Lecturas del 21/06/09 –Ciclo B–
Domingo 12° Durante el año
¿Por qué tienen miedo?
Lectura del libro de Job 38, 1. 8-11
El Señor respondió a Job desde la tempestad, diciendo: ¿Quién encerró con dos puertas al mar, cuando él salía a borbotones del seno materno, cuando le puse una nube por vestido y por pañales, densos nubarrones? Yo tracé un límite alrededor de él, le puse cerrojos y puertas, y le dije: «Llegarás hasta aquí y no pasarás; aquí se quebrará la soberbia de tus olas.»
Palabra de Dios.
Salmo 106
R. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
Los que viajaron en barco por el mar, para traficar por las aguas inmensas, contemplaron las obras del Señor, sus maravillas en el océano profundo. R.
Con su palabra desató un vendaval, que encrespaba las olas del océano: ellos subían hasta el cielo, bajaban al abismo, se sentían desfallecer por el mareo. R.
Pero en la angustia invocaron al Señor, y él los libró de sus tribulaciones: cambió el huracán en una brisa suave y se aplacaron las olas del mar. R.
Entonces se alegraron de aquella calma, y el Señor los condujo al puerto deseado. Den gracias al Señor por su misericordia y por sus maravillas en favor de los hombres. R.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 5, 14-17
Hermanos: El amor de Cristo nos apremia, al considerar que si uno solo murió por todos, entonces todos han muerto. Y él murió por todos, a fin de que los que viven no vivan más para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. Por eso nosotros, de ahora en adelante, ya no conocemos a nadie con criterios puramente humanos; y si conocimos a Cristo de esa manera, ya no lo conocemos más así. El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente. Palabra de Dios.
Santo Evangelio según san Marcos 4, 35-41
Al atardecer de ese mismo día, Jesús dijo a sus discípulos: «Crucemos a la otra orilla.» Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: « ¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?”
Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: « ¡Silencio! ¡Cállate!» El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: « ¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?» Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: « ¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?» Palabra del Señor.
Reflexión
Retomamos litúrgicamente a partir de este domingo el Tiempo Durante el Año o Tiempo Ordinario en el cual de manera preponderante, pero no exclusiva seguiremos al Evangelista Marcos en el Ciclo B.
En la primera lectura vemos cómo el Señor le contesta a Job desde un torbellino, una forma muy común en el Antiguo Testamento para las apariciones de Dios. Le muestra lo que el Señor es capaz de hacer por el ser humano, hasta frenar el mar para que no irrumpa contra él. Las comunidades crecen en medio de dificultades y conflictos. Se encuentran asediadas por muchas amenazas internas y externas. Son como una pequeña barca navegando en altamar, en aguas turbulentas. Cunde la desesperación y el desencanto. Job es el símbolo de la paciencia y la resistencia. Se siente asediado por todas partes. Dios lo interpela haciéndole caer en cuenta de que él es el Señor de la historia. Las dificultades de la vida no podrán derrotar a quien pone toda su confianza en Dios.
En la carta a los Corintios se expone la nueva humanidad que a través de la muerte de Cristo recobra la vida plena. Cristo murió por todos para que todos tengamos vida por medio de él. El amor de Cristo ha sido tan grande que nos ha rescatado de la muerte y de la esclavitud del pecado, y nos ha hecho partícipes de la vida nueva. Lo antiguo ha sido superado por la muerte y resurrección del Señor.
Hoy compartimos el texto de Mc. 4,35-41 titulado como, “la gran tormenta” o “la tempestad calmada”. Jesús invita a sus discípulos a navegar por el lago para cruzar al otro lado. El lago al que se refiere es el de Genesaret, llamado también Mar de Galilea, Mar de Tiberíades o Lago de Kinneret.
Es, en sentido estricto un lago de agua dulce que está al norte de Palestina al este de la Galilea. En sus orillas se encontraban muchas aldeas de las cuales se destaca Cafarnaúm. Es un lago más bien tranquilo pero que tiene la particularidad que en algunas circunstancias, por determinados elementos climatológicos, se generan vientos muy fuertes de manera repentina. Los vientos levantan el oleaje dificultando y haciendo peligrar la navegación. Esto es lo que ocurre en nuestro relato. Es interesante agregar además que para los antiguos el mar simbolizaba el poder de lo desconocido e incluso los poderes negativos, contrarios al bien. Un mar embravecido era signo entonces de la presencia del mal y de las dificultades en la vida de un hombre o una comunidad.
Los discípulos de Jesús comienzan a sentir inquietud cuando perciben que las mismas olas se meten en la barca y ésta se va llenando de agua. En ese momento se deciden a “despertar” al Maestro gritando dado que la dificultad es grande y Jesús está recostado y durmiendo.
El Señor se despierta, se levanta y ordena con poder soberano al viento y al mar que se calmen. En ese mismo momento se produce la calma y todo queda totalmente tranquilo.
Jesús entonces se dirige a sus discípulos con una doble pregunta donde conecta el miedo que ellos experimentan con la falta de confianza en Él. Ellos se asombran del poder de Jesús que manda con soberanía hasta el viento y el mar. Antes tenían miedo a la tempestad. Ahora parecen temer a Jesús. Sin embargo, algo decisivo se ha producido en ellos: han recurrido a Jesús; han podido experimentar en él una fuerza salvadora que no conocían; comienzan a preguntarse por su identidad. Comienzan a intuir que con Él todo es posible.
No fue suficiente la habilidad de los apóstoles para superar la situación. Fue necesaria la intervención del Señor para calmar el viento y las olas.
Muchas veces nos sentimos amenazados de distintas formas, la injusticia, la violencia y la corrupción por una parte; el consumismo, el relativismo y el sensualismo por otra. Sentimos la tentación de ceder. Fácilmente caemos en el pesimismo y la resignación. Desistimos de todo esfuerzo y dejamos que la historia empuje la barca a su propio viento. El ambiente nos ahoga y nos sentimos perdidos, desorientados o perplejos. Las palabras de Pablo resultan alentadoras: Cristo murió y resucitó; con él hemos muerto nosotros, y tenemos la firme esperanza de participar en su resurrección. Sólo la certeza de que Jesús camina con nosotros nos puede ayudar a vencer los miedos y las incertidumbres y a “remar mar adentro, hacia aguas profundas”.
Pero si por encima de la tempestad que nos ensordece, acudimos al Señor con confianza, por más malo que parezca el momento que estamos pasando, Él nos ayudará a superarlo.
Si depositamos nuestra confianza en el Señor podremos encarar los problemas con serenidad.
La virtud de la serenidad es una rara virtud que nos enseña ver las cosas desde el ángulo de la fe y darles su verdadero valor.
Nos falta la serenidad cuando deformamos la realidad y hacemos de un grano de arena una montaña. Cuantas veces, los problemas que hoy nos parecen insalvables, al cabo de un tiempo nos damos cuenta de su insignificancia. La confianza en el Señor nos va a dar la serenidad de la mente, para no ser esclavos de nuestros nervios, o víctimas de nuestra imaginación.
La confianza en el Señor nos va a dar la serenidad del corazón, para no vernos consumidos por la ansiedad ni por la angustia.
La confianza en el Señor nos va a dar también la serenidad en nuestra acción, para evitar el derroche inútil de nuestras fuerzas.
Pero nadie puede ser sereno si no deposita su esperanza en Jesús y no lucha por adquirir esta virtud cristiana, que nace de la fe y se fundamenta en la fortaleza y la templanza.
Sea en la tormenta, sea en la calma, Dios está presente. Y Él desea que nos demos cuenta de que está allí, en la vida de cada uno de nosotros, esperando que sepamos de su presencia silenciosa. El Señor está derramando sus gracias para guiarnos por esta vida que es la travesía que nos lleva a la otra: la Vida Eterna.
Preguntas para la meditación: ¿Qué me dice?
Con frecuencia también se levanta la tempestad a nuestro alrededor o dentro de nosotros. Parece que nuestra pobre barca no aguanta más y que corre el riesgo de hundirse. Y puede darnos la impresión de que Dios guarda silencio; y las olas se nos vienen encima. Las dificultades de nuestra vida nos superan. Puede tratarse de enfermedades, dificultades económicas, la falta de un trabajo, problemas con los hijos o en el matrimonio:
¿Cuáles son hoy las “olas” que inundan la barca de mi vida? ¿Cómo reacciono ante todo esto?
¿Me quedo tranquilo, me desespero, grito, me enfurezco, tengo miedo? ¿Estoy “asustado” como los discípulos?
¿Me animo a ir al encuentro de Jesús?
¿Me animo a decirle lo que pienso, lo que siento, lo que me está pasando? ¿Confío o no confío en el Señor?
Una vez que le hablo a Jesús: ¿escucho lo que me responde?
¿Me dejo sorprender y asombrar por el poder soberano de Jesús?
ORACIÓN:
Pidamos a María, ella que frente a las muchas dificultades y dolores que debió pasar durante su vida, mantuvo siempre la confianza en el Señor y la serenidad del corazón y de la mente, que nos ayude a luchar con firmeza y perseverancia para adquirir la virtud de la serenidad, con la seguridad de que siempre vamos a contar con el auxilio del Señor para calmar la tempestad que nos amenaza.
Las pasiones son una realidad en nosotros. La imaginación puede turbar nuestras mentes. Los nervios existen en todos nosotros. Necesitamos depositar, como Santa Teresa nuestra confianza en el Señor. Ella decía:
Nada te turbe, nada te espante
Todo se pasa, Dios no se muda.
La paciencia todo lo alcanza,
Quien a Dios tiene, nada le falta
Solo Dios basta
Cuando nos hundimos por nuestros miedos: Ven con tu poder Señor…
Cuando nos hundimos por nuestras desesperanzas: Ven con tu poder Señor…
Cuando nos hundimos por el pecado en nuestra vida: Ven con tu poder Señor…
Lecturas de la semana:
LUNES 22: Gn. 12, 1-9; Salmo 32; Mt. 7, 1-5.
MARTES 23: Gn. 13, 2. 5-18; Salmo 14; Mt. 7, 12-14.
MIERCOLES 24: Is. 49, 1-6; Salmo 138; Lc. 1, 57-66. 80.
JUEVES 25: Gn. 16, 6b-12. 15-16; Sal 105; Mt. 7, 21-29.
VIERNES 26: Gn. 17, 1. 4-5. 9-10. 15-22; Sal 127; Mt. 8, 1-4.
SABADO 27: Gn. 18, 1-15; Sal Lc. 1, 46-47,50 y 53; Mt. 8, 5-17.
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria, Catholic.net, Homilia.com. “Claves de Lectio Divina” Proyecto Lectionautas CEBIPAL/CELAM – SOCIEDADES BIBLICAS NIDAS Pbro. Lic. Gabriel MESTRE, Hno. Ricardo Grzona. Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785
Te esperamos los sábados 17:00 h.
para leer la Biblia en la Parroquia San José: Brandsen 4970 Villa Dominico.
Círculo Bíblico San José
¡Con su Palabra, Jesús se nos revela y sale a nuestro encuentro, para que experimentemos al Dios de la vida!
Intención para la evangelización ‐
Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia
El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.
"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"
"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8.
No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía.
Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.
Del libro de la Sabiduría 6, 12-16
Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean.
El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes.
La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.
sábado, 20 de junio de 2009
Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo
Lecturas del 14/06/09 –Ciclo B–
“Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo”
Lectura del libro del Éxodo 24, 3-8
Moisés fue a comunicar al pueblo todas las palabras y prescripciones del Señor, y el pueblo respondió a una sola voz: «Estamos decididos a poner en práctica todas las palabras que ha dicho el Señor.»
Moisés consignó por escrito las palabras del Señor, y a la mañana siguiente, bien temprano, levantó un altar al pie de la montaña y erigió doce piedras en representación de las doce tribus de Israel. Después designó a un grupo de jóvenes israelitas, y ellos ofrecieron holocaustos e inmolaron terneros al Señor, en sacrificio de comunión. Moisés tomó la mitad de la sangre, la puso en unos recipientes, y derramó la otra mitad sobre el altar. Luego tomó el documento de la alianza y lo leyó delante del pueblo, el cual exclamó: «Estamos resueltos a poner en práctica y a obedecer todo lo que el Señor ha dicho.»
Entonces Moisés tomó la sangre y roció con ella al pueblo, diciendo: «Esta es la sangre de la alianza que ahora el Señor hace con ustedes, según lo establecido en estas cláusulas.» Palabra de Dios.
SALMO 115
R. Alzaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del Señor.
¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo? Alzaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del Señor. R.
