Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 1 de octubre de 2011

27º domingo durante el año, « El Reino de Dios les será entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos»

Lecturas del 2-10-11– Ciclo A – Lectura del libro de Isaías 5,1-7. Voy a cantar en nombre de mi amigo el canto de mi amado a su viña. Mi amigo tenía una viña en una loma fértil. La cavó, la limpió de piedras y la plantó con cepas escogidas; edificó una torre en medio de ella y también excavó un lagar. El esperaba que diera uvas, pero dio frutos agrios. Y ahora, habitantes de Jerusalén y hombres de Judá, sean ustedes los jueces entre mi viña y yo. ¿Qué más se podía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? Si esperaba que diera uvas, ¿por qué dio frutos agrios? Y ahora les haré conocer lo que haré con mi viña: Quitaré su valla, y será destruida, derribaré su cerco y será pisoteada. La convertiré en una ruina, y no será podada ni escardada. Crecerán los abrojos y los cardos, y mandaré a las nubes que no derramen, lluvia sobre ella. Porque la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá son su plantación predilecta. ¡El esperó de ellos equidad, y hay efusión de sangre; esperó justicia, y hay gritos de angustia! Palabra de Dios. Salmo 79 R. La viña del Señor es la casa de Israel. Tú sacaste de Egipto una vid, expulsaste a los paganos y la plantaste; extendió sus sarmientos hasta el mar y sus retoños hasta el Río. R. ¿Por qué has derribado sus cercos para que puedan saquearla todos los que pasan? Los jabalíes del bosque la devastan y se la comen los animales del campo. R. Vuélvete, Señor de los ejércitos, observa desde el cielo y mira: ven a visitar tu vid, la cepa que plantó tu mano, el retoño que tú hiciste vigoroso. R. Nunca nos apartaremos de ti: devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre. ¡Restáuranos, Señor de los ejércitos, que brille tu rostro y seremos salvados! R. Pablo a los cristianos de Filipos 4, 6-9 Hermanos: No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios. Entonces la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús. En fin, mis hermanos, todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo lo que es amable y digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y merecedor de alabanza, debe ser el objeto de sus pensamientos. Pongan en práctica lo que han aprendido y recibido, lo que han oído y visto en mí, y el Dios de la paz estará con ustedes. Palabra de Dios. Evangelio según San Mateo 21, 33-46 Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: « Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos. Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon. El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera. Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: "Respetarán a mi hijo." Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: "Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia." Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?» Le respondieron: «Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo.» Jesús agregó: «¿No han leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos? Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos.». Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron que se refería a ellos. Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta. Palabra del Señor. Reflexión: Los viñadores perversos Leída como una alegoría, cada uno de los elementos de la parábola evangélica tiene su significado. El dueño de la viña es Dios, que ha puesto en ella amor, mimo, cariño y esperanzas. La viña es Israel, el pueblo. Los criados enviados a recoger los frutos son los profetas. El hijo es Jesús. Los labradores o jornaleros que atropellan y matan a los mensajeros son los jefes religiosos y políticos, que buscan únicamente sus intereses y el adueñarse de lo que no es suyo, contraviniendo el plan de Dios. Toda la parábola es una clara ilusión a la historia de Israel. Pero es sobre todo un desenmascaramiento de sus jefes. Siendo su misión cuidar y hacer fructificar la viña (al pueblo), se han olvidado de ello y sólo piensan en aprovecharse de la propiedad para su beneficio, aunque para ello haya que apalear, apedrear y matar a criados e hijo. Obstinados en sí mismos, en su ley, en sus ritos, son incapaces de ver, de