Ascensión
Lecturas
del 13-05-18, Ciclo B
Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que abra mis
ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guíe y asista al meditar tus
enseñanzas, para que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la Verdad completa. Amén
Lectura de los Hechos de los
apóstoles 1, 1-11
En mi primer
Libro, querido Teófilo, me referí a todo lo que hizo y enseñó Jesús, desde el
comienzo, hasta el día en que subió al cielo, después de haber dado, por medio
del Espíritu Santo, sus últimas instrucciones a los Apóstoles que había
elegido.
Después de su Pasión, Jesús se manifestó a ellos dándoles numerosas pruebas de que vivía, y durante cuarenta días se le apareció y les habló del Reino de Dios. En una ocasión, mientras estaba comiendo con ellos, les recomendó que no se alejaran de Jerusalén y esperaran la promesa del Padre: «La promesa, les dijo, que yo les he anunciado. Porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo, dentro de pocos días.»
Los que estaban reunidos le preguntaron: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?» El les respondió: «No les corresponde a ustedes conocer el tiempo y el momento que el Padre ha establecido con su propia autoridad. Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra.»
Después de su Pasión, Jesús se manifestó a ellos dándoles numerosas pruebas de que vivía, y durante cuarenta días se le apareció y les habló del Reino de Dios. En una ocasión, mientras estaba comiendo con ellos, les recomendó que no se alejaran de Jerusalén y esperaran la promesa del Padre: «La promesa, les dijo, que yo les he anunciado. Porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo, dentro de pocos días.»
Los que estaban reunidos le preguntaron: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?» El les respondió: «No les corresponde a ustedes conocer el tiempo y el momento que el Padre ha establecido con su propia autoridad. Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra.»
Dicho esto, los Apóstoles
lo vieron elevarse, y una nube lo ocultó de la vista de ellos. Como permanecían
con la mirada puesta en el cielo mientras Jesús subía, se les aparecieron dos
hombres vestidos de blanco, que les dijeron: «Hombres de Galilea, ¿por qué siguen
mirando al cielo? Este Jesús que les ha sido quitado y fue elevado al cielo,
vendrá de la misma manera que lo han visto partir.» Palabra de Dios.
Salmo 46
R. Dios
asciende entre aclamaciones.
Aplaudan, todos
los pueblos, aclamen al Señor con gritos de alegría; porque el Señor, el
Altísimo, es temible, es el soberano de toda la tierra. R.
El Señor asciende
entre aclamaciones, asciende al sonido de trompetas. Canten, canten a
nuestro Dios, canten, canten a nuestro Rey. R.
El Señor es el Rey
de toda la tierra, cántenle un hermoso himno. El Señor reina sobre
las naciones el Señor se sienta en su trono sagrado. R.
Carta a los Efesios 1, 17 – 23
Hermanos: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que les permita conocerlo verdaderamente.
Hermanos: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que les permita conocerlo verdaderamente.
Que él ilumine sus
corazones, para que ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sido
llamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los santos, y la
extraordinaria grandeza del poder con que él obra en nosotros, los creyentes,
por la eficacia de su fuerza.
Este es el mismo poder
que Dios manifestó en Cristo, cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo
sentar a su derecha en el cielo, elevándolo por encima de todo Principado,
Potestad, Poder y Dominación, y de cualquier otra dignidad que pueda
mencionarse tanto en este mundo como en el futuro. Él puso todas las cosas bajo
sus pies y lo constituyó, por encima de todo, Cabeza de la Iglesia, que es su
Cuerpo y la Plenitud de aquel que llena completamente todas las cosas. Palabra
de Dios.
Santo Evangelio según san Marcos 16, 15-20
Jesús dijo a sus
discípulos: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la
creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.
Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán.»
Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios.
Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.
Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán.»
Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios.
Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.
Palabra del Señor.
Reflexión:
Misión de los
discípulos y ascensión.
Vayan
al mundo. El pasaje de hoy nos trae dos breves relatos: la aparición y
mandato misionero a los once y la ascensión.
