Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 4 de abril de 2009

Lecturas del Domingo de Ramos

Lecturas del 5/04/09 –Ciclo B–
Domingo de Ramos

“Sí, Yo lo Soy”

Libro del profeta Isaías 50, 4-7

El mismo Señor me ha dado una lengua de discípulo, para que yo sepa reconfortar al fatigado con una palabra de aliento. Cada mañana, él despierta mi oído para que yo escuche como un discípulo.
El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás. Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban y mis mejillas, a los que me arrancaban la barba; no retiré mi rostro cuando me ultrajaban y escupían.
Pero el Señor viene en mi ayuda: por eso, no quedé confundido; por eso, endurecí mi rostro como el pedernal, y sé muy bien que no seré defraudado. Palabra de Dios.

Salmo 21
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Los que me ven, se burlan de mí, hacen una mueca y mueven la cabeza, diciendo: «Confió en el Señor, que él lo libre; que lo salve, si lo quiere tanto.» R.

Me rodea una jauría de perros, me asalta una banda de malhechores; taladran mis manos y mis pies. Yo puedo contar todos mis huesos. R.

Se reparten entre sí mi ropa y sortean mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos; tú que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme. R.

Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos, te alabaré en medio de la asamblea: «Alábenlo, los que temen al Señor; glorifíquenlo, descendientes de Jacob; témanlo, descendientes de Israel.» R.

Carta apóstol S. Pablo cristianos de Filipos 2, 6-11

Jesucristo, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz.
Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: «Jesucristo es el Señor.» Palabra de Dios

Día sábado leemos Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Marcos 15, 1–39

Día domingo leemos Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Marcos 14, 1 –-15, 47

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 14, 1--15, 47

C. Faltaban dos días para la fiesta de la Pascua y de los panes Ácimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban la manera de arrestar a Jesús con astucia, para darle muerte. Porque decían:
S. «No lo hagamos durante la fiesta, para que no se produzca un tumulto en el pueblo.»

C. Mientras Jesús estaba en Betania, comiendo en casa de Simón el leproso, llegó una mujer con un frasco lleno de un valioso perfume de nardo puro, y rompiendo el frasco, derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús. Entonces algunos de los que estaban allí se indignaron y comentaban entre sí:
S. «¿Para qué este derroche de perfume? Se hubiera podido vender por más de trescientos denarios para repartir el dinero entre los pobres.»
C. Y la criticaban. Pero Jesús dijo:
X «Déjenla, ¿por qué la molestan? Ha hecho una buena obra conmigo. A los pobres los tendrán siempre con ustedes y podrán hacerles bien cuando quieran, pero a mí no me tendrán siempre. Ella hizo lo que podía; ungió mi cuerpo anticipadamente para la sepultura. Les aseguro que allí donde se proclame la Buena Noticia, en todo el mundo, se contará también en su memoria lo que ella hizo.»

C. Judas Iscariote, uno de los Doce, fue a ver a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírlo, ellos se alegraron y prometieron darle dinero. Y Judas buscaba una ocasión propicia para entregarlo.
C. El primer día de la fiesta de los panes Ácimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús:
S. «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?»
C. El envió a dos de sus discípulos, diciéndoles:
X «Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: "¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?" El les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario.»
C. Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.

C. Al atardecer, Jesús llegó con los Doce. Y mientras estaban comiendo, dijo:
X «Les aseguro que uno de ustedes me entregará, uno que come conmigo.»
C. Ellos se entristecieron y comenzaron a preguntarle, uno tras otro:
S. «¿Seré yo?»
C. El les respondió:
X «Es uno de los Doce, uno que se sirve de la misma fuente que yo. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡Ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!»

C. Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
X «Tomen, esto es mi Cuerpo.»
C. Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo:
X «Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios.»

C. Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos. Y Jesús les dijo:
X «Todos ustedes se van a escandalizar, porque dice la Escritura: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas. Pero después que yo resucite, iré antes que ustedes a Galilea.»
C. Pedro le dijo:
S. «Aunque todos se escandalicen, yo no me escandalizaré.»
C. Jesús le respondió:
X «Te aseguro que hoy, esta misma noche, antes que cante el gallo por segunda vez, me habrás negado tres veces.»
C. Pero él insistía:
S. «Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré.»
C. Y todos decían lo mismo.
C. Llegaron a una propiedad llamada Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos:
X «Quédense aquí, mientras yo voy a orar.»
C. Después llevó con él a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir temor y a angustiarse. Entonces les dijo:
X «Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí velando.»
C. Y adelantándose un poco, se postró en tierra y rogaba que, de ser posible, no tuviera que pasar por esa hora. Y decía:
X «Abba -Padre- todo te es posible: aleja de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.»
C. Después volvió y encontró a sus discípulos dormidos. Y Jesús dijo a Pedro:
X «Simón, ¿duermes? ¿No has podido quedarte despierto ni siquiera una hora? Permanezcan despiertos y oren para no caer en la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.»
C. Luego se alejó nuevamente y oró, repitiendo las mismas palabras. Al regresar, los encontró otra vez dormidos, porque sus ojos se cerraban de sueño, y no sabían qué responderle. Volvió por tercera vez y les dijo:
X «Ahora pueden dormir y descansar. Esto se acabó. Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. Levántense! vamos! Ya se acerca el que me va a entregar.»

C. Jesús estaba hablando todavía, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, enviado por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado esta señal:
S. «Es aquel a quien voy a besar. Deténganlo y llévenlo bien custodiado.»
C. Apenas llegó, se le acercó y le dijo:
«Maestro.»
C. Y lo besó. Los otros se abalanzaron sobre él y lo arrestaron. Uno de los que estaban allí sacó la espada e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja. Jesús les dijo:
X «Como si fuera un bandido, han salido a arrestarme con espadas y palos. Todos los días estaba entre ustedes enseñando en el Templo y no me arrestaron. Pero esto sucede para que se cumplan las Escrituras.»
C. Entonces todos lo abandonaron y huyeron. Lo seguía un joven, envuelto solamente con una sábana, y lo sujetaron; pero él, dejando la sábana, se escapó desnudo.

C. Llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote, y allí se reunieron todos los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas. Pedro lo había seguido de lejos hasta el interior del palacio del Sumo Sacerdote y estaba sentado con los servidores, calentándose junto al fuego. Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un testimonio contra Jesús, para poder condenarlo a muerte, pero no lo encontraban. Porque se presentaron muchos con falsas acusaciones contra él, pero sus testimonios no concordaban. Algunos declaraban falsamente contra Jesús:
S. «Nosotros lo hemos oído decir: "Yo destruiré este Templo hecho por la mano del hombre, y en tres días volveré a construir otro que no será hecho por la mano del hombre."»
C. Pero tampoco en esto concordaban sus declaraciones. El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie ante la asamblea, interrogó a Jesús:
S. «¿No respondes nada a lo que estos atestiguan contra ti?»
C. El permanecía en silencio y no respondía nada. El Sumo Sacerdote lo interrogó nuevamente:
S. «¿Eres el Mesías, el Hijo del Dios bendito?»
C. Jesús respondió:
X «Sí, yo lo soy: y ustedes verán al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir entre las nubes del cielo.»
C. Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó:
S. «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes acaban de oír la blasfemia. ¿Qué les parece?»
C. Y todos sentenciaron que merecía la muerte. Después algunos comenzaron a escupirlo y, tapándole el rostro, lo golpeaban, mientras le decían:
S. «¡Profetiza!»
C. Y también los servidores le daban bofetadas.
C. Mientras Pedro estaba abajo, en el patio, llegó una de las sirvientas del Sumo Sacerdote y, al ver a Pedro junto al fuego, lo miró fijamente y le dijo:
S. «Tú también estabas con Jesús, el Nazareno.»
C. Él lo negó, diciendo:
S. «No sé nada; no entiendo de qué estás hablando.»
C. Luego salió al vestíbulo. La sirvienta, al verlo, volvió a decir a los presentes:
S. «Este es uno de ellos.»
C. Pero él lo negó nuevamente. Un poco más tarde, los que estaban allí dijeron a Pedro:
S. «Seguro que eres uno de ellos, porque tú también eres galileo.»
C. Entonces él se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre del que estaban hablando. En seguida cantó el gallo por segunda vez. Pedro recordó las palabras que Jesús le había dicho: «Antes que cante el gallo por segunda vez, tú me habrás negado tres veces.» Y se puso a llorar.