acoger, de compartir, de llevar adelante el plan de Dios. A la vez, la parábola de la viña y de los viñadores es un esbozo de la historia de la humanidad, de la historia de la Iglesia y de cualquier comunidad cristiana que Dios plantó para que diese fruto. Pero los jefes y los dirigentes, los que no piensan sino en ellos mismos y en arrimar el agua a su molino, lo han acaparado, se han parcelado la tierra y se han puesto de acuerdo entre ellos con el fin de eliminar, uno tras otro, a todos los profetas que denuncian tal situación de injusticia. El “irse al extranjero” no significa que Dios se desentienda de la historia de la humanidad, de nosotros, sino que nos da un tiempo para que crezcamos, tomemos conciencia y asumamos nuestras tareas en el marco de su proyecto, respetando lo que nos es más especifico, la libertad. Las diversas etapas de esta historia de amor están jalonadas por la aparición de los criados, es decir, de personas que se oponen al servicio del Reino, del proyecto de Dios. La suerte que corren quienes se atreven a denunciar las situaciones de injusticias y la malversación del patrimonio de la humanidad ya la sabemos. Jesús insistió con frecuencia en la difícil misión que iban a tener y en las duras dificultades que habría que soportar. No todas las personas que son calumniadas, perseguidas y torturadas o asesinadas son profetas. Pero todos los verdaderos profetas son siempre calumniadas, perseguidos y hasta martirizadas. Una vez agotados todos los recursos, el Señor de la viña se arriesga a descubrir la última carta de que dispone. Opta por recurrir al amor: “Voy a enviar a mi hijo”. Espera que reaccionen positivamente ante tal muestra de cariño. “A mi hijo lo respetarán” La historia ya la sabemos. Por lo que se ve, esta clase de “ingenuidad” es fruto del amor hacia su obra: “¿Qué más podía hacer por mi viña que no lo haya hecho?”. Quienes buscan aprovecharse y hacerse dueños no piensan ni actúan así. La parábola, sin embargo, no se contenta con la descripción de los intentos frustrados de Dios en su progresiva encarnación en la historia de la humanidad… Dios a pesar del repetido fracaso, no desiste en su empeño de cuidar la viña que ha plantado, hasta ahora estéril de cara al Reino, para que dé, como fruto, un nutrido grupo de personas que colaboren en su construcción. Dos cosas quedan claras: El Reino de los cielos pasa a otras manos, a otro pueblo –paganos y pobres-, capaces de dar frutos, de acoger a los hombres y de proclamar el amor por encima de la ley y el templo. La piedra rechazada (Jesús) por los constructores y responsables, porque no se aviene a los planes mezquinos y mediocres de los instalados en el poder, ahora la piedra angular del nuevo edificio que Dios va construyendo. Contrariamente a otras parábolas, ésta es entendida por los sumos sacerdotes, fariseos y demás dirigentes. Pero esa comprensión no les lleva a la conversión, sino a un proyecto de violencia contra Jesús y su pretensión. Viñadores homicidas hoy En la Biblia, la opresión que sufren los pobres es presentada frecuentemente como un homicidio. No es, pues, extraño que los viñadores reaccionen frente a los enviados del Señor con el mismo desprecio a la vida que manifiestan en su conducta cotidiana. Son, en consecuencia, homicidas no sólo porque matan a esos mensajeros, o incluso al hijo, sino porque despojan al pobre y violan el derecho. Son homicidas desde el momento en que no dan los frutos de justicia que pide el Señor, por ello el Reino pasará a otras manos. Las expresiones son fuertes, pero no menos dura es la situación de la gente que reclaman el derecho más elemental: el derecho a vivir, a comer. Nos lleva a preguntarnos también si en nuestra vida da cada día no hay algún tipo de complicidad con los viñadores homicidas. Podemos preguntarnos, por ejemplo: v ¿Qué papel juega en nosotros el establecimiento de la justicia y el derecho? v ¿Cuáles son nuestros frutos? v ¿Cómo nos sentimos responsables ante la vida de los demás? El propio Evangelio de Mateo nos dirá, unos capítulos más adelante, que no dar de comer al pobre es negar a Cristo mismo, lo que significa condenar al pobre y a Cristo a la muerte. Y ser cristiano es precisamente todo lo contrario, dar vida. Eso es lo que pide el Evangelio. ¡El cuidado de la viña y