Lecturas del 1/02/09 –Ciclo B–
4° domingo durante el año
“Todos estaban asombrados de su enseñanza”
Lectura libro del Deuteronomio 18, 15-20
Moisés dijo al pueblo: El Señor, tu Dios, te suscitará un profeta como yo; lo hará surgir de entre ustedes, de entre tus hermanos, y es a él a quien escucharán. Esto es precisamente lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb, el día de la asamblea, cuando dijiste: «No quiero seguir escuchando la voz del Señor, mi Dios, ni miraré más este gran fuego, porque de lo contrario moriré».
Entonces el Señor me dijo: «Lo que acaban de decir está muy bien. Por eso, suscitaré entre sus hermanos un profeta semejante a ti, pondré mis palabras en su boca, y él dirá todo lo que yo le ordene. Al que no escuche mis palabras, las que este profeta pronuncie en mi Nombre, yo mismo le pediré cuenta. Y si un profeta se atreve a pronunciar en mi Nombre una palabra que yo no le he ordenado decir, o si habla en nombre de otros dioses, ese profeta morirá.» Palabra de Dios.
Salmo 94:
R. Ojalá hoy escuchen la voz del Señor:
«No endurezcan su corazón.»
¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor,
aclamemos a la Roca que nos salva!
¡Lleguemos hasta él dándole gracias,
aclamemos con música al Señor! R.
¡Entren, inclinémonos para adorarlo!
¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó! Porque él es nuestro Dios,
y nosotros, el pueblo que él apacienta,
las ovejas conducidas por su mano. R.
Ojalá hoy escuchen la voz del Señor: «No endurezcan su corazón como en Meribá,
como en el día de Masá, en el desierto, cuando sus padres me tentaron y provocaron, aunque habían visto mis obras.» R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 7,32-35
Hermanos: Yo quiero que ustedes vivan sin inquietudes. El que no tiene mujer se preocupa de las cosas del Señor, buscando cómo agradar al Señor. En cambio, el que tienen mujer se preocupa de las cosas de este mundo, buscando cómo agradar a su mujer, y así su corazón está dividido. También la mujer soltera, lo mismo que la virgen, se preocupa de las cosas del Señor, tratando de ser santa en el cuerpo y en el espíritu. La mujer casada, en cambio, se preocupa de las cosas de este mundo, buscando cómo agradar a su marido.
Les he dicho estas cosas para el bien de ustedes, no para ponerles un obstáculo, sino para que ustedes hagan lo que es más conveniente y se entreguen totalmente al Señor. Palabra de Dios.
Santo Evangelio según San Marcos 1, 21-28
Jesús entró en Cafarnaúm, y cuando llegó el sábado, fue a la sinagoga y comenzó a enseñar. Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios.» Pero Jesús lo increpó, diciendo: «Cállate y sal de este hombre.» El espíritu impuro lo sacudió violentamente y, dando un gran alarido, salió de ese hombre.
Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: « ¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!» Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea. Palabra del Señor.
Reflexión
Jesús es presentado por san Marcos como el maestro "que enseña con autoridad", "una enseñanza nueva". No es una enseñanza cualquiera, sino la de un profeta, al estilo de Moisés, prototipo del profetismo en la mente de los israelitas, maestro y forjador de su pueblo.
Una vez que Jesús forma el primer núcleo de sus colaboradores (cfr. Mc 1,16-20), comienza su “actuación pública” en la Sinagoga de Cafarnaúm enfrentándose con un “espíritu malo”. Lo hace un día sábado, día especial consagrado al Señor por la fe judía.
Como cualquier varón adulto Jesús es invitado a enseñar en esta celebración donde la gente queda sorprendida porque habla con autoridad. En un primer nivel este “hablar con autoridad” tiene que ver con el hecho de que Jesús no se apoya en otros maestros para dejar su enseñanza. Él mismo hace la interpretación correcta de la Escritura, de la Palabra de Dios.
Pero además hay otro sentido más profundo de este, hablar con autoridad, que tiene que ver con el personaje del espíritu malo que aparece en escena.
El “espíritu malo” (en el original griego del Nuevo Testamento es pneumati akatharto) representa al mal en todas sus formas: el pecado, el Diablo, la mentira, la destrucción del hombre, los que buscan destrozar la obra de Dios… todo lo malo y negativo que nos podamos imaginar.
