Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

viernes, 19 de marzo de 2010

Quinto Domingo de Cuaresma, …“El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra”

Lecturas del 21-03-10 – Ciclo C –

Lectura libro del profeta Isaías 43, 16-21

Así habla el Señor, el que abrió un camino a través del mar y un sendero entre las aguas impetuosas; el que hizo salir carros de guerra y caballos, todo un ejército de hombres aguerridos; ellos quedaron tendidos, no se levantarán, se extinguieron, se consumieron como una mecha.
No se acuerden de las cosas pasadas, no piensen en las cosas antiguas; yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta?
Sí, pondré un camino en el desierto y ríos en la estepa.Me glorificarán las fieras salvajes, los chacales y los avestruces; porque haré brotar agua en el desierto y ríos en la estepa, para dar de beber a mí Pueblo, mi elegido, el Pueblo que yo me formé para que pregonara mi alabanza.
Palabra de Dios.

Salmo 125

R. ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros
y estamos rebosantes de alegría!
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía que soñábamos: nuestra boca se llenó de risas y nuestros labios, de canciones. R.

Hasta los mismos paganos decían: «¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!» ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría! R.

¡Cambia, Señor, nuestra suerte como los torrentes del Négueb! Los que siembran entre lágrimas cosecharán entre canciones. R.

El sembrador va llorando cuando esparce la semilla, pero vuelve cantando cuando trae las gavillas. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos 3, 8-14

Hermanos: Todo me parece una desventaja comparado con el inapreciable conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él, he sacrificado todas las cosas, a las que considero como desperdicio, con tal de ganar a Cristo y estar unido a él, no con mi propia justicia -la que procede de la Ley- sino con aquella que nace de la fe en Cristo, la que viene de Dios y se funda en la fe.
Así podré conocerlo a él, conocer el poder de su resurrección y participar de sus sufrimientos, hasta hacerme semejante a él en la muerte, a fin de llegar, si es posible, a la resurrección de entre los muertos.
Esto no quiere decir que haya alcanzado la meta ni logrado la perfección, pero sigo mi carrera con la esperanza de alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús.
Hermanos, yo no pretendo haberlo alcanzado. Digo solamente esto: olvidándome del camino recorrido, me lanzo hacia adelante y corro en dirección a la meta, para alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús. Palabra de Dios.

Lectura s. Evangelio según san Juan 8, 1-11

Jesús fue al monte de los Olivos. Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles.
Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?» Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo.
Como insistían, se enderezó y les dijo: «El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra.» E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo.
Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose, le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?»
Ella le respondió: «Nadie, Señor.»
«Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante.»
Palabra del Señor.

Reflexión:

JESUS, MISERICORDIA DEL PADRE

La mujer adúltera

Para entender mejor el texto

En Israel, el adulterio era tenido por delito público y falta contra lo prescripto por Dios. La ley lo castigaba con la muerte, tal como aparece en el Levítico 20. Pero la tradición y las costumbres hicieron de esta ley, como de tantas otras, una interpretación machista. Ya así, el adulterio del hombre casado sólo era tal si tenía relaciones con una mujer casada, pro si ésta era soltera, esclava o prostituta, no se consideraba como adulterio su falta. Para la mujer casada, bastaba que tuviera relaciones con cualquier hombre. Por otra parte, la mujer sospechosa de adulterio era sometida a una prueba pública a tomar aguas amargas. Si se le hinchaba el vientre era cierto el adulterio; si no sentía malestares, todo quedaba en falsa sospecha (Números 5, 11-31). Esta prueba la realizaban los sacerdotes. El hombre no podía ser sometido a semejante rito. En todo caso, comprobado el adulterio, los pecadores-él y/o ella-debían ser apedreados por la comunidad.

