Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 4 de octubre de 2014

Vigésimo quinto domingo durante el año, Ciclo A

 
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« La cercanía y bondad salvadora del amor de Dios »
 
Lecturas del 21-09-14
 
 
Libro del profeta Isaías 55, 6-9
¡Busquen al Señor mientras se deja encontrar, llámenlo mientras está cerca!  Que el malvado abandone su camino y el hombre perverso, sus pensamientos; que vuelva a Señor, y él le tendrá compasión, a nuestro Dios, que es generoso en perdonar. Porque los pensamientos de ustedes no son los míos, ni los caminos de ustedes son mis caminos -oráculo del Señor -.
Como el cielo se alza por encima de la tierra, así sobrepasan mis caminos y mis pensamientos a los caminos y a los pensamientos de ustedes.
Palabra de Dios.
 
Salmo 144
R. El Señor está cerca de aquellos que lo invocan
Día tras día te bendeciré,  y alabaré tu Nombre sin cesar. ¡Grande es el Señor y muy digno de alabanza: su grandeza es insondable!  R.
El Señor es bondadoso y compasivo,  lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas.  R.
El Señor es justo en todos sus caminos  y bondadoso en todas sus acciones; está cerca de aquellos que lo invocan,  de aquellos que lo invocan de verdad.  R.
 
San  Pablo a los  Filipenses  1, 20c- 27ª.
Hermanos: Sea que viva, sea que muera, Cristo será glorificado en mi cuerpo. Porque para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si la vida en este cuerpo me permite seguir trabajando fructuosamente, ya no sé qué elegir. Me siento urgido de ambas partes: deseo irme para estar con Cristo, porque es mucho mejor, pero por el bien de ustedes es preferible que permanezca en este cuerpo. Solamente les pido que se comporten como dignos seguidores del Evangelio de Cristo.   Palabra de Dios.
 
Evangelio según san Mateo 20, 1-16
«El Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envío a su viña.              
Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: "Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo." Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo.
Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: "¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?" Ellos les respondieron: "Nadie nos ha contratado." Entonces les dijo: "Vayan también ustedes a mi viña."   
Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: "Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros."         
Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario.
Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario.
Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: "Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada."        
El propietario respondió a uno de ellos: "Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti.
¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?" Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos.»   Palabra del Señor.
 
Reflexión 
 
Los primeros y los últimos
 
La escena de los jornaleros que esperan en la plaza a que el dueño de grandes latifundios los contrate para trabajar es sus campos no es un caso imaginativo, sino que refleja bien la situación de Galilea en tiempos de Jesús. 
"¿Por qué están aquí todo el día parados?" A la pregunta del propietario, los trabajadores contestan: "Es que nadie nos ha contratado".
El propietario de una viña contrata a unos jornaleros, a primera hora de la mañana, por un denario al día.  Hasta aquí todo es normal; la escena era muy familiar para los aldeanos del tiempo de Jesús.  Pero luego el amo llama también a otros obreros a lo largo de las horas del día.  Incluso hasta una hora antes del término de la jornada.
 
Jesús no era insensible a este problema. Si describe tan bien la escena es porque muchas veces su mirada se había posado con compasión sobre aquellos grupos de hombres sentados en el suelo, o apoyados en una tapia, con un pie contra la pared, en espera de ser "fichados". Ese propietario sabe que los obreros de la última hora tienen las mismas necesidades que los otros, también ellos tienen niños a los que alimentar, como los tienen los de la primera hora, dándoles a todos la misma oportunidad de trabajar y “ganarse su dignidad”
 
“Les daré lo que sea justo”. Con los nuevos llamados, el señor no ajusta la paga precisa, sino que les dice simplemente: “Les daré lo que sea justo”. Hábilmente la parábola encamina al oyente a preguntarse: ¿Cómo se conducirá el amo con estos últimos? La respuesta es desconcertante e inesperada; el amo da a todos la misma paga, incluso a los últimos. No es justo, vienen a decir los obreros de primera hora.  Y evidentemente, lo mismo piensan los lectores: una sola hora de trabajo no merece la misma paga que una jornada entera.
 
