Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

jueves, 17 de noviembre de 2011

34º domingo durante el año, Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo


Lecturas del 20-11-11– Ciclo A –


“Vengan benditos de mi Padre”


Profecía de Ezequiel 34, 11-12. 15-17
Así habla el Señor: «¡Aquí estoy yo! Yo mismo voy a buscar mi rebaño y me ocuparé de él. Como el pastor se ocupa de su rebaño cuando está en medio de sus ovejas dispersas, así me ocuparé de mis ovejas y las libraré de todos los lugares donde se habían dispersado, en un día de nubes y tinieblas. 
Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las llevaré a descansar -oráculo del Señor- . Buscaré a la oveja perdida, haré volver a la descarriada, vendaré a la herida y curaré a la enferma, pero exterminaré a la que está gorda y robusta. Yo las apacentaré con justicia. 
En cuanto a ustedes, ovejas de mi rebaño, así habla el Señor: Yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carneros y chivos.»   
Palabra de Dios.

Salmo 22

R. El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. El me hace descansar en verdes praderas.  R.
Me conduce a las aguas tranquilas  y repara mis fuerzas; me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre.  R.
Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa.  R.
Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo.  R.

1º C de San Pablo a los Corintios 15, 20-26. 28
Hermanos: Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección.
En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo, cada uno según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos, luego, aquellos que estén unidos a él en el momento de su Venida. En seguida vendrá el fin, cuando Cristo entregue el Reino a Dios, el Padre, después de haber aniquilado todo Principado, Dominio y Poder. Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo de sus pies. El último enemigo que será vencido es la muerte. Y cuando el universo entero le sea sometido, el mismo Hijo se someterá también a aquel que le sometió todas las cosas, a fin de que Dios sea todo en todos.   Palabra de Dios.

Evangelio según san Mateo 25, 31-46
 Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.        
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: "Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver." 
Los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?"
Y el Rey les responderá: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo."     
Luego dirá a los de su izquierda: "Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron."             
Estos, a su vez, le preguntarán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?"
Y él les responderá: "Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo."
Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna.»    
Palabra del Señor.

Reflexión:
El juicio definitivo

Con la fiesta de hoy, Cristo Rey, cerramos el año litúrgico y nos disponemos a comenzar el tiempo del Adviento.  Este pasaje, en una especie de visión profética, nos muestra cuál es el criterio supremo para entrar y gozar del Reino, para ver y conocer a Dios. En Él se nos dice quiénes son verdaderos discípulos y seguidores de Jesús y cuál es la verdadera Iglesia.

La escena nos presenta un juicio público, universal.  El juez es “el Hijo del hombre”, Jesús. Aparecen dos grupos de personas cuyo comportamiento histórico ha sido  bien diferente.  El juicio es de separación, definitivo.  La sentencia se pronuncia en forma de bendición o maldición.  La sanción es heredar el Reino o ser arrojados al fuego eterno.

El criterio o medida que se utiliza es sorprendente y no importa si lo sabemos o no: lo que cuenta es la actitud de amor o indiferencia hacia cualquier ser humano necesitado, lo que se hace con uno de los más pequeños, se hace con Dios. Éste es el criterio definitivo y el mansaje final que Mateo dirige a sus lectores: hay que estar alerta, de forma activa, con la mirada puesta en el rostro concreto de cada ser humano necesitado. 

Lo que hacemos a los pobres, a los más pequeños, a los hambrientos, extranjeros, enfermos, desnudos, encarcelados… es lo que cuenta, es lo que hemos hecho a Dios. 
Increíble respuesta.  La parábola no menciona la oración, ni la comunidad, ni el culto, ni la eucaristía… Ni siquiera  cita la fe en Jesucristo.  Lo cual no quiere decir que tales puntos no sean importantes, más aún necesarios. 
Significa otra cosa: que puestos a dar la clave definitiva, o puestos a expresar lo que es esencial del verdadero cristiano y de la verdadera Iglesia, todo se juega en la OPCION POR LOS POBRES, en el amor a los pobres y marginados.  Todo lo demás, sin esto, de nada sirve. Es bueno recordar este test definitivo de nuestra existencia, aunque nos sintamos una vez más molestos ante la palabra de Jesús.

Aplicada esta parábola al mundo de hoy, es evidente que se refiere no sólo a las obras de caridad, sino también al compromiso sociopolítico tendiente a construir una sociedad libre, democrática, igualitaria y fraternal. Porque puede ocurrir –y a ocurrido muchas veces- que uno haga por un lado muchas obras de caridad y por otro siga explotando, o apoye situaciones contrarias a la libertad y a la justicia, o lleve un tren de vida indignante para los pobres.

El juicio de Dios no se encierra en el ámbito individual, Dios nos ha comunicado su propia vida y no nos saca de la historia, por el contrario, nos hace asumirla plenamente, porque en lo transitorio se juega lo definitivo.

La opción por los pobres es, sin duda, la más adecuada reformulación, para nuestra sociedad e Iglesia, de lo que Mateo dice en este pasaje. Este último término, si nuestro sacrificio, abnegación y esfuerzo se han puesto al servicio de que tengan menos dureza, si nuestro propio conflicto y oscuridad para ver y reconocer a Dios han nacido de la entrega y lucha para que los pobres bajen de la cruz, indudablemente, en el día del juicio, escucharemos las palabras de Jesús:
“Vengan benditos de mi Padre”.

Ellos son el camino y el sacramento de nuestra salvación. No se puede conocer a Dios sin acoger al pobre.  Y quien acoge al pobre, y vive su vida en función de ellos, aunque camine en la oscuridad y perplejidad respecto a Dios, está viviendo en el amor del Padre.  Lo está conociendo aunque no lo sepa.  Está salvado.

La parábola del juicio final nos dice que la suerte de toda persona se decide en virtud de su capacidad de reaccionar con misericordia ante los que sufren hambre, sed, desamparo, enfermedad, cárcel, destierro…  Pero vivir con entrañas de misericordia no es tener un corazón sensiblero ni tampoco practicar, de vez en cuando, alguna “obra de misericordia” que aquiete nuestra conciencia y nos permita seguir tranquilos nuestro camino egoísta de siempre. Es esta misericordia la que da categoría humana y evangélica a la persona. Es esta misericordia la que nos trae la bendición de Dios: la que se asume un compromiso al servicio a la humanidad.  Pensemos en el evangelio de hoy: nosotros desde nuestra comunidad hemos de servir a Cristo presente en ese “cualquiera” que convive con nosotros.  De esta manera, nuestra pertenencia a la Iglesia no es una barrera que nos aísla de los demás, sino todo lo contrario, la forma que tenemos de ir hacia ellos.  Esto es posible si no nos colocamos barreras y fronteras… Si las colocamos, son nuestras, y nuestra es la responsabilidad.  Las fronteras del Reino son tan amplias y generosas como amplio e infinito es el amor de Dios, tal como se ha manifestado en Jesucristo, el rey coronado de espinas y colgado de una cruz.

Celebremos la fiesta de Cristo Rey y miremos nuestra vida desde este gran espejo de nuestra Fe: Jesús que da la vida por la salvación de todos. En la mesa de la Eucaristía estamos llamados todos los pobres y necesitados. Comulgar nuestro pan con la conciencia de que debe ser repartido entre todos.

Oremos:
Señor, que venga  a todos nosotros tu Reino de justicia, de amor y de verdad.
Pbro. Daniel Silva

Cuento: Más valioso que el Circo

Cuando yo era niña estaba con mi padre haciendo fila para comprar las entradas del circo.
Delante de nosotros en la fila había un matrimonio con ocho chicos, todos probablemente menores de doce años. Se veía que eran muy humildes. Los niños estaban muy entusiasmados hablando de los payasos, los elefantes y otros que verían esa noche. Le escuché decir que era la primera vez que iban al circo.
La esposa miraba al marido con mucha satisfacción. Se ve que él había hecho un gran esfuerzo para poder llevarlos todos al circo.
Cuando llegaron a la ventanilla de ventas, la empleada preguntó al padre cuántas entradas quería. Él respondió con orgullo: "Por favor, deme ocho entradas para menores y dos de adultos".
La empleada le indicó el precio. El matrimonio se paralizó y quedó mudo. Era más de lo que esperaban. ¿Cómo iba a decirles a sus ocho hijos que no tenían suficiente dinero para llevarlos al circo? Viendo lo que ocurría, mi papá dejó caer de su bolsillo un billete de cien pesos (nosotros no éramos ricos en absoluto). Mi padre se agachó, recogió el billete, palmeó al hombre en el hombro y le dijo: "Disculpe, señor, se le cayó esto del bolsillo."

El hombre se dio cuenta de lo que pasaba. No había pedido limosna, pero sin duda apreciaba la ayuda en una situación desesperada, angustiosa e incómoda. Miró a mi padre directamente a los ojos, con sus dos manos le tomó la suya, apretó el billete de cien pesos y con labios trémulos y una lágrima rodándole por la mejilla, replicó: "Gracias, gracias señor. Esto significa realmente mucho para mi familia y para mí."              

Papá y yo volvimos a nuestro auto y regresamos a casa. No fuimos al circo. Pero no nos fuimos sin nada...  Jamás olvidaré aquel acto de mi padre. Sé que me hubiese divertido en el circo. Pero aquella noche obtuve una enseñanza que me ha enriquecido toda mi vida.


La preeminencia del amor
1º Carta de Pablo a los Corintios 13, 1-8

Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.  Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece,  no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido,  no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas. Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto. Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí. En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande de todas es el amor.


Lecturas de la Semana

Lunes 21:  Zac.  2,14-17; Sal  Lc. 1, 46-55; Mt. 12, 46-50.
Martes 22:  Dn. 2, 31-45;  Sal.  Dn.3, 57-61; Lc. 21, 5-9.
Miércoles 23:  Dn. 5, 1-6. 13-14. 16-17. 23-28; Sal Dn. 3, 62-67; Lc. 21, 10-19.
Jueves 24:  Dn. 6, 12-28;  Sal Dn. 3, 68-74; Lc. 21, 20-28.
Viernes 25: Dn. 7, 2-14;  Sal  Dn. 3, 75-78. 80-81;  Lc 21, 29-33.
Sábado 26: Dn. 7,15-27; Sal Dn. 3, 82-87; Lc. 21, 34-36.



Círculo Peregrino: queremos compartir con vos la Palabra del Señor, por eso podemos ir a tu casa a visitarte a vos o algún familiar enfermo.
Lectio Divina: También podes venir para compartirla  el primer sábado de cada mes a las 16 hs. en:       
Círculo Bíblico San José
Parroquia San José:
Brandsen 4970 Villa Domínico.