Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 15 de abril de 2023

Segundo Domingo de Pascua. De la Divina Misericordia. Lecturas 16-4-23, Ciclo A

 ¡Cristo

 

¡Cristo vive!

” Ven Espíritu Santo”

Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que abra mis ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guie y asista al meditar tus enseñanzas, para que pueda saborearla y comprenderla, para que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la Verdad completa. Amén

 “Hemos visto al Señor”

Lectura de los Hechos Apóstoles 2, 42 – 47

Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Un santo temor se apoderó de todos ellos, porque los Apóstoles realizaban muchos prodigios y signos. Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno. Íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón; ellos alababan a Dios y eran queridos por todo el pueblo. Y cada día, el Señor acrecentaba la comunidad con aquellos que debían salvarse. Palabra de Dios.

Salmo 117, R. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!

Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor! Que lo diga la familia de Aarón: ¡es eterno su amor! Que lo digan los que temen al Señor: ¡es eterno su amor!  R.

Me empujaron con violencia para derribarme, pero el Señor vino en mi ayuda. El señor es mi fuerza y mi protección; él fue mi salvación. Un grito de alegría y de victoria resuena en las carpas de los justos.  R.

La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular Esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos. Este es el día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos en él.  R.

Primera carta apóstol S. Pedro 1, 3 – 9

Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, nos hizo renacer, por la resurrección de Jesucristo, a una esperanza viva, a una herencia incorruptible, incontaminada e imperecedera, que ustedes tienen reservada en el cielo.  Porque gracias a la fe, el poder de Dios los conserva para la salvación dispuesta a ser revelada en el momento final. Por eso, ustedes se regocijan a pesar de las diversas pruebas que deben sufrir momentáneamente: así, la fe de ustedes, una vez puesta a prueba, será mucho más valiosa que el oro perecedero purificado por el fuego, y se convertirá en motivo de alabanza, de gloria y de honor el día de la Revelación de Jesucristo. Porque ustedes lo aman sin haberlo visto, y creyendo en él sin verlo todavía, se alegran con un gozo indecible y lleno de gloria, seguros de alcanzar el término de esa fe, que es la salvación. Palabra de Dios  

Lectura del santo Evangelio S. Juan 20, 19-31

Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos.  Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes”! Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes”. Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: “Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”. Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: ¡” Hemos visto al Señor”! Él les respondió: “Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”.                      
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: “¡La paz esté con ustedes”! Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe.» Tomás respondió: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús le dijo: “Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!”                         
Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.  Palabra del Señor.

 

 Reflexión: ¡Cristo vive!  

Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe.  Jesús, que fue crucificado, ha resucitado. Ha triunfado sobre la muerte, del poder de las tinieblas, del dolor y de la angustia.

En este Tiempo de Pascua gritamos con todas nuestras fuerzas y desde lo más profundo de nuestro corazón: “¡Cristo ha resucitado de entre los muertos dándonos a todos la vida!”, por eso para nosotros el tiempo pascual es tiempo de alegría.  

Con el evangelio de este domingo tenemos que empezar a descubrir nuevamente a Jesús, ahora está en medio nuestro resucitado. Tendremos que aprender a vivir desde la fe. Llenarnos de su Espíritu. Tendremos que recordar sus palabras y actualizar sus gestos. Pero Jesús, el Señor, está con nosotros, lleno de vida para siempre. 

Jesús nos pone nuevamente en el camino. . Aterrados por la ejecución de Jesús, los discípulos se refugian en una casa conocida. De nuevo están reunidos, pero no está con ellos Jesús. En la comunidad hay un vacío que nadie puede llenar. Les falta Jesús. ¿A quién seguirán ahora? ¿Qué podrán hacer sin él? “Está anocheciendo” en Jerusalén y también en el corazón de los discípulos. Dentro de la casa, están “con las puertas cerradas”. Es una comunidad sin misión y sin horizonte, encerrada en sí misma, sin capacidad de acogida. Nadie piensa ya en salir por los caminos a anunciar el reino de Dios y curar la vida. Con las puertas cerradas no es posible acercarse al sufrimiento de las gentes.         
Los discípulos están llenos de “miedo a los judíos”. Es una comunidad paralizada por el miedo, en actitud defensiva. Solo ven hostilidad y rechazo por todas partes. Con miedo no es posible amar el mundo como lo amaba Jesús, ni infundir en nadie aliento y esperanza.                     