El Evangelio pone de relieve muchas veces el contraste que se da entre nuestros juicios sobre los demás (severos) y sobre nosotros mismos (indulgentes). También se observa la diferencia entre el juicio del sistema imperante (implacable) y el de Dios (misericordioso). En este pasaje vemos a los letrados y fariseos representan la dureza de una actitud antievangélica. “La mujer sorprendida en adulterio” es la imagen de un pueblo que no es inocente, pero que es habitualmente maltratado por quienes lo dominan, y maltratado en nombre de la Ley de Dios. La narración tiene de trasfondo la trampa tendida a Jesús por sus enemigos: o absolución (contra la Ley judía) o condenación (contra la ley romana, que prohibía a los judíos matar por su cuenta). El juicio de Jesús, sin embargo, es doble: a los acusadores les devuelve su pecado, y a la acusada le da el perdón, la paz y un futuro nuevo. Este modo de obrar nos manifiesta el rostro de Dios.

Un pasaje en el que hay mucho que aprender

La acogida de la pecadora. También Dios, en vez de condenar al pecador, lo acoge para que se rehabilite. La imagen de la mujer adultera junto a Jesús puede representar cualquier comunidad cristiana, a cualquiera de nosotros, que necesitamos y somos acogidos más allá de lo que nos atrevemos a pedir, más allá de lo que la sociedad y la ley nos ofrece.

Llamar las cosas por sus nombres. Jesús llama pecado al pecado: “Vete y en adelante no vuelvas a pecar” esto tiene su importancia en una sociedad y cultura que trata hasta de borrar la palabra pecado de su lenguaje. Jesús le da importancia. Su acogida, su perdón, no es una exculpación sino una rehabilitación.

Jesús pone en evidencia a los acusadores. No sabemos lo que escribía en el suelo, sobre la tierra, pero algo nos hace sospechar al ver que los acusadores se fueron marchando, empezando por los más viejos… Además lo dice con claridad: “El que no tenga pecado, que tire la primera piedra”.

No supervalorar el pecado sexual. Jesús fue siempre misericordioso, comprensivo, tolerante con esa amplia gama de debilidades humanas relacionadas con el sexo y con la astuta supervivencia de los pobres. En cambio, fue mucho más duro con la hipocresía y la injusticia de los más fuertes y poderosos. Nunca llamó “raza de víboras” a los que la religión oficial calificaba de pecadores y malditos, sino que ese insulto lo reservó precisamente para los dirigentes. Por desgracia, muchas veces, la Iglesia ha supervalorado el pecado sexual. Jesús no le quita importancia pero, desde luego, no se la da más que a otros. La comunidad cristiana debe saber localizar, al igual que Jesús, el auténtico pecado que separa de Dios y nos aisla de los hermanos.

Orar siempre con misericordia. Los acusadores niegan a la mujer adúltera la posibilidad de un cambio. No le dan porvenir. Bajo las piedras, que sostienen en las manos impacientes, no intentan sólo sepultar el pasado, sino la persona misma de Jesús, con su misericordia y perdón, liquida definitivamente el pasado y entrega a la pecadora un futuro intacto. El castigo querido por fariseos y letrados es estéril: el perdón de Jesús es creativo. Aquellos echan en cara a la mujer su culpa vergonzante, emiten juicios severos sobre los demás en relación con su culpabilidad. Jesús, no condenándola, la rehabilita como persona ante Dios, ante los demás y ante ella misma.

Lanza piedras. Qué cómodo es juzgar a las personas desde los criterios seguros. Hay personas de bien y gente indeseable; personas con solvencia y gente con antecedentes penales; bienhechores de la sociedad y malhechores, ciudadanos y emigrantes. Qué fácil y que injusto puede ser apelar a la ley para condenar a tantas personas marginadas y excluidas o incapacitadas para vivir integradas en nuestras sociedad conforme a “ley del ciudadano ideal”.
Hay comportamientos que socialmente no son admitidos. Por ejemplo, no se ve bien a las personas que están enganchadas a la droga, o a las que han caído en la prostitución, y rápidamente pasamos a enjuiciarlas: “son unas viciosas, gente de mal vivir”… solemos juzgar a los demás según nuestro modo de ver las cosas, de acuerdo a nuestra forma personal de situarnos ante la vida: “ese no sabe organizarse”, “aquella derrocha el dinero”,” vaya ideas que tiene éste”…

¿A qué tipo de personas suele juzgar con más dureza nuestra sociedad?
¿¡Qué se dice de ellas?