C. En cuanto amaneció, los sumos sacerdotes se reunieron en Consejo con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín. Y después de atar a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Este lo interrogó:
S. «¿Tú eres el rey de los judíos?»
C. Jesús le respondió:
X «Tú lo dices.»
C. Los sumos sacerdotes multiplicaban las acusaciones contra él. Pilato lo interrogó nuevamente:
S. «¿No respondes nada? ¡Mira de todo lo que te acusan!»
C. Pero Jesús ya no respondió a nada más, y esto dejó muy admirado a Pilato. En cada Fiesta, Pilato ponía en libertad a un preso, a elección del pueblo. Había en la cárcel uno llamado Barrabás, arrestado con otros revoltosos que habían cometido un homicidio durante la sedición. La multitud subió y comenzó a pedir el indulto acostumbrado. Pilato les dijo:
S. «¿Quieren que les ponga en libertad al rey de los judíos?»
C. El sabía, en efecto, que los sumos sacerdotes lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes incitaron a la multitud a pedir la libertad de Barrabás. Pilato continuó diciendo:
S. «¿Qué debo hacer, entonces, con el que ustedes llaman rey de los judíos?»
C. Ellos gritaron de nuevo:
S. «¡Crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. «¿Qué mal ha hecho?»
C. Pero ellos gritaban cada vez más fuerte:
S. «¡Crucifícalo!»
C. Pilato, para contentar a la multitud, les puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado.
C. Los soldados lo llevaron dentro del palacio, al pretorio, y convocaron a toda la guardia. Lo vistieron con un manto de púrpura, hicieron una corona de espinas y se la colocaron. Y comenzaron a saludarlo:
S. «¡Salud, rey de los judíos!»
C. Y le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando la rodilla, le rendían homenaje. Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto de púrpura y le pusieron de nuevo sus vestiduras. Luego lo hicieron salir para crucificarlo.
C. Como pasaba por allí Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que regresaba del campo, lo obligaron a llevar la cruz de Jesús. Y condujeron a Jesús a un lugar llamado Gólgota, que significa: «lugar del Cráneo.»
Le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero él no lo tomó. Después lo crucificaron. Los soldados se repartieron sus vestiduras, sorteándolas para ver qué le tocaba a cada uno. Ya mediaba la mañana cuando lo crucificaron. La inscripción que indicaba la causa de su condena decía: «El rey de los judíos.» Con él crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda.

C. Los que pasaban lo insultaban, movían la cabeza y decían:
S. «¡Eh, tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, sálvate a ti mismo y baja de la cruz!»
C. De la misma manera, los sumos sacerdotes y los escribas se burlaban y decían entre sí:
S. «¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es el Mesías, el rey de Israel, íque baje ahora de la cruz, para que veamos y creamos!»
C. También lo insultaban los que habían sido crucificados con él.
C. Al mediodía, se oscureció toda la tierra hasta las tres de la tarde; y a esa hora, Jesús exclamó en alta voz:
X «Eloi, Eloi, lamá sabactani.»
C. Que significa:
X «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
C. Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron:
S. «Está llamando a Elías.»
C. Uno corrió a mojar una esponja en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña le dio de beber, diciendo:
S. «Vamos a ver si Elías viene a bajarlo.»
C. Entonces Jesús, dando un gran grito, expiró.
(Aquí todos se arrodillan, y se hace una breve pausa.)
C. El velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo. Al verlo expirar así, el centurión que estaba frente a él, exclamó:
S. «¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!»
C. Había también allí algunas mujeres que miraban de lejos. Entre ellas estaban María Magdalena, María, la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé, que seguían a Jesús y lo habían servido cuando estaba en Galilea; y muchas otras que habían subido con él a Jerusalén.