El espíritu malo, que le hace mal al hombre que lo posee, ante la presencia de Jesús se descontrola de manera violenta revelando la identidad del mismo Jesús. Le dice con claridad que lo conoce y que es el Hijo de Dios. En este contexto Jesús reacciona enérgicamente e impele al espíritu malo para dos cosas: en primer lugar que se calle y, en segundo lugar, que salga del hombre. Lo que Jesús dijo se cumplió de manera total y definitiva…
Aquí aparece la reacción de la gente que tiene que ver con la autoridad de Jesús. El asombro, al menos en este caso, no es tanto por el contenido doctrinal nuevo que presenta Jesús, sino por la nueva enseñanza que va acompañada del poder. Habla y lo que dice se cumple… Ahí radica la autoridad de Jesús, en definitiva la autoridad de Dios. Su palabra no es hueca, no es mera expresión externa sino que goza de una efectividad especial que lo acredita como Aquél que tiene autoridad. Jesús es realmente el Hijo de Dios y lo que dice se cumple. Esta es la enseñanza nueva que comienza a asombrar y a cautivar a los miembros más sencillos del pueblo. Así se diferencia la palabra de Jesús de la de los maestros de la ley (v. 22).
Jesús no solo anuncia la llegada del Reino de Dios, sus obras, sus milagros, sus signos ratifican y confirman la llegada del Reino. Esta actitud de Jesús hace que Él se convierta en un verdadero interrogante para los hombres y mujeres que lo escuchan y lo ven. De hecho, en los dos primeros capítulos de Marcos se señala con claridad como Jesús va ganando “popularidad” y se va acreditando como el que habla con autoridad.
Es importante destacar también el poder de Jesús sobre el mal en todas sus formas. Muchas veces a través de los distintos medios de comunicación se percibe una presentación del mal como más poderoso que el mismo Dios. Nuestra fe cristiana, en este texto y en muchos otros, en la reflexión teológica y espiritual de la Tradición de la Iglesia, nos enseña que el poder de Dios siempre es más fuerte que el del Diablo y el de cualquier forma de mal que pueda existir.
Para tener presente: la sinagoga es la asamblea de fieles judíos y el lugar de culto y estudios del Judaísmo. El término proviene del latín sinagoga, y éste griego synagoge (reunión, congregación). En hebreo se llama Bet ha Keneset o “lugar de reunión”. Es una institución muy antigua, se piensa que ellas se remontan a la antigua Babilonia del siglo VI a.C. El número de sinagogas creció al establecerse la lectura pública de la Escritura.
La Constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano II insiste en varios apartados sobre esta autoridad de Jesús señalando que él se revela y revela al Reino en “palabras y obras”.
DV N° 4. Después que Dios habló muchas veces y de muchas maneras por los profetas, "últimamente, en estos días, nos habló por su Hijo" (Heb., 1, 1-2), pues envió a su Hijo, es decir, al Verbo eterno, que ilumina a todos los hombres, para que viviera entre ellos y les manifestara los secretos de Dios (cf. Jn., 1, 1-18); Jesucristo, pues, el Verbo hecho carne, "hombre enviado a los hombres", "habla palabras de Dios" (Jn., 3, 34) y lleva a cabo la obra de la salvación que el Padre le confió (cf. Jn., 5, 36; 17, 4). Por tanto, Jesucristo –ver al cual es ver al Padre (cf. Jn., 14, 9),- con toda su presencia y manifestación de sí mismo, con sus palabras y obras, señales y milagros, y, sobre todo, con su muerte y resurrección gloriosa de entre los muertos, con el envío, finalmente, del Espíritu de verdad, completa la revelación y confirma con testimonio divino que Dios está con nosotros para librarnos de las tinieblas del pecado y de la muerte y resucitarnos a la vida eterna.
Preguntas para la meditación: ¿qué me dice?
¿Cómo me llega a mí la enseñanza de Jesús en la actualidad? ¿Qué valor le doy a la Palabra de Dios en la Escritura, en la enseñanza del Magisterio de la Iglesia y en la vivencia de las celebraciones litúrgicas?
¿Ofrezco a Jesús los “espíritus malos” de mi corazón para que él los “calle” y los “saque” con su poder?
Jesús actuaba de tal manera que nadie quedaba indiferente ante él; unos lo admiraban, otros no podían soportar su libertad y su cercanía a Dios Padre. Mi actuación, la de mi comunidad, ¿interpela a la gente que nos ve y nos rodea, impresiona, cuestiona, hace reflexionar, alegra, libera, trae paz, justicia y esperanza, o deja indiferentes a los demás?
