Lecturas del 15-01-12
– Ciclo B –
Primer libro de Samuel 3, 3b-10. 19
Samuel estaba acostado en el Templo del Señor, donde se encontraba el Arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y él respondió: «Aquí estoy.» Samuel fue corriendo adonde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy, porque me has llamado.» Pero Elí le dijo: «Yo no te llamé; vuelve a acostarte.» Y él se fue a acostar.
El Señor llamó a Samuel una vez más. El se levantó, fue adonde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy, porque me has llamado.» Elí le respondió: «Yo no te llamé, hijo mío; vuelve a acostarte.» Samuel aún no conocía al Señor, y la palabra del Señor todavía no le había sido revelada. El Señor llamó a Samuel por tercera vez. El se levantó, fue adonde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy, porque me has llamado.» Entonces Elí comprendió que era el Señor el que llamaba al joven, y dijo a Samuel: «Ve a acostarte, y si alguien te llama, tú dirás: Habla, Señor, porque tu servidor escucha.» Y Samuel fue a acostarse en su sitio.
Entonces vino el Señor, se detuvo, y llamó como las otras veces: «¡Samuel, Samuel!» El respondió: «Habla, porque tu servidor escucha.»
Samuel creció; el Señor estaba con él, y no dejó que cayera por tierra ninguna de sus palabras.
El Señor llamó a Samuel una vez más. El se levantó, fue adonde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy, porque me has llamado.» Elí le respondió: «Yo no te llamé, hijo mío; vuelve a acostarte.» Samuel aún no conocía al Señor, y la palabra del Señor todavía no le había sido revelada. El Señor llamó a Samuel por tercera vez. El se levantó, fue adonde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy, porque me has llamado.» Entonces Elí comprendió que era el Señor el que llamaba al joven, y dijo a Samuel: «Ve a acostarte, y si alguien te llama, tú dirás: Habla, Señor, porque tu servidor escucha.» Y Samuel fue a acostarse en su sitio.
Entonces vino el Señor, se detuvo, y llamó como las otras veces: «¡Samuel, Samuel!» El respondió: «Habla, porque tu servidor escucha.»
Samuel creció; el Señor estaba con él, y no dejó que cayera por tierra ninguna de sus palabras.
Palabra de Dios.
Salmo 39
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Esperé confiadamente en el Señor: él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor.
Puso en mi boca un canto nuevo,
un himno a nuestro Dios. R.
Puso en mi boca un canto nuevo,
un himno a nuestro Dios. R.
Tú no quisiste víctima ni oblación; pero me diste un oído atento; no pediste holocaustos ni sacrificios,
entonces dije: «Aquí estoy.» R.
entonces dije: «Aquí estoy.» R.
«En el libro de la Ley está escrito
lo que tengo que hacer: yo amo, Dios mío, tu voluntad, y tu ley está en mi corazón.» R.
lo que tengo que hacer: yo amo, Dios mío, tu voluntad, y tu ley está en mi corazón.» R.
Proclamé gozosamente tu justicia en la gran asamblea; no, no mantuve cerrados mis labios, tú lo sabes, Señor. R.
Primera carta de Pablo a los Corintios 6, 13c-15a. 17-20
Hermanos: El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor es para el cuerpo. Y Dios que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros con su poder.
¿No saben acaso que sus cuerpos son miembros de Cristo?
El que se une al Señor se hace un solo espíritu con él.
Eviten la fornicación. Cualquier otro pecado cometido por el hombre es exterior a su cuerpo, pero el que fornica peca contra su propio cuerpo.
¿O no saben que sus cuerpos son templo del Espíritu Santo, que habita en ustedes y que han recibido de Dios?
Por lo tanto, ustedes no se pertenecen, sino que han sido comprados, ¡y a qué precio!
Glorifiquen entonces a Dios en sus cuerpos.
¿No saben acaso que sus cuerpos son miembros de Cristo?
El que se une al Señor se hace un solo espíritu con él.
Eviten la fornicación. Cualquier otro pecado cometido por el hombre es exterior a su cuerpo, pero el que fornica peca contra su propio cuerpo.
¿O no saben que sus cuerpos son templo del Espíritu Santo, que habita en ustedes y que han recibido de Dios?
Por lo tanto, ustedes no se pertenecen, sino que han sido comprados, ¡y a qué precio!
Glorifiquen entonces a Dios en sus cuerpos.
Palabra de Dios.
Santo Evangelio según san Juan 1, 35-42
Estaba Juan otra vez allí con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: «Este es el Cordero de Dios.»
Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús. El se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: « ¿Qué quieren?»
Ellos le respondieron: «Rabbí -que traducido significa Maestro- ¿dónde vives?»