C. Era día de Preparación, es decir, vísperas de sábado. Por eso, al atardecer, José de Arimatea -miembro notable del Sanedrín, que también esperaba el Reino de Dios- tuvo la audacia de presentarse ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús.
Pilato se asombró de que ya hubiera muerto; hizo llamar al centurión y le preguntó si hacía mucho que había muerto. Informado por el centurión, entregó el cadáver a José. Este compró una sábana, bajó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en ella y lo depositó en un sepulcro cavado en la roca. Después hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.
María Magdalena y María, la madre de José, miraban dónde lo habían puesto.
Palabra del Señor.

Reflexión:

Hoy la Iglesia entera conmemora el Domingo de Ramos. Durante la procesión de este domingo, llevamos en las manos olivos como signo de paz y esperanza, porque en el seguimiento de Cristo, pasando nuestra propia pasión y muerte, viviremos la resurrección definitiva de Dios.
Después llevamos a nuestras casas los ramos bendecidos, como signo de la bendición de Dios, de su protección y ayuda. Según nuestra costumbre, se colocan sobre un crucifijo o junto a un cuadro religioso, y este olivo es un sacramental, es decir, nos recuerda algo sagrado.
El ramo que hoy llevamos a nuestras casas es el signo exterior de que hemos optado por seguir a Jesús en el camino hacia el Padre. La presencia de los ramos en nuestros hogares es un recordatorio de que hemos vitoreado a Jesús, nuestro Rey, y le hemos seguido hasta la cruz, de modo que seamos consecuentes con nuestra fe y sigamos y aclamemos al Salvador durante toda nuestra vida.
Jesús sale una mañana de Betania, allí, desde la tarde anterior se habían congregado muchos discípulos suyos. Llegados en peregrinación desde Galilea para celebrar la pascua. Otros eran habitantes de Jerusalén, convencidos por el reciente milagro de la resurrección de Lázaro. Acompañado de esta numerosa comitiva, a la que se van sumando otros por el camino, Jesús se dirige una vez más de Jericó a Jerusalén.
Las circunstancias se presentaban propicias para un gran recibimiento, pues era costumbre que las gentes saliesen al encuentro de los más importantes grupos de peregrinos para entrar en la ciudad entre cantos y manifestaciones de alegría. Jesús no presenta ninguna oposición a los preparativos de esta entrada jubilosa. Él mismo elige la cabalgadura: un sencillo asno que manda traer de una aldea cercana.
El cortejo se organizó en seguida. Algunos extendieron su manto sobre el animal y le ayudaron a Jesús a subir encima. Otros, adelantándose, tendían sus mantos en el suelo para que el borrico pasase sobre ellos. Y al acercarse a la ciudad, toda la multitud llena de alegría comenzó a alabar a Dios por todos los milagros que habían visto: Bendito el Rey que viene en nombre del Señor! Paz en el Cielo y gloria en las alturas!
Jesús hace su entrada en Jerusalén como Mesías en un borrico, como había sido profetizado muchos siglos antes. Y los cantos de la gente son claramente mesiánicos. Esta gente común, y sobre todo los fariseos, conocían bien estas profecías, y se manifiesta llena de júbilo. Jesús admite el homenaje, y a los fariseos que intentan apagar aquellas manifestaciones de fe y de alegría, el Señor les responde: Les digo que si estos callan, gritarán las piedras. Con todo, el triunfo de Jesús es un triunfo sencillo. Se contenta con un pobre animal por trono.
Nosotros conocemos ahora que aquella entrada triunfal fue, para muchos, muy efímera. Los ramos verdes se marchitaron pronto. El hosanna entusiasta se transformó, cinco días más tarde, en un grito enfurecido: ¡Crucifícalo, crucifícalo! Qué diferentes son los ramos verdes y la cruz. Las flores y las espinas. A quien antes le tendían por alfombra sus propios vestidos, a los pocos días lo desnudan y se los reparten en suerte.
La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén nos pide a cada uno de nosotros coherencia y perseverancia. Ahondar en nuestra fidelidad para que nuestros propósitos no sean luces que brillan momentáneamente y pronto se apagan. Comencemos la Semana Santa con un nuevo ardor y dispongámonos a ponernos al servicio de Jesús. Tratemos de mantenernos con coherencia entre la fe y la vida. Que nuestro grito de júbilo de hoy, no se convierta en el ¨crucifíquenlo¨ del viernes. Que nuestros ramos, que son brotes nuevos de propósitos santos, no se marchiten en las manos y se conviertan en ramas secas.
Caminemos hacia la Pascua con Amor, por eso esta semana, vivamos la Semana Santa, vivir la Semana Santa es acompañar a Jesús desde la entrada a Jerusalén hasta la resurrección.
Vivir la Semana Santa es descubrir qué pecados hay en mi vida y buscar el perdón generoso de Dios en el Sacramento de la Reconciliación.
Vivir la Semana Santa es afirmar que Cristo está presente en la eucaristía y recibirlo en la comunión.
Vivir la Semana Santa es aceptar decididamente que Jesús está presente también en cada ser humano que convive y se cruza con nosotros.
Vivir la Semana Santa es proponerse seguir junto a Jesús todos los días del año, practicando la oración, los sacramentos, la caridad.