Catecismo: Los signos del Reino de Dios
547 Jesús acompaña sus palabras con numerosos "milagros, prodigios y signos" (Hch 2, 22) que manifiestan que el Reino está presente en El. Ellos atestiguan que Jesús es el Mesías anunciado (cf, Lc 7, 18-23).
548 Los signos que lleva a cabo Jesús testimonian que el Padre le ha enviado (cf. Jn 5, 36; 10, 25). Invitan a creer en Jesús (cf. Jn 10, 38). Concede lo que le piden a los que acuden a él con fe (cf. Mc 5, 25-34; 10, 52; etc.). Por tanto, los milagros fortalecen la fe en Aquél que hace las obras de su Padre: éstas testimonian que él es Hijo de Dios (cf. Jn 10, 31-38). Pero también pueden ser "ocasión de escándalo" (Mt 11, 6). ………….
549 Al liberar a algunos hombres de los males terrenos del hambre (cf. Jn 6, 5-15), de la injusticia (cf. Lc 19, 8), de la enfermedad y de la muerte (cf. Mt 11,5), Jesús realizó unos signos mesiánicos; no obstante, no vino para abolir todos los males aquí abajo (cf. LC 12, 13. 14; Jn 18, 36), sino a liberar a los hombres de la esclavitud más grave, la del pecado (cf. Jn 8, 34-36), que es el obstáculo en su vocación de hijos de Dios y causa de todas sus servidumbres humanas.
Oración:
Cuando la luz del sol es ya poniente, gracias, Señor, es nuestra melodía; recibe, como ofrenda, amablemente, nuestro dolor, trabajo y alegría.
Si poco fue el amor en nuestro empeño de darle vida al día que fenece, convierta en realidad lo que fue un sueño tu gran amor que todo lo engrandece.
Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte de pecadora en justa, e ilumina la senda de la vida y de la muerte del hombre que en la fe lucha y camina.
Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza la noche oscura sobre nuestro día, concédenos la paz y la esperanza de esperar cada noche tu gran día. Amén.
Liturgia de las Horas, Himno para las Completas
Lecturas de la semana:
LUNES 2: Malaquías 3, 1-4; Salmo 23; Lucas 2, 22-32. “Presentación del Señor”
MARTES 3: Hebreos 12, 1-4; Salmo 21; Marcos 5, 21-43.
MIERCOLES 4: Hebreos 12, 4-7.11-15; Salmo 102; Marcos 6, 1-6.
JUEVES 5: Hebreos 12, 18-19.21-24; Salmo 47; Marcos, 6,7-13.
VIERNES 7: Hebreos 13, 1-8; Salmo 26; Marcos 6, 14-29.
SABADO 8: Hebreos 13, 15-17. 20-21; Salmo 22; Marcos 6, 30-34.
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria, Catholic.net, Homilia.com. “Claves para Lectio Divina para Jóvenes” Proyecto Lectionautas CEBIPAL/CELAM – SOCIEDADES BIBLICAS UNIDAS Hno. Ricardo Grzona, frp.
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Te esperamos los sábados 17:30 h.
para leer la Biblia en la Parroquia San José: Brandsen 4970 Villa Dominico
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¡Con su Palabra, Jesús se nos revela y sale a nuestro encuentro, para que experimentemos al Dios de la vida!
Intención para la evangelización ‐
Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia
El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.
"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"
"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8.
No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía.
Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.
Del libro de la Sabiduría 6, 12-16
Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean.
El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes.
La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.
sábado, 31 de enero de 2009
domingo, 25 de enero de 2009
Lecturas del Tercer Domingo durante el año
Lecturas del 25/01/09 –Ciclo B– 3° domingo durante el año
“Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron.”
Lectura de la profecía de Jonás 3, 1-5. 10
La palabra del Señor fue dirigida por segunda vez a Jonás, en estos términos: «Parte ahora mismo para Nínive, la gran ciudad, y anúnciale el mensaje que yo te indicaré.» Jonás partió para Nínive, conforme a la palabra del Señor. Nínive era una ciudad enormemente grande: se necesitaban tres días para recorrerla. Jonás comenzó a internarse en la ciudad y caminó durante todo un día, proclamando: «Dentro de cuarenta días, Nínive será destruida.»
Los ninivitas creyeron en Dios, decretaron un ayuno y se vistieron con ropa de penitencia, desde el más grande hasta el más pequeño. Al ver todo lo que los ninivitas hacían para convertirse de su mala conducta, Dios se arrepintió de las amenazas que les había hecho y no las cumplió. Palabra de Dios.
