”¿Quién dicen que soy yo?"
Lecturas del 19 - 06 –
16,
Libro
de Zacarías 12,10-11.13,1
Así habla el Señor: Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de súplica; y ellos mirarán hacia mí. En cuanto al que ellos traspasaron, se lamentarán por él como por un hijo único y lo llorarán amargamente como se llora al primogénito. Aquel día, habrá un gran lamento en Jerusalén, como el lamento de Hadad Rimón, en la llanura de Meguido. Aquel día, habrá una fuente abierta para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, a fin de lavar el pecado y la impureza. Palabra de Dios.
Salmo 63, R: Mi alma tiene sed de ti, Señor, Dios mío.
Así habla el Señor: Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de súplica; y ellos mirarán hacia mí. En cuanto al que ellos traspasaron, se lamentarán por él como por un hijo único y lo llorarán amargamente como se llora al primogénito. Aquel día, habrá un gran lamento en Jerusalén, como el lamento de Hadad Rimón, en la llanura de Meguido. Aquel día, habrá una fuente abierta para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, a fin de lavar el pecado y la impureza. Palabra de Dios.
Salmo 63, R: Mi alma tiene sed de ti, Señor, Dios mío.
Señor, tú eres mi Dios, yo te busco ardientemente; mi
alma tiene sed de ti, por ti suspira mi carne como tierra sedienta, reseca y
sin agua. R
Sí,
yo te contemplé en el Santuario para ver tu poder y tu gloria. Porque tu amor
vale más que la vida, mis labios te alabarán. R
Así
te bendeciré mientras viva y alzaré mis manos en tu Nombre. Mi alma quedará
saciada como con un manjar delicioso, y mi boca te alabará con júbilo en los
labios. R
Veo que has sido mi ayuda y soy feliz a la sombra de tus alas. Mi alma está unida a ti, tu mano me sostiene. R
Veo que has sido mi ayuda y soy feliz a la sombra de tus alas. Mi alma está unida a ti, tu mano me sostiene. R
Carta
de San Pablo a los gálatas 3,26-29.
Hermanos: Todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús, ya que todos ustedes, que fueron bautizados en Cristo, han sido revestidos de Cristo.
Por lo tanto, ya no hay judío ni pagano, esclavo ni hombre libre, varón ni mujer, porque todos ustedes no son más que uno en Cristo Jesús. Y si ustedes pertenecen a Cristo, entonces son descendientes de Abraham, herederos en virtud de la promesa. Palabra de Dios.
Hermanos: Todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús, ya que todos ustedes, que fueron bautizados en Cristo, han sido revestidos de Cristo.
Por lo tanto, ya no hay judío ni pagano, esclavo ni hombre libre, varón ni mujer, porque todos ustedes no son más que uno en Cristo Jesús. Y si ustedes pertenecen a Cristo, entonces son descendientes de Abraham, herederos en virtud de la promesa. Palabra de Dios.
Evangelio según San Lucas 9,18-24.
Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?".
Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado".
"Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?".
Pedro,
tomando la palabra, respondió: "Tú eres el Mesías de Dios". Y él les ordenó terminantemente que no
lo dijeran a nadie.
"El
Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos,
los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al
tercer día".
Después dijo a todos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará.
Después dijo a todos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará.
Palabra
del Señor.
Abre mi espíritu y dame inteligencia, en vano leeré o
escucharé tu Palabra si Tú no haces que penetre en mi corazón.
Concédeme ardor para buscarla, docilidad para aceptarla
y fidelidad para cumplirla. Amén
Reflexión:
Siguiendo con la procesión de la vida donde somos testigos de las acciones mesiánicas de Jesús acompañándolo en su anuncio del Reino, y antes de empezar su camino a Jerusalén, acompañamos al Señor en su anuncio del Reino, Jesús de manera particular quiere instruirnos como discípulos, y nos pregunta:
Siguiendo con la procesión de la vida donde somos testigos de las acciones mesiánicas de Jesús acompañándolo en su anuncio del Reino, y antes de empezar su camino a Jerusalén, acompañamos al Señor en su anuncio del Reino, Jesús de manera particular quiere instruirnos como discípulos, y nos pregunta:
“¿Quién dicen que soy Yo?”
