Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

domingo, 23 de mayo de 2010

Pentecostés, «... Todos quedaron llenos del Espíritu Santo.»

Lecturas del 23-5-10

Lectura Hechos de los apóstoles 2, 1-11

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse.
Había en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo. Al oírse este ruido, se congregó la multitud y se llenó de asombro, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Con gran admiración y estupor decían:
«¿Acaso estos hombres que hablan no son todos galileos? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia lengua? Partos, medos y elamitas, los que habitamos en la Mesopotamia o en la misma Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor, en Frigia y Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.» Palabra de Dios.
Salmo 103


R. Señor, envía tu Espíritu
y renueva la superficie de la tierra.

Bendice al Señor, alma mía: ¡Señor, Dios mío, qué grande eres! ¡Qué variadas son tus obras, Señor! la tierra está llena de tus criaturas! R.

Si les quitas el aliento, expiran y vuelven al polvo. Si envías tu aliento, son creados, y renuevas la superficie de la tierra. R.

¡Gloria al Señor para siempre, alégrese el Señor por sus obras! que mi canto le sea agradable, y yo me alegraré en el Señor. R.

Primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 12, 3b-7. 12-13

Hermanos: Nadie, movido por el Espíritu de Dios, puede decir: «Maldito sea Jesús.» Y nadie puede decir: «Jesús es el Señor», si no está impulsado por el Espíritu Santo.
Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos. En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común.
Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo -judíos y griegos, esclavos y hombres libres- y todos hemos bebido de un mismo Espíritu.
Palabra de Dios.

SECUENCIA

Ven, Espíritu Santo, y envía desde el cielo
un rayo de tu luz.

Ven, Padre de los pobres, ven a darnos tus dones, ven a darnos tu luz.

Consolador lleno de bondad, dulce huésped del alma suave alivio de los hombres.

Tú eres descanso en el trabajo, templanza de la pasiones, alegría en nuestro llanto.

Penetra con tu santa luz en lo más íntimo
del corazón de tus fieles.

Sin tu ayuda divina no hay nada en el hombre,
nada que sea inocente.

Lava nuestras manchas, riega nuestra aridez, cura nuestras heridas.

Suaviza nuestra dureza, elimina con tu calor nuestra frialdad, corrige nuestros desvíos.

Concede a tus fieles, que confían en tí, tus siete dones sagrados.

Premia nuestra virtud, salva nuestras almas,
danos la eterna alegría.

Santo Evangelio según san Juan 20, 19-23

Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes!»
Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.
Jesús les dijo de nuevo: « ¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes. » Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió «Reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan.»
Palabra del Señor.

Reflexión:

DOMINGO DE PENTECOSTES
Aparición a los discípulos. Donación del Espíritu.

La comunidad cristiana se construye alrededor de Jesús
En los discípulos de Jesús no existía la más mínima idea ni predisposición para la fe en la resurrección. Lo prueba claramente la reacción de María Magdalena y de Pedro ante el sepulcro vacío y, sobre todo, la actitud de Tomás. En el presente relato está pensado desde el cumplimiento de las promesas de Jesús: “volveré a ustedes”, “les enviaré el Espíritu y tendrán paz”. El evangelista proclama y muestra que la comunidad cristiana se constituye alrededor de Jesús vivo y presente, crucificado y resucitado. El está en su centro y la libera del miedo y de la estrechez de miras, otorgándole confianza y seguridad, paz y alegría al mostrarle los signos de su victoria sobre la muerte. De Él recibe la comunidad la misión y el Espíritu para llevarla adelante. La misión de la comunidad, como la de Jesús, es liberar, dar paz, perdonar, amnistiar, dar vida hasta la entrega total.