Salmo 24
R. Muéstrame, Señor, tus caminos.
Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus senderos. Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador. R.
Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor, porque son eternos. Por tu bondad, Señor, acuérdate de mí según tu fidelidad. R.
El Señor es bondadoso y recto: por eso muestra el camino a los extraviados;
él guía a los humildes para que obren rectamente y enseña su camino a los pobres. R.
Lectura de la primera carta del apóstol S. Pablo a los cristianos de Corinto 7, 29-31
Lo que quiero decir, hermanos, es esto: queda poco tiempo. Mientras tanto, los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que se alegran, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran nada; los que disfrutan del mundo, como si no disfrutaran. Porque la apariencia de este mundo es pasajera. Palabra de Dios.
Santo Evangelio según san Marcos 1, 14-20
Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia.»
Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres.» Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron. Palabra del Señor.
Reflexión:
Después de narrarnos los comienzos del evangelio con Juan Bautista, con la unción mesiánica de Jesús en el río Jordán y con sus tentaciones en el desierto, Marcos nos relata, la actividad pública de Jesús; es el humilde carpintero de Nazaret que ahora recorre su región, predicando en las aldeas y ciudades, en los cruces de los caminos, en las sinagogas y en las plazas. Su voz llega a quien quiera oírlo, sin excluir a nadie, sin exigir nada a cambio. Una voz desnuda y vibrante como la de los antiguos profetas. Marcos resume el entero contenido de la predicación de Jesús en estos dos momentos: el reinado de Dios ha comenzado - es que se ha cumplido el plazo de su espera - y ante el reinado de Dios sólo cabe convertirse, acogerlo, aceptarlo con fe.
¿De qué rey hablaba ahora Jesús? Del anunciado por los profetas y anhelado por los justos. Un rey divino que garantizaría a los pobres y a los humildes la justicia y el derecho, y excluiría de su vista a los violentos y a los opresores. Un rey universal que anularía las fronteras entre los pueblos y haría confluir a su monte santo a todas las naciones, incluso a las más bárbaras y sanguinarias, para instaurar en el mundo una era de paz y fraternidad, sólo comparable a la era de antes del pecado.
Este «reinado de Dios» que Jesús anunciaba hace más de 2000 años por Galilea, sigue siendo la esperanza de todos los pobres de la tierra. Ese reino que ya está en marcha desde que Jesús lo proclamara, porque lo siguen anunciando sus discípulos, los que Él llamó en su seguimiento para confiarles la tarea de pescar en las redes del Reino a los seres humanos de buena voluntad. Es el Reino que proclama la Iglesia y que todos los cristianos del mundo se afanan por construir de mil maneras, todas ellas reflejo de la voluntad amorosa de Dios: curando a los enfermos, dando pan a los hambrientos, calmando la sed de los sedientos, enseñando al que no sabe, perdonando a los pecadores y acogiéndolos en la mesa fraterna; denunciando, con palabras y actitudes, a los violentos, opresores e injustos.
A nosotros corresponde, como a Jonás, a Pablo y al mismo Jesús, retomar las banderas del reinado de Dios y anunciarlo en nuestros tiempos y en nuestras sociedades; a todos los que sufren y a todos los que oprimen y deben convertirse, para que la voluntad amorosa de Dios se cumpla para todos los seres del universo.
Dios quiere la conversión. Puesto que Dios ama al hombre y desea que éste sea feliz, quiere que se convierta y viva. Convertirse significa dejar el camino equivocado de una felicidad aparente y enderezar los pasos hacia el camino del bien, de la verdad y de la plenitud.
La conversión es a la vez una llamada y una respuesta. Dios nos llama a convertirnos y el hombre responde con la conversión, gracias al don de la fe. En base a la fe en Dios, el hombre se convierte y vive la experiencia nueva de vivir orientado hacia Él. La fe que previene la conversión, también la acompaña y la sigue para dar frutos de conversión en la conducta y vida diarias. Una conversión sin el acompañamiento de la fe no sería otra cosa sino un puro y momentáneo sentimiento, un "fervorín" suscitado por una experiencia fuerte. Es decir, se reduciría a algo superficial y desprovisto de futuro. Sin embargo, cuando la conversión se funda en la fe y es acompañada por ésta, entonces lo más natural es que culmine con el seguimiento: ir pisando las mismas huellas de Cristo en el camino de la vida. En tiempo de Jesús, eran los discípulos los que escogían al rabino o maestro; Jesús hace lo contrario; es él quien elige y dice a sus elegidos: sigue mis pasos, camina tras mis huellas. Así serás mi verdadero discípulo.