¡Qué penosa es para el Señor la muerte de sus amigos! Yo, Señor, soy tu servidor, tu servidor, lo mismo que mi madre: por eso rompiste mis cadenas. R.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza, e invocaré el nombre del Señor. Cumpliré mis votos al Señor, en presencia de todo su pueblo. R.
Lectura de la carta a los Hebreos 9, 11-15
Hermanos: Cristo, en cambio, ha venido como Sumo Sacerdote de los bienes futuros. El, a través de una Morada más excelente y perfecta que la antigua -no construida por manos humanas, es decir, no de este mundo creado- entró de una vez por todas en el Santuario, no por la sangre de chivos y terneros, sino por su propia sangre, obteniéndonos así una redención eterna.
Porque si la sangre de chivos y toros y la ceniza de ternera, con que se rocía a los que están contaminados por el pecado, los santifica, obteniéndoles la pureza externa, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por obra del Espíritu eterno se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras que llevan a la muerte, para permitirnos tributar culto al Dios viviente!
Por eso, Cristo es mediador de una Nueva Alianza entre Dios y los hombres, a fin de que, habiendo muerto para redención de los pecados cometidos en la primera Alianza, los que son llamados reciban la herencia eterna que ha sido prometida. Palabra de Dios.
Santo Evangelio según san Marcos 14, 12-16. 22-26
El primer día de la fiesta de los panes Acimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?» El envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: "¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?" El les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario.»
Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.
Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen, esto es mi Cuerpo.» Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: «Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios.» Palabra del Señor.
Reflexión
Este domingo la Liturgia de la Iglesia celebra la Solemnidad del Corpus Christi, es decir la memoria particular de la presencia real de Jesús en el Pan y el Vino consagrado.
Y este día, nos invita a la meditación, para que descubramos la necesidad que tenemos en nuestras vidas de alimentarnos, de recibir el Pan de Vida, en que es el propio Jesús que nos alimenta en cada Eucaristía.
En esta solemnidad del Corpus Christi uno de los temas es la alianza de Dios con los hombres. Esta alianza nace del amor siempre fiel de Dios, atraviesa toda la historia de la salvación y encuentra en los hechos del Sinaí(1L), un momento de particular importancia. En efecto, en el Sinaí se estipula de modo solemne una alianza que ya existía, pero que no había sido aún formalizada. Moisés, el mediador, lee las leyes (el decálogo), el pueblo acepta, se erige un altar, se ofrecen sacrificios y se rocía la sangre sobre el altar y el pueblo. Así, la alianza queda sellada. Sin embargo, esto no era sino figura de la nueva alianza que encuentra en Cristo su culminación como sacerdote de los bienes futuros (2L) quien ya no ofrece sacrificios y sangre de animales, sino su propia sangre. En la última cena Cristo anticipa sacramentalmente su oblación, y establece, por medio de su cuerpo y de su sangre, la Nueva Alianza, la definitiva, aquella que nos da la plena revelación del rostro misericordioso de Dios y la salvación del género humano (EV).
Este año, con el texto de Mc 14, se nos revela el misterio de la Eucaristía en el marco de la Pasión del Señor.
En este relato podemos ver:
• El versículo 12 hace referencia al sacrificio. Este era un elemento muy común en la fe de la antigua alianza. Era el ofrecimiento ritual del cordero que cada familia sacrificaba. El sacrificio es un “regalo” que se hace a Dios esperando recibir de Él su gracia y bendición.
• La comunidad cristiana va comprendiendo que detrás de este cordero sacrificado está el mismo Jesús, Dios, Señor y Mesías, ofreciendo su propio Cuerpo y su Sangre.
• Jesús quiere que esta Pascua tan particular se prepara como es debido, con todos los detalles que manda la ley y la tradición de los antepasados.
• Era común que cada familia se reuniera para comer en forma ritual el cordero que se había sacrificado en el Templo de Jerusalén. Jesús que es cabeza de esta nueva familia decide comer el cordero con sus Doce Apóstoles.
• Pero la Cena Pascual Judía se convierte en un nuevo rito: Jesús mismo es el Cordero que tomando el pan y la copa pronuncia la bendición ritual desde una nueva perspectiva.
• El pan representa simbólicamente todo lo que el hombre necesita para vivir. Es signo del alimento, de lo necesario para el hombre en su caminar histórico. En esta Cena queda claramente remarcada la identificación del Pan con el Cuerpo de Cristo.
• Los discípulos comprenden que en el pan que se les entrega está Jesús mismo. Todos los que coman de este pan entrarán en comunión con Él.
• El vino simboliza la fiesta y la alegría. El pan representa lo necesario; el vino representa lo gratuito. Para la concepción semita en general en la sangre está la vida por eso Jesús entrega su vida en este episodio. Literalmente el relato dice sangre “derramada” haciendo referencia a la futura muerte que Jesús va a padecer por todos.
El efecto más importante de la Sagrada Eucaristía es la íntima unión con Jesucristo. El mismo nombre de Comunión indica esta participación unitiva en la vida del Señor. Si en todos los sacramentos, por medio de la gracia que nos confieren, se consolida nuestra unión con Jesús, esta es más intensa en la Eucaristía, puesto que no sólo nos da la gracia, sino al mismo Autor de la gracia: “Participando realmente del Cuerpo del Señor en la fracción del pan eucarístico, somos elevados a una comunión con Él y entre nosotros”.
Porque, como dice S. Pablo en la carta a los corintios, “el pan es uno, nosotros somos muchos que formamos un solo cuerpo, y todos participamos de un único pan”. Precisamente, por ser la Eucaristía el sacramento que mejor significa y realiza nuestra unión con Cristo, es a la vez donde toda la Iglesia muestra y lleva a cabo su unidad.
«En la cena, Jesús ofrece el pan («tomad”) y explica que es su cuerpo. En la cultura judía «cuerpo» (en gr. soma) significaba la persona en cuanto identidad, presencia y actividad; en consecuencia, al invitar a tomar el pan/cuerpo, invita Jesús a asimilarse a él, a aceptar su persona y actividad histórica como norma de vida; él mismo da la fuerza para ello, al hacer pan/alimento. El efecto que produce el pan en la vida humana es el que produce Jesús en sus discípulos. Después de darle de beber, Jesús dice que «ésa es la sangre de la alianza que se derrama por todos». La sangre que se derrama significa la muerte violenta o, mejor, la persona en cuanto sufre tal género de muerte. «Beber de la copa» lleva consigo aceptar la muerte de Jesús y comprometerse con él y como él a dar la vida, si fuese necesario, por los otros.
«Comer el pan» y «beber la copa» son actos inseparables; es decir, que no se puede aceptar la vida de Jesús sin aceptar su entrega hasta el fin, y que el compromiso de quien sigue a Jesús incluye una entrega como la suya. Éste es el verdadero significado de la eucaristía.
En esta fiesta de Corpus Christi, tratemos de aprender a valorar el alimento que se nos ofrece en cada misa, y hagamos el propósito de recibir con más frecuencia y mejor preparados, a Jesús que se nos ofrece en la Comunión y de esa forma tener la fuerza para darnos nosotros mismos a los demás.
Preguntas para la meditación: ¿Qué me dice?
¿Cómo vivo la celebración de la Misa cada domingo?
¿Digo yo también, por dentro, al participar en la eucaristía, desde mi más honda opción: "tomad y comed, éste es mi cuerpo...", poniéndome en disposición de dejarme comer por el servicio a mis hermanos?
¿Es mi vida realmente un "compartir"?
¿Es realmente una fiesta donde me encuentro con el Cristo que me amó y se entregó por mí, como nos dice San Pablo?
ORACIÓN: Secuencia de Corpus Christi
Glorifica, Sión, a tu Salvador, aclama con himnos y cantos a tu Jefe y tu Pastor.
Glorifícalo cuanto puedas, porque él está sobre todo elogio y nunca lo glorificarás bastante.
El motivo de alabanza que hoy se nos propone es el pan que da la vida. El mismo pan que en la Cena Cristo entregó a los Doce, congregados como hermanos.
Alabemos ese pan con entusiasmo, alabémoslo con alegría, que resuene nuestro júbilo ferviente.
Porque hoy celebramos el día en que se renueva la institución de este sagrado banquete. En esta mesa del nuevo Rey, la Pascua de la nueva alianza pone fin a la Pascua antigua.
El nuevo rito sustituye al viejo, las sombras se disipan ante la verdad, la luz ahuyenta las tinieblas.
Lo que Cristo hizo en la Cena, mandó que se repitiera en memoria de su amor. Instruidos con su enseñanza, consagramos el pan y el vino para el sacrificio de la salvación.
Es verdad de fe para los cristianos que el pan se convierte en la carne, y el vino, en la sangre de Cristo. Lo que no comprendes y no ves es atestiguado por la fe, por encima del orden natural. Bajo la forma del pan y del vino, que son signos solamente, se ocultan preciosas realidades.
Su carne es comida, y su sangre, bebida,
pero bajo cada uno de estos signos, está Cristo todo entero. Se lo recibe íntegramente, sin que nadie pueda dividirlo ni quebrarlo ni partirlo. Lo recibe uno, lo reciben mil, tanto éstos como aquél, sin que nadie pueda consumirlo.
Es vida para unos y muerte para otros.
Buenos y malos, todos lo reciben, pero con diverso resultado. Es muerte para los pecadores y vida para los justos; mira como un mismo alimento tiene efectos tan contrarios.
Cuando se parte la hostia, no vaciles: recuerda que en cada fragmento está Cristo todo entero.
La realidad permanece intacta, sólo se parten los signos, y Cristo no queda disminuido, ni en su ser ni en su medida.
Este es el pan de los ángeles, convertido en alimento de los hombres peregrinos: es el verdadero pan de los hijos, que no debe tirarse a los perros. Varios signos lo anunciaron: el sacrificio de Isaac, la inmolación del Cordero pascual y el maná que comieron nuestros padres.
Jesús, buen Pastor, pan verdadero, ten piedad de nosotros: apaciéntanos y cuídanos; permítenos contemplar los bienes eternos en la tierra de los vivientes.
Tú, que lo sabes y lo puedes todo, tú, que nos alimentas en este mundo, conviértenos en tus comensales del cielo, en tus coherederos y amigos, junto con todos los santos.
Lecturas de la semana:
LUNES 15: 2 Cor. 6, 1-10; Salmo 97; Mt. 5, 38-42.
MARTES 16: 2 Cor. 8, 1-9; Sal 145; Mt. 5, 43-48.
MIERCOLES 17: 2 Cor. 9, 6-11; Sal 111; Mt. 6, 1-6. 16-18.
JUEVES 18: 2 Cor. 11, 1-11; Salmo 110; Mt. 6, 7-15.
VIERNES 19: Os.11, 1. 3-4. 8c-9; Sal Is. 12, 2-3.4. 5-6; Ef. 3, 8-12. 14-19; Jn. 19, 31-37.
SABADO 20: Is. 61, 9-11; Salmo 1 Sam 2, 1. 4-5. 6-7; Lc. 2, 41-51.
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria, Catholic.net, Homilia.com. “Claves de Lectio Divina” Proyecto Lectionautas CEBIPAL/CELAM – SOCIEDADES BIBLICAS NIDAS Pbro. Lic. Gabriel MESTRE, Hno. Ricardo Grzona. Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785
Te esperamos los sábados 17:00 h.
para leer la Biblia en la Parroquia San José: Brandsen 4970 Villa Dominico.
Círculo Bíblico San José
“Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo”
Lectura del libro del Éxodo 24, 3-8
Moisés fue a comunicar al pueblo todas las palabras y prescripciones del Señor, y el pueblo respondió a una sola voz: «Estamos decididos a poner en práctica todas las palabras que ha dicho el Señor.»
Moisés consignó por escrito las palabras del Señor, y a la mañana siguiente, bien temprano, levantó un altar al pie de la montaña y erigió doce piedras en representación de las doce tribus de Israel. Después designó a un grupo de jóvenes israelitas, y ellos ofrecieron holocaustos e inmolaron terneros al Señor, en sacrificio de comunión. Moisés tomó la mitad de la sangre, la puso en unos recipientes, y derramó la otra mitad sobre el altar. Luego tomó el documento de la alianza y lo leyó delante del pueblo, el cual exclamó: «Estamos resueltos a poner en práctica y a obedecer todo lo que el Señor ha dicho.»
Entonces Moisés tomó la sangre y roció con ella al pueblo, diciendo: «Esta es la sangre de la alianza que ahora el Señor hace con ustedes, según lo establecido en estas cláusulas.» Palabra de Dios.