Y tú, ¿a quién juzgas más duramente?

• las pedradas que yo he recibido…
• las piedras que yo he lanzado.
• las piedras con las que la sociedad golpea la vida de muchas personas…

Frente a tantos enjuiciamientos y condenas fáciles, Jesús nos invita a no condenar fríamente a los demás desde la pura objetividad de una ley, sino comprenderlos desde nuestra propia conducta personal.

Antes de arrojar piedras contra nadie, hemos de saber juzgar nuestro propio pecado. Quizás descubramos entonces que lo que muchas personas necesitan no es la condena de la ley sino que alguien les ayude y les ofrezca una posibilidad de rehabilitación.
Lo que la mujer adultera necesitaba no eran piedras, sino un corazón misericordioso y una mano amiga que le ayudara a levantarse.

Cuaresma nos invita a que dejemos las piedras en el suelo…
P. Daniel Silva


En este tiempo propicio para la reconciliación, pidamos a María que nos ayude a poner en práctica las enseñanzas de este Evangelio: Que condenemos al pecado pero nunca al pecador, y que, como la mujer adúltera, tomemos la decisión firme de acudir en estos días de preparación para la Pascua, a recibir el perdón del Señor mediante el sacramento de la Confesión.

Avisos Parroquiales:

Se encuentra abierta la inscripción para:

Primera Comunión, se necesita estar cursando como mínimo tercer grado.
Confirmación, estar cursando quinto grado.

Anotarse de lunes a viernes de 17 a 19 hs. En secretaría parroquial.

19 de Marzo: San José. Ver programa con los horarios de las Fiestas Patronales.


Lecturas de la semana:

Lunes 22: Dn. 13, 1-9.15-17.19-30.33-62; Sal. 22; Jn. 8, 12-20.
Martes 23: Nm. 21, 4-9; Sal. 101; Jn. 8, 21-30.
Miércoles 24: Dn. 3,14-20. 91-92. 95; Sal. Dn. 3, 52-56; Jn. 8, 31-42.
Jueves 25: Is. 7, 10-14. 8, 10; Sal. 39; Heb. 10, 4-10; Lc. 1.26-38.
Viernes 26: Jr. 20, 10-13; 88; Sal. 17; Jn. 10, 31-42.
Sábado 27: Ez. 37, 21-28; Sal. Jr. 31, 10-23; Jn. 11, 45-57.


Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria.

Te esperamos los sábados 17:00 h.
Para Compartir la Palabra de Jesús,
en la Parroquia San José:
Brandsen 4970 Villa Dominico.

Círculo Bíblico San José

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domingo, 14 de marzo de 2010

Cuarto Domingo de Cuaresma, “Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti…”

Lecturas del 14-03-10 – Ciclo C –

Libro de Josué 4,19; 5, 9a. 10-12

El pueblo salió del Jordán el día diez del primer mes, y estableció su campamento en Guilgal, en el extremo oriental de Jericó.
El Señor dijo a Josué: «Hoy he quitado de encima de ustedes el oprobio de Egipto.»
Los israelitas acamparon en Guilgal, y el catorce del mes, por la tarde, celebraron la Pascua en la llanura de Jericó.
Al día siguiente de la Pascua, comieron de los productos del país -pan sin levadura y granos tostados- ese mismo día.
El maná dejó de caer al día siguiente, cuando comieron los productos del país. Ya no hubo más maná para los israelitas, y aquel año comieron los frutos de la tierra de Canaán. Palabra de Dios.

Salmo 33

R. ¡Gusten y vean que bueno es el Señor!

Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor: que lo oigan los humildes y se alegren. R.
Glorifiquen conmigo al Señor, alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: él me respondió y me libró de todos mis temores. R.

Miren hacia él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor: él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 5, 17-21

Hermanos:
El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente.
Y todo esto procede de Dios, que nos reconcilió con él por intermedio de Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación. Porque es Dios el que estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo, no teniendo en cuenta los pecados de los hombres, y confiándonos la palabra de la reconciliación.
Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro.
Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo: Déjense reconciliar con Dios.
A aquel que no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por él.
Palabra de Dios.

S. Evangelio según san Lucas 15, 1-3. 11-32

Todos los publícanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos.» Jesús les dijo entonces esta parábola:
«Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte de herencia que me corresponde." Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa.
Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones.
Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.
Entonces recapacitó y dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!" Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: "Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros."
Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó.
El joven le dijo: "Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo."
Pero el padre dijo a sus servidores: "Traigan enseguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado." Y comenzó la fiesta.
El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó qué significaba eso.
El le respondió: "Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo."
El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: "Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!"
Pero el padre le dijo: "Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado."» Palabra del Señor

Reflexión

A través de esta lectura nuestro Señor dirige una emotiva llamada a la conversión, a recomenzar con un nuevo ardor en nuestra vida cristiana, la parábola del “Padre misericordioso”, nos deja una enseñanza y es que nuestro Padre, siempre nos espera, la vuelta a Dios es siempre posible, por disparatados que hayan sido nuestros caminos en el pasado. Tomar conciencia que vamos por el camino incorrecto (arrepentirse), volver a transitar el camino de Dios (convertirse), recomenzar: tres etapas necesarias y sucesivas en el itinerario de nuestra vida espiritual.
"Dejaos reconciliar con Dios", he aquí una clave de lectura de los textos litúrgicos de este domingo de cuaresma. En la primera lectura Dios se reconcilia con su pueblo, concediéndole entrar en la tierra prometida, después de cuarenta años de vagar sin rumbo por el desierto. En la parábola evangélica el padre se reconcilia con el hijo menor, y, aunque no tan claramente, también con el hijo mayor. Finalmente, en la segunda lectura, san Pablo nos enseña que Dios nos ha reconciliado consigo mismo por medio de Cristo y nos ha confiado el ministerio de la reconciliación.

Todo, en esta parábola, es sorprendente; nunca había sido descrito Dios a los hombres con estos rasgos. Tiene un poder increíble para actuar en la mente, en el corazón, en la fantasía, en la memoria. Sabe tocar los puntos más diversos: el arrepentimiento, la vergüenza, la nostalgia.

¿Pero quiénes eran los pecadores, qué categoría de personas era designada con este término?
Los fariseos tenían una visión propia de la ley y de lo que es conforme o contrario a ella, y consideraban réprobos a todos los que no se conformaban con su rígida interpretación de la ley. Pecadores, en resumen, eran para ellos todos los que no seguían sus tradiciones y dictámenes.

Jesús condena este proceder estableciendo por cuenta propia cuál es la verdadera justicia y despreciar a los demás, negándoles hasta la posibilidad de cambiar.
Jesús se opuso a las empalizadas que se levantaban en el cuerpo de Israel, por las cuales algunos israelitas eran tratados como si estuvieran fuera de la alianza y excluidos de la gracia de Dios.

El evangelio comienza diciendo “Un hombre tenía dos hijos” y podemos preguntarnos a cuál de los dos hijos nos gustaría parecernos: uno no había sabido entregar su alma; el otro no había sabido entregar su corazón. Ambos han entristecido a su padre; ambos se han mostrado duros con él; ambos han ignorado su bondad. Uno por su desobediencia y el otro “a pesar” de su obediencia.
¿A cuál nos gustaría parecernos? ¿Al dilapidador? ¿Al calculador?
No hay en la parábola un tercer hijo al que pudiéramos referirnos y, por lo tanto, nos vemos obligados a convenir en que somos el uno o el otro... o tal vez el uno “y” el otro.

Se nos muestran dos hijos muy singulares, pero también un padre singular, un padre que no hace nada para oponerse al capricho insolente y estúpido de su hijo menor, sin reprocharle nada. Y el final de la historia no es más edificante que el comienzo. Cuando el hijo mayor se niega a tomar parte en el banquete, es el padre quien tiene que molestarse en rogarle que entre.