«Vengan y lo verán», les dijo. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde.
Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro. Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: «Hemos encontrado al Mesías», que traducido significa Cristo.
Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas», que traducido significa Pedro.
Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús. El se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: « ¿Qué quieren?»
Ellos le respondieron: «Rabbí -que traducido significa Maestro- ¿dónde vives?»
«Vengan y lo verán», les dijo. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde.
Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro. Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: «Hemos encontrado al Mesías», que traducido significa Cristo.
Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas», que traducido significa Pedro.
Palabra del Señor.
Reflexión:
Los primeros discípulos: Reconocer a Jesús
El Evangelio de hoy nos recuerda la elección de los primeros discípulos. Es un bello relato, que sobriamente evoca el proceso y las distintas circunstancias de aquellas vocaciones. Juan nos ofrece, a diferencia de los otros evangelios, la concentración de tiempo y espacio, lo que supuso para aquellas personas el encuentro y el descubrimiento de Jesús.
Así, este relato de vocación-testimonio es un pasaje teológico escrito a la luz de la Pascua. Pero en él se mezclan, con afirmaciones teológicas elaboradas, importantes recuerdos históricos, detalles muy concretos que quedaron grabados para siempre en quien escribe.
En el origen de las primeras vocaciones cristianas está, como base y punto de partida, el testimonio de Juan Bautista sobre Jesús. Aunque lo identifica y proclama con un extraño título –Cordero de Dios- que tenía en todo judío resonancias de inmolación y liberación, tuvo que ser un testimonio vivo, cercano, impactante que hizo mella en sus discípulos.
El papel fundamental de las mediaciones humanas en la vocación de los primeros discípulos. Primero es el propio Juan Bautista quien, además de dar a conocer y proclamar la personalidad de Jesús a sus seguidores se lo presenta y les invita a que vayan detrás de Él. Después serán Andrés y Felipe los que hagan de mediadores.
La experiencia personal de cada uno. Otro elemento que subraya el texto evangélico en el proceso de la vocación es la experiencia personal de cada uno. Los discípulos descubren, son tocados, se convencen, creen, no tanto por razones y discurso cuanto por experiencia: “Fueron, vieron donde vivía y se quedaron con Él aquel día”. La mirada penetrante de Jesús, el compartir con Él, el poder verle y observarle, el convivir esto deja huella, peso y vida.
El proceso vocacional culmina con la respuesta personal y libre de seguir a Jesús. El discípulo es un seguidor, la palabra “seguimiento” es el término elegido en los evangelios para expresar la adhesión de los discípulos de Jesús, más tarde expresará, en síntesis, la vocación de todo cristiano.
¿Quién es Jesús?, el que pasa y llama Todo lo que los discípulos fueron descubriendo gradualmente sobre Jesús después de la resurrección aparece, concentrado y anticipado, en esta página, al comienzo del Evangelio.
· Jesús es el Cordero de Dios… a través de Él Dios pasa y libera a la humanidad de la muerte, de la esclavitud y del pecado.
· Jesús es, Señor, Maestro, Rabbí. Es decir, Él es quien da la verdadera enseñanza de la vida.
· Jesús es el Mesías, el Ungido, el Cristo… es esperado por el pueblo para liberarlo.
· Jesús es aquel de quien escribió Moisés en la Ley y también los Profetas. El implantará una sociedad basada en el derecho y la justicia, en la paz y verdad, en defensa de los débiles y en la abundancia para todos.
· Jesús es el Rey de Israel. Soberanía sobre todo, ejercicio del servicio a los pobres y excluidos.
· Jesús es el Hijo de Dios. Con la que la comunidad confesó su fe en Jesús como Dios después de la Pascua.
· Jesús es la escalera, Mediador entre Dios y los hombres.
La importancia de la experiencia personal. Los dos primeros discípulos que siguen a Jesús son de la escuela de Bautista. Están, por consiguiente, advertidos de las dificultades y riesgos de esa opción.
Aquel que inspira este relato, el evangelista Juan, nunca olvidó la hora de su encuentro con Jesús: “Serían las cuatro de la tarde” (la hora décima). Como todo hecho que marca nuestra vida, el recuerdo de ese encuentro permanente con detalles que lo rodearon y deja huellas indelebles en nuestra memoria. Todos tenemos en nuestra vida algún “cuatro de la tarde”, algún momento fuerte de encuentro con Él que nos llena de sentido y nos sostiene en los momentos difíciles.
