¡Con su Palabra, Jesús se nos revela y sale a nuestro encuentro, para que experimentemos al Dios de la vida!
Intención para la evangelización ‐
"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"
Del libro de la Sabiduría 6, 12-16
sábado, 19 de junio de 2021
“Confiar y entregarse totalmente”
viernes, 18 de junio de 2021
“¿Por qué tienen miedo?”
Décimo segundo domingo
Lecturas 20-6-21, Ciclo B
” Ven Espíritu Santo”
Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que abra mis ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guie y asista al meditar tus enseñanzas, para que pueda saborearla y comprenderla, para que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la Verdad completa. Amén
Lectura del
libro de Job 38, 1. 8-11
El Señor
habló a Job desde la tempestad, diciendo: ¿Quién encerró con dos puertas al
mar, cuando él salía a borbotones del vientre materno, cuando le puse una nube
por vestido y por pañales, densos nubarrones? Yo tracé un límite alrededor de
él, le puse cerrojos y puertas, y le dije: «Llegarás hasta aquí y no pasarás;
aquí se quebrará la soberbia de tus olas.» Palabra de Dios.
Salmo 106, R. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!
Los que viajaron en barco por el mar, para traficar, por las aguas inmensas, contemplaron las obras del Señor, sus
maravillas en el océano profundo. R.
Con su
palabra desató un vendaval, que encrespaba las olas del océano: ellos subían
hasta el cielo, bajaban al abismo, se sentían desfallecer por el mareo. R.
Pero en
la angustia invocaron al Señor, y él los libró de sus tribulaciones: cambió el
huracán en una brisa suave y se aplacaron las olas del mar. R.
Entonces se alegraron de aquella calma, y el Señor los condujo al puerto deseado. Den gracias al Señor por su misericordia y por sus maravillas en favor de los hombres. R.
2° carta de Pablo
a los Corintios 5, 14-17
Hermanos: El amor de Cristo nos apremia, al considerar que si uno solo murió por todos, entonces todos han muerto. Y él murió por todos, a fin de que los que viven no vivan más para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. Por eso nosotros, de ahora en adelante, ya no conocemos a nadie con criterios puramente humanos; y si conocimos a Cristo de esa manera, ya no lo conocemos más así. El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente. Palabra de Dios.
Santo
Evangelio según San Marcos 4, 35 - 41
Un día al atardecer, Jesús dijo a sus
discípulos: «Crucemos a la otra orilla.» Ellos, dejando a la multitud, lo
llevaron en la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.
Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se
iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo
despertaron y le dijeron: «¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?” Despertándose,
él increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio! ¡Cállate!» El viento se aplacó
y sobrevino una gran calma. Después les dijo: «¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no
tienen fe?» Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: «¿Quién es
este, que hasta el viento y el mar le obedecen?» Palabra del Señor.
Hoy, en estos tiempos de «fuertes tempestades», nos vemos interpelados por el Evangelio, la humanidad ha vivido dramas que, como olas violentas, han irrumpido sobre hombres y pueblos enteros, y, a veces, nos sale del alma preguntarle: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?» (Mc 4,38); ¿por qué ocurren estos hechos?
El relato de la tempestad en
el lago de Galilea, quiere ser una catequesis sobre la fe del discípulo y la
identidad de Jesús. Quiere suscitar, antes que nada, una Fe
suficientemente madura como para saber encontrar paz y serenidad, hasta en los
momentos difíciles en que Dios parece estar ausente.
En la primera lectura vemos cómo el Señor le contesta a Job desde un torbellino, una forma muy común en el Antiguo Testamento para las apariciones de Dios. Le muestra lo que el Señor es capaz de hacer por el ser humano, hasta frenar el mar para que no irrumpa contra él. Las comunidades crecen en medio de dificultades y conflictos. Se encuentran asediadas por muchas amenazas internas y externas. Son como una pequeña barca navegando en altamar, en aguas turbulentas. Cunde la desesperación y el desencanto. Job es el símbolo de la paciencia y la resistencia. Se siente asediado por todas partes. Dios lo interpela haciéndole caer en cuenta de que él es el Señor de la historia, las dificultades de la vida no podrán derrotar a quien pone toda su confianza en Dios.
“La tempestad calmada”.
Jesús invita a sus discípulos a navegar por el lago para cruzar al otro lado.
El lago al que se refiere es el de Genesaret, llamado también Mar de Galilea,
Mar de Tiberíades o Lago de Kinneret. Es, en sentido estricto un lago de agua
dulce que está al norte de Palestina al este de la Galilea. En sus orillas se
encontraban muchas aldeas de las cuales se destaca Cafarnaúm. Es un lago más
bien tranquilo pero que tiene la particularidad que en algunas circunstancias,
por determinados elementos climatológicos, se generan vientos muy fuertes de
manera repentina. Los vientos levantan el oleaje dificultando y haciendo
peligrar la navegación. Esto es lo que ocurre en nuestro relato. Es importante
agregar además que para los antiguos el mar simbolizaba el poder de lo
desconocido e incluso los poderes negativos, contrarios al bien. Un mar
embravecido era signo entonces de la presencia del mal y de las dificultades en
la vida de un hombre o una comunidad.