¿Qué clase de casa es ésa, en la que son los hijos los que mandan? ¿Cuándo se decidirá de una vez ese padre a decir: “quiero”, “mando”?
Parece realmente que este padre es un padre que no ha sabido educar a sus hijos.
Pero...., no nos encontramos en una casa de la tierra. Ese padre que pide en lugar de mandar, que da y no sabe decir no, que perdona en lugar de castigar... Ese padre que no tiene igual aquí abajo: es nuestro Padre del Cielo. Ese Padre de quien San Juan nos ha dado a conocer el nombre: “Dios es amor”.
Es fácil reconocerlo en la parábola. Ese Dios que calla y desaparece, ese Dios que da y que perdona... nos ha puesto una sola ley: amarás. El amor, es la única ley en la casa del Padre.
Pero el amor tiene por condición la libertad. No hay ser humano que pueda ser obligado a amar. La libertad es condición del amor. Dios, que nos ama y porque nos ama, y porque espera de nosotros amor y no quiere de nosotros más que amor; ha corrido el gran riesgo del amor; y para nosotros el gran riesgo de la libertad.
Tenemos –quizás por desgracia-, ese prodigioso y triste poder de negarle o regatearle a Dios nuestro amor. Es la historia de esos dos hijos de la parábola: la historia del pecado. Nuestra propia historia.
El hijo menor abandonó a su padre, no porque deseara llevar una vida disoluta, sino porque no quería seguir obedeciendo a su padre; Su pecado comenzó el día en que dejó de amar a su padre por encima de todo y más que a sí mismo. El pecado estuvo antes en su espíritu. Ahí es donde siempre hay que descubrir el pecado.
Después del pecado del rebelde, del infiel;... viene el pecado discreto, insospechado, el pecado de la mayor parte de nosotros, el pecado del hijo mayor, pues él era exteriormente el modelo de obediencia.
Ese hijo no ha desobedecido nunca, justo al revés que el hijo menor. Se le podría citar como ejemplo; Detrás de ese exterior suyo virtuoso, se muestran de repente los malos sentimientos. En un instante, ese modelo de obediencia va a revelarse como ambicioso, envidioso, avaro, malvado, duro.

Asimismo pasa con nosotros. Quizás nos toman por mejores que los demás. Nosotros mismos pensamos con naturalidad que, cuando se habla de pecadores, se trata de los demás.
Es un buen momento para preguntarnos ¿Cómo no sentimos nosotros? Todos somos egoístas, todos somos pecadores. Habría motivos para desesperarse, si nuestro Señor no hubiera venido a llamar a los pecadores y si a los justos.

Por eso nuestra parábola termina con alegría que se desborda y se convierte en fiesta. Aquel padre no cabe en sí y no sabe qué inventar: ordena sacar el vestido de lujo, el anillo con el sello de familia, matar el ternero cebado, y dice a todos: «Comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido hallado».
Pidamos al Señor hoy, la gracia de una sincera conversión que nos haga capaces de volver a Dios, desde el lugar en que estemos hoy.

Avisos Parroquiales:

Se encuentra abierta la inscripción para:

Primera Comunión, se necesita estar cursando como mínimo tercer grado.

Confirmación, estar cursando quinto grado.

Anotarse de lunes a viernes de 17 a 19 hs. En secretaría parroquial.

19 de Marzo: San José. Ver programa con los horarios de las Fiestas Patronales.


Lecturas de la semana:

Lunes 15: Is. 65, 17-21; Sal. 29; Jn. 4, 43-54.
Martes 16: Ez. 47, 1-9.12; Sal. 45; Jn. 5, 1-3.5-16.
Miércoles 17: Is. 48, 8-15; Sal. 144; Jn. 5, 17-30.
Jueves 18: Ex. 32, 7-14; Sal. 105; Jn. 5, 31-47.
Viernes 19: 2Sm. 7,4-5ª.12-14ª.16; Sal. 88; Rm. 4, 13. 16-18.22; Mt. 1, 16. 18-21.24a.
Sábado 20: Jr. 11, 18-20; Sal. 7; Jn. 7, 40-53.


Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria y reflexiones del P. Raniero Cantalamessa.


Te esperamos los sábados 17:00 h.
Para Compartir la Palabra de Jesús,
en la Parroquia San José:
Brandsen 4970 Villa Dominico.

Círculo Bíblico San José

miencuentroconjesus@yahoo.com.ar

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