La importancia del testimonio. Unidos y encadenados se narran los encuentros de Jesús con cinco discípulos. Son relatos de vocación o llamada. Pero a la vez aparecen como relatos de testimonio. Andrés y el otro discípulo lo descubren por el testimonio de Felipe, y Felipe era del pueblo de Andrés y Pedro. He aquí toda una composición literaria para transmitirnos la importancia del testimonio en el descubrimiento de Jesús.
Para reflexionar:
“¿Qué buscan?” nos dejan desconcertados porque van al fondo y tocan las raíces mismas de nuestra vida. Es una pregunta fundamental en la historia de cualquier vocación, de cualquier ser humano. ¿Cuál sería nuestra respuesta hoy?
Jesús no juega a dificultar el encuentro ni se esconde de quien lo busca honradamente. Se vuelve; invita: “vengan y lo verán”; pregunta: ¿Qué buscan?; llama: “Sígueme”; dialoga, explica, facilita el encuentro…
La experiencia personal y el testimonio son dos caminos que conducen a la fe, que nos descubren quién es Jesús de Nazaret. El encuentro y el descubrimiento tienen lugar habitualmente en la realidad histórica y cotidiana. En el camino: “Jesús pasaba”. En un diálogo, es una presentación. En una decisión: “Ven y lo verás”. En una amistad, en el hijo de José. El encuentro con Dios, que transforma una existencia, normalmente se percibe por un latido del corazón.
“¿De Nazaret puede salir algo bueno?”. También hoy Jesús de Nazaret sigue desconcertando y rompiendo esquemas, porque su voz resuena donde no esperamos, y se hace presente donde no nos gusta estar, en esos lugares que hemos abandonado por estar abandonados de todos.
Pbro. Daniel Silva.
“Te llamé a vivir”
Te preguntas, hijo mío, por qué existes, por qué vives, por qué te encuentras en este mundo.
Más de una vez te he sorprendido pensando que hubiera sido mejor no haber nacido.
Tus días están teñidos de tristeza, nada motiva una esperanza.
Hijo, quiero decirte claramente que fui yo quien te llamó a la vida.
Yo te concebí primero en mi inteligencia.
Vives en mi corazón, desde el principio.
No viniste por casualidad, ni eres fruto del azar.
Te llamé a vivir a ti. Exclusivamente a ti.
Te hice irrepetible. Nadie tiene tu misma voz, ni tus mismos ojos, ni tus mismos rasgos interiores.
Te di virtudes... ¿Las ha descubierto?
Te di cualidades... ¿Las conoces?
Te hice hermoso con mis propias manos.
Te comuniqué mi vida.
Deposité en ti mi propio amor con abundancia.
Te hice ver el paisaje y el color.
Te di el oído, para que escucharas el canto de los pájaros y la voz de los hombres.
Te di la palabra, para decir: “PADRE”, “MADRE”,
“AMIGO”, “HERMANO”.
Te di mi amor más profundo.
No sólo te di la vida, te estoy sosteniendo en ella, tú eres mi hijo amado.
Te conozco cuando respiras y te cuido cuando duermes.
No lo dudes, mis ojos están puestos en tus ojos, mi mano la tengo colocada sobre tu cabeza.
TE AMO, aunque no me ames, ya lo sabes.
Podrás ir donde puedas y donde quieras, hasta allá te seguirá mi amor y te sostendrá mi diestra.
O crees que yo, como PADRE,
¿puedo olvidar a mi hijo?
¡Ni lo sueñes!
Desde que te hice ya no te puedo dejar solo.
Camino contigo y sonrío contigo. Vivo en ti.
Te lo escribo de mil maneras y te lo digo al oído.
y en silencio:
ERES MI HIJO. TE AMO Dios
Lecturas de la Semana
Lunes 16: 1 Sam. 15, 16-23; Sal 49; Mc. 2, 18-22.
Martes 17: 1 Sam. 16, 1-13; Sal. 88; Mc. 2, 23-28.
Miércoles 18: 1 Sam. 17. 1a.2ª.4ª.8.32.33.37.40-51; Sal. 143; Mc. 3, 1-6.
Jueves 19: 1 Sam. 18,6-9; 19, 1-7; Sal 55; Mc. 3, 7-12.
Viernes 20: 1 Sam. 24, 3-21; Sal 56; Mc. 3, 13-19.
Sábado 21: 2 Sam. 1, 1-4.11-12.17.19. 23-27; Sal 79; Mc. 3, 20-21.
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las lecturas: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y María.
Círculo Peregrino: queremos compartir con vos la Palabra del Señor, por eso podemos ir a tu casa a visitarte a vos o algún familiar enfermo.
Lectio Divina: También podes venir para compartirla el primer sábado de cada mes a las 17 hs. en:
Círculo Bíblico San José
Parroquia San José:
Brandsen 4970 Villa Domínico.