Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

viernes, 5 de julio de 2013

Décimo cuarto domingo durante el año

"¡Vayan!"

Lecturas del 07/07/13
– Ciclo C –

Libro de Isaías 66,10-14.              
¡Alégrense con Jerusalén y regocíjense a causa de ella, todos los que la aman! ¡Compartan su mismo gozo los que estaban de duelo por ella, para ser amamantados y saciarse en sus pechos consoladores, para gustar las delicias de sus senos gloriosos! 
Porque así habla el Señor: Yo haré correr hacia ella la prosperidad como un río, y la riqueza de las naciones como un torrente que se desborda.             
Sus niños de pecho serán llevados en brazos y acariciados sobre las rodillas.      
Como un hombre es consolado por su madre, así yo los consolaré a ustedes, y ustedes serán consolados en Jerusalén. Al ver esto, se llenarán de gozo, y sus huesos florecerán como la hierba. La mano del Señor se manifestará a sus servidores, y a sus enemigos, su indignación. Palabra de Dios.

         
Salmo 65                        
R: ¡Aclame al Señor toda la tierra!

¡Aclame al Señor toda la tierra! ¡Canten la gloria de su Nombre! Tribútenle una alabanza gloriosa, digan al Señor: "¡Qué admirables son tus obras!". R
Toda la tierra se postra ante ti, y canta en tu honor, en honor de tu Nombre. Vengan a ver las obras del Señor, las cosas admirables que hizo por los hombres: R     
Él convirtió el Mar en tierra firme, a pie atravesaron el Río. Por eso, alegrémonos en él, que gobierna eternamente con su fuerza; R                
Los que temen al Señor, vengan a escuchar, yo les contaré lo que hizo por mí: Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración ni apartó de mí su misericordia. R   
            
Carta de San Pablo a los gálatas 6,14-18.           
Hermanos: Yo sólo me gloriaré en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, como yo lo estoy para el mundo. Estar circuncidado o no estarlo, no tiene ninguna importancia: lo que importa es ser una nueva criatura.      
Que todos los que practican esta norma tengan paz y misericordia, lo mismo que el Israel de Dios. Que nadie me moleste en adelante: yo llevo en mi cuerpo las cicatrices de Jesús. 
Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo permanezca con ustedes. Amén. Palabra de Dios.

Evangelio según San Lucas 10,1-12.17-20.           
Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.           
¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.  
Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.                 
Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.                 
En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'.
Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: '¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca'. Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad.   
Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre". El les dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo". 
Palabra del Señor.              

Reflexión: 

La misión siempre nace del corazón transformado
por el amor de Dios.
La misión, se resume así: "llevar a toda persona la buena noticia: "Dios es amor" y, precisamente por este motivo, quiere salvar al mundo.
La caridad que movió al Padre a enviar a su Hijo al mundo, y al Hijo a entregarse por nosotros hasta la muerte de cruz, esa misma caridad ha sido derramada por el Espíritu Santo en el corazón de los creyentes. Cada bautizado, como sarmiento unido a la vid, puede cooperar en la misión de Jesús, que se resume así: llevar a toda persona la buena noticia: «Dios es amor» y, precisamente por este motivo, quiere salvar al mundo.
La misión surge del corazón: cuando uno se detiene a rezar ante el Crucifijo, con la mirada puesta en ese costado traspasado, no se puede dejar de experimentar dentro de uno mismo la alegría de sentir que se es amado y el deseo de amar y de hacerse instrumento de la misericordia y la reconciliación. Es lo que le sucedió, hace precisamente ochocientos años, al joven Francisco de Asís, en la pequeña iglesia de San Damián, que entonces estaba derruida. Desde lo alto del Crucifijo, custodiado ahora en la Basílica de Santa Clara, Francisco escuchó a Jesús que le decía: «Vete, repara mi casa, pues ya ves que está en ruinas». Aquella «casa» era ante todo su misma vida, que había que «reparar» mediante una auténtica conversión; era la Iglesia, no la que está hecha de ladrillos, sino de personas vivas, que siempre necesita purificación; era también toda la humanidad, en la que Dios quiere hacer su morada. (1).
Cada uno de nosotros con sus talentos y particularidades, responsables de actualizar el mensaje de Cristo en el mundo, somos enviados a anunciar la Buena Noticia. Y es un serio compromiso el que nos da Jesús, porque anunciar la Buena Noticia, además de nuestra palabra, necesita en forma imprescindible del testimonio de vida.
Por eso la preocupación de Jesús se centra en la formación de sus discípulos para la misión: siguiendo con la procesión de la Vida, la misión de los setenta y dos aparece inmediatamente después de un pasaje vocacional del domingo anterior.

