Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

martes, 24 de diciembre de 2013


Feliz Navidad
Círculo Bíblico San José
 
 
 
Natividad del Señor
Lecturas del 24 y 25 -12-13
 
– Ciclo A –
 
Lectura libro del profeta Isaías 9, 1-6
El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz.               
Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia, como se goza en la cosecha, como cuando reina la alegría por el reparto del botín.
Porque el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián. Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: «Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz.» Su soberanía será grande, y habrá una paz sin fin para el trono de David y para su reino; él lo establecerá y lo sostendrá por el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará todo esto. Palabra de Dios.
 
Salmo 95
R. Hoy nos ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.

Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra; canten al Señor, bendigan su Nombre. R.   Día tras día, proclamen su victoria, anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas entre los pueblos. R.      Alégrese el cielo y exulte la tierra, resuene el mar y todo lo que hay en él; regocíjese el campo con todos sus frutos, griten de gozo los árboles del bosque. R.       Griten de gozo delante del Señor, porque él viene a gobernar la tierra: él gobernará al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad. R.           

Carta del apóstol san Pablo a Tito 2, 11-14 
La gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado. Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús. El se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien.
Palabra de Dios.
 
Santo Evangelio según san Lucas 2, 1-14      
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.
José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo       
« ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!» 
Palabra del Señor.
 
Reflexión:
Dios viene a habitar entre nosotros. El pasaje del Evangelio que se lee en la misa de Nochebuena, narra el nacimiento de Jesús. Dios se ha hecho hombre, para que el hombre se haga Dios. Dios se hizo uno de los nuestros y esto nos predispone para llegar a ser más semejantes a Él.
 
Jesús viene al mundo sin ostentación alguna enseñándonos que la felicidad no se encuentra en la abundancia de bienes y nos anima a ser humildes, a no estar pendientes del aplauso de los hombres. Dios se humilla para que podamos acercarnos a Él, para que podamos corresponder a su amor con nuestro amor, para que nuestra libertad se rinda no sólo ante el espectáculo de su poder, sino ante la maravilla de su humildad.
 
Navidad es el nacimiento de lo nuevo. Nace Jesús y con ello el nacimiento de la fe cristiana, de la comunidad cristina. Pero más allá de este nacimiento: ¿Conocemos a Cristo?           
Dios se hizo hombre por amor a los hombres. La venida del Señor no es un hecho del pasado sino del presente. Y es del presente en la medida en que nosotros dejemos que Dios ¨llegue¨.
Cristo ha nacido para que nosotros renazcamos.               
Como dice San Agustín, María ha llevado al Salvador en su seno y cada uno de nosotros debemos llevarlo en nuestro corazón, porque cada uno de nosotros, los cristianos, somos hombres redimidos por Cristo, y tenemos que mostrarlo al mundo. Este tiempo de Navidad pide de nosotros una actitud contemplativa, de silencio y acción de gracias. Nos pide contemplar el misterio, asimilarlo a nuestro ser y confesarlo ante los hombres.            
Nace Cristo, surge la esperanza. ¡Ánimo, viene la salvación! Dios se hace hombre para que nosotros podamos alcanzar a Dios. Este es el camino. No hay otro distinto. Tenemos la certeza de que Dios cumple su plan. Levantemos nuestra cabeza, viene la fuerza del Amor. Ya no debemos estar errantes, divagando por el mundo a tientas y a ciegas, pues la luz viene para que encontremos la bondad, la justicia, la alegría y la paz.
 
En cierto modo, la humanidad espera a Dios, su cercanía. Pero cuando llega el momento, no tiene sitio para Él. Está tan ocupada consigo misma de forma tan exigente, que necesita todo el espacio y todo el tiempo para sus cosas y ya no queda nada para el otro, para el prójimo, para el pobre, para Dios. Y cuanto más se enriquecen los hombres, tanto más llenan todo de sí mismos y menos puede entrar el otro".
 
La persona humana corre vertiginosamente por el mundo queriendo alcanzar no se qué… Es increíble la necesidad provocadora de hacernos perder el sentido de la vida, yendo tras tantas cosas que en vez de colmarnos producen un vacío existencial que nos lleva a la pérdida de sentido. No nos damos cuenta, o no queremos hacerlo. Nos escapamos y nos alienamos en cosas superficiales y en tantos cartones pintados que los compramos como si fueran preciosos tesoros. Nos conformamos con tan poco… ¿No habrá llegado el momento, que pensemos más profundamente? ¿Qué enriquece al hombre? ¿Las sensibilidades? ¿El consumo? ¿La ansiedad? ¿La hiperactividad?, ¿Lo mediático? ¿El ruido? ¿Lo externo? ¿La exacerbación? ¿El derroche de palabras, que casi siempre son vacías?
 
