Fiesta de la Inmaculada Concepción de María
Lecturas 8-12-19, Ciclo A
Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que abra mis ojos
y mis oídos a tu Palabra, que me guie y asista al meditar tus enseñanzas,
para que pueda saborearla y comprenderla, para
que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la
Verdad completa. Amén
Después
que el hombre y la mujer comieron del árbol que Dios les había prohibido, el
Señor Dios llamó al hombre y le dijo: “¿Dónde estás?”. “Oí tus pasos por el
jardín –respondió él–, y tuve miedo, porque estaba desnudo. Por eso me
escondí”. Él replicó: “¿Y quién te dijo que estabas desnudo? ¿Acaso has comido
del árbol que yo te prohibí?”. El hombre respondió: “La mujer que pusiste a mi
lado me dio el fruto y yo comí de él”. El Señor Dios dijo a la mujer: “¿Cómo
hiciste semejante cosa?”. La mujer respondió: “La serpiente me sedujo y comí”.
Y el Señor Dios dijo a la serpiente: “Por haber hecho esto, maldita seas entre
todos los animales domésticos y entre todos los animales del campo. Te
arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré
enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Él te aplastará
la cabeza y tú le acecharás el talón”. El hombre dio a su mujer el nombre de
“Eva”, por ser ella la madre de todos los vivientes. Palabra de Dios.
Salmo 97, R. Canten al
Señor un canto nuevo, porque él hizo maravillas.
Canten
al Señor un canto nuevo, porque él hizo maravillas; su mano derecha y su santo
brazo le obtuvieron la victoria. R.
El Señor
manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones; se acordó
de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel. R.
Los
confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al señor
toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos. R.
Carta de San Pablo
a los Romanos 15, 4-9.
Hermanos:
Todo lo que ha sido escrito en el pasado ha sido escrito para nuestra
instrucción, a fin de que, por la constancia y el consuelo que dan las
Escrituras, mantengamos la esperanza. Que el Dios de la constancia y del
consuelo les conceda tener los mismos sentimientos unos hacia otros, a ejemplo
de Cristo Jesús, para que, con un solo corazón y una sola voz, glorifiquen a
Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Sean mutuamente acogedores, como
Cristo los acogió a ustedes para la gloria de Dios. Porque les aseguro que
Cristo se hizo servidor de los judíos para confirmar la fidelidad de Dios,
cumpliendo las promesas que él había hecho a nuestros padres, y para que los
paganos glorifiquen a Dios por su misericordia. Así lo enseña la Escritura
cuando dice: “Yo te alabaré en medio de las naciones, Señor, y cantaré en honor
de tu nombre”. Palabra de Dios.
Evangelio según
san Lucas. Lc 1,
26-38
El ángel
Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una
virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de
David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El ángel entró en su
casa y la saludó, diciendo: “¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está
contigo!”. Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué
podía significar ese saludo. Pero el ángel le dijo: “No temas, María, porque
Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por
nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le
dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre y
su reino no tendrá fin”. María dijo al ángel: “¿Cómo puede ser eso, si yo no
tengo relación con ningún hombre?”. El ángel le respondió: “El Espíritu Santo
descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso
el niño será santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel
concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se
encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios”. María dijo
entonces: “Yo soy la servidora del Señor, que se haga en
mí según tu Palabra”. Y el ángel se alejó. Palabra del Señor.
Reflexión:
El evangelista Lucas lo que quería anunciar no era una
noticia más, como tantas otras que se corrían por el imperio, sino anunciar que
debían preparar su corazón; despertar la alegría, desterrar miedos y creer que
Dios estaba cerca, dispuesto a transformar su vida. Con un arte difícil de
igualar, recreó una escena evocando el mensaje que María escuchó en lo íntimo
de su corazón para acoger el nacimiento de su hijo Jesús. Todos podrían unirse
a ella para acoger al Salvador. ¿Es posible hoy prepararse para recibir a Dios?
“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” es el saludo del ángel. Alégrate/Salve era
el saludo normal de aquella época en griego. Es digno de resaltar, sin
embargo, que la primera palabra de parte de Dios a los hombres, cuando el
Salvador se acerca al mundo, sea una invitación a la alegría. Alégrate, es
lo primero que María escucha de Dios y lo primero que hemos de escuchar también
nosotros.