La oración por la provisión de misioneros: primera actividad apostólica. "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha”. La primera indicación práctica que Jesús da es la oración: “Rezar”. La mirada se coloca –como siempre lo hizo el mismo Jesús- en el Padre, quien es el “dueño de los sembrados”. La fuente de la misión es Dios mismo.        
El misionero debe tener siempre presente que es un “obrero”, que está al servicio de un campo de trabajo que no es suyo, que por él consagrará todas sus energías aún en el momento en que llegue a sentir que la tarea lo supera ("La cosecha es abundante”). El retrato del “obrero” que aquí aparece está muy cerca de la imagen de un campesino que trabaja de sol a sol con sus propias manos, que en cada jornada se juega su vida en la labor.         
 Un primer desaliento comienza a aparecer: aún los setenta y dos serán insuficientes para la inmensa tarea de la evangelización. Pero la actitud de confianza en Dios y de responsabilidad con el encargo los acompañarán en todo momento: los misioneros orarán con fuerte súplica repitiendo la breve oración que les enseñó Jesús, porque todo proviene de Dios y es para Dios. Entonces: la primera acción apostólica es la oración.           
Conciencia de la fragilidad pero también de donde proviene la fortaleza. Jesús mismo con su oración responde por el envío a la misión: y enseguida les describe con una sola frase el ambiente de hostilidad que le aguarda a los misioneros: “¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.”. La metáfora de los lobos y los corderos manifiesta la dolorosa desproporción.    
¿Cómo se presentarán, entonces, ante el mundo? Jesús lo dice enseguida. Los setenta y dos dependen totalmente de Dios para su protección y sostenimiento.  Ellos son enviados al viaje misionero sin ningún equipaje como signo de su fe en que Dios suplirá sus necesidades: “No lleven dinero, ni alforja, ni calzado”. Esta pobreza, que en realidad es libertad de corazón, se notará no sólo a lo largo de viaje sino en su comportamiento tanto en las casas (comerán lo que allí tengan) como en la ciudad entera.  Quien brillará ante el mundo no será entonces el misionero sino Dios, fuente de todo bien.                 
Tres ámbitos del ejercicio de la misión: Jesús describe cual debe ser el comportamiento del misionero en tres ambientes:
El camino. La sola figura del misionero en el camino, a la vista de todos, ya es diciente: es una persona despojada de los implementos necesarios para el viaje (las tres seguridades del viajero de largos trechos: la plata, el morral y el repuesto de las sandalias), que no tiene ambiciones personales y que por el contrario está completamente abandonada a la providencia de Dios, se parece  entonces a Jesús; se anuncia así la belleza de la filiación. 
La prohibición “y no se detengan a saludar a nadie por el camino”, se refiere al detenerse saludando a los amigos o familiares, en conversaciones que en el antiguo oriente se prolongaban indefinidamente; por lo tanto es una forma de volver atrás, hacia las preocupaciones mundanas, y perder la concentración en el servicio de la Palabra de Dios. La misión tiene urgencia, no da espera ni admite distracciones ni pérdida de tiempo.
La casa. Si en el camino no hay que detenerse, en una casa sí hay que hacerlo. Acerca del comportamiento en la evangelización de la casa (la familia) Jesús hace dos precisiones: “¡Que descienda la paz sobre esta casa! No se trata de un saludo cualquiera sino de la invocación de las bendiciones de Dios sobre ese hogar, las bendiciones del Evangelio que traerá prosperidad.          .             
“Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya”. La evangelización de la familia pide dedicación e inserción completa: se comparte la vida de la familia. Cuando el misionero encuentra una respuesta (aunque sea la mínima) debe permanecer en esa casa poniéndose al servicio del bien de la gente. Las reglas de la hospitalidad mandan que la acogida del huésped incluya la alimentación y la dormida y esto ya es al mismo tiempo “su salario”.
Con estos dos comportamientos se indica el proceso de evangelización entero. Hay que hacer procesos de evangelización completos, no dejar tareas inconclusas, por eso: “No vayan de casa en casa”
La ciudad. En caso de acogida, se repite a gran escala lo que se ha dicho sobre la evangelización de la familia, los misioneros hacen allí lo mismo que Jesús.
Cuando los misioneros son rechazados durante la tarea misionera, se les recuerda una instrucción “¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes!        “