Cada cristiano es un enviado de Jesús

La llamada a la fe y a la comunidad es, al mismo tiempo, llamada a la misión. Hemos sido elegidos por Jesús para realizar el proyecto de Dios con El. Pero la llamada/envío se remonta más arriba, hasta Él mismo o Dios: “Como el Padre me envió a m í, así los envío yo a ustedes”. Es decir, cada cristiano es otro Jesús, que recibe la misma misión de parte del Padre. Hay una inmensa cadena que parte del mismo Dios y, pasando por Jesús hasta mí haciéndome también su hijo, su enviado. ¡Somos enviados de Dios, embajadores del Padre, sus mensajeros, en compañía de Jesús, en la construcción de la nueva humanidad!
Y no hay excusa para la misión. Los primeros enviados “estaban con las puertas cerradas” por miedo a los judíos y autoridades, carecían de paz y tenían pocas miras. Humanamente no estaban preparados. No daban la talla. Sin embargo, ellos son los elegidos. Ellos son los que tienen que llevar adelante el proyecto de Jesús. Ellos son los que tienen que perdonar y dar vida.
Si en vos surgen reticencias, desenmascara las motivaciones. No es nuestra debilidad, o nuestra poca experiencia y formación, o nuestros pecados lo que nos impide asumir el reto de Jesús. Más bien es el temor a nuestros fallos, y el dolor que nos causa nuestro orgullo herido lo que nos paraliza y nos hace vivir todavía con las puertas cerradas.

Reciban el Espíritu Santo

Después de enviarles, de transmitirles la misión del Padre, Jesús sopló sobre ellos y añadió: “Reciban el Espíritu Santo”. Así comprendieron y renacieron a la vida. Y se fueron por todo el mundo. Y supieron perdonar. Y rompieron las barreras del miedo y las puertas de la pequeña comunidad. Y experimentaron la paz en la misión y en el compromiso. Y se sintieron llamados a la resurrección…
La misión cristiana no es una orden sino un fuego interior. El amor misionero del Padre y de Jesús, y el nuestro, es el Espíritu Santo. Quema mucho, para purificarnos. Arde fuerte, para darnos vida. Nos pone en movimiento, para crear más vida. El Espíritu Santo sabe que la misión es dura, porque no luchamos contra enemigos de carne y hueso sino contra estructuras de opresión y dominación. Pero él nos hace capaces de perdonar pecados, es decir, de destrozar la injusticia, derribar la mentira, quebrar la oscuridad y dar vida. El nos hace descentrarnos de nuestros fallos y descubrir nuestros auténticos pecados. Porque muchas veces nos duelen más nuestros fallos que nuestros pecados, y así no hay paz ni somos capaces de llevar adelante el proyecto de Dios. El Espíritu que se da nos hace ser personas resucitadas, llenas de paz, perdón y vida.

Vivir sin Espíritu, vivir sin haber resucitado

Los que nos consideramos creyentes vivimos, a menudo, como los discípulos del Evangelio: “al anochecer”, “con las puertas cerradas”, “llenos de miedo” temerosos de las “autoridades”. Estamos inmersos en la vieja creación, a pesar de que ya sea el domingo (primer día de la nueva creación). No hemos visto ni experimentado al resucitado. La humanidad nueva parece ausente de nuestras vidas.
Nuestras comunidades están, a veces, replegados, ocultas, sin dar testimonio. Es como si no tuvieran alegría, perdón, paz y vida que transmitir. Seguimos aferrados a lo viejo. Necesitamos que el Señor resucitado se haga presente y nos transmita el soplo creador del Espíritu que infunde aliento de vida.
Quien se deja invadir por el Espíritu, descubre que la fuente de su misión es el amor del Padre. Entonces empieza a sentir “pasión misionera” y “amor”, como Jesús, ante quienes sufren del dolor, la injusticia, la ignorancia, el hambre, el sinsentido. Y en su vida, no sólo es capaz de prescindir de las cosas más queridas, sino que descubre que la “plenitud” y la “realización” están en ese salir de sí mismo y vivir para los demás. Persona resucitada es la que se deja guiar por el Espíritu de Dios, hacia la aventura, la sorpresa, la novedad, la vida… persona resucitada es la que pone vida donde no ha hay, o la defiende donde está amenazada.
Reflexionemos: “A este Jesús Dios lo resucitó: de lo cual todos nosotros somos testigos. Y exaltado por la diestra de Dios, recibió del Padre el Espíritu Santo, como había sido prometido, y todo esto que ven y oyen viene de El” (Hch 2, 32-33)