SALMO 115
R. Alzaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del Señor.
¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo? Alzaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del Señor. R.
¡Qué penosa es para el Señor la muerte de sus amigos! Yo, Señor, soy tu servidor, tu servidor, lo mismo que mi madre: por eso rompiste mis cadenas. R.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza, e invocaré el nombre del Señor. Cumpliré mis votos al Señor, en presencia de todo su pueblo. R.
Lectura de la carta a los Hebreos 9, 11-15
Hermanos: Cristo, en cambio, ha venido como Sumo Sacerdote de los bienes futuros. El, a través de una Morada más excelente y perfecta que la antigua -no construida por manos humanas, es decir, no de este mundo creado- entró de una vez por todas en el Santuario, no por la sangre de chivos y terneros, sino por su propia sangre, obteniéndonos así una redención eterna.
Porque si la sangre de chivos y toros y la ceniza de ternera, con que se rocía a los que están contaminados por el pecado, los santifica, obteniéndoles la pureza externa, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por obra del Espíritu eterno se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras que llevan a la muerte, para permitirnos tributar culto al Dios viviente!
Por eso, Cristo es mediador de una Nueva Alianza entre Dios y los hombres, a fin de que, habiendo muerto para redención de los pecados cometidos en la primera Alianza, los que son llamados reciban la herencia eterna que ha sido prometida. Palabra de Dios.
Santo Evangelio según san Marcos 14, 12-16. 22-26
El primer día de la fiesta de los panes Acimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?» El envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: "¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?" El les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario.»
Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.
Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen, esto es mi Cuerpo.» Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: «Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios.» Palabra del Señor.
Reflexión
Este domingo la Liturgia de la Iglesia celebra la Solemnidad del Corpus Christi, es decir la memoria particular de la presencia real de Jesús en el Pan y el Vino consagrado.
Y este día, nos invita a la meditación, para que descubramos la necesidad que tenemos en nuestras vidas de alimentarnos, de recibir el Pan de Vida, en que es el propio Jesús que nos alimenta en cada Eucaristía.
En esta solemnidad del Corpus Christi uno de los temas es la alianza de Dios con los hombres. Esta alianza nace del amor siempre fiel de Dios, atraviesa toda la historia de la salvación y encuentra en los hechos del Sinaí(1L), un momento de particular importancia. En efecto, en el Sinaí se estipula de modo solemne una alianza que ya existía, pero que no había sido aún formalizada. Moisés, el mediador, lee las leyes (el decálogo), el pueblo acepta, se erige un altar, se ofrecen sacrificios y se rocía la sangre sobre el altar y el pueblo. Así, la alianza queda sellada. Sin embargo, esto no era sino figura de la nueva alianza que encuentra en Cristo su culminación como sacerdote de los bienes futuros (2L) quien ya no ofrece sacrificios y sangre de animales, sino su propia sangre. En la última cena Cristo anticipa sacramentalmente su oblación, y establece, por medio de su cuerpo y de su sangre, la Nueva Alianza, la definitiva, aquella que nos da la plena revelación del rostro misericordioso de Dios y la salvación del género humano (EV).
Este año, con el texto de Mc 14, se nos revela el misterio de la Eucaristía en el marco de la Pasión del Señor.
En este relato podemos ver:
• El versículo 12 hace referencia al sacrificio. Este era un elemento muy común en la fe de la antigua alianza. Era el ofrecimiento ritual del cordero que cada familia sacrificaba. El sacrificio es un “regalo” que se hace a Dios esperando recibir de Él su gracia y bendición.
• La comunidad cristiana va comprendiendo que detrás de este cordero sacrificado está el mismo Jesús, Dios, Señor y Mesías, ofreciendo su propio Cuerpo y su Sangre.
• Jesús quiere que esta Pascua tan particular se prepara como es debido, con todos los detalles que manda la ley y la tradición de los antepasados.
• Era común que cada familia se reuniera para comer en forma ritual el cordero que se había sacrificado en el Templo de Jerusalén. Jesús que es cabeza de esta nueva familia decide comer el cordero con sus Doce Apóstoles.
• Pero la Cena Pascual Judía se convierte en un nuevo rito: Jesús mismo es el Cordero que tomando el pan y la copa pronuncia la bendición ritual desde una nueva perspectiva.
• El pan representa simbólicamente todo lo que el hombre necesita para vivir. Es signo del alimento, de lo necesario para el hombre en su caminar histórico. En esta Cena queda claramente remarcada la identificación del Pan con el Cuerpo de Cristo.
• Los discípulos comprenden que en el pan que se les entrega está Jesús mismo. Todos los que coman de este pan entrarán en comunión con Él.
• El vino simboliza la fiesta y la alegría. El pan representa lo necesario; el vino representa lo gratuito. Para la concepción semita en general en la sangre está la vida por eso Jesús entrega su vida en este episodio. Literalmente el relato dice sangre “derramada” haciendo referencia a la futura muerte que Jesús va a padecer por todos.
El efecto más importante de la Sagrada Eucaristía es la íntima unión con Jesucristo. El mismo nombre de Comunión indica esta participación unitiva en la vida del Señor. Si en todos los sacramentos, por medio de la gracia que nos confieren, se consolida nuestra unión con Jesús, esta es más intensa en la Eucaristía, puesto que no sólo nos da la gracia, sino al mismo Autor de la gracia: “Participando realmente del Cuerpo del Señor en la fracción del pan eucarístico, somos elevados a una comunión con Él y entre nosotros”.
Porque, como dice S. Pablo en la carta a los corintios, “el pan es uno, nosotros somos muchos que formamos un solo cuerpo, y todos participamos de un único pan”. Precisamente, por ser la Eucaristía el sacramento que mejor significa y realiza nuestra unión con Cristo, es a la vez donde toda la Iglesia muestra y lleva a cabo su unidad.
«En la cena, Jesús ofrece el pan («tomad”) y explica que es su cuerpo. En la cultura judía «cuerpo» (en gr. soma) significaba la persona en cuanto identidad, presencia y actividad; en consecuencia, al invitar a tomar el pan/cuerpo, invita Jesús a asimilarse a él, a aceptar su persona y actividad histórica como norma de vida; él mismo da la fuerza para ello, al hacer pan/alimento. El efecto que produce el pan en la vida humana es el que produce Jesús en sus discípulos. Después de darle de beber, Jesús dice que «ésa es la sangre de la alianza que se derrama por todos». La sangre que se derrama significa la muerte violenta o, mejor, la persona en cuanto sufre tal género de muerte. «Beber de la copa» lleva consigo aceptar la muerte de Jesús y comprometerse con él y como él a dar la vida, si fuese necesario, por los otros.
«Comer el pan» y «beber la copa» son actos inseparables; es decir, que no se puede aceptar la vida de Jesús sin aceptar su entrega hasta el fin, y que el compromiso de quien sigue a Jesús incluye una entrega como la suya. Éste es el verdadero significado de la eucaristía.
En esta fiesta de Corpus Christi, tratemos de aprender a valorar el alimento que se nos ofrece en cada misa, y hagamos el propósito de recibir con más frecuencia y mejor preparados, a Jesús que se nos ofrece en la Comunión y de esa forma tener la fuerza para darnos nosotros mismos a los demás.
Preguntas para la meditación: ¿Qué me dice?
¿Cómo vivo la celebración de la Misa cada domingo?
¿Digo yo también, por dentro, al participar en la eucaristía, desde mi más honda opción: "tomad y comed, éste es mi cuerpo...", poniéndome en disposición de dejarme comer por el servicio a mis hermanos?
¿Es mi vida realmente un "compartir"?
¿Es realmente una fiesta donde me encuentro con el Cristo que me amó y se entregó por mí, como nos dice San Pablo?
ORACIÓN: Secuencia de Corpus Christi
Glorifica, Sión, a tu Salvador, aclama con himnos y cantos a tu Jefe y tu Pastor.
Glorifícalo cuanto puedas, porque él está sobre todo elogio y nunca lo glorificarás bastante.
El motivo de alabanza que hoy se nos propone es el pan que da la vida. El mismo pan que en la Cena Cristo entregó a los Doce, congregados como hermanos.
Alabemos ese pan con entusiasmo, alabémoslo con alegría, que resuene nuestro júbilo ferviente.
Porque hoy celebramos el día en que se renueva la institución de este sagrado banquete. En esta mesa del nuevo Rey, la Pascua de la nueva alianza pone fin a la Pascua antigua.
El nuevo rito sustituye al viejo, las sombras se disipan ante la verdad, la luz ahuyenta las tinieblas.
Lo que Cristo hizo en la Cena, mandó que se repitiera en memoria de su amor. Instruidos con su enseñanza, consagramos el pan y el vino para el sacrificio de la salvación.
Es verdad de fe para los cristianos que el pan se convierte en la carne, y el vino, en la sangre de Cristo. Lo que no comprendes y no ves es atestiguado por la fe, por encima del orden natural. Bajo la forma del pan y del vino, que son signos solamente, se ocultan preciosas realidades.
Su carne es comida, y su sangre, bebida,
pero bajo cada uno de estos signos, está Cristo todo entero. Se lo recibe íntegramente, sin que nadie pueda dividirlo ni quebrarlo ni partirlo. Lo recibe uno, lo reciben mil, tanto éstos como aquél, sin que nadie pueda consumirlo.
Es vida para unos y muerte para otros.
Buenos y malos, todos lo reciben, pero con diverso resultado. Es muerte para los pecadores y vida para los justos; mira como un mismo alimento tiene efectos tan contrarios.
Cuando se parte la hostia, no vaciles: recuerda que en cada fragmento está Cristo todo entero.
La realidad permanece intacta, sólo se parten los signos, y Cristo no queda disminuido, ni en su ser ni en su medida.
Este es el pan de los ángeles, convertido en alimento de los hombres peregrinos: es el verdadero pan de los hijos, que no debe tirarse a los perros. Varios signos lo anunciaron: el sacrificio de Isaac, la inmolación del Cordero pascual y el maná que comieron nuestros padres.
Jesús, buen Pastor, pan verdadero, ten piedad de nosotros: apaciéntanos y cuídanos; permítenos contemplar los bienes eternos en la tierra de los vivientes.
Tú, que lo sabes y lo puedes todo, tú, que nos alimentas en este mundo, conviértenos en tus comensales del cielo, en tus coherederos y amigos, junto con todos los santos.
Lecturas de la semana:
LUNES 15: 2 Cor. 6, 1-10; Salmo 97; Mt. 5, 38-42.
MARTES 16: 2 Cor. 8, 1-9; Sal 145; Mt. 5, 43-48.
MIERCOLES 17: 2 Cor. 9, 6-11; Sal 111; Mt. 6, 1-6. 16-18.
JUEVES 18: 2 Cor. 11, 1-11; Salmo 110; Mt. 6, 7-15.
VIERNES 19: Os.11, 1. 3-4. 8c-9; Sal Is. 12, 2-3.4. 5-6; Ef. 3, 8-12. 14-19; Jn. 19, 31-37.
SABADO 20: Is. 61, 9-11; Salmo 1 Sam 2, 1. 4-5. 6-7; Lc. 2, 41-51.
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria, Catholic.net, Homilia.com. “Claves de Lectio Divina” Proyecto Lectionautas CEBIPAL/CELAM – SOCIEDADES BIBLICAS NIDAS Pbro. Lic. Gabriel MESTRE, Hno. Ricardo Grzona. Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785
Te esperamos los sábados 17:00 h.
para leer la Biblia en la Parroquia San José: Brandsen 4970 Villa Dominico.
Círculo Bíblico San José
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Reflexiones a la luz de la Palabra de Dios
Santisima Trinidad
Lecturas del 7/06/09 –Ciclo B– “Santísima Trinidad”
“… bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”
Libro del Deuteronomio 4, 32-34. 39-40
Moisés habló al pueblo diciendo: «Pregúntale al tiempo pasado, a los días que te han precedido desde que el Señor creó al hombre sobre la tierra, si de un extremo al otro del cielo sucedió alguna vez algo tan admirable o se oyó una cosa semejante. ¿Qué pueblo oyó la voz de Dios que hablaba desde el fuego, como la oíste tú, y pudo sobrevivir? ¿O qué dios intentó venir a tomar para sí una nación de en medio de otra, con milagros, signos y prodigios, combatiendo con mano poderosa y brazo fuerte, y realizando tremendas hazañas, como el Señor, tu Dios, lo hizo por ustedes en Egipto, delante de tus mismos ojos?
