Décimo séptimo domingo durante el año
Ciclo A, Lecturas del 30-7-17
Dios mío, envía ahora tu
Espíritu sobre mí y que abra mis ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guíe y
asista al meditar tus enseñanzas, para que tu Palabra penetre en mi
corazón, y me conduzca a la Verdad completa. Amén
Primer libro
de los Reyes 3, 5-6a. 7-12
En
Gabaón, el Señor se apareció a Salomón en un sueño, durante la noche. Dios le
dijo: «Pídeme lo que quieras.»
Salomón respondió: Señor, Dios mío, has hecho reinar a tu servidor en lugar de mi padre David, a mí, que soy apenas un muchacho y no sé valerme por mí mismo. Tu servidor está en medio de tu pueblo, el que tú has elegido, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular. Concede entonces a tu servidor un corazón comprensivo, para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién sería capaz de juzgar a un pueblo tan grande como el tuyo?
Al Señor le agradó que Salomón le hiciera este pedido, y Dios le dijo: «Porque tú has pedido esto, y no has pedido para ti una larga vida, ni riqueza, ni la vida de tus enemigos, sino que has pedido el discernimiento necesario para juzgar con rectitud, yo voy a obrar conforme a lo que dices: Te doy un corazón sabio y prudente, de manera que no ha habido nadie como tú antes de ti, ni habrá nadie como tú después de ti.» Palabra de Dios.
Salomón respondió: Señor, Dios mío, has hecho reinar a tu servidor en lugar de mi padre David, a mí, que soy apenas un muchacho y no sé valerme por mí mismo. Tu servidor está en medio de tu pueblo, el que tú has elegido, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular. Concede entonces a tu servidor un corazón comprensivo, para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién sería capaz de juzgar a un pueblo tan grande como el tuyo?
Al Señor le agradó que Salomón le hiciera este pedido, y Dios le dijo: «Porque tú has pedido esto, y no has pedido para ti una larga vida, ni riqueza, ni la vida de tus enemigos, sino que has pedido el discernimiento necesario para juzgar con rectitud, yo voy a obrar conforme a lo que dices: Te doy un corazón sabio y prudente, de manera que no ha habido nadie como tú antes de ti, ni habrá nadie como tú después de ti.» Palabra de Dios.
Salmo
118
R. ¡Cuánto amo tu ley, Señor!
El Señor
es mi herencia: yo he
decidido cumplir tus palabras. Para mí
vale más la ley de tus labios que todo
el oro y la plata. R.
Que tu
misericordia me consuele, de acuerdo con la promesa que me
hiciste. Que llegue hasta mí tu compasión, y viviré, porque tu ley es
toda mi alegría. R.
Por eso
amo tus mandamientos y los prefiero al oro más fino. Por eso me guío
por tus preceptos y aborrezco todo camino engañoso. R.
Tus prescripciones son admirables: por eso
las observo. La explicación de tu palabra ilumina y da inteligencia
al ignorante. R.
Pablo a los cristianos de
Roma 8, 28-30
Hermanos: Sabemos, además, que Dios dispone, todas las
cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su
designio. En
efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la
imagen de su Hijo, para que él fuera el Primogénito entre muchos hermanos; y a
los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los
justificó; y a los que justificó, también los glorificó. Palabra de Dios.
Evangelio según san Mateo 13, 44-52
Jesús
dijo a la multitud: «El Reino de los Cielos se parece a un tesoro
escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de
alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un
negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran
valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.
El Reino de los Cielos se parece también a una red
que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los
pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y
tiran lo que no sirve.
Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles
y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno
ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
¿Comprendieron todo esto? «Sí», le respondieron. Entonces agregó: «Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo.» Palabra del Señor.
¿Comprendieron todo esto? «Sí», le respondieron. Entonces agregó: «Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo.» Palabra del Señor.
Reflexión
“¿Cuál es el tesoro más valioso en sus vidas?”
En las lecturas de hoy
podemos reflexionar como ha llegado la hora decisiva en nuestras vidas, ¡Ha
aparecido en la tierra el Reino de Dios! Concretamente, se trata de
Jesús, de su venida a la tierra y nos dice: la salvación ha llegado a
vos por iniciativa de Dios, tomen la decisión, no la dejen escapar. Este
es tiempo de decisión y de cambios.
