Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Conmemoración de todos los Fieles Difuntos


 
 
«todos revivirán en Cristo.»
Lecturas del 2-11-14 – Ciclo A –
 
Conmemoración de todos los Fieles Difuntos
Lectura del Apocalipsis 21, 1-5a-6b-7
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe más. Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo. Y oí una voz potente que decía desde el trono: “Esta es la morada de Dios entre los hombres: Él habitará con ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Él secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó”. Y el que estaba sentado en el trono dijo: “Yo hago nuevas todas las cosas. Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tiene sed, yo le daré de beber gratuitamente de la fuente del agua de la Vida. El vencedor heredará estas cosas, y yo seré su Dios y él será mi hijo”. Palabra de Dios.
 
Salmo 26
R. El Señor es mi luz y mi salvación
 
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida, ¿ante quién temblaré? R.
Una sola cosa he pedido al Señor, y esto es lo que quiero: vivir en la Casa del Señor todos los días de mi vida, para gozar de la dulzura del Señor y contemplar su Templo. R.
Escucha, Señor, yo te invoco en alta voz, ¡apiádate de mí y respóndeme! Yo busco tu rostro, Señor, no lo apartes de mí. R.
Yo creo que contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes. Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor. R.
 
1ª carta de Pablo a los  Corintios. 15, 20-23
Hermanos, Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección. En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo, cada uno según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos, luego, aquellos que estén unidos a él en el momento de su venida. Palabra de Dios.
 
Evangelio según san Lucas. 24, 1–8
El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que él les decía cuando aún estaba en Galilea: ‘Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día’”. Y las mujeres recordaron sus palabras. Palabra del Señor.
 
Reflexión:
 
Conmemoración de todos los Fieles Difuntos       
La Alianza que Dios ha entablado con la humanidad llegará a su punto culminante en el cielo nuevo y la tierra nueva. Para cada persona en este mundo Dios pronuncia su vínculo de amor: “Yo seré Dios para él, y él será hijo para mí”.
 
Muchas veces a igual que los corintios estábamos influidos por diversos cultos paganos y religiones esotéricas y cuesta creer en la resurrección y surge nuestra preocupación por el estado en que estarán nuestros seres queridos difuntos. Ante esta confusión y los temores, san Pablo proclama categóricamente: “Creemos en Jesucristo resucitado. Creemos que él nos abrió las puertas de la Vida Eterna”.
 
Así como Jesús murió y resucitó, de la misa manera, Dios llevará con Jesús a los que murieron con él. Y así como todos mueren en Adán, todos revivirán en Cristo.
 
En cada lugar donde se honra a un difunto, quienes lo amaron en vida van a llevarle sus muestras de cariño. Y en este gesto resuena la pregunta celestial: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? Cuando honramos a nuestros difuntos, lo hacemos con memoria y agradecimiento y sintiendo su ausencia, pero con el convencimiento profundo de que la muerte no tiene la última palabra. Recordemos las palabras de Jesús, que vino a darnos vida en abundancia, dice el Señor:
“Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera vivirá. Y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás”. cf. Jn 11, 25-26
 
La resurrección es nuestro destino de gloria, no es una simple trasposición de nuestras condiciones de vida actuales: es un verdadero y completo nacimiento a la vida gracias a la obra amorosa del Dios de la vida. En esta fe se alienta nuestra esperanza, encontramos fuerza a la hora de la tribulación y sentimos impulso para hacer todo lo posible de manera que la vida actual vaya en esa dirección.
Jesús nos explica el motivo de la vida después de la muerte. «Que los muertos resucitan lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al Señor "el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob". No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven». ¿Dónde está en ello la prueba de que los muertos resucitan? Si Dios se define «el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob» y es un Dios de vivos, no de muertos, entonces quiere decir que Abraham, Isaac y Jacob viven en algún lugar, si bien, en el momento en que Dios habla a Moisés, aquellos están muertos desde hace siglos.                              