Las primeras comunidades cristianas descubrieron que esta parábola iluminaba una situación que ellas estaban viviendo: la entrada de los paganos a la Iglesia.  Esta nueva situación provocó una encendida polémica. No podían entender que los paganos, venidos más tarde, tuvieran en la Iglesia la misma situación que ellos.  La parábola nos muestra que el Reino es un don, un regalo inmerecido.  Y es igual para todos.  La frase final –“Los últimos serán primeros y los primeros últimos”- es la expresión de este cambio de situación que trae consigo la llegada del Reino. Por eso, el Dios de Jesucristo es un Dios que, siendo amor gratuito, sigue desconcertando y escandalizando a nuestro espíritu y a nuestra sociedad. 
                                     
El centro de la parábola lo constituye el versículo que dice: “Al llegar los primeros, pensaban que recibirían más; pero también ellos cobraron el mismo jornal por cabeza”. Bien mirado, los jornaleros de la primera hora no se quejan de haber padecido una injusticia (se ajustaron al denario y lo recibieron), sino más bien de la ventaja concedida a los otros.  Se muestran envidiosos de que los otros hayan sido tratados  como ellos.  Quieren defender la diferencia.  Los que les irritan es la falta de distinción.  La injusticia de que creen ser víctimas no consiste en recibir una paga insuficiente, sino en ver que el amo  es bueno con los otros.  Es la envidia del justo frente a un Dios cuyo comportamiento y amor es desconcertante, gratuito y escandaloso.
 
La parábola nos quiere enseñar cómo han de conducirse los justos ante la misericordia de Dios; concretamente, ante la manera de obrar de Jesús y ante el Reino que se abre a los paganos. “El problema planteado en la parábola no es el de los derechos y deberes de un amo, sino el de la solidaridad que debe unir a los obreros entre sí”, a los afortunados con los desafortunados, a los justos con los pecadores.  El comportamiento de Jesús, que  acoge a los pecadores, marginados y excluidos, manifiesta que la oferta de gracia que Dios hace a través de Él es puro don, amor gratuito, desconcertante y escandaloso.
 
La envidia, muro para comprender a Dios.  La parábola de los obreros de la viña nos recuerda a los creyentes algo de suma importancia: con un corazón envidioso no se puede entender al Dios que anuncia Jesús.  Un Dios amor no puede ser descubierto por la mirada interesada de unos hombres y mujeres que sólo piensan en su propio provecho, utilidad o disfrute egoísta.  Un Dios que es acogida y ternura gratuita para todos no puede ser captado por unos hombres y mujeres de espíritu calculador, atentos únicamente a su bienestar.
Un Dios del que pretendemos apropiarnos y al que intentamos utilizar para nuestro provecho, olvidando su inmensa e incomprensible bondad para todos, no es el Dios de Jesús.  Dios es misericordioso con todos, lo merezcamos o no, seamos creyentes, agnósticos o ateos.  Su bondad misteriosa está más allá de la fe de los creyentes, de la increencia de los ateos y de la indiferencia de los agnósticos.
 
Hoy nos podemos preguntar ¿Cuál es la razón última de nuestra presencia en este lugar? ¿Y cuál es la razón última de nuestra adhesión a la fe cristiana? Hemos sido llamados a  trabajar en  la viña del  Señor.  Para realizar nuestra misión no es necesario buscar  privilegios ni los primeros puestos.  La felicidad surge de trabajar por el Reino de Dios.
 
 
 
Francisco v
 
  rancisco: En el Amor de Dios un mundo mejor es posible
 
“Cercanía y compasión: así el Señor visita a su pueblo. Y cuando nosotros queremos anunciar el Evangelio, llevar adelante la Palabra de Jesús, éste es el camino. El otro camino es el de los maestros, el de los predicadores de aquel tiempo: los doctores de la ley, los escribas, los fariseos… Alejados del pueblo, hablaban… bien: hablaban bien. Enseñaban la ley, bien. Pero alejados. Y ésta no era una visita del Señor: era otra cosa. El pueblo no sentía esto como una gracia, porque faltaba la cercanía, faltaba la compasión, es decir, padecer con el pueblo”.
 
