Ella se acercó entonces a Jesús y, postrada ante él, le dijo:
“¡Señor, ayúdame!” … Entonces Jesús le respondió:
“Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas”. Y en aquel mismo
instante quedó curada su hija.
El Señor, en un primer momento, parece no escuchar este grito de dolor, hasta el punto de suscitar la intervención de los discípulos que interceden por ella. El aparente distanciamiento de Jesús no desanima a esta madre, que insiste en su invocación. La fuerza interior de esta mujer, que permite superar todo obstáculo, hay que buscarla en su amor materno y en la confianza de que Jesús puede satisfacer su petición… Podemos decir que es el amor lo que mueve la fe y la fe, por su parte, se convierte en el premio del amor. (S.S. Francisco, 20 de agosto de 2017).
Ven Señor Jesús, te necesito.
http://miencuentroconjesus1.blogspot.com/
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