Semana Santa, es la gran oportunidad para detenernos un poco. Para pensar en serio. Para preguntarse en qué se está gastando nuestra vida. Para darle un rumbo nuevo al trabajo y a la vida de cada día. Para abrirle el corazón a Dios, que sigue esperando. Para abrirle el corazón a los hermanos, especialmente a los más necesitados.
Semana Santa, es la gran oportunidad para morir con Cristo y resucitar con Cristo, para morir a nuestro egoísmo y resucitar al amor.

Celebrar la Eucaristía

“Debemos aprender a celebrar la Eucaristía, aprender a conocer de cerca a Jesucristo, el Dios con rostro humano; entrar realmente en contacto con él, aprender a escucharlo; aprender a dejarlo entrar en nosotros. Porque la comunión sacramental es precisamente esta inter-penetración entre dos personas. No tomo un pedazo de pan o de carne; tomo o abro mi corazón para que entre el Resucitado en el contexto de mi ser, para que esté dentro de mí y no sólo fuera de mí; para que así hable dentro de mí y transforme mi ser; para que me dé el sentido de la justicia, el dinamismo de la justicia, el celo por el Evangelio.
Esta celebración, en la que Dios no sólo se acerca a nosotros, sino que entra en el tejido de nuestra existencia, es fundamental para poder vivir realmente con Dios y para Dios, y llevar la luz de Dios a este mundo.

No podemos entrar ahora en demasiados detalles.
Pero siempre es importante que la catequesis sacramental sea una catequesis existencial.
Naturalmente, aun aceptando y aprendiendo cada vez más el aspecto mistérico —donde acaban las palabras y los razonamientos—, la catequesis es totalmente realista, porque me lleva a Dios y Dios a mí. Me lleva al otro porque el otro recibe al mismo Cristo, igual que yo. Así pues, si en él y en mí está el mismo Cristo, nosotros dos ya no somos individuos separados. Aquí nace la doctrina del Cuerpo de Cristo, porque todos estamos incorporados si recibimos bien la Eucaristía en el mismo Cristo.
Por tanto, el prójimo es realmente próximo: ya no somos dos "yo" separados, sino que estamos unidos en el "yo" mismo de Cristo. Con otras palabras, la catequesis eucarística y sacramental debe llegar realmente a lo más vivo de mi existencia, me debe llevar precisamente a abrirme a la voz de Dios, a dejarme abrir para que rompa este pecado original del egoísmo y sea una apertura de mi existencia en profundidad, de modo que pueda llegar a ser un hombre justo.
En este sentido, me parece que todos debemos aprender cada vez mejor la liturgia, no como algo exótico, sino como el corazón de nuestro ser cristianos, que no se abre fácilmente a un hombre distante, sino que, por otra parte, es precisamente la apertura al otro, al mundo.
Todos debemos colaborar para celebrar cada vez más profundamente la Eucaristía: no sólo como rito, sino también como proceso existencial que me afecta en lo más íntimo, más que cualquier otra cosa, y me cambia, me transforma. Y, transformándome, también da inicio a la transformación del mundo que el Señor desea y para la cual quiere que seamos sus instrumentos”
(Benedicto XVI, encuentro con los sacerdotes de la diócesis de Roma, 26/2/09).