El regreso de la misión: toda una fiesta. Los misioneros de la “paz” entran en ambientes difíciles, “como corderos en medio de lobos”, llevando la reconciliación a los caminos, a las casas y a las ciudades. Su anuncio del Reino al mismo tiempo que cura al hombre aniquila el poder del maligno. Ellos no sólo trabajan arduamente sino que también celebran gozosamente en la alegre dulzura de Jesús. Y esta certeza los acompaña siempre.       
La alegría por el éxito de la misión es una alegría diferente. El discípulo se maravilla por dos razones:     
Por la obra de Dios en la historia humana: la destrucción del mal y el destronamiento del maligno, han sido vencidas las fuerzas de la muerte; Por haber sido instrumento de esta victoria, Jesús le ha dado su “poder” y por lo tanto poseen un poder más fuerte que el de Satán.
Y porque sus nombres “están escritos en los cielos”: ellos se han ocupado de la obra de Dios, pero Dios se ha ocupado también de ellos (Él ha “escrito” sus nombres) asegurándoles su salvación en la comunión definitiva con Él en la eternidad.

Sin miedo a la novedad (2). El Papa Francisco está llamando a la Iglesia a salir de sí misma olvidando miedos e intereses propios, para ponerse en contacto con la vida real de las gentes y hacer presente el Evangelio allí donde los hombres y mujeres de hoy sufren y gozan, luchan y trabajan.                
Con su lenguaje inconfundible y sus palabras vivas y concretas, nos está abriendo los ojos para advertirnos del riesgo de una Iglesia que se asfixia en una actitud autodefensiva: “cuando la Iglesia se encierra, se enferma”; “prefiero mil veces una  Iglesia accidentada a una que esté enferma por encerrarse en sí misma”.
La consigna de Francisco es clara: “La Iglesia ha de salir de sí misma a la periferia, a dar testimonio del Evangelio y a encontrarse con los demás”. No está pensando en planteamientos teóricos, sino en pasos muy concretos: “Salgamos de nosotros mismos para encontrarnos con la pobreza”.   
El Papa sabe lo que está diciendo. Quiere arrastrar a la Iglesia actual hacia una renovación evangélica profunda. No es fácil. “La novedad nos da siempre un poco de miedo, porque nos sentimos más seguros, si tenemos todo bajo control, si somos nosotros los que construimos, programamos y planificamos nuestra vida según nuestros esquemas, seguridades y gustos”.
Pero Francisco no tiene miedo a la “novedad de Dios”. En la fiesta de Pentecostés ha formulado a toda la Iglesia una pregunta decisiva a la que tendremos que ir respondiendo en los próximos años: “¿Estamos decididos a recorrer caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos atrincheraremos en estructuras caducas que han perdido la capacidad de respuesta? 
No quiero ocultar mi alegría al ver que el Papa Francisco nos llama a reavivar en la Iglesia el aliento evangelizador que Jesús quiso que animara siempre a sus seguidores. El evangelista Lucas nos recuerda sus consignas. “Poneos en camino”.            
No hay que esperar a nada. No hemos de retener a Jesús dentro de nuestras parroquias. Hay que darlo a conocer en la vida.
“No llevéis bolsas, alforjas ni sandalias de repuesto”. Hay que salir a la vida de manera sencilla y humilde. Sin privilegios ni estructuras de poder. El Evangelio no se impone por la fuerza. Se contagia desde la fe en Jesús y la confianza en el Padre.            
Cuando entréis en una casa, decid:”Paz a esta casa”. Esto es lo primero. Dejad a un lado las condenas, curad a los enfermos, aliviad los sufrimientos que hay en el mundo. Decid a todos que Dios está cerca y nos quiere ver trabajando por una vida más humana. Esta es la gran noticia del reino de Dios. (2) J A Pagola.
Un Mundo mejor es posible
Mi  misión, se resume así: "llevar a toda persona la buena noticia: "Dios es amor" y, precisamente por este motivo, quiere salvar al mundo.
Lecturas de la semana
Lunes 8: .Gn. 28, 10-22; Sal 90; Mt. 9, 18-26.
Martes 9: Is. 7, 10-14;  Sal Lc. 1, 46-55; Lc. 1, 39-47.
Miércoles 10: Gn. 2, 19-22; Sal 116; Jn. 20, 24-29.
Jueves 11: Gn . 41, 51-57;42, 5-7. 17-24; Sal32Mt. 10,1-7.
Viernes 12: Gn. 46, 1-7.28-30; Sal 36; Mt. 10, 16-23.
Sábado 13Gn. 49, 29-32. 50, 15-26; Sal 104; Mt. 10, 24-33.
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y María. Servicio Bíblico Latinoamericano. Misioneros Oblatos o.cc.ss (1). (Benedicto XVI Ángelus 2006)

Cuadro de texto: Círculo Bíblico San José
Parroquia San José:
Brandsen 4970 Villa Domínico.
http://miencuentroconjesus1.blogspot.com

Si  querés recibir la hojita por e-mail pedila:
 miencuentroconjesus@yahoo.com.ar

1 comentario:

EDD dijo...

Vida de San Francisco de Asís
“Anónimo de Perusa” (siglo XIII,) § 18

“El Señor los enviaba delante de Él a todos los pueblos a donde Él pensaba ir.”

Colmado de gracias del Espíritu Santo, el bienaventurado Francisco predijo a sus hermanos lo que tenía que pasar. En el bosque cercano a la capilla de Santa María de la Porciúncula, donde tenían costumbre los hermanos de retirarse para la oración, reunió a los seis hermanos que le seguían entonces y les dijo: “Queridos hermanos, entendamos bien nuestra vocación. En su misericordia, Dios no nos ha llamado solamente para nuestro provecho propio sino también para el servicio y la salvación de muchos otros. Vayamos pues, por el mundo, exhortando y mostrando a los hombres y las mujeres, por nuestra palabra y nuestro ejemplo, la penitencia de sus pecados y a acordarse de los preceptos de Dios que habían quedado en el olvido.”

Luego añadió: “No tengáis miedo, pequeño rebaño!” (Lc 12,32) tened confianza en el Señor. No os preguntéis el uno al otro: ¿Cómo vamos a predicar nosotros, ignorantes e iletrados?” Acordaos, más bien, de las palabras del Señor a sus discípulos: “Yo os digo: no seréis vosotros los que hablaréis sino que el Espíritu Santo hablará por vosotros.” (Mt 10,20) Es pues, el Señor mismo quien os comunicará su Espíritu y su sabiduría para exhortar y predicar a los hombres y mujeres la senda y la práctica de sus mandamientos.