El Padre exalta a Jesús en su resurrección, le da el Espíritu Santo. De aquí viene el gozo de aquella mañana, el amanecer de la Iglesia en el mundo, la elocuencia de la verdad, el asombro de la multitud, de ahí viene el crecimiento de la pequeña grey, el reventar el grano de mostaza, el despertar de la levadura en el seno de la masa, el verdear de los campos para la mies, de ahí viene la fe de los mártires, la inocencia de las vírgenes, la sabiduría de las Escrituras, el esplendor de la liturgia, y de ahí viene lo que yo he visto y oído en mí mismo, en mi vida y en mi experiencia de oración, amistad y soledad, en las tentaciones… todo es Pentecostés. La promesa del Espíritu en el corazón de la humanidad.
Lucas, historiador y médico que toma el pulso y mide el crecimiento del cuerpo nuevo del Cristo Total en los miembros que son su Iglesia, anota el dato con fidelidad profesional: “Aquel día se les unieron unos tres mil hombres” (Hech 2, 41)
Cuando llega el Espíritu, la Iglesia crece.
Pbro. Daniel Silva.
Preguntas para la meditación

¿Qué capacidades, servicios o actividades el Espíritu Santo me ha dado a mí? ¿Los valoro, los tengo en cuenta, los hago fructificar?

¿Descubro y hago descubrir a los demás que las capacidades, servicios y actividades que nos da el Espíritu no son para provecho personal sino para ponerlas al servicio de los hermanos?

Avisos Parroquiales:

22 de mayo: Vigilia de Pentecostés:
Te invitamos a festejar como Iglesia diócesana la venida del Espíritu, ¡¡nuestra fiesta!!a partir de las 19.30 hs. en el colegio E.N.S.P.A., Av. Belgrano 355.
"Aquí estoy Señor, para hacer Tu voluntad"...
25 de mayo:
TE DEUM EN AVELLA-LANUS: en la Iglesia Catedral: la conmemoración se llevará a cabo a las 09.30 hs.

FESTEJOS EN SAN JOSÉ: las instituciones parroquiales Invitamos a toda la comunidad de V. Dominico a partir de las 12 hs, para festejar con cantos, bailes folklóricos, juegos, la fecha patria. Habrá buffet.
Todo lo recaudado será donado al comedor “Madres del Arroyo” concluiremos con la santa Misa a las 18 hs.

Lecturas de la semana:

LUNES 24: Hechos apóstoles 1, 12-14; Salmo Jdt 13; Juan 19, 25-27
MARTES 25: 1ª Carta s. Pedro 1,10-16; Salmo 97; Marcos 10, 28-31.
MIERCOLES 26: 1ª Carta s. Pedro 1,18-25; Salmo 147; Marcos 10, 32-45.
JUEVES 27: 1ª Carta s. Pedro 2,2-5.9-12; Salmo 99; Marcos 10, 46-52.
VIERNES 28: 1ª Carta s. Pedro 4,7-13; Salmo 95; Marcos 11, 11-25.
SABADO 29: Carta s. judas 17, 20b-25; Salmo 62; Marcos 11, 27-33.

Aclaración: Se han utilizado para la preparación del presente: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria. Lectionautas.com

Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785


Te esperamos los martes 17:00 h.
Grupo de oración por los enfermos, alabanza y reflexión de la Palabra de Dios. “Padre Pío” En la Parroquia:
Nuestra señora de la Paz:
Fabián Onsari 1534 Wilde

www.pdelapazwilde.com

http://miencuentroconjesus1.blogspot.com

4 comentarios:

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Origen de la fiesta

Los judíos celebraban una fiesta para dar gracias por las cosechas, 50 días después de la pascua. De ahí viene el nombre de Pentecostés. Luego, el sentido de la celebración cambió por el dar gracias por la Ley entregada a Moisés.

