Natividad del Señor, Misa de medianoche
Lecturas 24-12-20, Ciclo B
” Ven Espíritu Santo”
Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que abra mis ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guie y asista al meditar tus enseñanzas, para que pueda saborearla y comprenderla, para que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la Verdad completa. Amén
Lectura del libro del profeta Isaías
9, 1-3. 5-6
El pueblo que
caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el
país de la oscuridad ha brillado una luz.
Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en
tu presencia, como se goza en la cosecha, como cuando reina la alegría por el
reparto del botín.
Porque el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su
carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián. Porque un niño
nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros
y se le da por nombre: «Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre,
Príncipe de la paz.» Su soberanía será grande, y habrá una paz sin fin para el
trono de David y para su reino; él lo establecerá y lo sostendrá por el derecho
y la justicia, desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos
hará todo esto. Palabra de
Dios.
Salmo 95, R. Hoy nos ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.
Canten al Señor un
canto nuevo, cante al Señor toda la tierra; canten al Señor, bendigan su
Nombre. R.
Día tras día,
proclamen su victoria, anuncien su gloria entre las naciones, y sus
maravillas entre los pueblos. R.
Alégrese el cielo
y exulte la tierra, resuene el mar y todo lo que hay en él; regocíjese el
campo con todos sus frutos, griten de gozo los árboles del
bosque. R.
Griten de gozo
delante del Señor, porque él viene a gobernar la tierra: él gobernará
al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad. R.
Carta del apóstol san Pablo a Tito 2,
11-14
La gracia de Dios,
que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado. Ella nos
enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida
presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz
esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador,
Cristo Jesús. El se entregó por
nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un
Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien. Palabra de Dios.
Santo Evangelio según san Lucas 2,
1-14
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto,
ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo
lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su
ciudad de origen.
José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de
Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse
con María, su esposa, que estaba embarazada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio
a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre,
porque no había lugar para ellos en el albergue.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños
durante la noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del
Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les
dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para
todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es
el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién
nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» Y junto con el Ángel,
apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios,
diciendo:
« ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados
por él!» Palabra del Señor.
Reflexión: “Dios-está-con-nosotros”
Esta noche, también nosotros subimos a Belén para descubrir el misterio de la Navidad. Belén: el nombre significa casa del pan. En esta “casa” el Señor convoca hoy a la humanidad. [...] Belén es el lugar decisivo que cambia el curso de la historia. Allí, Dios, en la casa del pan, nace en un pesebre. Como si nos dijera: Aquí estoy para vosotros, como vuestro alimento. No recibe, sino que ofrece el alimento; no da cosas, sino que se da él mismo. En Belén descubrimos que Dios no es alguien que se apropia de la vida, sino aquel que da la vida. En Belén descubrimos que la vida de Dios corre por las venas de la humanidad. Si la acogemos, la historia cambia a partir de cada uno de nosotros. Porque cuando Jesús cambia el corazón, el centro de la vida ya no es mi yo hambriento y egoísta, sino él, que nace y vive por amor. (Papa Francisco)
El pasaje del
Evangelio que se lee en la misa de Nochebuena, nos narra el nacimiento de
Jesús:
“encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre”
En este pesebre
comienza Dios su aventura entre los hombres.
La fe cristiana
se fundamenta en una afirmación sencilla y escandalosa: Dios ha querido hacerse
hombre. Ha querido compartir con nosotros la aventura de la vida, saber por
experiencia propia qué es vivir en este mundo, gozar, sufrir y crecer, caminar
con
nosotros.
Ser cristiano es
descubrir con gozo que “Dios-está-con-nosotros”, intuir desde la fe que Dios
está en el corazón de nuestra existencia y en el fondo de nuestra historia
humana, compartiendo nuestros problemas y aspiraciones, conviviendo la vida de
cada persona. Este gesto de Dios, que se solidariza con nosotros y comparte
nuestra historia es el que sostiene, en definitiva, nuestra esperanza. Dios ha
querido ser uno de los nuestros. Su nombre propio es Emmanuel, el
Dios-con-nosotros.
La fe
en un Dios hecho hombre nos debería ayudar a los cristianos, no sólo a
agradecer la solidaridad de Dios, sino a creer más en el hombre en quien
siempre hay, por obra de Dios, más cosas dignas de admiración que de
desprecio. Para Dios todos somos únicos e irrepetibles; todos tenemos una
misión insustituible. Nuestro Dios se hizo uno de los nuestros, para que
el hombre pueda llegar a ser más semejantes a Él.
Jesús nace pobre y nos enseña que la felicidad no se encuentra en la abundancia de bienes. Jesús viene al mundo sin ostentación alguna y nos anima a ser humildes, a no estar pendientes del aplauso de los hombres.