Los discípulos de Jesús
comienzan a sentir inquietud cuando perciben que las mismas olas se meten en la
barca y ésta se va llenando de agua. En ese momento se deciden a “despertar” al
Maestro gritando dado que la dificultad es grande y Jesús está recostado y
durmiendo. El Señor se despierta, se levanta y ordena con poder soberano al
viento y al mar que se calmen. En ese mismo momento se produce la calma y todo
queda totalmente tranquilo. Jesús entonces se dirige a sus discípulos con una
doble pregunta donde conecta el miedo que ellos experimentan con la falta de
confianza en Él. Ellos se asombran del poder de Jesús que manda con soberanía
hasta el viento y el mar. Antes tenían miedo a la tempestad. Ahora parecen
temer a Jesús. Sin embargo, algo decisivo se ha producido en ellos: han
recurrido a Jesús; han podido experimentar en él una fuerza salvadora que no
conocían; comienzan a preguntarse por su identidad. Comienzan a intuir que con
Él todo es posible.
No fue
suficiente la habilidad de los apóstoles para superar la situación, fue
necesaria la intervención del Señor para calmar el viento y las olas.
Muchas veces nos sentimos amenazados de distintas formas, la injusticia, la
violencia y la corrupción, por una parte; el consumismo, el relativismo y el
sensualismo por otra. Sentimos la tentación de ceder. Fácilmente caemos en el
pesimismo y la resignación. Desistimos de todo esfuerzo y dejamos que la
historia empuje la barca a su propio viento. El ambiente nos ahoga y nos
sentimos perdidos, desorientados o perplejos. Las palabras de Pablo resultan
alentadoras: Cristo murió y resucitó; con él hemos muerto nosotros, y tenemos
la firme esperanza de participar en su resurrección. Sólo la certeza de que
Jesús camina con nosotros nos puede ayudar a vencer los miedos y las
incertidumbres y a “remar mar adentro, hacia aguas profundas”.
Si depositamos nuestra
confianza en el Señor podremos encarar los problemas con serenidad. La virtud de la serenidad es una rara virtud que nos enseña ver las cosas desde
el ángulo de la fe y darles su verdadero valor. Nos falta la serenidad cuando deformamos
la realidad y hacemos de un grano de arena una montaña. Cuantas veces, los
problemas que hoy nos parecen insalvables, al cabo de un tiempo nos damos
cuenta de su insignificancia. La confianza en el Señor nos va a dar la
serenidad de la mente, para no ser esclavos de nuestros nervios, o víctimas de
nuestra imaginación.
La confianza en el Señor nos va a dar la serenidad del corazón, para no vernos
consumidos por la ansiedad ni por la angustia. La confianza en el Señor nos va
a dar también la serenidad en nuestra acción, para evitar el derroche inútil de
nuestras fuerzas.
Sea en la tormenta, sea en la calma, Dios está presente. Y Él desea que nos
demos cuenta de que está allí, en la vida de cada uno de nosotros, esperando
que sepamos de su presencia silenciosa. El Señor está derramando sus gracias
para guiarnos por esta vida que es la travesía que nos lleva a la otra: la Vida
Eterna.
En la carta a
los Corintios se expone la nueva humanidad que a través de la muerte de Cristo
recobra la vida plena. Cristo murió por todos para que todos tengamos vida por
medio de él. El amor de Cristo ha sido tan grande que nos ha rescatado de la
muerte y de la esclavitud del pecado, y nos ha hecho partícipes de la vida
nueva. Lo antiguo ha sido superado por la muerte y resurrección del Señor.
Hoy. Con frecuencia también se levanta la tempestad a nuestro alrededor o dentro de nosotros. Parece que nuestra pobre barca no aguanta más y que corre el riesgo de hundirse. Y puede darnos la impresión de que Dios guarda silencio; y las olas se nos vienen encima. Las dificultades de nuestra vida nos superan. Puede tratarse de enfermedades, dificultades económicas, la falta de trabajo, problemas con los hijos o en el matrimonio: ¿Cuáles son hoy, las “olas” que inundan la barca de mi vida? ¿Cómo reacciono ante todo esto? ¿Podemos sentirnos abandonados, solos, indefensos, cuando sabemos que Jesús es más fuerte que todo lo que pueda dañarnos? ¿Confío o no confío en el Señor?
Oración. Pidamos
a María, ella que frente a las muchas dificultades y dolores que debió pasar
durante su vida, mantuvo siempre la confianza en el Señor y la serenidad del
corazón y de la mente, que nos ayude a luchar con firmeza y perseverancia para
adquirir la virtud de la serenidad, con la seguridad de que siempre vamos a
contar con el auxilio del Señor para calmar la tempestad que nos amenaza.
Las pasiones son una realidad en nosotros. La
imaginación puede turbar nuestras mentes. Los nervios existen en todos
nosotros. Necesitamos depositar, como Santa Teresa nuestra confianza en el
Señor. Ella decía:
Nada te turbe, nada te espante.
Todo se pasa, Dios no se muda.
La paciencia todo lo alcanza, Quien a Dios tiene, nada le falta Solo Dios basta.
Cuando nos hundimos por nuestros miedos:
Ven con tu poder
Señor…
Cuando nos hundimos por nuestras desesperanzas: Ven con tu poder Señor…
Cuando nos hundimos por el pecado en nuestra vida: Ven con tu poder Señor…
Cuarto domingo de Pascua, “Yo Soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen a mí”
Quinto domingo de Pascua, “El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto”
Sexto domingo de Pascua, “Ámense los unos a los otros, como yo los he amado”
Ascensión, “Vayan por todo el mundo, anuncien la buena Noticia a toda la creación”
Pentecostés, “Reciban el Espíritu Santo”
Santísima Trinidad, “…bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”
Cuerpo y Sangre de Cristo, “Tomen, esto es mi Cuerpo”
Décimo primer domingo, “El Reino de Dios es como…”
Aclaración: Se han consultado para la preparación del siguiente texto: El libro del Pueblo de Dios. Centro Bíblico del CELAM. Donbosco.org.ar. Dominicos.org. José Antonio Pagola. ACIprensa.
Círculo Bíblico San José