Él nace, Él viene a nosotros, Él planta su morada en nosotros. Abramos nuestro corazón, como un pesebre, para que pueda echar raíces en nuestra vida. Él es el Sol que ilumina y da sentido a nuestra vida. Y si lo dejamos estar, volveremos al culto por la verdad, volveremos  a disminuir lo imaginario para acercarnos a la realidad. Volveremos  a encontrar la objetividad de la verdad, tan deteriorada y tan manoseada en estos tiempos por todos.  Así volveremos a lo originario, a lo simple, a lo humilde, a lo humano, o ¿no queremos darnos cuenta que alejándonos de Dios hemos perdido capacidad en lo humano?
 
Él viene a nosotros y nos devuelve la esperanza. Pero ésta se recibe y se incorpora y se vive. Nace Jesús, vuelve la esperanza. Que ésta ilumine nuestra vida personal, nuestras familias, nuestros vínculos, nuestro trato y sobre todo el comportamiento social frente al bien común, alejándonos de todo egoísmo, individualismo y por lo tanto de todo relativismo.
 
En este sentido, cada uno se puede hacer estas preguntas: "¿Tenemos tiempo para el prójimo que tiene necesidad de nuestra palabra, de mi palabra, de mi afecto? ¿Para aquel que sufre y necesita ayuda? ¿Para el prófugo o el refugiado que busca asilo? ¿Tenemos tiempo y espacio para Dios? ¿Puede entrar Él en nuestra vida? ¿Encuentra un lugar en nosotros o tenemos ocupado todo nuestro pensamiento, nuestro quehacer, nuestra vida, con nosotros mismos?". (Benedicto XVI)
El amor necesita traducirse en gestos concretos. El más sencillo y universal –cuando es limpio e inocente- es el beso. Demos por lo tanto un beso a Jesús, como se desea hacer con todos los niños recién nacidos.
Pero no nos contentemos con darlo sólo a la imagen de yeso o de porcelana; démoslo a un Jesús Niño de carne y hueso. Démoslo a un pobre, a alguien que sufre, ¡y se lo habremos dado a Él! Dar un beso, en este sentido, significa dar una ayuda concreta, pero también una buena palabra, aliento, una visita, una sonrisa, y a veces, ¿por qué no?, un beso de verdad. Son las luces más bellas que podemos encender en nuestro belén. (Raniero Cantalamessa)
 
Hoy: “necesitamos tener sueños -más grandes o más pequeños- que día a día nos mantengan en camino hacia una vida plena”
Nuestro sueño, el de Jesús, es el de compartir un mundo mejor, no es un más allá imaginario, situado en un futuro que nunca llega; Dios nos llenó de talentos, inteligencia, voluntad, capacidad de evolucionar y adaptarnos a los cambios y nuestro sueño empieza a hacerse presente allí donde lo ponemos en acción, a darle vida con los primeros logros, empezando a tomar conciencia de que es posible, ya no es simplemente, se puede, empieza a tomar forma el yo puedo” y los miedos y las desesperanzas se desvanecen y puedo empezar a compartir los frutos de Jesús que se expresan a través mío.
Y de esta forma lleno de gracia y con gozo, vamos a pedirle a Dios, que nos acompañe en nuestro peregrinar: Para que esta Navidad no se marchite como una flor.       
Para que su mensaje no muera cuando cese el bullicio.    
Para que su paz no sea tan efímera como el arbolito que adorna nuestro hogar.           
Pidámosle a Dios que la alegría de esta Navidad, se prolongue durante todo el año, como el nacimiento hacia una vida que quiere crecer y madurar en la paz en el amor y en la justicia.
Compartamos como hermanos en Cristo Jesús, la alegría de estar unidos a Él por el amor. Jesús estará realmente entre los hombres, si los cristianos lo mostramos al mundo, porque el rostro visible de Cristo de hoy somos cada uno de nosotros. Con nuestra actitud de vida, los cristianos damos vida a Cristo. Por eso desde lo más profundo de nuestro corazón y con la fuerza de lo alto, decimos:
Ven Señor Jesús.
 
