Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 10 de abril de 2021

“Señor mío y Dios mío”

  

Tiempo de Resurrección, Segundo domingo de Pascua,

De la Divina Misericordia

Lecturas 11-4-21, Ciclo B  

” Ven Espíritu Santo”

Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que abra mis ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guie y asista al meditar tus enseñanzas, para que pueda saborearla y comprenderla, para que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la Verdad completa. Amén  

Hechos de los Apóstoles 2, 42-47

Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones.  Un santo temor se apoderó de todos ellos, porque los Apóstoles realizaban muchos prodigios y signos.  Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno. Íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón;  ellos alababan a Dios y eran queridos por todo el pueblo. Y cada día, el Señor acrecentaba la comunidad con aquellos que debían salvarse. Palabra de Dios.  

Salmo 117,

R. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!

Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor!  Que lo diga la familia de Aarón: ¡es eterno su amor! Que lo digan los que temen al Señor: ¡es eterno su amor! R.

Me empujaron con violencia para derribarme, pero el Señor vino en mi ayuda. El Señor es mi fuerza y mi protección; él fue mi salvación. Un grito de alegría y de victoria resuena en las carpas de los justos. R

La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos. Este es el día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos en él. R.  

Primera carta del apóstol san Pedro 1, 3-9

 Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, nos hizo renacer, por la resurrección de Jesucristo, a una esperanza viva, a una herencia incorruptible, incontaminada e imperecedera, que ustedes tienen reservada en el cielo. Porque gracias a la fe, el poder de Dios los conserva para la salvación dispuesta a ser revelada en el momento final. Por eso, ustedes se regocijan a pesar de las diversas pruebas que deben sufrir momentáneamente:  así, la fe de ustedes, una vez puesta a prueba, será mucho más valiosa que el oro perecedero purificado por el fuego, y se convertirá en motivo de alabanza, de gloria y de honor el día de la Revelación de Jesucristo. Porque ustedes lo aman sin haberlo visto, y creyendo en él sin verlo todavía, se alegran con un gozo indecible y lleno de gloria, seguros de alcanzar el término de esa fe, que es la salvación. Palabra de Dios.  

Santo Evangelio según san Juan 20, 19-31

Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas, por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con ustedes!»  Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes.» Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: «Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan.» Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!»  El les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré.» Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!» Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe.»  Tomás respondió: «¡Señor mío y Dios mío!» Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!» Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre. Palabra del Señor.

                                                             

Reflexión: “Testigos de Cristo Resucitado”  

En este tiempo de Pascua, celebrando la Resurrección del Señor, las tres lecturas de la misa de hoy nos presentan hechos y acontecimientos vividos por la primera comunidad de la Iglesia, inmediatamente después de la Resurrección de Jesús de entre los muertos.  

Transformación de los discípulos. En la primera parte del evangelio vemos en qué situación se encontraban los discípulos. Aterrados por la ejecución de Jesús, los discípulos se refugian en una casa conocida. De nuevo están reunidos, pero ya no está Jesús con ellos. Está anocheciendo en Jerusalén y también en su corazón. Nadie los puede consolar de su tristeza. Poco a poco, el miedo se va apoderando de todos, pero no tienen a Jesús para que fortalezca su ánimo. Lo único que les da cierta seguridad es «cerrar las puertas».

En la comunidad hay un vacío que nadie puede llenar. Les falta Jesús. No pueden escuchar sus palabras llenas de fuego. No pueden verlo bendiciendo con ternura a los más necesitados. ¿A quién seguirán ahora?

Ya nadie piensa en salir por los caminos a anunciar el reino de Dios y curar la vida. Sin Jesús, ¿Cómo van a contagiar su Buena Noticia?  

Siendo todavía de noche y los discípulos reunidos con las puertas bien cerradas, irrumpe Jesús dando el saludo tradicional: «¡La paz esté con ustedes!». No se trata de un simple saludo “protocolar”, Jesús como Mesías Resucitado realmente les da a sus discípulos la bendición y la paz para sus vidas.  

Jesús, lleno de vida, se hace presente en medio de ellos. En el relato, lo primero que infunde Jesús a su comunidad es su paz. Ningún reproche por haberlo abandonado, ninguna queja ni reprobación. Solo paz y alegría. Los discípulos sienten su aliento creador. Todo comienza de nuevo. Impulsados por su Espíritu, seguirán colaborando a lo largo de los siglos en el mismo proyecto salvador que el Padre ha encomendado a Jesús. Con el Resucitado de nuevo en el centro de su comunidad, así ha de ser para siempre, todo es posible: liberarnos del miedo, abrir las puertas y poner en marcha la evangelización.  

Experiencia de Cristo. En la segunda parte del relato aparece en escena Tomás. Este discípulo no estaba con los otros cuando se apareció el Señor por primera vez. Cuando sus hermanos le cuentan que han visto al Señor, Él los desafía diciendo que no creerá nada hasta que vea “físicamente” o haga “experiencia sensible” de la resurrección del Señor.