En esta fiesta recordaban el día en que Moisés subió al Monte Sinaí y recibió las tablas de la Ley y le enseñó al pueblo de Israel lo que Dios quería de ellos. Celebraban así, la alianza del Antiguo Testamento que el pueblo estableció con Dios: ellos se comprometieron a vivir según sus mandamientos y Dios se comprometió a estar con ellos siempre.

La gente venía de muchos lugares al Templo de Jerusalén, a celebrar la fiesta de Pentecostés.

En el marco de esta fiesta judía es donde surge nuestra fiesta cristiana de Pentecostés.

La Promesa del Espíritu Santo

Durante la Última Cena, Jesús les promete a sus apóstoles: “Mi Padre os dará otro Abogado, que estará con vosotros para siempre: el espíritu de Verdad” (San Juan 14, 16-17).

Más adelante les dice: “Les he dicho estas cosas mientras estoy con ustedes; pero el Abogado, El Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, ése les enseñará todo y traerá a la memoria todo lo que yo les he dicho.” (San Juan 14, 25-26).

Al terminar la cena, les vuelve a hacer la misma promesa: “Les conviene que yo me vaya, pues al irme vendrá el Abogado,... muchas cosas tengo todavía que decirles, pero no se las diré ahora. Cuando venga Aquél, el Espíritu de Verdad, os guiará hasta la verdad completa,... y os comunicará las cosas que están por venir” (San Juan 16, 7-14).

En el calendario del Año Litúrgico, después de la fiesta de la Ascensión, a los cincuenta días de la Resurrección de Jesús, celebramos la fiesta de Pentecostés.

Explicación de la fiesta:

Después de la Ascensión de Jesús, se encontraban reunidos los apóstoles con la Madre de Jesús. Era el día de la fiesta de Pentecostés. Tenían miedo de salir a predicar. Repentinamente, se escuchó un fuerte viento y pequeñas lenguas de fuego se posaron sobre cada uno de ellos.

Quedaron llenos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas desconocidas.

En esos días, había muchos extranjeros y visitantes en Jerusalén, que venían de todas partes del mundo a celebrar la fiesta de Pentecostés judía. Cada uno oía hablar a los apóstoles en su propio idioma y entendían a la perfección lo que ellos hablaban.

Todos ellos, desde ese día, ya no tuvieron miedo y salieron a predicar a todo el mundo las enseñanzas de Jesús. El Espíritu Santo les dio fuerzas para la gran misión que tenían que cumplir: Llevar la palabra de Jesús a todas las naciones, y bautizar a todos los hombres en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Es este día cuando comenzó a existir la Iglesia como tal.

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¿Quién es el Espírtu Santo?

El Espíritu Santo es Dios, es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia nos enseña que el Espíritu Santo es el amor que existe entre el Padre y el Hijo. Este amor es tan grande y tan perfecto que forma una tercera persona. El Espíritu Santo llena nuestras almas en el Bautismo y después, de manera perfecta, en la Confirmación. Con el amor divino de Dios dentro de nosotros, somos capaces de amar a Dios y al prójimo. El Espíritu Santo nos ayuda a cumplir nuestro compromiso de vida con Jesús.

Señales del Espíritu Santo:

El viento, el fuego, la paloma.

Estos símbolos nos revelan los poderes que el Espíritu Santo nos da: El viento es una fuerza invisible pero real. Así es el Espíritu Santo. El fuego es un elemento que limpia. Por ejemplo, se prende fuego al terreno para quitarle las malas hierbas y poder sembrar buenas semillas. En los laboratorios médicos para purificar a los instrumentos se les prende fuego.

El Espíritu Santo es una fuerza invisible y poderosa que habita en nosotros y nos purifica de nuestro egoísmo para dejar paso al amor.

Nombres del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo ha recibido varios nombres a lo largo del nuevo Testamento: el Espíritu de verdad, el Abogado, el Paráclito, el Consolador, el Santificador.

Misión del Espíritu Santo:


El Espíritu Santo es santificador: Para que el Espíritu Santo logre cumplir con su función, necesitamos entregarnos totalmente a Él y dejarnos conducir dócilmente por sus inspiraciones para que pueda perfeccionarnos y crecer todos los días en la santidad.