Reconoce hoy y medita en tu corazón que el Señor es Dios -allá arriba, en el cielo, y aquí abajo, en la tierra- y no hay otro. Observa los preceptos y los mandamientos que hoy te prescribo. Así serás feliz, tú y tus hijos después de ti, y vivirás mucho tiempo en la tierra que el Señor, tu Dios, te da para siempre.» Palabra de Dios.
SALMO 32
R. ¡Feliz el pueblo que el Señor se eligió como herencia!
La palabra del Señor es recta y él obra siempre con lealtad; él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su amor. R.
La palabra del Señor hizo el cielo, y el aliento de su boca, los ejércitos celestiales; porque él lo dijo, y el mundo existió, él dio una orden, y todo subsiste. R.
Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia. R.
Nuestra alma espera en el Señor: él es nuestra ayuda y nuestro escudo. Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti. R.
La carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 8, 14-17
Hermanos: Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el temor, sino el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios ¡Abba!, es decir, ¡Padre!
El mismo Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, también somos herederos, herederos de Dios y coherederos de Cristo, porque sufrimos con él para ser glorificados con él. Palabra de Dios.
Santo Evangelio según san Mateo 28, 16-20
Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de él; sin embargo, algunos todavía dudaron.
Acercándose, Jesús les dijo: «Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo.» Palabra del Señor.
Reflexión
Este domingo la Liturgia de la Iglesia mira el misterio de la Santísima Trinidad que tienen consecuencias muy importantes para la espiritualidad y la vida de los creyentes: Dios es Uno y a la vez Trino. Un solo Dios en tres Personas Divinas es el núcleo de la afirmación del misterio trinitario.
El misterio trinitario es un misterio de Dios-Amor.
En la primera lectura Dios-Amor interviene con mano fuerte y brazo poderoso para sacar a su pueblo de Egipto, símbolo de servidumbre y opresión.
En la segunda lectura Dios-Amor hace a los hombres sus hijos adoptivos para que puedan clamar con Jesucristo: "Abba", es decir, "Padre".
Y en el evangelio Dios-Amor regala a sus discípulos una misión maravillosa y les asegura su compañía a lo largo de los siglos.
Tres momentos para reflexionar:
Primero el encuentro con la divinidad del resucitado. Segundo el mandato de hacer discípulos, la profesión trinitaria: …en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo…
Y por último la frase tan confiada y segura de Jesús para con nosotros: Yo estaré siempre con ustedes, hasta el fin del mundo…
El texto bíblico que se nos propone está tomado del final del Evangelio según San Mateo. Es la última aparición del Resucitado y el mandato a los Apóstoles. Mateo y Marcos narran las apariciones de Jesús resucitado en Galilea, mientras que Juan y Lucas las sitúan en Jerusalén y su zona.
El lugar del encuentro es un cerro, una montaña. Este es lugar del encuentro con Dios. Jesús invita a los Apóstoles para que participen de su gloria como Señor lleno de poder. Ellos lo adoran (literalmente “se postran”) ante la presencia de Jesús, pero sin embargo, persisten las dudas. Si bien la manifestación es clara, y es un relato de “teofanía” (revelación y manifestación de Dios y su poder) nos dice el relato que “ellos todavía dudaban”. Siempre la manifestación de Dios, de la grandeza de su misterio provoca dudas, idas y vueltas, claro-oscuro en el corazón de los discípulos.
Los Once (ya no está Judas con ellos y todavía no ha sido “reemplazado”) tienen una experiencia muy fuerte de encuentro con la divinidad pero que deja en ellos esa tensión espiritual profunda que se mueve entre la duda y la certeza.
Jesús sigue siendo el mismo como hemos visto en los relatos pascuales que fuimos compartiendo durante los domingos posteriores a la celebración de la Pascua. Sin embargo, hoy se nos presenta con una palabra llena de poder. Sigue siendo el amigo y el compañero de siempre pero que con claridad manifiesta el poder de la Resurrección.
En el versículo 19 Jesús da el mandato de hacer discípulos de Él en todos los lugares de la tierra. Es increíble la apertura, la universalidad que Jesús marca con esto. Los discípulos deben ser de todas partes, nadie queda excluido, ningún pueblo y ninguna raza debe quedar fuera. El auténtico discípulo debe hacer otros discípulos de Cristo.
Al hacer estos discípulos deberán bautizarlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Este será en definitiva el signo de la comunidad de salvación inaugurada por Jesús: serán bautizados en nombre de la Santísima Trinidad. Esta tradición la Iglesia la ha mantenido a lo largo de los siglos. El mandato de Jesús de bautizar en nombre de la Trinidad refleja el núcleo de este Evangelio que la Iglesia pone en la liturgia de este día.
Al discipulado y el bautismo se agrega un nuevo mandato: enseñarle a obedecer todo lo que Jesús enseñó. Se trata de dar a conocer a los nuevos discípulos la auténtica doctrina de la salvación.
Por último, en la segunda parte del versículo 20, en las últimas palabras del Evangelio de Mateo, Jesús dice una de las palabras más esperanzadoras y consoladoras de todo el Nuevo Testamento: “Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo”.
P. Raniero Cantalamessa, ofmcap, 18 de mayo 2008:
¿Por qué los cristianos creen en la Trinidad? ¿No es ya bastante difícil creer que existe Dios como para añadirnos el enigma de que es «uno y trino»?.......
La respuesta es que los cristianos creen que Dios es trino ¡porque creen que Dios es amor! Si Dios es amor debe amar a alguien. No existe un amor al vacío, sin dirigirlo a nadie. Nos interrogamos: ¿a quién ama Dios para ser definido amor? Una primera respuesta podría ser: ¡ama a los hombres! Pero los hombres existen desde hace algunos millones de años, no más. Entonces, antes, ¿a quién amaba Dios? No puede haber empezado a ser amor desde cierto momento, porque Dios no puede cambiar. Segunda respuesta: antes de entonces amaba el cosmos, el universo. Pero el universo existe desde hace algunos miles de millones de años. Antes de entonces, ¿a quién amaba Dios para poderse definir amor? No podemos decir: se amaba a sí mismo, porque amarse a uno mismo no es amor, sino egoísmo, o como dicen los psicólogos, narcisismo.
He aquí la respuesta de la revelación cristiana. Dios es amor en sí mismo, antes del tiempo, porque desde siempre tiene en sí mismo un Hijo, el Verbo, a quien ama con amor infinito, que es el Espíritu Santo. En todo amor hay siempre tres realidades o sujetos: uno que ama, uno que es amado y el amor que los une. Allí donde Dios es concebido como poder absoluto, no existe necesidad de más personas, porque el poder puede ejercerlo uno solo; no así si Dios es concebido como amor absoluto. La teología se ha servido del término naturaleza, o sustancia, para indicar en Dios la unidad, y del término persona para indicar la distinción. Por esto decimos que nuestro Dios es un Dios único en tres personas. La doctrina cristiana de la Trinidad no es un retroceso, un pacto entre monoteísmo y politeísmo. Al contrario: es un paso adelante que sólo el propio Dios podía hacer que lo diera la mente humana.
Catecismo: El dogma de la Santísima Trinidad
253 La Trinidad es una. No confesamos tres dioses sino un solo Dios en tres personas: "la Trinidad consubstancial" (Cc. Constantinopla II, año 553: DS 421). Las personas divinas no se reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios: "El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza" (Cc. de Toledo XI, año 675: DS 530). "Cada una de las tres personas es esta realidad, es decir, la substancia, la esencia o la naturaleza divina" (Cc. de Letrán IV, año 1215: DS 804).
254 Las personas divinas son realmente distintas entre sí. "Dios es único pero no solitario" (Fides Damasi: DS 71). "Padre", "Hijo", Espíritu Santo" no son simplemente nombres que designan modalidades del ser divino, pues son realmente distintos entre sí: "El que es el Hijo no es el Padre, y el que es el Padre no es el Hijo, ni el Espíritu Santo el que es el Padre o el Hijo" (Cc. de Toledo XI, año 675: DS 530). Son distintos entre sí por sus relaciones de origen: "El Padre es quien engendra, el Hijo quien es engendrado, y el Espíritu Santo es quien procede" (Cc. Letrán IV, año 1215: DS 804). La Unidad divina es Trina.
Preguntas para la meditación: ¿Qué me dice?
“Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de él”
¿Cómo expreso en mi vida ese encuentro con Jesús? ¿Con humildad, con oración, con adoración?
¿Me cuesta reconocer la presencia de Jesús en el camino de mi vida?
¿Me dejo guiar en mi vida por las palabras de Jesús?
¿Cuáles son los “lugares” que el Señor me indica para que me encuentre con Él?
¿Tengo una adecuada actitud misionera con aquellos que no conocen al Señor o que conociéndolo se han alejado?
ORACIÓN: ¿Qué le digo?
Credo de Nicea-Constantinopla
Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a, vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo-en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
Lecturas de la semana:
LUNES 8: 2 Cor. 1, 1-7; Salmo 33; Mt. 5, 1-12.
MARTES 9: 2 Cor. 1, 18-22; Sa 118; Mt. 5, 13-16.
MIERCOLES 10: 2 Cor. 3, 4-11; Salmo 98; Mt. 5, 17-19.
JUEVES 11: Hch. 11, 21b-26; 13, 1-3; Salmo 97; Mt. 10, 7-13.
VIERNES 12: 2 Cor. 4, 7-15; Sal 115; Mt. 5, 27-32.
SABADO 13: 2 Cor. 5, 14-21; Salmo 102; Mt. 5, 33-37.
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria, Catholic.net, Homilia.com. “Claves de Lectio Divina” Proyecto Lectionautas CEBIPAL/CELAM – SOCIEDADES BIBLICAS NIDAS Pbro. Lic. Gabriel MESTRE, Hno. Ricardo Grzona, frp.
Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785
Te esperamos los sábados 17:00 h.
para leer la Biblia en la Parroquia San José: Brandsen 4970 Villa Dominico.
Círculo Bíblico San José
“… bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”
Libro del Deuteronomio 4, 32-34. 39-40
Moisés habló al pueblo diciendo: «Pregúntale al tiempo pasado, a los días que te han precedido desde que el Señor creó al hombre sobre la tierra, si de un extremo al otro del cielo sucedió alguna vez algo tan admirable o se oyó una cosa semejante. ¿Qué pueblo oyó la voz de Dios que hablaba desde el fuego, como la oíste tú, y pudo sobrevivir? ¿O qué dios intentó venir a tomar para sí una nación de en medio de otra, con milagros, signos y prodigios, combatiendo con mano poderosa y brazo fuerte, y realizando tremendas hazañas, como el Señor, tu Dios, lo hizo por ustedes en Egipto, delante de tus mismos ojos?
Reconoce hoy y medita en tu corazón que el Señor es Dios -allá arriba, en el cielo, y aquí abajo, en la tierra- y no hay otro. Observa los preceptos y los mandamientos que hoy te prescribo. Así serás feliz, tú y tus hijos después de ti, y vivirás mucho tiempo en la tierra que el Señor, tu Dios, te da para siempre.» Palabra de Dios.
SALMO 32
R. ¡Feliz el pueblo que el Señor se eligió como herencia!
La palabra del Señor es recta y él obra siempre con lealtad; él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su amor. R.
La palabra del Señor hizo el cielo, y el aliento de su boca, los ejércitos celestiales; porque él lo dijo, y el mundo existió, él dio una orden, y todo subsiste. R.
Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia. R.
Nuestra alma espera en el Señor: él es nuestra ayuda y nuestro escudo. Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti. R.
La carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 8, 14-17
Hermanos: Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el temor, sino el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios ¡Abba!, es decir, ¡Padre!
El mismo Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, también somos herederos, herederos de Dios y coherederos de Cristo, porque sufrimos con él para ser glorificados con él. Palabra de Dios.
Santo Evangelio según san Mateo 28, 16-20
Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de él; sin embargo, algunos todavía dudaron.
Acercándose, Jesús les dijo: «Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo.» Palabra del Señor.
Reflexión
Este domingo la Liturgia de la Iglesia mira el misterio de la Santísima Trinidad que tienen consecuencias muy importantes para la espiritualidad y la vida de los creyentes: Dios es Uno y a la vez Trino. Un solo Dios en tres Personas Divinas es el núcleo de la afirmación del misterio trinitario.
El misterio trinitario es un misterio de Dios-Amor.
En la primera lectura Dios-Amor interviene con mano fuerte y brazo poderoso para sacar a su pueblo de Egipto, símbolo de servidumbre y opresión.