De pronto, Jesús resucitado toma la iniciativa. Viene a rescatar a sus seguidores. “Entra en la casa y se pone en medio de ellos”. La pequeña comunidad comienza a transformarse. Del miedo pasan a la paz que les infunde Jesús. De la oscuridad de la noche pasan a la alegría de volver a verlo lleno de vida. De las puertas cerradas van a pasar pronto a la apertura de la misiónJesús les habla poniendo en aquellos hombres toda su confianza: “Como el Padre me ha enviado, yo también los envío a ustedes”. No les dice a quién se han de acercar, qué han de anunciar ni cómo han de actuar. Ya lo han podido aprender de él por los caminos de Galilea. Serán en el mundo lo que ha sido él.  

Jesús conoce la fragilidad de sus discípulos. Muchas veces les ha criticado su fe pequeña y vacilante. Necesitan la fuerza de su Espíritu para cumplir su misión. Por eso hace con ellos un gesto especial. No les impone las manos ni los bendice como a los enfermos. Exhala su aliento sobre ellos y les dice: “Reciban el Espíritu Santo”.  

Solo Jesús salvará a la Iglesia. Solo él nos liberará de los miedos que nos paralizan, romperá los esquemas aburridos en los que pretendemos encerrarlo, abrirá tantas puertas que hemos ido cerrando a lo largo de los siglos, enderezará tantos caminos que nos han desviado de él.                         
Lo que se nos pide es reavivar mucho más en toda la Iglesia la confianza en Jesús resucitado, movilizarnos para ponerlo sin miedo en el centro de nuestras parroquias y comunidades, y concentrar todas nuestras fuerzas en escuchar bien lo que su Espíritu nos está diciendo hoy a sus seguidores y seguidoras. 
 

“¡Señor y Dios mío! “Jesús resucitado se aparece por segunda vez a la comunidad “ocho días después”, esta vez estando presente Tomás, quien pone en duda la veracidad de la resurrección de Jesús. El mismo Jesús lo conduce a la fe pascual.

El apóstol Tomás, ausente en el primer encuentro con el Resucitado, rechaza el testimonio de los otros discípulos (“Hemos visto al Señor”), no confía en ellos, porque los considera víctimas de una alucinación colectiva. Él exige ver a Jesús personalmente para constatar que se trata del mismo Jesús que conoció terrenalmente, con las cicatrices de los clavos y la herida de lanza. Y el Señor acepta el desafío de Tomás. Jesús no rechaza su solicitud, sino que, le concede lo pedido y Tomás reacciona con una altísima confesión de fe, como ninguno antes que él: “¡Señor y Dios mío!”. Es verdad que la fe de Tomás es auténtica y sincera, pero ella tuvo necesidad de la prueba concreta, ver con los propios ojos y tocar con las propias manos al Resucitado. 

Cuando llega a este punto, el evangelista plantea el problema de cómo llegarán a la fe los que no han podido ver al Señor Jesús; ¿éstos podrán creer?  La respuesta es: ¡Claro que sí!   

Es por eso por lo que al final el diálogo de Jesús con Tomás nos involucra también a nosotros, diciendo: “Dichosos los que no han visto y han creído”.  El camino de Tomás no se repetirá de nuevo, lo que queda vigente para nosotros es el testimonio apostólico que con la fuerza del Espíritu Santo proclama: “Hemos visto al Señor”.  

¿Qué dones trae para mí el Resucitado?  