de los hijos del dueño es un problema de todos! Pbro. Daniel Silva El nómade y la siembra El hombre niño vivía tironeado entre el miedo y el asombro. Y cada una de esas realidades las vivía por sí mismas; desconectadas las unas de las otras. Cuando el trueno bramaba, acurrucado en su caverna temblaba por su vida. Toda su vida se refería a la tormenta en ese momento. Cuando el sol aparecía, olvidaba el vendaval y gozaba del fresco aire y de la luz. El hombre niño era recolector. Dividía a los árboles entre frutales y silvestres, según le dieran fruta o no. Distinguía a los animales entre mansos y salvajes. Llamaba manso al animal que lo acompañaba, y salvaje al que le huía o lo atacaba. No. No era un turista. Se sentía menos importante que la tierra, a la que no sentía como amante sino como madre. No era un turista, era un nómade. Vivía de la búsqueda: por eso florecía en asombros y se marchitaba en angustias. Vivía de lo que encontraba y por eso trashumaba por la tierra en busca de frutos, raíces y semillas. Gozaba y sufría al ritmo de sus hallazgos y de sus decepciones. No comprendía el porqué de la dureza del carozo encerrado en el dulzor de la fruta madura. A veces, presionado por el hambre al final de los inviernos, volvía a buscar el carozo y se entristecía al encontrarlo germinado en tallo, inútil ya como alimento. Y se iba decepcionado sin entender el sentido del carozo. ¡Cuántas veces malgastó frutas y desperdició semillas, porque tenía ya el hambre saciada! Pero la tierra madre velaba por su hombre niño, y recogía esas semillas y esas frutas mordidas a medias, para hacerlas germinar en nuevas entregas. Tal vez haya sido su decepción hecha experiencia frente al germinar de los carozos; tal vez haya sido el hambre o su recuerdo en los días de abundancia. Lo cierto es que a medida que iba creciendo, el hombre niño se fue aquerenciando en la tierra. Se dio cuenta de que podía ser algo más que recolector. De que si sembraba una semilla, luego de la espera tendría allí un puñado de semillas; de que si regaba una planta, la planta florecía. Comenzó a realizar actos de fe en la tierra; y sembró esa tierra con amor y tuvo en ella esperanza. Y el hombre se hizo agricultor y sedentario. Ya no buscaba semillas en la tierra; sembraba la tierra con semillas y aguardaba las cosechas. Conoció que la tierra tiene sus ciclos, y aprendió a respetar los ciclos de la tierra. Y se dio cuenta de que eso tenía que ver con las estrellas. Mucho tiempo después, cuando se convirtió en navegante, descubrió que su tierra también era como una estrella. Que también él navegaba en los espacios, habitante de una estrella. Porque lo importante, lo que alimenta a un hombre que ha crecido, no es la habilidad para encontrarle sentido a la vida. Lo que importa es ponerle sentido a cada acontecimiento de nuestra vida. Dios nos ha regalado una semilla: su Palabra. Su palabra para nosotros; su plan concreto para sembrar nuestra vida. A nosotros nos toca, bajo su mirada buena, sembrar de sentido los acontecimientos de nuestra vida, que marcha hacia la trilla violenta de la muerte, donde lo que perdurará será la semilla, teniendo que abandonar el rastrojo que hasta allí la hizo posible. La fidelidad brota de la tierra, de arriba viene la lluvia (Salmo 84). Habita tu tierra, y practica la lealtad (Salmo 36). Por Mamerto Menapace, publicado en La sal de la tierra, Editorial Patria Grande Lecturas de la Semana Lunes 3: Jon. 1, 1—2, 1. 11; Sal Jon. 2, 3-5. 8; Lc.10, 25-37. Martes 4: Jon. 3, 1-10; Sal: 129; Lc. 10, 38-42. Miércoles 5: Jon.. 3,10; 4, 1-11; Sal 85; Lc. 11, 1-4. Jueves 6: Mal.3, 13-20; Sal 1; Lc. 11, 5-13. Viernes 7: Hch. 1, 12-14; Sal Lc. 1, 46-55; Lc 1, 26-38. Sábado 8: Jo. 4, 12- 21; Sal 96; Lc. 11, 27-28. Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las lecturas: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y María. Círculo Peregrino: queremos compartir con vos la Palabra del Señor, por eso podemos ir a tu casa a visitarte a vos o algún familiar enfermo. Lectio Divina: También podes venir para compartirla los Sábados 16 hs. en: Círculo Bíblico San José Parroquia San José: Brandsen 4970 Villa Domínico. http://miencuentroconjesus1.blogspot.com/ miencuentroconjesus@yahoo.com.ar

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