Para poder seguir con la posta del Reinado de Dios las lecturas del tercer domingo nos presentan a Jonás y a los apóstoles que responden sin demora al llamado del Señor, libres de ataduras para seguir a Cristo.
En el pasaje del Evangelio encontramos la llamada que Jesús hace a Pedro, Andrés, a Santiago y a Juan.
Los cuatro apóstoles que llama el Señor en este pasaje eran pescadores, y Jesús los encuentra trabajando, pescando o arreglando las redes. Para estos apóstoles, las redes lo eran todo, pues eran los instrumentos de trabajo y de su sustento diario. Al recibir el llamado, estos hombres, al instante, dejaron todo para seguir al Señor.
Para seguir a Cristo es necesario que no exista en nosotros un apegamiento por los bienes materiales y por los valores del mundo. El Señor nos pide a todos los cristianos, en el estado en que nos ha llamado, un desprendimiento efectivo de nosotros mismos, de lo que tenemos y de lo que usamos. El Concilio Vaticano II nos advierte al respecto, diciéndonos: “Vigilen todos para ordenar rectamente sus afectos, no sea que en el uso de las cosas de este mundo y en el apego a las riquezas, encuentren un obstáculo que los aparte, contra el espíritu de pobreza evangélica, de la búsqueda de la perfecta caridad”.
El desprendimiento que nos pide Cristo no es un desprecio absoluto a los bienes materiales, que son buenos si se adquieren y utilizan conforme a la voluntad de Dios y siguiendo las enseñanzas de Jesús: “Busquen primero el reino de Dios y su justicia, y lo demás se les dará por añadidura”. Pero esta enseñanza no es compatible con un corazón dividido, que busca compartir el amor a Dios con el amor a los bienes, a la comodidad y al aburguesamiento, porque muy pronto termina desalojando a Dios del corazón y cayendo prisionero de los bienes de la tierra, que ahí sí se convierten en males.
A la tendencia natural que todos tenemos por aferrarnos, se une la carrera desenfrenada por la posesión cada vez mayor de bienes, una clara ambición, no al legítimo confort, sino al lujo, a no privarse de nada placentero, a un comportamiento individualista, como si estas fueran la meta más importante en nuestras vidas. Este es el modo de vida que parece extenderse cada vez más en nuestras sociedades. Y esta es una gran presión a la que con mucha frecuencia contribuyen los medios de comunicación y económicos, en la que no debemos caer si queremos de verdad mantenernos libres de ataduras para seguir a Cristo.
Catecismo: "El Reino de Dios está cerca"
541 "Después que Juan fue preso, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva" (Mc 1, 15). "Cristo, por tanto, para hacer la voluntad del Padre, inauguró en la tierra el Reino de los cielos" (LG 3). Pues bien, la voluntad del Padre es "elevar a los hombres a la participación de la vida divina" (LG 2). Lo hace reuniendo a los hombres en torno a su Hijo, Jesucristo. Esta reunión es la Iglesia, que es sobre la tierra "el germen y el comienzo de este Reino" (LG 5).
542 Cristo es el corazón mismo de esta reunión de los hombres como "familia de Dios". Los convoca en torno a él por su palabra, por sus señales que manifiestan el reino de Dios, por el envío de sus discípulos. Sobre todo, él realizará la venida de su Reino por medio del gran Misterio de su Pascua: su muerte en la Cruz y su Resurrección. "Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí" (Jn. 12, 32). A esta unión con Cristo están llamados todos los hombres (cf. LG 3).
Preguntas para la meditación: ¿qué me dice?
¿En qué situaciones de mi pasado y de mi presente siento que Jesús sale a mi encuentro en el camino de mi vida?
¿Cómo he respondido esas llamadas? ¿Sin demora, como Jonás y los apóstoles o sentí que no podía seguirlo al señor porque hay otras cosas “primero” que tengo que hacer?
¿Qué situaciones hoy hacen que no me encuentre libre de ataduras para seguir a Cristo?
Oración:
Vamos a pedirle hoy al Señor que, a ejemplo de los apóstoles, no permitamos nunca que los bienes de la tierra constituyan un impedimento para acudir sin demoras a su llamado.
Libra mis ojos de la muerte; dales la luz, que es su destino. Yo, como el ciego del camino, pido un milagro para verte.