A la semana siguiente Jesús se aparece y Tomás está con los hermanos en la comunidad. El Señor responde al desafío de Tomás invitándolo a ver y tocar directamente las heridas del Resucitado. También lo incita a ser un hombre de fe: a no dudar y creer.

Tomás ante el misterio de Dios que redescubre en su vida, va a hacer profesión de fe diciendo esa frase tan profunda “Señor mío y Dios mío”, que nosotros hoy la hacemos nuestra en cada celebración eucarística.

Tomás hizo una experiencia maravillosa: “logró tocar a Cristo”, logró sentirlo cerca de su propia vida, cerca de sus afanes, cerca de su misión. Tomás comprendió que aquél que estaba de frente a Él, no era un simple hombre: era el Verbo de Dios encarnado. Era Cristo mismo que había resucitado y que no morirá más.            

Evidentemente esta experiencia es necesaria para asumir un compromiso cristiano: quien no comprende quién es Cristo y qué ha hecho por él, no puede comprometerse realmente. Su fe será siempre una cuestión periférica. Pero quien se sabe salvado, su entrega será sin condiciones. Y así, Tomás no pudo quedar igual después de la experiencia de Cristo. Salió como un apóstol convencido, salió del cenáculo para anunciar a Cristo Resucitado a sus hermanos.  

Pero hemos de aprender a acoger con fe su presencia en medio de nosotros. Cuando Jesús vuelve a presentarse a los ocho días, el narrador nos dice que todavía las puertas siguen cerradas. No es solo Tomás quien ha de aprender a creer con confianza en el Resucitado. También los demás discípulos han de ir superando poco a poco las dudas y miedos que todavía les hacen vivir con las puertas cerradas a la evangelización.  

El envío a la misión. «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes.»

Para mucha gente hoy es como si Cristo estuviera muerto, porque apenas significa algo para ellos. Casi no cuenta en sus vidas. Y esta gente necesita recibir la buena noticia de la resurrección del Señor. Nos toca a nosotros dar el mismo testimonio que dieron los apóstoles y los primeros discípulos.  

Hemos de reaccionar. Necesitamos de Jesús su presencia viva, recordar en toda ocasión sus criterios y su Espíritu.  

Él nos puede transmitir más luz y más fuerza que nadie. Él está en medio de nosotros comunicándonos su paz, su alegría y su Espíritu-   

El que tiene fe, ha vencido al mundo. La fe incrédula de Tomás y su paso a una confesión magnífica de la divinidad del Señor, “fe en Jesús resucitado” es el camino de todos los que formamos el pueblo de Dios. Los hechos de los apóstoles nos narran el ambiente de la primera comunidad cristiana. Una comunidad donde había comunión de pensamientos y sentimientos, “Un solo corazón y una sola alma”, una comunidad donde había una íntima preferencia por el prójimo y, sobre todo, una comunidad que daba testimonio de la Resurrección del Señor. 

Para iluminar nuestra reflexión podemos tomar un texto del Documento de Aparecida 18: 


Conocer a Jesucristo por la fe es nuestro gozo; seguirlo es una gracia, y transmitir este tesoro a los demás es un encargo que el Señor, al llamarnos y elegirnos, nos ha confiado. Con los ojos iluminados por la luz de Jesucristo Resucitado, podemos y queremos contemplar al mundo, a la historia, a nuestros pueblos y a cada una de sus personas.   


Segundo domingo de Pascua, de la Divina Misericordia 

En la Fiesta de la Divina Misericordia recordamos que: Dios es Misericordioso y nos ama a todos ... "y cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia" (Diario, 723). En este mensaje, que Nuestro Señor nos ha hecho llegar por medio de Santa Faustina, se nos pide que tengamos plena confianza en la Misericordia de Dios, y que seamos siempre misericordiosos con el prójimo a través de nuestras palabras, acciones y oraciones... "porque la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil" (Diario, 742).

Con el fin de celebrar apropiadamente esta festividad, se recomienda rezar la Coronilla y la Novena a la Divina Misericordia; confesarse -para la cual es indispensable realizar primero un buen examen de conciencia-, y recibir la Santa Comunión el día de la Fiesta de la Divina Misericordia.


Primer domingo de Cuaresma

“Conviértanse y crean en la Buena Noticia” 

Segundo domingo de Cuaresma

“Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo” 

Tercer domingo de Cuaresma

“Destruyan el templo y en tres días lo volveré a levantar” 

Cuarto domingo de Cuaresma

“Para que todos los que creen en él, tengan Vida eterna” 

Quinto domingo de Cuaresma

“Y cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí” 

Domingo de Ramos

“Hosanna, Bendito el que viene en

 nombre del Señor”  

Domingo de Pascua

“Cristo Vive”  

Aclaración: Se han consultado para la preparación del siguiente texto: El libro del Pueblo de Dios y las reflexiones de, Centro Bíblico del CELAM. Donbosco.org.ar. Dominicos.org. José Antonio Pagola. Hojitas anteriores. ACIprensa  

Círculo Bíblico San José  

“Tu palabra es una lámpara a mis pies y una luz en mi camino” Sal 119