En la segunda lectura Dios-Amor hace a los hombres sus hijos adoptivos para que puedan clamar con Jesucristo: "Abba", es decir, "Padre".
Y en el evangelio Dios-Amor regala a sus discípulos una misión maravillosa y les asegura su compañía a lo largo de los siglos.
Tres momentos para reflexionar:
Primero el encuentro con la divinidad del resucitado. Segundo el mandato de hacer discípulos, la profesión trinitaria: …en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo…
Y por último la frase tan confiada y segura de Jesús para con nosotros: Yo estaré siempre con ustedes, hasta el fin del mundo…
El texto bíblico que se nos propone está tomado del final del Evangelio según San Mateo. Es la última aparición del Resucitado y el mandato a los Apóstoles. Mateo y Marcos narran las apariciones de Jesús resucitado en Galilea, mientras que Juan y Lucas las sitúan en Jerusalén y su zona.
El lugar del encuentro es un cerro, una montaña. Este es lugar del encuentro con Dios. Jesús invita a los Apóstoles para que participen de su gloria como Señor lleno de poder. Ellos lo adoran (literalmente “se postran”) ante la presencia de Jesús, pero sin embargo, persisten las dudas. Si bien la manifestación es clara, y es un relato de “teofanía” (revelación y manifestación de Dios y su poder) nos dice el relato que “ellos todavía dudaban”. Siempre la manifestación de Dios, de la grandeza de su misterio provoca dudas, idas y vueltas, claro-oscuro en el corazón de los discípulos.
Los Once (ya no está Judas con ellos y todavía no ha sido “reemplazado”) tienen una experiencia muy fuerte de encuentro con la divinidad pero que deja en ellos esa tensión espiritual profunda que se mueve entre la duda y la certeza.
Jesús sigue siendo el mismo como hemos visto en los relatos pascuales que fuimos compartiendo durante los domingos posteriores a la celebración de la Pascua. Sin embargo, hoy se nos presenta con una palabra llena de poder. Sigue siendo el amigo y el compañero de siempre pero que con claridad manifiesta el poder de la Resurrección.
En el versículo 19 Jesús da el mandato de hacer discípulos de Él en todos los lugares de la tierra. Es increíble la apertura, la universalidad que Jesús marca con esto. Los discípulos deben ser de todas partes, nadie queda excluido, ningún pueblo y ninguna raza debe quedar fuera. El auténtico discípulo debe hacer otros discípulos de Cristo.
Al hacer estos discípulos deberán bautizarlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Este será en definitiva el signo de la comunidad de salvación inaugurada por Jesús: serán bautizados en nombre de la Santísima Trinidad. Esta tradición la Iglesia la ha mantenido a lo largo de los siglos. El mandato de Jesús de bautizar en nombre de la Trinidad refleja el núcleo de este Evangelio que la Iglesia pone en la liturgia de este día.
Al discipulado y el bautismo se agrega un nuevo mandato: enseñarle a obedecer todo lo que Jesús enseñó. Se trata de dar a conocer a los nuevos discípulos la auténtica doctrina de la salvación.
Por último, en la segunda parte del versículo 20, en las últimas palabras del Evangelio de Mateo, Jesús dice una de las palabras más esperanzadoras y consoladoras de todo el Nuevo Testamento: “Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo”.
P. Raniero Cantalamessa, ofmcap, 18 de mayo 2008:
¿Por qué los cristianos creen en la Trinidad? ¿No es ya bastante difícil creer que existe Dios como para añadirnos el enigma de que es «uno y trino»?.......
La respuesta es que los cristianos creen que Dios es trino ¡porque creen que Dios es amor! Si Dios es amor debe amar a alguien. No existe un amor al vacío, sin dirigirlo a nadie. Nos interrogamos: ¿a quién ama Dios para ser definido amor? Una primera respuesta podría ser: ¡ama a los hombres! Pero los hombres existen desde hace algunos millones de años, no más. Entonces, antes, ¿a quién amaba Dios? No puede haber empezado a ser amor desde cierto momento, porque Dios no puede cambiar. Segunda respuesta: antes de entonces amaba el cosmos, el universo. Pero el universo existe desde hace algunos miles de millones de años. Antes de entonces, ¿a quién amaba Dios para poderse definir amor? No podemos decir: se amaba a sí mismo, porque amarse a uno mismo no es amor, sino egoísmo, o como dicen los psicólogos, narcisismo.
He aquí la respuesta de la revelación cristiana. Dios es amor en sí mismo, antes del tiempo, porque desde siempre tiene en sí mismo un Hijo, el Verbo, a quien ama con amor infinito, que es el Espíritu Santo. En todo amor hay siempre tres realidades o sujetos: uno que ama, uno que es amado y el amor que los une. Allí donde Dios es concebido como poder absoluto, no existe necesidad de más personas, porque el poder puede ejercerlo uno solo; no así si Dios es concebido como amor absoluto. La teología se ha servido del término naturaleza, o sustancia, para indicar en Dios la unidad, y del término persona para indicar la distinción. Por esto decimos que nuestro Dios es un Dios único en tres personas. La doctrina cristiana de la Trinidad no es un retroceso, un pacto entre monoteísmo y politeísmo. Al contrario: es un paso adelante que sólo el propio Dios podía hacer que lo diera la mente humana.
Catecismo: El dogma de la Santísima Trinidad
253 La Trinidad es una. No confesamos tres dioses sino un solo Dios en tres personas: "la Trinidad consubstancial" (Cc. Constantinopla II, año 553: DS 421). Las personas divinas no se reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios: "El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza" (Cc. de Toledo XI, año 675: DS 530). "Cada una de las tres personas es esta realidad, es decir, la substancia, la esencia o la naturaleza divina" (Cc. de Letrán IV, año 1215: DS 804).
254 Las personas divinas son realmente distintas entre sí. "Dios es único pero no solitario" (Fides Damasi: DS 71). "Padre", "Hijo", Espíritu Santo" no son simplemente nombres que designan modalidades del ser divino, pues son realmente distintos entre sí: "El que es el Hijo no es el Padre, y el que es el Padre no es el Hijo, ni el Espíritu Santo el que es el Padre o el Hijo" (Cc. de Toledo XI, año 675: DS 530). Son distintos entre sí por sus relaciones de origen: "El Padre es quien engendra, el Hijo quien es engendrado, y el Espíritu Santo es quien procede" (Cc. Letrán IV, año 1215: DS 804). La Unidad divina es Trina.
Preguntas para la meditación: ¿Qué me dice?
“Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de él”
¿Cómo expreso en mi vida ese encuentro con Jesús? ¿Con humildad, con oración, con adoración?
¿Me cuesta reconocer la presencia de Jesús en el camino de mi vida?
¿Me dejo guiar en mi vida por las palabras de Jesús?
¿Cuáles son los “lugares” que el Señor me indica para que me encuentre con Él?
¿Tengo una adecuada actitud misionera con aquellos que no conocen al Señor o que conociéndolo se han alejado?
ORACIÓN: ¿Qué le digo?
Credo de Nicea-Constantinopla
Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a, vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo-en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
Lecturas de la semana:
LUNES 8: 2 Cor. 1, 1-7; Salmo 33; Mt. 5, 1-12.
MARTES 9: 2 Cor. 1, 18-22; Sa 118; Mt. 5, 13-16.
MIERCOLES 10: 2 Cor. 3, 4-11; Salmo 98; Mt. 5, 17-19.
JUEVES 11: Hch. 11, 21b-26; 13, 1-3; Salmo 97; Mt. 10, 7-13.
VIERNES 12: 2 Cor. 4, 7-15; Sal 115; Mt. 5, 27-32.
SABADO 13: 2 Cor. 5, 14-21; Salmo 102; Mt. 5, 33-37.
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria, Catholic.net, Homilia.com. “Claves de Lectio Divina” Proyecto Lectionautas CEBIPAL/CELAM – SOCIEDADES BIBLICAS NIDAS Pbro. Lic. Gabriel MESTRE, Hno. Ricardo Grzona, frp.
Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785
Te esperamos los sábados 17:00 h.
para leer la Biblia en la Parroquia San José: Brandsen 4970 Villa Dominico.
Círculo Bíblico San José
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Reflexiones a la luz de la Palabra de Dios
Pentecostes
Lecturas del 31/05/09 –Ciclo B–
“Pentecostés”
“Reciban al Espíritu Santo”
Hechos de los apóstoles 2, 1-11
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse.
Había en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo. Al oírse este ruido, se congregó la multitud y se llenó de asombro, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Con gran admiración y estupor decían:
«¿Acaso estos hombres que hablan no son todos galileos? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia lengua? Partos, medos y elamitas, los que habitamos en la Mesopotamia o en la misma Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor, en Frigia y Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.» Palabra de Dios.
SALMO 103
R. Señor, envía tu Espíritu
y renueva la superficie de la tierra.
Bendice al Señor, alma mía: ¡Señor, Dios mío, qué grande eres! ¡Qué variadas son tus obras, Señor! la tierra está llena de tus criaturas! R.
Si les quitas el aliento, expiran y vuelven al polvo. Si envías tu aliento, son creados,
y renuevas la superficie de la tierra. R.
¡Gloria al Señor para siempre, alégrese el Señor por sus obras! que mi canto le sea agradable, y yo me alegraré en el Señor. R.
Primera carta de san Pablo a los cristianos de Corinto 12, 3b-7. 12-13
Hermanos: Nadie, movido por el Espíritu de Dios, puede decir: «Maldito sea Jesús.» Y nadie puede decir: «Jesús es el Señor», si no está impulsado por el Espíritu Santo. Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos. En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común. Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo -judíos y griegos, esclavos y hombres libres- y todos hemos bebido de un mismo Espíritu. Palabra de Dios.
SECUENCIA
Ven, Espíritu Santo, y envía desde el cielo un rayo de tu luz.
Ven, Padre de los pobres, ven a darnos tus dones, ven a darnos tu luz.
Consolador lleno de bondad, dulce huésped del alma suave alivio de los hombres.
Tú eres descanso en el trabajo, templanza de las pasiones, alegría en nuestro llanto.
Penetra con tu santa luz en lo más íntimo del corazón de tus fieles.
Sin tu ayuda divina no hay nada en el hombre, nada que sea inocente.
Lava nuestras manchas, riega nuestra aridez,
cura nuestras heridas.
Suaviza nuestra dureza, elimina con tu calor nuestra frialdad, corrige nuestros desvíos.
Concede a tus fieles, que confían en tí, tus siete dones sagrados.
Premia nuestra virtud, salva nuestras almas,
danos la eterna alegría.
Santo Evangelio según san Juan 20, 19-23
Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo:«¡La paz esté con ustedes!» Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes.» Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió «Reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan.» Palabra del Señor.
Reflexión
Este domingo la liturgia de la Iglesia celebra la Solemnidad de Pentecostés con la que se cierra el Tiempo Pascual. El envío del Espíritu Santo sobre los seguidores de Jesús sella este tiempo rico y da paso a la acción del Espíritu en la comunidad, en la Iglesia.
En el texto bíblico tomado del Libro de los Hechos de los Apóstoles, podemos distinguir dos partes:
• Versículos 1-4: la venida del Espíritu Santo en sí sobre los seguidores de Jesús.
• Versículos 5-12: la reacción de los presentes ante la venida del Espíritu Santo sobre los seguidores de Jesús.
En la primera parte se describe cómo el Espíritu Santo desciende sobre los discípulos. Están en la fiesta judía de Pentecostés y allí reciben el Espíritu. La forma visible de manifestación de este Espíritu es variada. Por un lado el ruido fuerte que viene del cielo como una tormenta que resuena en todo el salón; literalmente se habla de un “viento fuerte” o de un “viento en forma de ráfagas fuertes”. Por otro lado están las llamas de fuego que se posan sobre cada uno de ellos.
En la segunda parte del relato se describe la reacción de los presentes en la fiesta que expresa, en definitiva, otras de las acciones del Espíritu en los seguidores de Jesús. Hablan distintas lenguas. A pesar de ser todos de la región de Galilea, los peregrinos judíos que han venido a la fiesta, los escuchan hablar de las maravillas de Dios en el idioma de cada uno. Se nombran quince lugares diferentes haciendo referencia que algunos son judíos de nacimiento y otros se han “convertido” después. El Espíritu les permite a los discípulos comunicar, dar a conocer las maravillas de Dios a todos los hombres a través de la “lengua” de cada uno, para que cada uno pueda comprender con claridad el mensaje de Dios.