Haz de esta piedra de mis manos una herramienta constructiva, cura su fiebre posesiva y ábrela al bien de mis hermanos.
Haz que mi pie vaya ligero. Da de tu pan y de tu vaso al que te sigue, paso a paso, por lo más duro del sendero.
Que yo comprenda, Señor mío, al que se queja y retrocede; que el corazón no se me quede desentendidamente frío.
Guarda mi fe del enemigo. ¡Tantos me dicen que estás muerto!
Y entre la sombra y el desierto dame tu mano y ven conmigo. Amén.
Liturgia de las Horas - Himnos de las Vísperas del Lunes de la Primera Semana
Lecturas de la semana:
LUNES 26: Tito 1, 1-5; Salmo 95; Lucas 10, 1-9.
MARTES 27: Hebreos 10, 1-10; Salmo 39; Marcos 3, 31-35.
MIERCOLES 28: Hebreos 10, 11-18; Salmo 109; Marcos 4, 1-20.
JUEVES 29: Hebreos 10, 19-25; Salmo 23; Marcos, 4,21-25.
VIERNES 30: Hebreos 10, 32-39; Salmo 36; Marcos 4. 26-34.
SABADO 31: Hebreos 11, 1-2. 8-19; Salmo Lc. 1,69-70.71-72.73-75; Marcos 4, 35-40.
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria, Catholic.net, Homilia.com. “Claves para Lectio Divina para Jóvenes” Proyecto Lectionautas CEBIPAL/CELAM – SOCIEDADES BIBLICAS UNIDAS Hno. Ricardo Grzona, frp.
Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785
Te esperamos los sábados 17:30 h.
para leer la Biblia en la Parroquia San José: Brandsen 4970 Villa Dominico
Círculo Bíblico San José miencuentroconjesus@yahoo.com.ar
“Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron.”
Lectura de la profecía de Jonás 3, 1-5. 10
La palabra del Señor fue dirigida por segunda vez a Jonás, en estos términos: «Parte ahora mismo para Nínive, la gran ciudad, y anúnciale el mensaje que yo te indicaré.» Jonás partió para Nínive, conforme a la palabra del Señor. Nínive era una ciudad enormemente grande: se necesitaban tres días para recorrerla. Jonás comenzó a internarse en la ciudad y caminó durante todo un día, proclamando: «Dentro de cuarenta días, Nínive será destruida.»
Los ninivitas creyeron en Dios, decretaron un ayuno y se vistieron con ropa de penitencia, desde el más grande hasta el más pequeño. Al ver todo lo que los ninivitas hacían para convertirse de su mala conducta, Dios se arrepintió de las amenazas que les había hecho y no las cumplió. Palabra de Dios.
Salmo 24
R. Muéstrame, Señor, tus caminos.
Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus senderos. Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador. R.
Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor, porque son eternos. Por tu bondad, Señor, acuérdate de mí según tu fidelidad. R.
El Señor es bondadoso y recto: por eso muestra el camino a los extraviados;
él guía a los humildes para que obren rectamente y enseña su camino a los pobres. R.
Lectura de la primera carta del apóstol S. Pablo a los cristianos de Corinto 7, 29-31
Lo que quiero decir, hermanos, es esto: queda poco tiempo. Mientras tanto, los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que se alegran, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran nada; los que disfrutan del mundo, como si no disfrutaran. Porque la apariencia de este mundo es pasajera. Palabra de Dios.
Santo Evangelio según san Marcos 1, 14-20
Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia.»
Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres.» Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron. Palabra del Señor.
Reflexión:
Después de narrarnos los comienzos del evangelio con Juan Bautista, con la unción mesiánica de Jesús en el río Jordán y con sus tentaciones en el desierto, Marcos nos relata, la actividad pública de Jesús; es el humilde carpintero de Nazaret que ahora recorre su región, predicando en las aldeas y ciudades, en los cruces de los caminos, en las sinagogas y en las plazas. Su voz llega a quien quiera oírlo, sin excluir a nadie, sin exigir nada a cambio. Una voz desnuda y vibrante como la de los antiguos profetas. Marcos resume el entero contenido de la predicación de Jesús en estos dos momentos: el reinado de Dios ha comenzado - es que se ha cumplido el plazo de su espera - y ante el reinado de Dios sólo cabe convertirse, acogerlo, aceptarlo con fe.