El Pueblo. La gente tiene a Jesús en una alta consideración: ve
en Él a una figura profética similar a la de los grandes profetas portavoces de
Dios. Se dan las mismas respuestas ya dadas anteriormente en Lc. 9,7-8 en boca
de Herodes Antipas, voz oficial dentro del mundo de la política: “Unos, que
Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos había
resucitado”. Las tres afirmaciones coinciden en que se trata de un “profeta”.
Los Discípulos. Enseguida Jesús les pide a los discípulos su propia
respuesta personal. Se les pregunta a todos, pero es Pedro quien responde como
vocero que es capaz de interpretar el sentir de todos y expresarlo: "Tú
eres el Mesías de Dios".
Se
enfatiza que Jesús es el “ungido de Dios”, es el Mesías-Cristo prometido que
realiza las esperanzas salvíficas de su pueblo. Por primera vez los discípulos
reconocen de manera explícita que Jesús es el Mesías.
La
confesión de quién es verdaderamente Jesús, está en estrecha conexión con lo
que Jesús les ha revelado de sí mismo como dador de vida en algunas escenas que
los discípulos -separados de la gente- pudieron ver más de cerca: la tempestad
calmada (8,22-25), la resurrección de la hija de Jairo (8,49-56), el banquete
mesiánico con la multitud (9,12-17), eventos todos que fueron revelatorios
solamente para los discípulos.
Por
tanto, los discípulos de Jesús son aquellos que, guiados por las claves de
lectura que les da el Maestro, pueden ver más profundamente los eventos y
enseñanzas que el resto de la gente; son aquellos que pueden constatar, a
partir de la valoración de las bendiciones que provienen del Maestro, que Él es
más que un profeta; son aquellos que, teniendo como modelo a María (ver Lc.
2,19), confrontan continuamente los hechos con las enseñanzas, en otros
términos: hacen el itinerario completo de la Palabra “después de haber oído, conservan la Palabra con corazón bueno
y recto, y dan fruto con perseverancia” (Lc. 8,15). Los frutos se ven en
la correcta confesión de fe y en el compromiso radical con el camino de la Cruz del Mesías.
El doloroso camino del Mesías. Nuestra mirada contempla el destino doloroso de Jesús
como manera concreta de asumir el camino “de Dios”, pero también, lo más importante, que es la victoria y la vida:
Jesús es un Mesías crucificado pero que resucita. Por eso, cuando el discípulo
escuche el llamado de Jesús para compartir su camino tendrá que ver más allá de
la renuncia la Buena
Noticia de la
Resurrección : “ganará la vida”.
Tres actitudes para poder compartir el
camino de Jesús. “Niéguese a sí mismo”, “Tome su cruz cada día” y “Sígame”
Es ante todo ser capaces de decirle “no” a lo que no es coherente con la opción
por Jesús y que generalmente proviene de sí mismo y de las propias ambiciones,
para vivir al estilo de la
Cruz. Esto supone un continuo “discernimiento”. Esto no será
cosa de un día sino de siempre.
El sentido de la vocación del discípulo. Jesús finalmente coloca en
contraposición dos tipos de personas: Hay personas que desean preservar su vida
(“Quien quiera salvar su vida…”): están ante todo preocupadas por ellas mismas,
por su exclusiva alegrías momentáneas, siendo capaces incluso de dejar a otra
persona de lado con tal de no sacrificar los propios sueños; éste es el
trasfondo de muchas situaciones que nos alejan de Dios.
Pues bien, Jesús dice que la persona que desee
preservar su manera de vivir evitando cualquier entrega, la autonegación para
optar por los valores del evangelio, esquivando el sacrificio, “perderá su
vida”, o sea, quizás gozará por un rato pero no alcanzará la plenitud de la
vida, e incluso se la habrá negado a otros.
Hay personas que están bien dispuestas para perder
generosamente su vida (“Quien pierda su vida por mí…”), es decir, que han
descubierto a Jesús y “por” Él desean vivir según los valores de su evangelio,
el mayor de todos: el amor de la
Cruz , que es vivir radicalmente en función de los demás.
Estas personas, paradójicamente preservan la vida.
A través de la experiencia del “perder” (el “darse”) será salvada su vida en un
sentido profundo porque ha alcanzado la identidad con el Maestro y con Él
recorre el camino que verdaderamente conduce a la gloria. No hay que olvidar
que hay una causa: la pérdida es por causa de Jesús, por lealtad personal a
Jesús. Esta lealtad no se quedará sin la contraparte en el tiempo final:
“ése salvará su vida”.
Hoy. ¿Quién es para nosotros ese Profeta de Galilea, que no ha dejado tras
de sí escritos sino testigos? No basta que lo llamemos “Mesías de Dios”. Hemos
de seguir dando pasos por el camino abierto por él, encender también hoy el
fuego que quería prender en el mundo. ¿Cómo podemos hablar tanto de Él sin
sentir su sed de justicia, su deseo de solidaridad, su voluntad de paz?
¿Hemos aprendido de Jesús a llamar a Dios “Padre”, confiando en su amor incondicional y su misericordia infinita? No basta recitar el “Padrenuestro”. Hemos de sepultar para siempre fantasmas y miedos sagrados que se despiertan a veces en nosotros alejándonos de él. Y hemos de liberarnos de tantos ídolos y dioses falsos que nos hacen vivir como esclavos.
¿Adoramos en Jesús el Misterio del Dios vivo, encarnado en medio de nosotros? No basta confesar su condición divina con fórmulas abstractas, alejadas de la vida e incapaces de tocar el corazón de los hombres y mujeres de hoy. Hemos de descubrir en sus gestos y palabras al Dios Amigo de la vida y del ser humano. ¿No es la mejor noticia que podemos comunicar hoy a quienes buscan caminos para encontrarse con él?
¿Creemos en el amor predicado por Jesús? No basta repetir una y otra vez su mandato. Hemos de mantener siempre viva su inquietud por caminar hacia un mundo más fraterno, promoviendo un amor solidario y creativo hacia los más necesitados. ¿Qué sucedería si un día la energía del amor moviera el corazón de las religiones y las iniciativas de los pueblos?
¿Hemos escuchado el mandato de Jesús de salir al mundo a curar? No basta predicar sus milagros. También hoy hemos de curar la vida como lo hacía él, aliviando el sufrimiento, devolviendo la dignidad a los perdidos, sanando heridas, acogiendo a los pecadores, tocando a los excluidos. ¿Dónde están sus gestos y palabras de aliento a los derrotados?
Si Jesús tenía palabras de fuego para condenar la injusticia de los poderosos de su tiempo y la mentira de la religión del Templo, ¿por qué no nos hacemos escuchar sus seguidores ante la destrucción diaria de tantos miles de seres humanos abatidos por el hambre, la desnutrición y nuestro olvido?
¿Hemos aprendido de Jesús a llamar a Dios “Padre”, confiando en su amor incondicional y su misericordia infinita? No basta recitar el “Padrenuestro”. Hemos de sepultar para siempre fantasmas y miedos sagrados que se despiertan a veces en nosotros alejándonos de él. Y hemos de liberarnos de tantos ídolos y dioses falsos que nos hacen vivir como esclavos.
¿Adoramos en Jesús el Misterio del Dios vivo, encarnado en medio de nosotros? No basta confesar su condición divina con fórmulas abstractas, alejadas de la vida e incapaces de tocar el corazón de los hombres y mujeres de hoy. Hemos de descubrir en sus gestos y palabras al Dios Amigo de la vida y del ser humano. ¿No es la mejor noticia que podemos comunicar hoy a quienes buscan caminos para encontrarse con él?
¿Creemos en el amor predicado por Jesús? No basta repetir una y otra vez su mandato. Hemos de mantener siempre viva su inquietud por caminar hacia un mundo más fraterno, promoviendo un amor solidario y creativo hacia los más necesitados. ¿Qué sucedería si un día la energía del amor moviera el corazón de las religiones y las iniciativas de los pueblos?
¿Hemos escuchado el mandato de Jesús de salir al mundo a curar? No basta predicar sus milagros. También hoy hemos de curar la vida como lo hacía él, aliviando el sufrimiento, devolviendo la dignidad a los perdidos, sanando heridas, acogiendo a los pecadores, tocando a los excluidos. ¿Dónde están sus gestos y palabras de aliento a los derrotados?
Si Jesús tenía palabras de fuego para condenar la injusticia de los poderosos de su tiempo y la mentira de la religión del Templo, ¿por qué no nos hacemos escuchar sus seguidores ante la destrucción diaria de tantos miles de seres humanos abatidos por el hambre, la desnutrición y nuestro olvido?
Santo
Espíritu de Dios mora en mí mora en mí, quiero ser lleno de tu luz, mora en mí.
Un Mundo mejor es posible: Francisco
«Cuando pasa Jesús, siempre hay liberación, siempre
hay salvación»
“El
Evangelista Lucas cuenta que el ciego estaba sentado en el borde del camino
mientras mendigaba. Un ciego en aquel tiempo –pero también hasta hace poco–
sólo podía vivir gracias a las limosnas”, explicó.
Francisco
dijo que “la figura de este ciego representa a muchas personas que, también
hoy, se encuentran marginadas a causa de una desventaja física o de otro tipo”.
El
ciego del Evangelio “está separado de la gente, está allí sentado mientras la
gente pasa metida en sus pensamientos… y en tantas otras cosas; y la calle, que
puede ser un lugar de encuentro, para él sin embargo es lugar de soledad”.
“Es
triste imaginar a un marginado, sobre todo en el contexto de la ciudad de
Jericó, la espléndida y exuberante como un oasis en el desierto”, manifestó el
Papa.
“Esa
ciudad representa la puerta de entrada en la tierra prometida” porque "es
donde el pueblo de Israel terminó el éxodo", aclaró después.
Volviendo
al ciego, el Santo Padre recordó que “grita llamando a Jesús” pero “la gente lo
regañaba para que estuviera en silencio”. “No tienen compasión por él, es más,
les parece molesto sus gritos. La indiferencia y la hostilidad hace ciegos y
sordos, impiden ver a los hermanos y no permiten reconocer en ellos al Señor”.
El
Pontífice comentó cómo alguien de la muchedumbre –según el relato– le dice al
ciego que está “pasando Jesús”. Sobre esto, el Papa señaló que “el paso de
Jesús es indicado con el mismo verbo que en el Libro del Éxodo donde se habla
del paso del ángel exterminador que salva a los Israelitas en Egipto”.
Para
el ciego cuando pasa Jesús “es como si viniese anunciada su pascua. Sin dejarse intimidar,
el ciego grita más veces hacia Jesús reconociéndolo como el Hijo de David, el
Mesías esperado que, según el profeta Isaías, abriría los ojos a los cielos”.
“A
diferencia de la gente, este ciego ve con los ojos de la fe” y “gracias a ella
su súplica tiene una potente eficacia”, añadió.
Jesús
al oírlo se para y hace que el centro de atención sea el ciego. “Se realiza aquí un doble paso: por un lado,
la gente había anunciado una buena noticia al ciego, pero no quería tener nada
que ver con él; ahora Jesús obliga a todos a tomar conciencia de que el buen
anuncio implica poner en el centro de la propia calle a aquel que estaba
excluido”.
Por otro lado, “el ciego no veía, pero
su fe le abre la vía de la salvación y él se encuentra en medio de cuantos han
bajado a la calle a ver a Jesús”.
Por tanto, “el paso del Señor es un
encuentro de misericordia que une a todos en torno a Él para permitir reconocer
quien tiene necesidad de ayuda y de consuelo”.
Santo Espíritu de Dios mora en mí mora
en mí, quiero ser lleno de tu luz, mora en mí.
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones: El libro del
Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y María. J. A. Pagola.
Lectio Divina: los Sábados 17 hs. en:
Círculo Bíblico San José
Parroquia San José: Brandsen 4970
V.
Domínico.
Si querés
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