ORACIÓN ¿Qué le digo?

¡Bendito el Rey que viene en nombre del Señor! Paz en el Cielo y gloria en las alturas!

Lecturas de la semana:

LUNES 6: Isaías 42, 1-7; Salmo 26; Juan 12, 1-11.
MARTES 7: Isaías 49, 1-6; Sal 70; Juan 13, 21-33. 36-38.
MIERCOLES 8: Isaías 50, 4-8ª. 68; Mateo 26, 14-25
JUEVES 9: “De la Cena del Señor” Éxodo 12, 1-8.11-14; Salmo 115; 1º Corinto 11, 23-26; Juan 13, 1-15.
VIERNES 10: “ De la Pasión del Señor” Isaías 52, 13—53, 12; Salmo 30; Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9; Pasión según San Juan 18, 1—19,42.
SABADO 11: “Vigilia Pascual”. Gn. 1, 26-31; Sal 32; Ex 14m 15—15,1; Sal Ex 15; Ez 36m 17-28; Sal 41; Rm 6, 3-11; Sal 117; Marcos 16, 1-7.

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria, Catholic.net, Homilia.com. “Claves de Lectio Divina” Proyecto Lectionautas CEBIPAL/CELAM – SOCIEDADES BIBLICAS NIDAS Pbro. Lic. Gabriel MESTRE, Hno. Ricardo Grzona, frp.
Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785

Te esperamos los sábados 17:00 h.
para leer la Biblia en la Parroquia San José: Brandsen 4970 Villa Dominico.
Círculo Bíblico San José

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nos ha llegado por e-mail la siguiente reflexión:
San Andrés de Creta (660-740), monje y obispo
Sermón para el día de Ramos; PG 97, 1002
«Bendito el que viene en nombre del Señor, Dios de Israel» (Jn 12,13)


Ten ánimo, hija de Sión, no temas: «He aquí que viene a ti tu rey: justo y victorioso, humilde y montado en un asno, en un pollino, cría de asna». Viene, el que está presente en todo y llena el universo, viene a ti para realizar en ti la salvación para todos. Viene el que «no ha venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan», para hacer salir del pecado a los que se han extraviado. No temas pues: «Dios está en medio de ti, eres inquebrantable». Levantando las manos acoge al que con sus manos ha dibujado tus murallas. Acoge al que ha asumido en sí mismo todo lo que es nuestro, excepto el pecado, para allegarnos hasta él... Alégrate, hija de Jerusalén, canta y danza de alegría... «Resplandece, porque viene tu luz, y la gloria del Señor se levanta sobre ti»

¿Cuál es esta luz? «La que ilumina a todo hombre que viene al mundo»: la luz eterna... aparecida en el tiempo; luz manifestada en la carne y escondida por su naturaleza; luz que envuelve a los pastores y conduce a los magos; luz que estaba en el mundo desde el principio, por quien el mundo se hizo y que el mundo no ha reconocido; luz que vino a los suyos y los suyos no la recibieron.

Y ¿cuál es la gloria del Señor? Sin ninguna duda es la cruz sobre la cual Cristo ha sido glorificado, él, el esplendor de la gloria del Padre. Él mismo lo dijo al acercarse su pasión: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él y le glorificará pronto». La gloria de la que habla aquí, es su subida a la cruz. Sí, la cruz es la gloria de Cristo y su exaltación. Dijo: «Cuando sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí».