La ascensión no es
alejamiento o simple despedida, sino el comienzo de un nuevo modo de presencia
del Señor. En el Evangelio está vinculada al comienzo de la actividad
evangelizadora universal de los discípulos. Ascensión y misión aparecen
estrechamente unidas.
Nuestro ser cristiano, a
veces, es vivido como fenómeno mágico o milagrero o como religión que se basa
en creencias extraordinarias. Más que proclamar la Buena Noticia pedimos,
buscamos, nos agarramos, o mantenemos la fe en signos extraordinarios.
Otras veces, permanecemos
pasivos, mirando el cielo, en vez de vivir comprometidos activamente en la
construcción del reino de Dios. No es raro el oír que estamos demasiado atentos
al cielo futuro y poco comprometido en la tierra presente.
Y frecuentemente, en vez
de abrirnos “al mundo entero” y a salir a predicar por todas partes, nos
centramos en nosotros mismos o nos quedamos en el mundo más fácil y cercano, o
justificamos nuestra nula misión por las dificultades, el momento negativo, el
desinterés de las personas, etc. Distorsionamos la misión y el proyecto de Dios
y nos quedamos indiferentemente.
Este pasaje evangélico
corrige estas desviaciones. La Iglesia y los cristianos recibimos la
misión de Jesús. Somos enviados a proclamar la buena noticia, no a crear
dudas o presagiar castigos. La buena nueva no es un mensaje al margen de
la realidad que vivimos. No podía ser de otra forma cuando quien nos
envía a anunciarla es quien luchó hasta el fin y dio su vida en pro del pueblo
pobre y marginado.
Los
que reciben la misión, tercos e incrédulos. La verdad es que
los discípulos no estaban todavía muy preparados. Hasta el último momento
mantuvieron su incredulidad y su terquedad. No parecen, humanamente, ser
los mejores agentes para pregonar la buena nueva. Sin embargo, ahí los
tenemos. Ellos son los elegidos.
A veces los cristianos,
aunque no lo expresemos, somos tercos e incrédulos. Pensamos que la
misión es cosa de otros. De gente más preparada y con más facilidad de
palabra. Nos equivocamos; todos
somos misioneros. Todos somos embajadores de Jesús. Enviados a
realizar el reino de Dios en todos los países y en todos los ambientes.
No somos nosotros quienes
le hemos elegido, ha sido Él quien nos ha elegido. Vivir la elección en
contra, tensionarla porque no nos sentimos dignos, olvidarla porque nos creemos
capaces, es hacer un débil servicio a quien proclamamos Señor y dador de buena
noticia.
El anuncio de la buena
nueva va acompañado de signos liberadores como “echarán demonios, hablarán
lenguas nuevas, tomarán las serpientes en sus manos, el veneno mortal no les
hará daño, impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos”. Si no hay
signos que nos hagan sentir y experimentar realmente el evangelio, éste pierde
entidad, se desvirtúa y deja de ser buena noticia. No es cuestión de
hacer una lista, pero sí es imprescindible experimentar en nosotros la
liberación para transmitir a otros el anuncio de Jesús.
La experiencia pascual, consistió en ver a Jesús de una manera
nueva. El haber vivido con él, el haber escuchado lo que decía y visto lo que
hacía, no los llevó a la comprensión de su verdadero ser. Estaban demasiado apegados
a lo externo, y lo que hay de Divino en Jesús no puede entrar por los sentidos,
ni ser fruto de la razón. Su desaparición física les obligó a mirar dentro de
sí, y descubrir allí lo mismo que había vivido Jesús. Entonces ven al verdadero
Jesús, el que vive y les sigue dando vida.
Nosotros hoy estamos apegados a una imagen terrena de
Jesús que también nos impide descubrir su verdadero ser. Debemos ir más allá de
todo lo que sabemos sobre Jesús y tratar de descubrirlo dentro de nosotros.
Esa vivencia no puede venir de fuera, sino de lo más
íntimo de nosotros mismos. Por eso decía Pablo en la segunda lectura: "Que
el Dios de Nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de
sabiduría y revelación para conocerle; ilumine los ojos de vuestro corazón para
que comprendáis cuál es la riqueza..."
No se pide ciencia, sino Sabiduría. No pide que nos
ilumine los ojos del cuerpo ni de la mente, sino los del corazón... Todo lo que
podamos aprender sobre Dios y Jesús, nunca podrá suplir la experiencia
interior.
Debemos tener en cuenta que todos estos relatos
teológicos tienen una finalidad catequética. Están elaborados para que nosotros
entremos en la dinámica de Cristo para que repitamos su misma vivencia.
En él debemos descubrir las posibilidades que todo ser
humano tiene de llegar a lo más alto del "cielo". La verdadera
salvación del hombre no está, solamente en que los libren del pecado, sino en
alcanzar la plenitud a la que estamos llamados todos. Esta verdad, es la base
de toda salvación.
“Donde hay
amor hasta el límite hay vida sin límite, pues el amor es fuerza de
vida”
El
reto de la adultez. Jesús asciende porque ha descendido. Se transfigura,
porque ha sido desfigurado; se sienta a la derecha de Dios, porque fue contado
entre los malhechores. La ascensión no es un hecho histórico
constatable. Es objeto de fe. Es el final de una etapa y el
comienzo de una definitiva. Resurrección, exaltación, ascensión, sentarse
a la derecha de Dios expresan la misma realidad: que Dios Padre ha elevado a
Jesús, el profeta de Galilea ajusticiado por el poder civil y religioso, a la
dignidad de Señor de la historia.
La
ausencia física de Jesús abre un tiempo nuevo: el tiempo de la
comunidad de discípulos, el tiempo del testimonio. En adelante los
seguidores de Jesús no lo tendrán, no lo tendremos, a mano para preguntarle.
Deberán tomar sus propias decisiones. Ya para ser testigos no basta decir
lo que han visto y en qué momento. Ello, implica además de experiencia
del Señor, lucidez e inteligencia históricos. El Señor confía en sus
discípulos, pero esa confianza representa un reto, es una llamada a la adultez
apostólica.
El hombre actual parece
vivir en un mundo cerrado, sin proyectos ni futuro, sin apertura ni
horizonte. Nunca los seres humanos habíamos logrado un nivel tan elevado
de bienestar, libertad, cultura, larga vida, tiempo libre, comunicaciones,
intercambios, posibilidades de disfrute y diversión.
Cansancios
y desilusión son realidades frecuentes. Muchas veces no se
encuentran motivos para luchar por una sociedad mejor. Cada cual se
defiende como puede del desencanto y desesperanza...
Sólo quien tiene fe en un
futuro mejor puede vivir intensamente el presente. Sólo quien conoce el
destino camina con firmeza a pesar de los obstáculos. Sólo quien se ha
encontrado con el resucitado sale a todo el mundo. Sólo quien cree en el cielo
y en quien subió a Él puede recordar que las personas no podemos darnos todo lo
que andamos buscando y, al
mismo.
tiempo, creer que
nuestros esfuerzos de crecimiento y búsqueda de una tierra más humana no se
perderán al vació. Porque al final de nuestra vida no nos encontraremos
sólo con los logros de nuestro trabajo, sino con el regalo del amor de
Dios. Quizá éste sea el mensaje más importante de la
ascensión.
Como dice la canción: YO
SOY EL CAMINO
Yo soy la luz del mundo no hay tinieblas
junto a mí. Tendrán la luz de la vida por la palabra que les di.
Yo soy el camino firme yo soy la vida y
la verdad. Por mi llegarán al Padre y al Santo Espíritu tendrán.
Yo soy el pan de vida y con ustedes me
quedé. Me entrego como alimento soy el misterio de la fe….
Los sábados 16 hs.
Círculo Bíblico San José
Parroquia San José:
Brandsen 4970, V. Domínico.
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Aclaración: Se han
utilizado para la preparación de las lecturas: El libro del Pueblo de Dios. Pbro. Daniel Silva. José A Pagola. Fray Marcos.