En las manos de Dios. (1) Los hombres de hoy no sabemos qué hacer con la muerte. A veces, lo único que se nos ocurre es ignorarla y no hablar de ella. Olvidar cuanto antes ese triste suceso, cumplir los trámites religiosos o civiles necesarios y volver de nuevo a nuestra vida cotidiana.   
Pero tarde o temprano, la muerte va visitando nuestros hogares arrancándonos nuestros seres más queridos. ¿Cómo reaccionar entonces ante esa muerte que nos arrebata para siempre a nuestra madre? ¿Qué actitud adoptar ante el esposo querido que nos dice su último adiós? ¿Qué hacer ante el vacío que van dejando en nuestra vida tantos amigos y amigas?      
La muerte es una puerta que traspasa cada persona en solitario. Una vez cerrada la puerta, el muerto se nos oculta para siempre. No sabemos qué ha sido de él. Ese ser tan querido y cercano se nos pierde ahora en el misterio insondable de Dios. ¿Cómo relacionarnos con él? 
Los seguidores de Jesús no nos limitamos a asistir pasivamente al hecho de la muerte. Confiando en Cristo resucitado, lo acompañamos con amor y con nuestra plegaria en ese misterioso encuentro con Dios. En la liturgia cristiana por los difuntos no hay desolación, rebelión o desesperanza. En su centro solo una oración de confianza: “En tus manos, Padre de bondad, confiamos la vida de nuestro ser querido”               
¿Qué sentido pueden tener hoy entre nosotros esos funerales en los que nos reunimos personas de diferente sensibilidad ante el misterio de la muerte? ¿Qué podemos hacer juntos: creyentes, menos creyentes, poco creyentes y también increyentes?
A lo largo de estos años, hemos cambiado mucho por dentro. Nos hemos hecho más críticos, pero también más frágiles y vulnerables; somos más incrédulos, pero también más inseguros. No nos resulta fácil creer, pero es difícil no creer. Vivimos llenos de dudas e incertidumbres, pero no sabemos encontrar una esperanza.      
A veces, suelo invitar a quienes asisten a un funeral a hacer algo que todos podemos hacer, cada uno desde su pequeña fe. Decirle desde dentro a nuestro ser querido unas palabras que expresen nuestro amor a él y nuestra invocación humilde a Dios:    
“Te seguimos queriendo, pero ya no sabemos cómo encontrarnos contigo ni qué hacer por ti. Nuestra fe es débil y no sabemos rezar bien. Pero te confiamos al amor de Dios, te dejamos en sus manos. Ese amor de Dios es hoy para ti un lugar más seguro que todo lo que nosotros te podemos ofrecer. Disfruta de la vida plena. Dios te quiere como nosotros no te hemos sabido querer. Un día nos volveremos a ver”. (1) J. A. Pagola
 
La tradición de la Iglesia ha exhortado siempre a orar por los difuntos. (2) Como reafirma el concilio Vaticano II, "la Iglesia peregrina, perfectamente consciente de esta comunión de todo el Cuerpo místico de Jesucristo, desde los primeros tiempos del cristianismo honró con gran piedad el recuerdo de los difuntos" (Lumen gentium, 50).                 
La muerte no es la última palabra sobre el destino humano, puesto que el hombre está destinado a una vida sin límites, que encuentra su plenitud en Dios.         
Por esto, el Concilio subraya que "la fe, apoyada en sólidos argumentos, ofrece a todo hombre que reflexiona una respuesta a su ansiedad sobre su destino futuro, y le da al mismo tiempo la posibilidad de una comunión en Cristo con los hermanos queridos arrebatados ya por la muerte, confiriéndoles la esperanza de que ellos han alcanzado en Dios la vida verdadera" (Gaudium et spes, 18).
Con esta fe en el destino supremo del hombre, nos dirigimos ahora a María, que vivió al pie de la cruz el drama de la muerte de Cristo y después participó del gozo de su resurrección. Que ella, Puerta del cielo, nos ayude a comprender cada vez más el valor de la oración por nuestros amados difuntos, nos sostenga en la peregrinación diaria en la tierra y nos ayude a tener siempre presente la meta última de la vida, que es el paraíso. (2) Cfr. J P II.
  
Dios nuestro, escucha con bondad nuestros ruegos, para que, al crecer nuestra fe en tu Hijo resucitado de entre los muertos, se afiance también nuestra esperanza en la resurrección de tus hijos difuntos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
 
Francisco v
 
Francisco: En el Amor de Dios un mundo mejor es posible
 
El amor es la medida de la fe
 
Así, a la luz de esta palabra de Jesús, el amor es la medida de la fe, y la fe es el alma del amor. No podemos separar más la vida religiosa, la vida de piedad del servicio a los hermanos, a aquellos hermanos concretos que encontramos. 

No podemos más dividir la oración y el encuentro con Dios en los sacramentos, de escuchar al otro, de la proximidad a su vida, especialmente de sus heridas. Acuérdense de esto: el amor es la medida de la fe. ¿Cuánto me amas tú? Y cada uno se dé la respuesta. ¿Cómo es tu fe? Mi fe es como yo amo. Y la fe es el alma del amor.        

En medio de la densa selva de preceptos y prescripciones --a los legalismos de hoy-- Jesús opera una división que permite ver dos rostros: el rostro del Padre y el del hermano. No entrega dos fórmulas o dos preceptos: no son preceptos ni fórmulas. Nos entrega dos rostros, más aún, un solo rostro, el de Dios que se refleja en tantos rostros, porque en el rostro de cada hermano, especialmente en el más pequeño, frágil, indefenso y necesitado, está presente la imagen misma de Dios.     