El don de la Paz. El don primero y fundamental del Resucitado es la paz. Tres veces en este pasaje del evangelio se repite el saludo: “¡La paz esté con ustedes!   

Esta victoria de Jesús es el fundamento de la paz que él ofrece. Y, si bien Jesús no pretende eximir a sus discípulos de las aflicciones del mundo, ciertamente su intención es darles seguridad, serenidad y confianza en medio de ellas.  

El don de la Vida. El Resucitado no sólo habla de paz, sino que se legitima delante de sus discípulos, dándole un fundamento sólido a su palabra. Para ello les muestra sus llagas.  Los discípulos aprenden entonces que el que está vivo delante de ellos es el mismo Jesús que murió en la Cruz; el Resucitado es el Crucificado. 

Mostrar las llagas tiene un doble significado: es una expresión de su victoria sobre la muerte; es como si nos dijera: “Mira he vencido”. Y es un signo de su inmenso amor, un amor que no retrocedió a la hora de dar la vida por los amigos; y es como si nos dijera: “Mira cuánto te he amado, hasta dónde he ido por ti”.  

El don de la alegría pascual. Había sido una promesa de Jesús antes de su muerte: “Están tristes, pero su tristeza se convertirá en gozo... Ustedes están tristes ahora, pero volveré a verlos y les alegraré su corazón y su alegría nadie se las podrá quitar” (Jn 16,20.22). Ahora, cuando los discípulos “ven” a Jesús, la promesa se convierte en realidad.  

El envío. La experiencia del Resucitado que lleva a la comunidad a hacer propia la victoria de Jesús sobre la Cruz tiene enseguida consecuencias: ella es enviada con la misma misión, vida y autoridad de Jesús resucitado. De esta manera Jesús les abre las puertas a los discípulos encerrados por el miedo y los lanza al mundo con una nueva identidad y como portadores de sus dones.

Jesús envía a sus discípulos al mundo con plena autoridad “Yo los envío”, así como el Padre lo envió a Él. En la pascua se participa de la vida del Verbo encarnado y una forma concreta de participar de su vida es continuar su misión en el mundo. 


Los hombres nuevos. Para que la misión sea posible, los discípulos deben estar revestidos del Espíritu Santo.  Cuando Jesús sopla el Espíritu Santo sobre ellos los hace “hombres nuevos”.

El mismo Jesús de cuyo costado herido por la lanza brotó el agua que es símbolo del Espíritu Santo, él mismo –como en el día de la creación- infunde en

los discípulos el “Ruah”, esto es, el “Soplo vital” de Dios. 

Finalmente, el Resucitado envía a los discípulos con plena autoridad para perdonar pecados.  El perdón de los pecados es acción del Espíritu, porque ser perdonado es dejarse crear por Dios.

Juan nos dice que el “creer” está basado en el “testimonio pascual”, y dicho testimonio llega a nosotros por medio del evangelio escrito y por la predicación de la Iglesia que le da viva voz y la actualiza y de esta forma cada uno de nosotros experimentar el ENCUENTRO PERSONAL CON CRISTO, NUESTRO SEÑOR. 

 
¡Pascua!

Cristo está vivo, no está muerto, ha resucitado, que todos vivamos con ese espíritu de resurrección.

“Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus senderos. Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador” (salmo 24)  

Aclaración: Se han consultado para la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. Centro Bíblico del CELAM. J. A. Pagola. Hojitas anteriores 

Círculo Bíblico San José  

“Tu palabra es una lámpara a mis pies y una luz en mi camino” Sal 119

 Te esperamos todos los sábados a las 17 hs para compartir y reflexionar el evangelio de cada semana.

viernes, 14 de abril de 2023

Evangelio del día 14 abril 2023. Jn 21, 1-4. "Echad la red a la derecha de la barca"

 
¡Deja que la Palabra del Señor transforme tu vida! 