El Espíritu Santo mora en nosotros: En San Juan 14, 16, encontramos la siguiente frase: “Yo rogaré al Padre y les dará otro abogado que estará con ustedes para siempre”. También, en I Corintios 3. 16 dice: “¿No saben que son templo de Dios y que el Espíritu Santo habita en ustedes?”. Es por esta razón que debemos respetar nuestro cuerpo y nuestra alma. Está en nosotros para obrar porque es “dador de vida” y es el amor. Esta aceptación está condicionada a nuestra aceptación y libre colaboración. Si nos entregamos a su acción amorosa y santificadora, hará maravillas en nosotros.


El Espíritu Santo ora en nosotros: Necesitamos de un gran silencio interior y de una profunda pobreza espiritual para pedir que ore en nosotros el Espíritu Santo. Dejar que Dios ore en nosotros siendo dóciles al Espíritu. Dios interviene para bien de los que le aman.


El Espíritu Santo nos lleva a la verdad plena, nos fortalece para que podamos ser testigos del Señor, nos muestra la maravillosa riqueza del mensaje cristiano, nos llena de amor, de paz, de gozo, de fe y de creciente esperanza.

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El Espíritu Santo y la Iglesia:

Desde la fundación de la Iglesia el día de Pentecostés, el Espíritu Santo es quien la construye, anima y santifica, le da vida y unidad y la enriquece con sus dones.
El Espíritu Santo sigue trabajando en la Iglesia de muchas maneras distintas, inspirando, motivando e impulsando a los cristianos, en forma individual o como Iglesia entera, al proclamar la Buena Nueva de Jesús.
Por ejemplo, puede inspirar al Papa a dar un mensaje importante a la humanidad; inspirar al obispo de una diócesis para promover un apostolado; etc.

El Espíritu Santo asiste especialmente al representante de Cristo en la Tierra, el Papa, para que guíe rectamente a la Iglesia y cumpla su labor de pastor del rebaño de Jesucristo.
El Espíritu Santo construye, santifica y da vida y unidad a la Iglesia.
El Espíritu Santo tiene el poder de animarnos y santificarnos y lograr en nosotros actos que, por nosotros, no realizaríamos. Esto lo hace a través de sus siete dones.

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Los siete dones del Espíritu Santo:

Estos dones son regalos de Dios y sólo con nuestro esfuerzo no podemos hacer que crezcan o se desarrollen. Necesitan de la acción directa del Espíritu Santo para poder actuar con ellos.


SABIDURÍA: Nos permite entender, experimentar y saborear las cosas divinas, para poder juzgarlas rectamente.


ENTENDIMIENTO: Por él, nuestra inteligencia se hace apta para entender intuitivamente las verdades reveladas y las naturales de acuerdo al fin sobrenatural que tienen. Nos ayuda a entender el por qué de las cosas que nos manda Dios.


CIENCIA: Hace capaz a nuestra inteligencia de juzgar rectamente las cosas creadas de acuerdo con su fin sobrenatural. Nos ayuda a pensar bien y a entender con fe las cosas del mundo.


CONSEJO: Permite que el alma intuya rectamente lo que debe de hacer en una circunstancia determinada. Nos ayuda a ser buenos consejeros de los demás, guiándolos por el camino del bien.


FORTALEZA: Fortalece al alma para practicar toda clase de virtudes heroicas con invencible confianza en superar los mayores peligros o dificultades que puedan surgir. Nos ayuda a no caer en las tentaciones que nos ponga el demonio.


PIEDAD: Es un regalo que le da Dios al alma para ayudarle a amar a Dios como Padre y a los hombres como hermanos, ayudándolos y respetándolos.


TEMOR DE DIOS: Le da al alma la docilidad para apartarse del pecado por temor a disgustar a Dios que es su supremo bien. Nos ayuda a respetar a Dios, a darle su lugar como la persona más importante y buena del mundo, a nunca decir nada contra Él.