Dios toma nuestra naturaleza para que podamos acercarnos a Él, para que podamos corresponder a su amor con nuestro amor, para que nuestra libertad se rinda no sólo ante el espectáculo de su poder, sino ante la maravilla de su humildad. Estas son las primeras palabras que hemos de escuchar: «No tengan miedo. Les traigo la Buena Noticia: una gran alegría para todo el pueblo».
Es algo muy grande lo que ha sucedido. Todos tenemos motivo para alegrarnos. Ese niño no es de María y José. Nos ha nacido a todos. No es solo de unos privilegiados. Es para toda la gente.
Los pastores no regresan a sus casas de la misma manera, lo hacen “glorificando y alabando a Dios”. La celebración no parte de simples sentimientos sino de la conexión entre las palabras del anuncio y la realidad de su cumplimiento: palabra y vida se han dado la mano. Fue la escucha de las palabras que provenían de lo alto las que les permitieron captar el profundo significado, la gran dignidad de un nacimiento que, si no hubiera sido por ello, habría pasado desapercibido. El evangelio de la Navidad termina en fiesta.
La última acción de los pastores es su canto, un canto que expresa que han comprendido lo que los sabios del mundo tuvieron dificultad para entender. Parecen anticiparse las palabras de Jesús: “Padre… has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños… tal ha sido tu beneplácito” (10,21). La última actitud de los pastores es una nueva y prolongada mirada hacia Dios.
El encuentro con el recién nacido en Belén, el más humilde de todos los nacidos en la tierra, remite a lo más alto en los cielos, de dónde proviene toda gloria y bendición. Se ha manifestado para el mundo el proyecto salvador de Dios. No hay justificación para que haya ningún tipo de ruina en ningún lugar del planeta. Dios ama el mundo que creó y aquí está para probarlo. Entre tanto, en medio del bullicio de la fiesta, María permanece ahí en su contemplación, dándole una profunda tensión espiritual a los eventos que rodean la navidad de Jesús.
Dios se hizo
hombre por amor a los hombres. La venida del Señor no es un hecho del
pasado sino del presente. Y es del presente en la medida en que nosotros
dejemos que Dios ¨llegue¨.
Hoy llegamos a la Nochebuena, Dios viene a habitar entre nosotros,
procuremos que el ruido exterior de esta fiesta no nos haga perder su sentido
más hondo, este tiempo de Navidad pide de nosotros contemplar el misterio,
asimilarlo a nuestro ser y confesarlo ante los hombres. Cristo ha nacido para que
nosotros renazcamos.
“Ven Señor Jesús, te necesitamos”
Hoy: “necesitamos tener sueños -más grandes o pequeños-
que día a día nos mantengan en camino hacia una vida plena”
Nuestro sueño, el de Jesús, es el de compartir un mundo
mejor, no es un más allá imaginario, situado en un futuro que nunca llega; Dios
nos llenó de talentos, inteligencia, voluntad, capacidad de evolucionar y
adaptarnos a los cambios y nuestro sueño empieza a hacerse presente allí donde
lo ponemos en acción, a darle vida con los primeros logros, empezando a
tomar conciencia de que es posible, ya no es simplemente, se puede, empieza a
tomar forma el yo puedo” y los miedos y las desesperanzas se desvanecen y puedo
empezar a compartir los frutos de Jesús que se expresan a través mío.
Y de esta forma lleno de gracia y con gozo, vamos a pedirle a Dios-con-nosotros,
que esta Navidad no se marchite como una flor. Que su mensaje no muera cuando
cese el bullicio.
Que su paz no sea tan efímera como el
arbolito que adorna nuestro hogar.
Que la alegría de esta Navidad se prolongue durante todo el año, como el nacimiento hacia una vida que quiere crecer y madurar en la paz en el amor y en la justicia.
Que la alegría y el gozo de descubrir el nacimiento de Dios en nuestro corazón, nos permita soñar que otro mundo es posible, y nos una en un solo proyecto de vida, el de Jesús.
Feliz Navidad, Círculo Bíblico San José
Tiempo de Adviento
Primer domingo de adviento:
“Tengan cuidado y estén prevenidos”
Segundo domingo de Adviento
“Preparen el camino del Señor…”
” Testigos de la
Luz”
Cuarto domingo de Adviento
“Alégrate, llena de
gracia, el señor está contigo”
Aclaración: Se han consultado para la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. Hojitas anteriores. Centro Bíblico del CELAM. Misioneros Oblatos o.cc.ss. www.vaticannews.va
Círculo
Bíblico San José
“Tu palabra es una lámpara a mis pies y una luz en mi camino” Sal 119