[Juan 21, 1-14] En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar». Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo». Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?». Ellos contestaron: «No». Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis». La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro: «Es el Señor». Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger». Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: «Vamos, almorzad». Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor.

“Tiren la red ala derecha de la barca”

Hoy la Palabra me lleva a reflexionar si en vida me dejo guiar por los Pensamientos de Jesús, por su Sabiduría que comparte cada mañana en nuestro encuentro. En el evangelio de hoy al tirar la red a la derecha de la barca, después de una noche difícil, sin resultados, viene la abundancia. Le pido al Señor que me guie con el Espíritu santo por el camino que me lleve a una vida plena.

 



jueves, 13 de abril de 2023

Evangelio del día 13 abril 2023. Lc 24, 35-48. "Se presentó en medio de ellos"

 
 ¡Deja que la Palabra del Señor transforme tu vida! 

[Lucas 24, 35-48] En aquel tiempo, los discípulos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros». Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y él les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo». Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: «¿Tenéis ahí algo de comer?». Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: «Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí». Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y les dijo: «Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Palabra del Señor.

“La paz esté con ustedes”

Hoy la Palabra me lleva a reflexionar ¿cómo es la presencia de Jesús en mi Vida? 
Ante las diferentes circunstancias que me toca enfrentar cada día ¿vivo con miedo, alterado, inmovilizado? Nuevamente Jesús se hace presente con su Palabra y me comparte la Sabiduría de Dios, para que yo pueda ponerme en movimiento y enfrentar cada circunstancia sin miedo, con la paz y alegría de saber que voy por el camino correcto, el camino de Dios. 

miércoles, 12 de abril de 2023

Evangelio del día 12 abril 2023.Lc 24, 13-35. ¿No ardía nuestro corazón?

 
¡Deja que la Palabra del Señor transforme tu vida! 

[Lucas 24, 13-35] Aquel mismo día, dos de ellos iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?». Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió: «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?». Él les dijo: «¿Qué?». Ellos le contestaron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron». Entonces él les dijo: «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?». Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras. Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída». Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista. Y se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?». Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón». Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Palabra del Señor. 

“Quédate con nosotros”

Hoy la Palabra me lleva a reflexionar que como discípulo de Jesús, necesito de este encuentro diario con la Palabra de Dios, necesito un recorrido más junto a él, para que mi corazón al escuchar lo que me dice empiece a “arder”, me ayuden a entender los hechos de la vida y a tomar las decisiones adecuadas, paraque todos esos pensamientos negativos que surgen en mi corazón, se disipen. 

Señor, en este encuentro que tenemos te pido que me ayudes a que se abran también mis ojos y al arder mi corazón con tu presencia, pueda llevar tú Palabra y amor a mis hermanos que habitan en la comunidad, en la iglesia, y también a los que aún no te han reconocido. Amén

martes, 11 de abril de 2023

Evangelio del día 11 abril 2023. Jn 20, 11-18. "He visto al Señor"

 
¡Deja que la Palabra del Señor transforme tu vida! 

[Juan 20, 11-18] En aquel tiempo, estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?». Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré». Jesús le dice: «¡María!». Ella se vuelve y le dice: «¡Rabbuní!», que significa: «¡Maestro!». Jesús le dice: «No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”». María la Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto». Palabra del señor.

"He visto al Señor"
Hoy la palabra me lleva a reflexionar ¿con que ojos miro a Jesús para poderlo reconocer en mi vida? Hay momentos que me siento solo y sin poder salir de la tristeza que me causa las diferentes perdidas y los problemas de cada día, pero como realmente creo en el Dios de la vida que habita en mí y pongo toda mi confianza en Él, siento en mi interior que Jesús sale a mi encuentro, me llama por mi nombre y me dice no estás solo, estás conmigo, te voy a acompañar con el Espíritu Santo en cada cosa que tenga que hacer.