“Hagamos sitio al Niño Dios, más que a
las compras y al ruido”

El papa Francisco exhortó esta mañana, en su homilía en la misa celebrada en la capilla de la Casa Santa Marta, que en Navidad, como María, hagamos sitio a Jesús que viene.         
El Papa señaló que el Señor visita cada día su Iglesia y advirtió sobre la actitud de cerrar nuestra alma. El cristiano debe siempre estar en espera vigilante del Señor.               
La Iglesia, como María, dijo Francisco, está en espera de un parto. También ella, “sentía lo que sienten todas las mujeres de aquel tiempo”. Siente estas “percepciones interiores en su cuerpo, en su alma” que el hijo está llegando. María siente en su corazón que quiere ver el rostro de su Niño.      
El Santo Padre recordó que “nosotros como Iglesia, acompañamos a la Virgen en este camino de espera” y casi “queremos apresurar este nacimiento del Señor”. Francisco explicó que el Señor viene dos veces, “el que conmemoramos ahora, el nacimiento físico” y el que “sucederá al final de los tiempo”. Pero, como afirma san Bernardo, hay también un tercer nacimiento.              

“Hay una tercera venida del Señor: la de cada día. ¡El Señor cada día visita a su Iglesia! Visita a cada uno de nosotros y también nuestra alma entra en esta semejanza: nuestra alma se parece a la iglesia, nuestra alma se parece a María. Los padres del desierto dicen que María, la Iglesia y nuestra alma son femeninas y que lo que se dice de una, análogamente se puede decir de la otra. Nuestra alma está en espera, en esta espera por la venida del Señor; un alma abierta que llama: ‘¡Ven, Señor!'
Y en estos días, también a cada uno de nosotros, prosiguió el Santo Padre, “el Espíritu Santo nos mueve a hacer esta oración: ¡Ven! ¡Ven!”. Todos los días del Adviento, “hemos dicho en el prefacio que nosotros, la Iglesia, como María, estamos vigilantes en la espera”. Y la vigilancia, señaló, “es la virtud” del peregrino y nosotros todos “somos peregrinos”.               

A continuación el Pontífice se preguntó: “¿estamos en espera o estamos cerrados? ¿Estamos vigilantes o estamos seguros en un hotel, a lo largo del camino y no queremos ir más adelante? ¿Somos peregrinos o somos errantes?” Por esto, explicó Francisco, “la Iglesia nos invita a rezar esto ‘¡Ven!’, a abrir nuestra alma y que nuestra alma sea, en estos días, vigilante en la espera. ¡Vigilar!” Y nuevamente interrogó el pontífice “¿qué sucede en nosotros si viene el Señor o si no viene? ¿Hay sitio para el Señor o hay sitio para las fiestas, para hacer compras, hacer ruidos… ¿Nuestra alma está abierta, como está abierta la Santa Madre Iglesia y como estaba abierta la Virgen? ¿O nuestra alma está cerrada y hemos colocado en la puerta un cartel, muy educado, que dice: ‘Se ruega no molestar’?         
El papa Francisco señaló que “el mundo no termina con nosotros, nosotros no somos los más importantes del mundo: es el Señor, con la Virgen y con la Madre Iglesia!” Por esta razón, invitó, nos hará bien repetir la invocación: “¡Oh sabiduría, oh llave de David, o Rey de las gentes, ven!   
Finalizando, el Pontífice propuso que "repetir muchas veces ¡Ven!, y buscar que nuestra alma no sea un alma que diga: ‘no molestar’. ¡No! Que sea un alma abierta, que sea un alma grande, para recibir al Señor en estos días y que comience a escuchar lo que mañana en la antífona nos dirá la Iglesia: ‘¡Sepan que hoy viene el Señor y que mañana verán su gloria!”.
 
23 de diciembre 2013, Ciudad del Vaticano, AICA
 
Nunca perdamos la esperanza.
Jamás la apaguemos en nuestro corazón.”
 
"Ojalá Jesús te vaya marcando el camino para encontrarte con quien necesita más.
Tu corazón, cuando te encuentres con aquél que más necesita, se va a empezar a agrandar, agrandar, agrandar, porque el encuentro multiplica
la capacidad del amor, agranda el corazón".
 
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. Carta Pastoral, Navidad 2012: Mons. Rubén  O. Frassia, Obispo de Avellaneda-Lanús
  

No hay comentarios: