Dijo el Señor: «¡Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado! Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros. Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos. Así se pedirá cuenta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo: desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto. ¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden.» Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación. Palabra del Señor.
¿Liberación o condena?
Hoy la Palabra me lleva a reflexionar ¿Qué hago con las enseñanzas recibidas de Jesús? Las ignoro (las mato) o la vivo y doy testimonio de las gracias recibidas? ¿En qué medida creo tener la Verdad de forma personal y exclusiva, dejando fuera a otros o levantando muros con los que piensan diferente? ¿Tengo la tentación de una comunidad cristiana cerrada en una verdad aislada, de pocos?
El juicio le toca a Dios que escruta los corazones y a nosotros nos toca como dice la frase del Evangelio dar cuenta de nuestras acciones. (Ref.: donboco.org.ar, dominicos.org evangeli.net)