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lunes, 10 de abril de 2023

Evangelio del día 10 abril 2023. Mt 28,8-15. "Alegrensen"

 
 ¡Deja que la Palabra del Señor transforme tu vida! 

[Mateo 28, 8-15] En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «Alegraos». Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él. Jesús les dijo: «No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán». Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: «Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros». Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy. Palabra del Señor. 

“Alegrensen”
Iluminados por la Luz que nos trae Jesús en esta Pascua, la Palabra me lleva a reflexionar sobre que bueno es buscar a Jesús al empezar el día, al igual que las mujeres del evangelio de hoy, ya que Él sale a mi encuentro y me regala esta palabra tan movilizadora, “alégrate”. Hoy empieza mi día de una forma única y me mueve a poder compartirlo con otros que también buscan el camino, la verdad y la vida, a Jesús, el Dios entre nosotros.  

Domingo de Pascua. Lecturas 9-4-23, Ciclo A

   

” Ven Espíritu Santo”

Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que abra mis ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guie y asista al meditar tus enseñanzas, para que pueda saborearla y comprenderla, para que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la Verdad completa. Amén  

“Cristo Vive, nosotros somos testigos de su resurrección”  

Hechos de los apóstoles 10, 34a. 37-43         
Pedro, tomando la palabra, dijo: «Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicaba Juan: cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder. El pasó haciendo el bien y sanando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con él.           
Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en el país de los judíos y en Jerusalén. Y ellos lo mataron, suspendiéndolo de un patíbulo. Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió que se manifestara, no a todo el pueblo, sino a testigos elegidos de antemano por Dios: a nosotros, que comimos y bebimos con él, después de su resurrección. Y nos envió a predicar al pueblo, y a atestiguar que él fue constituido por Dios Juez de vivos y muertos. Todos los profetas dan testimonio de él, declarando que los que creen en él reciben el perdón de los pecados, en virtud de su Nombre.» Palabra de Dios.     
 

Salmo 117: R. Este es el día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos en él. 

¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor! R.              

La mano del Señor es sublime, la mano del Señor hace proezas. No, no moriré: viviré para publicar lo que hizo el Señor. R.               

La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos. R.              

Carta de Pablo a los Colosenses 3, 1-4  

Hermanos: Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios.
Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra. Porque ustedes están muertos, y su vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, que es la vida de ustedes, entonces ustedes también aparecerán con él, llenos de gloria. Palabra de Dios. 

Secuencia

Cristianos, ofrezcamos al Cordero pascual nuestro sacrificio de alabanza. El Cordero ha redimido a las ovejas: Cristo, el inocente, reconcilió a los pecadores con el Padre.       
La muerte y la vida se enfrentaron en un duelo admirable: el Rey de la vida estuvo muerto, y ahora vive.       
Dinos, María Magdalena, ¿qué viste en el camino? He visto el sepulcro del Cristo viviente y la gloria del Señor resucitado. 

He visto a los ángeles, testigos del milagro, he visto el sudario y las vestiduras. Ha resucitado Cristo, mi esperanza, y precederá a los discípulos en Galilea. Sabemos que Cristo resucitó realmente; tú, Rey victorioso, ten piedad de nosotros.  

Santo Evangelio según san Juan 20, 1-9

El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. orrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»       
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.  
Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor.           

 Reflexión: ¡Cristo vive!  

Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe.  Jesús, que murió en la cruz, ha resucitado. Ha triunfado sobre la muerte, sobre el poder de las tinieblas, sobre el dolor y la angustia. Por eso el Tiempo Pascual es tiempo de alegría.  

En este Domingo de Pascua gritamos con todas nuestras fuerzas y desde lo más profundo de nuestro corazón:

“¡Cristo ha resucitado de entre los muertos dándonos a todos la vida!”.  

Este es el Domingo que le da sentido a todos los domingos en el que, con la ayuda del Espíritu Santo, queremos hacer una proclamación de júbilo y de victoria que sea capaz de asumir nuestros dolores y los transforme en esperanza, que nos convenza de una vez por todas, que la muerte no es la última palabra en nuestra existencia.  