¿De qué rey hablaba ahora Jesús? Del anunciado por los profetas y anhelado por los justos. Un rey divino que garantizaría a los pobres y a los humildes la justicia y el derecho, y excluiría de su vista a los violentos y a los opresores. Un rey universal que anularía las fronteras entre los pueblos y haría confluir a su monte santo a todas las naciones, incluso a las más bárbaras y sanguinarias, para instaurar en el mundo una era de paz y fraternidad, sólo comparable a la era de antes del pecado.
Este «reinado de Dios» que Jesús anunciaba hace más de 2000 años por Galilea, sigue siendo la esperanza de todos los pobres de la tierra. Ese reino que ya está en marcha desde que Jesús lo proclamara, porque lo siguen anunciando sus discípulos, los que Él llamó en su seguimiento para confiarles la tarea de pescar en las redes del Reino a los seres humanos de buena voluntad. Es el Reino que proclama la Iglesia y que todos los cristianos del mundo se afanan por construir de mil maneras, todas ellas reflejo de la voluntad amorosa de Dios: curando a los enfermos, dando pan a los hambrientos, calmando la sed de los sedientos, enseñando al que no sabe, perdonando a los pecadores y acogiéndolos en la mesa fraterna; denunciando, con palabras y actitudes, a los violentos, opresores e injustos.
A nosotros corresponde, como a Jonás, a Pablo y al mismo Jesús, retomar las banderas del reinado de Dios y anunciarlo en nuestros tiempos y en nuestras sociedades; a todos los que sufren y a todos los que oprimen y deben convertirse, para que la voluntad amorosa de Dios se cumpla para todos los seres del universo.
Dios quiere la conversión. Puesto que Dios ama al hombre y desea que éste sea feliz, quiere que se convierta y viva. Convertirse significa dejar el camino equivocado de una felicidad aparente y enderezar los pasos hacia el camino del bien, de la verdad y de la plenitud.
La conversión es a la vez una llamada y una respuesta. Dios nos llama a convertirnos y el hombre responde con la conversión, gracias al don de la fe. En base a la fe en Dios, el hombre se convierte y vive la experiencia nueva de vivir orientado hacia Él. La fe que previene la conversión, también la acompaña y la sigue para dar frutos de conversión en la conducta y vida diarias. Una conversión sin el acompañamiento de la fe no sería otra cosa sino un puro y momentáneo sentimiento, un "fervorín" suscitado por una experiencia fuerte. Es decir, se reduciría a algo superficial y desprovisto de futuro. Sin embargo, cuando la conversión se funda en la fe y es acompañada por ésta, entonces lo más natural es que culmine con el seguimiento: ir pisando las mismas huellas de Cristo en el camino de la vida. En tiempo de Jesús, eran los discípulos los que escogían al rabino o maestro; Jesús hace lo contrario; es él quien elige y dice a sus elegidos: sigue mis pasos, camina tras mis huellas. Así serás mi verdadero discípulo.
Para poder seguir con la posta del Reinado de Dios las lecturas del tercer domingo nos presentan a Jonás y a los apóstoles que responden sin demora al llamado del Señor, libres de ataduras para seguir a Cristo.
En el pasaje del Evangelio encontramos la llamada que Jesús hace a Pedro, Andrés, a Santiago y a Juan.
Los cuatro apóstoles que llama el Señor en este pasaje eran pescadores, y Jesús los encuentra trabajando, pescando o arreglando las redes. Para estos apóstoles, las redes lo eran todo, pues eran los instrumentos de trabajo y de su sustento diario. Al recibir el llamado, estos hombres, al instante, dejaron todo para seguir al Señor.
Para seguir a Cristo es necesario que no exista en nosotros un apegamiento por los bienes materiales y por los valores del mundo. El Señor nos pide a todos los cristianos, en el estado en que nos ha llamado, un desprendimiento efectivo de nosotros mismos, de lo que tenemos y de lo que usamos. El Concilio Vaticano II nos advierte al respecto, diciéndonos: “Vigilen todos para ordenar rectamente sus afectos, no sea que en el uso de las cosas de este mundo y en el apego a las riquezas, encuentren un obstáculo que los aparte, contra el espíritu de pobreza evangélica, de la búsqueda de la perfecta caridad”.
El desprendimiento que nos pide Cristo no es un desprecio absoluto a los bienes materiales, que son buenos si se adquieren y utilizan conforme a la voluntad de Dios y siguiendo las enseñanzas de Jesús: “Busquen primero el reino de Dios y su justicia, y lo demás se les dará por añadidura”. Pero esta enseñanza no es compatible con un corazón dividido, que busca compartir el amor a Dios con el amor a los bienes, a la comodidad y al aburguesamiento, porque muy pronto termina desalojando a Dios del corazón y cayendo prisionero de los bienes de la tierra, que ahí sí se convierten en males.
