Tercer
domingo de Cuaresma, Lecturas 7-3-21, Ciclo B
” Ven Espíritu Santo”
Dios mío, envía ahora tu
Espíritu sobre mí y que abra mis ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guie y
asista al meditar tus enseñanzas, para que pueda saborearla y
comprenderla, para que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la
Verdad completa. Amén
Lectura del libro del Éxodo 20,
1-17
Dios
pronunció estas palabras: «Yo soy el
Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud. No tendrás otros dioses delante de
mí.
No te harás ninguna escultura y ninguna imagen de lo que hay arriba, en
el cielo, o abajo, en la tierra, o debajo de la tierra, en las aguas.
No te postrarás ante ellas, ni les rendirás culto, porque yo soy el
Señor, tu Dios, un Dios celoso, que castigo la maldad de los padres en los
hijos, hasta la tercera y cuarta generación, si ellos me aborrecen; y tengo
misericordia a lo largo de mil generaciones, si me aman y cumplen mis mandamientos.
No pronunciarás en vano el nombre del Señor, tu Dios, porque él no
dejará sin castigo al que lo pronuncie en vano. Acuérdate del sábado para
santificarlo. Durante seis días trabajarás y harás todas tus tareas; pero el
séptimo es día de descanso en honor del Señor, tu Dios. En él no harán ningún
trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus
animales, ni el extranjero que reside en tus ciudades. Porque en seis días el
Señor hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, pero el
séptimo día descansó. Por eso el Señor bendijo el sábado y lo declaró
santo. Honra a tu padre y a tu madre, para que tengas una larga vida en la
tierra que el Señor, tu Dios, te da. No matarás. No cometerás adulterio. No
robarás. No darás falso testimonio contra tu prójimo. No codiciarás la casa de
tu prójimo: no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava,
ni su buey, ni su asno, ni ninguna otra cosa que le pertenezca.»
Palabra de Dios.
Salmo 18, R. Señor, tú tienes palabras de Vida eterna.
La
ley del Señor es perfecta, reconforta el alma; el testimonio del
Señor es verdadero, da sabiduría al simple. R.
Los
preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón; los mandamientos
del Señor son claros, iluminan los ojos. R.
La
palabra del Señor es pura, permanece para siempre; los juicios del Señor
son la verdad, enteramente justos. R.
Son más atrayentes que el oro, que el oro más fino; más dulces que la miel, más que el jugo del panal. R
San Pablo a los cristianos de
Corinto 1, 22-25
Hermanos: Mientras los judíos piden milagros y los griegos van en busca de sabiduría, nosotros, en cambio, predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos, pero fuerza y sabiduría de Dios para los que han sido llamados, tanto judíos como griegos. Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres. Palabra de Dios.
Santo Evangelio según san Juan 2, 13-25
Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: «Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio.» Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: “El celo por tu Casa me consume”. Entonces los judíos le preguntaron: «¿Qué signo nos das para obrar así?» Jesús les respondió: «Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar.» Los judíos le dijeron: «Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?» Pero él se refería al templo de su cuerpo. Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.Mientras estaba en Jerusalén, durante la fiesta de Pascua, muchos creyeron en su Nombre al ver los signos que realizaba. Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba que lo informaran acerca de nadie: él sabía lo que hay en el interior del hombre. Palabra del Señor.
Reflexión, “Ser templo de Dios”
Las lecturas del tercer domingo de cuaresma nos llevan a reflexionar sobre ¿Cuál es nuestro templo donde nos encontramos con Dios y le rendimos culto? Jesús valora el Templo hasta tal punto que lo llama la “Casa de mi Padre” y lo ama apasionadamente, nunca rechaza el Templo, pero como hace con la misma Ley que no viene a abolirla, sino que busca llevar todo a la plenitud.
Las grandes religiones de hoy y de todos los tiempos poseen “templos” para rendir culto a su Dios. Nuestros padres en la fe llaman “Sinagoga” a sus actuales templos, los hermanos islámicos llaman “Mezquita” a sus lugares sagrados y los cristianos en general le damos el título de “Iglesia”.
¿Qué es en definitiva un “templo”? Para las grandes religiones es siempre un espacio sagrado donde el hombre se encuentra con su Dios. Para el pueblo de la Antigua Alianza, el Templo era el centro de la fe y de la espiritualidad. Por eso la piedad del israelita está profundamente marcada por la devoción y el amor al Templo. Reflejan esta realidad las reflexiones que hacen los Salmos, las peregrinaciones, la orientación hacia el Santuario de Jerusalén de las Sinagogas y de los orantes, en cualquier parte del mundo. Además, la Ley de Moisés exigía que los animales que iban a ser sacrificados no tuvieran ningún defecto. Como muchos judíos venían de lejos debían comprar los animales cerca del Templo y todo israelita mayor de 20 años debía pagar el impuesto al Templo con unas monedas especiales (no romanas) que en la época de Jesús ya no se acuñaban. Por eso era necesario que hubiera cambistas en los atrios del Templo.
La indignación de Jesús. Acompañado de sus discípulos, Jesús sube por primera vez a Jerusalén para celebrar las fiestas de Pascua. Al asomarse al recinto que rodea el Templo, se encuentra con un espectáculo inesperado. Vendedores de bueyes, ovejas y palomas ofreciendo a los peregrinos los animales que necesitan para sacrificarlos en honor a Dios. Cambistas instalados en sus mesas traficando con el cambio de monedas paganas por la única moneda oficial aceptada por los sacerdotes.
Jesús se llena de indignación. El narrador describe su reacción de manera muy gráfica: con un látigo saca del recinto sagrado a los animales, vuelca las mesas de los cambistas echando por tierra sus monedas, grita: «No conviertan en un mercado la casa de mi Padre».
El texto evangélico de este domingo puede sorprendernos un poco al detectar en Jesús una actitud tan firme y decidida en la expulsión de los que vendían en el Templo, a simple vista corremos el riesgo de pensar que se trata de un simple problema de no mezclar lo económico con el culto. En realidad, el sentido del texto es mucho más profundo.
Jesús se siente como un extraño en aquel lugar. Lo que ven sus ojos nada tiene que ver con el verdadero culto a su Padre. La religión del Templo se ha convertido en un negocio y donde los peregrinos tratan de "comprar" a Dios con sus ofrendas. Jesús recuerda seguramente unas palabras del profeta Oseas que repetirá más de una vez a lo largo de su vida: «Así dice Dios: Yo quiero amor y no sacrificios».
Aquel Templo no es la casa de un Dios Padre en la que todos se acogen mutuamente como hermanos y hermanas. Jesús no puede ver allí esa "familia de Dios" que quiere ir formando con sus seguidores.
No pensemos que Jesús está condenando una religión primitiva, poco evolucionada. Su crítica es más profunda. Dios no puede ser el protector y encubridor de una religión tejida de intereses y egoísmos. Dios es un Padre al que solo se puede dar culto trabajando por una comunidad humana más solidaria y fraterna.
El Templo Nuevo. En el relato, hay un
“malentendido” con respecto al Templo. Los judíos hablan del Templo material y
Jesús está hablando del Templo que es su propio cuerpo. El Gran Templo de
Jerusalén es “espacio” de encuentro, del hombre con Dios, pero Jesús se
presenta como el Nuevo Templo, el nuevo “espacio” de encuentro, entre el
hombre y Dios. Jesucristo verdadero Dios y hombre es el Templo con mayúscula es
el que “purifica”, “limpia” y lleva a plenitud el Templo anterior, el Templo de
la Antigua
Alianza.
En definitiva, en este texto percibimos a un Cristo que viene a purificar el Templo dando paso de un “culto antiguo” que necesitaba de la sangre de los sacrificios y de las monedas ofrecidas, a un “culto nuevo” donde Él mismo es Templo, espacio de encuentro con Dios realizando un único sacrificio de una vez y para siempre.
Para quienes ven en Jesús el nuevo templo donde habita Dios, todo es diferente. Para encontrarse con Dios, no basta entrar en una iglesia. Es necesario acercarse a Jesús, entrar en su proyecto, seguir sus pasos, vivir con su espíritu.
En este nuevo templo que es Jesús, para adorar a Dios
no basta el incienso, las aclamaciones ni las liturgias solemnes. Los
verdaderos adoradores son aquellos que viven ante Dios «en espíritu y en
verdad».
Hoy. Casi sin darnos cuenta, todos nos podemos convertir hoy en "vendedores y cambistas" que no saben vivir sino buscando solo su propio interés. Estamos convirtiendo el mundo en un gran mercado donde todo se compra y se vende, y corremos el riesgo de vivir incluso la relación con el Misterio de Dios de manera mercantil.
Hemos de hacer de nuestras comunidades cristianas un espacio donde todos nos podamos sentir en la «casa del Padre». Una casa acogedora y cálida donde a nadie se le cierran las puertas, donde a nadie se excluye ni discrimina. Una casa donde aprendemos a escuchar el sufrimiento de los hijos más desvalidos de Dios y no solo nuestro propio interés. Una casa donde podemos invocar a Dios como Padre porque nos sentimos sus hijos y buscamos vivir como hermanos.
Profeta Oseas 6, 5-6:
Esto dice el Señor: Yo os herí por medio de profetas, y si os condené por las palabras de mi boca; y lo hice porque quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos.
Siguiendo los Evangelios
de los últimos domingos
Segundo domingo después de Navidad
“Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros.”
Bautismo del Señor
“Apenas fue Bautizado Jesús, el Espíritu
de Dios descendió sobre Él”
Segundo
domingo durante el año
“Hemos encontrado al Mesías, vengan y lo verán”
Tercer domingo durante el año
«El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca.
Conviértanse y crean en la Buena Noticia.»
Cuarto domingo durante el año
«Les enseñaba como quien tiene autoridad»
Quinto domingo durante el año
“Jesús
sanó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males”
Sexto domingo durante el año
“Si
quieres, puedes purificarme”
Primer domingo de Cuaresma
“Conviértanse y crean en la Buena
Noticia”
Segundo domingo de Cuaresma
“Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo”
Aclaración: Se han consultado para la preparación del siguiente texto: El libro del Pueblo de Dios y las reflexiones de, Centro Bíblico del CELAM. Dominicos.org. Donbosco.org.ar. J. A. Pagola.
Círculo Bíblico San José
“Tu palabra es una lámpara a mis pies y una luz en mi camino” Sal 119