(“¡El poder de lo alto!”) Homilía del P. Raniero Cantalamessa 11/05 08
El relato de Hechos de los Apóstoles comienza diciendo: «Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar». De estas palabras deducimos que Pentecostés preexistía... a Pentecostés. En otras palabras: había ya una fiesta de Pentecostés en el judaísmo y fue durante tal fiesta que descendió el Espíritu Santo. No se entiende el Pentecostés cristiano sin tener en cuenta el Pentecostés judío que lo preparó. En el Antiguo Testamento ha habido dos interpretaciones de la fiesta de Pentecostés. Al principio era la fiesta de las siete semanas, la fiesta de la cosecha, cuando se ofrecía a Dios la primicia del trigo; pero sucesivamente, y ciertamente en tiempos de Jesús, la fiesta se había enriquecido de un nuevo significado: era la fiesta de la entrega de la ley en el monte Sinaí y de la alianza.
Si el Espíritu Santo viene sobre la Iglesia precisamente el día en que en Israel se celebraba la fiesta de la ley y de la alianza es para indicar que el Espíritu Santo es la ley nueva, la ley espiritual que sella la nueva y eterna alianza. Una ley escrita ya no sobre tablas de piedra, sino en tablas de carne, que son los corazones de los hombres. Estas consideraciones suscitan de inmediato un interrogante: ¿vivimos bajo la antigua ley o bajo la ley nueva? ¿Cumplimos nuestros deberes religiosos por constricción, por temor y por acostumbramiento, o en cambio por convicción íntima y casi por atracción? ¿Sentimos a Dios como padre o como patrón?
Concluyo con una historia. A principios del XX, una familia del sur de Italia emigra a los Estados Unidos. Como carecen de suficiente dinero para pagar las comidas en el restaurante, llevan consigo vianda para el viaje: pan y queso. Con el paso de los días y de las semanas el pan se endurece y el queso enmohece; en cierto momento, el hijo no lo aguanta más y no hace más que llorar. Entonces sus padres sacan la poca calderilla (monedas de cobre) que les queda y se la dan para que disfrute de una buena comida en el restaurante. El hijo va, come y vuelve a sus padres bañado en lágrimas. «¿Cómo? ¿Hemos gastado todo para pagarte un almuerzo, y sigues llorando?». «Lloro porque he descubierto que una comida al día en el restaurante estaba incluida en el precio, ¡y hemos pasado todo el tiempo a pan y queso!». Muchos cristianos realizan la travesía de la vida «a pan y queso», sin alegría, sin entusiasmo, cuando podrían, espiritualmente hablando, disfrutar cada día de todo «bien de Dios», todo «incluido en el precio» de ser cristianos.
El secreto para experimentar aquello que Juan XXIII llamaba «un nuevo Pentecostés» se llama oración. ¡Es ahí donde se prende la «chispa» que enciende el motor! Jesús ha prometido que el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan (Lc. 11, 13). Entonces, ¡pedir!
La liturgia de Pentecostés nos ofrece magníficas expresiones para hacerlo: «Ven, Espíritu Santo... Ven, Padre de los pobres; ven, dador de los dones; ven, luz de los corazones. En el esfuerzo, descanso; refugio en las horas de fuego; consuelo en el llanto. ¡Ven Espíritu Santo!».
Preguntas para la meditación:
No hace falta que te digan que estamos en una época difícil, que hoy no es sencillo vivir, que muchas veces a todos nos ataca el desaliento, que nos cuesta querernos comunicarnos y ayudarnos, que cada uno piensa demasiado en sí mismo, que no reconocemos fácilmente el amor de Dios en nuestra propia vida, que hay viejos rencores y heridas que nos cuesta sanar, que por ahí nos sentimos insatisfechos, que otras veces no sabemos para que trabajamos, para que nos estamos esforzando, para que vivimos en realidad. O quizás en el fondo nos sentimos solos, con una oculta tristeza.
Nada puede negar que algunas de estas cosas aniden en nuestro corazón.
Pero para solucionar este profundo problema, para vivir con intensidad y con armonía, necesitamos algo, hay algo que nos falta.
En definitiva, nos falta “espíritu”. A nuestras existencias les falta el fuego, la luz, la vitalidad, la fortaleza, el empuje, la paz del Espíritu Santo. Y en el fondo, todo nuestro ser está sediento de Él, de su presencia, de su río de vida. Entonces:
¿Cómo me encuentra esta fiesta de Pentecostés?
¿Cómo percibo hoy que el Espíritu Santo actúa en mi vida, en la vida de mis hermanos, en la vida de la Iglesia?
¿Me animo a contar y cantar las maravillas de Dios a todos mis hermanos?
ORACIÓN:
Dios nuestro, Espíritu inasible, Luz de toda luz, Amor que está en todo amor, Fuerza y Vida que alienta en toda la Creación: derrámate hoy de nuevo sobre toda la creación y sobre todos los pueblos, para que buscándote más allá de los diferentes nombres con que te invocamos, podamos encontrarte, y podamos encontrarnos, en Ti, unidos en amor a todo lo que existe. Tú que vives y haces vivir, por los siglos de los siglos.
Lecturas de la semana:
LUNES 1: Hech. 1, 12-14; Salmo Jdt. 13, 18.19; Jn. 19, 25-27.
MARTES 2: Tob. 2, 9-14; Salmo 111; Mc. 12, 13-17.
MIERCOLES 3: Tob. 3, 1-11ª. 16-17a; Salmo 24; Mc. 12, 18-27.
JUEVES 4: Tob. 6, 10-11; 7, 1. 9-16; 8, 4-9a; Salmo 127; Mc. 12, 28-34.
VIERNES 5: Tob. 11, 5-18a; Salmo 145; Mc. 12, 35-37.
SABADO 6: Tob. 12, 1. 5-15. 20; Salmo Tob. 13, 2. 7. 8; Mc. 12,38-44.
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria, Catholic.net, Homilia.com. “Claves de Lectio Divina” Proyecto Lectionautas CEBIPAL/CELAM – SOCIEDADES BIBLICAS NIDAS Pbro. Lic. Gabriel MESTRE, Hno. Ricardo Grzona, frp.
Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785
Te esperamos los sábados 17:00 h.
para leer la Biblia en la Parroquia San José: Brandsen 4970 Villa Dominico.
Círculo Bíblico San José
“Pentecostés”
“Reciban al Espíritu Santo”
Hechos de los apóstoles 2, 1-11
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse.
Había en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo. Al oírse este ruido, se congregó la multitud y se llenó de asombro, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Con gran admiración y estupor decían:
«¿Acaso estos hombres que hablan no son todos galileos? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia lengua? Partos, medos y elamitas, los que habitamos en la Mesopotamia o en la misma Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor, en Frigia y Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.» Palabra de Dios.
SALMO 103
R. Señor, envía tu Espíritu
y renueva la superficie de la tierra.
Bendice al Señor, alma mía: ¡Señor, Dios mío, qué grande eres! ¡Qué variadas son tus obras, Señor! la tierra está llena de tus criaturas! R.
Si les quitas el aliento, expiran y vuelven al polvo. Si envías tu aliento, son creados,
y renuevas la superficie de la tierra. R.
¡Gloria al Señor para siempre, alégrese el Señor por sus obras! que mi canto le sea agradable, y yo me alegraré en el Señor. R.
Primera carta de san Pablo a los cristianos de Corinto 12, 3b-7. 12-13
Hermanos: Nadie, movido por el Espíritu de Dios, puede decir: «Maldito sea Jesús.» Y nadie puede decir: «Jesús es el Señor», si no está impulsado por el Espíritu Santo. Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos. En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común. Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo -judíos y griegos, esclavos y hombres libres- y todos hemos bebido de un mismo Espíritu. Palabra de Dios.
SECUENCIA
Ven, Espíritu Santo, y envía desde el cielo un rayo de tu luz.
Ven, Padre de los pobres, ven a darnos tus dones, ven a darnos tu luz.
Consolador lleno de bondad, dulce huésped del alma suave alivio de los hombres.
Tú eres descanso en el trabajo, templanza de las pasiones, alegría en nuestro llanto.
Penetra con tu santa luz en lo más íntimo del corazón de tus fieles.
Sin tu ayuda divina no hay nada en el hombre, nada que sea inocente.
Lava nuestras manchas, riega nuestra aridez,
cura nuestras heridas.
Suaviza nuestra dureza, elimina con tu calor nuestra frialdad, corrige nuestros desvíos.
Concede a tus fieles, que confían en tí, tus siete dones sagrados.
Premia nuestra virtud, salva nuestras almas,
danos la eterna alegría.
Santo Evangelio según san Juan 20, 19-23
Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo:«¡La paz esté con ustedes!» Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes.» Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió «Reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan.» Palabra del Señor.
Reflexión
Este domingo la liturgia de la Iglesia celebra la Solemnidad de Pentecostés con la que se cierra el Tiempo Pascual. El envío del Espíritu Santo sobre los seguidores de Jesús sella este tiempo rico y da paso a la acción del Espíritu en la comunidad, en la Iglesia.
En el texto bíblico tomado del Libro de los Hechos de los Apóstoles, podemos distinguir dos partes:
• Versículos 1-4: la venida del Espíritu Santo en sí sobre los seguidores de Jesús.
• Versículos 5-12: la reacción de los presentes ante la venida del Espíritu Santo sobre los seguidores de Jesús.
En la primera parte se describe cómo el Espíritu Santo desciende sobre los discípulos. Están en la fiesta judía de Pentecostés y allí reciben el Espíritu. La forma visible de manifestación de este Espíritu es variada. Por un lado el ruido fuerte que viene del cielo como una tormenta que resuena en todo el salón; literalmente se habla de un “viento fuerte” o de un “viento en forma de ráfagas fuertes”. Por otro lado están las llamas de fuego que se posan sobre cada uno de ellos.
En la segunda parte del relato se describe la reacción de los presentes en la fiesta que expresa, en definitiva, otras de las acciones del Espíritu en los seguidores de Jesús. Hablan distintas lenguas. A pesar de ser todos de la región de Galilea, los peregrinos judíos que han venido a la fiesta, los escuchan hablar de las maravillas de Dios en el idioma de cada uno. Se nombran quince lugares diferentes haciendo referencia que algunos son judíos de nacimiento y otros se han “convertido” después. El Espíritu les permite a los discípulos comunicar, dar a conocer las maravillas de Dios a todos los hombres a través de la “lengua” de cada uno, para que cada uno pueda comprender con claridad el mensaje de Dios.
(“¡El poder de lo alto!”) Homilía del P. Raniero Cantalamessa 11/05 08
El relato de Hechos de los Apóstoles comienza diciendo: «Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar». De estas palabras deducimos que Pentecostés preexistía... a Pentecostés. En otras palabras: había ya una fiesta de Pentecostés en el judaísmo y fue durante tal fiesta que descendió el Espíritu Santo. No se entiende el Pentecostés cristiano sin tener en cuenta el Pentecostés judío que lo preparó. En el Antiguo Testamento ha habido dos interpretaciones de la fiesta de Pentecostés. Al principio era la fiesta de las siete semanas, la fiesta de la cosecha, cuando se ofrecía a Dios la primicia del trigo; pero sucesivamente, y ciertamente en tiempos de Jesús, la fiesta se había enriquecido de un nuevo significado: era la fiesta de la entrega de la ley en el monte Sinaí y de la alianza.
Si el Espíritu Santo viene sobre la Iglesia precisamente el día en que en Israel se celebraba la fiesta de la ley y de la alianza es para indicar que el Espíritu Santo es la ley nueva, la ley espiritual que sella la nueva y eterna alianza. Una ley escrita ya no sobre tablas de piedra, sino en tablas de carne, que son los corazones de los hombres. Estas consideraciones suscitan de inmediato un interrogante: ¿vivimos bajo la antigua ley o bajo la ley nueva? ¿Cumplimos nuestros deberes religiosos por constricción, por temor y por acostumbramiento, o en cambio por convicción íntima y casi por atracción? ¿Sentimos a Dios como padre o como patrón?
Concluyo con una historia. A principios del XX, una familia del sur de Italia emigra a los Estados Unidos. Como carecen de suficiente dinero para pagar las comidas en el restaurante, llevan consigo vianda para el viaje: pan y queso. Con el paso de los días y de las semanas el pan se endurece y el queso enmohece; en cierto momento, el hijo no lo aguanta más y no hace más que llorar. Entonces sus padres sacan la poca calderilla (monedas de cobre) que les queda y se la dan para que disfrute de una buena comida en el restaurante. El hijo va, come y vuelve a sus padres bañado en lágrimas. «¿Cómo? ¿Hemos gastado todo para pagarte un almuerzo, y sigues llorando?». «Lloro porque he descubierto que una comida al día en el restaurante estaba incluida en el precio, ¡y hemos pasado todo el tiempo a pan y queso!». Muchos cristianos realizan la travesía de la vida «a pan y queso», sin alegría, sin entusiasmo, cuando podrían, espiritualmente hablando, disfrutar cada día de todo «bien de Dios», todo «incluido en el precio» de ser cristianos.