Referencias bíblicas: Za 9,9; Lc 5,32; Ps 45,6; Is 60,1; Jn 1,9-11; He 1,3; Jn 13,31-32; Jn 12,32

EDD

Anónimo dijo...

Nos llegó por e-mail:
COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones radiales de Monseñor Rubén Oscar Frassia

Domingo 5 de abril de 2009
Domingo de Ramos
Evangelio según San Marcos 11, 1-10 (Ciclo B)

Queridos hermanos, con el Domingo de Ramos empezamos solemnemente la Semana Santa y nos preparamos para el misterio central de nuestra fe: la crucifixión, la muerte y la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Es una semana muy especial que tenemos que aprovechar dedicando más tiempo a las cosas que son más importantes.

Evangelio: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

Es la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Parece que los ramos de olivo, o las palmas, son como el anuncio de la victoria, pero también parece que son el anuncio de la participación en la cruz.

Jesús sabe a dónde va. Es el misterio central. El sabe, nadie le quita la vida, no va engañado y no lo toma por sorpresa. Sabía perfectamente dónde iba y Él mismo decía “Padre, si es posible libra de mí este cáliz, pero que se cumpla tu voluntad.” Y por obediencia a Dios Padre y por amor a nosotros El se entrega libremente.

¡Que no queden dudas! La Semana Santa, que vuelve a repetir el misterio de Dios en el misterio de Cristo, es la decisión de Dios, en su Hijo Cristo, de salvarnos definitivamente a cada uno y a todos nosotros. Esta participación al misterio pascual es lo más serio que nosotros podemos vivir y lo más serio que podemos implementar en nuestra vida. Esa toma de decisión de Dios, también tiene que repercutir en nosotros para tener una toma de posición en nuestra vida personal.

¡No ser indiferentes! ¡No pensar o no mirar para otro lado!

Si alguno se va de descanso, que aproveche a vivir religiosa y santamente estos días en el Señor. Que el descanso sea en el Señor. Hay que vivirlos religiosamente ya que no son meros días de vacaciones. Son días de intensidad porque es el misterio que Dios nos permite vivir a cada uno de nosotros. La verdad de Cristo, la entrega, sabe lo que vendrá y Él lo va a pasar perfectamente

Aconsejo leer toda la Pasión, para ver la superficialidad y la cobardía de los demás personajes. Cuando digo la cobardía de todos los demás, también estoy hablando de nuestras propias cobardías; no sólo son los otros quienes pueden vivir así, también somos nosotros los que muchas veces vivimos así.

Esas palabras, esas voces, ¡hosanna, hosanna, bendito!, aclaman a Dios y a los pocos días gritarán ¡crucifícalo, crucifícalo! Las mismas voces, en las mismas bocas y con distintas palabras. ¿Ven? Esa es la versatilidad del hombre, muy grande y a la vez muy pequeño.

Cristo viene a resolver el pecado.
Cristo viene a resolver el misterio lapidario de la muerte.
Cristo viene también a reunificarnos en nuestra vida personal, familiar, social, para que seamos ¡consecuentes en lo que creemos!, ¡consecuentes en lo que pensamos!, ¡y consecuentes en lo que vivimos y logramos!

Nadie está eximido, ni nadie está excluido. Todos nosotros, en la medida que nos demos cuenta del misterio de la verdad, vamos a morir con Cristo pero también vamos a resucitar con Cristo. Y resucitar con Cristo es una vida nueva.

Esta Semana Santa, este domingo de ramos, nos introduce en el misterio central de nuestra vida. Que nos involucremos, que nos pongamos en los personajes y que nos encontremos también allí.

Pero que también tengamos la dicha de recibir el consuelo de Dios, la mirada misericordiosa de Dios. Que podamos recibir el perdón de Dios, por eso es importante esta semana que nos podamos confesar ante un sacerdote para recibir el perdón de Dios.

Tengan una buena Semana Santa. A entrar en el misterio y a dejarnos llevar por él entregándole también nosotros nuestra vida, nuestro corazón.

Les dejo mi bendición en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.