En ese sentido, “cuando Dios visita a su pueblo, devuelve la esperanza al pueblo. Siempre. Se puede predicar la Palabra de Dios brillantemente: en la historia hubo tantos buenos predicadores. Pero si estos predicadores no fueron capaces de sembrar esperanza, esa prédica no sirve. Es vanidad”.
 
Viendo a Jesús que devolvió el hijo vivo a la viuda de Naím “podemos entender lo que significa una visita de Dios a su pueblo. Y pedir como gracia que nuestro testimonio de cristianos sea portador de la visita de Dios a su pueblo, es decir, de la cercanía que siembra la esperanza”..
 
“Y, por favor, ¡no se dejen robar la esperanza!, ¡no se dejen robar la esperanza! Esa que nos da Jesús”.
 
              
Septiembre mes de la Biblia
Día Bíblico Diocesano
“Vayamos en familia anunciando el
Reino de Dios”
 
Con la alegría del encuentro en la Palabra de Dios Celebramos el día Bíblico, te esperamos el:
 
Domingo 28 de septiembre, 14.45 hs
Salón de actos colegio Vicente Sauras
Brandsen  esq. Magdalena, Villa Dominico
Misa a las 18 hs, Parroquia San José
 
"JESÚS COMENZÓ A PREDICAR"
 
La predicación en la vida de Jesús. Después del relato el bautismo de Jesús, el evangelista Mateo escribe: «Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: "Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado"» (Mt 4, 17). Con estas palabras empieza el «Evangelio», entendido como la buena noticia «de» Jesús -esto es, traída por Jesús y de la que Él es el sujeto--, diferente de la buena noticia «sobre» Jesús de la sucesiva predicación apostólica, en la que Jesús es el objeto.          
Se trata de un evento que ocupa un lugar bien preciso en el tiempo y en el espacio: sucede «en Galilea», «después de que Juan fue arrestado». El verbo empleado por los evangelistas, «comenzó a predicar», pone fuertemente de relieve que se trata de un «inicio», de algo nuevo no sólo en la vida de Jesús, sino en la historia misma de la salvación. La Carta a los Hebreos expresa así la novedad: «Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo» (Hb 1,1-2). Comienza un tiempo particular de salvación, un kairos nuevo, que se extiende durante cerca de dos años y medio (desde el otoño del año 27 hasta la primavera del año 30 d.C.).       
Jesús atribuía a esta actividad suya tal importancia como para decir que había sido enviado por el Padre y consagrado con la unción del Espíritu precisamente para esto, o sea, «para anunciar a los pobres la Buena Nueva» (Lc 4, 18). En una ocasión, cuando algunos querían entretenerle, pide a los apóstoles partir, diciéndoles: «Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique, pues para eso he venido» (Mc 1,38).
La predicación forma parte de los llamados «misterios de la vida de Cristo» y es como tal que a él nos acercamos. Con la palabra «misterio» se entiende, en este contexto, un evento de la vida de Jesús portador de un significado salvífico que como tal se celebra por la Iglesia en su liturgia. Si no existe una fiesta litúrgica específica de la predicación de Jesús es porque ésta se recuerda en cada liturgia de la Iglesia. La «liturgia de la Palabra» en la Misa no es sino la actualización litúrgica del Jesús que predica. Un texto del Concilio Vaticano II dice: Cristo «está presente en su palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es Él quien habla».
Igual que, en la historia, después de haber predicado el Reino de Dios, Jesús fue a Jerusalén a ofrecerse en sacrificio al Padre, en la liturgia, después de haber proclamado nuevamente su palabra, Jesús renueva el ofrecimiento de sí al Padre a través de la acción eucarística.  P. Raniero Cantalamessa 
 
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de esta hoja: El libro del Pueblo de Dios. ACI Prensa. P. Daniel Silva. . P. Raniero Cantalamessa.
 

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