Hoy no sabemos esperar. Somos como niños impacientes
que lo quieren todo enseguida. Vivimos llenos de cosas. No sabemos estar
atentos para conocer nuestros deseos más profundos. Sencillamente, se nos ha
olvidado esperar a Dios y ya no sabemos cómo encontrar la alegría.
«No tengas miedo». La alegría es imposible cuando se vive lleno de
miedos que nos amenazan por dentro y desde fuera. ¿Cómo pensar, sentir y actuar
de manera positiva y esperanzadora?, ¿cómo olvidar nuestra impotencia y nuestra
cobardía para enfrentarnos al mal? Se nos ha olvidado que cuidar nuestra vida
interior es más importante que todo lo que nos viene desde afuera. Si estamos
vacíos por dentro, somos vulnerables a todo. Se va diluyendo nuestra confianza
en Dios y no sabemos cómo defendernos de lo que nos hace daño.
«El Señor está contigo». Dios es una fuerza creadora que es buena y nos quiere
bien. No vivimos solos, perdidos en el cosmos. La humanidad no está abandonada.
¿De dónde sacar verdadera esperanza si no es del misterio último de la vida?
Todo cambia cuando el ser humano se siente acompañado por Dios.
La alegría a que se nos invita no es un optimismo
forzado ni un autoengaño fácil. Es la alegría interior y la confianza que nace
en quien se enfrenta a la vida con la convicción de que no está solo. Una
alegría que nace de la fe. Dios nos acompaña, nos defiende y quiere siempre
nuestro bien.
Has hallado gracia ante Dios. No sólo María, también nosotros podemos escuchar
estas palabras porque todos vivimos y morimos sostenidos por la gracia y el
amor de Dios. La vida sigue ahí con sus dificultades y preocupaciones. La fe en
Dios no es una receta para resolver los problemas diarios. Pero todo es
diferente cuando uno vive buscando en Dios luz y fuerza para enfrentarse a
ellos.
El término “favorecida, llena de gracia, agraciada”
y la expresión “Dios te ha concedido su favor” son equivalentes. La
elección de Dios es siempre una gracia, un don, algo que nos plenifica.
La elección de Dios no destruye ni nuestra libertad ni nuestro auténtico ser. Hoy, este
saludo vale también para cada uno de nosotros, puesto que somos elegidos de
Dios y llevamos con nosotros a Jesús resucitado. Todo cristiano es,
decían los Padres apostólicos “Cristóforos” portadores de Cristo.
Francisco: María, escucha, decisión,
acción. Tres palabras
sintetizan la actitud de María: escucha, decisión, acción; palabras que indican
un camino también para nosotros frente a lo que nos pide el Señor en la
vida.
Escucha. María sabe escuchar a Dios. Atención: no es un simple "oír" superficial, sino es “la escucha”, acto de atención, de acogida, de disponibilidad hacia Dios… María está atenta a Dios, escucha a Dios.
Esto también vale en nuestra vida: escucha de Dios que nos habla, y también escucha de la realidad cotidiana, atención a las personas, a los hechos, porque el Señor está en la puerta de nuestra vida y golpea en muchos modos, pone señales en nuestro camino; está en nosotros la capacidad de verlos. María es la madre de la escucha, escucha atenta de Dios y escucha también atenta de los acontecimientos de la vida.
Decisión. María no vive "de prisa", con preocupación, sino, como subraya san Lucas, "María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón" (cfr. Lc. 2,19.51). Y también en el momento decisivo de la anunciación del ángel, Ella pregunta: “¿Cómo sucederá esto?”. Pero no se detiene ni siquiera en el momento de la reflexión; da un paso adelante: decide.
Escucha. María sabe escuchar a Dios. Atención: no es un simple "oír" superficial, sino es “la escucha”, acto de atención, de acogida, de disponibilidad hacia Dios… María está atenta a Dios, escucha a Dios.
Esto también vale en nuestra vida: escucha de Dios que nos habla, y también escucha de la realidad cotidiana, atención a las personas, a los hechos, porque el Señor está en la puerta de nuestra vida y golpea en muchos modos, pone señales en nuestro camino; está en nosotros la capacidad de verlos. María es la madre de la escucha, escucha atenta de Dios y escucha también atenta de los acontecimientos de la vida.
Decisión. María no vive "de prisa", con preocupación, sino, como subraya san Lucas, "María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón" (cfr. Lc. 2,19.51). Y también en el momento decisivo de la anunciación del ángel, Ella pregunta: “¿Cómo sucederá esto?”. Pero no se detiene ni siquiera en el momento de la reflexión; da un paso adelante: decide.
No vive de prisa, sino sólo cuando es necesario
"va sin demora". María no se deja llevar por los acontecimientos, no
evita la fatiga de la decisión. Y esto sucede sea en la elección fundamental
que cambiará su vida: María dijo entonces: “Yo soy la servidora del Señor,
que se cumpla en mí lo que has dicho”, sea en las decisiones más cotidianas,
pero llenas de sentido.
En la vida es difícil tomar decisiones, a menudo
tendemos a posponerlas, a dejar que otros decidan en nuestro lugar, a menudo
preferimos dejarnos arrastrar por los acontecimientos, seguir la moda del
momento; a veces sabemos lo que tenemos que hacer, pero no tenemos el coraje o
nos parece demasiado difícil porque quiere decir ir contracorriente.
María en la anunciación, en la Visitación, en las
bodas de Caná, va contracorriente; se pone a la escucha de Dios, reflexiona y
busca comprender la realidad, y decide confiarse totalmente en Dios, decide
visitar, aun estando embarazada, a la anciana pariente, decide confiarse al
Hijo con insistencia, para salvar la alegría de la boda.
Acción.
María salió de viaje y “fue sin demora” (cfr. Lc. 1,39 a pesar de las
dificultades, las críticas que habrá recibido por su decisión de partir, no se
detuvo delante de nada…. cuando tiene claro qué cosa Dios le pide, lo que tiene
que hacer, no tarda, no retarda, sino que va "sin demora".
A veces, también nosotros nos paramos a escuchar, a
reflexionar sobre lo que deberíamos hacer, quizás también tenemos clara la
decisión que tenemos que tomar, pero no pasamos a la acción. Y sobre todo no
nos ponemos en juego a nosotros mismos moviéndonos "sin demora" hacia
los otros para llevarles nuestra ayuda, nuestra comprensión, nuestra caridad;
para también llevar nosotros como María, lo que tenemos de más precioso y que
hemos recibido, Jesús y su Evangelio, con la palabra y sobre todo con el
testimonio concreto de nuestro actuar.
Escucha,
decisión, acción.
María, mujer de la escucha,
abre nuestros oídos; haz que sepamos escuchar la Palabra de tu Hijo Jesús entre
las mil palabras de este mundo; haz que sepamos escuchar la realidad en la que
vivimos, cada persona que encontramos, especialmente aquella que es pobre,
necesitada, en dificultad.
María, mujer de la decisión, ilumina nuestra mente y
nuestro corazón, para que sepamos obedecer a la Palabra de tu Hijo Jesús, sin
titubeos; dónanos el coraje de la decisión, de no dejarnos arrastrar para que
otros orienten nuestra vida.
María, mujer de la acción,
haz que nuestras manos y nuestros pies se muevan "sin demora" hacia
los otros, para llevar la caridad y el amor de tu Hijo Jesús, para llevar, como
tú, en el mundo la luz del Evangelio. Amén”.
Tiempo de
Adviento
Primer domingo: “Estén preparados”
Segundo domingo: “Conviértanse,
porque el Reino de los Cielos está cerca”
La
Luz de Cristo quiere iluminar la noche del mundo a través de la luz que
somos nosotros, su presencia ya iniciada ha de seguir creciendo por medio de
nosotros. En la noche santa debemos recordar que el inicio que se produjo en
Belén ha de ser inicio permanente, que aquella noche santa es nuevamente un
“hoy” cada vez que un hombre permite que la luz del bien haga desaparecer en él
tinieblas del egoísmo (…) el niño Dios nace allí donde se obra por inspiración
del amor del Señor, donde se hace algo más que intercambiar regalos.
Círculo
Bíblico San José
“Tu palabra es
una lámpara a mis pies y una luz en mi camino” Sal
119
Te esperamos todos los sábados a las
17 hs para compartir y reflexionar el evangelio de cada semana.