A la tendencia natural que todos tenemos por aferrarnos, se une la carrera desenfrenada por la posesión cada vez mayor de bienes, una clara ambición, no al legítimo confort, sino al lujo, a no privarse de nada placentero, a un comportamiento individualista, como si estas fueran la meta más importante en nuestras vidas. Este es el modo de vida que parece extenderse cada vez más en nuestras sociedades. Y esta es una gran presión a la que con mucha frecuencia contribuyen los medios de comunicación y económicos, en la que no debemos caer si queremos de verdad mantenernos libres de ataduras para seguir a Cristo.
Catecismo: "El Reino de Dios está cerca"
541 "Después que Juan fue preso, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva" (Mc 1, 15). "Cristo, por tanto, para hacer la voluntad del Padre, inauguró en la tierra el Reino de los cielos" (LG 3). Pues bien, la voluntad del Padre es "elevar a los hombres a la participación de la vida divina" (LG 2). Lo hace reuniendo a los hombres en torno a su Hijo, Jesucristo. Esta reunión es la Iglesia, que es sobre la tierra "el germen y el comienzo de este Reino" (LG 5).
542 Cristo es el corazón mismo de esta reunión de los hombres como "familia de Dios". Los convoca en torno a él por su palabra, por sus señales que manifiestan el reino de Dios, por el envío de sus discípulos. Sobre todo, él realizará la venida de su Reino por medio del gran Misterio de su Pascua: su muerte en la Cruz y su Resurrección. "Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí" (Jn. 12, 32). A esta unión con Cristo están llamados todos los hombres (cf. LG 3).
Preguntas para la meditación: ¿qué me dice?
¿En qué situaciones de mi pasado y de mi presente siento que Jesús sale a mi encuentro en el camino de mi vida?
¿Cómo he respondido esas llamadas? ¿Sin demora, como Jonás y los apóstoles o sentí que no podía seguirlo al señor porque hay otras cosas “primero” que tengo que hacer?
¿Qué situaciones hoy hacen que no me encuentre libre de ataduras para seguir a Cristo?
Oración:
Vamos a pedirle hoy al Señor que, a ejemplo de los apóstoles, no permitamos nunca que los bienes de la tierra constituyan un impedimento para acudir sin demoras a su llamado.
Libra mis ojos de la muerte; dales la luz, que es su destino. Yo, como el ciego del camino, pido un milagro para verte.
Haz de esta piedra de mis manos una herramienta constructiva, cura su fiebre posesiva y ábrela al bien de mis hermanos.
Haz que mi pie vaya ligero. Da de tu pan y de tu vaso al que te sigue, paso a paso, por lo más duro del sendero.
Que yo comprenda, Señor mío, al que se queja y retrocede; que el corazón no se me quede desentendidamente frío.
Guarda mi fe del enemigo. ¡Tantos me dicen que estás muerto!
Y entre la sombra y el desierto dame tu mano y ven conmigo. Amén.
Liturgia de las Horas - Himnos de las Vísperas del Lunes de la Primera Semana
Lecturas de la semana:
LUNES 26: Tito 1, 1-5; Salmo 95; Lucas 10, 1-9.
MARTES 27: Hebreos 10, 1-10; Salmo 39; Marcos 3, 31-35.
MIERCOLES 28: Hebreos 10, 11-18; Salmo 109; Marcos 4, 1-20.
JUEVES 29: Hebreos 10, 19-25; Salmo 23; Marcos, 4,21-25.
VIERNES 30: Hebreos 10, 32-39; Salmo 36; Marcos 4. 26-34.
SABADO 31: Hebreos 11, 1-2. 8-19; Salmo Lc. 1,69-70.71-72.73-75; Marcos 4, 35-40.
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria, Catholic.net, Homilia.com. “Claves para Lectio Divina para Jóvenes” Proyecto Lectionautas CEBIPAL/CELAM – SOCIEDADES BIBLICAS UNIDAS Hno. Ricardo Grzona, frp.
Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785
Te esperamos los sábados 17:30 h.
para leer la Biblia en la Parroquia San José: Brandsen 4970 Villa Dominico
Círculo Bíblico San José miencuentroconjesus@yahoo.com.ar
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