El secreto para experimentar aquello que Juan XXIII llamaba «un nuevo Pentecostés» se llama oración. ¡Es ahí donde se prende la «chispa» que enciende el motor! Jesús ha prometido que el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan (Lc. 11, 13). Entonces, ¡pedir!
La liturgia de Pentecostés nos ofrece magníficas expresiones para hacerlo: «Ven, Espíritu Santo... Ven, Padre de los pobres; ven, dador de los dones; ven, luz de los corazones. En el esfuerzo, descanso; refugio en las horas de fuego; consuelo en el llanto. ¡Ven Espíritu Santo!».
Preguntas para la meditación:
No hace falta que te digan que estamos en una época difícil, que hoy no es sencillo vivir, que muchas veces a todos nos ataca el desaliento, que nos cuesta querernos comunicarnos y ayudarnos, que cada uno piensa demasiado en sí mismo, que no reconocemos fácilmente el amor de Dios en nuestra propia vida, que hay viejos rencores y heridas que nos cuesta sanar, que por ahí nos sentimos insatisfechos, que otras veces no sabemos para que trabajamos, para que nos estamos esforzando, para que vivimos en realidad. O quizás en el fondo nos sentimos solos, con una oculta tristeza.
Nada puede negar que algunas de estas cosas aniden en nuestro corazón.
Pero para solucionar este profundo problema, para vivir con intensidad y con armonía, necesitamos algo, hay algo que nos falta.
En definitiva, nos falta “espíritu”. A nuestras existencias les falta el fuego, la luz, la vitalidad, la fortaleza, el empuje, la paz del Espíritu Santo. Y en el fondo, todo nuestro ser está sediento de Él, de su presencia, de su río de vida. Entonces:
¿Cómo me encuentra esta fiesta de Pentecostés?
¿Cómo percibo hoy que el Espíritu Santo actúa en mi vida, en la vida de mis hermanos, en la vida de la Iglesia?
¿Me animo a contar y cantar las maravillas de Dios a todos mis hermanos?
ORACIÓN:
Dios nuestro, Espíritu inasible, Luz de toda luz, Amor que está en todo amor, Fuerza y Vida que alienta en toda la Creación: derrámate hoy de nuevo sobre toda la creación y sobre todos los pueblos, para que buscándote más allá de los diferentes nombres con que te invocamos, podamos encontrarte, y podamos encontrarnos, en Ti, unidos en amor a todo lo que existe. Tú que vives y haces vivir, por los siglos de los siglos.
Lecturas de la semana:
LUNES 1: Hech. 1, 12-14; Salmo Jdt. 13, 18.19; Jn. 19, 25-27.
MARTES 2: Tob. 2, 9-14; Salmo 111; Mc. 12, 13-17.
MIERCOLES 3: Tob. 3, 1-11ª. 16-17a; Salmo 24; Mc. 12, 18-27.
JUEVES 4: Tob. 6, 10-11; 7, 1. 9-16; 8, 4-9a; Salmo 127; Mc. 12, 28-34.
VIERNES 5: Tob. 11, 5-18a; Salmo 145; Mc. 12, 35-37.
SABADO 6: Tob. 12, 1. 5-15. 20; Salmo Tob. 13, 2. 7. 8; Mc. 12,38-44.
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria, Catholic.net, Homilia.com. “Claves de Lectio Divina” Proyecto Lectionautas CEBIPAL/CELAM – SOCIEDADES BIBLICAS NIDAS Pbro. Lic. Gabriel MESTRE, Hno. Ricardo Grzona, frp.
Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785
Te esperamos los sábados 17:00 h.
para leer la Biblia en la Parroquia San José: Brandsen 4970 Villa Dominico.
Círculo Bíblico San José
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Reflexiones a la luz de la Palabra de Dios
Ascensión del Señor
Lecturas del 24/05/09 –Ciclo B–
“Ascensión del Señor”
“los Apóstoles lo vieron elevarse”
Hechos de los apóstoles 1, 1-11
En mi primer Libro, querido Teófilo, me referí a todo lo que hizo y enseñó
Jesús, desde el comienzo, hasta el día en que subió al cielo, después de
haber dado, por medio del Espíritu Santo, sus últimas instrucciones a los
Apóstoles que había elegido.
Después de su Pasión, Jesús se manifestó a ellos dándoles numerosas pruebas
de que vivía, y durante cuarenta días se le apareció y les habló del Reino
de Dios.
En una ocasión, mientras estaba comiendo con ellos, les recomendó que no se
alejaran de Jerusalén y esperaran la promesa del Padre: «La promesa, les
dijo, que yo les he anunciado. Porque Juan bautizó con agua, pero ustedes
serán bautizados en el Espíritu Santo, dentro de pocos días.»
Los que estaban reunidos le preguntaron: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?» El les respondió: «No les corresponde a ustedes conocer el tiempo y el momento que el Padre ha establecido con su propia autoridad. Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis
testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra.»
Dicho esto, los Apóstoles lo vieron elevarse, y una nube lo ocultó de la vista de ellos. Como permanecían con la mirada puesta en el cielo mientras Jesús subía, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco, que les
dijeron: «Hombres de Galilea, ¿por qué siguen mirando al cielo? Este Jesús
que les ha sido quitado y fue elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir.» Palabra de Dios.
Salmo 46,
R. Dios asciende entre aclamaciones,
asciende el Señor al sonido de trompetas.
Aplaudan, todos los pueblos, aclamen al Señor con gritos de alegría; porque el Señor, el Altísimo, es temible, es el soberano de toda la tierra. R.
El Señor asciende entre aclamaciones, asciende al sonido de trompetas. Canten, canten a nuestro Dios, canten, canten a nuestro Rey. R.
El Señor es el Rey de toda la tierra, cántenle un hermoso himno. El Señor reina sobre las naciones el Señor se sienta en su trono sagrado. R.
Carta a los Efesios 1, 17 – 23
Hermanos: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que les permita conocerlo verdaderamente. Que él ilumine sus corazones, para que ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los santos, y la extraordinaria grandeza del poder con que él obra en nosotros, los creyentes, por la eficacia de su fuerza. Este es el mismo poder que Dios manifestó en Cristo, cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, elevándolo por encima de todo Principado, Potestad, Poder y Dominación, y de cualquier otra dignidad que pueda mencionarse tanto en este mundo como en el futuro. Él puso todas las cosas bajo sus pies y lo constituyó, por encima de todo, Cabeza de la Iglesia, que es su Cuerpo y la Plenitud de aquel que llena completamente todas las cosas.
Santo Evangelio según S. Marcos 16, 15-20
Jesús dijo a sus discípulos: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán.» Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios.
Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban. Palabra del Señor.
Reflexión
En esta fiesta de la Ascensión de nuestro Señor Jesucristo, que festejamos cuarenta días después de la Pascua, conviene recordar lo que dice San Agustín: "Hoy Nuestro Señor Jesucristo ha subido al cielo; suba también con Él
nuestro corazón".
La ascensión del Señor marca una etapa nueva y definitiva para los apóstoles. El Señor resucitado ya no aparecerá más, sino que sube al cielo para interceder por los hombres ante el Padre. Este hecho es narrado por los hechos de los apóstoles en la primera lectura subrayando el estupor y asombro de aquellos hombres. El evangelio insiste, de modo particular, en la misión que Jesús confía a sus apóstoles. Se trata de un verdadero mandato apostólico: vayan y prediquen.
Por una parte, según las palabras de Cristo, deben esperar para ser revestidos del Espíritu Santo, pero por otra parte, deben meditar que ya ha empezado la hora de dar continuidad a la obra de Cristo en su cuerpo que es la Iglesia.
Subió a los cielos. El evangelio de Marcos nos dice claramente: "Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al Cielo y se sentó a la diestra de Dios" (Mc 16,19). Desde el instante de la resurrección el cuerpo de Jesús fue inmediatamente glorificado. Sin embargo, durante los cuarenta días en los que se aparece a sus discípulos, su gloria aún permanece velada bajo los rasgos de una humanidad ordinaria, no obstante los milagros que realiza. La última aparición de Jesús termina con el ingreso irreversible de su humanidad en la gloria divina. Esto es lo que propiamente celebramos en la Ascensión del Señor.
Jesús resucitado se había aparecido en diversas ocasiones a sus discípulos y esto tenía un gran significado, porque confirmaba en ellos la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte. Se dan cuenta de que no han corrido en vano al creer en el evangelio y de que ahora reciben una misión que compromete toda su vida futura. En esta última aparición, advierten que Jesús se despide definitivamente de ellos, pero al mismo tiempo comprenden que se queda a su lado con su asistencia hasta el fin de los tiempos. Comprenden que Cristo ha alcanzado su fin y vive y reina con Dios Padre. “Sentarse a la derecha del Padre significa la inauguración del reino del Mesías, cumpliéndose la visión del profeta Daniel respecto del Hijo del hombre: "A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás" (Dn 7,14). A partir de este momento, los apóstoles se convirtieron en los testigos del "Reino que no tendrá fin" (Catecismo de la Iglesia Católica 664). Y se dan cuenta de que el Señor se ha ido para prepararles un lugar (cf. Jn 14,2) El fin de Cristo, es también el fin de ellos y de todos los que crean en Él. Si es verdad que su vida, como la de cualquier otro hombre, se acerca a la muerte, ellos se dan cuenta que no todo termina en la muerte, sino en la comunión eterna con Dios. Por una parte, podrían estar tristes, por la separación de Jesús; pero por otro lado se sienten felices por el triunfo del Señor.
La misión de los discípulos. Jesucristo comunica a sus discípulos el deber de anunciar a todos los hombres el evangelio. De ahora en adelante él obrará a través de ellos y de sus sucesores. Ellos tienen la increíble misión de dar continuidad a la obra de Cristo. Esta misión sigue hoy vigente y la Iglesia tiene el deber siempre de evangelizar y anunciar la salvación por Jesucristo. La esencia de este evangelio es que “Jesús de Nazaret es Cristo el Hijo de Dios” (Cf Rm 10,9) y que en él tenemos la salvación y la plena revelación de Dios. “El que ve a Cristo, ve al Padre”. Dios se ha manifestado, se ha revelado al hombre y todo por amor.
Los hombres estaban necesitados de salvación y Dios envió a su Hijo para salvarlos. En Cristo tenemos el acceso al Padre. A partir de la Ascensión del Señor, los discípulos tuvieron que meditar profundamente sobre este encargo apostólico. Ciertamente sólo con la venida del Espíritu Santo, ellos recibirán la fortaleza para ser verdaderos testigos, pero ya desde el primer día de su llamado sabían que Jesús los convocaba para “que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar”. La fiesta de la Ascensión subraya el mandato misionero.
San Agustín nos ayuda a meditar en el siguiente texto, el sentido general de la fiesta de la
Ascensión del Señor:
El Señor se fue, pero sigue estando. Nosotros estamos, pero de alguna manera estamos también en Él. Por eso, nuestra vida está en la tierra pero nuestro corazón está en el cielo y desde que el Señor subió al cielo hay una sana tensión por procurar ver las cosas de la tierra desde la perspectiva de Dios..., desde el cielo.
Teniendo nuestro corazón en el cielo, buscando las cosas de arriba, las cosas de la tierra se relativizan y adquieren su verdadera dimensión.
Agrega San Agustín, que Él- Jesús-, cuando bajó a nosotros, no dejó el cielo; tampoco nos ha dejado a nosotros, al volver al cielo.
La razón de todo esto es que Cristo es la cabeza del Cuerpo de la Iglesia, y si la cabeza ya está glorificada, de alguna manera también lo estamos
nosotros con él.
Preguntas para la meditación:
Con la Ascensión termina la misión de Cristo en la tierra. Los apóstoles se vuelven solos a Jerusalén pero tienen a su maestro más cerca que nunca, y su vida tiene ya su objetivo primordial: dar a conocer a Cristo entre la gente de toda tierra.
“Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación…”
¿Estoy asumiendo la misión propia de mi identidad como bautizado en Cristo Jesús?
¿En qué doy verdadero «testimonio» de Jesús y de su Causa, y en qué no lo doy aún?
