El
Servicio a Dios
Vigésimo
séptimo domingo durante el año
Lecturas del 2 - 10 – 16 – Ciclo C –
Libro de Habacuc 1,2-3.2,2-4 .
¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que tú escuches, clamaré hacia ti: "¡Violencia", sin que tú salves? ¿Por qué me haces ver la iniquidad y te quedas mirando la opresión? No veo más que saqueo y violencia, hay contiendas y aumenta la discordia.
El Señor me respondió y dijo: Escribe la visión, grábala sobre unas tablas para que se la pueda leer de corrido. Porque la visión aguarda el momento fijado, ansía llegar a término y no fallará; si parece que se demora, espérala, porque vendrá seguramente, y no tardará.
El que no tiene el alma recta, sucumbirá, pero el justo vivirá por su fidelidad. Palabra de Dios.
Salmo 94
¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que tú escuches, clamaré hacia ti: "¡Violencia", sin que tú salves? ¿Por qué me haces ver la iniquidad y te quedas mirando la opresión? No veo más que saqueo y violencia, hay contiendas y aumenta la discordia.
El Señor me respondió y dijo: Escribe la visión, grábala sobre unas tablas para que se la pueda leer de corrido. Porque la visión aguarda el momento fijado, ansía llegar a término y no fallará; si parece que se demora, espérala, porque vendrá seguramente, y no tardará.
El que no tiene el alma recta, sucumbirá, pero el justo vivirá por su fidelidad. Palabra de Dios.
Salmo 94
R: Ojalá hoy escuchemos la voz del Señor
¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor, aclamemos a la Roca que nos
salva! ¡Lleguemos hasta él dándole gracias, aclamemos con música al Señor!
R
¡Entren, inclinémonos para adorarlo! ¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó! Porque él es nuestro Dios, y nosotros, el pueblo que él apacienta, las ovejas conducidas por su mano. R
Ojalá hoy escuchen la voz del Señor: "No endurezcan su corazón como en Meribá, como en el día de Masá, en el desierto, cuando sus padres me tentaron y provocaron, aunque habían visto mis obras. R
2º Carta de S. Pablo a Timoteo 1,6-8.13-14.
Querido hermano: Te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido por la imposición de mis manos. Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad. No te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que soy su prisionero.
¡Entren, inclinémonos para adorarlo! ¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó! Porque él es nuestro Dios, y nosotros, el pueblo que él apacienta, las ovejas conducidas por su mano. R
Ojalá hoy escuchen la voz del Señor: "No endurezcan su corazón como en Meribá, como en el día de Masá, en el desierto, cuando sus padres me tentaron y provocaron, aunque habían visto mis obras. R
2º Carta de S. Pablo a Timoteo 1,6-8.13-14.
Querido hermano: Te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido por la imposición de mis manos. Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad. No te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que soy su prisionero.
Al
contrario, comparte conmigo los sufrimientos que es necesario padecer por el
Evangelio, animado con la fortaleza de Dios. Toma como norma las saludables
lecciones de fe y de amor a Cristo Jesús que has escuchado de mí. Conserva lo
que se te ha confiado, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.
Palabra
de Dios.
Evangelio según San Lucas 17,3b-10
Después dijo a sus discípulos: «Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños. Por lo tanto, ¡tengan cuidado! Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: “Me arrepiento”, perdónalo».
Los Apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe". El respondió: "Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', ella les obedecería.
Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: 'Ven pronto y siéntate a la mesa'? ¿No le dirá más bien: 'Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después'? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: 'Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber'". Palabra del Señor.
Evangelio según San Lucas 17,3b-10
Después dijo a sus discípulos: «Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños. Por lo tanto, ¡tengan cuidado! Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: “Me arrepiento”, perdónalo».
Los Apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe". El respondió: "Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', ella les obedecería.
Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: 'Ven pronto y siéntate a la mesa'? ¿No le dirá más bien: 'Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después'? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: 'Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber'". Palabra del Señor.
Señor, abre mi espíritu y dame inteligencia, en vano
leeré o escucharé tu Palabra si Tú no haces que penetre en mi corazón. Concédeme
ardor para buscarla, docilidad para aceptarla y fidelidad para cumplirla.
Amén
Reflexión:
Seguimos caminando junto con los discípulos en el seguimiento de Jesús rumbo a Jerusalén, en la “subida” el evangelio de Lucas nos va haciendo vivir con sumo cuidado las lecciones más importantes del discipulado, de manera que “el discípulo bien formado sea como su Maestro.
Seguimos caminando junto con los discípulos en el seguimiento de Jesús rumbo a Jerusalén, en la “subida” el evangelio de Lucas nos va haciendo vivir con sumo cuidado las lecciones más importantes del discipulado, de manera que “el discípulo bien formado sea como su Maestro.
Salta
a la vista que el discipulado es siempre con-discipulado, es decir, no se
camina aislado de los demás porque el de Jesús es un camino compartido,
comunitario. Pero es evidente –y lo sabemos por experiencia- que nunca faltan
las dificultades: los roces, los malos entendidos, los abusos, las
negligencias, las personalidades fuertes o las muy frágiles. Por eso Jesús
ahora va tocando una a una algunas de estas realidades sentando posición al
respecto nos dice que tengamos cuidado con:
El
peligro de los escándalos, es decir, el volverse piedra de tropiezo
en el camino de otro; y la necesidad de perdonar los pecados
de los hermanos hacia fuera o contra
uno.
Después
de estas líneas sobre la conflictividad en las relaciones de repente se escucha
el grito de los discípulos: “¡Auméntanos la fe!”.
Los
discípulos sienten que no es fácil superar los escándalos y ofrecer el perdón,
reconocen la impotencia personal, por eso surge de sus
corazones la súplica por el crecimiento en la fe, es que piden que se les
aumente la fe como el recurso para lograrlo.
“¡Señor, auméntanos la fe!” es
un grito que se debe haber escuchado más de una vez ante situaciones difíciles
en la convivencia: “¡Es imposible!”, “¡No me siento capaz!”, “¡No se lo
merece!”. En el fondo podría haber un sentimiento de desesperanza frente a la
vida comunitaria donde varias veces al día puede haber conflictos. Pero además
de este ambiente comunitario, y puesto que se trata expresamente de una
petición de los “apóstoles”, la súplica por el crecimiento en la fe está
relacionada con la tarea propia de los apóstoles. Ellos fueron llamados
solemnemente por Jesús y han sido investidos con “autoridad y poder sobre todos
los demonios, y para curar enfermedades”. Su capacidad para obrar milagros está
relacionada con el don de la fe que es lo que en última instancia los
realiza.
El crecimiento de la fe. La
respuesta de Jesús, lejos de ser simple, parece agudizar el asunto, suena a
reclamo: “Si tuvieran fe como un grano de mostaza…”. Es
decir una poca cantidad de fe es capaz de hacer obras impensables.
El referente es un “grano de mostaza”, que es una hortaliza de grano muy pequeño y que crece hasta formar un arbolito que puede alcanzar incluso unos tres metros, por eso en la parábola es imagen de algo extremadamente pequeño que llega a ser grande.
El referente es un “grano de mostaza”, que es una hortaliza de grano muy pequeño y que crece hasta formar un arbolito que puede alcanzar incluso unos tres metros, por eso en la parábola es imagen de algo extremadamente pequeño que llega a ser grande.
La clave de la fe pascual. Para
la obra lucana la fe es la respuesta al anuncio del mensaje sobre el poder de
la resurrección del crucificado, es la acogida total de la Palabra –fuerza vital de
Cristo que germina en el oyente.
No
es necesaria una fe extraordinaria, sólo se necesita una pizca de fe. Pero,
¿Cómo es ésta fe? ¿Cuál es su contenido?
La necesidad de la humildad a la hora de cumplir con las
responsabilidades. “El siervo
que regresa del campo”. La parábola interroga directamente a los discípulos.
Para ello se vale de la descripción de la vida cotidiana de un esclavo que
después de haber trabajado de sol a en el campo de su patrón (sembrar el campo,
pastorear los rebaños) y, como se ve enseguida, debe atender las tareas
domésticas; el servicio ocupa completamente su
vida.
El
hecho es que –según la parábola- el regreso a casa de este siervo, no le da
tregua a sus oficios porque aún tiene que trabajar en los deberes caseros antes
de descansar: el servicio a su patrón va primero que la satisfacción de sus
necesidades personales como es la comida.
El
cumplimiento de todas estas tareas no lo hace acreedor a ninguna recompensa, no
es la base para reclamar derechos, lo único que importa es la satisfacción del
deber cumplido.
Llegamos
al momento crítico de la parábola. Una vez que se ha estado de acuerdo con lo
anterior parece tener que aceptarse también el que la jornada del siervo no
termine con un “gracias” por parte del patrón. Suena un poco chocante, pero se
comprende en el contexto de la manera de funcionar del sistema esclavista
antiguo. Todo se basa en el hecho de la pertenencia total del siervo a su
señor: el cumplimiento de los deberes no pone al patrón bajo obligación.
Ahora
bien, el hecho de que el patrón en principio no tenga obligación no quiere
decir que gratuitamente no pueda
agradecer.
La
radicalidad en el servicio –desde la más absoluta gratuidad en la entrega al
otro- mostrada por el siervo de la parábola la veremos en el servidor de todos
los siervos que es Jesús en el relato de la pasión: “Yo estoy en medio
de ustedes como el que sirve”.
Pero
el punto de vista que le interesa a la parábola es el del siervo: ¿Qué
expectativas debe tener? ¿Con qué intereses o motivaciones trabajará? “ustedes
como servidores”. ¿Con qué actitud se presentan ante Dios?
El servicio a Dios. Los
servidores de la comunidad de Jesús se confiesan “indignos” una expresión de
modestia que subraya el significado de “siervo”, queriendo decir que no tienen
necesidad de agradecerles: “sólo hemos cumplido con nuestro
deber”.
La
conciencia del servidor de Jesús es la de una persona que, abandonada en la fe,
con la vida centrada en su Señor, se da sin reservas y con gratuidad en el
servicio aspirando siempre al cumplimiento cabal de su “deber”. Recordemos en
el evangelio el término “deber” está relacionado con el cumplimiento del
proyecto de Dios; según esto entonces obrar por puro “deber” es obrar por puro
“amor”.
La
parábola está dirigida a los discípulos, y como tal, les pide que revisen su
actitud: el servicio a Dios y a los hermanos –que tiene como fundamento la
experiencia de la fe- no da ni adjudica derechos para paga alguna. Tampoco
autoriza para andar proclamando a los cuatro vientos lo que se ha hecho. Ni la
pretensión ni la vanidad pertenecen al espíritu de Jesús. El servidor de la
comunidad puede sentirse feliz por el hecho de haber cumplido bien su
tarea.
Es
aquí donde la fe –que se concreta en el vivir bajo el “Señorío” de Jesús- verdaderamente
“crece”, no por vías de cantidad sino por la ruta cualitativamente cierta, que
es la justa actitud con él, esto es, el abandono total y la confianza absoluta
en Dios en quien somos y lo tenemos todo. Es el reconocimiento humilde –y al
mismo tiempo feliz- de que nuestra vida depende de él.
Francisco:
“A veces hay arrogancia en el servir
a los pobres”
El papa subrayó: “Aquí sentimos de manera fuerte y concreta que somos todos hermanos. Aquí el único Padre es el Padre Celestial, y el único maestro es Jesucristo”. Recordando que “La primera cosa que quiero compartir es esta alegría de tener a Jesús como Maestro”.
Y les aconsejó: “Miremos hacia Él, esto nos da mucha fuerza, mucho consuelo en nuestras fragilidades, en nuestras miserias y dificultades”. Porque “todos los que estamos aquí somos iguales delante del Padre”, y señaló que “Jesús decidió hacerse hombre y como hombre hacerse siervo, hasta morir en la cruz”.
El
Papa precisó que esta es la vía del amor, y señaló que “la caridad no
es asistencialismo” porque advirtió que eso “es hacer negocios”.
"Ojalá Jesús te vaya marcando el camino para encontrarte con quien necesita más.
"Ojalá Jesús te vaya marcando el camino para encontrarte con quien necesita más.
Tu corazón, cuando te encuentres con aquél que más necesita, se va a
empezar a agrandar, agrandar, agrandar, porque el encuentro multiplica la
capacidad del amor, agranda el corazón.
Oración del Papa Francisco para
el Jubileo de la Misericordia
Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a
ser misericordiosos como el Padre del cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo
ve también a Él. Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación.
Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo
y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena de buscar la
felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la
traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido.
Haz que cada uno de nosotros escuche
como propia la palabra que dijiste a la samaritana: ¡Si conocieras el don
de Dios!
Tú eres el rostro visible del Padre
invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el
perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor,
resucitado y glorioso.
Tú has querido que también tus ministros
fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera compasión por los
que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque
a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios.
Manda tu Espíritu y conságranos a todos
con su unción para que el Jubileo de la Misericordia sea un
año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo,
llevar la Buena Nueva
a los pobres proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y
restituir la vista a los ciegos.
Te lo pedimos por intercesión de María,
Madre de la Misericordia , a
ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los
siglos. Amén.
Aclaración: Se
han utilizado para la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de
Dios. Misioneros Oblatos. Servicio Bíblico Latinoamericano.
Lectio Divina: los Sábados 16 hs. en:
Círculo Bíblico San José
Parroquia San José: Brandsen 4970
V.
Domínico.
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