Y, llamando a la gente, les dijo:
«Escuchad y entended: no mancha al hombre lo que entra por la boca, sino lo que
sale de la boca, eso es lo que mancha al hombre».
La actitud de Jesús es la de quien ha venido a poner orden en la relación con Dios. Y en esa relación lo que ha de primar es la interioridad de las personas; ese núcleo donde predomina la verdad de lo que realmente somos. Desde ahí han de surgir los gestos, los ritos, que vienen a expresar lo que hay de verdad en las personas. Ahí comienza la verdadera actitud religiosa del cristiano, del interior. Las formas, aunque importantes, ocupan siempre un segundo lugar porque son solo eso: formas, maneras de expresar lo que hay en el corazón.
Ven Señor Jesús, te necesito.
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