A la luz de esta certeza hoy brota lo mejor de nosotros mismos e irradia con todo su esplendor nuestra fe como discípulos de Jesús. Efectivamente, somos cristianos porque creemos que Jesús ha resucitado de la muerte, está vivo, está en medio de nosotros, está presente en nuestro caminar histórico, es manantial de vida nueva y primicia de nuestra participación en la naturaleza divina, lo nuestro es fundirnos como una pequeña gota de agua en el inmenso mar del corazón de Dios.

La Buena Nueva de la Resurrección de Jesús es palabra poderosa que impulsa nuestra vida.

Por eso en este Tiempo de Pascua que estamos comenzando tenemos que abrirle un surco en nuestro corazón a la Palabra, para que la fuerza de vida que ella contiene sea savia que corra por todas las dimensiones de nuestra existencia y se transforme en frutos de vida nueva.  

Es así como la Buena Noticia de que Cristo ha resucitado cala honda; se estremece con nuestras dudas, con nuestra tristeza, delatando nuestra pobre visión de la vida y mostrándonos el gran horizonte de Dios desde donde podemos comprender el sentido y el valor de todas las cosas.  Cristo resucitado se hunde en nuestro corazón y desata una gran batalla interior entre la vida y la muerte, entre la esperanza y la desesperación, entre la resignación y la consolación.  

En la mañana del domingo la única preocupación de los tres discípulos del Señor –María, Pedro y el Discípulo amado- es buscar al Señor, a Jesús muerto sobre la Cruz por amor, pero resucitado de entre los muertos para la salvación de toda la humanidad. El amor los mueve a buscar al Resucitado en ese estupor que sabe entrever en los signos el cumplimiento de las promesas de Dios y de las expectativas humanas. Entre todos, cada uno con su aporte, van delineando un camino de fe pascual.  

“El Señor ha resucitado, no temamos vivir como resucitados”. Por nuestro encuentro con el resucitado, somos liberados, purificados, perdonados, reconciliados. A partir de este momento ya no somos simples espectadores, a partir de este encuentro vivencial somos protagonistas de esta acción sagrada y salvífica.             

La iniciativa salvadora de Dios reclama de nuestra parte una respuesta personal que no debe quedar en meros gestos individuales, externos y aislados. Abarca toda nuestra vida. Provoca una renovación total; un cambio profundo, definitivo, que debe estar presente en los criterios, los juicios, las actitudes, los comportamientos y los compromisos. Es mucho más que la adhesión a un “código de convivencia y buenas costumbres”.      

La Pascua de Jesús debe incidir en nuestra propia Pascua. Este es su mensaje: “Permanezcan en mi amor para que den fruto”. El fruto consiste en “que se amen unos a otros” (Jn 13,34).    “Que se amen como yo los he amado”. Y “Nadie tiene mayor amor que dar la vida por los amigos”. (Jn.15, 13).  

 Creer en el resucitado. No habían entendido que él debía de resucitar de entre los muertos.

Esta mañana de Pascua nos debe recordar que la fe en Jesucristo resucitado es mucho más que el asentimiento a una fórmula del credo. Incluso, mucho más que la afirmación de algo extraordinario que le aconteció al muerto Jesús hace aproximadamente dos mil años.  

Creer en el Resucitado es creer que ahora Cristo está vivo, lleno de fuerza y creatividad, impulsando la vida hacia su último destino y liberando a la humanidad de caer en el caos definitivo.

Creer en el Resucitado es creer que Jesús está vivo y que se hace presente de alguna manera en medio de los creyentes. Es participar activamente en los encuentros y las tareas de la comunidad cristiana, sabiendo con gozo que cuando dos o tres nos reunimos en su nombre, allí está ya él poniendo esperanza en nuestras vidas.  