Un llamado al cambio de
actitudes de nuestras prácticas, lo nuevo es el símbolo de la buena nueva, la
palabra que se da gratuitamente al mundo, y lo viejo es el signo de las
costumbres erradas y que van por un camino diferente a de la enseñanza de
Jesús.
La primera lectura nos
muestra a Salomón pidiéndole a Dios la sabiduría, un corazón comprensivo para
discernir entre el bien y el mal. La palabra de Dios nos muestra el rumbo que
tienen que tomar nuestras preocupaciones y nuestros desvelos.
El
tesoro escondido y La joya fina. La parábola del tesoro escondido y de la
joya fina, en ambas Jesús compara estas cosas valiosas con el Reino de Dios.
Debemos entender que el
tesoro es un regalo gratuito de Dios, por eso el texto dice, un tesoro
encontrado en el campo, pero que para poder acceder a él nos debemos desprender
de todo lo que nos impide hoy vivirlo con plenitud. Pero que, para comprenderla
y hacerla propia, se debe tener una actitud de desprendimiento de las riquezas
que muchas veces hay en el corazón de los hombres.
Jesús necesita que sus
discípulos comprendan que lo más valioso en sus vidas es el regalo de la palabra
que se les ha dado; como ya sabemos a ellos se les ha concedido el conocimiento
de los misterios del Reino de los cielos.
La dinámica de esta
parábola se basa en tres verbos: Va, Vende y Compra.
Va, es decir, salir de
donde estamos, implica cambiar de actitud, dejar todas las cosas superficiales
que no nos llevan a una felicidad eterna, buscar un rumbo
nuevo.
El vender todo
lo que se posee o vender todas las joyas que guardamos, es la clave para poder
acceder al tesoro del Reino de Dios, esto significa renunciar a las cosas del
mundo que nos atan y esclavizan, que no nos hacen libres, ese es el desafío
para aquellos que desean gozar de las maravillas del Reino de Dios.
Compra, es decir ya
despojado de lo anterior, se adquiere la nueva condición, el verdadero tesoro.
Pero para adquirirlo hay que pasar por los otros dos verbos anteriores.
La elección será
la clave para formar parte del reino de los cielos. Descubrir el mensaje que se
revela por Jesús y su reinado, abre los horizontes hacia una nueva humanidad.
Una vez que se ha descubierto el valor absoluto que tiene el Reino, es
necesario tomar una posición, y frente a este descubrimiento ningún precio es
demasiado alto, pues el Reino se convierte en el único valor absoluto para
quien lo descubre.
El proyecto del «Reino
de los cielos», según la expresión de Mateo, se convierte para muchas
personas en una alegre pero exigente sorpresa, que en el caminar normal de la
vida se produjo por medio de un encuentro afortunado que impregnó de una gran riqueza
nuestra existencia. Ese Reino trajo una exigencia, que genera al mismo tiempo
inseguridad, pues se descubre necesario “venderlo todo”, despojarse de muchos
«bienes» que atan, e ir al encuentro de su absoluta posesión, como su mayor
riqueza.
Para el seguidor de
Jesús es necesario romper los esquemas de muchas estructuras que deshumanizan.
Personas que esperan un cambio sin ponerse en búsqueda, ateniéndose muchas
veces a su herencia legalista, que no les permite salir a encontrar nuevas
posibilidades para su existencia o para la existencia de los demás, se
enfrentan en estas parábolas a las personas que han encontrado un sentido que
creían perdido para sus vidas y se arriesgan al cambio y a la novedad,
poniéndose en marcha en la construcción de proyectos alternativos que
construyan hermandad solidaria entre los seres humanos y se comprometen en
afianzar, desde la práctica concreta, los valores de vida y justicia que han
encontrado.
La
red de pescar. Los símbolos, Jesús compara el Reino de Dios con una Red de
pescar, donde los peces son los hombres de toda clase, raza y cultura.
El estilo de Jesús en el anuncio de la buena
nueva del Reino. Así siembra Jesús su
mensaje. Lo ven salir todas las mañanas a anunciar la Buena Noticia de Dios.
Siembra su Palabra entre la gente sencilla que lo acoge, y también entre los
escribas y fariseos que lo rechazan. Nunca se desalienta. Su siembra no será
estéril.
Desbordados por una
fuerte crisis religiosa, podemos pensar que el Evangelio ha perdido su fuerza
original y que el mensaje de Jesús ya no tiene garra para atraer la atención
del hombre o la mujer de hoy.
¿Es el Evangelio el que ha perdido fuerza humanizadora? ¿O somos nosotros los que lo estamos anunciando con una fe débil y vacilante?
