del título "Hijo de Dios".
La profesión de fe de Pedro
(Audiencia General del 7 de junio de 2006)Fuente: Zenit. Al final de la audiencia, el Papa Benedicto XVI dijo:
“En el Evangelio hemos escuchado cómo Jesús, al preguntar a sus discípulos, Pedro responde en su nombre: «Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo». Ante esta confesión de fe, Jesús define el papel de Pedro: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia... Te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo». Estas tres metáforas, «piedra», «llaves», «atar y desatar», son muy claras y pueden considerarse la expresión de lo que después se llamaría el «primado de jurisdicción». Esto refleja el papel preeminente que Pedro tuvo en la primera comunidad cristiana, como se narra en los Hechos de los Apóstoles.”

Preguntas para la meditación ¿Qué me dice?

- La pregunta de Jesús “y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”, también va dirigida a nosotros, a la Iglesia de hoy, a mi comunidad, a mí.
¿Quién digo yo, que es Jesús? ¿Qué es Jesús para mí?
¿Que significa en mi vida de todos los días creer que Jesús es el hijo del Dios vivo hecho hombre?

Oración: IRRADIANDO A CRISTO

Oh, amado Jesús. Ayúdame a esparcir tu fragancia por donde quiera que vaya. Inunda mi alma con tu Espíritu y Vida.Penetra y posee todo mi ser tan completamente, que mi vida entera sea un resplandor de la Tuya. Brilla a través de mí y permanece tan dentro de mí, que cada alma con que me encuentre pueda sentir Tu presencia en la mía.
¡Permite que no me vean a mí sino solamente a Jesús!
Quédate conmigo y empezaré a resplandecer como Tú, a brillar tanto que pueda ser una luz para los demás.
La luz oh, Jesús, vendrá toda de Ti, nada de ella será mía; serás Tú quien resplandezcasobre los demás a través de mí.Brillando sobre quienes me rodean,permíteme alabarte como mas te gusta.
Permíteme predicarte sin predicar,no con palabras sino a través de mi ejemplo,a través de la fuerza atractiva, de la influencia armoniosa de todo lo que haga,de la inefable plenitud del amorque existe en mi corazón por Ti Amén. Oración que rezan las Misioneras de la Caridad (de la Madre Teresa) después de la misa cada día.


Año Paulino:


Pablo dirá a propósito de su conversión en el camino de Damasco: "Cuando Aquél que me separó desde el seno de mi madre y me llamó por su Gracia, tuvo a bien revelar en mí a su Hijo para que le anunciase entre los gentiles..." (Ga 1,15-16). "Y en seguida se puso a predicar a Jesús en las sinagogas: que él era el Hijo de Dios" (Hch 9, 20). Este será, desde el principio (cf. 1 Ts 1, 10), el centro de la fe apostólica (cf. Jn 20, 31) profesada en primer lugar por Pedro como cimiento de la Iglesia.

Lecturas de la semana:

LUNES 25: Segunda Tesalónica 1, 1-5.11-12; Salmo 95; Mateo 23, 13-22.
MARTES 26: Segunda Tesalónica 2, 1-3.14-17; Salmo 95; Mateos 23, 23-26.
MIERCOLES 27: Segunda Tesalónica 3, 6-10-16-18; Salmo 127; Mateo 23, 27-32.
JUEVES 28: Primera Corintio 1, 1-9; Salmo 144; Mateo 24, 42-51.
VIERNES 29: Jeremías 1, 17-19; Salmo 70, Marcos 6, 17-29.
SABADO 30: Segunda Corintio 10, 17-11.2.; Salmo 148; Mateo 13, 44-46.

Nota: Basado en Lectio divina del CEBIPAL, centro bíblico pastoral para América latina, El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria y Catholic.net, Servicio Bíblico Latinoamericano.
Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785

Te esperamos los sábados a las 17 h. para leer la Biblia en la Parroquia San José: Brandsen 4970 Villa Dominico
Círculo Bíblico San José

4 comentarios:

Noemí dijo...

Jesús
Tú eres el centro de mi vida. Estás conmigo,Señor,en los momentos de alegría,me das tu mano para levantarme cuando caigo,me sostienes y me consuelas en los momentos de dolor.¡¡Tú eres el salvador!!. Tú haces,cada día,renacer en mí la esperanza de una vida eterna,plena y feliz junto a tí.

Noemí dijo...

Derrama tu espíritu en mí,Señor,para que reconozca tu amor y el amor del Padre,y así pueda verte,amarte y vivir en tí.

Agustín dijo...

¿Quién digo yo, que es Jesús? ¿Qué es Jesús para mí?
Desde que sentí la necesidad de leer los evangelios, voy descubriendo que La Palabra de Jesús me va indicando cual es el camino a seguir sintiendo el gozo de poder elegir entre las cosas que no tienen sentido, efimeras,indiferentes, de aquellas que que suman para contribuir a un mundo que crea que es posible compartir, hacer cosas por amor, todos unidos por el mismo espíritu.

Unknown dijo...

Quién soy Yo para vos? Para mí es quien me lleva cada día a visitar a los enfermos con la palabra de esperanza para aquellos que lo necesitan, entra en ellos, los reconforta y los anima.
Sandra