¿Qué me falta para madurar más en la fe?
¿Conozco suficientemente el Proyecto de Jesús?
¿Busco vivir por su Causa con la fuerza de su Espíritu?
ORACIÓN:
Nuestros sentimientos hoy son de acción de gracias por la victoria de Cristo y de su Pueblo y están resumidos en la oración principal de la liturgia:
¨Concédenos, Señor, rebosar de alegría al celebrar la gloriosa ascensión de
tu Hijo y elevar a ti una cumplida acción de gracias, pues el triunfo de Cristo es ya nuestra victoria, ya que él es la cabeza de la Iglesia, haz que nosotros, que somos su cuerpo, nos sintamos atraídos por una irresistible esperanza hacia donde Él nos precedió”.
Pidamos a María que por su intersección seamos verdaderos testigos de Cristo en el mundo, teniendo siempre nuestro corazón en el cielo. Que puedan los demás referirse a cada uno de nosotros con las palabras del profeta Isaías: ¨Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz¨
Lecturas de la semana:
LUNES 25: Hechos apóstoles 19, 1-8; Salmo 67; Juan 16, 29-33.
MARTES 26: Hechos apóstoles 20, 17-27; Salmo 67; Juan 17, 1-11a.
MIERCOLES 27: Hechos de los apóstoles 20, 28-38; Salmo 67; Juan 17, 11b-19.
JUEVES 28: Hechos apóstoles 22, 30; 23, 6-11; Salmo 15; Juan 17, 20-26.
VIERNES 29: Hechos apóstoles 25, 13b-21; Salmo 102; Juan 21, 1. 15-19.
SABADO 30: Hechos apóstoles 28, 16-20. 30-31; Salmo 10; Juan 21,20-25.
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria, Catholic.net, Homilia.com. “Claves de Lectio Divina” Proyecto Lectionautas CEBIPAL/CELAM – SOCIEDADES BIBLICAS NIDAS Pbro. Lic. Gabriel MESTRE, Hno. Ricardo Grzona, frp.
Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785
Te esperamos los sábados 17:00 h.
para leer la Biblia en la Parroquia San José: Brandsen 4970 Villa Dominico.
Círculo Bíblico San José
“Ascensión del Señor”
“los Apóstoles lo vieron elevarse”
Hechos de los apóstoles 1, 1-11
En mi primer Libro, querido Teófilo, me referí a todo lo que hizo y enseñó
Jesús, desde el comienzo, hasta el día en que subió al cielo, después de
haber dado, por medio del Espíritu Santo, sus últimas instrucciones a los
Apóstoles que había elegido.
Después de su Pasión, Jesús se manifestó a ellos dándoles numerosas pruebas
de que vivía, y durante cuarenta días se le apareció y les habló del Reino
de Dios.
En una ocasión, mientras estaba comiendo con ellos, les recomendó que no se
alejaran de Jerusalén y esperaran la promesa del Padre: «La promesa, les
dijo, que yo les he anunciado. Porque Juan bautizó con agua, pero ustedes
serán bautizados en el Espíritu Santo, dentro de pocos días.»
Los que estaban reunidos le preguntaron: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?» El les respondió: «No les corresponde a ustedes conocer el tiempo y el momento que el Padre ha establecido con su propia autoridad. Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis
testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra.»
Dicho esto, los Apóstoles lo vieron elevarse, y una nube lo ocultó de la vista de ellos. Como permanecían con la mirada puesta en el cielo mientras Jesús subía, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco, que les
dijeron: «Hombres de Galilea, ¿por qué siguen mirando al cielo? Este Jesús
que les ha sido quitado y fue elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir.» Palabra de Dios.
Salmo 46,
R. Dios asciende entre aclamaciones,
asciende el Señor al sonido de trompetas.
Aplaudan, todos los pueblos, aclamen al Señor con gritos de alegría; porque el Señor, el Altísimo, es temible, es el soberano de toda la tierra. R.
El Señor asciende entre aclamaciones, asciende al sonido de trompetas. Canten, canten a nuestro Dios, canten, canten a nuestro Rey. R.
El Señor es el Rey de toda la tierra, cántenle un hermoso himno. El Señor reina sobre las naciones el Señor se sienta en su trono sagrado. R.
Carta a los Efesios 1, 17 – 23
Hermanos: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que les permita conocerlo verdaderamente. Que él ilumine sus corazones, para que ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los santos, y la extraordinaria grandeza del poder con que él obra en nosotros, los creyentes, por la eficacia de su fuerza. Este es el mismo poder que Dios manifestó en Cristo, cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, elevándolo por encima de todo Principado, Potestad, Poder y Dominación, y de cualquier otra dignidad que pueda mencionarse tanto en este mundo como en el futuro. Él puso todas las cosas bajo sus pies y lo constituyó, por encima de todo, Cabeza de la Iglesia, que es su Cuerpo y la Plenitud de aquel que llena completamente todas las cosas.
Santo Evangelio según S. Marcos 16, 15-20
Jesús dijo a sus discípulos: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán.» Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios.
Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban. Palabra del Señor.
Reflexión
En esta fiesta de la Ascensión de nuestro Señor Jesucristo, que festejamos cuarenta días después de la Pascua, conviene recordar lo que dice San Agustín: "Hoy Nuestro Señor Jesucristo ha subido al cielo; suba también con Él
nuestro corazón".
La ascensión del Señor marca una etapa nueva y definitiva para los apóstoles. El Señor resucitado ya no aparecerá más, sino que sube al cielo para interceder por los hombres ante el Padre. Este hecho es narrado por los hechos de los apóstoles en la primera lectura subrayando el estupor y asombro de aquellos hombres. El evangelio insiste, de modo particular, en la misión que Jesús confía a sus apóstoles. Se trata de un verdadero mandato apostólico: vayan y prediquen.
Por una parte, según las palabras de Cristo, deben esperar para ser revestidos del Espíritu Santo, pero por otra parte, deben meditar que ya ha empezado la hora de dar continuidad a la obra de Cristo en su cuerpo que es la Iglesia.
Subió a los cielos. El evangelio de Marcos nos dice claramente: "Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al Cielo y se sentó a la diestra de Dios" (Mc 16,19). Desde el instante de la resurrección el cuerpo de Jesús fue inmediatamente glorificado. Sin embargo, durante los cuarenta días en los que se aparece a sus discípulos, su gloria aún permanece velada bajo los rasgos de una humanidad ordinaria, no obstante los milagros que realiza. La última aparición de Jesús termina con el ingreso irreversible de su humanidad en la gloria divina. Esto es lo que propiamente celebramos en la Ascensión del Señor.
Jesús resucitado se había aparecido en diversas ocasiones a sus discípulos y esto tenía un gran significado, porque confirmaba en ellos la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte. Se dan cuenta de que no han corrido en vano al creer en el evangelio y de que ahora reciben una misión que compromete toda su vida futura. En esta última aparición, advierten que Jesús se despide definitivamente de ellos, pero al mismo tiempo comprenden que se queda a su lado con su asistencia hasta el fin de los tiempos. Comprenden que Cristo ha alcanzado su fin y vive y reina con Dios Padre. “Sentarse a la derecha del Padre significa la inauguración del reino del Mesías, cumpliéndose la visión del profeta Daniel respecto del Hijo del hombre: "A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás" (Dn 7,14). A partir de este momento, los apóstoles se convirtieron en los testigos del "Reino que no tendrá fin" (Catecismo de la Iglesia Católica 664). Y se dan cuenta de que el Señor se ha ido para prepararles un lugar (cf. Jn 14,2) El fin de Cristo, es también el fin de ellos y de todos los que crean en Él. Si es verdad que su vida, como la de cualquier otro hombre, se acerca a la muerte, ellos se dan cuenta que no todo termina en la muerte, sino en la comunión eterna con Dios. Por una parte, podrían estar tristes, por la separación de Jesús; pero por otro lado se sienten felices por el triunfo del Señor.
La misión de los discípulos. Jesucristo comunica a sus discípulos el deber de anunciar a todos los hombres el evangelio. De ahora en adelante él obrará a través de ellos y de sus sucesores. Ellos tienen la increíble misión de dar continuidad a la obra de Cristo. Esta misión sigue hoy vigente y la Iglesia tiene el deber siempre de evangelizar y anunciar la salvación por Jesucristo. La esencia de este evangelio es que “Jesús de Nazaret es Cristo el Hijo de Dios” (Cf Rm 10,9) y que en él tenemos la salvación y la plena revelación de Dios. “El que ve a Cristo, ve al Padre”. Dios se ha manifestado, se ha revelado al hombre y todo por amor.
Los hombres estaban necesitados de salvación y Dios envió a su Hijo para salvarlos. En Cristo tenemos el acceso al Padre. A partir de la Ascensión del Señor, los discípulos tuvieron que meditar profundamente sobre este encargo apostólico. Ciertamente sólo con la venida del Espíritu Santo, ellos recibirán la fortaleza para ser verdaderos testigos, pero ya desde el primer día de su llamado sabían que Jesús los convocaba para “que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar”. La fiesta de la Ascensión subraya el mandato misionero.
San Agustín nos ayuda a meditar en el siguiente texto, el sentido general de la fiesta de la
Ascensión del Señor:
El Señor se fue, pero sigue estando. Nosotros estamos, pero de alguna manera estamos también en Él. Por eso, nuestra vida está en la tierra pero nuestro corazón está en el cielo y desde que el Señor subió al cielo hay una sana tensión por procurar ver las cosas de la tierra desde la perspectiva de Dios..., desde el cielo.
Teniendo nuestro corazón en el cielo, buscando las cosas de arriba, las cosas de la tierra se relativizan y adquieren su verdadera dimensión.
Agrega San Agustín, que Él- Jesús-, cuando bajó a nosotros, no dejó el cielo; tampoco nos ha dejado a nosotros, al volver al cielo.
La razón de todo esto es que Cristo es la cabeza del Cuerpo de la Iglesia, y si la cabeza ya está glorificada, de alguna manera también lo estamos
nosotros con él.
Preguntas para la meditación:
Con la Ascensión termina la misión de Cristo en la tierra. Los apóstoles se vuelven solos a Jerusalén pero tienen a su maestro más cerca que nunca, y su vida tiene ya su objetivo primordial: dar a conocer a Cristo entre la gente de toda tierra.
“Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación…”
¿Estoy asumiendo la misión propia de mi identidad como bautizado en Cristo Jesús?
¿En qué doy verdadero «testimonio» de Jesús y de su Causa, y en qué no lo doy aún?
¿Qué me falta para madurar más en la fe?
¿Conozco suficientemente el Proyecto de Jesús?
¿Busco vivir por su Causa con la fuerza de su Espíritu?
ORACIÓN:
Nuestros sentimientos hoy son de acción de gracias por la victoria de Cristo y de su Pueblo y están resumidos en la oración principal de la liturgia:
¨Concédenos, Señor, rebosar de alegría al celebrar la gloriosa ascensión de
tu Hijo y elevar a ti una cumplida acción de gracias, pues el triunfo de Cristo es ya nuestra victoria, ya que él es la cabeza de la Iglesia, haz que nosotros, que somos su cuerpo, nos sintamos atraídos por una irresistible esperanza hacia donde Él nos precedió”.
Pidamos a María que por su intersección seamos verdaderos testigos de Cristo en el mundo, teniendo siempre nuestro corazón en el cielo. Que puedan los demás referirse a cada uno de nosotros con las palabras del profeta Isaías: ¨Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz¨
Lecturas de la semana:
LUNES 25: Hechos apóstoles 19, 1-8; Salmo 67; Juan 16, 29-33.
MARTES 26: Hechos apóstoles 20, 17-27; Salmo 67; Juan 17, 1-11a.
MIERCOLES 27: Hechos de los apóstoles 20, 28-38; Salmo 67; Juan 17, 11b-19.
JUEVES 28: Hechos apóstoles 22, 30; 23, 6-11; Salmo 15; Juan 17, 20-26.
VIERNES 29: Hechos apóstoles 25, 13b-21; Salmo 102; Juan 21, 1. 15-19.
SABADO 30: Hechos apóstoles 28, 16-20. 30-31; Salmo 10; Juan 21,20-25.
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria, Catholic.net, Homilia.com. “Claves de Lectio Divina” Proyecto Lectionautas CEBIPAL/CELAM – SOCIEDADES BIBLICAS NIDAS Pbro. Lic. Gabriel MESTRE, Hno. Ricardo Grzona, frp.
Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785
Te esperamos los sábados 17:00 h.
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