¿Es el Evangelio el que ha perdido fuerza humanizadora? ¿O somos nosotros los que lo estamos anunciando con una fe débil y vacilante?
No es Jesús el que ha
perdido poder de atracción. Somos nosotros los que lo desvirtuamos con nuestras
incoherencias y
contradicciones.
El Papa Francisco dice
que, cuando un cristiano no vive una adhesión fuerte a Jesús, “pronto pierde el
entusiasmo y deja de estar seguro de lo que transmite, le falta fuerza y
pasión. Y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada,
no convence a nadie”.
Evangelizar no es
propagar una doctrina, sino hacer presente en medio de la sociedad y en el corazón
de las personas la fuerza humanizadora y salvadora de Jesús. Y esto no se puede
hacer de cualquier manera. Lo más decisivo no es el número de predicadores,
catequistas y enseñantes de religión, sino la calidad evangélica que podamos
irradiar los cristianos.
¿Qué contagiamos?
¿Indiferencia o fe convencida? ¿Mediocridad o pasión por una vida más
humana?
Cuando el hombre pierde
su humanidad ¿qué nos espera? Pasa lo que se llamo en lenguaje común una
política, una actitud del “descarte”.
Francisco: Solo
Dios, en el Juicio Final, podrá separar el bien del mal
El Pontífice señaló que
“Jesús nos dice que en este mundo el bien y el mal están entrelazados, que es
imposible separarlos y extirpar todo el mal. Solo Dios puede hacer eso, y lo
hará en el juicio final”.
Por ello, animó a los
cristianos a desempeñar un adecuado ejercicio de la libertad, “en la cual se
lleva a cabo el difícil ejercicio del discernimiento”.
El Papa Francisco, exhortó
a los cristianos a no desanimarse en el ejercicio del discernimiento entre el
bien y el mal, y recordó que, en nuestra vida, ambas realidades conviven y que sólo Dios podrá
separarlas en el Juicio Final.
Para explicarlo, el Santo
Padre se refirió a la parábola del trigo y la cizaña de la lectura evangélica
del día. “La narración se desarrolla en un campo con dos protagonistas
opuestos. Por una parte, está el patrón del campo, una figura de Dios, que
esparce la buena semilla de trigo. De otro lado, tenemos el enemigo, que
representa a Satanás, y que esparce la mala hierba”.
“Con el paso del tiempo, en
medio del trigo crece también la cizaña y, ante esto, el patrón y sus siervos
tienen diferentes opiniones. Los siervos quieren intervenir arrancando la cizaña.
Sin embargo, el patrón, preocupado sobre todo por salvar el trigo, se opone
diciendo: ‘No sea que, al arrancar la cizaña, arranquéis también el trigo’”.
“Se trata de compaginar,
con gran fe en Dios y en su providencia, dos actitudes aparentemente
contradictorias: la decisión y la paciencia.
La decisión es aquella que
consiste en querer ser una buena semilla, con todas sus propias fuerzas, y
entonces alejarse del maligno y de sus seducciones”.
Por su parte, “la paciencia
significa preferir una Iglesia que sea fermento, que no tema
mancharse las manos lavando el pan de sus hijos, antes que una Iglesia de los
‘puros’ que pretenda decidir antes de tiempo quién está en el Reino de Dios y
quién no”.
En ese ejercicio de discernimiento,
“el Señor, que es la Sabiduría encarnada, hoy nos ayuda a comprender que el
bien y el mal no se pueden identificar con territorios definidos o determinados
grupos humanos”.
“Él nos dice que la línea
que separa el bien y el mal se encuentra en el corazón de cada persona. Somos
todos pecadores. Jesucristo, con su muerte en la cruz y su resurrección, nos ha liberado de
la esclavitud del pecado, y nos da la gracia de caminar en una vida nueva, pero
con el Bautismo nos ha dado también la Confesión porque siempre tenemos
necesidad de ser perdonados de nuestros pecados. Mirar siempre el mal que está
fuera de nosotros, significa no querer reconocer el pecado que también está en
mí”.
ACIprensa, Vaticano,
23 Jul. 17
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de esta
hoja: Reflexiones
del P. Fidel Oñoro, cjm Centro Bíblico del CELAM. J. A. Pagola . Papa
Francisco.
Lectio Divina: los sábados 16 hs. en:
Círculo Bíblico San José
Parroquia San José: Brandsen
4970
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