Y deberíamos preguntarnos, cuando encontramos a uno de estos hermanos si estamos en condición de reconocer en él el rostro de Dios: ¿somos capaces de esto?
AICA, Lunes 27 Oct. 2014
 
 
Charlas Bíblicas realizadas por la Hna.
Reneé Batalla en la Parroquia San José
 
Importancia de la Biblia para nuestra vida
    
4. CONCLUSIÓN: IMPORTANCIA DE LA BIBLIA
 
Los tres pasos anteriores nos han llevado a descubrir la importancia que tiene el conocer la Biblia para que podamos escuchar, poner en práctica y difundir la Palabra Divina. Así surgirá un verdadero diálogo entre Dios y nosotros. Así seremos capaces de descubrir en los acontecimientos, leídos a la luz del Evangelio, lo que Dios nos quiere comunicar. Por eso la Iglesia recomienda vivamente la lectura de la Biblia (DV 21. 25-26).
 
“La Iglesia siempre ha venerado la Sagrada Escritura, como lo ha hecho con el Cuerpo de Cristo, pues, sobre todo en la sagrada liturgia, nunca ha cesado de tomar y repartir a sus fieles el `Pan de Vida que ofrece la mesa de la Palabra de Dios y del cuerpo de Cristo” (DV n. 21).
 
“Desconocer la escritura es desconocer a Cristo” (San Jerónimo, citado en DV n. 25).
“Cristo está presente en su palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es Él quien habla”(SC n. 7).
 
REFLEXIONES:
 
1. ¿Por qué es importante la Biblia para nuestra vida?
2. ¿Qué enseñanza nos deja el modo como Dios se fue revelando a través de la historia?
3. ¿Qué implica para nosotros el hecho que Dios se sigue comunicando en nuestra propia vida y en nuestra historia personal y comunitaria?
4. ¿En qué hechos o situaciones concretas de hoy en día descubrimos que no escuchamos la voz de dios, más aún, que la hacemos a un lado?
5. ¿Qué podemos hacer para no sólo escuchar la Palabra de Dios, sino también para ponerla en práctica y difundirla entre nuestros hermanos?
 
Santo Espíritu de Dios mora en mí, mora en mí, quiero ser lleno de tu luz, mora en mí.
 
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de esta hoja: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y María. P. Fidel Oñoro, cjm CELAM.
 
Semillas
 
Anoche tuve un sueño raro: En la plaza mayor de la ciudad habían abierto una tienda nueva. El rótulo decía: "Regalos de Dios". Entré: Un ángel atendía a los clientes. Yo, asombrado, le pregunté:            
- ¿Qué es lo que vendes, ángel del Señor?           
-
 Ofrezco cualquier don de Dios.           
- ¿Cobras muy caro?              
 
- No, los dones de Dios son gratis.
 
Miré los grandes estantes; estaban llenos de ánforas de amor, frascos de fe, bultos de esperanza, cajas de salvación y muchas cosas más. Yo tenía gran necesidad de todas aquellas cosas. Cobré valor y le dije al ángel:     
- Dame, por favor, bastante amor a Dios; dame perdón de Dios; un bulto de esperanza, un frasco de fe y una caja de salvación.
Mucho me sorprendí cuando vi que el ángel, de todo lo que yo le había pedido, me había hecho un solo paquete; y el paquete allí estaba en el mostrador, un paquete tan pequeño como el tamaño de mi corazón.
 
- ¿Será posible? - pregunté
- ¿Esto es todo?                    
El ángel me explicó: Es todo, Dios nunca da frutos maduros; El sólo da pequeñas semillas, que cada quien debe cultivar.
 Las  Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María. 
 
Santo Espíritu de Dios mora en mí, mora en mí, quiero ser lleno de tu luz, mora en mí.
Si me unges con tu fuerza y tu poder al mundo nada tengo que temer, mora en mí, mora en mí, soy de ti, soy de ti, mora en mí, mora en mí, quiero ser lleno de tu luz, mora en mí.
Si tu bella luz mora en mí, la gloria de Jesús irradiaré, mora en mí, mora en mí, soy de ti, soy de ti.
 
Rectángulo redondeado: Lectio Divina: los Sábados 16 hs. en:        Círculo Bíblico San JoséParroquia San José: Brandsen 4970 V. Domínico.http://miencuentroconjesus1.blogspot.comSi  querés recibir la hojita por e-mail pedila:miencuentroconjesus@yahoo.com.arwww.facebook.com/miencuentroconjesussanjose  
 
 
 

No hay comentarios: