Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 27 de agosto de 2016

“Felices los Justos”, Vigésimo segundo domingo durante el año




Lecturas del 28 - 08 – 16  – Ciclo C –


Libro Eclesiástico 3, 17-18. 20. 28-29                        
Hijo mío, realiza tus obras con modestia y serás amado por los que agradan a Dios. Cuanto más grande seas, más humilde debes ser, y así obtendrás el favor del Señor, porque el poder del Señor es grande y él es glorificado por los humildes. No hay remedio para el mal del orgulloso, porque una planta maligna ha echado raíces en él. El corazón inteligente medita los proverbios y el sabio desea tener un oído atento. Palabra de Dios.                 

Salmo 67                        
      R. Señor, tu eres bueno con los pobres.          
Los justos se regocijan, gritan de gozo delante del Señor y se llenan de alegría. ¡Canten al Señor, entonen un himno a su Nombre! Su Nombre es «el Señor.» R.
El Señor en su santa Morada es padre de los huérfanos y defensor de las viudas: él instala en un hogar a los solitarios y hace salir con felicidad a los cautivos. R.  
Tú derramaste una lluvia generosa, Señor: tu herencia estaba exhausta y tú la reconfortaste; allí se estableció tu familia, y tú, Señor, la afianzarás por tu bondad para con el pobre R             

Carta a los Hebreos 12, 18-19. 22-24           
Hermanos: Ustedes, en efecto, no se han acercado a algo tangible: fuego ardiente, oscuridad, tinieblas, tempestad, sonido de trompeta, y un estruendo tal de palabras, que aquellos que lo escuchaban no quisieron que se les siguiera hablando.               
Ustedes, en cambio, se han acercado a la montaña de Sión, a la Ciudad del Dios viviente, a la Jerusalén celestial, a una multitud de ángeles, a una fiesta solemne, a la asamblea de los primogénitos cuyos nombres están escritos en el cielo. Se han acercado a Dios, que es el Juez del universo, y a los espíritus de los justos que ya han llegado a la perfección, a Jesús, el mediador de la Nueva Alianza y a la sangre purificadora  que habla más elocuentemente que la de Abel. Palabra de Dios.  

Santo Evangelio según san Lucas 14, 1. 7-14               
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola: «Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: "Déjale el sitio", y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar.                      
Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: "Amigo, acércate más", y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado.»                                
Después dijo al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!» Palabra del Señor.              

Dios nuestro, Padre de la luz, tú has enviado al mundo tu Palabra, sabiduría que sale de tu boca, Tú has querido que tu propio Hijo, Palabra eterna que procede de ti (Jn 1,1-14), se hiciera carne y viviera  en medio de tu pueblo.
Envía ahora tu Espíritu sobre nosotros: Que Él nos dé un corazón oyente (1 Re 3,9), nos permita encontrarte en tus Santas Escrituras y engendre tu Verbo en nosotros. Amén
                 
Reflexión:

Jesús lleva a repensar la vida. Un buen maestro siempre está enseñando. Como lo hemos venido notando en nuestra lectura del evangelio de Lucas en los domingos anteriores, Jesús en su camino hacia Jerusalén encontró en las diversas circunstancias de la vida cotidiana, la posibilidad de transmitir sus enseñanzas.
Lo importante es que al interior de cada una de las esferas de la vida humana, Jesús va introduciendo la semilla del Reino que genera una verdadera revolución en las maneras de pensar y en los hábitos del comportamiento ya previamente establecidas por la cultura en sus diversos ámbitos. Jesús nos lleva a repensar la vida, no con simples frases de afecto sino con meditaciones profundas sobre la vida.

Jesús entra en la vida cotidiana ya configurada por cada persona y su sociedad, cuestiona y propone. Y en esta dinámica hace emerger de dentro de las conciencias desnudas la fuerza renovadora del Reino, mano creadora de su Padre en medio del mundo, y del impulso arrollador del Espíritu de amor que moldea la vida según el querer de Dios.

Jesús está en una comida. Allí cada una de sus acciones queda retratada por la lente pública, sobre todo por aquellos que ya lo consideran una persona incómoda: “Y sucedió que, habiendo ido en sábado a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando”.
En torno a la comida en común se viven los grandes valores de la relacionalidad. No es simplemente el hecho “funcional” de alimentarse; en la comida compartida se ejerce la hospitalidad, se teje la amistad, se experimenta la gracia del compartir, se abre el corazón. Su anfitrión es “uno de los jefes de los fariseos”. Jesús también evangeliza estos “altos niveles” de la sociedad entrando hasta el comedor de sus propias casas.

Jesús pasa de “observado” a “observador”. A partir del análisis de dos puntos importantes del mundo de la etiqueta en los banquetes, la distribución de los puestos en la mesa y la lista de los invitados, Jesús saca dos lecciones importantes para la vida de sus discípulos.  Todo se coloca bajo una nueva lente. El problema no está en lo externo sino en la motivación interna: el honor.

Una observación: “Los invitados elegían los primeros puestos”. ¿Qué hay detrás de este comportamiento?  Una de las necesidades humanas es la estima. Esto se percibe en la aspiración al reconocimiento. El problema es cuando se busca ser superiores a los demás, tener posiciones más altas, estar más adelante. Esto último es lo que Jesús ve en los comensales de aquella mesa: quieren los puestos más visibles (a la cabecera de la mesa), los que indican superioridad.
Esto que sucede en las comidas formales también sucede en la convivencia humana y en todos los estratos sociales. No es fácil reconocerles a las otras personas nuestros mismos derechos y nuestro mismo valor. En esta feria de las vanidades, aparece el deseo de la afirmación personal mediante la comparación: lo nuestro es superior o mejor que lo de los otros. De esta comparación proviene un criterio errado de valoración.

Bajo la mirada de Dios: De ahí que el verdadero lugar del hombre es el que ocupa ante Dios y no el que puede ganar esforzándose en su propia promoción.
Lo mismo vale para las relaciones entre nosotros. Hay que evitar la autopromoción y más bien actuar desde la humildad, no nos corresponde a nosotros sino a los otros la promoción. La última palabra sobre el valor de las personas la tiene Dios. Esto ya lo había dicho María en el Magníficat: “Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes” (Lc. 1,52).

Todas estas actitudes provienen del fondo del corazón, por eso se retoma como conclusión de la parábola de la oración del fariseo y el publicano: “Todo el que se eleve será humillado; y el que se humille será elevado”.

La lección se volverá a escuchar en la última cena, donde irónicamente los discípulos van a pelear por los puestos; Jesús les responderá con un llamado al servicio humilde, de lo cual Él es el mejor ejemplo: “¿Quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve” (Lc. 22,27).

Humanizar la vida. Sin excluir. Una vez más, Jesús se esfuerza por humanizar la vida rompiendo, si hace falta, esquemas y criterios de actuación que nos pueden parecer muy respetables, pero que, en el fondo, están indicando nuestra resistencia a construir ese mundo más humano y fraterno, querido por Dios.                             
De ordinario, vivimos instalados en un círculo de relaciones familiares, sociales, políticas o religiosas con las que nos ayudamos mutuamente a cuidar de nuestros intereses dejando fuera a quienes nada nos pueden aportar. Invitamos a nuestra vida a los que, a su vez, nos pueden invitar. Eso es todo.                

Esclavos de unas relaciones interesadas, no somos conscientes de que nuestro bienestar solo se sostiene excluyendo a quienes más necesitan de nuestra solidaridad gratuita, sencillamente, para poder vivir. Hemos de escuchar los gritos evangélicos del Papa Francisco en la pequeña isla de Lampedusa: “La cultura del bienestar nos hace insensibles a los gritos de los demás”. “Hemos caído en la globalización de la indiferencia”. “Hemos perdido el sentido de la responsabilidad”.           
Los seguidores de Jesús hemos de recordar que abrir caminos al Reino de Dios no consiste en construir una sociedad más religiosa o en promover un sistema político alternativo a otros también posibles, sino, ante todo, en generar y desarrollar unas relaciones más humanas que hagan posible unas condiciones de vida digna para todos empezando por los últimos.

Hay que vencer el exclusivismo y los prejuicios, el corazón debe ensancharse para darle espacio a todos, especialmente a los desfavorecidos, los abandonados, los que sufren, y acogerlos con amor, haciéndolos parte de nuestra propia vida.
Esta es la comunión que anticipa el modo de vivir definitivo en la resurrección.

“Jesús misericordioso en vos confío”
                                                                   Amén
Septiembre Mes de la Biblia

"Felices los misericordiosos" Mt. 5,7

¿Dónde nos podemos encontrar hoy con Dios?

Para el cristiano la persona de Jesucristo es el centro que da sentido a su vida. Ya es común recordar la frase del Santo Padre en Aparecida: “No se comienza a ser cristiano, nos decía, por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Ap. 243). Ahora bien, la pregunta importante es saber:
¿Dónde me encuentro hoy con Jesucristo?

Esta pregunta nos permite descubrir uno de  los modos que él ha elegido para permanecer con nosotros, su Palabra, que es la Palabra de Dios.

Esta presencia de Jesucristo a través de su Palabra no tiene sólo un contenido doctrinal, sino que es para nosotros un acontecimiento que nos permite hoy entrar en comunión viva con él. La Biblia no es un libro del pasado, algo histórico, sino un acontecimiento que se hace presencia para quién la lee con un corazón abierto, este es el principio de la fe.

Oración del Papa Francisco para
el Jubileo de la Misericordia

Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación.
Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena de buscar la felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido.
Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: ¡Si conocieras el don de Dios!
Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso.
Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios.
Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la vista a los ciegos.
Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.    Amén.

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. Misioneros Oblato y reflexión de J. A. Pagola.

Lectio Divina: los Sábados 16 hs. en:
       
Círculo Bíblico San José
Parroquia San José: Brandsen 4970
 V. Domínico.

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