Creer en el Resucitado es descubrir que nuestra oración no es un monólogo vacío, sin interlocutor que escuche nuestra invocación, sino diálogo con alguien vivo que está junto a nosotros en la misma raíz de la vida.  

Creer en el Resucitado es dejarnos interpelar por su palabra viva recogida en los evangelios, e ir descubriendo prácticamente que sus palabras son «espíritu y vida» para el que sabe alimentarse de ellas.

Creer en el Resucitado es tener la experiencia personal de que hoy todavía Jesús tiene fuerza para cambiar nuestras vidas, resucitar todo lo bueno que hay en nosotros e irnos liberando de todo lo que mata nuestra libertad.

Creer en el Resucitado es saber verlo aparecer vivo en el último y más pequeño de los hombres, llamándonos a la fraternidad y la solidaridad con el hermano pobre.

Creer en el Resucitado es creer que Él es «el primogénito de entre los muertos» en el que se inicia ya nuestra resurrección y en el que se nos abren ya las verdaderas posibilidades de vivir eternamente.

Creer en el Resucitado es creer que ni el sufrimiento ni la injusticia, ni el cáncer ni el infarto, ni la metralleta, la opresión o la muerte tienen la última palabra. La última palabra la tiene el Resucitado, Señor de la vida y la muerte. 

Para Reflexionar: Todos estaríamos encantados de que se nos comunicara la misma Vida de Dios. El pro blema consiste en que no puede haber Vida si antes no hay muerte. Es esa exigencia de muerte la que no estamos dispuestos a aceptar. “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo, pero si muere, da mucho fruto”. Esa exigencia de ir más allá de la vida biológica es la que nos hace quedarnos a años luz del mensaje de esta fiesta de Pascua. Celebrar la Pascua es descubrir la Vida en nosotros y estar dispuestos a dar más valor a la Vida que se manifestó en Jesús después de su muerte que a la vida biológica tan apreciada.  

Debo descubrir que yo estoy llamado a esa misma Vida. A la Samaritana le dice Jesús: El que beba de esta agua nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá en un surtidor que salta hasta la Vida definitiva.                            

A Nicodemo le dice: Hay que nacer de nuevo; lo

que nace de la carne es carne, lo que nace del espíritu es Espíritu. El Padre vive y yo vivo por el Padre, del mismo modo el que me coma, (el que me asimile), vivirá por míYo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá, y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre.

¿Creemos esto? Entonces, ¿qué nos importa lo demás? Poner a disposición de los demás todo lo que somos y tenemos es la consecuencia de este descubrimiento de la verdadera Vida. 

El Círculo Bíblico San José quiere en este momento tan especial de nuestras vidas agradecer a Dios por todos las gracias recibidas en estos años: por el Espíritu Santo que nos asiste en nuestro peregrinar, por su Palabra que nos trae sabiduría para que día a  día nos guie en cada ambiente que nos toca vivir,  el saber que estamos siempre acompañados por la oración de todos los que nos consideramos hijos de Dios, por la bendita comunidad de San José, por nuestros Pastores parroquiales y por todos aquellos que participan en esta hojita semanal.

No podemos dejar de decir que creemos que un mundo mejor es posible, creemos que acompañados por el Dios de la vida, que venció a la muerte una vez y para siempre, nada es imposible, por eso con nuestro corazón gozoso por la resurrección del Señor queremos decirte que tengas una Feliz Santa Pascua y que juntos podamos llevar la buena nueva que nos trajo Jesús a todos aquellos que la necesiten.

Círculo Bíblico San José

Ven Señor Jesús, te necesitamos.  

Aclaración: Se han consultado para la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. Hojitas anteriores. Centro Bíblico del CELAM. Misioneros Oblatos.  J A Pagola. Fray Marcos.  

Círculo Bíblico San José

 “Tu palabra es una lámpara a mis pies  y una luz en mi camino” Sal 119